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primarios. Pueden verse casos de olores que se perciben incorrectamente (parosmia) o sensaciones olfatorias que tienen lugar en ausencia de estímulos olientes (alucina- ciones olfatorias). Todas ellas pueden aparecer durante afecciones banales, como la rinitis, o ser producto de trau- matismos craneoencefálicos o de otras enfermedades. SUSTANCIAS OLIENTES U OLORES Los compuestos químicos que producen una sensa- ción consciente de olor, acompañada o no de componentes emotivos, son las sustancias olientes u olores. La clasifi- cación de los olores es muy difícil, puesto que el recono- cimiento y clasificación de las cualidades de un olor es un proceso psicofísico y, por lo tanto, subjetivo. Platón pro- puso que los olores eran de dos tipos: placenteros y dis- placenteros, mientras que Linneo (1752) definió siete clases de olores y Zwaardemaker (1925) nueve, con nume- rosas subclases dentro de varias de ellas. Actualmente, la cualidad de un olor se obtiene mediante comparación directa con una serie de olores conocidos utilizados como modelo (método de referencia), o por una descripción semántica. Este último procedimiento es el preferido por los perfumeros y los catadores de vino, alimentos, café, té… (dicen de los olores que son parecidos a, o con olor a, almendras amargas, plátanos, uvas, manzanas, tierra, té, lilas..., hasta 61 tipos diferentes). Con el método de refe- rencia se puede correlacionar el tamaño y la forma molecular con un olor determinado, buscando los com- puestos cuyo olor es parecido al del modelo. La exquisita sensibilidad del sentido del olfato es capaz de percibir la presencia de 108 moléculas de un odorante en una habita- ción de dimensiones estándares y de discriminar entre más de 10 000 olores diferentes. No obstante, tal sensibilidad varía con los individuos y depende de sus condiciones fisiológicas y psicológicas. En general, los datos derivados de una encuesta realizada entre un millón y medio de per- sonas muestran que las mujeres son más sensibles a los olores que los varones. En ambos sexos, la máxima sensi- bilidad se manifiesta durante la pubertad, y disminuye considerablemente a partir de los 70 años. Se puede esta- blecer una correlación entre la percepción de ciertos olo- res y el estado endocrinológico del sujeto, lo que enlaza directamente con el concepto de feromonas (véase más adelante). Citemos como ejemplo que los estrógenos aumentan la sensibilidad a los olores almizclados, mien- tras que los andrógenos la disminuyen, y que la sensibili- dad a ciertos olores varía con el ciclo menstrual. Olores primarios. La olfacción comienza con la lle- gada de una serie de moléculas olientes u olores al epite- lio olfatorio en un medio líquido, como es la fina capa de moco que cubre los cilios de las células sensoriales. A con- tinuación, parte de esas moléculas son adsorbidas en dichas membranas para, después, ser de nuevo liberadas al medio. Durante el tiempo en que es adsorbido, el olor interactúa con el receptor molecular de la membrana de la célula sensorial, como se verá más adelante. La interacción olor-receptor puede dar lugar a dos respuestas eléctricas típicas de las células sensoriales: a) una serie de despola- rizaciones sucesivas de intensidad similar, o b) una despo- larización principal de gran intensidad seguida de otras secundarias de intensidad más baja. Las sustancias que generan este último tipo de respuesta se llaman olores pri- marios. Éstos pertenecen a grupos de sustancias cuyos miembros tienen olores característicos estrechamente rela- cionados, pero nunca idénticos. Esta propiedad se aprecia en la respuesta, ya que, si bien el componente principal es igual para todos los miembros del grupo, las respuestas secundarias son siempre distintas. Desde el punto de vista fisiológico, los olores primarios serían aquellos para los que se producen anosmias específicas. Propiedades fisicoquímicas de las sustancias olien- tes. Para que una sustancia tenga actividad oliente debe reunir las siguientes propiedades: 1) ser tensioactiva; 2) tener una polaridad baja; 3) tener una presión de vapor ele- vada y 4) ser altamente lipofílica. Cuando una molécula reúne estas condiciones, la especificidad de su olor depen- de del tamaño y de la forma de la misma, ya que ambos determinan la capacidad de la sustancia olorosa para inter- actuar con un receptor de membrana de la neurona senso- rial. Por ejemplo, el olor alcanforáceo lo poseen ciertas moléculas esféricas que se unen a un receptor en forma de cuenco, las sustancias que huelen a almizcle son com- puestos en forma de disco, mientras que los olores florales están producidos por unas moléculas que tienen forma de disco con una cola flexible (como una cometa de papel), etc. Los olores primarios vienen definidos por las relacio- nes entre la forma y el tamaño de las moléculas (pequeños cambios en la estructura molecular pueden llevar a grandes variaciones en las propiedades cuantitativas y cualitativas de un olor). Los grupos funcionales de las moléculas son partes determinantes de la fuerza y el carácter de los olo- res, ya que tales grupos y su entorno participan en la inter- acción con el receptor. También son determinantes los grupos hidrófobos. Es posible determinar los grupos acti- vos de una molécula oliente por modificaciones estructu- rales, lo que lleva a considerar la olfacción como el resultado de la interacción múltiple entre el estímulo y el sitio activo del receptor. Aunque los receptores tienen cierta especificidad, una misma molécula puede ocupar varios tipos de receptores parecidos, lo que determina la mezcla de olores. SISTEMAS OLFATORIOS En los mamíferos en general, incluidos algunos prima- tes entre los que se encuentra el hombre, se describen al menos dos sistemas olfatorios que clásicamente se denomi- nan sistema olfatorio principal y sistema olfatorio acce- sorio o sistema vomeronasal. Esta clasificación se basa en la apariencia de los receptores periféricos y de las estructu- ras del sistema nervioso central en las que hacen su prime- F I S I O L O G Í A D E L O L F AT O 243
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