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163© Ed ito ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 16 Orbitopatía tiroidea Bernardo Pérez Enríquez, Tamara Sáenz Solís La orbitopatía asociada con padecimientos tiroideos es una enfermedad autoinmunitaria que se observa en pa- cientes con disfunción tiroidea y en algunos casos con función tiroidea normal. Se ha sugerido que este pade- cimiento debe denominarse orbitopatía autoinmunita- ria (OA) y no orbitopatía de Graves debido a su origen autoinmunitario y porque también ocurre en pacientes eutiroideos, hipotiroideos o con tiroiditis de Hashimoto. La OA la describió por primera vez Caleb H. Parry en 1786, en una mujer de 37 años que padecía palpita- ciones y dolor grave en el área esternal baja. Al examinar- la, Parry se encontró con un gran bocio, “que sobresalía hacia delante, antes del margen de la mandíbula inferior”, sus ojos “sobresalían de las órbitas” y el rostro “exhibía una apariencia de agitación y angustia”. Robert J. Graves en 1835 y Karl A. von Basedow en 1840 también descri- bieron la coexistencia del hipertiroidismo y la OA. Sin embargo, von Basedow fue quien en 1840, en su trabajo Exoftalmos por hipertrofia del tejido en la órbita, reconoce que el exoftalmos no se debía a cambios en el globo ocu- lar, sino en el tejido retroocular. EPIDEMIOLOGÍA Los aspectos epidemiológicos más importantes de la OA indican que cerca de 50% de los pacientes con enfermedad de Graves tienen OA y hasta en 80% se observan alteraciones retrooculares con estudios de tomografía computarizada. Sin embargo, sólo en el 20 al 30% la OA es aparente clínicamente. Esta enfermedad se puede identificar también en 4 a 11% de pacientes con tiroiditis de Hashimoto o hipotiroidismo y entre 6 y 7% de individuos eutiroideos. La OA es más frecuente en personas caucásicas (42%) que en asiáticas (7%) y tiene una prevalencia si- milar a la del adulto en pacientes con enfermedad de Graves juvenil (33%). En el estudio realizado en el Condado de Olmsted, Minnesota, EUA, se observó que la incidencia de orbito- patía autoinmunitaria ajustada para la edad en mujeres fue de 16 casos por 100 000 habitantes por año y de 2.9 casos en hombres. Se identificó que la OA tenía una aparición bimodal en relación con la edad y el género (40 a 44 años y 60 a 64 años en la mujer en compara- ción con 45 a 49 años y 65 a 69 años en el hombre). En este contexto, en estudios poblacionales realizados en Europa, China e India, la enfermedad tuvo una prevalen- cia de entre 0.1 y 0.3%. En un estudio poblacional danés se observó que la incidencia de moderada a grave fue de 16.1 por millón de habitantes por año (26.7 en mujeres y 5.4 en hombres). Con base en los estudios relacionados con el mo- mento de inicio de la OA, se ha concluido que entre 70 y 80% de los casos se inició dentro de los 18 meses antes y 18 meses después del diagnóstico de la disfunción tiroi- dea. Si se considera la relación temporal entre la OA y el hipertiroidismo, en casi 20% de los casos la OA precede a la manifestación del hipertiroidismo. Entre 20 y 40% de los pacientes la OA es concurrente con la identificación del hipertiroidismo y en 40% de los casos la OA ocurre después del diagnóstico de hipertiroidismo. Repercusión de la orbitopatía autoinmunitaria en salud pública La OA moderada y grave tiene un impacto significativo en la calidad de vida y en la actividad laboral del paciente. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 164 • Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 16) En un estudio alemán que incluyó a pacientes no seleccionados que tenían OA, se observó que 21.9% de ellos quedaron temporalmente inhabilitados de sus ac- tividades laborales y 5.6% lo estuvieron de manera per- manente. Un 2.3% perdió su trabajo y 4.2% tuvo retiro temporal prematuro. La duración de la ausencia laboral correlacionó en forma significativa con la gravedad de la enfermedad (P = 0.015) y la incapacidad laboral con diplopía (P < 0.001). En este estudio se observó también, en consecuencia, que el padecimiento tenía un impacto importante en los costos laborales directos e indirectos. INMUNOPATOGENIA Los datos clínicos que se observan en los pacientes con OA se deben a la compresión mecánica por el incremen- to de volumen que sufre el tejido conectivo retroocular y los músculos extraoculares, y al proceso inflamatorio retroocular. Esos cambios tienen un origen autoinmuni- tario, el cual favorece la diferenciación de algunos grupos celulares hacia un fenotipo proinflamatorio. Como parte de la respuesta autoinmunitaria está la producción de inmunoglobulinas estimulantes del recep- tor de TSH (TSI). El receptor de TSH, además de expre- sarse en la tiroides y otros órganos, también se expresa en el tejido retroocular. TIPO DE CÉLULAS INVOLUCRADAS EN LOS CAMBIOS RETROOCULARES Los fibroblastos son células mesenquimatosas que se en- cuentran inmersas en el tejido conectivo, cuya función es reparar y remodelar el tejido lesionado. También ac- túan como células presentadoras de antígenos al expresar HLA-DR. Estas células tienen cambios específicos de- pendiendo del órgano en donde se encuentren, por lo que la producción de colágeno y de glucosaminogluca- nos es diferente. Así, los fibroblastos de la piel son dife- rentes a otros localizados en diversos órganos. Los fibroblastos que residen en la órbita son célu- las con múltiples prolongaciones y, como característica principal, no expresan el antígeno de superficie CD34 (fibroblastos CD34–). Estos fibroblastos expresan tres tipos diferentes de sintasa de ácido hialurónico (HAS), sin embargo, no expresan la enzima hialuronidasa, por lo que a diferencia de los fibroblastos de la piel, son inca- paces de degradar el ácido hialurónico secretado, lo que explica su depósito en los pacientes con orbitopatía au- toinmunitaria. En la órbita se encuentran dos subtipos de fibroblas- tos los que expresan el antígeno de superficie timocito-1 (Thy-1), denominado CD90, y los que carecen de él. Esta diferencia en el fenotipo se asocia con una capaci- dad de diferenciación distinta. Los fibroblastos Thy-1+ se pueden diferenciar hacia miofibroblastos mediante el es- tímulo del factor de crecimiento transformante (TGF-β, del inglés, Transforming growth factor β) y se encuentran revistiendo los músculos extraoculares. Los fibroblastos Thy-1– se pueden diferenciar hacia adipocitos por es- tímulo de receptor g activado por proliferador de peroxi- soma (PPAR-ɤ), y se encuentran en el tejido adiposo re- troocular. Sólo 30% de los fibroblastos del tejido adiposo son Thy-1+. Células de la órbita en que se expresa el receptor de TSH Los fibroblastos CD34– de la órbita de individuos sanos no expresan el receptor de TSH. Sin embargo, se ha ob- servado que en el tejido de pacientes con orbitopatía au- toinmunitaria existe