Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
16Capítulo Rosaura Hernández-Rivas Dulce María Delgadillo José Miguel Sierra-Miranda Clemente Salvador García-Tunales Contenido ■ Características generales del agente causal ■ Ciclo biológico ■ Factores de virulencia ■ Manifestaciones clínicas ■ Sistema inmunitario: mecanismos de supervivencia del parásito y enfermedad ■ Variación antigénica ■ Diagnóstico ■ Tratamiento ■ Profi laxis ■ Distribución geográfi ca ■ Caso clínico defi ne en este subfi lo es la compleja disposición de estructu- ras apicales conocidas como complejo apical, formado principalmente por rioptrias y micronemas, las cuales par- ticipan en la entrada del parásito a su célula blanco y des- aparecen en las etapas que no son invasivas. Hasta la fecha se conocen más de 100 especies de Plasmodium que infectan a mamíferos, aves y reptiles (WHO, 2008). Ciclo biológico El paludismo, enfermedad que afecta al humano, es causada por cuatro especies del género Plasmodium: P. vivax, P. ma- lariae, P. ovale y P. falciparum; esta última provoca las for- mas más graves de la enfermedad. Es un parásito que se transmite de una persona a otra mediante la picadura de la hembra del mosquito Anopheles. Plasmodium tiene un ciclo de vida complejo que alterna entre dos huéspedes (un ver- tebrado y un mosquito), en los que tienen lugar etapas de desarrollo muy diferenciadas. En el huésped vertebrado (humano) se llevan a cabo dos tipos de ciclos asexuales (fi - gura 16-1); el primero se observa cuando el esporozoíto, que es la fase infectante para el ser humano, es inoculado duran- te la picadura del mosquito y llega al hígado. Ahí los parási- tos se introducen en los hepatocitos debido a que su parte anterior está constituida por su complejo apical; una vez en las células, se reproducen asexualmente mediante el proce- so de reproducción denominado esquizogonia, en el cual un Preguntas de evaluación inicial 1. ¿Cuál es la especie de parásito que produce las formas más graves de paludismo y por qué? 2 . ¿Cuál es el medicamento suministrado para eliminar las for- mas hepáticas de P. vivax y P. ovale? 3 . ¿Qué función desempeñan la variación antigénica y la ci- toadherencia en el desarrollo de las formas más graves de paludismo? 4 . ¿Qué medidas profi lácticas podrían aplicarse en México para eliminar los casos de paludismo? 5 . ¿Qué importancia tiene comprender la forma en que se regu- la la expresión de los genes var? Características generales del agente causal El paludismo es la enfermedad parasitaria más importante en el mundo y, con excepción de la tuberculosis, es la que más decesos provoca cada año. El organismo que produce el paludismo es un protozoario del género Plasmodium perte- neciente al phylum Apicomplexa. La característica que lo Paludismo (malaria) parásito se divide por fi sión múltiple generando millares de nuevos microorganismos, y cuando éstos maduran, destru- yen la célula huésped. En el caso del ciclo hepático de P. vi- vax y P. ovale, algunos parásitos detienen su desarrollo en el hígado en forma de hipnozoítos. Ésta es una forma del pará- sito que permanece latente y que puede activarse por factores aún no determinados. Cuando estos hipnozoítos se reactivan, continúan su desarrollo y producen nuevos merozoítos, lo que provoca la recaída de los pacientes en los que aparente- mente se había eliminado la enfermedad. Los merozoítos son capaces en ese momento de infectar los glóbulos rojos y se inicia el segundo ciclo asexual. Una vez en el torrente sanguíneo, el merozoíto invade al glóbulo rojo de la misma manera como infectó al hepato- cito, con lo que comienza la fase eritrocítica. En el interior del glóbulo rojo, el merozoíto se diferencia en una forma joven conocida como anillo; a continuación forma un trofo- zoíto que da origen al esquizonte eritrocítico (célula multi- nucleada resultante de la esquizogonia), que al madurar li- bera de 8 a 32 merozoítos en la circulación sanguínea. Estos merozoítos pueden invadir a otros eritrocitos sanos e iniciar nuevamente la esquizogonia. Después de la invasión del eri- trocito, algunos parásitos pueden diferenciarse a gametocitos masculino y femenino (gametocitogénesis o gametogénesis) denominados micro o macrogametocitos, respectivamente, que son las formas sexuales del parásito e infectantes para la hembra del mosquito (Anopheles), tras la picadura de éste a un individuo infectado con Plasmodium. Después de estos eventos, los gametocitos continúan su diferenciación en el in- terior del intestino del mosquito hasta convertirse en game- tos, micro o macrogametos, según sea el caso. Posteriormente ocurre la fecundación entre los game- tos, lo que originará un cigoto que se transformará en ooci- neto, forma móvil capaz de atravesar la pared intestinal del mosquito para que en la parte externa del intestino se dife- rencie en ooquiste. En éste se lleva a cabo la síntesis del DNA seguida de gran cantidad de divisiones celulares que generan miles de esporozoítos, los cuales migran hacia la glándula salival del mosquito, donde sufren modifi caciones que los preparan para infectar al