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Trastorno por déficit de 
atención e hiperactividad
EL LIBRO MUERE CUANDO LO FOTOCOPIA
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Trastorno por déficit de 
atención e hiperactividad
Dr. Oscar Ricardo Galicia Castillo
Jefatura de Procesos Básicos
Laboratorio de Neurociencias
Departamento de Psicología 
Universidad Iberoamericana 
Editor responsable:
Lic. Santiago Viveros Fuentes
Editorial El Manual Moderno
Editorial El Manual Moderno, S.A. de C.V.,
Av. Sonora núm. 206,
Col. Hipódromo,
Deleg. Cuauhtémoc,
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mación aquí presentada.
Trastorno por déficit de atención e hiperactividad
D.R.© 2015 por Editorial El Manual Moderno S.A. de C.V.
ISBN: 978-607-448-524-0 (versión impresa)
ISBN: 978-607-448-526-4 (versión electrónica)
Miembro de la Cámara Nacional
de la Industria Editorial Mexicana, Reg. núm. 39
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de 
esta publicación puede ser reproducida, almacenada 
en sistema alguno o transmitida por otro medio 
—electrónico, mecánico, fotocopiador, etcétera— 
sin permiso previo por escrito de la Editorial.
Para mayor información sobre:
www.manualmoderno.com
Director editorial y de producción:
Dr. José Luis Morales Saavedra
Editora asociada:
LCC Tania Uriza Gómez
Diseño de portada:
LDG Adriana Durán Arce
Galicia Castillo Oscar Ricardo, autor.
 rastor o or d cit d at ci i racti idad Oscar Ricardo
Galicia Castillo. a dici . ico, . . ditorial l a ual
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or d cit d at ci i racti idad rata i to. . tulo. 
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Prefacio ..................................................................................................................... VIII
Capítulo 1. Eso que llamamos atención .................................................................... 1
Perspectivas teóricas ........................................................................................... 4
Capítulo 2. Los modelos fisiológicos de la atención .................................................. 21
La vigilancia o estado de alerta ........................................................................... 21
Huir o pelear ...................................................................................................... 24
Orientación ........................................................................................................ 30
Capítulo 3. Trastorno por déficit de atención ........................................................... 39
Antecedentes ...................................................................................................... 39
Prevalencia ......................................................................................................... 50
Capítulo 4. La química cerebral en el TDAH ........................................................... 59
Acetilcolina ........................................................................................................ 60
Serotonina .......................................................................................................... 61
Sistema adrenérgico ............................................................................................ 64
Dopamina ........................................................................................................... 65
Capítulo 5. La hipótesis dopaminérgica .................................................................... 75
Capítulo 6. Genética del TDAH ............................................................................... 85
Capítulo 7. Estudios de electroencefalografía e imagenología en el TDAH .............. 97
Los estudios con imagenología ............................................................................ 100
Estudios con PET ................................................................................................ 103
Contenido
Trastorno por déficit de atención e hiperactividadVI
Capítulo 8. El tratamiento farmacológico del TDAH ................................................ 109
Metilfenidato ...................................................................................................... 112
Atomoxetina ...................................................................................................... 119
Índice ........................................................................................................................ 127
Capítulo 8 El tratamiento farmacológico del TDAH VII
Jean Jacques Rousseau decía: “Las cartas de amor se escriben empezando sin saber lo que 
se va a decir y se terminan sin saber lo que se ha dicho”. Me parece que no hay mejor 
aforismo que describa este libro que el de Rousseau. 
Un libro, como todo lo surgido de los procesos mentales, siempre será una obra muy 
personal, llena de la limitada capacidad de procesamiento y enquistada de las más profun-
das emociones. En el caso de este libro, se comenzó a escribir pensando que se sabía todo 
lo que se iba a escribir, pero se terminó sin saber de dónde vino todo lo escrito.
Permítanme explicarme: para mí, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperacti-
vidad (TDAH) es algo muy familiar, tanto que es parte de mi herencia paterna, siendo 
también prácticamente lo único que el abuelo le heredó a mi padre. Por supuesto que 
ambos nunca fueron diagnosticados; pero basta con escuchar el anecdotario familiar sobre 
su infancia, adolescencia y vida adulta para que, de forma fácil, como en mi caso, se pue-
dan dar varios ejemplos de cada uno de los síntomas descritos para el trastorno en el DSM 
(Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) o el CIE (Clasificación 
Internacional de Enfermedades).
No fue sino hasta que como estudiante de Psicología, al estar en mi clase de Psicopato-
logía, descubrí que los criterios diagnósticos del TDAH parecían un anecdotario biográfico, 
más que la descripción de un trastorno psicológico. 
Si bien yo nunca recibí tratamiento farmacológico o psicológico (lo cual lamento de 
manera profunda), desarrollé una serie de habilidades conductuales para hacer cosas tan 
simples como no perder algo todos los días, no olvidar una cita, entregar mis tareas, per-
manecer en mi lugar o, incluso, por sorprendente que parezca, desarrollé una técnica para 
poder leermás de tres renglones y entender lo que leía. 
Dentro de ese entrenamiento también tuve que generar estrategias para controlar mi 
exacerbada respuesta emocional, la cual me mantenía en un estado permanente de descon-
tento y ansiedad, en peligro de golpear a alguien en cualquier momento, o en riesgo cons-
tante de caer en una severa depresión o en abuso de sustancias. Me costaba trabajo sentir 
empatía por otras personas, incluyendo las más cercanas, así como establecer relaciones 
afectivas significativas a largo plazo; las personas me aburrían con extrema rapidez y tendía 
a cambiar de círculo social, actividad, pareja, conversación, lugar.
Cuando planee escribir este libro, pensé que podría ser una obra mucho más práctica y 
enfocada en relación con qué debe hacer un TDAH para sobrevivir a todo: padres, escuela, 
pareja, drogas, depresión, ansiedad, trabajo, amistad, compromisos. De hecho, el título original 
era: “El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad: manual del sobreviviente”. Sin 
Prefacio
Trastorno por déficit de atención e hiperactividadVIII
embargo, al comenzar a escribir me di cuenta de algo muy importante: si escribía este libro 
dirigido a jóvenes y adultos con TDAH, ¿quién lo iba a leer? ¡Los TDAH odiamos leer!
Cuando era joven pensaba que si lograba sobrevivir al sistema escolarizado, lo único 
que desearía hacer el resto de mi vida era no volver a una escuela; de manera paradójica y 
fortuita, hoy día paso la mayor parte de mi tiempo, felizmente, en un centro de enseñanza. 
Si alguien me hubiera dicho durante esos traumáticos años escolares que en un futuro me 
la pasaría leyendo gran parte de mi tiempo y que no sólo terminaría la universidad sino 
que haría una maestría y un doctorado, me hubiera parecido algo que mi capacidad de 
concentración, tolerancia a la frustración o control emocional no podrían soportar y en 
ese momento me hubiera tirado a un canal. 
De haber sabido que terminaría haciendo una maestría y un doctorado, me hubiera 
dedicado a la oceanografía o a la astronomía, carreras que no elegí justamente porque 
implicaban seguir estudiando después de concluir una licenciatura.
No obstante, en la actualidad no me veo examinando otra cosa que no sea la conducta 
humana. Al investigar sobre el libro, me di cuenta que las bases fisiológicas y anatómicas 
del TDAH que aprendí en la escuela, se convirtieron en estructuras tambaleantes que re-
quieren otro enfoque y nuevas propuestas teóricas, basadas en la evidencia experimental 
surgida del avance de técnicas como la imagenología y la biología molecular. 
El TDAH que estudié no es ni el que me dijeron ni el que se diagnostica; ahora es el 
que debería diagnosticarse. Si le parece que esta oración es un poco críptica, es necesario 
que termine de leer el libro para entenderla. Sólo puedo adelantarle que las profundas 
inconsistencias en el diagnóstico, investigación y farmacología del TDAH, así como im-
portantes intereses económicos, lo han dirigido por un camino del cual debe regresar, para 
encontrar la coherencia entre el tratamiento farmacológico y la verdadera base fisiológica 
del trastorno. 
Es urgente que los especialistas en salud mental puedan discernir la diferencia entre un 
cerebro que padece un trastorno del desarrollo y uno normal que es obligado a desarrollarse 
de acuerdo con la forma en que la sociedad necesita que crezca un niño, en un ambiente de-
mandante de funciones cognoscitivas prematuras y sobre escolarizado, donde muchos casos 
de supuestos TDAH no radican en un desorden fisiológico sino en una incapacidad de adap-
tación a un entorno escolarizado o a una limitada capacidad de los padres para establecer lí-
mites o ejercer de manera verdadera el rol parental de educar a sus hijos. Si estas afirmaciones 
le siguen pareciendo oscuras, en definitiva debe terminar de leer el libro.
