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706 © 2014. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 75Micotoxinas y micotoxicosis Un hombre de 42 años de edad de India comió maíz cultivado en casa durante varios días y empezó a presentar síntomas de hepatitis. Se llevó rápidamente al paciente al hospital, pero murió por insuficiencia hepática aguda. 1. ¿Cuál fue la causa más probable de la insuficiencia hepática aguda? a. Ocratoxina b. Aflatoxina c. Hepatitis A d. Citreovirdina 2. ¿Qué microorganismo fue el responsable más probable de su enfermedad tóxica? a. Aspergillus fumigatus b. Aspergillus terreus c. Fusarium moniliforme d. Aspergillus flavus 3. ¿Cuáles son las consecuencias a largo plazo de una exposición crónica y de bajo nivel a esta micotoxina? a. Carcinoma hepatocelular b. Anemia aplásica c. Cáncer esofágico d. Cáncer vesical Las respuestas a las preguntas de este caso clínico están disponibles en www.StudentConsult.es Además de actuar como patógenos oportunistas, los hongosfilamentosos pueden producir toxinas a las que se ha implicado en diversas enfermedades y síndromes clínicos en el ser humano y los animales. Estas micotoxinas son metabolitos micóticos secundarios que originan enferme- dades, conocidas de forma general como micotoxicosis, tras la ingesta, la inhalación o el contacto directo con la toxina (fig. 75-1). Las micotoxicosis pueden manifestarse como un proceso agudo o crónico que comprende desde la muerte rápida hasta la formación de un tumor. En este sentido, las micotoxicosis son análogas a los trastornos causados por otros «compuestos tóxicos», como los pesticidas o los residuos de metales pesados. Los síntomas iniciales y la gravedad de una micotoxicosis dependen del tipo de micotoxina, la cantidad y duración de la exposición, la vía de exposición y la edad, el sexo y el estado de la persona expuesta. Asimismo, algunos otros factores, como la desnutrición, el consumo abusivo de alcohol, la coexistencia de una enfermedad infecciosa y la exposición a otras toxinas pueden actuar de manera sinérgica para exacerbar el efecto y la gravedad de la intoxicación por una micotoxina. Existen más de 100 hongos productores de toxinas y has- ta ahora se han identificado más de 300 compuestos como micotoxinas. Sin embargo, no se ha determinado el número de personas afectadas por las distintas micotoxicosis. La ma- yoría de las intoxicaciones por micotoxinas son consecuencia de la ingesta de alimentos contaminados. La presencia de micotoxinas en los alimentos suele deberse a la contaminación previa a la cosecha por hongos toxigénicos que subsisten como patógenos vegetales. Por otra parte, algunos insectos o la humedad pueden dañar el cereal almacenado y crear una vía de acceso de hongos toxigénicos presentes en el entorno del lugar de almacenamiento. Las micotoxinas son más frecuentes en los países en vías de desarrollo en los que los métodos de manipulación y almacenamiento de alimentos son inadecua- dos, la desnutrición es prevalente y son escasas las normas promulgadas para proteger a las poblaciones expuestas. Algunas micotoxinas son dermonecróticas, y el contacto de la piel o las mucosas con sustratos infectados por el hongo filamentoso puede producir la enfermedad. De igual modo, la inhalación de toxinas presentes en esporas constituye una señalada forma de exposición. Aparte del tratamiento com- plementario, no se dispone de apenas ningún tratamiento para la exposición a micotoxinas. Afortunadamente, las micotoxi- cosis no se transmiten de una persona a otra. La elaboración de micotoxinas es importante en el origen o la exacerbación de la enfermedad producida por los fitopa- tógenos micóticos. Aunque las micotoxinas pueden originar intoxicaciones en el ser humano y algunas pueden poseer propiedades inmunodepresoras de gran intensidad, no existen apenas datos acerca de un efecto potenciador de la capa- cidad de proliferación y producción de la enfermedad en hospedadores vertebrados por parte del hongo. Los hongos, como Aspergillus fumigatus, que actúan como destacados patógenos oportunistas y son capaces de producir gliotoxinas (inhibidores de la activación y proliferación de linfocitos T), no acostumbran a generar estas toxinas en cantidad suficiente durante la evolución de la enfermedad humana como para influir en el proceso patológico. Los hongos oportunistas han de ser capaces de desarrollarse a la temperatura del cuerpo MICOtOXINAS y MICOtOXICOSIS 707 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. humano (37 °C) para producir una enfermedad, mientras que la temperatura óptima para la biosíntesis de la mayoría de las micotoxinas es notablemente menor (20-30 °C). Por estos y otros motivos, no se ha definido adecuadamente la importancia de la exposición a micotoxinas durante la evo- lución de una micosis por hongo toxigénico. En este capítulo se describen las micotoxinas implica- das en la enfermedad en el ser humano y los metabolitos producidos por hongos filamentosos que pueden asociarse a alimentos humanos o ambientes residenciales/laborales. A pesar de constituir una forma de micotoxicosis, la intoxi- cación por setas no se incluye en este capítulo. La tabla 75-1 ofrece un listado de las micotoxicosis en las que existen indicios considerables de la participación de una micotoxina específica. AflAtoxinAs (caso clínico 75-1) Las aflatoxinas son un grupo de compuestos producidos principalmente por Aspergillus flavus y Aspergillus parasi ticus, aunque muchas otras especies de este género fabrican también estas moléculas. Aspergillus flavus es la especie pro- ductora de aflatoxinas que aparece con una mayor frecuencia en la actividad agrícola y puede producir hasta 106 mg/kg. Las materias primas afectadas más a menudo en EE.UU. son el maíz, la semilla de algodón, los cacahuetes y algunos frutos secos de árbol. La aflatoxina B1 es el carcinógeno natural más potente conocido y representa la principal aflatoxina producida por las cepas toxigénicas; no obstante, se ha des- crito más de una docena de aflatoxinas. Las aflatoxinas son compuestos tóxicos y carcinogénicos para el ser humano y los animales. La aflatoxicosis aguda provoca la muerte, mientras que la aflatoxicosis crónica conlleva alteraciones patológicas más prolongadas, como el cáncer y la inmunodepresión. El hígado constituye el principal órgano diana, y se ha demostrado la afectación hepática en roedores, aves de corral y primates no humanos tras la ingesta de aflatoxina B1. La aflatoxicosis aguda se ha manifestado como hepatitis aguda en el ser humano. En 1974 se registró un brote de hepatitis en India en el que murieron 100 per- sonas después de haber consumido maíz con unos niveles extremadamente altos de contaminación por aflatoxinas. Se detectaron unas concentraciones elevadas de aflatoxina B1 en los hígados de los individuos fallecidos. Se ha propuesto que el kwashiorkor, una enfermedad de desnutrición grave, y el síndrome de Reye, caracterizado por encefalopatía y degeneración adiposa de las vísceras, serían dos formas de aflatoxicosis pediátrica. Se ha detectado la presencia de aflatoxinas en el hígado de niños con kwas- hiorkor y en pacientes con síndrome de Reye, aunque no se ha establecido ninguna relación etiológica de peso entre la exposición a aflatoxinas y estos trastornos. Figura 75-1 Diversas exposiciones e influencias de las micotoxinas. (Modificado de Richard JL: Mycotoxins and human disease. En Anaissie EJ, McGinnis MR, Pfaller MA, editores: Clinical mycology, 2.ª ed., Nueva York, 2003, Churchill Livingstone.) 708 MICROBIOLOGÍA MÉDICA La exposición crónica de bajo nivel a las aflatoxinas en los productos alimentarios constituye un factor de riesgo de car- cinoma hepatocelular. Se ha demostrado a nivel experimental que dicha exposición produce cáncer en numerosas especies de animales. El carcinoma hepatocelular es una de las prin- cipales causas de mortalidad por cáncer en Asia y África,y varios estudios epidemiológicos han señalado que el aumento de la ingesta de aflatoxinas se relaciona con un incremen- to del riesgo. La vía principal de exposición a aflatoxinas en el ser humano es el consumo de alimentos contaminados, como cacahuetes y granos de cereal. Las aflatoxinas se pueden trans- portar