siguiente huésped: el hu- mano. En forma adicional al ciclo de vida del parásito, Plas- modium también puede infectar a una persona mediante Esporozoítos Merozoítos Trofozoíto Gametocitos Glándulas salivales Esporozoítos Intestino Ooquiste Oocineto Cigoto Gametos A B Glóbulos rojos Figura 16-1 Ciclo de vida de Plasmodium falciparum. A, Un mosquito infectado pica a una persona e inyecta esporozoítos a través de su saliva. Los esporozoítos migran hacia el hígado, donde se reproducen asexualmente para dar origen a miles de merozoítos que se liberan en el torrente sanguí- neo. En la sangre, los merozoítos infectan a los eritrocitos, dentro de los cuales se desarrollan de manera sucesiva en las formas de anillo y trofozoí- to. A continuación el parásito multiplica sus núcleos y produce una forma multinucleada llamada esquizonte. A partir de ella se liberan de 8 a 32 merozoítos capaces de invadir nuevos glóbulos rojos. Una pequeña proporción de merozoítos se diferencia en gametocitos. B, El mosquito hembra adquiere los gametocitos durante la ingestión sanguínea al picar a un individuo infectado. En el intestino del mosquito los gametocitos se diferen- cian en gametos femeninos y masculinos, los cuales se fusionan para formar un cigoto. El cigoto da origen a una forma móvil: el oocineto (también llamado ooquineto), el cual es capaz de atravesar la pared del intestino del mosco para formar el ooquiste. En el interior de este último se generan miles de esporozoítos, mismos que migran a las glándulas salivales del mosquito para terminar su diferenciación y adquirir la capacidad de invadir a su nuevo huésped: el humano. Capítulo 16 Paludismo (malaria)128 transfusiones de sangre, ya que el parásito puede sobrevivir hasta dos semanas en la sangre refrigerada. En estos casos se transmiten las formas eritrocitarias, por lo que las personas infectadas no tendrán ciclo exoeritrocitario denominado hepático. Otra forma de transmisión, aunque poco probable, es que el mosquito anofelino sea transportado de un lugar a otro (p. ej., en un avión procedente de una zona endémica) y escape a una región en la que no existe la enfermedad, con su consecuente expansión (Miller, 1994; Clark, 2000). Es factible que ocurra la transmisión congénita, pues una mu- jer embarazada con parasitemia puede transmitir al feto los parásitos intraeritocíticos vía transplacentaria. Factores de virulencia La morbilidad y mortalidad relacionadas con el paludismo se deben en buena medida a las propiedades de adhesión que adquieren los eritrocitos infectados (EI) por P. falcipa- rum. Los EI son capaces de unirse a las células endoteliales que recubren los vasos sanguíneos mediante un fenómeno de adhesión conocido como citoadherencia; de esta forma, los EI quedan secuestrados en el endotelio vascular. Unas pequeñas protuberancias electrodensas,conoci- das como knobs, median esta adhesión y se encuentran en la superfi cie de los eritrocitos infectados por trofozoítos y es- quizontes. Los knobs están ausentes en los eritrocitos infec- tados por las formas de anillo del parásito, por lo que éste es el único estadio que se encuentra en sangre circulante. La citoadherencia de los EI a la célula endotelial del humano confi ere dos ventajas de supervivencia del parásito: a) un ambiente microaerofílico ideal para su maduración, y b) elusión de la acción del bazo para no ser destruido. Además del fenómeno de secuestro, los EI pueden adherirse median- te los knobs con eritrocitos no infectados para formar rose- tas, o bien unirse a otros EI y constituir complejos de auto- aglutinación. El secuestro de los EI, el de las rosetas y el de los complejos de autoaglutinación a los receptores presentes en las células endoteliales de los capilares que irrigan ciertos órganos conducen a trombos que ocasionan la alteración del fl ujo sanguíneo, lo que promueve las disfunciones metabóli- cas que producen las principales manifestaciones de la enfer- medad. Por ejemplo, si este secuestro ocurre en la placenta se desarrolla el paludismo maternal; si se presenta en el pulmón da origen a edema pulmonar, y si sucede en el endotelio del cerebro conduce al desarrollo de paludismo cerebral (fi gura 16-2). Ligandos de citoadherencia de los eritrocitos infectados a las células endoteliales Debido a su papel central en la patogenia, la citoadherencia ha sido objeto de muchos estudios. En la actualidad se sabe que la unión de los EI a las células endoteliales se realiza de manera específi ca mediante la unión entre moléculas deri- vadas del parásito, que se encuentran en los knobs (ligan- dos), y las proteínas que se expresan sobre la superfi cie de las células endoteliales (receptores). Algunos ejemplos de estos receptores son ICAM-1, CD36, CSA, TSP y VCAM-1. El li- gando es una proteína de membrana presente en la superfi - cie del eritrocito infectado por P. falciparum denominada PfEMP-1 (Plasmodium falciparum erythrocyte membrane protein 1). Dicha proteína tiene peso molecular variable, es insoluble en detergente y altamente sensible a la digestión con tripsina. Además, PfEMP-1 tiene función dual, ya que interviene en