Esta obra significa para mí la graduación en mi método personal para sobrevivir al 
TDAH. Una de las premisas más importantes de éste es hacer caso omiso de mí mismo 
y hacer todo lo que me siento incapaz de hacer. Un buen ejemplo de ello es este libro, 
que de hecho me hacía pensar que no podía escribirlo, pues no había manera de que me 
mantuviera durante tanto tiempo concentrado en algo sin que mi divina capacidad de 
movimiento me llevara a cambiar de lugar de forma constante en lugar de escribir. Sin 
embargo, contrario a todas mis suposiciones, logré después de un año pasar varias horas 
al día focalizado en el libro, pensando, investigando, escribiendo y borrando en él; esto, 
haciendo lo que más trabajo me cuesta, que es estar quieto y concentrado, tratando de 
superar uno de los déficit más graves y a la vez único de mi persona: el de atención.
Oscar Galicia
Capítulo 1 Eso que llamamos atención 1
1Capítulo
Dame, Señor, agudeza para entender, capacidad para retener, 
método y facultad para aprender, sutileza para interpretar, 
gracia y eficacia para hablar. 
Dame acierto al empezar, dirección al progresar 
y perfección al acabar.
Santo Tomás de Aquino
Todo mundo sabe lo que es la atención, por lo menos es lo que William James afirma en 
su libro clásico The Principles of Psychology, escrito hace ya más de un siglo. No obstante 
que la palabra atención se usa de forma común en el lenguaje cotidiano, resulta claro que 
existe una gran diferencia entre lo que de manera coloquial se entiende por atención y el 
complejo proceso cognoscitivo que constituye la atención; por ello es posible que Pashler 
(1998) afirme, parafraseando a James: No one knows what the attention is (nadie sabe lo 
que es la atención).
Lo que se percibe del propio proceso de atención es que por lo general no refleja la 
verdadera capacidad para atender al entorno, o responder y procesar una variada cantidad 
de estímulos; esto es, el individuo se percibe mucho mejor de lo que en realidad es; quizá 
por ello las personas se molestan tanto en los accidentes automovilísticos, pues rara vez 
se dan cuenta de su verdadera responsabilidad, ¿por qué deberían?, es claro que la culpa 
debe ser del otro. Ese tipo de percepción es lo que Christopher Chabris y Daniel Simons 
(2011) llaman ilusión de la atención.
Las investigaciones de Simons y Chabris (1999) ilustran de manera divertida la proble-
mática del estudio de la atención en su ahora famoso artículo Gorillas in our midst (Gorilas 
entre nosotros). En este experimento, Simons y Chabris solicitaron a un grupo de alumnos 
de psicología de la Universidad de Harvard que hicieran dos equipos de tres integrantes; 
cada equipo se distinguía por usar playeras negras o blancas; además, se les pidió que par-
ticiparan en un video de 75 s de duración, donde aparecerían pasándose una pelota de 
basquetbol.
La tarea para los sujetos de Simons y Chabris era simplemente contar el número de 
veces que cada equipo se pasaba el balón. Los participantes no sabían que alrededor del 
segundo 44, un gorila atravesaba caminando toda la escena, generando un estímulo no 
Eso que llamamos 
atención
Trastorno por déficit de atención e hiperactividad2
sólo inesperado sino de baja probabilidad de ocurrencia (¿cuántos gorilas se han cruzado 
frente a usted el último mes?).
La mayoría de las personas asegura que vería al gorila en un experimento así, que no 
tendría problemas para detectarlo; sin embargo, lo interesante del trabajo de Simons y 
Chabris es que 46% de sus sujetos no vio al animal; se esperaría que esa misma probabili-
dad aplicara al resto de la población. Esto es, la gente es capaz de ver, pero no de analizar 
todos los elementos de la escena, por lo que algunos eventos cotidianos escaparían de 
nuestra experiencia consciente. Este fenómeno es lo que Simons y Chabris denominan 
“ceguera atencional”.
Cuando se les pregunta a los sujetos si vieron al gorila, aquellos que no lo hicieron 
manifiestan incredulidad ante el hecho. Incluso cuando se les vuelve a pasar la imagen 
donde aparece el primate llegan a afirmar que les han cambiado el video, pues no era 
posiblepasar por alto algo tan evidente (la ilusión de la atención). 
Si se traslada esta experiencia del gorila invisible a la vivencia cotidiana, es posible 
imaginar cuántos de éstos no se ven por estar haciendo otra cosa; es decir, desde la ex-
periencia consciente, tales animales no forman parte de la historia o recuerdos de una 
persona. A pesar de que la conclusión lógica derivada de la percepción es que éstos no 
existieron, es claro que ha habido muchos gorilas que la gente no descubre.
A lo largo de la historia de la psicología, el estudio del proceso de atención ha ex-
perimentado diferentes grados de interés, por lo general relacionado con las diferentes 
corrientes psicológicas predominantes en su momento. Su historia como proceso es casi 
tan antigua como el inicio de la psicología moderna. Las primeras referencias al respecto 
corresponden a escritos de Edward Titchener, en el libro Elementary Psychology of Feeling 
and Attention (1908), y al mismo William James, en The Principles of Psychology (1890). 
Los métodos utilizados para estudiar la atención de tales autores incluyeron técnicas que 
hoy día están en desuso por no considerarse suficientemente rigurosas o confiables como 
la introspección. 
No obstante las diferencias metodológicas, sus esfuerzos no fueron vanos o poco se-
rios, pues a pesar de los escasos experimentos formales que realizaron en torno al proceso 
de atención, sus reflexiones introspectivas les permitieron generar las preguntas que déca-
das después dirigirían la investigación experimental sobre el tema.
Incluso el mismo William James define de manera brillante el proceso de atención, 
generando una de las definiciones más citadas y que a la fecha se sigue utilizando como 
marco de referencia sobre la atención:
“Todo el mundo sabe lo que es la atención. Es eso que toma posesión de la mente en 
forma clara y vívida, seleccionando uno de los diversos estímulos simultáneos o trenes de 
pensamiento. La focalización y la concentración de la consciencia son su esencia. Esto im-
plica abstenerse de algunas cosas para tratar efectivamente con otras, estando en completa 
oposición a los estados de confusión y de aturdimiento” William James (1890).
Si bien no existe un consenso sobre qué es la atención, para los propósitos de esta 
obra se puede decir que implica un proceso de selección de información del entorno para 
su futuro análisis; esta selección se lleva a cabo a través de los sentidos y no se limita al 
mundo exterior, es un proceso que también puede referenciarse a sensaciones internas 
(propioceptivas), estados mentales, ideas y pensamientos. Los estímulos seleccionados 
del entorno para ser atendidos han adquirido relevancia a lo largo del proceso evolutivo 
Capítulo 1 Eso que llamamos atención 3
humano, esto es, el hombre moderno u Homo sapiens tiene cerca de 150 000 años de 
antigüedad y varios millones de años como homínido, a lo largo de este tiempo aprendió 
la relevancia biológica de ciertos estímulos ambientales, la mayoría de ellos relacionados 
con dos de las funciones humanas fundamentales: conservación de la vida y reproducción. 
Por supuesto, el cerebro humano ha resuelto de manera brillante ambos problemas, 
de tal forma que, salvo algunas excepciones (México entre ellas), la supervivencia coti-
diana ya no es un problema; además, el avance tecnológico y la creación de sociedades 
complejas han asegurado el éxito reproductivo y la supervivencia como especie; así, el 
cerebro del hombre y su extraordinaria capacidad cognoscitiva pueden aplicarse a resol-
ver otros problemas. 
Una experiencia común para prácticamente todos los individuos es poder hacer refe-
rencia a alguna experiencia sensorial que por su color, magnitud, orientación o movimien-
to capturó de manera automática su atención. Hoy día se reconoce que las propiedades 
físicas de los estímulos los convierten en blanco de la atención a través de un mecanismo 
llamado saliencia.
La saliencia se define como el contraste que alcanza un estímulo en relación con los 
estímulos que lo rodean, provocando que sea fácil de detectar en una escena (Parkhurst 
& Niebur, 2004). De entrada, un estímulo de gran magnitud física crea por sí mismo una 
diferencia de contraste entre él y los otros que lo rodean, convirtiéndose por definición 
en un estímulo saliente. Por ejemplo, una persona está en su casa viendo la televisión y de 
repente se escucha un estruendo que opaca todos los sonidos que en ese momento podría 
estar percibiendo (como el de la televisión), tal vez no pueda identificar qué provocó el 
estrépito, pero con seguridad suspenderá todas sus actividades para determinar el origen 
del mismo y verificar su propia seguridad. 
