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que tras la activación se diferencien a linfocitos T colabo- radores (Th, helper) Th1 o Th2, ya que éstos producen diferentes citoquinas y, por tanto, median funciones distin- tas. La decisión sobre el destino de esas CD4 la toma el organismo durante su primer encuentro con el antígeno, y es importante, ya que puede llevar a una inmunidad más mediada por células (si se va a Th1, cuyas citoquinas acti- van macrófagos) o más humoral (si van a Th2 que activan linfocitos B). Las interacciones entre los linfocitos T efectores armados y sus células diana son iniciadas por moléculas de adhesión celular, como LFA-1 y CD2, cuya expresión es muy superior a la que tienen los linfocitos vírgenes. Por ello, los linfocitos efectores pueden unirse eficazmente a las células dianas, aunque éstas tengan una expresión de ICAM y de LFA-3 menor que la de las células presenta- doras de antígenos. Aunque esta unión es transitoria y no específica, la célula T se une fuertemente a su diana y per- manece unida el tiempo suficiente para liberar las molécu- las efectoras. La unión de las CD4, que activan macrófagos o inducen a los linfocitos B a secretar anti- cuerpos, se realiza durante periodos relativamente largos. Sin embargo, las CD8 se unen y se disocian de sus dianas sucesivas, mientras van matándolas, de una manera relati- vamente rápida. Como moléculas efectoras tenemos las citotóxicas, citotoxinas (perforinas, granzimas, etc.), preformadas en los linfocitos, fundamentalmente en los linfocitos T CD8, que se concentran en gránulos líticos especializados que se liberan en el sitio de contacto con la célula diana infectada. También tenemos a las citoquinas y las prote- ínas relacionadas asociadas a la membrana, las cuales son sintetizadas de novo por todas las células T efectoras, y actúan por unión a receptores específicos de las células diana, siendo los mediadores principales de los linfocitos CD4. Los linfocitos Th1 expresan moléculas efectoras que activan macrófagos, mientras que los linfocitos Th2 lo hacen activando linfocitos B. De este modo, las CPA no sólo presentan antígenos a los linfocitos T, sino que también son el objetivo de las funciones efectoras de estas células. Así, los macrófagos que han fagocitado microorganismos presentan los antígenos microbianos a los linfocitos T CD4, y estas células responden activando a los macrófagos para que destruyan esos microorganis- mos. Los linfocitos B que se han unido específicamente a un antígeno proteico y que lo han internalizado por endocitosis presentan los péptidos derivados de tal antí- geno a las células T colaboradoras (como se describirá más adelante), y estas células T a continuación estimulan a los linfocitos B para que produzcan anticuerpos especí- ficos frente a tales proteínas. Tanto los macrófagos como los linfocitos B son dos de los principales tipos celulares que expresan CPH de clase II y funcionan como CPA para los linfocitos T colaboradores CD4. Por su parte, la presentación de péptidos asociados a CPH de clase I per- mite a los linfocitos T CD8 detectar y responder a antí- genos producidos en cualquier célula nucleada y destruirla. Citotoxicidad mediada por células T citotóxicas Los linfocitos T CD8, mediante mecanismos potentes y precisos, destruyen células infectadas por virus, bacte- rias o protozoos, salvaguardando a las células normales adyacentes, lo cual no es posible para otros componentes del sistema inmunitario. Estos linfocitos matan a sus célu- las diana programándolas para la apoptosis (muerte celu- lar programada). Esta programación la efectúan en un periodo corto de tiempo, lo que demuestra que liberan moléculas efectoras preformadas (localizadas en los grá- nulos de los linfocitos CD8 citotóxicos, que son lisosomas modificados). Este mecanismo de apoptosis afecta a la célula diana y a los agentes patógenos intracelulares. Así, las nucleasas que rompen el ADN de la célula diana lo hacen también en los virus que las infectan, mientras que para otros tipos de agentes infecciosos son otras enzimas activadas en la apoptosis las que rompen su ADN. Si se utilizara el otro sistema de muerte celular, la necrosis, no podrían destruirse los microorganismos infecciosos intra- celulares, con lo que se expandirían por el organismo tras la destrucción de la célula diana infectada. Los linfocitos T citotóxicos unidos a su diana reorientan su citoesquele- to para focalizar la liberación del contenido de sus gránu- los, en un sistema dependiente de calcio, de manera muy polarizada en el punto de contacto celular. Las proteínas efectoras son la perforina, la cual polimeriza para formar un poro en la membrana de la célula diana por la que lle- gan a la misma las otras proteínas, las granzimas. Estas son serínproteasas que activan la apoptosis de la célula diana mediante la activación de las caspasas, enzimas que a su vez activan las endonucleasas que fraccionan el ADN. Los cuerpos apoptósicos que quedan de la célula diana son fagocitados y digeridos por los fagocitos, sin que se esti- mule una posterior respuesta inmunitaria. También hay otro mecanismo de citotoxicidad independiente de perfori- nas, el cual utiliza el receptor Fas de la célula diana. Este receptor se une al ligando de Fas (FasL) que se expresa en los CD8 activados y en los Th1. La unión de Fas-FasL activa las caspasas y lleva a la apoptosis de la diana. Este mecanismo también se utiliza para detener la proliferación de los linfocitos una vez que han actuado eliminando al agente infeccioso, ya que los linfocitos expresan recepto- res Fas que, al unirse al ligando de Fas que tienen, dispa- ran su propia apoptosis. Las células CD8 citotóxicas son “asesinas en serie” selectivas de dianas que expresen el antígeno específico y producen citoquinas como IFN- , TNF-� y TNF- , que contribuyen también a la defensa del huésped. De hecho, el IFN- es una citoquina inhibidora de la replicación vírica, una inductora importante de la expresión de CPH de clase I (lo que hace que se aumenten las posibilidades de que las células infectadas sean reco- nocidas como dianas para un ataque citotóxico) y una acti- vadora de los macrófagos (recluta macrófagos al sitio de infección, donde actúa como efectora o como presentado- ra de antígenos). El TNF tiene un efecto sinérgico con el interferón en cuanto a la activación de los macrófagos y la producción de la muerte de algunas células dianas. B A S E S F U N C I O N A L E S D E L A R E S P U E S TA I N M U N I TA R I A 339
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