la citoadherencia y la variación antigénica, es decir, P. falciparum evade la respuesta inmune de su hués- ped al variar en cada punto máximo de parasitemia a la pro- teína PfEMP-1. Recientemente se han identifi cado en la superfi cie del eritrocito infectado tres nuevas proteínas transmembrana- les denominadas rifi nas, stevor y Pfmc-2TM, las cuales, al igual que PfEMP-1, varían en cada pico de parasitemia, lo que sugiere que estas nuevas proteínas están sujetas a una presión inmune directa y, por tanto, participan en la varia- ción antigénica. Manifestaciones clínicas Las infecciones por Plasmodium inducen un amplio espectro de síntomas en el humano, desde parasitemias asintomáticas hasta enfermedades graves con resultados fatales. P. vivax, P. ovale y P. malariae causan con frecuencia las enfermedades menos peligrosas. Hasta la fecha, prácticamente toda la mortalidad en el mundo se vincula a P. falciparum. Las ma- nifestaciones clínicas que se producen en personas que por primera vez adquieren la infección son similares al inicio de otros procesos de infección generalizada, como fi ebre, ma- lestar general, cefalea, náuseas y vómitos, por lo que en esta etapa difícilmente se sospecha de una infección producida por Plasmodium. Después de algunos días empiezan a ocu- rrir los accesos palúdicos durante un determinado momen- to del día y tienen una duración de aproximadamente 60 minutos. Al comienzo el paciente siente una sensación de frío intenso que le provoca escalofríos, adopta posición fe- tal, castañetea los dientes y necesita abrigo. Este periodo dura pocas horas y se acompaña de una caída de la presión arterial, aceleración del pulso, cefalea, náuseas y vómito. A esto le sigue una sensación de calor, presentándose tempera- turas hasta de más de 38 °C; el enfermo en ocasiones llega a delirar y manifestar sed intensa. Por último aparece sudor generalizado y sensación de alivio; la orina se torna amarilla cetrina, dejando una sensación de debilidad. Todo el acceso llega a extenderse de 8 a 12 horas. Cada acceso palúdico ocurre en tiempos variables, según las especies; así, P. vivax, P. falciparum y P. ovale producen accesos cada 48 horas, por lo que se les denomina fi ebres tercianas, y a P. malariae se le llama cuartana pues ocurre cada 72 horas. Manifestaciones clínicas 129 El hecho de que los EI tienden a adherirse al endotelio presente en los vasos sanguíneos conduce a que, además de los accesos palúdicos, se presenten manifestaciones cere- brales, renales, anemia grave y otras, por lo que en este mo- mento el paciente ya muestra un cuadro de paludismo grave o complicado y requiere de un manejo terapéutico apropia- do. Esto se presenta en las infecciones por Plasmodium fal- ciparum, por lo que a la fi ebre producida por esta especie se le llama fi ebre maligna, a diferencia de la producida por las otras tres especies, a la cual se denomina fi ebre benigna. Anemia grave Esta complicación secundaria es la más común a Plasmodium, y se debe a la destrucción del eritrocito infectado en las fases tardías del ciclo asexual y las afecciones en bazo o médula ósea, o ambos. De esta forma, la lisis masiva de EI infectados conduce a la disminución del número general de eritrocitos. Paludismo cerebral Enfermedad que surge como efecto de la unión de los EI a las células endoteliales del cerebro. Los pacientes con palu- dismo cerebral muestran cantidades elevadas de ICAM-1, receptor de trombina y CD36, a los que se unen los EI, lo que ocasiona hipoxia local, convulsiones, estupor y coma. Complicaciones metabólicas Las complicaciones metabólicas producidas por la presencia de P. falciparum son la acidosis respiratoria y la hipogluce- mia, sobre todo en pacientes tratados con quinina. En la mayoría de los casos la acidosis metabólica se acompaña de altos niveles de lactato. Desde el punto de vista clínico, los factores que parecen ser importantes en esta afección son la reducción de volumen de eritrocitos circulantes y, por tanto, menor capacidad para transportar oxígeno. N P V P PfEMP-1 PfEMP-3 KAHRP RIFIN STEVOR PfMC-2TM SURFIN SEQUESTRIN PfALHESIN Figura 16-2 Knobs. Su función en la citoadherencia de los eritrocitos infectados y sus implicaciones en el desarrollo de las manifestaciones más graves del paludismo. Una vez que el merozoíto infecta al eritrocito, empieza a remodelar la superfi cie del eritrocito que infecta, con lo que se ge- nera una nueva entidad biológica conocida como eritrocito infectado (EI). Una de las modifi caciones más evidentes es la aparición de protuberan- cias denominadas knobs, que se observan en los EI por trofozoítos y esquizontes. Los knobs están constituidos por moléculas sintetizadas por el parásito (PfEMP-3, proteína de membrana del eritrocito infectado por P. falciparum 3; PfEMP-1, proteína de membrana del eritrocito infectado por P. falciparum 1; KAHRP, proteína asociada al knob y rica en histidinas), las cuales son exportadas hacia la superfi cie del EI, así como por componen- tes propios del eritrocito (actina, espectrina, ankirina y la proteína de la banda 3). Así, el EI se une a los receptores de los