en partículas aerosolizadas y se han detectado en el aire cercano a granjas contaminadas y en el polvo. La aflatoxina actúa como un carcinógeno pulmonar en los modelos de experimentación animal; sin embargo, las pruebas de que la exposición a aflatoxinas transportadas por el aire provoca cáncer son poco consistentes. Se cree que el mecanismo de la carcinogenia inducida por aflatoxinas implica la promoción o progresión de tumo- res. Algunos datos publicados indican la participación de la aflatoxina en la activación de protooncogenes (cMYC, cHaRAS, KiRAS y NRAS); también puede causar mu- taciones en el gen supresor tumoral TP53. La exposición a aflatoxinas y las mutaciones en el gen TP53 han presentado una estrecha relación en algunos estudios epidemiológicos realizados en África y China. Concretamente, la aflatoxi- na se ha relacionado con una mutación en el gen p53 en la que se produce una transversión G a T en el codón 249. Esta mutación constituye el primer ejemplo de un biomarcador «específico de un carcinógeno» que se mantiene en el tejido humano. Este biomarcador se ha utilizado en algunos estudios epidemiológicos que pretendían determinar la relación exis- tente entre las aflatoxinas y el cáncer hepático y demostrar que ciertos cofactores, como la infección por el virus de la hepatitis B, incrementan notablemente el riesgo de padecer un cáncer hepatocelular. La exposición significativa a aflatoxinas es poco frecuen- te en las personas que residen en países desarrollados que cuentan con cantidades suficientes de alimentos y normas para controlar la concentración de aflatoxina en los mismos. En particular, las tasas de incidencia del cáncer de hígado son entre 2 y 10 veces mayores en los países en vías de desarrollo que en los desarrollados. La ingesta de aflatoxinas puede ser habitual en los países con recursos alimentarios limitados y posibles hambrunas o en los que no se ha introducido o aplicado una normativa pertinente. citrininA Diversas especies pertenecientes a los géneros Penicillium y Aspergillus producen citrinina, entre ellas algunas especies utilizadas para producir queso (P. camemberti) y sake (A. ory zae). La citrinina actúa como una potente nefrotoxina en to- das las especies animales estudiadas hasta ahora y se ha asocia- do a la enfermedad del arroz amarillo (v. tabla 75-1). Puede actuar de manera sinérgica con otra nefrotoxina, la ocratoxi- na A. La citrinina se asocia frecuentemente a alimentos del Tabla 75-1 Enfermedades relacionadas con micotoxinas que afectarían al ser humano según datos analíticos o epidemiológicos Enfermedad Toxina Sustrato Hongo Presentación clínica Aleuquia tóxica alimentaria (AtA) tricotecenos (toxina t-2, diacetoxiscirpenol [DAS]) Granos de cereal (pan tóxico) Género Fusarium Vómitos, diarrea, angina de pecho, inflamación cutánea Beriberi cardíaco Citreoviridina Arroz Género Penicillium Palpitaciones, vómitos, episodios maníacos, insuficiencia respiratoria Cáncer esofágico Fumonisinas Maíz Fusarium moniliforme Disfagia, dolor, hemorragia Enfermedad de Onyalai Metabolitos de Fusarium Mijo Género Fusarium trombocitopenia, púrpura Enfermedad del arroz amarillo Citrinina trigo, avena, cebada, arroz Género Penicillium Género Aspergillus Nefropatía Ergotismo (gangrenoso y convulsivo) Alcaloides de cornezuelo Centeno, granos de cereal Claviceps purpurea Claviceps fusiformis Gangrenoso: vasoconstricción, edema, prurito, necrosis de las extremidades Convulsivo: acorchamiento, hormigueo, prurito, calambres, convulsiones, alucinaciones Estaquibotriotoxicosis tricotecenos (toxina t-2, DAS) Heno, granos de cereal, forraje (contacto cutáneo, inhalación de polvo de heno) Géneros Stachybotrys, Fusarium, Myrothecium, Trichoderma, Cephalosporium temblor, pérdida de visión, dermonecrosis, hemorragia digestiva (caballo y ganado vacuno), inflamación nasal, dermatitis, cefalea, astenia, síntomas respiratorios (ser humano), hemorragia pulmonar idiopática del lactante (?) Hepatitis y cáncer hepático Aflatoxinas Granos de cereal, cacahuetes Aspergillus flavus Aspergillus parasiticus Hepatitis aguda y crónica, insuficiencia hepática