una población mixta de fibroblastos CD34– y CD34+, en donde sólo aquellos que expresan el marcador CD34, expresan también el receptor TSH (fibroblastos CD34+). Procedencia de los fibroblastos CD34+ Los fibrocitos son un subtipo de monocitos circulantes que expresan en su superficie el marcador CD34, y que tienen una gran plasticidad fenotípica, como células pre- sentadoras de antígenos, y dependiendo del tejido que infiltren, con capacidad para diferenciarse hacia adipoci- tos, miofibroblastos u osteoblastos. In vitro, cuando estos fibrocitos periféricos entran en contacto con linfocitos CD4+ no activados modifican su fenotipo al de un fibro- blasto (fibroblasto CD34+). En los pacientes con enfer- medad de Graves es probable que esta interacción fibro- cito-linfocito se lleve a cabo en el espacio retroocular. Los fibrocitos expresan el receptor de TSH, además de proteínas relacionadas con la síntesis de hormonas ti- roideas, como tiroglobulina,simportador sodio-yoduro (NIS) y peroxidasa tiroidea (TPO). La expresión NIS y TPO en los fibrocitos es dependiente de la expresión del gen AIRE, que también regula la expresión de facto- res de transcripción presentes en las células foliculares, como son Pax8 y factor de transcripción tiroidea (TTF-1, del inglés, Thyroid Transcription Factor) que también se encuentran en los fibrocitos. Resulta interesante que los fibrocitos de pacientes sanos cuenten con la maquinaria necesaria para la producción de hormonas tiroideas. Sin embargo, a diferencia de las células foliculares, los fibrocitos no expresan la adenilato-ciclasa y por lo tanto no producen monofosfato de adenosina cíclica (cAMP), que constituye parte de la vía de señalización principal del receptor de TSH en la célula folicular. En los fibrocitos esta vía de señalización está mediada por la producción de proteínacinasa B (PKB/AKT). Al diferenciarse los fibrocitos en fibroblastos, estos conservan la capacidad de expresar el receptor de TSH y el resto de proteínas involucradas en la síntesis de hor- monas tiroideas. Los fibrocitos de pacientes con enfer- medad de Graves tienen una mayor expresión del recep- tor de TSH en comparación con fibrocitos de pacientes sanos (70 vs 36%, P < 0.05). Sin embargo, llama la aten- http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Orbitopatía tiroidea 165 ción que en los pacientes con enfermedad de Graves la expresión del receptor de TSH es mayor en los fibrocitos circulantes que en los fibroblastos de la órbita. Disminución de la capacidad de expresión del receptor de TSH en los fibrocitos al diferenciarse hacia fibroblastos Al evaluar la producción de mRNA del receptor de TSH, en cultivos de tejido retroocular de pacientes con enfer- medad de Graves (lo que implica una población mixta de fibroblastos CD34–/CD34+), se observó que la concen- tración de mRNA fue similar a la observada en cultivos que contenían sólo células CD34–. Sin embargo, al sepa- rar las líneas celulares se observó que la concentración de mRNA se elevó en los cultivos con CD34+, mientras que en los cultivos con CD34– se mantuvo una concentración similar a la observada con la población mixta. Esto su- giere que existe una comunicación entre células CD34+ y CD34–, en donde las células CD34– ejercen un efecto inhibidor en la expresión del receptor de TSH en las cé- lulas CD34+ (regulación paracrina). Efecto de la inmunoglobulina estimulante del receptor de TSH al unirse al receptor de TSH de los fibroblastos En pacientes con enfermedad de Graves las concentra- ciones sanguíneas elevadas de IL-6 se asocian con orbito- patía autoinmunitaria (440 vs 81.6 pg/mL en pacientes con y sin OA, respectivamente), con mayor tiempo de evolución (694 vs 215.8 pg/mL en personas con > 1 año y < 1 año, respectivamente) y con mayor inflamación (513.3 vs 96.9 pg/mL en enfermos con mayor activi- dad inflamatoria y sin actividad inflamatoria, respecti- vamente). Tanto los fibrocitos como los fibroblastos produ- cen IL-6. Aunque las concentraciones elevadas de IL-6 observadas en los pacientes con enfermedad de Graves dependen en especial de los fibrocitos, tener una mayor proporción de fibrocitos no se asocia con un mayor grado de actividad. La producción de IL-6 está mediada por la activación del receptor de TSH, por lo que la unión de las TSI al receptor incrementta las concentraciones de IL-6. Dado que la señalización está mediada por PKB, la administra- ción de inhibidores de PKB, así como de dexametasona, disminuyen la producción de IL-6. Aumento de tejido graso del espacio retroocular A diferencia de los fibroblastos CD34– que pueden dife- renciarse en adipocitos mediante el estímulo de PPAR-ɤ, los fibroblastos CD34+ se diferencian en adipocitos me- diante el estímulo de IGF-1; los fibroblastos CD34– no expresan el receptor de IGF-1. En pacientes con enfermedad de Graves, así como en otras enfermedades autoinmunitarias (como artritis reumatoide), existe un segundo autoanticuerpo; una inmunoglobulina estimulante del receptor de IGF-1 (IGF1-SI). Cuando este segundo autoanticuerpo se une al receptor de IGF-1 de los fibroblastos CD34+ favorecen su diferenciación hacia adipocitos. Al diferenciarse en adipocitos se incrementa su capacidad de expresión del receptor de TSH, similar a la observada en los fibrocitos. Esto sugiere que al diferenciarse recuperan su capacidad de síntesis del receptor de TSH. Desarrollo de la respuesta inmunitaria local Todos los cambios que se dan en la órbita son el conjun- to de un proceso continuo de cambios mediados por la producción de citocinas proinflamatorias y factores de crecimiento. Se describen numerados para facilitar su comprensión (figura 16-1). 1. La interacción fibrocito-linfocito se efectúa a través de la unión del marcador CD40 en los fibrocitos y el ligando de CD40 en los linfocitos. Esta interac- ción fibrocito-linfocito desencadena la activación del linfocito y con ello el aumento en la producción de IFN-ɤ, éste a su vez estimula a los fibroblastos (CD34+ y CD34–) para que se incremente la expre- sión de CD40 y con ello se logre la activación de más linfocitos. 2. El estímulo de los IGF1-SI en los fibroblastos CD34+ tiene dos efectos, uno sobre su diferenciación hacia adipocito (con un perfil proinflamatorio), y el segun- do sobre la producción de factores quimiotácticos de linfocitos y mastocitos (IL-16 y RANTES). De esta forma se incrementa el número de linfocitos en el tejido retroocular. 3. El aumento en la expresión del receptor de TSH en los adipocitos potencia el efecto de las TSI, con lo que se incrementa la producción de IL-6. 4. Los linfocitos CD4 también expresan el receptor de IGF-1, que al ser estimulados por las IGF1-SI induce un aumento en la producción de citocinas proinfla- matorias (IL-2, IL-8 y TNFa). 