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Nefropatías glomerulares primarias CONCEPTO Las nefropatías glomerulares son enfermedades renales en las que el glomérulo es la única o la principal estructura afecta. El glomérulo es el conjunto de capilares contenidos en el interior del corpúsculo renal, una estructura esferoidal de aproximadamente 200 µm de diámetro constituida por la cápsula de Bowman y el ovillo capilar contenido en su interior. La cápsula, revestida interiormente por un epitelio apla- nado, posee dos aberturas: el polo vascular, a través del cual penetra la arteriola aferente y emerge la eferente, y el polo urinario, que comunica con el túbulo renal. El ovillo capilar o glomérulo procede de la división de la arteriola aferente en varias ramas, cada una de las cuales origina una red capilar independiente y formada por varios capilares dispues- tos alrededor de una región común de soporte, o mesangio. La pared de los capilares del glomérulo está constituida por una membrana basal glomerular (MBG) revestida en su interior por un endotelio y externamente por los podocitos (fig. 101-1). Las células endoteliales separan la MBG de la luz del capilar. La MBG es una estructura laminar continua formada principalmente por colágeno de tipo IV, proteoaminoglucanos (heparansulfato), laminina y entactina; está revestida por fuera por las prolongaciones citoplasmáticas de los podocitos y por dentro por el endotelio vascular. Los podocitos son células sin capacidad de división que poseen una estructura muy característica. De su citoplasma nacen prolongaciones (o «pies», de ahí su nombre) que se apoyan en la MBG para formar una estructura en forma de cremallera que abraza por entero la cara externa del capilar glo- merular (v. fig. 101-1). Los espacios que separan los pies de los podocitos se conocen como diafragmas de hendidura, y su estructura molecular es clave para mantener las funciones normales de filtro que realiza la pared capilar (v. cap. 96, Síndrome nefrótico). La MBG no rodea por completo la pared del capilar glomerular sino que, después de un reco- rrido más o menos circular, se refleja sobre sí misma y pasa a constituir la membrana basal del capilar adyacente. Esta particular disposición de la MBG contribuye a delimitar un espacio central, común a varios capilares, denominado mesangio glomerular. El mesangio se compone de células y de un material extracelular conocido como matriz mesangial; las células mesangiales poseen actividad fagocítica y contráctil. Además, en el polo vascular del glomérulo se localiza el aparato yuxtaglomerular, el cual es rico en terminaciones adrenérgicas y desempeña un papel importante en la conservación del sodio, el control de la presión arterial (secreción de renina) y la regulación del filtrado glomerular. Esta fina y compleja estructura glomerular se puede alterar en circunstancias y por mecanismos muy diferentes. Las nefropatías glo- merulares primarias se caracterizan porque, con independencia de su etiología o su patogenia, la afección renal es única o predominante y no la consecuencia de una enfermedad generalizada o sistémica que afecta a diferentes órganos o tejidos. CUADRO CLÍNICO La función principal de la pared capilar glomerular es permitir el paso de enormes cantidades de filtrado plasmático, que finalmente acabarán por formar la orina, pero sin que se transfieran elementos ce- lulares (hematíes, leucocitos) o proteínas de peso molecular > 50 kDa. Esta función de barrera se altera en las glomerulonefritis (GN) de muy diversas maneras, según la localización, la agresividad y la rapidez de instauración del daño histológico. Puede haber hematuria, que puede ser microscópica o macroscópica. En este último caso, el propio enfermo se da cuenta del aspecto anormal de la orina (color «Coca- Cola»). La hematuria de origen glomerular es típicamente asintomática. A diferencia de las glomerulares, la hematuria de origen urológico suele tener un color más rojo y acompañarse a menudo de síntomas: disuria, polaquiuria o expulsión de coágulos que pueden interrumpir la micción. La presencia de cilindros hemáticos o un elevado porcentaje de hematíes dismórficos en el