Intoxicación de Kodua Ácido ciclopiazónico Mijo Género Penicillium Género Aspergillus Somnolencia, temblor, sensación de mareo Intoxicación por caña de azúcar enmohecida Ácido 3-nitropropiónico Caña de azúcar Género Arthrinium Distonía, convulsiones, espasmos carpopedales, coma Nefropatía endémica de los Balcanes Ocratoxina Granos de cereal Género Aspergillus Género Penicillium Nefritis crónica Parestesias (enfermedad del moho rojo, akakabi-byo) Metabolitos de Fusarium trigo, cebada, avena, arroz Género Fusarium Cefaleas, vómitos, diarrea Datos de Kuhn DM, Ghannoum MA: Indoor mold, toxigenic fungi, and Stachybotrys chartarum: infectious disease perspective, Clin Microbiol Rev 16:144-172, 2003; Smith M, McGinnis MR: Mycotoxins and their effect on humans. En Anaissie EJ, McGinnis MR, Pfaller MA, editores: Clinical mycology, 2.ª ed., Nueva York, 2009, Churchill Livingstone; y Bennett JW, Klich M: Mycotoxins, Clin Microbiol Rev 16:497-516, 2003. MICOtOXINAS y MICOtOXICOSIS 709 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. ser humano, como el trigo, la avena, el centeno, el maíz, la ce- bada y el arroz; sin embargo, se desconoce su importancia como causa de enfermedad en el ser humano. AlcAloides del cornezuelo Los alcaloides del cornezuelo conforman una familia de compuestos derivados de un anillo tetracíclico de ergotina. Los alcaloides del cornezuelo comparten la estructura del ácido lisérgico; la molécula alucinógena dietilamida de ácido lisérgico (LSD) se descubrió durante la investigación de estos compuestos. En el interior de los esclerocios, o cornezuelos, de algu- nos hongos pertenecientes al género Claviceps que actúan como patógenos en gramíneas se producen mezclas de estos alcaloides. Los cornezuelos son masas endurecidas de tejido micótico (esclerocios) que se desarrollan cuando el hongo invade el florete y sustituye el grano del trigo, la cebada o el centeno. Los cornezuelos se ingieren cuando el grano contaminado se utiliza para elaborar pan o cereales. Se cree que las dos formas de ergotismo, convulsiva y gangrenosa (v. tabla 75-1), aparecen como consecuencia de los distintos mecanismos de acción de los diversos alcaloides generados por las diferentes especies de Claviceps. La variante gangrenosa, que se caracteriza por vasoconstricción periférica y necrosis de las extremidades distales, se asocia fundamentalmente a la ingesta de trigo y centeno contaminados con Claviceps purpurea que contienen alcaloides del grupo de la ergotamina. La forma gangrenosa del ergotismo se asocia a edema, prurito y sensaciones que van desde escozor hasta mialgias intensas, además de isquemia y necrosis tisulares. El ergotismo convulsivo se ha relacionado con la ingesta de mijo contaminado con Claviceps fusiformis. El ergotis- mo neurológico o convulsivo se caracteriza por la presencia de espasmos musculares, convulsiones y alucinaciones. El cornezuelo del mijo perlado implicado en un brote de ergo- tismo convulsivo que tuvo lugar en India en 1974 contenía alcaloides de la clavina. Al parecer, las distintas especies del género Claviceps producen diferentes alcaloides, aunque es probable que el sustrato influya en la composición de los metabolitos se- cundarios. A pesar de la eliminación casi total del ergotismo como enfermedad humana gracias a la introducción de mé- todos modernos de limpieza de granos de cereal, esta entidad constituye todavíaun importante problema veterinario. Los animales con mayor riesgo de padecer la enfermedad son el ganado vacuno, porcino y ovino y las aves de corral. Entre los síntomas clínicos de ergotismo en estos animales se encuen- tran la gangrena, el aborto, las convulsiones y la ataxia. fumonisinAs Algunas especies incluidas en el género Fusarium producen fumonisinas. La especie más relevante en el plano económico es F. moniliforme (F. verticilloides), un patógeno del maíz. Las fumonisinas, en especial la fumonisina B1, interfieren en el metabolismo de los esfingolípidos y originan leucoen- cefalomalacia (enfermedad cerebral necrosante grave) en el caballo, edema pulmonar e hidrotórax en el cerdo, y efectos hepatotóxicos y carcinogénicos