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Ehrlichia Anaplasma y Coxiella

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375© 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos
42 Ehrlichia, Anaplasma y Coxiella
Los miembros de las familias Anaplasmataceae y Coxiellaceae son patógenos intracelulares que 
fueron agrupados históricamente con las Rickettsiaceae. En la actualidad se reconoce que estos 
microorganismos son distintos, tanto en la taxonomía como en las enfermedades que producen.
1. Compare la enfermedad clínica causada por Ehrlichia chaffeensis y Anaplasma phagocytophilum.
2. ¿Cuál es la sensibilidad de las siguientes pruebas en relación con las infecciones causadas 
por Ehrlichia y Anaplasma: microscopia, cultivo, serología?
3. ¿Qué enfermedades clínicas están causadas por Coxiella burnetii?
Las respuestas a estas preguntas están disponibles en www.StudentConsult.es 
Todas las bacterias transmitidas por garrapatas de la familiaAnaplasmataceae se agrupan dentro de dos géneros: Ehrli­
chia y Anaplasma (tabla 42-1). Son bacterias intracelulares 
obligadas, capaces de sobrevivir dentro de las vacuolas cito-
plasmáticas de las células hematopoyéticas de los mamíferos. 
Coxiella es un patógeno intracelular que se consideraba antes 
muy relacionado con Rickettsia y Ehrlichia. Aunque ahora se 
sabe que Coxiella no forma parte de las familias Rickettsiaceae 
o Anaplasmataceae, se comentará también en este capítulo.
ehrlichia y anaplaSma (cuadro 42-1)
Fisiología y estructura
Los géneros Ehrlichia y Anaplasma se componen de bacterias 
intracelulares que parasitan granulocitos, monocitos, eri-
trocitos y plaquetas. A diferencia de Rickettsia y Orientia, 
Ehrlichia y Anaplasma permanecen en la vacuola fagocítica 
después de entrar en la célula hospedadora. La fusión con 
los lisosomas se impide debido a que se inhibe la expresión 
de receptores adecuados en la superficie de dicha vacuola. 
Por tanto, las bacterias pueden multiplicarse mediante fisión 
binaria en el interior del fagosoma sin que ello comporte su 
exposición a las enzimas hidrolíticas del lisosoma. Existen 
dos formas morfológicas de bacterias: cuerpos elementales 
pequeños (0,2 a 0,4 mm) y cuerpos reticulados grandes (0,8 
a 1,5 mm). Algunos días después de que la célula se infecte, 
los cuerpos elementales en proceso de replicación se organi-
zan en masas rodeadas de membrana denominadas mórulas 
(fig. 42-1). La infección progresiva lleva a la lisis de la célula 
infectada, la liberación de la bacteria y la posterior infección 
de las nuevas células. La detección de mórulas cuando las 
células se tiñen con las tinciones de Giemsa o Wright es una 
prueba diagnóstica rápida y específica; sin embargo, se pueden 
ver relativamente pocas células infectadas, de forma que una 
prueba negativa no es útil.
La estructura de la pared celular de Ehrlichia y Anaplasma 
es semejante a la de las bacterias gramnegativas, si bien carece 
de genes para la síntesis de peptidoglucano y lipopolisacári-
do (LPS). Además, tampoco existen muchos de los genes 
de la vía glucolítica. Las distintas especies de estos géneros 
comparten diversos antígenos proteicos, al igual que con 
especies pertenecientes a otros géneros. Debido a esto son 
frecuentes las reacciones cruzadas en las pruebas serológicas 
de detección de anticuerpos.
Patogenia e inmunidad
La localización intracelular de los microorganismos les con-
fiere protección frente a la respuesta inmunitaria del hos-
pedador. Sin embargo, se cree que la estimulación bacteriana 
de la producción de citocinas proinflamatorias desempeña 
una función clave en la activación de los macrófagos, los 
cuales actúan directamente sobre las células infectadas o 
bien sobre bacterias opsonizadas con anticuerpos durante su 
fase extracelular.