El contraste entre estímulos por su saliencia también puede darse en un entorno cons-
tante, donde el contraste no sea provocado por la magnitud excesiva del estímulo sino 
por la constancia del entorno. Por ejemplo, si alguien encendiera una vela a varios cientos 
de metros en un lugar despoblado, una noche sin luna, donde la oscuridad puede ser tan 
intensa que no sea posible verse las manos, esa pequeña luz podría ubicarse de forma 
rápida; sin embargo, si ocurriera eso en la ciudad, con dificultad se notaría algún cambio. 
La oscuridad extrema es la constancia en el entorno y una acción de magnitud física muy 
débil puede convertirse en un estímulo saliente.
La capacidad de dirigir la atención de manera involuntaria (no se requiere que el 
sujeto atienda al estímulo) y automatizada (el sujeto no puede evitar atenderlo) ante la 
aparición súbita de éste se denomina atención exógena (Barbot, Landy, & Carrasco, 2012). 
Este tipo de atención se determina en particular por la saliencia del estímulo. Es un tipo 
de atención, como se verá más adelante, filogenéticamente muy primitiva, esto es, no es 
exclusiva de los seres humanos sino que otras especies más antiguas, como las aves, ya pre-
sentan tal mecanismo básico de respuesta al entorno. La detección oportuna de estímulos 
salientes podría facilitar, entre otras conductas, patrones de detección de depredadores, 
indispensables para la sobrevivencia (Blumstein, 2013).
Por otro lado, todos los seres humanos tienen su historia personal, a través de la cual 
y de manera independiente cada uno aprende por medio de una serie de relaciones aso-
ciativas cuáles son los estímulos relevantes de su entorno particular. La historia personal 
puede generar saliencia hacia ciertos estímulos, como el nombre, características físicas de 
Trastorno por déficit de atención e hiperactividad4
los padres, lugares conocidos, entornos peligrosos y ambientes seguros, entre otros mu-
chos. Los esquimales, por ejemplo, son capaces de diferenciar hasta 20 tipos de blanco; 
de hecho, cada uno de esos blancos tiene una palabra propia que lo describe. Es claro que 
para ellos, poder diferenciar un hielo blando de otro sólido puede representar la diferencia 
entre vida y muerte, y poder diferenciar uno de otro es fundamental en su entorno. Esta 
especificidad al color blanco sería una pérdida importante de recursos cognoscitivos en la 
Ciudad de México, en donde nunca nieva y en donde esta capacidad para distinguir dife-
rentes tipos de blancos sólo es conservada por las mujeres que van a comprar su vestido 
de novia y distinguen una impresionante cantidad de variaciones de este color (crema, 
hueso, marfil, champagne, arena, entre otros) que por supuesto ningún hombre puede 
diferenciar.
PERSPECTIVAS TEÓRICAS
La gran revolución sobre el proceso de atención sobrevino al final del decenio de 1950, 
cuando Donald Broadbent publicó en 1958 su libro Perception and Communication. En 
esta obra, Broadbent desarrolla la noción de que la atención es un concepto fundamental 
para el funcionamiento de la cognición humana, contrario al pensamiento predominante 
durante los primeros cincuenta años del siglo XX, dominados por la corriente conductis-
ta, cuyo paradigma basado en la observación sistemática de la conducta y de sus antece-
dentesconsideraba, en el mejor de los casos, poco factible la observación y estudio de la 
atención, por ser un proceso subjetivo e inherente al sujeto. 
Los problemas prácticos que planteó la Segunda Guerra Mundial facilitaron la salida 
del estancamiento en que habían caído los estudios de la atención por el predominio 
conductista. 
Los pilotos de avión de la Segunda Guerra Mundial estaban expuestos a llevar a cabo 
varias tareas de manera simultánea, como verificar sus instrumentos, escuchar instruc-
ciones por audífonos, revisar mapas, volar el avión y, por supuesto, observar el entorno. 
Una gran cantidad de experiencias de vuelo durante la conflagración mostró que muchos 
pilotos llegaban a cometer errores en tareas muy simples, como no ver alguna luz en su 
tablero, que les indicaba falta de aceite o combustible; a pesar de ser señales claramente 
visibles y fáciles de observar, algunos se perdían por navegar en direcciones equivocadas 
o podían perder a otros aviones por navegar a alturas diferentes, aunque su altímetro fun-
cionaba bien, incluso algunos llegaban a reportar que no entendían las instrucciones que 
se les daban por los audífonos o incluso no se daban cuenta de que les habían hablado.
Colin Cherry, un ingeniero que había trabajado para la industria aeronáutica, estaba 
preocupado por el hecho de que los controladores aéreos solían escuchar mensajes de ma-
nera simultánea de diferentes pilotos y con frecuencia no se daban cuenta del contenido 
de uno o varios de los despachos, o no identificaban cuál de todos era el más importante. 
Como buen ingeniero, Cherry buscaba diseñar un dispositivo que permitiera a los con-
troladores descartar lo irrelevante, para facilitar la escucha de la comunicación urgente. 
Con el tiempo, Cherry supo que se había enfrascado en la tarea de su vida. Cuando 
buscó información sobre cómo los seres humanos seleccionan información del entorno, 
Capítulo 1 Eso que llamamos atención 5
se dio cuenta de que no existían investigaciones en las que cuales basar su dispositivo, así 
que decidió diseñar una manera de estudiar la forma en que los seres humanos procesan 
mensajes de modo simultáneo (Cherry, 1953).
El resultado fue el desarrollo de uno de los procedimientos más utilizados para el estudio 
de la atención: el paradigma de escucha dicótica. Este procedimiento consiste en usar unos 
audífonos, por medio de los cuales un sujeto escucha un mensaje diferente en cada oído; se 
le pide que atienda de forma selectiva uno u otro; para asegurase que el sujeto estuviera en 
verdad atendiera el canal indicado, Cherry solicitaba que le repitiera de manera inmediata 
el mensaje que escuchaba; a este último procedimiento se le denominó sombreado. Una 
vez terminada la transmisión del mensaje, el sujeto era interrogado sobre el contenido de los 
mensajes tanto del oído atendido como del no atendido (Eysenck, 1982).
Mediante este paradigma, Cherry observó que la capacidad de procesamiento en el 
oído no atendido era muy limitada, por ejemplo, los sujetos no eran capaces de identifi-
car casi nada del mensaje no atendido, como palabras o frases. Incluso en algún momento 
de la estimulación, los sujetos no notaban nada inusual cuando el mensaje del oído no 
atendido pasaba de inglés a alemán o era reproducido al revés. Por otro lado, cuando 
Cherry cambiaba el mensaje no atendido y lo sustituía con tonos puros de 400 Hz, esta 
diferencia casi siempre era detectada; asimismo, cuando alternaba el mensaje de una voz 
masculina a una femenina, la mayoría lo identificaba (Cherry, 1953).
Cherry concluye que las señales que se presentan en el canal no atendido tienen 
ciertas características que pueden ser reconocidas, pero algunos aspectos detallados de los 
mismos no, como el lenguaje, palabras individuales o el contenido semántico. No obstante 
la relevancia de estas conclusiones, el mismo investigador plantea un problema que no se 
puede contestar con sus resultados y estaría en el centro de la discusión de los estudios de 
atención hasta la fecha (Haykin & Che, 2005): el problema de la fiesta de coctel.El famoso 
problema de la fiesta de coctel (Cocktail Party Problem) de Cherry plantea una interesante 
situación hipotética. Imagine a alguien en una fiesta de coctel; como ocurre con frecuen-
cia, se concentra en un interlocutor y en la conversación que tiene con él; a pesar de otros 
ruidos, música y conversaciones alrededor, prácticamente no se da cuenta de lo que la 
pareja o el grupo a su lado platica (siempre y cuando la conversación entre el sujeto y su 
interlocutor sea interesante); sin embargo, si en algún momento alguien cerca de él dice 
su nombre, este individuo, a pesar de estar concentrado atendiendo la charla e ignorando 
la de otros, es capaz de reconocer su nombre y orientar su atención hacia ese estímulo.
Cherry se preguntaba, ¿cómo es posible hacer eso, si reconocer el nombre requiere 
no sólo un análisis semántico sino ser detectado en un canal no atendido? El problema de 
la fiesta de coctel radica en la imposibilidad de explicar el análisis semántico que ocurre; 
esto, a pesar de la evidencia experimental de Cherry, que muestra la capacidad como 
limitada en un canal no atendido.