sedimento urinario son altamente sugestivos de que la hematuria es de origen glomerular. La presencia y cuantía de la proteinuria es de enorme importancia a la hora de catalogar el tipo y el pronóstico de las GN. Lo mismo puede decirse de la albuminuria, que constituye el tipo de proteína que con mayor abundancia se pierde en las enfermedades glomerulares. La proteinuria y la albuminuria deben expresarse en cantidades excretadas por unidad de tiempo (v. cap. 91, Exploración y principales síndromes del aparato excretor) y pueden alcanzar el rango nefrótico (v. cap. 96, Síndrome nefrótico). La hipertensión arterial es también un hallazgo clínico frecuente en determinadas enfermedades glomerulares, sobre todo cuando coexiste insuficiencia renal. Determinados procesos glomerulares pueden tener un comienzo explosivo, causando una insuficiencia renal aguda como manifestación más destacada. Por el contrario, otras enfermedades glomerulares se caracterizan por un curso insidioso y a menudo asin- tomático; los datos derivados de una insuficiencia renal crónica pueden ser las primeras manifestaciones de la enfermedad. Por último, algunas GN se manifiestan por un síndrome nefrítico (v. cap. 91, Exploración y principales síndromes del aparato excretor). Mientras el edema del síndrome nefrótico se debe principalmente a la hipoalbuminemia y la consiguiente disminución de la presión oncótica intracapilar, el edema del síndrome nefrítico es secundario a la retención de sal y agua, debida, a su vez, a la disminución de la superficie de filtración glomerular que acompaña a determinadas GN proliferativas agudas. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 853 CAPÍTULO 101 Nefropatías glomerulares primarias DIAGNÓSTICO, CLASIFICACIÓN Y TRATAMIENTO GENERAL En la mayoría de los casos, el diagnóstico de las GN primarias requiere la realización de una biopsia renal. No obstante, no todos los pacientes en los que se sospecha la existencia de una enfermedad glomerular deben ser sometidos a tal intervención. La biopsia está indicada en pacientes con síndrome nefrótico (excepto en niños, en los que se indica la biopsia si el síndrome nefrótico es resistente a los glucocor- ticoides o muestra una evolución poco compatible con la de unas lesiones mínimas), en casos con deterioro agudo de la función renal en los que se sospecha una enfermedad glomerular por la presencia con- comitante de hematuria y/o proteinuria, o en pacientes con síndrome nefrítico (con la excepción de brotes epidémicos de GN aguda postes- treptocócica). Por el contrario, en pacientes con alteraciones urinarias asintomáticas (p. ej., microhematuria persistente aislada o acompañada de proteinuria inferior a 1 g/24 h) no se indica generalmente biopsia renal, salvo que exista sospecha de enfermedad sistémica asociada. Una vez realizada la biopsia renal, el tejido debe ser examinado con micros- copia óptica (MO), mediante el uso de todas las tinciones y técnicas de inmunohistoquímica que se consideren necesarias; inmunofluores- cencia (IF) y microscopia electrónica (ME). Algunas entidades, como la nefropatía IgA, necesitan el estudio de IF para establecer el diagnóstico; la ME es necesaria para completar el estudio y el diagnóstico que, en ocasiones (como en las enfermedades de la membrana basal), se basa fundamentalmente en esta técnica. Son muchas las clasificaciones propuestas para las GN primarias. Las clasificaciones basadas exclusivamente en datos clínicos tienen el inconveniente de la relativa inespecificidad de los mismos. Por otra parte, las clasificaciones exclusivamente histopatológicas presentan también limitaciones, dado que un mismo patrón anatomopatológico de daño glomerular puede tener muy diversas etiologías. Por todo ello, hoy en día se tiende al reconocimiento simplificadode varias entidades con un perfil anatomoclínico característico que engloban la mayoría de los casos observados en la clínica. En la tabla 101-1 se resumen las principales manifestaciones clínicas de las GN primarias. Además del tratamiento específico de cada GN primaria, existe una serie de recomendaciones generales, aplicables a todas estas entidades (cuadro 101-1). Dichas recomendaciones