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310 © 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 33Francisella y Brucella Francisella y Brucella son patógenos zoonóticos impor-tantes que pueden causar enfermedades significativas en el ser humano (tabla 33-1). Estos microorganismos también han adquirido popularidad como posibles agentes de biote- rrorismo. Aunque los microorganismos comparten algunas características comunes (p. ej., cocobacilos muy pequeños, exigentes desde el punto de vista nutricional y de crecimiento lento, siempre patógenos en humanos), carecen de relación taxonómica alguna. Las a-proteobacterias ocupan una rama y las g-proteobacterias aparecen en otra rama diferente en el árbol filogenético del dominio Bacteria. Brucella pertenece a las a-proteobacterias (junto a microorganismos como Ric kettsia, Ehrlichia, Bartonella y otros géneros), mientras que Francisella se incluye en el grupo de las g-proteobacterias (que cuenta con un gran número de géneros, como Legionella, Pasteurella y Pseudomonas). FranciSella tularenSiS (cuadro 33-1) Tres especies del género Francisella se asocian a enfermedad en los humanos, Francisella tularensis, Francisella novicida y Francisella philomiragia. F. tularensis es el agente causante de la tularemia (conocida también como fiebre glandular, fiebre de los conejos, fiebre de la garrapata o fiebre de la mosca del ciervo) en animales y el ser humano. F. tularensis se subdivide en tres subespecies en función de sus propiedades bioquí- micas. Las subespecies tularensis (tipo A) y holarctica (tipo B) son las más importantes, mientras que F. tularensis subespecie mediaasiatica no se suele asociar a enfermedad en el ser humano. F. novicida y F. philomiragia son patógenos oportunistas infrecuentes que presentan predilección por los pacientes con trastornos inmunológicos (p. ej., enfermedad granulomatosa crónica, enfermedades mieloproliferativas). Dado que el aislamiento de estos patógenos es infrecuente, no se describen detalladamente en este capítulo. Fisiología y estructura F. tularensis es un cocobacilo gramnegativo muy pequeño (0,2 × 0,2 a 0,7 mm) que se tiñe débilmente (fig. 33-1). El microorganismo es inmóvil, posee una delgada cápsula lipídica y es exigente desde el punto de vista nutricional (la mayoría de las cepas necesitan cisteína para su desarrollo). La bacteria es aerobia estricta y su detección en cultivo precisa de un período de incubación de, al menos, 3 días. Patogenia e inmunidad F. tularensis es un parásito intracelular que puede sobrevivir durante períodos prolongados en los macrófagos del sistema reticuloendotelial, como consecuencia de su capacidad de inhibición de la fusión del fagosoma-lisosoma por medio de la secreción de proteínas que facilitan la huida bacteriana desde el fagosoma y la posterior replicación en el citosol del ma- crófago. Las cepas patógenas poseen una cápsula polisacárida antifagocítica cuya pérdida se asocia a una disminución de la virulencia. La cápsula protege a las bacterias de la muerte mediada por el complemento durante la fase bacteriémica de la enfermedad. Al igual que todos los bacilos gramnegativos, este microorganismo posee una endotoxina, la cual presenta una actividad notablemente inferior que la observada en otros bacilos gramnegativos (p. ej., Escherichia coli). Una intensa respuesta inmunitaria innata con producción de interferón g y factor de necrosis tumoral (TNF) desempe- ña una función clave en el control de la replicación bacteriana en los macrófagos durante la fase inicial de la infección. La in- munidad por linfocitos T específicos es necesaria para activar la erradicación intracelular mediada por los macrófagos en las fases tardías de la enfermedad. La inmunidad por linfoci- tos B reviste una importancia menor para la destrucción de este patógeno intracelular facultativo. Epidemiología F. tularensis subespecie tularensis (tipo A) se limita a Nor- teamérica, mientras que la subespecie holarctica (tipo B) es endémica por todo el hemisferio norte. Las cepas de tipo A se subdividen a su vez en cepas de tipo A occidental que predominan en las regiones áridas de las cadenas montañosas desde Montañas Rocosas hasta Sierra Nevada y las de tipo A oriental que se localizan en los estados centrales del sureste de Arkansas, Missouri y Oklahoma y en la costa atlántica. Las cepas de tipo B se concentran a lo largo de los principales ríos, como la parte más alta del Misisipi y regiones con muchas lluvias, como la parte noroccidental del Pacífico. Es impor- tante la distribución de estas cepas porque las características epidemiológicas de las enfermedades que producen son dis- tintas y la evolución clínica muestra diferencias significativas. La distribución geográfica de las cepas de tipo A occidental y oriental y de tipo B se define por la distribución de los reservorios naturales y vectores de F. tularensis. Más de 200 especies de mamíferos, además de pájaros y artrópodos Aunque Francisella y Brucella no son géneros taxonómicamente relacionados, se suelen considerar juntos ya que tienen similitudes (cocobacilos gramnegativos, muy pequeños) y son agentes potenciales importantes para el bioterrorismo. 