Epidemiología (tabla 42-2)
La infección en seres humanos por estos microorganismos se-
mejantes a Rickettsia se reconoció por primera vez en EE.UU. 
en 1986. En un principio se creyó que Ehrlichia canis causaba 
la enfermedad, bautizada como ehrlichiosis monocítica huma-
na; sin embargo, posteriormente se reconoció que una nueva 
especie, Ehrlichia chaffeensis, constituía el agente etiológico 
de esta nueva entidad. En 2010 se notificaron en Estados 
Unidos más de 2.600 casos de ehrlichiosis y anaplasmosis. 
La prevalencia de la enfermedad está subestimada, ya que 
los estudios serológicos han demostrado que los anticuerpos 
frente a E. chaffeensis son tan frecuentes como los de Rickett­
sia rickettsii, cuya distribución geográfica es semejante. La 
enfermedad en EE.UU. se observa fundamentalmente en los 
estados del medio oeste (p. ej., Misuri, Arkansas, Oklahoma) y 
de la costa atlántica (Maryland, Virginia, Nueva Jersey, Nueva 
York). Esta área se corresponde con la distribución geográfica 
de Amblyomma americanum (garrapata estrella solitaria), el 
vector primario en la transmisión del microorganismo, y del 
ciervo de cola blanca, un importante reservorio de E. chaffeen­
sis. Otros animales que pueden actuar como hospedadores 
son los perros domésticos, los zorros, los coyotes y los lobos.
La ehrlichiosis granulocítica se debe a dos bacterias (Ehr­
lichia ewingii y Anaplasma phagocytophilum). E. ewingii es 
relativamente infrecuente y ha sido notificado principalmente 
en Misuri. La enfermedad producida por A. phagocytophilum 
se localiza principalmente en los estados del norte y medio 
oeste (Minnesota, Wisconsin) y los estados del nordeste 
atlántico (Massachusetts, Connecticut, Nueva York, Nueva 
376 MICROBIOLOGÍA MÉDICA
Jersey). Los reservorios son mamíferos pequeños (como 
ratones de pies blancos, ardillas listadas y ratones de campo) 
y los vectores son las garrapatas Ixodes. En EE.UU., más del 
90% de los casos de enfermedad por Ehrlichia y Anaplasma 
se produce entre mediados de abril y finales de octubre.
La transmisión transovárica de Ehrlichia y Anaplasma no 
se produce en las garrapatas (a diferencia de lo que sucede 
con Rickettsia y Orientia), de forma que estas bacterias se de-
ben mantener en hospedadores vertebrados como reservorio. 
Las garrapatas se infectan cuando un estadio inmaduro (p. ej., 
larva, ninfa) ingiere la sangre de un hospedador infectado de 
forma natural y posteriormente transmite la bacteria a otro 
mamífero (p. ej., el ser humano) durante la siguiente ingesta 
de sangre. Los humanos son hospedadores accidentales y la 
transmisión se interrumpe en este momento.
Enfermedades clínicas
Ehrlichiosis monocítica humana
E. chaffeensis origina la ehrlichiosis monocítica humana tras 
infectar monocitos sanguíneos y fagocitos mononucleares en 
tejidos y órganos. Entre 1 y 2 semanas después de la picadura 
de la garrapata se observa una enfermedad seudogripal que 
cursa con fiebre, cefalea, malestar y mialgias. Entre un 30% 
y un 40% de los pacientes desarrolla un exantema de inicio 
tardío (más frecuente en los niños que en los adultos). La ma-
yoría de los pacientes presenta leucopenia, trombocitopenia 
y elevación de las transaminasas séricas, las cuales pueden 
oscilar de leves a graves. Aunque la mortalidad es reducida 
(2-3%), más de la mitad de los individuos infectados ha de ser 
hospitalizado y precisa de una prolongada recuperación. Pue-
de desarrollarse un síndrome séptico fulminante, sobre todo 
en los pacientes inmunocomprometidos. La patología de esta 
infección es desproporcionada con relación al número de 
células infectadas o la carga microbiana presente en los 
tejidos. Se estima que E. chaffeensis altera la función de 
los fagocitos mononucleares y la regulación de la respuesta 
inflamatoria. En consecuencia, la respuesta inmunitaria des-
truye el patógeno y genera gran parte del daño hístico.
