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res sugieren que los fenómenos emocionales, al menos en sus aspectos cognitivo-perceptivos, no tienen una localiza- ción precisa, sino que se distribuyen por las estructuras cor- ticales junto con otros fenómenos aprendidos de forma verbal, manipulativa, abstracta, etc. Por ejemplo, siempre se ha supuesto que los fenómenos vegetativos que acompañan a la emoción son de carácter adaptativo para la (posible) acción motora. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la respuesta vegetativa sobrepasa en tiempo a la motora, que a veces, además, es más intensa de lo necesario y que con la repetición del estímulo tiende a desaparecer, mientras hay una mejora de la respuesta motora estriada. Todo esto hace pensar que las respuestas emocionales tienen un compo- nente inespecífico, alertador, cuyo significado primordial es la puesta en marcha de fenómenos cognitivos que facili- ten la búsqueda de soluciones originales, desechando pautas más primitivas y estereotipadas. Del mismo modo que determinados aspectos de las emociones se pueden condicionar o aprender, los fenóme- nos emocionales son fuente de impulsos o generan necesi- dades internas, es decir, se convierten en motivaciones. El concepto de motivo es de origen psicológico. Tanto la teoría psicoanalítica de Freud como las teorías etológicas y la teoría de los impulsos de los psicólogos experimenta- les proponen que determinadas tensiones internas, como el hambre o la sed aparecen como consecuencia de estados carenciales, en este caso de alimentos o agua. Estas tensio- nes internas activan la realización de determinadas con- ductas apetitivas, o de búsqueda, y consumatorias, o de satisfacción. La reducción de la tensión interna refuerza la aparición de dichas conductas cuando se plantea, de nuevo, la necesidad. Los motivos o impulsos tienen un origen interno, aunque no siempre es fácil localizar el estado carencial que los genera, como ocurre por ejemplo con la conducta sexual, o con la curiosidad, capaz de poner en marcha una conducta exploratoria. Por último, en ausencia de necesidad objetiva de alimentos y/o de la sensación de hambre se puede comer si se presenta un alimento muy apetitoso que actúa, en este caso, como incentivo. Es probable que las motivaciones, al igual que ya se ha comentado para las emociones, no tengan un substra- to anatómico definido. Su progresiva elaboración con el S I S T E M A L Í M B I C O 177 Integrador (detector de error) Factores fisiológicos Ciclos Valor deseado Factores hedonístico sociales, ambientales Valor real Necesidad Motivoimpulso Elementos controladores Variable controlada ± ± ± + + - (+)>(-) (3) (2) (2) (4) (1) (1) (2) (3) (1) Osmorreceptores (1%) Receptores de volumen (1%) Barorreceptores Termorreceptores Aparato yuxtaglomerular Comida seca Sequedad de la boca ? Detector del nivel de la variable N. supraóptico N. supraventri- cular Hipotálamo N. lateral (ratas) N. dorsal (perro) Hipotálamo Conducta de beber motivada Ingesta de agua + - + - + - ADH Reabsorción Agua Riñón H id ra ta ci ón d e lo s te jid os Órgano subfornical Renina Riñón Angio- tensina II Vasocons- tricción Aldoste- rona Figura 10.12. Sistema regulador de la hidratación de los tejidos orgánicos. Nótese la presencia en el sistema regulador de mensajeros químicos que actúan de modo simultáneo dentro y fuera del sistema nervioso central.
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