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FISIOLOGÍA HUMANA-108

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y las mucosas (sensibilidad somática superficial) y la de
músculos y tendones, fascias, huesos y articulaciones (sen-
sibilidad somática profunda). La sensibilidad visceral
corresponde a la de las vísceras toracoabdominales.
Sensibilidad somática
Dentro de la sensibilidad somática se distinguen dife-
rentes modalidades: mecanorrecepción cutánea, termorre-
cepción cutánea, sentido de posición, movimiento y fuerza,
y dolor somático.
Mecanorrecepción cutánea
Los estímulos mecánicos no lesivos que actúan sobre
la piel producen sensaciones mecánicas. Esta sensación
puede subdividirse en distintas cualidades, en función de
las clases de mecanorreceptores cutáneos implicados en la
génesis de la sensación. Así, dentro de la mecanorrecep-
ción cutánea se distinguen las cualidades de tacto, presión,
vibración y cosquilleo.
Características psicofísicas de la sensación
mecánica
La sensación evocada por un estímulo mecánico de la
piel posee un umbral de intensidad, que se define en tér-
minos psicofísicos como el grado de indentación de la piel
al cual el sujeto detecta el 50% de una serie de estímulos
iguales. El umbral de intensidad puede medirse de modo
experimental en términos de fuerza, empleando dispositi-
vos que ejercen una fuerza constante sobre la piel, con
independencia de la deformación que esa fuerza produzca.
Este valor se expresa en milinewtons (mN). También pue-
de valorarse el umbral como el desplazamiento mínimo
necesario para evocar la sensación; en tal caso se utiliza un
instrumento que desplaza la piel una distancia fija, expre-
sada en micrómetros, desarrollando para ello la fuerza que
sea necesaria en cada caso. En la práctica clínica humana,
el umbral de fuerza se mide mediante los llamados «pelos
de von Frey», que consisten en filamentos de nailon de
longitud y diámetro variables. Con la punta se comprime
la piel hasta que el filamento se dobla, lo que ocurre a un
valor de fuerza determinado por la longitud y el diámetro
del filamento.
La exploración de la sensibilidad mecánica de la piel
permite observar que ésta posee zonas que responden a la
presión (puntos táctiles) y otras que no lo hacen. La densi-
dad de tales puntos táctiles está asociada a la de la inerva-
ción sensorial mecanorreceptora, y es máxima en algunas
zonas del cuerpo, como los labios o las yemas de los
dedos, y mínima en otras, como la espalda o los muslos.
Cuando se explora la sensibilidad de un punto táctil deter-
minado, empleando fuerzas o indentaciones de valor cre-
ciente, es posible establecer el umbral de sensibilidad, que
puede corresponder a desplazamientos de la piel de menos
de 10 micras en las zonas de máxima sensibilidad antes
mencionadas (Fig. 5.7).
La discriminación mecanorreceptora incluye no sólo
la detección de un estímulo aislado, sino también la dis-
criminación de dos estímulos separados en el espacio o en
el tiempo. Tal capacidad es la que permite identificar estí-
mulos cambiantes espacial y temporalmente, y contribuye
a obtener sensaciones complejas de textura, contornos, etc.
La capacidad de discriminación espacial se explora de
modo simple utilizando un compás con dos puntas que se
aplican simultáneamente sobre la piel, juntándolas cada
vez más hasta que el sujeto las percibe como un estímulo
único. La distancia entre las puntas en ese momento mide
la capacidad de discriminación de dos puntos. Este valor
oscila entre 2 mm en la yema de los dedos, hasta 40 mm
en la espalda. Esta prueba no refleja, sin embargo, la
amplia capacidad humana de percibir dos estímulos mecá-
nicos de la piel como separados, y cuando se emplean pro-
cedimientos psicofísicos mas refinados (discriminación
táctil de hendiduras, tramas geométricas o letras en relie-
ve), puede apreciarse una discriminación entre dos puntos
de 0.8 mm. Estas posibilidades mejoran si se permite al
sujeto deslizar la piel, por ejemplo la yema del dedo, sobre
la superficie explorada, lo que determina el reclutamiento
de mayor número de unidades sensoriales y un procesa-
miento más detallado de la información periférica por el
sistema nervioso central (Fig. 5.7). Esto indica que la dis-
criminación mayor se obtiene con variaciones del estímu-
lo (detección de contraste) más que por el valor absoluto
de dicho estímulo. Ello es consecuencia de los mecanis-
mos de discriminación de la información sensorial que
posee el SNC (véase «procesamiento de la información
somatovisceral»).
Mecanorreceptores cutáneos
Los estudios histológicos de la piel permitieron esta-
blecer la existencia de distintos tipos morfológicos de ter-
minaciones nerviosas en la piel. Durante muchos años se
intentó establecer una correlación entre la morfología de
tales terminaciones y una modalidad sensorial determina-
da (clasificación de von Frey). Hoy día está claro que
todos los tipos morfológicos de terminaciones sensoriales
especializadas de la piel y del tejido subcutáneo (corpús-
culos de Meissner, Ruffini, Merkel, Paccini) son mecano-
rreceptores, y que las especializaciones alrededor de su
terminación nerviosa sirven fundamentalmente para deter-
minar algunas propiedades funcionales en cuanto a su
adaptación y rango de sensibilidad al estímulo mecánico.
Así pues, resulta más apropiado clasificar los meca-
norreceptores cutáneos con un criterio funcional, y para
ello se utiliza su grado de adaptación a un estímulo soste-
nido. Los mecanorreceptores de adaptación lenta
(detectores de desplazamiento) responden durante el des-
plazamiento de la piel con una descarga de impulsos ner-
viosos de frecuencia proporcional a la velocidad del
mismo y mantienen una frecuencia de disparo estable en
S I S T E M A S E N S O R I A L ( S E N S I B I L I D A D S O M Á T I C A Y V I S C E R A L ) 79

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