1. ¿Cuál es el origen más frecuente de la infección humana por Francisella y Brucella? 2. ¿Por qué es difícil el diagnóstico de laboratorio de estos microorganismos? Las respuestas a estas preguntas están disponibles en www.StudentConsult.es FRANCISELLA y BRUCELLA 311 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. hematófagos, se infectan de forma natural por F. tularensis. Las infecciones de tipo A se asocian con más frecuencia a la exposición a lagomorfos (liebres, conejos) y gatos, mientras que las infecciones de tipo B se asocian a roedores y gatos, pero no a lagomorfos. Las infecciones ocasionadas por ar- trópodos picadores (p. ej., pulgas con caparazón duro [Ixodes, Dermacentor, especies de Ambylomma], moscas del reno) son más frecuentes en las cepas de tipo A que en las de tipo B. La diseminación de cepas de tipo A orientales desde los estados centrales del sureste hacia la costa atlántica se produjo cuando se importaron conejos infectados desde los estados centrales a los clubes de cazadores de la costa este en los años veinte y treinta. Las infecciones de tipo A orientales se asocian más a una enfermedad diseminada y muestran una mortalidad elevada en comparación con las cepas A de tipo occidental; la evolución de la enfermedad producida por cepas de tipo B es intermedia. La incidencia publicada de la enfermedad es baja. En el año 2010 se reconocieron 124 casos en Estados Unidos; sin embargo, es probable que el número real de infecciones sea mucho más elevado, ya que en muchos casos no existe sospecha de tularemia y se trata de una entidad de difícil confirmación mediante pruebas de laboratorio. Casi todas las infecciones se registran durante el verano (cuando es mayor la exposición a las garrapatas infectadas) y el invierno (cuando los cazadores se exponen a los conejos infectados). La incidencia de la enfermedad se eleva notablemente cuando un invierno relativamente cálido se sucede de un verano húmedo que favorece la proliferación de las garrapatas. Las personas con un mayor riesgo de infección son los cazadores, el personal de laboratorio y los sujetos expuestos a garrapatas y otros artrópodos picadores. En las áreas en las que el mi- croorganismo es endémico, se dice que un conejo podría estar infectado cuando su lentitud al desplazarse es tal que permite que un cazador le dispare o una mascota lo coja. Enfermedades clínicas (cuadro 33-2; caso clínico 33-1) La enfermedad causada por F. tularensis se subdivide en dis- tintas formas en función de su presentación clínica: ulcero- glandular (úlcera cutánea y ganglios linfáticos hipertrofiados), oculoglandular (afectación ocular y ganglios linfáticos cer- vicales hipertrofiados), glandular (ganglios linfáticos aumen- tados de tamaño sin otros síntomaslocalizados), tifoidea (signos sistémicos de septicemia), neumónica (síntomas pulmonares) y bucofaríngea y gastrointestinal tras la inges- tión de F. tularensis. También son frecuentes las variaciones Tabla 33-1 Especies importantes de Brucella y Francisella Microorganismo Origen histórico Brucella Recibe su nombre de Sir David Bruce, investigador que reconoció por primera vez el microorganismo como causa de la «fiebre ondulante» B. abortus abortus, aborto (este microorganismo es responsable de los abortos en los animales infectados) B. melitensis melitensis, relativo a la isla de Malta (Melita), donde Bruce reconoció la primera epidemia B. suis suis, porcino (un patógeno del cerdo) B. canis canis, canino (un patógeno del perro) Francisella Recibe su nombre del microbiólogo estadounidense Edward Francis, quien describió por primera vez la tularemia F. tularensis subespecie tularensis (tipo A) tularensis, relativo al condado de tulare, California, donde se describió por primera vez la enfermedad F. tularensis subespecie holarctica (tipo B) holos, todo; arctos, regiones septentrionales (referido a su distribución en el Ártico o regiones septentrionales) F. tularensis subespecie mediaasiatica media, media; asiatica, asiática (relativo a la región central de Asia) F. tularensis subespecie novicida novus, nuevo; cida, cortar (un «nuevo asesino») F. philomiragia philos, amante; miragia, espejismo («amante de los espejismos», referido a su presencia en el agua) CUADRO 33-1 Resumen de Francisella tularensis Biología, virulencia y enfermedad Cocos gramnegativos muy pequeños (0,2 × 0,2 a 0,7 mm) Aerobios estrictos; no fermentadores Necesitan medios especializados y una incubación prolongada para crecer en cultivo Cápsula antifagocítica Patógeno intracelular capaz de resistir el efecto bactericida del suero y la muerte por fagocitos Los síntomas clínicos y el pronóstico dependen de la vía de infección: ulceroglandular, oculoglandular, glandular, tifoidea, bucofaríngea, gastrointestinal, neumónica (v. cuadro 33-2) Epidemiología Los reservorios son mamíferos salvajes, animales domésticos, aves, peces y artrópodos hematófagos; los conejos, los gatos, las garrapatas de caparazón duro y las moscas mordedoras constituyen los hospedadores más