The Cocktail Party Problem se considera hoy día un fenómeno psicoacústico, que refie-
re a la remarcable capacidad humana de atender de modo selectivo y reconocer una fuen-
te de estimulación auditiva saliente en un medio ambiente ruidoso, donde la interferencia 
auditiva es producida por una competencia de sonidos de lenguaje o una variedad de 
ruidos que se asume son independientes unos de otros, en donde los estímulos altamente 
salientes (como nuestro nombre) podrían tener acceso al análisis, con independencia del 
canal (atendido, inatendido) de donde se origine (Haykin & Chen, 2005).
Trastorno por déficit de atención e hiperactividad6
En 1956, el fisiólogo mexicano Raúl Hernández Peón, de manera revolucionaria y 
adelantado casi 50 años a su tiempo, pone en el centro de la discusión uno de los procesos 
mentales más complejos. Su estudio ha sido objeto de polémica hasta la fecha y materia 
de discusión sobre su relación con el proceso de atención. Hernández Peón propone que 
la atención implica la consciencia selectiva de ciertos mensajes sensoriales, con la supre-
sión simultánea de otros; señala que los órganos de los sentidos son impactados por una 
gran variedad de estímulos sensoriales, pero muy pocos evocan una respuesta sensorial 
consciente. Durante el estado de atención, el cerebro integra para la consciencia una limi-
tada cantidad de información sensorial, en específico aquellos impulsos relacionados con 
el objeto de atención.
Hernández Peón pensaba que debería existir un mecanismo responsable de regular 
la entrada sensorial modulado por la actividad de la formación reticular. Sugería que el 
sistema reticular era capaz de influir en la transmisión de mensajes sensoriales dentro 
del sistema nervioso hasta la primera sinapsis, modulando la información sensorial entran-
te; este mecanismo funcionaría como una especie de volumen que aumentaría o dismi-
nuiría la amplitud del estímulo sensorial entrante, para hacerlo más detectable y viable 
para su reconocimiento en la consciencia.
Este mecanismo propuesto por Hernández Peón tenía sus antecedentes en los traba-
jos de Hagbarth y Kerr (1954), quienes habían observado que las vías aferentes activadas 
por estimulación sensorial podían ser inhibidas a nivel de la médula espinal por la acti-
vación del sistema reticular ascendente del tallo cerebral; y siendo por ésta fue siendo 
la primera demostración de la existencia de un mecanismo inhibitorio sobre la entrada 
sensorial (Drucker-Colin & Rojas-Ramirez, 2000). Hernández-Peón proponía que este 
mismo mecanismo podría ser utilizado para la discriminación de la relevancia de los estí-
mulos sensoriales a través de un mecanismo inhibitorio que bloqueara las señales menos 
relevantes. 
Hernández Peón, junto con Scherrer y Jouvet (1956) sugierenque el estado de aten-
ción podría provocar un bloqueo de la actividad sensorial en algún punto de la vía estimu-
lada y que dicha interrupción podría darse dentro de los primeros relevos señoriales de la 
vía (haciendo una sugerencia sutil de lo que después se definiría como el filtro de atención), 
ver figura 1.1.
Para probar dicha hipótesis, diseñan un ingenioso y controvertido experimento, en el 
que estimulan a un grupo de gatos con el sonido de un clic (de 1 000 a 5 000 Hz) y regis-
tran la respuesta del relevo auditivo a la estimulación del clic en estos gatitos, que fueron 
implantados antes con un electrodo en el núcleo coclear (primer relevo en la vía auditiva). 
Cuando se obtiene el registro de los gatos, Hernández-Peón y sus colegas pueden 
observar el potencial sensorial generado como respuesta al estímulo auditivo en el núcleo 
coclear. Tratan de atraer la atención del gato mediante un estímulo visual (ratón en una 
botella) u olfativo (olor a pescado), ambos estímulos disminuyen la magnitud de la am-
plitud del potencial del núcleo coclear, el cual recupera su amplitud original una vez que 
se retiran los estímulos distractores (Hernández-Peón et al., 1956).
Estos resultados permitirían sugerir la existencia de un mecanismo de bloqueo sen-
sorial asociado con el proceso de atención, donde los estímulos señoriales generados por 
estímulos fuera del campo de atención se bloquean y los mensajes aferentes despertados 
por los estímulos a los que se atiende son fáciles de identificar. 
Capítulo 1 Eso que llamamos atención 7
Para Hernández-Peón, la formación reticular era una especie de centro nervioso 
superior que recibía y controlaba no sólo la información externa, sino la del medio in-
terno y la del cerebro mismo. De acuerdo con su hipótesis, la formación reticular podría 
en un momento dado intervenir desde las primeras sinapsis sensoriales, amplificando 
en algunos casos o inhibiendo en otros, la integración sensorial (Drucker-Colin & Ro-
jas-Ramirez, 2000).
Las ideas revolucionarias de Hernández-Peón sobre la atención ponían a la inhibición 
en el centro del proceso, incluso por encima de la actividad excitatoria producida por la 
entrada sensorial.
En sus propias palabras: “Si concebimos los impulsos nerviosos excitatorios como des-
tellos que iluminan sólo aquellas vías con tráfico significativo, el cerebro despierto no estaría 
iluminado brillantemente, como lo creyó Sherrington; por el contrario, en medio de una 
oscuridad extensa y generalizada, resultado de la inhibición en el cerebro atento, sólo un 
poderoso rayo de luz parecería estar moviéndose constantemente como el haz luminoso de 
un faro que explora el océano y la tierra en una noche sin luna” (Drucker-Colin & Rojas-Ra-
mirez, 2000).
Dentro de esta hipótesis, la relevancia del estímulo no estaría determinada sólo por 
la saliencia sensorial del mismo, sino por la capacidad de inhibición del ruido del entorno 
para facilitar el análisis.
Los estudios de Hernández-Peón han sido durante muchos años materia de discusión 
y controversia; sus resultados serían cuestionados por diversos grupos, incluidos el de 
Dunlop et al. (1965), quienes no pudieron reproducir sus observaciones y sugirieron que 
Potencial coclear
Potencial coclear
Clic, Clic, Clic
Clic, Clic, Clic
Gato atendiendo el Clic
Gato atendiendo al Ratón
N1
N2
P1
N1
N2
P1
Figura 1.1. Los gatos de Hernández Peón.
Trastorno por déficit de atención e hiperactividad8
los cambios en la magnitud de los potenciales observados en el núcleo coclear podrían 
deberse a movimientos de la cabeza o cuello del gato. 
Estudios realizados de forma reciente, que con sumo cuidado descartan todas las 
posibles críticas al estudio original, han mostrado que se observa una disminución del 
potencial auditivo en el núcleo coclear cuando el individuo atiende otra fuente sensorial 
(Delano et al., 2007).
Contemporáneo de Cherry y de Hernández-Peón, Donald Broadbent desarrolla una 
serie de experimentos que le permiten estudiar de manera sistemática el proceso de 
atención.
Mediante un paradigma de escucha dicótica modificado del usado de manera original 
por Cherry en uno de sus estudios, Broadbent presentaba tres dígitos en un oído y otros 
diferentes en el otro oído a través de unos audífonos; la tarea del sujeto consistía en repe-
tir los dígitos presentados en uno u otro oído en distintas condiciones de presentación o 
atención sin usar el sombreado del estímulo empleado por Cherry.
En uno de sus experimentos, Broadbent (1954) presenta en un oído los dígitos 7, 3, 
4 y en el otro oído los dígitos 2, 1, 5. La presentación de cada uno se alternaba en cada 
oído con diferentes intervalos entre un dígito y el otro; los intervalos entre dígitos iban de 
0.5 a 2 segundos. Para este ejemplo, el orden de presentación de los dígitos hubiera sido 7, 
2, 3, 1, 4, 5 y se hubieran presentado la mitad de los dígitos en un oído (7, 3, 4) y la otra 
mitad en el otro (2, 1, 5).
La tarea de los sujetos consistía en una primera etapa repetir los dígitos de acuerdo al 
oído donde se presentaron. En esta condición, 93% de las personas repitió de manera co-
rrecta “7, 3, 4 - 2, 1, 5”; la segunda condición consistió en que los sujetos debían recordar 
los dígitos por orden de presentación, esto es, “7, 2; 3, 1; 4, 5”, en este caso sólo se presentó 
un 62% del recuerdo correcto (figura 1.2).
Broadbent propone que los sujetos realizan mejor la primera condición debido a que 
dicha tarea requiere un menor esfuerzo de atención que la otra: sólo deben cambiar su 
Lista convencional
Derecho
7
3
4
2
1
5
Izquierdo
7
3
4
2
1
5
Lista binaural
Reportada por oído
Derecho
7
3
4
Izquierdo
2
1
5
Lista binaural
Reportada por orden
Derecho
7
3
4
Izquierdo
2
1
5
7, 3, 4, 2, 1, 5 7, 3, 4, 2, 1, 5 7, 2, 3
Figura 1.2. Experimento de escucha dicótica de Broadbent.