en el hígado de la rata. Se ha relacionado a la fumonisina B1 con una mayor incidencia de cáncer esofágico en personas que residían en Sudáfrica, China e Italia. Se pueden detectar concentraciones altas de esta molécula en la harina de maíz y el maíz molido. Aun- que estos datos son interesantes, en la etiología del cáncer de esófago en el ser humano se ha implicado a diversos factores, como otras micotoxinas. La intoxicación aguda por fumonisina B1 se ha descrito en India, país en el que el consumo de pan ácimo elaborado a partir de maíz enmohecido ocasionó dolor abdominal y diarrea transitorios. Por otra parte, se ha demostrado que las fumonisinas producen alteraciones del tubo neural en animales de experimentación y podrían intervenir en los casos registrados en el ser humano. La International Agency for Research on Cancer ha clasificado a las fumonisinas como carcinógenos del grupo 2B (probablemente carcinogénicas). ocrAtoxinA La ocratoxina pertenece a un grupo de metabolitos secun- darios producidos por hongos de los géneros Aspergillus y Penicillium que se encuentran en los cereales, el café, el pan y los alimentos de origen animal (p. ej., carne de cerdo). La ocratoxina A (OA) es la molécula más abundante y tóxica de esta clase. La OA es nefrotóxica, teratogénica y carcinogénica en todos los animales estudiados. Se ha implicado en casos de nefropatía y tumores del aparato genitourinario en el cerdo y puede provocar respuestas colinérgicas, como broncoes- pasmo, vasodilatación y contracción del músculo liso. La ocratoxina se ha relacionado con una enfermedad denominada nefropatía endémica de los Balcanes (NEB), CASO CLÍNICO 75-1 Aflatoxicosis aguda Nyikal y cols. (MMWR Morb Mortal Wkly Rep 53:790-793, 2004) describieron un brote de intoxicación por aflatoxina en Kenia. Durante los meses de enero a junio de 2004, el Ministerio de Sanidad de Kenia y sus colaboradores identificaron 317 casos de insuficiencia hepática aguda en la región oriental de Kenia; 125 casos afectaron a pacientes que fallecieron por la enfermedad. En siete pacientes se analizaron muestras de suero en el Kenya Medical Research Institute y todas fueron negativas para los virus responsables de enfermedad hepática conocidos en Kenia. Dado que se habían descrito con anterioridad brotes de aflatoxicosis en esa región geográfica, el ministerio sospechó que este número tan anormalmente elevado de pacientes con insuficiencia hepática aguda podrían haber contraído una aflatoxicosis por la ingesta de maíz contaminado. Funcionarios de salud pública obtuvieron muestras de maíz de la región afectada y encontraron concentraciones de aflatoxina B1 de hasta 4.400 partes por mil millones (ppmm), que es 220 veces superior al límite de 20 ppmm para los alimentos que han planteado las autoridades keniatas. Un estudio de casos y controles demostró que las mazorcas de maíz cultivadas en las casas de los casos (insuficiencia hepática aguda) tenían mayores concentraciones de aflatoxinas que las mazorcas de los controles. Las concentraciones de aflatoxina en el maíz y el suero y los títulos positivos para el antígeno de superficie de la hepatitis B se asociaron de forma independiente con el estado de caso. Aunque se producen de forma periódica brotes de aflatoxicosis en África y Asia, este brote determinó el máximo número de muertes jamás descrito. Para prevenir futuros brotes de aflatoxicosis, es preciso analizar las intervenciones de salud pública que permiten una producción, almacenamiento y procesamiento eficaces del maíz cultivado en los hogares y comercial. 