5. El estímulo de las TSI incrementa la producción de IL-1β, que junto con el efecto de las IGF1SI estimula la síntesis y secreción de ácido hialurónico y otros glucosaminoglucanos. 6. El receptor de TSH se coexpresa con el receptor de IGF-1, es decir, se encuentran formando un comple- jo. Al agregar un inhibidor del receptor de IGF-1, en presencia de TSH, se induce una disminución en la síntesis de IL-6, tanto en fibrocitos de pacientes con enfermedad de Graves como de individuos sanos. Esta inhibición se da a través de la disminución de PKB. Este efecto inhibitorio también se observa en la síntesis del ácido hialurónico, la cual también dismi- nuye a través de la vía de PKB. Esta serie de procesos explica el efecto potenciador que tienen las IGF1-SI sobre la respuesta de estimulación con las TSI. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 166 • Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 16) HISTORIA NATURAL DE LA ORBITOPATÍA AUTOINMUNITARIA Frecuencia de progresión de la OA durante el tratamiento con fármacos de acción antitiroidea El curso natural de la OA lo influye el restablecimiento del eutiroidismo en los pacientes hipertiroideos. Existen pocos estudios de series de casos que evalúan la historia natural de la OA leve durante y después del tratamiento del hipertiroidismo con medicamentos de acción antiti- roidea. En tres estudios prospectivos que incluyeron 298 casos se observó que en 47, 58 y 64% de los pacientes hubo mejoría de la OA durante el tratamiento con fár- macos de acción antitiroidea. Permaneció estable en 49, 39.6 y 22% de los casos y en 4, 2.4 y 14% la OA pro- gresó de forma moderada a grave, respectivamente. De los datos anteriores se puede concluir que en 95% de los pacientes con OA leve, al inicio del tratamiento del hipertiroidismo con medicamentos antitiroideos, la OA tendrá mejoríao permanecerá estable y en casi 5% exis- tirá progresión a una forma moderada o grave. Uno de estos estudios evaluó un grupo de 194 pa- cientes hipertiroideos que no tenían OA al inicio de su tratamiento con medicamentos de acción antitiroidea el cual duró 18 meses. En este grupo 87% permaneció sin OA, 10% tuvo OA leve y 2.6% progresó de OA modera- da a grave durante su seguimiento prospectivo. Cuadro clínico Manifestaciones clínicas de la OA El incremento del tejido retroocular y de los músculos extraoculares como consecuencia de la producción de glucosaminoglucanos, así como del edema y del proceso inflamatorio local impiden el drenaje venoso adecuado. Al aumentar el volumen retroocular el ojo se desplaza hacia delante desarrollándose la proptosis. A su vez, los músculos extraoculares y palpebrales crecidos y fibróti- cos, restringen la movilidad ocular y causan diplopía y retracción palpebral respectivamente. La retracción la origina la activación simpática y el hipertiroidismo, así como la retracción refleja del músculo elevador del párpado. En esta última, la fibro- sis del músculo recto inferior provoca que se retraiga el párpado superior al tratar de dirigir el globo ocular hacia arriba. Por último, la proptosis impide que el párpado se mueva sobre el ojo, provocando exposición escleral y en caso extremo, hasta luxación del globo ocular. Figura 16-1. Inmunopatogenia de la OA. A partir de sangre periférica el fibrocito ingresa al tejido retroocular y origina el fibroblasto, que posee los mismos marcadores y receptores. Los linfocitos T CD4 estimulan la proliferación de fibroblastos y la producción de interleucinas por el ligan- do de CD40. Cuando al fibroblasto lo estimula, la TSI aumenta la producción de IL-6. Este fibroblasto se diferenciará a preadipocito y adipocito mediante la inducción de la inmunoglobulina estimulante del receptor de IGF1 (IGF1-SI). La IGF-S1 estimula al fibroblasto para la producción de factores quimiotácticos. Si el fibroblasto posee Thy-1, el estímulo de TGF-β condiciona que se diferencie a miofibroblasto. Tanto las TSI como las citocinas del linfocito T inducen la síntesis y secreción de ácido hialurónico que se localizará entre las fibras musculares, e incrementará el volumen de los músculos extraoculares. Los fibroblastos CD34– pueden inhibir la expresión del receptor de TSH en los fibroblastos CD34+ (puntas de flechas). Linfocito T CD4 Fibroblasto Adipocito Fibrocito Ácido hialurónico TSH-R IGF1-R IGF1-R IGF1-SI TSI CD34 CD40L CD34– CD34+ CD40 CD34 http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Orbitopatía tiroidea 167 Los cambios anteriores predisponen al desarrollo de queratitis por exposición corneal, en especial si existe retracción palpebral y falta de oclusión completa duran- te el parpadeo o al dormir, así como por salida de lágri- mas o epífora. El aumento de volumen de los músculos extraoculares en el nivel del ápex de las órbitas puede comprimir al nervio óptico y causar neuropatía óptica, la cual se asocia con el desarrollo de amaurosis en el ojo involucrado si continúa este proceso. El edema de la conjuntiva bulbar (denominado que- mosis), la hiperemia conjuntival y edema periorbitario se originan por inflamación local y drenaje venoso inade- cuado. Estos cambios son más visibles por la mañana, ya que durante la noche los componentes del comparti- mento retroocular reducen aún más el drenaje venoso al encontrarse el paciente acostado. Además, puede haber ingurgitación de los vasos en las regiones de inserción de los rectos mediales. El dolor ocular es otro síntoma de la orbitopatía au- toinminitaria y se explica por los cambios inflamatorios y congestivos retrooculares, por lo que el paciente lo perci- be por detrás de los globos oculares y con el movimiento de la mirada, o ambos. Evaluación clínica Factores de riesgo para la expresión clínica de la OA Existen diversos factores de riesgo para la susceptibilidad y expresión clínica de la OA. En los caucásicos el alelo de susceptibilidad prominente es el DRB1*03:01 y en los asiáticos el HLA-B*46. En este contexto, en países euro- peos se han encontrado que el polimorfismo del CTLA-4 (antígeno de linfocitos-T citotóxicos-4) A/G confiere un mayor riesgo de OA. Alrededor de 40% de los pacientes con OA fuman. El tabaquismo confiere un riesgo relativo de 2 a 7.7 ve- ces mayor para el desarrollo de la enfermedad. El riesgo relativo es mayor en fumadores activos que consumen más de 20 cigarrillos al día y se reduce de manera impor- tante en quienes dejan de fumar. El tabaquismo pasivo también puede incrementar el riesgo relativo del pade- cimiento. Se han identificado como factores de riesgo algunos relacionados con la gravedad del hipertiroidismo (T3 > 5 nmoL o > 325 ng/dL), la existencia de anticuerpos contra el receptor de TSH (TBII con > 50% de inhibi- ción o TSI > 8.8 UI/L) y el hipotiroidismo no tratado en forma adecuada. Evaluación de la actividad de la OA La evaluación clínica se realiza junto con un oftalmólo- go y de acuerdo con el consenso del grupo EUGOGO (European Group on Graves’ Orbitopathy). La Sociedad Internacional de Enfermedades Oculares Tiroideas de- sarrolló también un sistema de evaluación que emplean con más frecuencia algunos oftalmólogos que atienden a los pacientes con OA. Al evaluar a un paciente con OA deben considerarse tanto la actividad como la gravedad de la enfermedad ocular. La actividad denota el proceso inflamatorio y la gravedad establece el grado de déficit funcional o cos- mético. Al inicio la actividad clínica de la OA se evalúa a través de siete manifestaciones (dos síntomas y cinco sig- nos) y durante el seguimiento prospectivo del paciente se adicionan tres signos más. Cada una de las manifesta- ciones clínicas de actividad inflamatoria se califica con un punto basándose en las imágenes de OA moderada o grave. Los criterios para la evaluación inicial de la fase acti- va de la OA se describen mejor con el puntaje de activi- dad clínica o CAS (Clinical Activity Score): 1. Dolor orbitario espontáneo. 