vasos sanguíneos a través de estos knobs, o bien es capaz de formar complejos. La unión del EI y de los complejos conduce a la obstrucción del fl ujo sanguíneo, a la hipoxia y produce daño al órgano específi co, lo que conlleva al desarrollo de las manifestaciones más importantes del paludismo. Capítulo 16 Paludismo (malaria)130 Insufi ciencia renal Los cambios patológicos de la insufi ciencia renal en infec- ciones producidas por P. falciparum provocan necrosis tu- bular aguda, esto es más común en personas tratadascon quinina. Edema pulmonar El edema pulmonar semeja el cuadro observado por una sepsis consecutiva a bacterias gramnegativas. Paludismo maternal Esta anomalía se explica en parte por la infección local en la placenta, dado que los EI quedan secuestrados en ella me- diante el receptor condroitín sulfato A (CSA), muy enri- quecido en este órgano. La consecuencia de este secuestro es un pobre crecimiento fetal que conduce a que los recién na- cidos tengan bajo peso corporal o a que las madres sufran abortos espontáneos. Se ha señalado parasitemia elevada en gestantes, sobre todo en primíparas, en el tercer trimestre del embarazo, lo que guardaría atenuación con la respuesta inmunitaria durante la gestación. El aborto y el parto pre- maturos suelen estar relacionados con los accesos palúdi- cos. La placenta por lo general contiene vasos congestivos con glóbulos rojos parasitados, lo cual puede alterar la fun- ción del feto y ser causante de muerte fetal o aborto; estas alteraciones son notorias en el lado maternal de la placenta, pues en su lado fetal no se observan parásitos Sistema inmunitario: mecanismos de supervivencia del parásito y enfermedad Durante el ciclo eritrocítico, productos solubles de Plasmo- dium spp actúan como toxinas y estimulan a los macrófagos para liberar citoquinas proinfl amatorias (p. ej., el factor de necrosis tumoral � [TNF-�] e IL-1). Estas moléculas inciden sobre muchos otros sistemas celulares, como el endotelio vascular. Además, antígenos del parásito estimulan a las células T para que produzcan interferón γ (IFN-γ) y otras ci- toquinas que conducen a la producción de TNF-�. Ambas citoquinas (IFN-γ y TNF-�) tienen función importante en el desarrollo de la anemia diseritropoyética y la sobreexpresión del receptor endotelial ICAM-1. El incremento de la expre- sión de ICAM-1 en el cerebro conduce a un mayor secuestro de los EI, hipoxia, coma y muerte por paludismo cerebral. Con base en lo anterior, se ha propuesto que el paludismo grave es resultado de varios sucesos: a) inducción de las cito- quinas por las toxinas liberadas por el parásito; b) incremento de la expresión y redistribución de los receptores endotelia- les, ya sea por el parásito per se o a través de las citoquinas; c) bloqueo del fl ujo sanguíneo, y d) daño grave en el órgano afectado. Variación antigénica Si bien el secuestramiento de los EI a las células endoteliales es un mecanismo importante que le permite sobrevivir en su huésped y evitar su eliminación en el bazo, P. falciparum desarrolló un segundo mecanismo para mejorar su supervi- vencia y proliferación en el huésped. Se trata de la variación antigénica, una modalidad que diversos organismos (bacte- rias, virus y parásitos) emplean para contrarrestar la reac- ción inmunitaria de su huésped al reemplazar de manera regular los antígenos que exponen en su superfi cie, con lo que eluden el ataque del sistema inmunitario del huésped. Cabe preguntar, sin embargo, ¿por qué un parásito in- tracelular revela su presencia al sistema inmunitario del huésped al insertar sus propias proteínas en la membrana del eritrocito que infecta? Esta acción aparentemente suici- da en realidad no lo es; al contrario, es indispensable para que a través de PfEMP-1 los EI reconozcan al receptor endotelial, con lo cual queden secuestrados y así evitan su destrucción en el bazo. La proteína PfEMP-1 varía en una proporción de 2% por generación tasa de recambio sufi ciente para impedir su reconocimiento y subsecuente destrucción. Esto produce elevaciones de parasitemia caracterizadas por la presencia de una proteína PfEMP-1 diferente. Tal varia- ción no ocurre sólo durante la infección en el huésped, sino también de modo espontáneo en un cultivo de parásitos in vitro en ausencia de presión del sistema inmunitario. Los mecanismos moleculares que controlan la variación antigé- nica han comenzado a dilucidarse y se sabe que a la proteína PfEMP-1 la codifi ca una familia multigénica denominada var. Los 60 miembros de esta familia están distribuidos en las regiones centrales de los 14 cromosomas del parásito, pero principalmente en su región subtelomérica. La regula- ción de la expresión de los genes var ocurre a nivel transcrip- cional, en donde un solo gen se encuentra activo mientras que los 59 restantes no. La expresión de estos genes no requie- re rearreglos genómicos, es decir, la activación ocurre in situ, sin importar cuál sea su ubicación en el cromosoma (Kyes, 2001; Scherf A, 2008). Diagnóstico El paludismo se considera la primera parasitosis a nivel mundial debido a que todos los años causa la