frecuentes; el ser humano es un hospedador accidental Distribución universal; más frecuente en Estados Unidos en los estados de Oklahoma, Missouri y Arkansas Se observan unos 100 casos anuales en Estados Unidos, aunque es posible que el número real sea mucho más elevado La dosis infecciosa es pequeña en caso de exposición a un artrópodo, a través de la piel o por inhalación; es preciso que ingieran un gran número de microorganismos para que se produzca una infección por esta vía Diagnóstico La microscopia no es sensible El cultivo en medios suplementados con cisteína (como agar chocolate o agar BCYE) es sensible y específico cuando la incubación es prolongada Las pruebas serológicas se emplean para confirmar el diagnóstico clínico; un incremento de cuatro veces el título o un único título ≥1:160; pueden persistir títulos elevados durante varios meses o años; existe reactividad cruzada con Brucella Tratamiento, prevención y control La gentamicina es el antibiótico de elección; las fluoroquinolonas (p. ej., ciprofloxacino) y la doxiciclina poseen una actividad buena; las penicilinas y algunas cefalosporinas carecen de eficacia La enfermedad se previene al evitar los reservorios y los vectores de la infección; la ropa y los guantes confieren protección Se dispone de vacunas atenuadas, aunque rara vez se emplean en la enfermedad humana 312 MICROBIOLOGÍA MÉDICA de estas presentaciones (p. ej., la tularemia neumónica suele asociarse a signos sistémicos de septicemia). La tularemia ulceroglandular constituye la manifestación más frecuente. En el sitio de la picadura de la garrapata o inoculación directa del microorganismo en la piel (p. ej., en un accidente de laboratorio) aparece una lesión cutánea que comienza como una pápula dolorosa. Posteriormente, la pápula se ulcera y presenta un núcleo necrótico rodeado de un borde elevado. También suelen observarse linfadenopatías localizadas y bacteriemia (aunque esta última puede resultar difícil de demostrar). La tularemia oculoglandular (fig. 33-2) es una forma es- pecializada derivada de la contaminación directa del ojo. El microorganismo se introduce en el ojo, por ejemplo, a través de dedos contaminados o la exposición a agua o partículas aerosolizadas. Los pacientes afectados presentan una conjun- tivitis dolorosa y linfadenopatía regional. La tularemia neumónica (fig. 33-3) se debe a la inhala- ción de partículas aerosolizadas infecciosas y se asocia a una elevada morbimortalidad, a no ser que el microorganismo se aísle rápidamente en los hemocultivos (su detección en los cultivos respiratorios suele resultar complicada). También se teme que F. tularensis pudiera utilizarse como arma biológica. En ese caso, la creación de partículas aerosolizadas infecciosas sería el método más probable de diseminación. Diagnóstico de laboratorio Recogida de muestras La recogida y el procesamiento de muestras para el ais- lamiento de F. tularensis entrañan riesgos para el médico y CUADRO 33-2 Brucella y Francisella: resúmenes clínicos Brucella Brucelosis: síntomas inespecíficos iniciales de malestar, escalofríos, sudoración, fatiga, mialgias, pérdida de peso, artralgias y fiebre; pueden ser intermitentes (fiebre ondulante); puede progresar a una afectación sistémica (tubo digestivo, huesos o articulaciones, aparato respiratorio, otros órganos) Brucella melitensis: enfermedad sistémica aguda grave con complicaciones frecuentes Brucella abortus: enfermedad leve con complicaciones supurativas Brucella suis: enfermedad destructiva supurativa crónica Brucella canis: enfermedad leve con complicaciones supurativas Francisella Tularemia ulceroglandular: aparece una pápula dolorosa en el lugar de inoculación que evoluciona para formar una úlcera; linfadenopatía localizada Tularemia oculoglandular: tras la inoculación en el ojo (p. ej., al frotarlo con un dedo contaminado) se desarrolla una conjuntivitis dolorosa con linfadenopatía regional Tularemia neumónica: el paciente presenta una neumonía con signos de septicemia poco después de la exposición a partículas aerosolizadas contaminadas; mortalidad elevada excepto cuando se diagnostica y trata inmediatamente Figura 33-2 Paciente con tularemia oculoglandular (obsérvese la in- flamación junto al oído). Figura 33-1 tinción de Gram de Francisella tularensis aislada en cultivo; obsérvense los cocobacilos extremadamente pequeños, como manchas pequeñas. CASO CLÍNICO 33-1 Tularemia asociada a un gato Capellan y Fong (Clin Infect Dis 16:472-475, 1993) describieron el caso de un varón de 63 años que desarrolló una tularemia ulceroglandular complicada por una neumonía tras la mordedura de un gato. Inicialmente consultó por dolor y edema localizado en el pulgar a los 5 días de la mordedura. Se le prescribieron penicilinas orales, pero la situación del paciente empeoró con agravamiento del dolor local, el edema y el eritema en el lugar de la mordedura y signos sistémicos (fiebre, malestar y vómitos). Se realizó una incisión de la herida, pero no se encontró un absceso; el cultivo de la herida demostró un ligero crecimiento de estafilococos coagulasa-negativos. Se