Capítulo 1 Eso que llamamos atención 9
foco de atención una sola vez hacia toda la secuencia de dígitos en un oído y luego en 
el otro; en la segunda condición, el esfuerzo de atención es mayor, pues para completar 
la serie, el individuo tendría que cambiar de canal de atención varias veces: primero oír 
el siete en un oído y cambiar de inmediato al otro oído para escuchar el dos y volver a 
cambiar al otro oído para escuchar el tres y así de forma sucesiva.
Además, Broadbent reporta que las personas comienzan a realizar mejor esta última 
tarea conforme se incrementa el intervalo de presentación entre los dígitos desde 0.5, 1, 
1.5 y 2 segundos; cuando hacen la tarea en el intervalo largo de dos segundos no tienen 
problema para el cambio de canal de atención.
Los estudios de Broadbent le permiten, en 1958, postular su teoría del filtro aten-
cional. En dicha teoría se asume que los estímulos irrelevantes son filtrados en un estado 
temprano del procesamiento de la información antes de ser identificados o previo a reali-
zar un análisis de tipo semántico. De entrada, el modelo asume que existe una capacidad 
limitada del análisis de la información, dicha limitación impediría que todos los estímulos 
a los que el ser humano es sometido fuesen procesados y analizados, de tal forma que la 
atención sería un mecanismo necesario para seleccionar los estímulos relevantes del me-
dio e indispensable para no saturar la capacidad de análisis del sistema (figura 1.3).
El modelo de filtro de Broadbent implica la existencia de canales de información sen- 
sorial (los sentidos). Cada sentido constituye un canal distinto que recibe información 
sensorial de manera simultánea, de esta manera se asume que por lo general se privilegia 
la entrada a través de alguno de estos canales. El modelo propone la existencia de un 
buffer sensorial (o centro de amortiguación), también llamado almacén de corto plazo o 
Sistema S, donde llegan todos los estímulos registrados por las diversos canales, el cual es 
capaz de guardar un pequeño registro o memoria sensorial de toda la estimulación, pero 
de acuerdo con Broadbent la información ignoradao no atendida puede permanecer de 
manera temporal en el buffer sensorial; pero si no es utilizada, su huella decae muy rápido.
Después, los estímulos registrados pasan por un filtro selectivo, que los selecciona 
de acuerdo con sus características físicas. Este filtro privilegiará los estímulos con ciertas 
Figura 1.3. Modelo de filtro de Broadbent.
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Procesador de 
capacidad limitada
Sistema efector
Almacén de memoria 
a largo plazo 
(Response Set)
Stimulus set
Trastorno por déficit de atención e hiperactividad10
características físicas en la entrada sensorial seleccionada, para convertirlos en su foco de 
atención. Sólo los estímulos seleccionados pasarán al canal de capacidad limitada o Siste-
ma P, donde se examinará de manera serial y más elaborada; esto es, un estímulo sólo se 
analizará cuando se termine de examinar el estímulo anterior. 
El tiempo que el Sistema P invierte en el análisis de cada estímulo dependerá de la can-
tidad de información que conlleve. Si el éste está libre, el filtro permite que otro estímulo 
entre. Cuando dos estímulos se presentan de manera simultánea, se manejarán de modo 
sucesivo, pero esto sólo sería posible si el procesamiento del primero se completa antes de 
que el otro se registre y su huella haya decaído del sistema S (Kahneman, 1973).
Para Broadbent, en la atención focalizada, el filtro selecciona cierta clase de estímu-
los y rechaza otros; a los irrelevantes sólo se les permite que decaigan en el Sistema S, 
sin tener un mayor procesamiento en el Sistema P. Broadbent denominó Stimulus-Set al 
proceso donde la atención está más focalizada; esto facilita que los estímulos relevantes se 
distingan gracias a una operación simple que el filtro puede realizar, como seleccionarlos 
por su ubicación, tono, volumen, entre otros. En otras palabras, la selección está dirigida 
por las características físicas del estímulo. Tal tipo de selección es adecuada cuando exis-
te una diferencia notable o destacada entre los estímulos relevantes e irrelevantes en el 
medio, sin embargo, la selección puede tornarse difícil o imposible en ausencia de una 
distinción física clara entre el estímulo relevante y los irrelevantes (Kahneman, 1973).
Después Broadbent propondría un mecanismo diferente de selección de estímulos, 
que denominaría Response-Set, que permitiría hacer ciertas respuestas a partir de una 
búsqueda interna, que fuera más allá de sólo reaccionar a los estímulos. En Response-Set, 
los estímulos son designados, elegidos y buscados como blancos, debido a que pertenecen 
a una categoría mental (creada por el individuo), con independencia de sus características 
físicas, que no de manera necesaria los define como blancos.
Por ejemplo, a un grupo de sujetos se les solicita responder una matriz constituida por 
letras; la tarea del individuo consiste en responder cada vez que aparezca un número en 
la matriz, dado que las características físicas de los estímulos son muy parecidas tanto 
en tamaño como en color, y salvo ligeros cambios en la forma, la respuesta del sujeto es-
taría determinada por la búsqueda generada por el mismo y por la distinción categórica 
que se puede hacer entre letras y números, más allá de las propiedades físicas del estímulo 
(Näätänen, 1992).
La teoría de filtro de Broadbent es, sin duda, el punto de partida de casi todas las teo-
rías modernas de la atención. Es la primera en formular la idea de la existencia de un filtro 
que selecciona la información relevante en algún punto del procesamiento de los datos. 
La mayoría de las teorías de atención coinciden en la necesidad de un filtro que seleccione la 
información relevante de la que no lo es; la mayor diferencia entre los modelos radica en 
el nivel en que opera dicho filtro. 
Para Broadbent, el filtro se ubicaba de manera temprana en las entradas sensoriales, 
para permitir el ingreso de la información saliente o relevante, lo cual permite bloquear 
los estímulos irrelevantes que pueden ser identificados por sus características físicas. 
Si bien el modelo de filtro de Broadbent es adecuado para la selección de estímulos 
en relación con sus características físicas (clasificación tipo Stimulus-Set), es claro que la 
atención humana no es sólo reactiva y dependiente de la motivación externa.
Capítulo 1 Eso que llamamos atención 11
Si se recuerda el planteamiento de Cherry en The Cocktail Party Problem, explica una 
serie de cuestionamientos importantes a la teoría de Broadbent. Por ejemplo, ¿cómo po-
dría un individuo reparar en su nombre si está atendiendo a su interlocutor?, de acuerdo 
con la teoría de Broadbent, las otras fuentes de estimulación sensorial estarían bloqueadas 
y privadas de la atención.
Además, procesar un estímulo semántico como el nombre propio implica un proce-
samiento de la información en el nivel de las áreas de lenguaje en la corteza cerebral, en 
donde un análisis semántico se llevaría a cabo a pesar de no estar en el canal atendido, que 
supera de modo necesario el filtro de grado sensorial. 
Por último, ¿cómo se podría reconocer que el nombre propio es un estímulo rele-
vante si para determinar su importancia es necesario contrastar el estímulo entrante con 
el almacén de memoria que lo reconozca como algo transcendental de acuerdo con la 
experiencia de cada sujeto? Una de las críticas más importantes a la teoría de filtro surgió 
del uso de uno de los paradigmas más famosos de los estudios de la atención desarrollado 
por John Ridley Stroop en 1935, denominado para la posteridad Efecto Stroop, el cual se 
desarrolla en dos fases. 
En una primera fase se le presentan a un sujeto los nombres de los colores, rojo, verde, 
amarillo, azul, cada uno de ellos impreso en la tinta correspondiente al nombre del color, esto 
es, el rojo escrito en tinta roja, el verde apuntado en dicho color y así en forma sucesiva.
En una segunda fase, los nombres de los colores no corresponden con el color de la tinta 
en la que están escritos; así, la palabra rojo puede estar impresa en verde, azul o amarillo. 
En sus experimentos originales, Stroop realizó dos pruebas principales. En la primera 
de ellas, la tarea consistía en “Leer los nombres de colores” (Reading Color Names), en 
donde los participantes debían leer el significado escrito de las palabras e ignorar el color. 
En una segunda situación, los sujetos debían “Nombrar las palabras coloreadas” (Naming 
Colored Words), esto es, identificar el color en que estaban impresas las palabras, tratando 
de ignorar el nombre escrito, el significado. 