revisten una particular importancia en la fase de cronicidad de las enfermedades glomerulares, en las que la cuantía de la proteinuria y el control de la presión arterial son determinantes para evitar la progresión de la lesión renal y dis- minuir el riesgo de complicaciones cardiovasculares. ENFERMEDADES GLOMERULARES QUE CURSAN CON SÍNDROME NEFRÓTICO Síndrome nefrótico por lesiones mínimas Concepto Es la causa más frecuente de síndrome nefrótico en la infancia y cons- tituye el 80% de los casos diagnosticados entre los 2 y los 6 años. Además, es responsable de aproximadamente el 20% de los casos de síndrome nefrótico idiopático del adulto. Etiopatogenia La etiología de la enfermedad es desconocida y tampoco está aclarada su patogenia. La nefropatía parece ser el resultado de una actividad Figura - Esquema del glomérulo renal con la localización de los diferentes depósitos de complejos inmunes. El epitelio capsular y el epitelio visceral (podocitos) son células «extracapilares». El endo- telio vascular y las células mesangiales son células «endocapilares». CB: cápsula de Bowman; D1: depósito subendotelial; D2: depósito subepitelial (extramembranoso); D3: depósito intramembranoso; D4: depósito mesangial; E: endotelio vascular; Ep: epitelio capsular; M: célula mesangial; MBG: membrana basal glomerular; P: podocito (epitelio visceral). TABLA 101-1 Correlaciones clínicas principales en las glomerulonefritis primarias Síndrome nefrótico Síndrome nefrítico Hematuria/proteinuria no nefrótica Hematuria macroscópica recurrente IRA IRC HTA LM +++ GSF +++ + + ++ NM +++ + GNMP ++ ++ + + ++ NIgA +++ +++ + ++ ++ GNA +++ ++ +++ GNRP + ++ +++ + ++ GNA: glomerulonefritis aguda postinfecciosa; GNMP: glomerulonefritis membranoproliferativa; GNRP: glomerulonefritis rápidamente progresiva; GSF: glomerulosclerosis focal; HTA: hipertensión arterial; IRA: insuficiencia renal aguda; IRC: insuficiencia renal crónica; LM: lesiones mínimas; NIgA: nefropatía IgA; NM: nefropatía membranosa. https://booksmedicos.org 854 SECCIÓN VI Nefrología anormal de los linfocitos T (probablemente de tipo CD34+), que liberarían linfocinas y factores circulantes aún no identificados. El aumento de permeabilidad capilar inducido por estos hipotéticos factores se debe a una modificación de los pies de podocitos, que lleva a una fusión completa de los mismos y a una modificación de las cargas aniónicas de la MBG. Esto permite que proteínas del plasma de bajo peso molecular y con carga negativa, como la albúmina sérica, atraviesen con mayor facilidad la pared de los capilares glomerulares. La asociación de síndrome nefrótico por lesiones mínimas (LM) con casos de linfoma de Hodgkin u otros linfomas apoya esta relación con una disfunción de linfocitos T. No obstante, el hecho de que algunos pacientes muestren una respuesta favorable al rituximab, un anticuerpo monoclonal contra los linfocitos B CD20+, ha sido invocado como prueba de una posible implicación paralela de linfocitos B. La toma de AINE puede desencadenar un síndrome nefrótico por LM y es posible que esta conexión patogénica pase desapercibida en bastantes casos. Anatomía patológica La característica fundamental es la normalidad en el estudio al MO y la negatividad en la IF. El único dato anómalo se encuentra con el ME, en el que se objetiva una fusión completa y difusa de los pies de los podocitos. Cuadro clínico Es el de un síndrome nefrótico evidente, con edema generalizado y habi- tualmente intenso y edema de miembros inferiores y facial que puede ir acompañado de ascitis y derrame pleural. Por lo general, el edema aparece abruptamente, en cuestión de días. Analíticamente, encontramos todos los componentes característicos del síndrome nefrótico: proteinuria superior a 3,5 g/día y que frecuentemente alcanza valores masivos de pérdidas proteicas (proteinurias superiores a 10 g/día), con hipoproteinemia e hipoalbuminemia, y una acentuada hiperlipemia. El sedimento urinario suele ser normal, aunque en un 10%-15% de los casos se comprueba microhematuria. La hipoproteinemia es constante y la albúmina sérica está francamente descendida, aunque no existe una correlación estricta entre la intensidad de la proteinuria