prescribieron penicilinas intravenosas, pero el estado del paciente se siguió deteriorando y aparecieron adenopatías axilares dolorosas y síntomas pulmonares. La radiografía de tórax mostró infiltrados neumónicos en los lóbulos medio e inferior del pulmón derecho. Se cambió el tratamiento por clindamicina y gentamicina, con lo que se consiguió que la fiebre desapareciera y la situación clínica mejorara. Tras 3 días de incubación se observaron colonias diminutas de cocobacilos gramnegativosde tinción débil en el cultivo de la herida original. Este microorganismo fue remitido a un centro de referencia nacional, donde se identificó como Francisella tularensis. Una anamnesis más exhaustiva demostró que el gato del paciente vivía en la calle y se alimentaba de roedores salvajes. Este caso ilustra la dificultad para establecer el diagnóstico de tularemia y la falta de respuesta a la penicilina. FRANCISELLA y BRUCELLA 313 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. para el personal del laboratorio. Por su pequeño tamaño, el microorganismo puede inocularse a través de la piel intacta y las membranas mucosas al recogerse la muestra, o bien ser in- halado cuando se hayan formado partículas aerosolizadas (un motivo especial de preocupación durante el procesamiento de las muestras en el laboratorio). La tularemia es una entidad infrecuente, pero las infecciones adquiridas en el laboratorio son bastante frecuentes. Es preciso utilizar guantes durante la recogida de la muestra (p. ej., aspiración de una úlcera o adenopatía) y toda la manipulación de laboratorio (tanto el procesamiento inicial como las pruebas de identificación) debe efectuarse en una campana para productos de riesgo biológico. Microscopia La detección de F. tularensis en aspirados de ganglios linfá- ticos o úlceras infectadas sometidos a la tinción de Gram casi siempre aporta resultados no satisfactorios, debido a que el microorganismo tiene un tamaño extremadamente pequeño y se tiñe débilmente (fig. 33-1). Un abordaje de mayor sensibilidad y especificidad consiste en la tinción directa de la muestra clínica con anticuerpos fluorescentes frente al microorganismo. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y los laboratorios de referencia estadounidenses disponen de anticuerpos frente a los tipos A y B, aunque la mayoría de los laboratorios clínicos carecen de ellos. Pruebas basadas en los ácidos nucleicos Se están desarrollando diversas pruebas basadas en la reacción en cadena de la polimerasa (PCR), pero de momento no se llevan a cabo de forma generalizada. Esta situación podría modificarse con gran rapidez debido al mayor interés en el desarrollo de pruebas diagnósticas para este microorganismo en caso de un posible atentado bioterrorista. Cultivos Se ha afirmado que no se puede aislar F. tularensis en los medios habituales de laboratorio puesto que requiere sus- tancias que contengan grupos sulfhidrilo (p. ej., cisteína) para crecer. No obstante, F. tularensis puede crecer en agar cho- colate o agar tamponado con carbón activado y extracto de levadura (BCYE), dos medios de cultivo complementados con cisteína que se emplean en la mayoría de los laboratorios. Por tanto, no suele ser necesaria la utilización de medios especializados, como agar sangre cisteína o agar glucosa- cisteína. Sin embargo, se debe notificar al laboratorio la sos- pecha de una infección por F. tularensis debido a que crece lentamente y podría pasarse por alto si los cultivos no se incuban durante un período prolongado. Por otra parte, su elevada infectividad exige un gran cuidado en la realización de las pruebas microbiológicas. Los hemocultivos suelen arro- jar resultados negativos para este microorganismo, excepto cuando se cultivan durante, al menos, 1 semana. Los culti- vos de las muestras respiratorias obtienen resultados posi- tivos cuando se emplean medios selectivos adecuados para suprimir las bacterias de crecimiento más rápido de las vías respiratorias superiores. F. tularensis crece también en los medios selectivos usados para Legionella (como agar BCYE). Los aspirados de ganglios linfáticos o senos de drenaje suelen ser positivos cuando el período de incubación de los cultivos es de, al menos, 3 días. Identificación La identificación preliminar de F. tularensis se basa en el crecimiento lento de cocobacilos gramnegativos de tamaño muy pequeño. El crecimiento en agar chocolate, pero no en agar sangre (el cual no se complementa con cisteína), cons- tituye otra característica útil en esta tarea. La identificación se confirma mediante la demostración de la reactividad de las bacterias con el antisuero específico (p. ej., aglutinación del microorganismo con anticuerpos frente a Francisella). Otras pruebas bioquímicas carecen de utilidad y pueden ser peligrosas. Detección de anticuerpos En la mayor parte de los pacientes, la tularemia se diagnostica mediante el hallazgo de un incremento de, al menos, cuatro veces del título de anticuerpos a lo largo de la enfermedad o bien de un único título de 1:160 o superior. Sin embargo, los anticuerpos (IgG, IgM e IgA) pueden persistir