Ehrlichiosis granulocítica canina
E. ewingii origina principalmente enfermedad en cánidos y el ser 
humano constituye un hospedador accidental. Es posible que la 
incidencia de la infección por este microorganismo sea mayor 
de la supuesta, ya que existe reactividad cruzada en las pruebas de 
detección de anticuerpos entre E. ewingii y E. chaffeensis. La 
CUADRO 42-1
Resumen de Ehrlichia y Anaplasma
Biología, virulencia y enfermedadBacterias intracelulares de pequeño tamaño que se tiñen 
débilmente con la tinción de Gram; se tiñen mejor 
con las de Giemsa o Giménez
Se replican en los fagosomas de las células infectadas
El crecimiento intracelular protege a las bacterias 
de su destrucción por el sistema inmunitario
Capaces de evitar la fusión del fagosoma con el lisosoma 
de monocitos o granulocitos
Inicia una respuesta inmunitaria que contribuye 
a la patología
Las enfermedades humanas son la ehrlichiosis monocítica 
humana y la anaplasmosis humana (llamada antes 
ehrlichiosis granulocítica humana)
Epidemiología
Los reservorios más importantes son los ciervos de 
cola blanca, los ratones de patas blancas, las ardillas, 
los ratones de campo y los cánidos, dependiendo 
de la especie de Ehrlichia
Las garrapatas son vectores relevantes, aunque 
la transmisión transovárica es un proceso ineficiente
En EE.UU., la enfermedad es más frecuente en los estados 
de la región suroriental media del Atlántico, en el medio 
oeste y en la zona sur-central
Los sujetos con un riesgo mayor son aquellos expuestos 
a las garrapatas en las zonas endémicas
La enfermedad es más frecuente entre abril y octubre
Diagnóstico
La microscopia tiene un valor limitado
La serología y las pruebas con sondas de ADN son 
los métodos de elección
Tratamiento, prevención y control
La doxiciclina es el fármaco de elección; la rifampicina 
es una alternativa aceptable
La prevención implica evitar las áreas infestadas por 
garrapatas, la utilización de ropa protectora y repelentes 
de insectos y eliminar rápidamente las garrapatas 
adheridas
No se dispone de vacunas
Tabla 42-1 Ehrlichia, Anaplasma y Coxiella
Microorganismo Origen histórico
Ehrlichia Recibe su nombre del microbiólogo alemán 
Paul Ehrlich
E. chaffeensis Aislada por primera vez en un reservista del 
ejército estadounidense en Fort Chaffee, 
Arkansas
E. ewingii Recibe su nombre del microbiólogo 
estadounidense William Ewing
Anaplasma an, sin; plasma, entidad informe (una cosa 
sin forma; se refiere a las inclusiones 
intracitoplasmáticas)
A. phagocytophilum phago, comer; kytos, un recipiente o recinto; 
philein, amar (presente en fagocitos)
Coxiella burnetii Recibe su nombre de Harold Cox 
y F. M. Burnet, que aislaron la bacteria 
a partir de las garrapatas en Montana y en 
pacientes en Australia, respectivamente Figura 42-1 Numerosas mórulas de Ehrlichia canis en células de cultivo 
DH82. (De Cohen J, Powderly WG: Infectious diseases, 2.ª ed., St. Louis, 2004, 
Mosby.)
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presentación clínica de esta entidad es semejante a la de la en-
fermedad por E. chaffeensis, de modo que el paciente presenta 
fiebre, cefalea y mialgias. Igualmente, se observan leucopenia, 
trombocitopenia y elevación de las transaminasas séricas.
Anaplasmosis humana (caso clínico 42-1)
La anaplasmosis humana, llamada anteriormente ehrlichiosis 
granulocítica humana, aparece como consecuencia de la infec-
ción por A. phagocytophilum. Los granulocitos (es decir, neu-
trófilos, eosinófilos y basófilos) se infectan de forma primaria. 
La enfermedad se manifiesta a los 5-10 días de la exposición 
como un cuadro seudogripal con fiebre elevada, cefalea, males-
tar y mialgias; se observa un exantema cutáneo en menos del 
10% de los pacientes. Al igual que en la ehrlichiosis monocítica 
humana, en la mayoría de los pacientes se observa leucopenia, 
trombocitopenia y elevación de las transaminasas séricas. Más 
de la mitad de los pacientes ha de ser hospitalizado y son 
frecuentes las complicaciones graves, sobre todo neuropatías 
periféricas (p. ej., polineuropatía desmielinizante, parálisis 
facial). A pesar de la posible gravedad de la enfermedad, la 
mortalidad se sitúa por debajo del 1%. Al igual que sucede en 
la infección por E. chaffeensis, la patología de la enfermedad 
parece relacionarse con la activación de los macrófagos.