710 MICROBIOLOGÍA MÉDICA una nefritis progresiva crónica observada en poblaciones residentes en zonas limítrofes al río Danubio en Rumanía, Bulgaria y la antigua Yugoslavia. Asimismo, se ha descrito una elevada incidencia de tumores renales en los individuos con NEB. La contaminación de los alimentos con ocratoxina y la presencia de OA en el suero humano es más frecuente en familias afectadas por NEB y en individuos con tumores del aparato genitourinario que en familias no afectadas. A pe- sar de estos indicios, en la enfermedad podrían participar diversos factores, como factores genéticos, metales pesados y posibles agentes infecciosos ocultos. Aunque gran parte de los indicios existentes sobre el origen de la NEB apuntan hacia la ocratoxina, los datos publicados no son concluyentes. Independientemente de ello, su nefrotoxicidad aguda, su acción inmunodepresora y sus efectos teratogénicos en los animales, junto con su tendencia a conservarse a lo largo de la cadena alimentaria, son motivo de preocupación y justifican la realización de estudios adicionales. tricotecenos (caso clínico 75-2) Los tricotecenos son metabolitos sesquiterpenoides tricíclicos producidos por hongos pertenecientes a diversos géneros, como Fusarium, Myrothecium, Stachybotrys, Trichoderma y Cephalosporium (v. tabla 75-1). Se conocen más de 148 tri- cotecenos naturales, de los cuales al menos 40 son micoto- xinas. Los tricotecenos inhiben distintas etapas de la síntesis de proteínas en las células eucariotas. Las micotoxinas más potentes de este grupo son la toxina T-2, el diacetoxiscirpenol (DAS), el desoxinivalenol (vomitoxina) y la fusarenona-X. Estas moléculas aparecen con frecuencia como contaminantes de alimentos y piensos, y su consumo puede provocar una hemorragia intestinal y vómitos; el contacto directo origina dermatitis. Se ha confirmado la denominada intoxicación por cereales enmohecidos del ser humano y animales en Japón. Estas intoxicaciones se han atribuido a micotoxinas de Fusarium. Se cree que la toxicosis akakabibyo o enfermedad del moho rojo se debe a la ingesta de granos contaminados con Fusa rium graminearum (v. tabla 75-1). Los tricotecenos mejor estudiados producidos por el gé- nero Fusarium son la toxina T-2, el DAS y el desoxinivalenol. Entre los síntomas provocados por estas moléculas se encuen- tran efectos en casi cualquier sistema orgánico en los verte- brados. La toxina T-2 y el DAS parecen ser los compuestos más potentes y ejercen una actividad citotóxica e inmunode- presora. Originan un amplio abanico de síntomas digestivos, dermatológicos y neurológicos, al tiempo que producen una disminución de la resistencia del hospedador a la infección por diversos microorganismos. El desoxinivalenol es un conta- minante frecuente de los cereales empleados en los piensos y provoca vómitos y diarrea cuando se consume a dosis altas; la ingesta de dosis más bajas se traduce en pérdida de peso y el rechazo de los alimentos por parte de los animales de granja. Se ha implicado a la toxina T-2 y al DAS en la enfermedad humana conocida como aleuquia tóxica alimentaria (ATA). El brote más importante de ATA se registró en Rusia durante la Segunda Guerra Mundial. Miles de personas enferma- ron después de consumir cereales almacenados durante el invierno y contaminados con Fusarium sporotrichioides y Fusarium poae. La enfermedad se desarrolló en varias etapas, con una fase inicial de formación de úlceras mucosas y gas- troenteritis, seguidas de pancitopenia, hemorragia nasal, bucal y vaginal, hipotensión y vértigo. La alta tasa de mortalidad se incrementódebido a las infecciones bacterianas oportunistas contraídas durante las fases neutropénicas tardías del proceso. Aunque posteriormente se comprobó que las dos especies de Fusarium aisladas a partir de los cereales enmohecidos eran capaces de producir toxina T-2 y otros tricotecenos, no se trató de demostrar la presencia de estas micotoxinas en los cereales ni en los individuos afectados. Se han observado casi todos los signos de ATA en animales a los que se administró la toxina T-2; no obstante, la asociación entre la toxina y la enfermedad en el ser humano continúa siendo objeto de especulación. La estaquibotriotoxicosis producida por Stachybotrys es una enfermedad bien conocida en caballos y ganado vacuno CASO CLÍNICO 75-2 Stachybotrys y hemorragia pulmonar aguda idiopática Colin y cols. (MMWR Morb Mortal Wkly Rep 53:817-820, 2004) describieron un estudio sobre hemorragia pulmonar idiopática aguda (HPIA) en lactantes de Massachusetts. La investigación de los casos de HPIA ocurridos entre 1993 y 1996 en lactantes en Cleveland, Ohio, indicó que existía una asociación entre