y el grado de hipoalbuminemia. Se observa un aumento en sangre de colesterol, triglicéridos y fosfolípidos, aumentos que guardan una correlación inversa con los valores de albúmina sérica. Las LDL y las VLDL están aumentadas y la concentración de HDL puede ser alta, normal o baja. En la mayoría de los casos se comprueba una hiperlipemia de tipo IIa o IIb (60%) y, con menor frecuencia, tipo V (30%) o IV (10%). La hipertensión es un hallazgo poco frecuente. Las diferentes fracciones del complemento sérico son normales. La función renal es normal en la gran mayoría de los pacientes, aunque en la fase inicial disminuye la diuresis. Algunos pacientes desarrollan un fracaso renal agudo grave cuya patogenia es desconocida, aunque se ha sugerido un edema intersticial resultante del edema generalizado o una tubulotoxicidad directa por la proteinuria. Los pacientes ancianos con LM son más proclives a presentar fracaso renal agudo. Pronóstico y tratamiento Mientras persiste el síndrome nefrótico, el paciente está en riesgo de pre- sentar sus complicaciones características, sobre todo trombosis venosas e infecciones. El tratamiento obligado son los glucocorticoides, que indu- cen remisión completa del cuadro en más del 90% de los casos infantiles. En adultos, la respuesta es también muy elevada, aunque de aparición más lenta que en niños. La dosis inicial de prednisona recomendada es de 1 mg/kg de peso y día (máximo 80 mg/día) o 2 mg/kg de peso y día en días alternos (máximo 120 mg/día) en adultos, y 60 mg/m2 por día en niños. Se recomienda mantener esta dosis inicial durante 3-4 semanas para reducirla posteriormente de manera gradual y suspenderla al cabo de 3-5 meses de tratamiento. Cuando la aparición de la remisión se retrasa, se recomienda mantener más tiempo esta dosis inicial, siempre que sea tolerada por el paciente. Aunque no existen estudios controlados, diversos estudios observacionales sugieren que el riesgo de recidivas del síndrome nefrótico aumenta con duraciones cortas del tratamiento con glucocorticoides. Tras el primer brote de la enfermedad, son frecuentes las recaídas que, en algunas series, afectan a más de la mitad de los pacientes. Cuando son aisladas, se deben tratar con la misma pauta que el brote inicial. Algunos pacientes presentan un comportamiento clínico defi- nido como «recaedores» frecuentes (más de dos o tres recaídas al año). En estos casos, un ciclo de ciclofosfamida p.o. (2 mg/kg de peso al día durante 8 semanas) es efectivo para disminuir o, incluso, erradicar las recaídas. Otros pacientes presentan una corticodependencia, definida como la reaparición del síndrome nefrótico durante la reducción de los glucocorticoides o inmediatamente tras su suspensión. La ciclofosfami- da puede ser también eficaz en estos casos, pero menos acusadamente que en los que recaen con frecuencia. Sin embargo, en los últimos años se está imponiendo el uso de rituximab en los pacientes con recaídas frecuentes o corticodependencia, pues estudios prospectivos randomizados han mostrado su eficacia para disminuir el número de recaídas y reducir la dosis total acumulada de glucocorticoides. La pauta usada más habitualmente es la de 375 mg/m2 i.v. semanal durante 4 semanas consecutivas, o 1 g i.v. cada 15 días (dos dosis) en adultos. En los pacientes que no respondena la ciclofosfamida o el rituxi- mab, o que no los toleran, se emplean los anticalcineurínicos (ciclos- porina o tacrolimus), con los que se consigue remisión del síndrome nefrótico en una gran mayoría de los casos. Sin embargo, la depen- dencia de los glucocorticoides persiste a menudo durante períodos muy prolongados de tiempo (años), por lo que existe el riesgo de nefrotoxicidad inducida por estos fármacos. El micofenolato ha mos- trado una efectividad similar a la de los anticalcineurínicos, sin el riesgo de nefrotoxicidad. Un porcentaje escaso (5%-10%) de síndrome nefrótico por LM muestra resistencia total a los glucocorticoides, definida como persis- tencia del síndrome nefrótico tras más de 2-3 meses de tratamiento con estos fármacos. Su tratamiento es superponible al de la glomerulos- clerosis segmentaria y focal (GSF). Aunque algunos pacientes