Diagnóstico de laboratorio
La presentación clínica de las infecciones por Ehrlichia y 
Anaplasma no es distintiva y, aunque la distribución clínica de 
la enfermedad tiene una superposición limitada, se requiere la 
realización de pruebas de laboratorio para obtener un diagnós-
tico definitivo. La microscopia tiene una utilidad limitada 
porque las bacterias se tiñen mal con el método de Gram y 
la detección de inclusiones intracitoplasmáticas (agregados 
de microorganismos, mórulas) en preparaciones de la sangre 
periférica teñidas por el método de Giemsa es útil solamente 
durante la primera semana de la enfermedad. Las mórulas 
se detectan en menos del 10% de los sujetos aquejados de 
ehrlichiosis monocítica y en un 25-75% de aquéllos con ana-
plasmosis granulocítica. De la misma manera, aunque se han 
cultivado in vitro microorganismos Ehrlichia en líneas celula-
res establecidas, la mayor parte de los laboratorios clínicos no 
lleva a cabo esta técnica. Los métodos empleados más a me-
nudo para el diagnóstico de laboratorio de la ehrlichiosis son 
las pruebas de amplificación de ácidos nucleicos (AAN) y los 
estudios serológicos. Algunos centros de referencia efectúan 
pruebas de amplificación de ADN específicas para distintas 
especies, por lo que disponen de un procedimiento diagnós-
tico específico y sensible para la enfermedad aguda. Por lo 
general se observa un incremento del título de anticuerpos 
entre 3 y 6 semanas después del comienzo del cuadro, por lo 
que estas pruebas serológicas se utilizan fundamentalmente 
para confirmar el diagnóstico. La sensibilidad de las pruebas 
de AAN y de la serología se reduce en los pacientes que 
reciben tratamiento eficaz. E. chaffeensis y E. ewingii están 
íntimamente relacionadas y no se distinguen en las pruebas 
serológicas. La especificidad de estas pruebas se reduce como 
consecuencia de la reactividad cruzada con otros microorga-
nismos, como los responsables de la fiebre exantemática de 
las Montañas Rocosas, la fiebre Q, la enfermedad de Lyme, 
la brucelosis y las infecciones por el virus de Epstein-Barr.
Tratamiento, prevención y control
Los pacientes con sospecha de ehrlichiosis deben recibir 
doxiciclina. El tratamiento nunca se debe retrasar a la es-
pera de la confirmación de laboratorio de la enfermedad. Se 
ha empleado rifampicina para tratar a los pacientes que no 
toleran la doxiciclina. Las fluoroquinolonas, las penicilinas, las 
cefalosporinas, el cloranfenicol, los aminoglucósidos y los ma-
crólidos carecen de eficacia. La infección se previene al evitar 
las zonas infestadas con garrapatas, utilizar ropa protectora y 
aplicar repelentes de insectos. Las garrapatas adheridas a la 
piel se deben eliminar sin demora. No se dispone de vacunas.
coxiella Burnetii (v. cuadro 42-2)
Coxiella burnetii se clasificó inicialmente dentro de Rickettsia 
debido a que las bacterias gramnegativas se tiñen débilmente 
Tabla 42-2 Epidemiología de Ehrlichia y Anaplasma
E. chaffeensis E. ewingii A. phagocytophilum
Enfermedad Ehrlichiosis monocítica humana Ehrlichiosis ewingii humana Anaplasmosis granulocítica 
humana
Distribución geográfica Norteamérica y Sudamérica, Asia Norteamérica Norteamérica y Sudamérica, 
Europa, Asia
Hospedador reservorio Ciervos, perros y otros cánidos Perros, ciervos Roedores pequeños, ciervos, ovejas
Vector (garrapatas) Amblyomma americanum Amblyomma americanum Especies de Ixodes
Hospedador con síntomas clínicos Seres humanos, perros Perros, seres humanos Rumiantes, caballos, perros, 
seres humanos
Célula hospedadora infectada Monocitos, macrófagos Neutrófilos Neutrófilos, eosinófilos, basófilos
CASO CLÍNICO 42-1
Anaplasmosis humana
Heller y cols. (N Engl J Med 352:1358-1364, 2005) 
describieron el caso de un varón de 73 años que 
consultó en el hospital por fiebre, debilidad y mialgias 
en las piernas. Seis días antes del ingreso había viajado 
a Carolina del Sur y a los 3 días desarrolló intensos 
dolores en las piernas, fiebre elevada y debilidad 
generalizada.En el momento del ingreso presentaba 
fiebre, taquicardia e hipertensión; no se palpaban el 
hígado ni el bazo y tampoco había exantema cutáneo. Los 
cultivos para bacterias, hongos y virus fueron negativos. 