durante muchos años, lo que dificulta la distinción de una infección previa y la enfermedad actual. Los reactivos comercializados reaccionan con las subespecies tularensis y holarctica, pero no con F. novicida o F. philomiragia. Los anticuerpos frente a Brucella pueden presentar reactividad cruzada con Francise lla. En consecuencia, el diagnóstico de la tularemia no se debe basar exclusivamente en las pruebas serológicas. Tratamiento, prevención y control La estreptomicina ha sido el antibiótico de elección para el tratamiento de todas las formas de tularemia, aunque este fármaco no está disponible de forma generalizada y se asocia a una notable toxicidad. En la actualidad, la gentamicina se considera el antibiótico de elección. Pueden utilizarse doxici- clina y ciprofloxacino para el tratamiento de infecciones leves. La tasa de mortalidad es inferior al 1% cuando el paciente recibe un tratamiento precoz, pero es mucho más elevada en los pacientes no tratados, sobre todo en los que están infectados por cepas de tipo A orientales. Para prevenir la infección es preciso evitar los reservorios y los vectores de la infección (como conejos, garrapatas, insectos que producen picaduras), aunque a menudo resulta difícil. Como mínimo, se debe evitar manipular conejos que parezcan enfermos, y utilizar guantes al desollar y eviscerar animales. La garrapata ha de alimentarse durante un perío- do prolongado antes de transmitir la infección, ya que el microorganismo está presente en las heces del artrópodo, pero no en su saliva. Por tanto, su destrucción precoz puede Figura 33-3 Radiografía de tórax de un paciente con tularemia pul- monar. 314 MICROBIOLOGÍA MÉDICA prevenir la infección. El uso de ropa protectora y productos repelentes de insectos reduce el riesgo de exposición. Las personas con un elevado riesgo de exposición (p. ej., expo- sición a una partícula aerosolizada infecciosa) deben recibir antibióticos profilácticos. El interés por el desarrollo de una vacuna atenuada está motivado por el temor a la exposición a las bacterias empleadas como agente de bioterrorismo; sin embargo, en la actualidad no se dispone de una vacuna eficaz. Las vacunas inactivadas no provocan una inmunidad celular protectora. Brucella (cuadro 33-3) Los estudios moleculares del género Brucella han revelado la existencia una estrecha relación entre las cepas aisladas, las cuales pertenecerían a un único género; sin embargo, el género se ha dividido tradicionalmente en varias especies. En la actualidad se acepta la clasificación de Brucella en 10 especies, 4 de las cuales se asocian con mayor frecuencia con enfermedad en el ser humano: Brucella abortus, Brucella melitensis, Brucella suis y Brucella canis (v. tabla 33-1). Las enfermedades causadas por los miembros de este género han recibido nombres inspirados en el microbiólogo que aisló y describió inicialmente el microorganismo (p. ej., Sir David Bruce [brucelosis], Bernhard Bang [enfermedad de Bang]), su presentación clínica (fiebre ondulante), o la localización geográfica de los brotes conocidos (p. ej., fiebre de Malta, fiebre mediterránea remitente, fiebre de Gibraltar, fiebre de Constantinopla, fiebre de Creta). No obstante, el nombre que se emplea mása menudo, y que se adoptará en este texto, es el de brucelosis. Fisiología y estructura Las brucelas son cocobacilos gramnegativos de pequeño tamaño (0,5 × 0,6 a 1,5 mm) no encapsulados e inmóviles. El microorganismo crece lentamente en cultivo (requiere 1 semana o más) y necesita medios de cultivo complejos; es aerobio estricto y el crecimiento de algunas cepas exige la adición de dióxido de carbono; no fermenta carbohidratos. Las colonias adoptan morfologías lisas (traslúcidas, ho- mogéneas) y rugosas (opacas, granulares o pegajosas) deter- minadas por el antígeno O del lipopolisacárido (LPS) de la pared celular. El antisuero frente a una forma (p. ej., lisa) no produce una reacción cruzada con la otra (p. ej., rugosa). Las especies de Brucella pueden caracterizarse en mayor medida por la proporción relativa de epítopos antigénicos, conocidos como antígenos A y M, que residen en la cadena polisacárida O del LPS liso. Patogenia e inmunidad Brucella no produce ninguna exotoxina detectable y su endotoxina es menos tóxica que las de otros bacilos gram- negativos. La conversión de las cepas lisas a la morfología rugosa se asocia a una notable reducción de la virulencia, de modo que la cadena O del LPS liso constituye un im- portante marcador de virulencia. Asimismo, Brucella es un parásito intracelular del sistema reticuloendotelial. Tras la exposición inicial, los macrófagos y los monocitos fagocitan los microorganismos. Brucella sobrevive y se replica en las células fagocíticas mediante la inhibición de la fusión fago- soma-lisosoma, evitando la liberación de enzimas tóxicas de los gránulos intracelulares, suprimiendo la producción de TNF-a e inactivando el peróxido de hidrógeno y el su- peróxido mediante la producción de catalasa y superóxido dismutasa, respectivamente. Las bacterias fagocitadas se trasportan hasta el bazo, el hígado, la médula ósea, los