2. Dolor orbitario con el movimiento de la mirada. 3. Edema palpebral que se considera debido a oftalmo- patía activa (fase inflamatoria). 4. Eritema palpebral. 5. Hiperemia conjuntival que se considera por oftal- mopatía activa (fase inflamatoria). 6. Quemosis. 7. Inflamación de la carúncula o la plica. En el seguimiento prospectivo del paciente se adicionan al puntaje: • Incremento de > 2 mm en la proptosis. • Disminución en el movimiento ocular en cual- quier dirección de > 8 grados. • Disminución en la agudeza visual equivalente a 1 línea de Snellen. Cada uno de los síntomas y signos que evalúa este siste- ma tiene el valor de un punto. Es importante mencionar que cada punto se otorga sólo si los signos clínicos son moderados o graves (véase atlas del EUGOGO en http:// www.eugogo.eu/clinical_evaluation.php). Si el pacien- te tiene un puntaje inicial de tres o más, es candidato a tratamiento con esteroides inmunosupresores, ya que se considera que la enfermedad es de moderada a gra- ve y su probabilidad de respuesta favorable es alrededor de 60%; si el CAS es ≥ 4 la probabilidad de respuesta adecuada es cercana a 80%. La decisión de este trata- miento y su duración dependerá de la coexistencia de otras comorbilidades, como se establece en el consenso del EUGOGO. Evaluación de la gravedad de la OA La historia natural de la gravedad de la enfermedad la describió por vez primera Francis F. Rundle en 1945, al seguir de forma prospectiva a varios pacientes con este trastorno ocular. Durante el estudio prospectivo observó el desarrollo de una curva ascendente relacionada con la gravedad de la proptosis y que denominó fase dinámica, que permanecía estable por algunos meses y en forma subsecuente se reducía sin desaparecer,dando origen a lo que denominó fase estática. En 1957, Rundle correlacio- nó la evolución de la proptosis con la movilidad ocular http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 168 • Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 16) y la retracción palpebral, observando una relación entre una mayor proptosis y retracción palpebral y una menor movilidad ocular durante la fase dinámica. Con esta base, la gravedad considera otras alteracio- nes oculares coexistentes y no sólo la actividad inflama- toria en la OA. De esta forma existen diversas posibili- dades de asociación entre la actividad inflamatoria y la gravedad de la OA. Utilizando como ejemplo situaciones extremas se puede entender mejor la coexistencia de ac- tividad y gravedad de la OA. En un paciente, durante la fase inicial o dinámica de la OA, puede coincidir una actividad inflamatoria moderada con un CAS > 3 y una gravedad importante por diplopía constante y neu- ropatía óptica, o ambas (figura 16-2). Si un paciente con varios meses de evolución de la OA tiene proptosis > 3 mm asociada con retracción palpebral > 2 mm y exposi- ción corneal leve así como diplopía inconstante y CAS de 1 punto, se consideraría que tiene OA con gravedad mo- derada y actividad inflamatoria leve (figura 16-3). En el primer ejemplo el tratamiento con esteroides inmunosu- presores reducirá la actividad inflamatoria y la gravedad de la OA (figura 16-2) y en el segundo caso las alteracio- nes oculares no tendrían una respuesta adecuada a ese tratamiento y se podría tratar con cirugía (figura 16-3). La gravedad de la OA establece el grado de déficit funcional o cosmético. Como se muestra en el cuadro 16-1, la gravedad incluye siete elementos clínicos y se considera de grado leve, moderado y grave. En relación con los elementos clínicos de gravedad es importantes precisar algunos aspectos. El de involucro de tejidos blandos se refiere a la actividad inflamatoria ocular y en consecuencia al puntaje de actividad clínica (CAS). El involucro de tejidos blandos es leve cuando el CAS es hasta 2 puntos, moderado si es de 3 a 4 y grave si es de 5 o más puntos. En población mexicana se con- sidera que existe proptosis cuando el valor medido con exoftalmómetro de Hertel es mayor de 15 mm en mu- jeres y 17 mm en hombres. Algunos autores sugieren un valor mayor de 17 mm en ambos géneros. Se considera que existe neuropatía óptica si la papila o disco óptico se encuentra edematizado o atrófico o bien existen dos de las siguientes alteraciones: disminución de la percep- ción del color, pérdida del reflejo de asa aferente (la luz directa en el ojo afectado no es suficiente para mantener la constricción pupilar consensual previamente evocada y la pupila se dilata) y reducción de la agudeza visual, o ambos. Por definición, las alteraciones que ponen en riesgo la visión (ulceración corneal, neuropatía óptica y sublu- xación del globo ocular) se consideran como graves y re- quieren atención inmediata. ESTUDIOS DE LABORATORIO Se debe evaluar el estado de la función tiroidea del pa- ciente realizando pruebas de función tiroidea. En caso de existir disfunción se deberá tratar en forma apropiada y mantener al paciente eutiroideo. Se han identificado diversas variables clínicas y de laboratorio que se asocian con el riesgo de progresión de la enfermedad en pacientes fumadores que recibirán Mayor severidad Menor severidad Actividad Inmunosupresión Gravedad Tiempo en meses Cambio en la actividad y severidad Figura 16-2. Curva de Rundle y de actividad de la OA. La curva de línea continua denota la actividad de la OA que a través del tiempo se asocia con diversos niveles de gravedad representada por la curva de Rundle en línea discontinua. Si en el punto de mayor actividad inflamatoria, determinada por un CAS > 3, se administra tratamiento inmunosupresor, el grado de actividad y gravedad se reduce en forma significativa en la mayoría de los pacientes, modificándose el perfil evolutivo, como se muestra en el área de la curva inferior. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Orbitopatía tiroidea 169 tratamiento para hipertiroidismo con 131I. Estas variables son T3 > 5 nmoL o > 325 ng/dL y TBII (inmunoglobuli- na inhibidora de la unión de TSH) con > 50% de inhibi- ción o TSI > 8.8 UI/L; progresión de la OA en los últimos tres meses y el hipotiroidismo no tratado en forma adecuada. Durante los últimos años se ha intentado establecer la actividad de la OA a través de la medición de anticuer- pos contra el receptor de TSH, de la concentración de glucosaminoglucanos en sangre y orina, de citocinas en sangre y resonancia magnética cuantitativa y gammagra- fía orbitaria. Sin embargo, si bien existe cierta asociación entre dichas variables y la actividad de la OA, ninguna por sí sola es del todo confiable para predecir con pre- cisión la respuesta al tratamiento. En este contexto, un estudio reciente ha propuesto modelos matemáticos ba- sados en coeficientes de regresión de las variables men- cionadas, con el fin de predecir la respuesta o la falla a la radioterapia orbitaria en pacientes candidatos a ese tratamiento. Sin embargo, la aplicación de esos modelos matemáticos es costosa por todas las variables que se re- querirían para su aplicación y es innecesaria en la mayor parte de los pacientes. ESTUDIOS DE IMAGEN En la evaluación clínica y el diagnóstico diferencial de la OA pueden ser de utilidad diversos estudios de imagen. La resonancia magnética (RM) permite detallar la ana- tomía orbitaria a través de cortes axiales y coronales, y así conocer el estado en que se encuentran las estructu- Figura 16-3. Curva de Rundle y tratamiento inmunosupresor. La administración de tratamiento inmunosupresor en ausencia de actividad infla- matoria (curva de línea continua) no modifica el curso natural de la gravedad (curva de línea discontinua) de la OA. Mayor severidad Menor severidad Actividad Inmunosupresión Gravedad Tiempo en meses Sin cambio significativo en la gravedad Cuadro 16-1. Grado de severidad de la OA de acuerdo con las manifestaciones clínicas del paciente Grado Retracción palpebral Tejidos blandos Proptosis Diplopía Exposición corneal Nervio óptico Leve < 2 mm Leve < 3 mm Transitoria o au- sente Ausente Normal Moderado > 2 mm Moderado > 3 mm Inconstante con la mirada extrema Leve Normal Grave > 2 mm Grave > 3 mm Constante con la mirada primaria Leve Normal Riesgo en la vi- sión –– –– (Subluxación) –– Grave Compresión http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 170 • Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 16) ras involucradas en la OA (músculos extraoculares, gra- sa retroocular y nervio óptico). La RM es el estudio de imagen de mayor utilidad en la evaluación radiológica de la enfermedad, ya que se puede precisar si el involu- cro de los músculos extraoculares se debe a un proceso inflamatorio activo o bien a un proceso residual sin infla- mación activa, mediante la identificación de incremento de la señal en las imágenes en T2 con supresión de grasa y en imágenes en T1 con saturación de grasa a través de la administración de gadolinio. De igual forma, es posible conocer el grosor de los músculos extraoculares así como su inserción en el globo, ya que en la miositis primaria relacionada con la enfermedad inflamatoria orbitaria por IgG4 está involucrada la inserción tendinosa. Asimismo, se puede establecer si existe compresión del nervio ópti- co por los músculos extraoculares a nivel del agujero óp- tico, lo que condicionaría neuritis óptica y disminución o pérdida de la visión.También es posible identificar el incremento de la grasa retroocular y en las secuencias axiales en T1 se puede medir con mucha exactitud la proptosis del paciente. La RM se ha utilizado también para determinar, en secuencias T2 y TRIM, si existirá una mayor probabili- dad de respuesta al tratamiento con esteroides y dicha respuesta puede seguirse mediante la intensidad de señal (SI) y la relación de SI (SIR). La RM es de utilidad en el diagnóstico diferencial de otras enfermedades que pueden semejar a la OA o cuando ésta es unilateral, lo que se observa en 15% de los pacientes con enfermedad de Graves. Entre estas en- fermedades con involucro orbitario están los procesos inflamatorios, neoplásicos, vasculares, neurológicos, reu- matológicos e inmunitarios. La tomografía computarizada helicoidal (TAC-H) de las órbitas es un estudio que en la actualidad se em- plea para la planeación del tratamiento quirúrgico de la OA mediante descompresión orbitaria, ya que brinda una imagen clara de las estructuras óseas, del ápex orbi- tario y de los senos paranasales. También es útil en el se- guimiento posoperatorio de la descompresión orbitaria. Se emplea cuando no está disponible la RM. El ultrasonido orbitario es de poca sensibilidad y precisión y el gammagrama con octreoscan es poco espe- cífico, tiene una alta variabilidad entre observadores y no ofrece una morfología orbitaria detallada. TRATAMIENTO Se debe considerar el estado de la función tiroidea, la fase evolutiva en que se encuentra la actividad inflamatoria y la gravedad coexistente, la historia de tabaquismo, las comorbilidades y los factores de riesgo asociados con el tratamiento que se utilizará. Todo paciente con OA mo- derada o grave deberá referirse a una institución médica donde existan expertos en su tratamiento. En cualquier momento de la evolución de la orbito- patía autoinmunitaria se deberá: 1. Tratar en forma adecuada la disfunción tiroidea para mantener al paciente eutiroideo. Los enfermos con hiper o hipotiroidismo son más propensos a tener OA grave que los eutiroideos. El tratamiento del hi- pertiroidismo con fármacos de acción antitiroidea, manteniendo un estado constante de eutiroidismo (utilizando o no sustitución tiroidea al mismo tiem- po), se asocia con una mejoría de la OA leve entre 40 y 60% de los pacientes. 2. Suspender el tabaquismo, ya que favorece el desarro- llo y la progresión de la OA preexistente, reduce la eficacia del tratamiento de la OA y favorece la pro- gresión de la OA en los pacientes tratados con 131I. En pacientes con síntomas de exposición corneal se podrán utilizar lágrimas artificiales y geles lubricantes protectores de la córnea durante la noche. En aquellos con fotofobia se sugerirá el uso de lentes oscuras y en quienes tengan diplopía sintomática el uso de prismas, que deberá ser prescrito por un oftalmólogo. El edema palpebral puede mejorar con la elevación de la cabecera de la cama y prescripción de diuréticos. Tratamiento farmacológico para la OA leve Se han realizado estudios clínicos prospectivos, aleato- rios y controlados que han mostrado la utilidad del sele- nio y la bromocriptina en el tratamiento de la OA leve. El selenio tiene efectos sobre la respuesta inmunitaria (reduce expresión de HLA-DR en las células foliculares y la producción de TSI y anticuerpos antitiroideos, e in- hibe la síntesis de citocinas y prostaglandinas) y