Un frotis de sangre periférica mostraba una inclusión 
intracitoplasmática extraña en los granulocitos, que 
recordaba a una mórula. El análisis con técnica de PCR 
de las muestras de sangre recogidas durante el segundo 
y el tercer día de ingreso hospitalario demostró ADN 
de A. phagocytophilum, lo que confirmó el diagnóstico de 
anaplasmosis. El paciente recibió tratamiento con éxito 
con doxiciclina durante 14 días, aunque persistió la 
debilidad muscular y algo de dolor residual. El suero 
obtenido durante la fase de convalecencia también fue 
positivo para Anaplasma. Hay que resaltar que el paciente 
no recordaba haber sufrido una picadura de garrapata 
durante su viaje a Carolina del Sur, lo que es compatible 
con el dato de que son los estadios iniciales de la garrapata, 
las larvas y las ninfas, los que se asocian con mayor 
frecuencia a la enfermedad en humanos.
378 MICROBIOLOGÍA MÉDICA
con la tinción de Gram, crecen intracelularmente en las células 
eucariotas y se asocian a artrópodos (p. ej., garrapatas). Sin em-
bargo, ahora se reconoce que estas bacterias no guardan relación 
con Rickettsia, sino con Legionella. La enfermedad producida 
por C. burnetii es la fiebre Q (query) así denominada porque la 
investigación inicial de un brote en trabajadores de un matadero 
australiano no llegó a identificar el microorganismo causal.
Fisiología y estructura
Se reconocen dos formas estructurales de C. burnetii: las 
variantes celulares pequeñas que son resistentes a las agre-
siones ambientales (p. ej., calor, desecación, agentes quí-
micos) y las variantes celulares grandes que son las formas 
metabólicamente activas. Además, C. burnetii sufre una fase 
de transición similar a la que se observa en otras bacterias 
gramnegativas. En la fase observada en la naturaleza (fase I), 
C. burnetii tiene un LPS intacto; sin embargo, pueden pro-
ducirse mutaciones en los genes del LPS, lo que da lugar a 
una molécula con lípido A y azúcares de la región central pero 
carente de los azúcares más externos del antígeno O (fase II). 
Esta variación de fase es importante para comprender la 
progresión de la enfermedad y para fines diagnósticos.
Las variantes celulares pequeñas se unen a los macrófagos 
y a los monocitos y son internalizadas en una vacuola fago-
cítica. La progresión normal después de la fagocitosis de la 
mayoría de los microorganismos es la fusión del fagosoma con 
una serie de endosomas (vesículas intracelulares), que dan 
lugar a una disminución del pH intracelular, seguido de la 
fusión con los lisosomas que contienen enzimas hidrolíticas y 
la consiguiente muerte bacteriana. Se produce este hecho con 
C. burnetii si se introducen microorganismos en fase II; sin 
embargo, Coxiella en fase I es capaz de detener este proceso 
antes de la fusión lisosómica. Además, los microorganismos 
requieren un pH ácido para sus actividades metabólicas, que, 
a su vez, los protege frente a las actividades destructivas de 
la mayoría de los antibióticos.
