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mente alta a las catecolaminas circulantes, lo cual deter- mina que los agonistas adrenérgicos o la estimulación de fibras simpáticas eferentes evoquen actividad en las fibras nociceptivas en regeneración. Esta sensibilidad adrenérgi- ca de las fibras nociceptivas durante el proceso de regene- ración puede desempeñar un papel decisivo en síndromes dolorosos en los cuales se sabe que el sistema simpático mantiene o aumenta el dolor. La actividad nerviosa generada por estas causas en fibras aferentes nociceptoras dañadas llega al sistema ner- vioso central y sigue siendo procesada como actividad nociceptiva, dando lugar, por tanto, a sensaciones de dolor espontáneo. Por otro lado, y como consecuencia de la acti- vidad espontánea en fibras aferentes no nociceptivas, apa- recen parestesias y disestesias. En ambos casos, las sensaciones son anormales, ya que están evocadas por des- cargas que no siguen los patrones ordenados que genera normalmente la activación fisiológica de los receptores sensoriales. Alteraciones centrales provocadas y mantenidas por lesiones periféricas Algunas de las características de las sensaciones dolo- rosas evocadas por las neuropatías periféricas o las lesio- nes de los nervios podrían deberse no sólo a las descargas aferentes anormales descritas anteriormente, sino a altera- ciones centrales generadas y mantenidas por dichas des- cargas. Estudios en pacientes y en voluntarios han demostrado que la alodinia, es decir, el dolor evocado por el tacto, se debe principalmente a una alteración en el pro- cesamiento central de impulsos originados en mecanorre- ceptores de bajo umbral conectados a fibras gruesas A cuya activación evoca normalmente sensaciones no dolo- rosas al tacto. Por ello, el bloqueo de tales fibras mielíni- cas en pacientes con alodinia reduce o elimina completamente el síntoma. Sin embargo, este dolor neuro- pático de tipo A es inducido y se mantiene mediante la descarga de los nociceptores, sensibilizados o no. La inter- pretación más aceptada sostiene que la descarga inicial de los nociceptores induce la alteración central en el tipo de sensación evocada por la activación de mecanorrecep- tores de bajo umbral, que pasa de tacto a dolor, alteración que se mantiene mientras duran las descargas aferentes provenientes de los nociceptores periféricos. Dolor central Como consecuencia de las lesiones neurológicas de la médula espinal, el bulbo raquídeo, el tálamo o la corteza cerebral, aparecen a menudo dolores anormales de presen- tación espontánea o evocada. Las causas más frecuentes de síndromes dolorosos de origen central son las lesiones traumáticas de la médula, especialmente las que afectan a segmentos situados por encima del primer segmento lum- bar o las que producen zonas isquémicas que afectan a vías ascendentes nociceptivas, tales como el fascículo espino- talámico. En estos casos, el dolor se localiza en la zona periférica hiposensible o anestesiada por causa de la lesión neurológica. Una característica muy específica del dolor central que lo distingue del dolor neuropático evocado por lesiones de nervios periféricos, es el tiempo de inicio de los síntomas dolorosos, que suelen aparecer semanas o incluso meses después de la lesión neurológica causante. La mayor parte de las observaciones electrofisiológi- cas de la actividad neuronal en zonas centrales lesionadas se ha obtenido en pacientes a los que se les practicaba ciru- gía estereotáxica para la implantación de electrodos. En estos casos se llevaron a cabo registros previos con micro- electrodos a fin de delimitar las zonas y núcleos cerebrales que se pretendía destruir o en los que se iban a implantar electrodos de estimulación. En tales pacientes se han detectado zonas talámicas cuyas neuronas muestran activi- dad espontánea de alta frecuencia, un patrón neuronal no observado en pacientes normales. Estas zonas del tálamo corresponden, según el mapa somatotópico, a las zonas del cuerpo a las que los pacientes refieren sus sensaciones dolorosas. Se supone que la actividad anormal de estas neuronas talámicas causa las sensaciones de dolor espon- táneo que caracterizan a los síndromes dolorosos centra- les, especialmente los de origen talámico. Además, la microestimulación eléctrica de estas zonas evoca sensa- ciones de dolor similares o idénticas a las sensaciones de dolor clínico que los pacientes describen. También producen dolor central las enfermedades que causan la destrucción de fibras aferentes primarias y de sus terminaciones centrales en la médula y complejo trigemi- nal, bien sea por muerte de las neuronas sensoriales pri- marias de origen (como por ejemplo en la neuralgia postherpética) o bien por lesiones de las raíces dorsales (como en la avulsión del plexo braquial). En animales de experimentación se han observado descargas paroxísticas de alta frecuencia en neuronas espinales desaferentadas, que parecen ser responsables de las manifestaciones de conducta dolorosa que presenta el animal, ya que la inten- sidad de estas reacciones de conducta anormal es propor- cional al número de neuronas que muestran descargas anormales. BIBLIOGRAFÍA Cerveró, F., y Morrison, J. F. B.: «Visceral sensation». Progr. Brain Res. Vol. 67, Elsevier, Amsterdam, 1986. Belmonte, C., y Cerveró, F.: «Neurobiology of nocicep- tors». Oxford Univ. Press, Oxford, 1996. Schmidt, R. 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