Los resultados de Stroop no podían ser más sorprendentes. Los sujetos tardan 2.3 se-
gundos más en promedio en la tarea de leer los nombres de los colores cuando el nombre no 
coincide con el color; en la tarea de nombrar las palabras, el tiempo se incrementa hasta 74% 
más cuando el nombre no coincide con el color. La diferencia entre el tiempo empleado entre 
la situación coincidente con la no coincidente es lo que se conoce como Efecto Stroop.
En la actualidad, la mayoría de las explicaciones sobre el Efecto Stroop coincide en 
reconocer una interferencia semántica, que impide ignorar el significado de la palabra; a 
pesar de que el sujeto esté instruido para no hacerlo, la naturaleza de la interferencia varía 
dependiendo de la corriente que la explique; por ejemplo, de acuerdo con la teoría del 
procesamiento de la información se ha sugerido que lleva mucho más tiempo procesar un 
color que una palabra o con base en las teorías de la atención selectiva, se indica que es 
más difícil atender un color que una palabra (Lamers, 2010).
Lo que resulta claro del Efecto Stroop es que existe una interferencia de procesamien-
to semántico que se manifiesta incluso cuando el significado de la palabra no es el foco de 
atención y, además, este proceso se realiza de forma automatizada hasta en las situaciones 
donde se busca que el sujetode manera voluntaria ignore el significado de la palabra. Los 
resultados de los estudios con el Efecto Stroop representan una crítica importante al mo-
delo de filtro de Broadbent, donde no existiría la posibilidad de análisis de la información 
semántica fuera del foco de atención, por lo que la interferencia semántica no podría existir.
Trastorno por déficit de atención e hiperactividad12
En 1969, Anne Marie Treisman propone un modelo que incorpora la idea del filtro 
de Broadbent, pero que incluye algunos elementos que le permitían explicar el fenómeno 
del análisis semántico del Cocktail Party Problem.
El modelo de atenuación de Treisman asume que el filtro no bloquea por completo 
el paso de la información en el canal no atendido, sino que la atenúa; esto implica que a 
pesar de no estar en el foco de la atención, existe cierto tipo de datos que podrían acceder 
al análisis desde el canal no atendido; dicha información, aunque reducida, podría ser sufi-
ciente para activar de manera preferente lo que Treisman denominó “diccionario mental”. 
Treisman sugiere que el significado de un estímulo semántico es analizado por un 
sistema que compara la entrada sensorial con el “diccionario” de las palabras conocidas, 
creando una especie de Response-Set continuo para palabras de alta frecuencia de utiliza-
ción (perro, casa, rojo, el nombre propio) ante las cuales el umbral de respuesta sería bajo 
(se tiende a reconocerlas con facilidad), en comparación con palabras de baja frecuencia 
de utilización (tergiversar, concupiscencia, prevaricato, entre otros) o desconocidas, ante 
las cuales el umbral de estimulación para reconocerlas sería alto.
Además, Treisman propone que el umbral de reconocimiento para diversos estímu-
los es también dependiente del contexto; esto es, el uso de una palabra puede ser muy 
frecuente en ciertos contextos, pero rara o poco utilizada en otros, de tal forma que en 
cierto ambiente se esperarían ciertas palabras y en otros estas palabras serían raramen-
te utilizadas (Näätänen, 1992). A diferencia del procesamiento serial de la información 
que se propone en el modelo de filtro de Broadbent (un estímulo es analizado en sus 
características y sólo puede procesarse otro estímulo hasta terminar el análisis del ante-
rior), Treisman propone que es posible un análisis en paralelo de la información (procesar 
varios estímulos a la vez), que estaría supeditado a un estudio jerárquico de los recursos 
de atención, esto es, un examen en paralelo implica establecer una jerarquía entre los 
estímulos que compiten por la atención, focalizando ésta de modo preferente sobre uno, 
asignándole prioridad en el análisis; si el estímulo que se encuentra en el foco de la aten-
ción del sujeto liberara recursos de atención suficientes, sería posible reconocer de manera 
limitada otros estímulos (figura 1.4).
Figura 1.4. Modelo de atenuación. 
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Procesador de 
capacidad limitada
Sistema efector
Almacén de memoria 
a largo plazo
Capítulo 1 Eso que llamamos atención 13
Los modelos de filtro temprano de Broadbent y Treisman establecen que la limita-
da capacidad de procesamiento de la información hace necesaria una selección de los 
estímulos por sus características físicas, como ubicación, forma o atributo, dirigiendo la 
selección de los limitados recursos de atención a los estímulos salientes. 
Sin embargo, no todos los enfoques teóricos están de acuerdo en que existe una limi-
tada capacidad de análisis, ni de la existencia de un filtro para la protección de la misma. 
Otras teorías conocidas como de filtro tardío sugieren que antes de poder atender un 
estímulo, es necesario analizar todos los estímulos que se están percibiendo, para poder 
seleccionar el estímulo que por su relevancia deba ser considerado, ver figura 1.5. 
Dos de los principales estudiosos de estas teorías denominadas de filtro tardío son 
Deutsch y Deutsch (1963). Este modelo implica que el significado de todos los estímulos 
concurrentes se analiza en paralelo sin ninguna interferencia (no hay filtro a nivel tempra-
no); cualquier forma de selección, por lo tanto, toma lugar en un estado poscategórico de 
procesamiento antes de la ejecución de una respuesta, esto implica que todos los estímulos 
se analizan e identifican ubicando la única restricción no en la capacidad de análisis de la 
información sino en la capacidad del sujeto para ejecutar un respuesta, de tal manera que el 
proceso de atención estaría sujeto a la selección de la respuesta (Quinlan & Dyson, 2008).
Las teorías de filtro tardío rompen con varios supuestos de estas últimas. Mientras las 
teorías del filtro temprano implican un proceso de atención que focaliza en la conscien-
cia al estímulo procesado, las teorías del procesamiento tardío focalizan la consciencia la 
respuesta al estímulo al que se responde. Dentro de esta lógica para las teorías tardías no 
existiría un estímulo no atendido, sino más bien un estímulo al que no se responde. 
No consideran que exista una capacidad limitada de procesamiento de la información, 
Figura 1.5. Modelo de filtro tardío.
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l Expectativas
Lenguaje
Pertinencia
Memoria
Atención
Respuesta conductual
Trastorno por déficit de atención e hiperactividad14
por lo que todos los estímulos son procesados de manera automatizada fuera de la con- 
sciencia del individuo. 
Si bien para las teorías de filtro temprano la experiencia consciente del sujeto se 
encuentra correlacionada con su capacidad de atención, en otras palabras, el sujeto se da 
cuenta de que está atento y considera que sabe a qué atiende, para la teoría del filtro tar-
dío ambos eventos, consciencia y atención son absolutamente independientes, por lo que 
podría existir un análisis de la información del cual el sujeto no fuera consciente. 
Existe evidencia de cierto nivel de procesamiento de la información fuera de locus de 
atención, como el paradigma de la “adición del símbolo” (aditional singleton), una tarea 
de búsqueda consistente en una matriz constituida por diferentes cantidades de letras, 
como “T” en diferentes orientaciones de un color constante (p. ej., amarillas). La tarea del 
sujeto es localizar un blanco, que puede ser otra letra amarilla, tal vez una “H” (condición 
difícil) o, en su defecto, otra letra “T” de un color distinto, como rojo (condición fácil). 
La condición de la “adición del símbolo” significa agregar otro símbolo, por ejemplo otra 
letra “T” de un color azul, la cual nunca será el blanco y se le indica al sujeto que no tiene 
importancia para la tarea o incluso que trate de ignorarla. La sola adición de este elemento 
provoca un incremento en el tiempo de reacción, a pesar de que su detección no es rele-
vante para la tarea (Simons, 2000).
Estudios como éste muestran que existe un efecto por el procesamiento de la in-
formación por el canal no atendido; sin embargo, para algunos investigadores, tal pro-
cesamiento no sólo podría ser más residual, sino que podría explicarse sin necesidad de 
recurrir a la hipótesis de un procesamiento completo. 
Por ejemplo, Kahneman y Treisman (1984) presentan una serie de objeciones siste-
máticas a las evidencias presentadas por la teoría del procesamiento tardío. En particular, 
para el ejemplo anterior, ellos sugieren que las letras, como los números, son categorías 
muy reducidas, donde las asociaciones entre los miembros son muy fuertes; cuando se usa 
una letra como blanco de atención, se activan todos los miembros de la categoría letras; 
como consecuencia, cuando se busca una letra en particular, los estímulos tienden a atraer 
la atención, compitiendo por los recursos de atención, lo cual deriva en un incremento 
del tiempo para responder.