neutrali- za la generación de radicales libres de oxígeno. En un es- tudio clínico italiano prospectivo, aleatorio y controlado se comparó la utilidad del selenio y pentoxifilina contra placebo, en pacientes con OA leve. En este estudio se ob- servó que el selenio en dosis de 100 μg 2 veces al día por 6 meses en pacientes con OA leve, redujo de manera sig- nificativa la actividad inflamatoria (evaluada con CAS) y la progresión de la OA y mejoró la calidad de vida del paciente en un seguimiento prospectivo de 6 a 12 meses. De igual forma se ha utilizado bromocriptina en pacientes con OA leve. También tiene efectos inmuno- moduladores (reduce la proliferación de linfocitos T y la producción de inmunoglobulinas por linfocitos B) e inhibe la secreción del factor de crecimiento vascular endotelial. En forma reciente se realizó en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición un estudio clínico prospectivo, aleatorio y controlado en el que se comparó la utilidad de la bromocriptina y pentoxifilina contra placebo en pacientes con OA leve. La bromocrip- tina se administró en dosis de 2.5 mg, 2 veces al día y se observó disminución significativa de la proptosis y la actividad inflamatoria, así como mejoría en la calidad de vida (figura 16-4). En ambos estudios, la pentoxifilina en dosis de 600 mg y 400 mg, 2 veces al día, respectivamente, también mejoró, aunque en menor cuantía, la proptosis y la ac- tividad inflamatoria en pacientes con OA leve. La pen- toxifilina tiene efectos antiinflamatorios e inmunomodu- ladores y sobre la expresión de HLA-DR y la secreción de glucosaminoglucanos por los fibroblastos orbitarios. http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Orbitopatía tiroidea 171 Tratamiento de la orbitopatía autoinmunitaria moderada a grave La OA con actividad inflamatoria moderada a grave me- jora en forma adecuada en el 60 a 80% de los pacientes tratados con glucocorticoides orales e intravenosos. En algunos de estos casos se ha utilizado radioterapia orbi- taria en forma conjunta. En caso de existir neuropatía óptica, el tratamiento debe incluir glucocorticoides in- travenosos y si no existe respuesta se deberá realizar des- compresión orbitaria. Cuando la respuesta es insuficiente con el tratamien- to inmunosupresor y existe una OA moderada o grave inactiva y que condiciona un déficit funcional o cosmé- tico, existen diversos procedimientos quirúrgicos para mejorarla. Glucocorticoides intravenosos y orales Los pacientes con actividad inflamatoria importante identificada con un puntaje de actividad clínica CAS > 3, en la evaluación inicial, se deben tratar con bolos in- travenosos de metil-prednisolona de acuerdo con lo esta- blecido en el consenso del EUGOGO (figura 16-4). Este tratamiento se debe realizar en centros con experiencia. La dosis acumulada total no deberá exceder 8 g en un curso de tratamiento. Cuando la dosis de esteroide intra- venoso es igual o mayor a 8 g, existe riesgo de mortalidad por insuficiencia hepática aguda, accidente vascular ce- rebral o embolismo pulmonar. En un estudio clínico prospectivo donde se compa- raron dosis altas de glucocorticoides intravenosos (dosis total de 8.45 g) para el tratamiento de neuropatía óptica y dosis bajas (dosis total de 4.5 g) para el tratamiento de OA moderada a grave, se observó que el incremento de transaminasas fue mayor en el grupo tratado con dosis altas, se presentó en las primeras seis semanas y fue ma- yor en la hepatitis viral preexistente. En otros estudios se ha relacionado el uso de glucocorticoides intravenosos con el desarrollo de hepatitis autoinmunitaria. Existen diversos protocolos de tratamiento con bolos intravenosos de metil-prednisolona que se han validado en estudios clínicos, incluso comparativos. El fármaco deberá administrarse en infusión durante 60 a 90 min y se vigilará el pulso y la presión arterial. 1. Protocolos de dosis bajas. a) Metil-prednisolona 500 mg, 1 vez por semana, durante 6 semanas, seguido de 250 mg, 1 vez Tratamiento de la OA Mantener eutiroideo al paciente Suspender tabaquismo Inactiva de grado moderado a grave Activa CAS > 3 OA leve Medidas locales Obervar evolución con el paciente eutiroideo Sólo el 3 a 5% progresa a moderada-grave OA moderada a grave OA que pone en riesgo la visión (neuropatía óptica) Inactiva estable Inactiva estable Tratamiento opcional Selenio Bromocriptina Metil-prednisolonaIV (con o sin RT orbitaria) Cirugía de rehabilitación Metil-prednisolona IV Pobre respuesta en 1 a 2 semanas Descompresión orbitaria inmediata Inactiva estable Aún activa Metil-prednisolona IV (con o sin RT orbitaria) Figura 16-4. Matriz de decisión terapéutica de la OA (CAS: puntaje de actividad clínica, IV: infusión intravenosa, RT: radioterapia externa). http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 172 • Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 16) por semana, durante 6 semanas (dosis acumu- lada de 4.5 g). b) Metil-prednisolona 500 mg diarios, por 3 días, durante 2 semanas, seguidos por 250 mg diarios, por 3 días, durante 2 semanas (dosis acumulada de 4.5 g). 2. Protocolos de dosis altas. a) Metil-prednisolona 15 mg/kg por ciclo, reparti- da en días 1 y 3; en semanas 1, 3, 5, 7; seguidos de 7.5 mg/kg por ciclo, repartida en días 1 y 3; en semanas 9, 11, 13, 15 (dosis acumulada 4.9 a 7.4 g). b) Metil-prednisolona 15 mg/kg, 1 vez por sema- na, sin pasar 1 g, durante 4 semanas, seguido de 7.5 mg/kg, 1 vez por semana, durante 8 sema- nas (dosis acumulada 8 g). En cinco estudios clínicos aleatorios se demostró mayor eficacia de los glucocorticoides intravenosos en compara- ción con los orales (82 vs 53.4%) y menor frecuencia de efectos adversos (42.6 vs 72.8%). En un metaanálisis reciente que evalúa cuatro es- tudios que comparan la eficacia de los glucocorticoides intravenosos contra los administrados por vía oral, se concluye que los primeros fueron significativamente me- jores para reducir la actividad inflamatoria medida por CAS al final del seguimiento (diferencia media estanda- rizada -0.64, 95% CI -1.11 a -0.17). Esta ventaja se debió principalmente a los resultados obtenidos en pacientes con OA grave con CAS inicial mayor de 5 (diferencia media estandarizada -0.86, 95% CI -1.24 a -0.49). No hubo diferencia en la proptosis, la retracción palpebral ni en la agudeza visual. En un estudio realizado entre los miembros de la Asociación Europea de Tiroides que trataban con este- roides a pacientes con OA, las reacciones adversas no mortales como incremento en el peso, hipertensión arte- rial y cambios cushingoides fueron más frecuentes en los tratados con glucocorticoides orales. Se reportaron dos casos de mortalidad que se trataron con una dosis total de 2.3 g cada uno. En quienes recibieron esteroides intra- venosos, las reacciones adversas fueron menos frecuentes y además ocurrieron