Patogenia e inmunidad
Los patógenos intracelulares que se replican lentamente han 
de evitar la muerte celular programada (apoptosis), que es un 
componente importante de la inmunidad intrínseca. Coxiella 
es capaz de regular las vías de señalización celulares en su hogar 
fagocítico de modo que se retrase la muerte celular. La capa-
cidad de C. burnetii para producir enfermedad, ya sea aguda 
o crónica, viene determinada en parte por la capacidad del 
microorganismo para sobrevivir intracelularmente. En presencia 
de interferón g se produce la fusión fagosoma-lisosoma, lo que 
lleva a la muerte bacteriana; sin embargo, en las infecciones 
crónicas se produce un exceso de interleucina 10 por la célula 
hospedadora, que interfiere en la fusión y permite la supervi-
vencia intracelular de C. burnetii.
Epidemiología (v. tabla 42-2)
C. burnetii es muy estable en condiciones ambientales des-
favorables y puede sobrevivir en el suelo y la leche durante 
meses o años. El abanico de hospedadores de este patógeno 
es amplio e incluye mamíferos, aves y numerosas especies 
diferentes de garrapatas. Los animales de granja, como las ove-
jas, las vacas y las cabras, y los gatos, los perros y los conejos 
recién infectados representan los principales reservorios de la 
enfermedad en el ser humano. Las bacterias pueden alcanzar 
concentraciones elevadas en la placenta del ganado infectado. 
Las placentas secas que se dejan en el suelo después del parto, 
así como las heces, la orina y las heces de garrapata pueden 
contaminar el suelo, el cual se puede convertir en un foco de 
infección si las bacterias se transportan por el aire y se inhalan. 
Las infecciones humanas se producen tras la inhalación de 
partículas transmitidas por vía aérea de una fuente ambiental 
contaminada o, con menos frecuencia, tras la ingesta de leche 
no pasteurizada contaminada u otros productos lácteos. Las 
garrapatas no transmiten la enfermedad a los humanos.
La fiebre Q tiene una distribución mundial. Aunque anual-
mente se notifican menos de 150 infecciones en EE.UU., esta 
CUADRO 42-2
Resumen de Coxiella
Biología, virulencia y enfermedad
Bacterias intracelulares de pequeño tamaño que se tiñen 
débilmente con la tinción de Gram; se tiñen mejor 
con las de Giemsa o Giménez
Se replican en los fagosomas de las células infectadas
Existen en dos formas: variante infecciosa de células 
pequeñas, extraordinariamente estable ante los factores 
ambientales; la variante de células grandes es la forma 
metabólicamente activa
Se produce la fase de transición durante la infección: 
fase I con LPS intacto, fase II con LPS truncado 
(faltan los azúcares del antígeno O)
El crecimiento intracelular protege a las bacterias 
de su destrucción por el sistema inmunitario
Capaces de replicarse en el entorno ácido de los fagosomas
La forma extracelular es extraordinariamente estable; 
puede sobrevivir en la naturaleza durante un período 
de tiempo prolongado
La mayor parte de las infecciones son asintomáticas; 
la presentación aguda más frecuente es un síndrome 
seudogripal inespecífico; <5% de los casos sufren 
una enfermedad aguda importante (neumonía, hepatitis, 
pericarditis, fiebre)
La endocarditis es la forma más frecuente de enfermedad 
crónica
Epidemiología
Diversos reservorios, como mamíferos, aves y garrapatas
Casi todas las infecciones en el ser humano se asocian 
a contacto con vacas, ovejas, cabras, perros y gatos 
infectados
La mayoría de las enfermedades se adquieren por 
inhalación; es posible la enfermedad por consumo 
de leche contaminada; las garrapatas no suponen un 
vector importante para la transmisión de la enfermedad 
al ser humano
Distribución universal
Sin incidencia estacional
Diagnóstico
La prueba de elección es la detección de la respuesta 
humoral frente a antígenos de fase I y de fase II
Tratamiento, prevención y control
La doxiciclina es el fármaco de elección en las infecciones 
agudas; se emplea hidroxicloroquina combinada 
con doxiciclina para el tratamiento de las infecciones 
crónicas
Las vacunas con antígenos de fase I son protectoras 
y seguras cuando se administran como dosis única 
de forma previa a la exposición del animal o del ser 
humano a Coxiella; no disponible en EE.UU. para 
los seres humanos o los animales
LPS, lipopolisacárido.