presentan numerosos brotes de síndrome nefrótico o corticodependencia pro- longada, el pronóstico de las LM es excelente. El principal problema procede de las complicaciones derivadas de los tratamientos. Glomerulosclerosis segmentaria y focal Concepto La GSF se caracteriza por el hallazgo de áreas de esclerosis glomerular (fig. 101-2) que afectan a partes de algunos glomérulos en pacientes cuya principal sintomatología es un síndrome nefrótico o una proteinu- • CUADRO 101-1 Tratamiento general de las glomerulonefritis primarias Dieta hiposódica Prevención y tratamiento de la obesidad (la obesidad es causa directa de proteinuria y agrava la debida a cualquier proceso glomerular) Ejercicio físico programado Abandono del tabaquismo (el tabaco induce directamente proteinuria y lesiones de esclerosis glomerular) Control de la presión arterial, con los siguientes objetivos: PA < 135/80 mm Hg si proteinuria < 1 g/día y PA < 125/75 mm Hg si proteinuria > 1 g/día Control y tratamiento de la hiperlipemia (dieta, estatinas) con objetivo de LDL-colesterol < 100 mg/dL Consecución de una proteinuria lo más baja posible (objetivo idóneo < 0,5 g/día; en casos de difícil respuesta son aceptables valores < 50%-75% del basal o, al menos, en rango no nefrótico) con fármacos antiproteinúricos no inmunodepresores durante el seguimiento a largo plazo Fármacos antiproteinúricos no inmunodepresores IECA ARA-II Diuréticos antialdosterónicos (espinolactona, eplerenona) Otros diuréticos (tiazidas, furosemida) Incremento de dosis de IECA, ARA-II o antialdosterónicos, o combinaciones entre ellos para obtener el objetivo fijado de proteinuria, vigilando estrechamente complicaciones de estos tratamientos, como el fracaso renal agudo y la hiperpotasemia En pacientes con síndrome nefrótico, véase el capítulo 96, Síndrome nefrótico. ARA-II: antagonista de los receptores de la angiotensina II; IECA: inhibidor de la enzima conversora de la angiotensina; LDL: lipoproteínas de baja densidad; PA: presión arterial. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 855 CAPÍTULO 101 Nefropatías glomerulares primarias © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. ria sin repercusión bioquímica. Su incidencia ha aumentado de manera notable en los últimos años, sobre todo en determinados países, como EE. UU. Es probable que la actual epidemia mundial de obesidad guarde una relación con este incremento, dado que la obesidad es una causa conocida de GSF. Etiopatogenia Existen numerosas causas posibles que producen lesiones de GSF. En el cuadro 101-2 se reflejan las principales. Estas causas pueden dividirse en cuatro grandes grupos: las debidas a anomalías genéticas, las producidas por un hipotético factor circulante permeabilizador (aún no descubierto), las secundarias a hiperfiltración y las causadas por otras enfermedades glomerulares que producen este patrón histológico. Durante las dos últimas décadas, se han descubierto varias alte- raciones genéticas en genes que codifican proteínas esenciales para el mantenimiento de una estructura y una función normales del podocito. Las mutaciones en el gen de la nefrina, que causan el llamado síndrome nefrótico finlandés, fueron las primeras que se descubrieron; posterior- mente, la lista de mutaciones genéticas se ha engrosado paulatinamente, y las más frecuentes son las que afectan a genes que codifican la síntesis de podocina, la α-actinina-4, el gen supresor del tumor de Wilms, CD2AP o los canales iónicos del podocito, como TRPC6. La gran mayoría de estos cuadros de base genética se manifiesta clínicamente en la infancia y, en muchos casos, tienen antecedentes familiares. No obstante, algunas mutaciones parecen asociarse a cuadros esporádicos y de presentación en la edad adulta. Por otra parte, el desarrollo de lesiones de GSF es frecuente en los pacientes con hematuria familiar y adelgazamiento de la membrana basal (mutaciones patogénicas en los genes que codifican las cadenas de colágeno COL4A3 y COL4A4). Como la hematuria familiar es una entidad muy frecuente en la pobla- ción, los estudios genéticos en cohortes de pacientes con GSF demues- tran mutaciones en los genes COL4A3 y COL4A4 en una proporción