En otros estudios utilizados para sustentar la existencia de un procesamiento tardío, 
se ha observado la respuesta de conductanciade la piel (SCR, Skin Conductance Response, 
mal llamada respuesta galvánica), para evidenciar un posible procesamiento automatizado 
de la información. 
Uno de los experimentos más citados y controvertidos de este tipo son los de Corteen 
y Wood (Corteen, 1969; Corteen & Wood, 1972). Estos investigadores administraban una 
pequeña descarga eléctrica asociada con una palabra (la descarga era lo suficientemente 
intensa como para ser molesta, pero no peligrosa), lo cual provocaba una SCR condicio-
nada a la presentación de la palabra en algunos sujetos. Después, utilizando un paradigma 
de escucha dicótica, la palabra asociada con la descarga eléctrica se presentaba junto a 
otras en el contenido del mensaje irrelevante (oído no atendido), mientras que el sujeto 
realizaba una tarea de sombreado en el mensaje relevante. 
La idea del estudio era comprobar si la presentación de la palabra en el mensaje irre-
levante (lejos del foco de atención) era capaz de provocar la SCR y, de ser el caso, observar 
Capítulo 1 Eso que llamamos atención 15
si las palabras relacionadas con el significado de la palabra condicionada provocaban un 
efecto semejante, haciendo evidente un procesamiento automatizado y semántico de la 
información, que provocara la generalización de una respuesta emotiva. 
Los resultados de Corteen y Wood no podían ser más sorprendentes. Se presenta una 
SCR en la palabra previamente condicionada del canal no atendido; pero no sólo eso, 
la ésta se observa también en las palabras relacionadas de forma semántica con la palabra 
condicionada. Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos de otros grupos por reproducir tales 
resultados, ninguno de los numerosos intentos que se han llevado cabo han sido exitosos; 
por tanto, las conclusiones del estudio de Corteen y Wood se consideran, hasta el momen-
to y en el mejor de los casos, como no concluyentes; no existen evidencias convincentes 
que apoyen de forma directa las teorías del procesamiento tardío.
El debate sobre la ubicación del filtro de atención y la capacidad de procesamiento de 
la información del sistema ha disminuido de manera importante por el uso de las técnicas 
modernas de registro electrofisiológico y las técnicas de imagenología, como la resonancia 
magnética funcional (fMRI, por sus siglas en inglés). Estas técnicas han permitido la explo-
ración moderna de los sistemas sensoriales implicados en el proceso de atención, arrojando 
datos determinantes sobre la forma en que diversos sistemas procesan la información, lo 
cual da origen a un nuevo tipo de modelos basados en la evidencia fisiológica.
Se puede tomar como ejemplo al sistema visual, en donde las neuronas tienen dife-
rente jerarquía, la cual se puede distinguir a través de las conexiones entre sus distintas 
áreas (p. ej., las proyecciones ascendentes corren a través de la parte superficial de la capa 
IV en la corteza visual, mientras que las proyecciones descendentes corren tanto por las 
capas superficiales como por las profundas e inclusive por fuera de la capa IV), así como 
en los patrones de disparo de las mismas neuronas trabajando de modo individual (las 
neuronas con bajo nivel jerárquico responden de manera exclusiva a propiedades visuales 
simples, mientras que las neuronas de alto nivel tienen grandes campos receptivos y algu-
nas responden a propiedades complejas de los estímulos) (Cowey, 1994).
Esta jerarquía no sólo es de tipo funcional sino que se manifiesta en dos sistemas di-
ferenciados, denominados vía ventral y vía dorsal. La vía ventral procesa la identidad de 
los objetos, mientras que la vía dorsal lo hace con el movimiento y localización (Milner 
& Goodale, 1995). 
La vía ventral se relaciona con la identificación de los objetos. Los axones de las cé-
lulas ganglionares parvocelulares de la retina conforman una parte del nervio óptico que 
proyecta al núcleo geniculado lateral (NGL) del tálamo tanto las células ganglionares 
como las células del NGL, que son sensitivas de modo extraordinario a pequeñas manchas 
de un color particular (Wiesel & Hubel, 1966). 
Las células en el NGL proyectan a la corteza visual (V1), conocida como corteza 
estriada o área 17 de Brodmann. En esta corteza, las células son por lo general selectivas 
para responder a segmentos de las líneas, orientaciones particulares, frecuencia espacial 
y color. Tales células después proyectan a la corteza visual secundaria (V2), donde las 
neuronas de V2 también responden a segmentos de líneas, siempre y cuando dichos seg-
mentos estén definidos por diferencias de luminosidad o texturas (Peterhans & Von der 
Heydt, 1989). 
Las principales proyecciones de V2 a través de la vía ventral son a las células de V4, 
las cuales tienen propiedades de respuesta similares a las de las células de V2, excepto que 
Trastorno por déficit de atención e hiperactividad16
tienen campos receptivos mucho más grandes; finalizando la proyección de la vía ventral, 
está la proyección del área de V4 a la corteza ínferotemporal (IT). 
Las células de la corteza ínferotemporal pueden tener propiedades de réplica com-
plejas en extremo, pues reaccionan de modo selectivo a estímulos como rostros y manos 
(Gross, 1992). Mientras el resto de la vía visual ventral procesa segmentos y detalles de 
diferentes componentes del estímulo visual, las células de IT son las primeras que, en sen-
tido estricto, responden a algo con significado: un rostro o una mano; la identificación de 
los objetos como propiedad “semántica” se lleva a cabo en altos niveles del procesamiento 
de la vía visual; antes de ello, los estímulos se analizan de forma desintegrada a través de 
sus diferentes componentes.
Un caso semejante se encuentra en la vía dorsal, que procesa información del mo-
vimiento. La vía dorsal tiene su origen en la proyección de las neuronas ganglionares 
magnocelulares de la retina, dicha proyección se mantiene aislada de las proyecciones 
de los segmentos parvocelulares de la retina hasta llegar al tálamo, en donde inervan los 
segmentos magnocelulares del NGL. 
Las células magnocelulares del NGL proyectan a la corteza visual primaria (V1), donde 
las proyecciones provenientes de la vía dorsal permanecen separadas de la información de la 
vía ventral, manteniendo una segregación de la información a lo largo de toda la vía visual, 
donde no se integra sino a muy altos niveles del análisis. Las propiedades de la respuesta en 
el NGL y en V1 son similares para las vías dorsal y ventral, excepto que las células de la de 
la primera vía son mucho más sensibles al movimiento y estímulos parpadeantes, y menos 
sensitivas al color (Merigan & Maunsell, 1993). 
Las células de la vía dorsal en V1 tienen mayores proyecciones a V2, V3 y la corteza 
temporal medial (TM) que la vía ventral; las células en corteza temporal medial respon-
den a patrones de movimientos complejos, por ejemplo, cuando se le presenta a un sujeto 
un patrón de barras moviéndose hacia arriba y a la derecha. La experiencia consciente del 
sujeto sobre este patrón de barras en movimiento es que las barras se están desplazando 
de modo diagonal; sin embargo, en términos de respuesta celular, las células de V1 y V2 
sólo pueden responder de forma separada a una u otra dirección del movimiento; esto es, 
las células en V1 y V2 sólo pueden responder al movimiento hacia arriba o reaccionar al 
movimiento a la derecha o izquierda, pero no al diagonal, en contraste con la respuesta de 
las células en corteza temporal medial, las cuales responden al movimiento en diagonal, 
haciendo evidente también el fenómeno de integración tardía en el nivel del análisis del 
movimiento (Movshon, Adelson, Gizzi, & Newsome, 1985). Es interesante recalcar que la 
experiencia consciente tanto en el análisis de la vía ventral como el de la dorsal sólo ocu-
rre cuando los estímulos se integran en las fases tardías del análisis en el lóbulo temporal, 
de tal forma que el sujeto es consciente de un rostro o movimiento diagonal, pero no de 
los diferentes elementosque constituyeron el estudio por separado de las partes.
En el caso del reconocimiento semántico o procesamiento semántico que se llevaría 
a cabo en la vía dorsal, no parece que ocurra sino hasta muy tarde dentro del análisis 
del sistema visual; en este caso, en la corteza temporal medial, donde las respuestas de 
integración celular comienzan a corresponder de manera más directa a la experiencia 
consciente. 
Los datos neuropsicológicos de diversas patologías apoyan la noción de la integración 
de la información y reconocimiento semántico a altos niveles de la corteza; por ejemplo, 
Capítulo 1 Eso que llamamos atención 17
las lesiones en la corteza temporal medial producen un extraño síndrome de integración 
del movimiento conocido como cinetoagnosia o ceguera al movimiento; en estos casos, 
los pacientes son incapaces de identificar la dirección o velocidad de un objeto en movi-
miento. Si bien pueden reconocer objetos, colores, formas, rostros, el déficit es específico 
para la integración del movimiento, generando la sensación de que los objetos aparecen y 
desaparecen conforme cambian de posición (Hess, Baker, & Zihi, 1989).