muerte de 1.5 a 2.7 millones de personas en todo el orbe (OMS, 2008). La mortalidad secundaria al paludismo se explica porque el diagnóstico es poco acertado y sus principales manifestacio- nes clínicas (como fi ebre, cefalea y náuseas) se confunden Diagnóstico 131 con los síntomas de otros padecimientos, como el resfriado común. Si esta enfermedad no es bien diagnosticada, sobre todo la que produce P. falciparum, puede progresar a formas más graves que pueden ser fatales. Por ello, el establecimien- to y el empleo de métodos que permitan establecer un diag- nóstico rápido y certero son prioritarios. El método más utilizado para el diagnóstico del palu- dismo es la técnica del frotis de sangre; para esta modalidad se coloca una gota de sangre infectada en un portaobjetos limpio. Con una segunda lámina se esparce una película muy fi na de sangre, debe dejarse secar, fi jarse, colorearse con Giemsa y entonces se le observa al microscopio. Este método permite conocer el grado de parasitemia del indivi- duo y mediante análisis morfológico de los parásitos presen- tes en las muestras es factible diagnosticar la especie. Esta información es importante al precisar el diagnóstico e indi- car el tratamiento de la enfermedad. Una desventaja es su escasa sensibilidad, puesto que se requiere una parasitemia mínima de 50 parásitos/μl de sangre. En un intento por mejorar la detección de parásitos en un frotis se han ideado las técnicas de inmunofl uorescencia, en las cuales se le aña- den colorantes fl uorescentes al frotis que tienen afi nidad por los ácidos nucleicos; ejemplos de estos colorantes son el naranja de acridina y la purina de benzocarboxilo. Este mé- todo funciona muy bien para P. falciparum, pero no para las otras especies que infectan al humano (López, 2001). La técnica de reacción en cadena de la polimerasa no es un método rápido de diagnóstico, ya que consume más de una hora en comparación con el frotis, que sólo requiere de 20 minutos. Sin embargo, su ventaja radica en su sensibi- lidad porque con ella se pueden detectar cinco o menos pa- rásitos en cada microlitro de sangre. Otra ventaja que ofrece es que algunas de sus variantes, entre las que se cuentan la PCR anidada o la PCR múltiple, permiten determinar con bastante certeza la especie de Plasmodium al amplifi car la subunidad grande del RNA ribosómico y el gen de la proteí- na del circunesporozoíto (Bouergeois, 2009). En fechas recientes salieron al mercado técnicas de diagnóstico rápidas (PDR) no microscópicas, como los Dipstick (tira reactiva). Estas técnicas incluyen las inmuno- cromatografías ICT-Malaria, OptiMAL y Determine. Todas estas pruebas se basan en la detección de la proteína rica en histidina (HRP) específi cas de las infecciones producidas por P. falciparum o la enzima deshidrogenasa láctica o aldo- lasa, las cuales están presentes en las cuatro especies que causan el paludismo en el ser humano. También tiene poco tiempo que se han empezado a de- sarrollar algunos métodos de Dipstick para diagnosticar a las otras especies de Plasmodium, pero hasta ahora los resulta- dos no son del todo alentadores. La ventajas del empleo de estas pruebas es que resultan muy fáciles de realizar en luga- res en donde por problemas de infraestructura no se puede llevar a cabo la prueba de gota gruesa, ya que no es factibleel uso de un microscopio. Pero de ninguna forma sustituyen al frotis, ya que se ha encontrado que la prueba de Dipstick ha arrojado falsos negativos y no es cuantitativa, lo que en oca- siones ha propiciado que pasen desapercibidos algunos casos de paludismo, lo que retrasa su diagnóstico (Moody, 2002; Arrópide, 2006; Perkins, 2008). La detección de anticuerpos anti-P. falciparum en el suero de los pacientes tiene una baja sensibilidad para el diag- nóstico de paludismo. Se utiliza en determinados casos en los que la microscopia es negativa por la toma de medicamen- tos o en los bancos de sangre. La técnica habitual es una in- munofl uorescencia (P. falciparum-spot IF) (Arrópide, 2006). Tratamiento Algunos de los fármacos antipalúdicos incluyen doxicicli- na, proguanilo, pirimetamina y primaquina, que destruyen a los parásitos que se encuentran en el hígado. Por su parte, cloroquina (CQ), quinina, sulfadoxipirimetamina (SP) y mefl oquina (MFQ) actúan sobre los parásitos que infectan los glóbulos rojos (Eastman RT, 2009); sin embargo, Plas- modium ha desarrollado resistencia a estos agentes quími- cos. La consecuencia de esto ha sido una nueva elevación en los índices de morbilidad y mortalidad de la enfermedad a nivel mundial, por lo que se ha enfatizado la necesidad de buscar fármacos efectivos contra el parásito y establecer nuevas conductas que permitan erradicar esta parasitosis. La Organización Mundial de la Salud recomienda que cual- quier país que enfrente la resistencia a su terapia antipalúdica de primera línea de un solo fármaco la cambie por la terapia combinada, preferentemente usando artemisinina (ART), sustancia extraída de la planta Artemisia annua, empleada en la medicina tradicional china. La ART ha mostrado una eliminación más rápida de las formas