gan- glios linfáticos y los riñones. Las bacterias secretan proteínas que inducen la formación de granulomas en dichos órganos, así como alteraciones destructivas en estos y otros tejidos en los pacientes con enfermedad avanzada. CUADRO 33-3 Resumen de Brucella Biología, virulencia y enfermedad Cocobacilos gramnegativos muy pequeños (0,5 × 0,6 a 1,5 mm) Aerobios estrictos; no fermentadores Necesitan medios complejos y una prolongada incubación para su crecimiento in vitro Patógeno intracelular resistente al efecto bactericida del suero y a la destrucción por fagocitos La morfología lisa de las colonias se asocia a virulencia Consulte el cuadro 33-2 para ver las enfermedades Epidemiología Los reservorios animales son las cabras y las ovejas (Brucella melitensis); el ganado vacuno y el bisonte americano (Brucella abortus); el ganado porcino, los renos y el caribú (Brucella suis), y los perros, los zorros y los coyotes (Brucella canis) Infecta tejidos ricos en eritritol (como la mama, el útero, la placenta, el epidídimo) Distribución universal, especialmente en Latinoamérica, África, la cuenca mediterránea, Oriente Medio y Asia Occidental La vacunación del ganado ha logrado controlar la enfermedad en Estados Unidos La mayoría de las infecciones en Estados Unidos se registran en los estados de California y Texas en viajeros procedentes de México Los sujetos con mayor riesgo de padecer la enfermedad son aquellos que consumen productos lácteos no pasteurizados o se encuentran en contacto directo con animales infectados y el personal de laboratorio Diagnóstico La microscopia no es sensible Los cultivos (sangre, médula ósea, tejido infectado en caso de infección localizada) son sensibles y específicos cuando se incuban durante un período prolongado (entre 3 días y 2 semanas) Los estudios serológicos se emplean para confirmar el diagnóstico clínico; incremento de cuatro veces del título o un único título ≥1:160; los títulos elevados pueden persistir de meses a años; existe reactividad cruzada con otras bacterias Tratamiento, prevención y control El tratamiento recomendado consiste en la administración de doxiciclina combinada con rifampicina durante, al menos, 6 semanas en adultos (salvo en mujeres gestantes); trimetoprima-sulfametoxazol en mujeres embarazadas y niños menores de 8 años La enfermedad humana se controla mediante la erradicación de la enfermedad en el reservorio animal a través de la vacunación y el control serológico de los animales respecto a indicios de enfermedad; pasteurización de productos lácteos, y utilización de técnicas adecuadas de seguridad en los laboratorios clínicos que manipulan este microorganismo FRANCISELLA y BRUCELLA 315 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Epidemiología Las infecciones por Brucella tienen una distribución uni- versal y la enfermedad endémica es más frecuente en Latinoamérica, África, la cuenca mediterránea, Oriente Medio y Asia occidental. Cada año se describen más de 500.000 casos. Por el contrario, la incidencia de la enfer- medad en Estados Unidos es mucho más baja (en el año 2010 se comunicaron 115 infecciones). El mayor número de casos en Estados Unidos se registra en los estados de California y Texas, y la mayoría de las infecciones se dan en personas residentes en México o turistas que han visitado ese país. El personal de laboratorio también presenta un riesgo importante de infección por contacto directo o inhalación del microorganismo. La enfermedad en ganado vacuno, cerdos, ovejas y cabras de Estados Unidos se ha eliminado de forma eficaz mediante la destrucción de los ejemplares infectados y la vacunación de los animales sanos; por consiguiente, el número de infecciones contraídas por veterinarios, trabaja- dores de mataderos y ganaderos es notablemente menor de lo que era antes de 1980. En el ser humano, la brucelosis se adquiere mediante con- tacto directo con el microorganismo (p. ej., exposición en un laboratorio), ingestión (consumo de alimentos contaminados) o inhalación. La posible utilización de Brucella como arma biológica, en la que la exposición a esta bacteria tendría lugar por inhalación, supone un motivo de preocupación. Brucella produce una enfermedad leve o asintomática en el hospedador natural; B. abortus infecta al ganado vacuno y al bisonte americano; B. melitensis, a cabras y ovejas; B. suis, a cerdos, renos y caribú, y B. canis, a perros, zorros y coyotes. El microorganismo tiende a infectar órganos que contienen eritritol, un azúcar metabolizado por numerosas cepas de Brucella de modo preferente con respecto a la glucosa. Los tejidos animales (pero no los del ser humano), entre los que se encuentran la mama, el útero, la placenta y el epidídimo, son ricos en eritritol. En consecuencia, los microorganismos se localizan en estos tejidos en los reservorios animales y pueden producir esterilidad, abortos o estado de portador asintomático. Las brucelas abundan en la leche, la orina y los productos del parto. La enfermedad en Estados Unidos en seres humanos se debe por lo general a la infección por B. melitensis, fundamentalmente por consumo