la HPIA y ser varón, la exposición a mohos (sobre todo Stachybotrys chartarum), la exposición al humo del tabaco y la falta de lactancia materna. Sin embargo, revisiones de esta investigación por parte de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) demostraron algunas limitaciones de la metodología y determinaron que no existe asociación establecida entre la HPIA y la exposición a mohos. Se recomendó que los CDC colaboraran con los funcionarios de salud pública estatales y locales para analizar los futuros casos de HPIA, sobre todo cuando se produjeran casos agregados. Durante diciembre de 2002 y junio de 2003 se produjeron cuatro casos de HPIA en lactantes a término en el área de Boston. Durante un período de 4 meses, tres de estos lactantes fueron pacientes del mismo hospital, que suele tener un caso de HPIA en lactantes al año. Los CDC, en colaboración con el Massachusetts Department of Public Health, analizaron esta agregación y determinaron que dos de los lactantes tenían la enfermedad de von Willebrand (EvW), un trastorno hemorrágico hereditario, mientras que otro tenía resultados indeterminados para la EvW. Estos hallazgos indican que los lactantes con HPIA pueden tener una susceptibilidad genética o adquirida de base que los predispone a la hemorragia pulmonar. Todos los lactantes de este brote estuvieron expuestos también a determinados factores ambientales que podrían haber afectado a los pulmones, como humo del tabaco en el ambiente, partículas en suspensión (p. ej., polvo de obra) y mohos. Cladosporium y Penicillium, los mohos que con más frecuencia se identificaron en todos los domicilios, suelen ser los géneros de hongos más abundantes en los aires cerrados. El recuento total de esporas de hongos en dos de las casas alcanzó concentraciones asociadas a un aumento del riesgo de enfermedad respiratoria baja, y los cuatro lactantes habían recibido tratamiento por una posible infección respiratoria antes del episodio de hemorragia. Sólo se encontraron siete esporas de S. chartarum en un domicilio y una espora aislada en otro. Aunque se desconoce el significado exacto del recuento de esporas, parece poco probable que los efectos tóxicos y otros efectos no mediados por IgE para la salud que se han planteado tras la exposición a S. chartarum pudieran haber contribuido a estos casos de HPIA. MICOtOXINAS y MICOtOXICOSIS 711 © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. alimentados con forraje enmohecido y heno contaminado con este hongo. La estaquibotriotoxicosis equina se caracteriza por la aparición de signos neurológicos agudos, como tem- blor, falta de coordinación y pérdida de visión, junto con manifestaciones de mayor cronicidad, como dermonecrosis, leucopenia y hemorragia digestiva. Las personas que manipu- lan heno enmohecido han presentado dermatitis de contacto, inflamación mucosa, fiebre, dolor torácico y leucopenia como consecuencia de la inhalación de polvo procedente del heno. Se han aislado tricotecenos macrocíclicos en muestras de heno contaminado. A la vista de estos datos y teniendo en cuenta que Sta chybotrys se desarrolla adecuadamente en material de cons- trucción húmedo, como las tejas, los tablones de aglomerado y los conductos de aire acondicionado llenos de polvo, las toxinas de este hongo se han relacionado con diversas enfer- medades de personas que residían o trabajaban en edificios contaminados con Stachybotrys. Los residentes y trabajadores en edificios contaminados con Stachybotrys chartarum han referido irritación pulmonar, cefalea, fatiga, malestar y dia- rrea. Por otra parte, el género Stachybotrys se ha asociado a la hemorragia pulmonar idiopática del lactante, aunque no se ha establecido ninguna relación etiológica. La evaluación crítica de los trabajos publicados no ha logrado aportar datos que relacionen una enfermedad humana grave con la exposición a Stachybotrys en el entorno actual del ser humano. otrAs micotoxinAs y suPuestAs micotoxicosis Si se considera el amplio abanico de hongos filamentosos de vida libre capaces de producir micotoxinas, no resulta sor- prendente que se haya publicado un gran