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cifra es, desde luego, una subestimación de la prevalencia real 
de la enfermedad. La infección es frecuente en el ganado 
en dicho país, aunque la enfermedad verdadera es rara. Es 
frecuente la exposición en el ser humano, en especial en los 
ganaderos, los veterinarios y los manipuladores de alimen-
tos; los estudios experimentales han indicado que la dosis 
infecciosade C. burnetii es baja (10 o menos bacterias). Así, 
la mayoría de las infecciones humanas son leves o asintomá-
ticas, dato confirmado por los estudios serológicos, que han 
demostrado que la mayoría de las personas con anticuerpos 
detectables carecen de antecedentes de la enfermedad. Las 
infecciones también quedan sin detectarse debido a que no 
se suelen considerar las pruebas diagnósticas en relación con 
C. burnetii.
Enfermedades clínicas (caso clínico 42-2)
La mayor parte de las personas expuestas a C. burnetii 
sufren una infección asintomática y la mayor parte de las 
infecciones sintomáticas son leves y cursan con síntomas 
seudogripales inespecíficos con un comienzo súbito, fiebre 
alta, cansancio, cefalea y mialgias. Menos del 5% de las per-
sonas infectadas sufren síntomas de gravedad suficiente para 
necesitar un ingreso hospitalario y suelen cursar con hepatitis, 
neumonía o fiebre aislada. La hepatitis suele ser asintomática 
o se manifiesta con fiebre y aumento de las transaminasas 
séricas. La mayoría de los casos de neumonía son leves, con 
tos no productiva, fiebre y hallazgos inespecíficos en la radio-
grafía de tórax. Histológicamente, los órganos afectados 
muestran granulomas difusos típicos. La fiebre Q crónica 
(síntomas con más de 6 meses de duración) puede aparecer 
meses o años tras la exposición inicial y afecta de forma casi 
exclusiva a pacientes con trastornos predisponentes, como 
una valvulopatía cardíaca de base o inmunodeprimidos. La 
endocarditis subaguda es la presentación más frecuente y 
puede resultar difícil diagnosticarla por la ausencia de signos 
y síntomas específicos. Sin embargo, la fiebre Q crónica es 
una enfermedad grave con una mortalidad y morbilidad sig-
nificativas, incluso en pacientes con un rápido diagnóstico y 
tratamiento apropiado.
Diagnóstico de laboratorio
La fiebre Q se diagnostica mediante cultivo (no se suele rea-
lizar), serología o reacción en cadena de la polimerasa (PCR). 
Puede realizarse el cultivo en células de cultivo tisulares y 
recientemente en un medio acelular; sin embargo, rara vez se 
realiza el cultivo excepto en laboratorios de investigación con 
aprobación para trabajar con estos microorganismos muy con-
tagiosos. La serología es la prueba diagnóstica más empleada. 
Como se ha comentado antes, C. burnetii sufre una variación 
de fase caracterizada por el desarrollo de antígenos de fases I 
y II. Los antígenos de fase I son débilmente antigénicos. 
Se emplean diversos métodos para medir la producción de 
anticuerpos: las pruebas de microaglutinación, las pruebas 
indirectas de anticuerpos inmunofluorescentes (IFA) y 
los análisis de inmunoadsorción ligada a enzimas (ELISA). 
Las IFA son los estudios de elección, aunque muchos labora-
torios utilizan ELISA y parece tener una sensibilidad parecida. 
Pueden producirse reacciones cruzadas con Bartonella (que 
puede ocasionar una enfermedad parecida), de forma que 
todas las pruebas serológicas deberían incorporar la determi-
nación de ambos microorganismos. En la fiebre Q aguda se 
desarrollan anticuerpos de tipo inmunoglobulina M (IgM) y 
G (IgG), principalmente frente a los antígenos de fase II. 
El diagnóstico de fiebre Q crónica se confirma mediante la 
demostración de anticuerpos frente a antígenos de fase I y 
II, aunque los títulos de anticuerpos frente a los primeros 
son típicamente más altos. Las técnicas de AAN, como la 
PCR, se han desarrollado en laboratorios de referencia, pero 
en general no están disponibles para el diagnóstico de rutina. 
Además, aunque estas pruebas son sensibles en las muestras 
de tejido, la sensibilidad en el estudio del suero es baja. Las 
pruebas basadas en la PCR no se necesitan para el diagnós-
tico de las infecciones crónicas por C. burnetii porque estos 
pacientes tienen típicamente elevadas concentraciones de 
anticuerpos.