de leche y otros productos lácteos no pasteurizados contaminados. Enfermedades clínicas (v. cuadro 33-2; caso clínico 33-2) El espectro patológico de la brucelosis depende del microor- ganismo responsable de la infección. B. abortus y B. canis tienden a producir un cuadro leve en el que son infrecuentes las complicaciones supurativas. Por el contrario, B. suis da lugar a la formación de lesiones destructivas y su evolución es prolongada. B. melitensis también causa un cuadro grave con una elevada incidencia de complicaciones graves, ya que puede multiplicarse hasta alcanzar unas concentraciones elevadas en las células fagocíticas. Se produce enfermedad aguda aproximadamente en la mitad de los pacientes infectados por Brucella y los síntomas aparecen típicamente a las 1-3 semanas de la exposición. Los síntomas iniciales son inespecíficosy consisten en malestar general, escalofríos, sudoración, fatiga, debilidad, mialgias, pérdida de peso, artralgias y tos no productiva. Casi todos los pacientes presentan fiebre, la cual puede ser intermitente en los no tratados, de ahí el nombre de fiebre ondulante. Los sujetos aquejados de enfermedad avanzada pueden mos- trar síntomas digestivos (70% de los pacientes), lesiones osteolíticas o derrames articulares (20-60%), síntomas respi- ratorios (25%) y, con una menor frecuencia, manifestaciones cutáneas, neurológicas o cardiovasculares. Los pacientes que no reciben un tratamiento adecuado pueden padecer infec- ciones crónicas y los síntomas se desarrollan a los 3-6 meses de interrumpir el tratamiento antibiótico. Las recaídas se asocian a focos persistentes de infección (p. ej., hueso, bazo, hígado), pero no al desarrollo de resistencias antibióticas. Diagnóstico de laboratorio Recogida de muestras Se deben recoger varias muestras de sangre para los hemo- cultivos y las pruebas serológicas. Los mielocultivos y los cul- tivos de los tejidos infectados pueden resultar de utilidad. Es pre- ciso notificar al laboratorio la sospecha de brucelosis con el fin de garantizar la manipulación segura de la muestra. Microscopia Los microorganismos de Brucella se tiñen con facilidad por medio de técnicas convencionales, si bien su localización intracelular y su pequeño tamaño dificultan su detección en las muestras clínicas. Aún no se ha comercializado ninguna prueba con anticuerpos inmunofluorescentes específicos. Cultivo Los microorganismos de Brucella crecen lentamente durante su aislamiento primario. Son capaces de crecer en casi todos los medios de agar sangre enriquecido y, en algunos casos, en el agar MacConkey; sin embargo, pueden precisar de un período de incubación de, al menos, 3 días. Los hemocultivos se deben incubar durante 2 semanas antes de considerarse negativos. La introducción de sistemas de cultivo automati- zados hace innecesaria en la actualidad la incubación durante períodos mas prolongados. Identificación La identificación preliminar de Brucella se basa en la morfo- logía microscópica de la cepa y la colonia, la reacción positiva para la oxidasa y la ureasa y la reactividad con anticuerpos frente a B. abortus y B. melitensis. B. abortus, B. melitensis y B. suis reaccionan con los anticuerpos frente a B. abortus o B. suis (lo cual pone de manifiesto la estrecha relación existente entre estas especies). Por el contrario, B. canis no reacciona con ninguno de esos anticuerpos. Igualmen- te, la identificación a nivel de género puede llevarse a cabo mediante la secuenciación del gen del ácido ribonucleico ribosómico (ARNr) 16S. La mayoría de los laboratorios remite el microorganismo a un centro de referencia para CASO CLÍNICO 33-2 Brucelosis Lee y Fung (Hong Kong Med J 11: 403-406, 2005) describieron el caso de una mujer de 34 años con brucelosis por Brucella melitensis. La mujer consultó por cefaleas de repetición, con fiebre y malestar que se desarrollaron tras manipular la placenta de una cabra en China. Los hemocultivos fueron positivos para B. melitensis tras incubación prolongada. Recibió tratamiento durante 6 semanas con doxiciclina y rifampicina con buena respuesta. Este caso es una descripción clásica de la exposición a tejidos contaminados, ricos en eritritol, con aparición de fiebres y cefaleas de repetición y respuesta a la combinación de doxiciclina y rifampicina. 316 MICROBIOLOGÍA MÉDICA su identificación definitiva debido a que la brucelosis es una entidad infrecuente en Estados Unidos. Detección de anticuerpos La brucelosis subclínica y muchos casos de enfermedad aguda o crónica se identifican por medio de una respuesta humoral específica en los sujetos infectados. Los anticuerpos se de- tectan prácticamente en todos los pacientes. Inicialmente se observa una respuesta de inmunoglobulina M (IgM), con posterioridad a la cual se producen anticuerpos IgG e IgA. Los anticuerpos pueden persistir durante varios meses o, incluso, años; por tanto, se necesita un aumento significativo del título de anticuerpos para disponer de indicios serológicos significativos de la enfermedad actual. Se puede elaborar un diagnóstico de sospecha ante un aumento de cuatro veces del título