síntomas leves de enrojecimiento facial, dispepsia transitoria o palpitaciones durante la infusión o en las primeras 24 horas. Se reportaron tres muertes durante el tratamiento con esteroides intrave- nosos y cuatro después del mismo. Seis de estos casos recibieron una dosis acumulada de 8 a 15 gramos. De la información derivada de estudios de series de casos que involucraron a 1 045 pacientes tratados con esteroides intravenosos, y en los que se disponía de infor- mación sobre reacciones adversas, la morbilidad y morta- lidad calculada fue de 6.5 y 0.6%, respectivamente. Con- siderando estos riesgos se sugiere que los pacientes que se tratarán con dosis altas de glucocorticoides intraveno- sos deberán ser evaluados en la búsqueda de disfunción hepática, marcadores virales y anticuerpos; la existencia de hipertensión arterial, diabetes mellitus, glaucoma, úl- cera péptica e infección urinaria. Glucocorticoides orales El uso de glucocorticoides por vía oral para el tratamien- to de la OA moderada a grave ha mostrado eficacia en las manifestaciones inflamatorias de tejidos blandos ocula- res, el involucro muscular de reciente inicio y la neuropa- tía óptica en 50% de los pacientes. Existen varios esque- mas de tratamiento con glucocorticoides orales. Tanto en el consenso del EUGOGO como el de la Clínica Mayo se sugiere una dosis inicial de 1 mg/kg de prednisona duran- te un mes con una reducción subsecuente del esteroide en los siguientes 2 a 3 meses. La dosis máxima sugerida es de hasta 100 mg de prednisona al día. Tratamiento profiláctico con esteroides orales en la OA Diversos estudios clínicos de cohorte retrospectiva y aleatorios han identificado un riesgo de entre 15 y 33% para el desarrollo o progresión de la OA después del tra- tamiento del hipertiroidismo con 131I. Este mayor riesgo puede estar relacionado con el incremento de TSI des- pués del tratamiento con yodo radiactivo. Las personas fumadoras con OA que reciben 131I para el tratamiento de hipertiroidismo tienen una inci- dencia de presentación o deterioro de la OA de 23 a 40% durante el primer año de seguimiento. De igual forma se han identificado como factores de mayor riesgo de ex- presión o progresión de la OA una concentración de ≥ 5 nmoL o > 325 ng/dL, anticuerpos contra el receptor de TSH (TBII con > 50% de inhibición o TSI > 8.8 UI/L) o el hipotiroidismo no tratado en forma adecuada. La Asociación Americana de Tiroides y la Asocia- ción Americana de Endocrinólogos Clínicos, con base en la evidencia de que la administración concurrente de esteroides y yodo radiactivo puede prevenir el empeo- ramiento de la OA leve en pacientes fumadores o que tengan cualquiera de los factores de riesgo descritos, re- comiendan la administración de prednisona en dosis de 0.4 a 0.5 mg/kg, iniciándose en el día 1 a 3 después del yodo radiactivo, manteniéndose esa dosis por un mes y reduciéndola en los dos meses subsecuentes. Con este tratamiento se ha observado una reducción del riesgo de 25 a 4%. Recientemente se realizó un metaanálisis sobre el tratamiento con dos diferentes esquemas terapéuticos de glucocorticoides orales (0.4 a 0.5 mg/kg con reducción en 3 meses y 0.2 a 0.3 mg/kg durante 2 semanas y re- ducción en 2 a 4 semanas), para la prevención de la pro- gresión de la OA leve o con factores de riesgo, después del tratamiento con yodo radiactivo. La dosis más alta fue eficaz para la prevención de la progresión de la OA leve a moderada (OR 0.14 [CI 0.06 a 0.35], p < 0.01). La dosis más baja, al compararse contra placebo, tuvo también una buena eficacia (OR 0.20 [CI 0.07 a 0.60], p = 0.004). No hubo diferencia significativa entre las dosis (OR 1.7 [CI 0.52 a 5.52], p = 0.47) y en pacientes sin OA la profilaxis no tuvo efecto (OR 1.87 [CI 0.81 a 4.3]). http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Orbitopatía tiroidea 173 Tratamiento de pacientes con neuropatía óptica De acuerdo con la sugerencia del EUGOGO, los pacien- tes con neuropatía óptica deberán recibir en forma inicial bolos de metil-prednisolona (figura 16-4). Si después de 1 a 2 semanas no existe una respuesta adecuada o la dosis y duración del glucocorticoide intravenoso induce reac- ciones adversas significativas, se efectuará descompresión orbitaria de manera inmediata. La descompresión orbita- ria se realizará a pacientes con neuropatía óptica o ulce- ración corneal que no toleren los glucocorticoides. Aspectos clínicos adicionales que se deben seguir durante el tratamiento con glucocorticoides En el seguimiento prospectivo de los pacientes con OA que han sido tratados con glucocorticoides, la función tiroidea deberá mantenerse normal y vigilarse la con- centración de glucosa y electrolitos en sangre, la función hepática, las manifestaciones neurológicas y la presión arterial. En todos los pacientes que reciban glucocorticoides a largo plazo se recomienda administrar vitamina D3 y calcio, si no existe una contraindicación para su uso. El consenso del EUGOGO recomienda, además, bifosfona- tos en aquellos casos que requieren más de tres meses de tratamiento. Rituximab El rituximab es un anticuerpo monoclonal quimérico humanizado anti-CD20 que depleta linfocitos B en es- tado de maduración intermedia y células plasmáticasefímeras. Se ha utilizado en el tratamiento de linfomas y enfermedades inmunitarias, como artritis reumatoide. Su empleo también se ha descrito en reportes de caso y en series de casos con OA moderada a grave, algunos de los cuales no habían respondido a la combinación de distintos tratamientos. Estos reportes iniciales mostraron mejoría en la actividad inflamatoria y en la gravedad de la OA. Recientemente la Clínica Mayo realizó un estudio clínico prospectivo, aleatorio, doble ciego y controlado con placebo para establecer la eficacia del rituximab en pacientes con OA moderada a grave sin neuropatía ópti- ca. El rituximab se administró en dos dosis de 1 000 mg IV separadas por dos semanas en un grupo de 13 pacien- tes y otro grupo de 12 pacientes recibieron placebo. Los desenlaces en actividad y gravedad se evaluaron a las 24 y 52 semanas respectivamente; los cambios observados en esos periodos no mostraron diferencias significativas entre ambos grupos. La frecuencia de éxito o falla no fue distinta entre los grupos. Existió falla al tratamiento en 69% de los pacientes con rituximab y en 48% de los tratados con placebo (p = 0.75). No hubo tampoco dife- rencia en los puntajes de calidad de vida. Los efectos se- cundarios fueron más frecuentes en el grupo tratado con rituximab, siendo moderados a graves en 5 de 8 casos. Dos casos que recibieron rituximab desarrollaron neu- ropatía óptica y uno en el grupo de placebo. Con estas bases el estudio demostró que el rituximab no tiene be- neficios adicionales sobre el placebo y se asoció con un perfil de efectos secundarios no