parasitarias en sangre; este compuesto es una lactona sesquiterpénica que se cree produce daños media- dos por radicales libres al microorganismo causante del paludismo. Algunos derivados de la ART son el artemeter (ATM), el artesunato (AS) o la dihidroartemisina (DHA), y todas estas sustancias alcanzan rápidamente en el ser huma- no un nivel plasmático elevado que conduce a la eliminación del parásito en un periodo de 1 a 3 horas. Sin embargo, es necesario que el efecto antipalúdico se conserve por más tiempo en los pacientes, por lo que en la actualidad se ha implementado una terapia que combina el uso de ART o alguno de sus derivados con fármacos que presentan un efecto de mayor duración, aunque menos efectivo contra el parásito en el organismo. A este tipo de tratamiento se le llama terapia combinada basada en artemisina (TCA). Actualmente se recomiendan cuatro esquemas de (TCA): artemeter-lume- fantrina (Coartem®), amodiaquina artesunato, artesunato-SP y mefl oquina-artesunato (Perkins, 2008; Eastman, 2009). No obstante, los cambios en las políticas farmacológi- cas son lentos y costosos. La mayor desventaja de la adop- ción de la TCA como tratamiento antipalúdico de primera línea en la mayoría de países ha sido que su costo es 8 a 10 Capítulo 16 Paludismo (malaria)132 Antiparasitario Adultos Pediátrico Tratamiento de elección Atovaquona/proguanil (combinado)* Presentación: 250 mg/100 mg, 4 tabletas/día/3 días acompañada con alimentos Presentación: 62.5 mg/25 mg <5 kg no recomendado; 5-8 kg: 2 tabletas/día/3 días; 9-10 kg: 3 tabletas/día/3 días; 11-20 kg: 1 tableta de adulto/día/3 días; 21-30 kg: 2 tabletas de adulto/día/3 días; 31-40 kg: 3 tabletas de adulto/día/3 días >40 kg: 4 tabletas de adulto/día/3 días Sulfato de quinina + doxiciclina o + tetraciclina o + clindamicina 600 mg c/8 h/3 días o 7 días + (doxi) 100 mg /7 días o + (tetra) 250 mg /7 días o + (clinda) 20 mg/kg/día/7 días (quin) 30 mg/kg/día en 3 dosis /3 o 7 días + (doxi) 4 mg/kg/día en 2 dosis /7 días + (tetra) 25 mg/kg día en 4 dosis/7 días + (clinda) 20 mg/kg/día en 3 dosis/3 o 7 días Tratamiento alternativo Mefl oquina (muy tóxico) 1ª dosis: 750 mg y 12 h después con 500 mg/día por 7 días 1ª dosis: 15 mg/kg, y 12 h después con 10 mg/kg por 7 días Artemeter /lumefantrina 4 tabletas /dosis, a los siguientes intervalos: 0, 8, 24, 36, 48 y 60 horas Igual que en los adultos, pero con las siguientes dosis: <15 kg: 1 tableta/dosis 15-25 kg: 2 tabletas/dosis 25-35 kg: 3 tabletas/dosis >35 kg: 4 tabletas/dosis Artesunato. Si hay resistencia del parásito, se recomienda el tratamiento marcado con un asterisco 4 mg/kg/día por 3 días 4 mg/kg/día por 3 días • Cuadro 16-1 Tratamiento antiparasitario para el paludismo veces más alto que sólo la cloroquina o el SP. A fi n de elimi- nar el paludismo en zonas en donde la enfermedad es pro- ducida por P. vivax o P. ovale se requiere del desarrollo de pruebas que detecten hipnozoítos, lo que ayudaría a un me- jor empleo de la droga 8-aminoquinolina que los destruye (Eastman, 2009) (cuadro 16-1). En áreas donde hay infecciones con P. vivax, y éste es resistente a cloroquina, se procede al tratamiento con me- fl oquina, o atovaquona/proguanil, seguido de fosfato de pri- maquina 30 mg/día por 14 días, y en los niños 0.6 mg/kg/día por 14 días. Como tratamiento alternativo, cloroquina a 25 mg/kg en tres dosis durante 48 horas en adultos y en niños, o bien sulfato de quinina a 650 mg c/8 horas por 3 a 7 días, y en niños es de 30 mg/kg/día en tres dosis, de 3 a 7 días más doxiciclina a 100 mg/día por 7 días, o en niños 4 mg/kg/día en dos dosis por 7 días. Como tratamiento preventivo se ad- ministra atovaquona/proguanil, doxiciclina, mefl oquina o fosfato de primaquina. En casos de recaídas se administra fos- fato de primaquina. Profi laxis El control del paludismo se ha realizado sobre todo a dos niveles: a) empleo de medicamentos antipalúdicos que ac- túan de manera directa sobre el parásito para prevenir el comienzo de la enfermedad, detener su avance en pacientes infectados y atenuar la transmisión de la enfermedad en las poblaciones, y b) aplicación de insecticidas que dañan al vector (WHO, 2008). A fi n de disminuir el riesgo de adquirir la enfermedad se han instituido tres medidas: a) eliminar los cuerpos de agua o los charcos en los cuales se pueden desarrollar las larvas del mosquito Anopheles; b) erradicar las larvas mediante el empleo de larvicidas químicos o métodos bioló- gicos; por ejemplo, el uso de pescados larvívoros, como Gambusia o Lebistes, y c) reducir el contacto del humano con el mosquito al utilizar ropa protectora, así como utilizar repelentes y mallas de alambre fi no o mosquiteros en las camas. Para viajeros a zonas en donde el paludismo es endé- mico y cuya estancia se prolongará por meses, se recomienda un régimen profi láctico que debe comenzar 1 a 2 semanas antes de viajar (un día antes si se trata de proguanil y doxici- clina), y deberá continuar durante todo el tiempo que perma- nezca en la zona palúdica, además de prolongarlo durante cuatro semanas después de su retorno. Los viajeros de es- tancias cortas