Otro ejemplo se puede encontrar al observar pacientes con lesiones de la proyección 
de la corteza temporal medial a la corteza parietal. En estos casos se ha observado un 
síndrome llamado simultagnosia o incapacidad para ver más de un objeto a la vez, de 
tal forma que los individuos no reconocen escenas complejas en donde varios objetos o 
personas participan, por ejemplo, si el paciente está sentado en una mesa dispuesta para 
la comida y frente a él están cubiertos, platos, vasos y demás, sólo sería capaz de ver un 
tenedor o una cuchara o un vaso; esto es, un objeto a la vez. En ocasiones, la capacidad del 
individuo para procesar otro objeto depende de si ya ha terminado de procesar el anterior 
y sólo en ese momento puede percibir uno nuevo, perdiendo por completo la facultad 
para distinguir alguna parte del anterior (Coslett & Lie, 2008).
Otro síndrome interesante es la prosopagnosia, que como su nombre lo indica en su 
raíz griega, significa incapacidad para reconocer rostros. En estos casos, el déficit visual se 
remite de manera exclusiva al reconocimiento de semblantes, sin importar lo familiares 
que sean. Se ha descrito que los pacientes con prosopagnosia pueden identificar rasgos 
individuales del rostro, como labios, nariz, ojos, dientes, bigote, pero no son capaces de ver 
estos rasgos como un todo e integrar los elementos individuales en un esquema general.
Oliver Sacks, en su libro El hombre que confundió a su mujer con un sombrero (2008), 
hace una descripción de un paciente con prosopagnosia, el cual no era capaz de reconocer 
el rostro de su esposa, pero la podía reconocer por su voz o algún rasgo visual muy evidente, 
por ejemplo, ella solía utilizar sombreros grandes y extravagantes para que su marido pudie-
ra reconocerla, pero si se lo quitaba y lo dejaba en algún sitio, como un perchero, el sujeto 
solía equivocarse e identificaba el sombrero en el perchero como su mujer. 
Se ha observado que la prosopagnosia se presenta después de lesiones temporo-occi-
pitales, en particular en el giro fusiforme, estructura que forma parte del procesamiento 
de la información visual, proporcionándole un significado integral a la serie de rasgos que 
constituyen un rostro y que permiten diferenciarlo de otros rasgos muy parecidos. De 
manera reciente se han descrito casos de prosopagnosia genética; en otras palabras, los pa-
cientes nacen con este trastorno y la mayoría se ha relacionado con trastornos del espectro 
autista (Grueter et al., 2007).
De acuerdo con la teoría del filtro de atención de Broadbent, los primeros estadios 
del procesamiento de la información estarían inafectados por la atención, mientras que 
los estados posteriores o superiores asociados con el procesamiento semántico requieren, 
por fuerza, un alto componente de atención.
A través de las técnicas de resonancia magnética funcional (FMRI) y de potenciales 
evocados (ERP, Event Related Potentials), se ha investigado el efecto de la atención sobre el 
procesamiento de la información en el sistema visual. Los datos sugieren que existen dife-
rencias en la activación del área V1 en cuanto al movimiento de un estímulo que es aten-
dido, en comparación con el mismo estímulo cuando no se atiende; además, a través de 
técnicas de ERP se ha observado que la respuesta en V1 se divide en dos fases: la primera 
Trastorno por déficit de atención e hiperactividad18
se presenta entre 50 a 90 ms (milisegundos) después del estímulo, y no se ve afectada por 
el estado de atención; la segunda es tardía, entre 160 a 260 ms, la cual se ve afectada de 
manera importante por el estado de atención (Somers, Dale, Seiffert, & Tootell, 1999).
Estos resultados son congruentes con otros estudios con ERP que han mostrado que 
dicha modulación es demasiado tardía como para ser generada en el área V1, por lo cual 
es probable que los efectos atentivos sobre V1 sean producto de un feedback de atención 
generado en áreas extra estriatales (Hillyard, Mangun, Woldorff, & Luck, 1995).
Dicho de otra manera, existe un filtro que puede modificar la actividad sensorial 
incluso en los primeros niveles del procesamiento de la información; sin embargo, no 
está ubicado en las entradas sensoriales sino que funciona como una entidad indepen-
diente que opera una vez que la atención ha sido activada. De igual forma, el análi-
sis semántico de la información sólo podría darse a niveles altos del procesamiento de 
la información y no podría operar seleccionando el estímulo desde los niveles básicos 
de percepción.
La discusión sobre la ubicación del filtro, así como el análisis semántico de la infor-
mación fue motivo de discusión durante varios años. Es claro que ninguno de los dos 
modelos (filtro temprano y tardío) posee el alcance suficiente en sus postulados para 
explicar la complejidad del proceso. Si bien los modelos de filtro temprano explican de 
manera consistente la selección y focalización de los estímulos en el ambiente, fallan al 
explicar cómo la selección se puede realizar a partir de la relevancia del estímulo; esto 
es, sólo se podría saber si el estímulo es importante cuando se realiza un análisis deta-
llado del mismo y al existir un filtrado temprano muchos estímulos relevantes podían 
ser filtrados, ¿cómo podría el sujeto saber que el estímulo que está atendiendo es el más 
importante sin haber analizado las diferentes posibilidades? Por otro lado, los modelos 
de filtro tardío contestan de manera fundamental la última pregunta y retoman de ma-
nera importante que existe un análisis semántico de la información (los seres humanos 
atienden de manera fundamental estímulos de tipo lingüístico), sin embargo fallan en 
demostrar que el sistema tiene capacidad de hacer este análisis semántico de la informa-
ción para todos los estímulos y es clara la existencia de respuestas que de forma temporal 
necesitan ser más rápidas de las que permitiría un análisis semántico de la información.
Los modelos teóricos de la atención sin duda han guiado las investigaciones fisiológi-
cas asociadas con el proceso de atención; determinar la existencia de algún filtro de aten-
ción y su ubicación en el sistema nervioso orientó durante muchos años una gran cantidad 
de esfuerzos experimentales. Durante estas investigaciones surgieron nuevos modelos ba-
sados en la evidencia fisiológica, que a diferencia de sus predecesores no estaban buscando 
la comprobación o refutación de un constructo teórico, sino que al estudiar de manera 
abierta el proceso de atención dieron lugar a un nuevo enfoque que se basó no sólo en un 
constructo teórico sino en conclusiones basadas en evidencia experimental de la fisiología 
cerebral asociada con la ejecución de tareas atencionales. Este enfoque vinculado con el 
avance tecnológico dio como resultado el surgimiento de nuevos modelos de atención 
basados en la fisiología cerebralque en la actualidad resultan más útiles en términos fun-
cionales que los primeros modelos. 
Capítulo 1 Eso que llamamos atención 19
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Capítulo 2 Los modelos fisiológicos de la atención 21
2Capítulo
Nada hay en la mente 
que no haya estado antes en los sentidos.
Aristóteles
Posner y Petersen publican en 1990 The Attention System of the Human Brain, donde 
sugieren tres conceptos básicos acerca del sistema de atención: es un sistema separado 
de los sistemas de procesamiento, que maneja los estímulos entrantes, toma decisiones 
y produce las respuestas; la atención está constituida no por una zona sino por una red 
de áreas anatómicas asociadas; estas áreas anatómicas llevan a cabo diferentes funciones 
cognoscitivas asociadas con el proceso de atención que pueden describirse en relación con 
su función.
Estas áreas anatómicas de acuerdo con Posner y Petersen conforman tres redes que 
representan diferentes aspectos del proceso dentro de las que distinguen tres funciones 
fundamentales: vigilancia o estado de alerta, orientación a los eventos sensoriales y detec-
ción de señales para la focalización del procesamiento.
LA VIGILANCIA O ESTADO DE ALERTA
En la primera parte del siglo XX, la idea preponderante sobre alerta y consciencia es que 
ambos procesos se mantenían gracias a la continua estimulación sensorial al cerebro. Pare-
cía lógico y era fácil observar que la alerta disminuía en un sujeto cuando se le privaba de 
elementos sensoriales que estimularan su cerebro, como al aburrirse (que provoca un es-
tado como de de cierta pereza, en el que incluso se bosteza o se duerme) o al irse a dormir, 
pues en ese momento buscaba un lugar silencioso, oscuro y cómodo, con la subsecuente 
disminución de la alerta que muchos asociaron con la

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