número de artículos centrados en su posible función en estados patológicos del ser humano y los animales. Por desgracia, un porcentaje impor- tante de estos trabajos presenta defectos y su revisión crítica suele poner de manifiesto la falta de pruebas rigurosas de una relación etiológica entre las micotoxinas y la enfermedad en el ser humano. El ácido ciclopiazónico es un ácido tetrámico del grupo químico de los indoles que inhibe de manera específica la ATPasa dependiente de calcio e induce alteraciones en el transporte de iones a través de las membranas celulares. Muchas especies de Penicillium y Aspergillus, como A. flavus, producen este compuesto. El consumo de mijo con un grado alto de contaminación por hongos miceliales que contenía concentraciones elevadas de ácido ciclopiazónico produce un trastorno conocido como intoxicación de Kodua, que se caracteriza por sensación de mareo y náuseas (v. tabla 75-1). El beriberi cardíaco, un trastorno observado en Japón y otros países asiáticos a comienzos del siglo xx, se ha asociado a las toxinas del arroz amarillo, la citreoviridina, la citrinina y otros compuestos relacionados. Esta enfermedad se caracteri- za por la presencia de palpitaciones, náuseas, vómitos, disnea, hipotensión y episodios maníacos violentos, que provocan in- suficiencia respiratoria y la muerte del afectado. Los síntomas neurológicos y la insuficiencia respiratoria se han reproducido en animales a los que se administró citreoviridina. Algunas enfermedades infrecuentes y poco definidas se han clasificado como micotoxicosis, a menudo a partir de unos indicios objetivos mínimos. Entre ellas cabe citar la en- fermedad de Kashin-Beck en Rusia, la enfermedad de Onyalai en África y la enfermedad de la caña de azúcar enmohecida en China (v. tabla 75-1). Es difícil demostrar que una enfermedad constituye una micotoxicosis. Algunos conocidos hongos filamentosos toxigénicos pueden subsistir en los alimentos o el medio ambiente sin producir toxina alguna. El mero aislamiento de un hongo micelial en cultivos de un sustrato determinado no se puede equiparar a la detección de una micotoxina específica. De igual modo, incluso cuando se detecta una micotoxina, resulta complicado demostrar de manera con- cluyente que ha sido responsable de una enfermedad aguda o crónica específica. Independientemente de esto, existen algunas reservas válidas acerca de la relación existente en- tre las micotoxinas y la enfermedad en el ser humano. En la bibliografía especializada se encuentran algunos ejem- plos de ciertas asociaciones conocidas entre un hongo y una enfermedad, como la ATA producida porFusarium, la hepatopatía debida a Aspergillus y el ergotismo relacio- nado con Claviceps. Dejando a un lado estos ejemplos, los indicios existentes son cuestionables. Es probable que las micotoxinas supongan un importante riesgo para la salud del ser humano y los animales, pero la gravedad de dicho riesgo tan sólo se podrá determinar a través de estudios clínicos y experimentales rigurosos bien diseñados. PREGUNtAS 1. ¿Cuál de las siguientes micotoxinas es el carcinógeno natural más potente? a. Ocratoxina A b. Fumonisina c. Ácido ciclopiazónico d. Aflatoxina B1 2. Describa las distintas micotoxicosis producidas por las aflatoxinas. 3. Describa las diferentes presentaciones del ergotismo. 4. ¿Qué relación existe entre Stachybotrys chartarum y la hemorragia pulmonar idiopática del lactante? Las respuestas a estas preguntas están disponibles en www.StudentConsult.es BIBLIOGRAFÍA Bennett JW, Klich M: Mycotoxins, Clin Microbial Rev 16:497-516, 2003. Isham NC, et al: Mycotoxins. In Versalovic J, et al, editor: Manual of clinical microbiology, ed 10, Washington, DC, 2011, American Society for Microbiology Press. Kuhn DM, Ghannoum MA: Indoor mold, toxigenic fungi, and Sta chybotrys chartarum: infectious disease perspective, Clin Microbiol Rev 16:144-172, 2003. Smith M, McGinnis MR: Mycotoxins and their effect on humans. In Anaissie EJ, McGinnis MR, Pfaller MA, editors: Clinical mycology, ed 2, New York, 2009, Churchill Livingstone.
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