y muy frecuentes (como periodistas, nego- ciantes, tripulaciones aéreas, etc.) pueden benefi ciarse más adoptando las medidas de protección y autotratamiento que con una profi laxis regulada (Turriente, 2000). Según el riesgo de aparición de resistencia a los antipa- lúdicos, la OMS ha establecido diversas áreas geográfi cas, denominadas A, B y C (fi gura 16-3). La zona A comprende áreas palúdicas que están libres de resistencia a la cloroqui- na. Los países incluidos en la zona B son aquellos donde sí se Profi laxis 133 ha descrito esta resistencia. Por último, la zona C se refi ere a áreas con multirresistencia a los antipalúdicos. La OMS re- comienda cloroquina para la zona A, cloroquina-proguanil para la zona B, y mefl oquina, cloroquina-proguanil o doxi- ciclina (en la frontera de Tailandia-Camboya-Myanmar) para la zona C. El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) recomienda cloroquina para la zona A, mefl oquina para la zona B y mefl oquina o doxiciclina(en la frontera de Tailandia/Camboya/Myanmar) para la zona C. En cualquiera de las zonas donde el riesgo de transmi- sión sea muy bajo (urbes de América Central y del Sur, y Asia) no se recomienda ninguna profi laxis. Es rara la pre- sencia de P. falciparum multirresistente fuera de la frontera antes mencionada. Se ha descrito P. vivax resistente a cloro- quina en Papúa-Nueva Guinea, Irian Jaya, Vanuatu, Myan- mar y Guayana (Turriente, 2000). Distribución geográfi ca El paludismo es considerado como la zoonosis más común y grave a nivel mundial; en el pasado la enfermedad se en- contraba bastante dispersa en el planeta, pero ahora está confi nada a las áreas tropicales más pobres de África, Asia y América Latina. El paludismo es endémico en 91 países, con pequeñas áreas de transmisión en ocho países más. De las cuatro especies de Plasmodium que infectan al humano, P. vivax es la que posee mayor diseminación y la que se lo- caliza más a menudo en regiones templadas del planeta. P. falciparum produce las formas más graves de paludismo y es el más extendido en África, el sur del Sahara y los trópi- cos. P. ovale se localiza casi de manera exclusiva en África tropical; por último, P. malariae está presente en África, Sudamérica y un área de Nueva Guinea. De acuerdo con la OMS, alrededor de la mitad de la población mundial (3 300 millones) está en riesgo de con- traer la enfermedad. Durante el 2006 se registraron 247 mi- llones de casos agudos de paludismo en el mundo, de los cuales 86% ocurrieron en África. El reporte mundial regis- tró que de todos estos casos ocurridos durante 2006, 91% (230 millones) fueron ocasionados por P. falciparum; este parásito provocó 881 000 muertes, de las cuales 85% co- rrespondieron a niños menores de cinco años (WHO, 2008). Aunque el Continente Africano es el más afectado (particularmente en la región subsahariana), se calcula que más de un tercio de los casos de paludismo clínico se pro- ducen en Asia y 3% en el Continente Americano. El costo aproximado para controlar al paludismo en forma efi caz en los 109 países endémicos a esta enfermedad es de US $ 3 200 millones al año (Breman, 2004; Snow, 2005; Conway, 2007; Collins, 2007). En el Continente Americano, alrededor de 3 de cada 10 habitantes presentan algún riesgo de contraer paludismo y la incidencia de este padecimiento durante 2004 fue de 882 361 casos agudos y 156 defunciones (OPS, 2006). En México alrededor de 58% de la superfi cie del terri- torio nacional corresponde a zonas endémicas al paludis- mo. Las áreas de alto riesgo comprenden los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Quintana Roo, Sinaloa, Chi- huahua, Durango y Sonora. Durante las pasadas dos déca- das el número de casos reportados en México disminuyó 97%, por ejemplo, en 2004 sólo se reportaron 3 406 casos, de los cuales 98.5% correspondieron a P. vivax y sólo 1.5% a P. falciparum (OPS, 2006). Caso clínico El siguiente caso de paludismo se presentó en un hombre mexicano de 35 de años de edad que viajó a la ribera del río Níger, en la República de Mali (África occidental), y perma- neció en esa zona durante 30 días. Nueve días después de su Figura 16-3 Distribución geográfi ca y áreas de riesgo del paludismo a nivel mundial. (Tomada de Organización Mundial de la Salud. International travel and health. Ginebra, 2008.) A A C C A B B A C C Macao Hong Kong Singapur Maldivas Comoros Mauricio Cabo Verde Salomón Capítulo 16 Paludismo (malaria)134 regreso a México presentó las primeras manifestaciones clí- nicas caracterizadas por fi ebre de 39 °C durante la tarde y noche, que en un principio fueron controladas con la toma de paracetamol. Además de la fi ebre, al paciente le era im- posible deglutir, sufría dolor de cabeza y pérdida de peso corporal. Una semana después, cuando ingresó al hospital, aún presentaba el cuadro febril acompañado de taquicardia, abdomen distendido y dolor a la palpación en el cuadrante superior derecho del abdomen. Al considerar el cuadro febril y su estancia en un área endémica a paludismo, de inmediato le fueron administra- dos antibióticos y drogas antipalúdicas para contrarrestar