o cuando exista un único título mayor o igual a 1:160. Los títulos elevados (1:160 o más) se aprecian en el 5-10% de la población residente en una zona endémica, por lo que es preciso emplear pruebas serológicas para confirmar el diagnóstico clínico de brucelosis, pero no para basarlo en ellas. El antígeno empleado en la prueba de aglutinación de Brucella (SAT) procede de B. abortus. Los anticuerpos frente a B. melitensis o B. suis presentan reactividad cruzada con dicho antígeno, lo que no sucede en el caso de B. canis. El antígeno específico de esta última especie debe emplearse para diagnosticar las infecciones por este microorganismo. Se ha descrito que los anticuerpos frente a otros géneros bacterianos (como algunas cepas de Escherichia, Salmonella, Vibrio, Yersinia, Stenotrophomonas y Francisella) también producen reactividad cruzada con el antígeno de B. abortus. Tratamiento, prevención y control Las tetraciclinas, con doxiciclina como fármaco de elección, suelen disponer de actividad frente a la mayoría de las cepas de Brucella; sin embargo, y debido a que se trata de un fár- maco bacteriostático, es frecuente la recidiva después de una respuesta satisfactoria inicial. La Organización Mundial de la Salud recomienda actualmente la combinación de doxiciclina con rifampicina. Dado que las tetraciclinas son tóxicas en los niños pequeños y el feto, la doxiciclina se debe sustituir por trimetoprima-sulfametoxazol en las mujeres embarazadas y los niños menores de 8 años. El tratamiento se debe mantener durante, al menos, 6 semanas para que sus resultados sean satisfactorios. Las fluoroquinolonas, los macrólidos, las penici- linas y las cefalosporinas carecen de eficacia o bien presentan una actividad impredecible. La recidiva de la enfermedad se debe a un tratamiento inadecuado y no al desarrollo de resistencia antibiótica. El control de la brucelosis humana se logra a través del control de la enfermedad en el ganado, como ha quedado demostrado en Estados Unidos. Ello implica la identificación sistemática (con pruebas serológicas) y la destrucción de las reses infectadas, así como la vacunación de los animales (actualmente se lleva a cabo con la cepa rugosa RB51 de B. abortus). Otras medidas para prevenir la brucelosis consisten en evitar consumir productos lácteos no pasteurizados, in- troducir medidas de seguridad adecuadas en el laboratorio y utilizar ropa protectora por parte de los trabajadores de ma- taderos. Las vacunas atenuadas de B. abortus y B. melitensis han obtenido resultados satisfactorios en la prevención de la infección en ganado. No se han desarrollado vacunas frente a B. suis ni B. canis, y las vacunas disponibles no se pueden emplear en el ser humano debido a que producen enfermedad sintomática. La ausencia de una vacuna humana eficaz cons- tituye un motivo de preocupación, ya que Brucella (al igual que Francisella) podría utilizarse como agente de terrorismo biológico. EStUDIO DE UN CASO y PREGUNtAS Un hombre de 27 años estaba segando un campo cuando atropelló a dos conejos jóvenes. Al detener su segadora observó la presencia de otros dos conejos muertos en la zona no segada del campo. Recogió todos los conejos y los enterró. tres días después de este incidente, el sujeto presentó fiebre, mialgias y una tos seca no productiva. Su estado empeoró a lo largo de las 12 horas siguientes y su mujer hubo de trasladarlo al hospital comarcal. Los resultados de una radiografía de tórax mostraron la presencia de infiltrados en ambos campos pulmonares. Se recogieron muestras de sangre y secreciones respiratorias y se instauró un tratamiento antibiótico. Los hemocultivosobtuvieron resultados positivos con bacilos gramnegativos de pequeño tamaño después de 3 días de incubación, y el mismo microorganismo creció en la muestra respiratoria inoculada en agar BCyE. 1. ¿Qué prueba es necesaria para confirmar el diagnóstico de sospecha de Francisella tularensis? 2. La infección pudo adquirirse por inhalación de sangre contaminada aerosolizada. ¿Cuáles son los focos más frecuentes de infección por F. tularensis y las vías más frecuentes de exposición? 3. ¿Cuáles son las distintas manifestaciones clínicas de F. tularensis? Las respuestas a estas preguntas están disponibles en www.StudentConsult.es BIBLIOGRAFÍA Barker J, et al: The Francisella tularensis pathogenicity island encodes a secretion system that is required for phagosome escape and virulence, Mol Microbiol 74:1459-1470, 2009. Boschiroli M, et al: Brucellosis: a worldwide zoonosis, Curr Opin Microbiol 4:58-64, 2001. Dennis D, et al: Tularemia as a biological weapon: medical and public health management, JAMA 285:2763-2773, 2001. Farlow J, et al: Francisella tularensis in the United States, Emerg Infect Dis 12:1835-1841, 2005. Mann B, Ark N: Rationally designed tularemia vaccines, Expert Rev Vaccines 8:877-885, 2009. Pappas G, et al: Brucellosis, N Engl J Med 352:2325-2336, 2005. Staples J, et al: Epidemiologic and molecular analysis of human tularemia, United States, 1964-2004, Emerg Infect Dis 12:1113-1118, 2006. 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