Tratamiento, prevención y control
El tratamiento de las infecciones agudas y crónicas por 
C. burnetii se basa en la experiencia clínica, no en las pruebas 
de sensibilidad in vitro. Actualmente se recomienda que las 
infecciones agudas se traten durante 14 días con doxiciclina. 
La enfermedad crónica se debe tratar durante un período pro-
longado con una combinación de fármacos bactericidas, do-
xiciclina y el agente alcalinizante hidroxicloroquina. Se han 
empleado fluoroquinolonas (p. ej., ofloxacino, pefloxacino) 
como alternativa a la doxiciclina pero están contraindicadas 
en niños y en las mujeres embarazadas.
Se han desarrollado vacunas inactivadas con células com-
pletas y vacunas con antígenos parcialmente purificados, y se 
ha observado que las vacunas preparadas con los microorga-
nismos en fase I confieren una mejor protección. Al parecer, 
la vacunación del ganado es eficaz, a no ser que los animales 
hayan contraído la infección previamente. La vacunación no 
erradica Coxiella de los animales infectados ni reduce su 
diseminación asintomática. De igual modo, la vacunación de 
personas con vacunas de fase I tan sólo es protectora cuando 
los receptores no han contraído la infección. La vacunación de 
sujetos con una infección previa está contraindicada debido a 
que la respuesta inmunitaria puede incrementar las reacciones 
adversas. Por ello, se recomienda administrar una única dosis 
de vacuna sin dosis de recuerdo.
CASO CLÍNICO 42-2
Endocarditis por Coxiella burnetii
Karakousis y cols. (J Clin Microbiol 44:2283-2287, 2006) 
describieron el caso de un varón de 31 años, procedente 
de Virginia occidental, que sufrió una endocarditis crónica 
por C. burnetii. Cuando el paciente ingresó en el hospital, 
refería una historia de 11 meses de evolución con fiebre, 
sudoración nocturna, tos paroxística, fatiga y pérdida 
de peso. Había recibido varios ciclos de antibioterapia 
por bronquitis sin conseguir mejorar. Los antecedentes 
médicos no tenían interés, salvo una cardiopatía congénita 
por la que se le practicó una derivación durante la 
lactancia. Vivía en una granja y ayudaba a parir a las 
vacas. La exploración cardíaca al ingreso mostró un 
soplo; no se encontró hepatoesplenomegalia ni estigmas 
periféricos de endocarditis, pero las enzimas hepáticas 
estaban elevadas. Todos los hemocultivos para hongos 
y bacterias resultaron negativos; sin embargo, la serología 
para los anticuerpos en fase I y II de Coxiella estaban 
muy elevados. Se empezó el tratamiento con doxiciclina 
y rifampicina y la fiebre desapareció con rapidez. Aunque 
se recomendó tratamiento prolongado, el paciente no lo 
cumplía y desarrollaba síntomas cada vez que abandonaba 
uno o ambos antibióticos. También rechazó tomarse la 
hidroxicloroquina ante el temor por la toxicidad retiniana. 
Este paciente es un ejemplo característico del riesgo para 
los cardiópatas y las dificultades para tratar esta infección.
380 MICROBIOLOGÍA MÉDICA
EStUDIO DE UN CASO y PREGUNtAS
Un hombre de 46 años acudió a su médico de cabecera tras 
haber estado 2 meses sufriendo pérdida de peso (7 kg), 
sudoración nocturna y febrícula. Los resultados de la 
exploración torácica revelaron un soplo cardíaco de nueva 
aparición. El médico sospechó que su paciente presentaba 
endocarditis subaguda y recogió tres grupos de muestras 
sanguíneas para su cultivo. tras 1 semana de incubación, las 
muestras arrojaron resultados negativos.
1. ¿Qué pruebas diagnósticas se deben practicar para 
determinar si el sujeto presenta endocarditis producida 
por C. burnetii?
2. Si se confirmase el diagnóstico, ¿cómo habría adquirido 
la infección?
3. ¿Cómo se debe tratar la infección?
Las respuestas a estas preguntas están disponibles en 
www.StudentConsult.es
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