cualquier infección. Al mismo tiempo se llevaron a cabo análisis de química sanguínea, citometría hemática, así como la técnica de frotis de sangre. Los resultados de estos estudios revelaron que el paciente presentaba anemia, daño hepático y presencia de eritrocitos infectados con Plasmo- dium. Debido a lo anterior, toda la sintomatología que pre- sentaba este paciente era un cuadro típico de paludismo importado de África. Durante los primeros días de estancia intrahospitalaria, y una vez determinada la causa de la enfermedad y después de varios días de tratamiento antipa- lúdico, la fi ebre y el malestar general disminuyeron. Final- mente, cuando el paciente fue dado de alta, sus análisis de química sanguínea y citometría hemática mejoraron en for- ma notable, además de que en el frotis de sangre ya no se observó la presencia de eritrocitos infectados con Plasmo- dium (Giles, 2006). Bibliografía Arrópide VN, Flores PR, Ruiz CJ. Evaluación de una prueba rápi- da para el diagnóstico de malaria en áreas endémicas del Perú. Rev Peru Med Exp Pública Vol. 23(2). 2006. Bourgeois N, Boutet A, Bousquet PJ, Basset D, Douard-Enault C, Charachon S y Lachaud L. Comparison of the real-time PCR methods with blood smears rapid diagnostic test in Plasmodium sp. infection. Rev Clin Microbiol Infect OP. Publicado en línea 15 de octubre 2009. Breman JG, Alilio MS, Mills A. Conquering the intolerable bur- den of malaria: what’s new, what’s needed: a summary. Am J Trop Med Hyg, 71(2 Suppl): 1-15. 2004. Clark IA, Schofi eld L. Pathogenesis of malaria. Parasitol Today 16:451-454. 2000. Collins WE, Jeff ery GM. Plasmodium malariae: parasite and di- sease. Clin Microbiol Rev 20(4): 579-92. 2007. Conway DJ. Molecular epidemiology of malaria. Clin Microbiol Rev 20(1):188-204. 2007. Craig A, Scherf A. Molecules on the surface of the Plasmodium falciparum infected erythrocyte and their role in malaria pathogenesis and immune evasion. Mol Biochem Parasitol 115:129-43. 2001. Eastman RT, Fidock DA. Artemisinin-based combination thera- pies: a vital tool in eff orts to eliminate malaria. Nat. Rev. Microbiol 7(12): 864-74. 2009. Giles ÁV, Mora FA, García CZ. Paludismo. Reporte de un caso y revisión de la literatura. Médica Sur 13(3):1-3. 2006. Kyes S, Horrocks P, Newbold C. Antigenic variation at the infected red cell surface in malaria. Annu Rev Microbiol. 55:673-707. 2001. López Antuñano F J. La malaria y su sombra: III. Diagnóstico y tratamiento. Rev Fac Med UNAM Vol. 44 (3). Mayo-junio de 2001. Medical Letter, Inc. Th e medical letter on drugs and therapeutics. Drugs for parasitic infections. Th e Medical Letter, Inc., New Rochelle, N.Y. 2010. Miller HL, Good M, Milón G. Malaria pathogenesis. Science. 264:1878-1883. 1994. Moody A. Rapid diagnostic tests for malaria parasites. Clin Micro- biol Rev 15:66-78. 2002. OPS, Plan Estratégico Regional contra la Malaria en las Américas 2006–2010, P.R.d.M.d.l.U.d.E.T.d.l.O.P.d.l. Salud. Editor. Washington. 2006. Perkins MD, Bell DR. Working without a blindfold: the critical role of diagnostics in malaria control. Malar J. 7 Suppl 1:S5. 2008. Scherf A, Lopez-Rubio JJ, Riviere L. Antigenic variation in Plas- modium falciparum. Annu Rev Microbio 62:445-70. 2008. Snow RW et al. Th e global distribution of clinical episodes of Plas- modium falciparum malaria. Nature 434(7030): 214-7. 2005. Turriente MC, López-Vélez R. Aspectos prácticos del diagnóstico de laboratorio y profi laxis de la malaria. Unidad de Medi- cina Tropical y Parasitología Clínica. Hospital Ramón y Cajal. Madrid. Rev Ctrl de Calidad SEIMC. 2000. WHO, World malaria report, N.h. programmes, Editor. WHO Press: Switzerland. 2008. 1. Con el fenómeno de variación antigénica que muestra P. falciparum, ¿es factible el desarrollo de una vacuna?2. ¿Cuál es el tipo de tratamiento recomendado para el con- trol del paludismo? 3. ¿Cómo se explica que con sólo 60 genes var que codifi can la proteína PfEMP-1, P. falciparum sea capaz de causar una enfermedad? Preguntas para refl exionar Preguntas para refl exionar 135 1. P. falciparum, por su capacidad para quedar secuestrado en los epitelios que recubren los vasos sanguíneos y porque presenta la variación antigénica de la proteína PfEMP-1. 2 . La terapia combinada, de preferencia con un fármaco derivado o relacionado desde el punto de vista estructural con arte- misina. Estos fármacos reducen con rapidez los síntomas del paludismo y la densidad parasitaria en sangre. 3 . La citoadherencia le permite al parásito quedar secuestrado en el endotelio vascular y no ser eliminado en el bazo. Por su parte, la variación antigénica contrarresta la reacción inmu- nitaria del huésped. 4 . Realizar campañas de salud pública y mejorar el drenaje y pa- vimentación para reducir los nichos en los que se desarrolla el mosquito. 5 . Este conocimiento podría ayudar a desarrollar una mejor conducta que impida la expresión de la proteína PfEMP-1, que desempeña una función clave en la patología de esta enfermedad crónica. Respuestas a las preguntas de evaluación inicial Capítulo 16 Paludismo (malaria)136 Capítulo 16. Paludismo (malaria)
Compartir