despreciable. Ventajas de la ablación tiroidea total en la OA leve a moderada Se han realizado algunos estudios clínicos aleatorios en pacientes con OA leve a moderada, en los que se com- para la realización de tiroidectomía asociada con dosis altas de esteroides intravenosos con o sin una dosis abla- tiva subsecuente de yodo radiactivo. La hipótesis de esta combinación de tratamientos considera que la reducción rápida de antígenos tiroideos mejorará el desenlace de la OA. En un estudio clínico prospectivo de aleatorio se ob- servó que el desenlace final fue similar en ambos grupos, pero el tiempo para el mejor desenlace posible fue más rápido en los que recibieron, además, la dosis ablativa de 131I (3 vs 24 meses, p = 0.0436). Otros fármacos para el tratamiento de OA Se han empleado otros fármacos, como análogos de so- matostatina, inmunoglobulina intravenosa, ciclosporina, ciamexoma, colchicina, triamcinolona intraocular, aza- tioprina y metotrexato en el tratamiento de la OA, con una eficacia marginal o no probada. Utilidad de radioterapia orbitaria en la OA moderada a grave El fundamento para utilizar radioterapia orbitaria (RTO) en la orbitopatía autoinmunitaria se basa tanto en su efecto antiinflamatorio como en la radiosensibilidad de los linfocitos intraorbitarios, y en la capacidad de la ra- diación sobre los fibroblastos para reducir la síntesis y secreción de glucosaminoglucanos. La dosis acumulada de RTO que de manera común se utiliza para cada ojo es de 20 Gy (2 000 rads), frac- cionada en 10 dosis durante un periodo de dos sema- nas. Se ha reportado una respuesta similar con una dosis acumulada de 10 Gy en un periodo de 2 semanas y una respuesta ligeramente mejor, con menor frecuencia de efectos secundarios, utilizando un protocolo mas prolon- gado donde se administró 1 Gy por semana durante 20 semanas. A partir de los estudios clínicos realizados se puede concluir que la RTO no previene la progresión de la OA leve a una forma más grave y no debe emplearse en pa- cientes con OA inactiva. La RTO tiene efectos positivos sobre las alteraciones de la movilidad ocular de inicio re- ciente y sobre los tejidos blandos oculares. No tiene efec- to sobre la proptosis ni sobre la función muscular que se http://booksmedicos.org http://booksmedicos.org © E di to ria l E l m an ua l m od er no F ot oc op ia r s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 174 • Endocrinología clínica de. . . (Capítulo 16) encuentre afectada durante largo tiempo. La eficacia de la RTO es incierta en la neuropatía óptica. La RTO tiene un efecto similar a los glucocorticoides sobre la movilidad ocular (46 vs 50% respectivamente) en OA leve a moderada. El efecto positivo de la RTO es mayor si el paciente recibe al mismo tiempo esteroides intravenosos u orales (69 a 87% de respuesta) que cuan- do se administra sólo esteroides (29 a 38%). La respuesta es mejor y el tratamiento se tolera mejor si el esteroide es intravenoso (87.8 vs 63.4%, p < 0.02). Se sugiere que en pacientes con neuropatía óptica se inicie el tratamiento con glucocorticoides intravenosos y si no existe respuesta en 1 a 2 semanas se administre un segundo curso de esteroides intravenosos junto con radioterapia. La RTO se asocia con cataratas en 10 a 12% de los casos seguidos prospectivamente. El consenso del EUGOGO basado en estudios prospectivos que mues- tran mayor riesgo de alteraciones microvasculares en diabéticos e hipertensos, establece que la RTO es una contraindicación absoluta en pacientes con retinopatía diabética e hipertensión importante. Por el riesgo teórico de neoplasias a largo plazo, tampoco los pacientes meno- res de 35 años deberán recibir RTO. Indicaciones del tratamiento quirúrgico en la OA El objetivo de la cirugía orbitaria de rehabilitación es mejorar la función (diplopía y daño corneal) y reducir la proptosis, retracción palpebral y el prolapso de la grasa orbitaria. La cirugía se realiza cuando la enfermedad está inactiva y estable durante al menos seis meses. Sin em- bargo, en la OA que pone en riesgo la visión, la cirugía descompresiva se deberá realizar de inmediato. La cirugía de rehabilitación orbitaria incluye alguno de los siguientes procedimientos: descompresión orbita- ria, corrección de estrabismo, alargamiento palpebral y blefaroplastía. La descompresión orbitaria se realiza en forma inicial debido al efecto que tiene sobre la movili- dad ocular y la abertura palpebral. En forma subsecuente se corregirán los músculos extraoculares y por último se realizará la cirugía de párpados. Para la cirugía orbitaria se necesita la evaluación de los huesos de la órbita y los senos paranasales con to- mografía computarizada. La resonancia magnética de las órbitas no es necesaria para planear el procedimiento quirúrgico. Sin embargo, permite una mejor evaluación de los tejidos intraorbitarios y de la posibilidad de neu- ropatía óptica. Existen diferentes procedimientos quirúrgicos para la descompresión orbitaria. La estrategia quirúrgica ópti- ma depende si hay neuropatía óptica y del grado de prop- tosis. En los pacientes con neuropatía óptica es necesaria la descompresión de la pared orbitaria posteromedial. En los enfermos con proptosis se recomienda remover la pared lateral de la órbita con excisión de la grasa para reducir el riesgo de diplopía posoperatoria. En los casos con proptosis moderada se requiere remover la pared medial y lateral de la órbita (descompresión balancea- da), de manera ocasional se requiere remover también la pared inferior de la órbita. La reducción de la proptosis depende del número de paredes removidas sin importar si se retira o no tejido graso intraorbitario. Sin embargo, en caso de proptosis leve se puede remover sólo la grasa intraconal con lo que se reduce en promedio 2 mm y hasta 3 mm si es > 25 mm. Las complicaciones incluyen la restricción de la movilidad ocular con desarrollo de diplopía que principalmente ocurre cuando se retira la pared medial, fuga de líquido cerebroespinal, lesiones del nervio oculomotor, hipoestesia infraorbitaria, lesión del nervio óptico con pérdida de visión. BIBLIOGRAFÍA Almeda-Valdés P, Cuevas-Ramos D, Gómez-Sámano MA, Cár- denas-Velázquez F, Pérez-Enríquez B, Abundes Corona A, Gómez-Pérez FJ: Favorable effect of bromocriptine and pentoxifyllinein mild to moderate Graves’ disease orbi- topathy. A randomized, controlled, single-blinded, clinical trial. Abstract SUN-435, June 16, 2013. The Endocrine Society’s 95th Annual Meeting and Expo. Bahn RS, Burch HB, Cooper DS, Garber JR, Greenlee MC, Klein I, Laurberg P, McDougall IR, Montori VM, Rivkees SA, Ross DS, Sosa JA, Stan MN: Hyperthyroidism and other causes of thyrotoxicosis: management guidelines of the American Thyroid Association and American Associa- tion of Clinical Endocrinologists. 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