notable de casos. Las formas de GSF causadas por un hipotético factor circulante se presentan habitualmente con un síndrome nefrótico claro. Para muchos autores, el síndrome nefrótico por LM y la GSF primaria serían dos estadios distintos de una misma enfermedad: en los casos de LM cor- ticosensibles, la remisión del síndrome nefrótico con glucocorticoides impediría la progresión de la enfermedad y la aparición de lesiones de GSF. Por el contrario, en casos corticorresistentes, la persistencia de la proteinuria masiva causaría la progresiva instauración de lesiones de esclerosis en glomérulos que inicialmente sólo presentaban los cambios típicos de las LM. En pacientes con GSF que reciben un trasplante renal y en los que recidiva el síndrome nefrótico se ha observado una transición histológica como la comentada por medio de biopsias renales repetidas. La hiperfiltración glomerular se debe a una vasodilatación prefe- rente de la arteriola aferente glomerular, que causa hiperperfusión y aumento de la filtración glomerular. La reducción extrema en el núme- ro de nefronas funcionantes, por cualquiera de las causas enumeradas en el cuadro 101-2, produce una hiperfiltración adaptativa en las nefronas restantes. Sin embargo, existen otras causas de hiperfiltración glomerular no asociada a reducción de masa renal; la diabetes mellitus y la obesidad son las más importantes. La obesidad constituye una causa reconocida de proteinuria y GSF. Por otra parte, la presencia de obesidad acelera la progresión de la insuficiencia renal en otras muchas enfermedades (reducciones extremas de masa renal, nefropatía del reflujo, nefropatía IgA), y las variaciones en el peso corporal inciden marcadamente en la cuantía de la proteinuria. Por último, diversas enfermedades inflamatorias glomerulares dejan como secuela lesiones de GSF. Las vasculitis ofrecen un ejemplo carac- terístico. En otras entidades glomerulares primarias, como la nefropatía IgA o la nefropatía membranosa, pueden observarse lesiones de GSF, asociadas a una mayor cuantía de la proteinuria y un peor pronóstico. Algunos fármacos pueden inducir GSF. Anatomía patológica Las áreas de esclerosis sólo afectan a algunos glomérulos (focal) y, en los glomérulos afectos, únicamente a algunas asas capilares (segmentaria). La IF muestra depósitos granulosos de IgM y C3 en las áreas afectas, pero es negativa en el resto. El examen al ME muestra la fusión de podocitos característica de las LM, además de las lesiones inespecíficas de esclerosis en las áreas afectas. En los casos secundarios, la fusión noes difusa como en los primarios, sino segmentaria. Al igual que en las LM, no se observan depósitos. Se han descrito cinco variantes histológicas de GSF: clásica, perihi- liar, celular, tip y colapsante. Aunque la correlación clínico-patológica no está aceptada universalmente, la variante perihiliar parece más frecuente en los casos secundarios a hiperfiltración, y la forma tip tiene un pronóstico más benigno, con una alta tasa de sensibilidad a los glucocorticoides. La forma colapsante se creyó casi patognomónica de la nefropatía inducida por el HIV, pero hoy en día se conocen otras causas. La forma clásica puede encontrarse en cualquier etiología y la variante celular es relativamente poco frecuente. En los casos asociados a hiperfiltración, suelen observarse glomérulos hipertrofiados. Cuadro clínico El síndrome nefrótico completo es la manifestación habitual de la GSF primaria y de los casos genéticos. Una minoría de casos se presenta con proteinuria no nefrótica. Cursa con hematuria microscópica en el 65% de los casos, aunque la hematuria macroscópica es rara. Algunos pacientes presentan hipertensión (30%-50%) o insuficiencia renal (20%-30%) en el momento de descubrir la enfermedad, sobre todo los adultos. En los casos secundarios a hiperfiltración, puede observarse protei- nuria no nefrótica aislada o proteinuria en rango nefrótico. No obstante, es característica la ausencia de síndrome nefrótico en los pacientes con nefropatías de la hiperfiltración, incluso en casos con proteinurias Figura - Glomérulo con lesiones de glomerulosclerosis en un paciente con síndrome nefrótico. Obsérvese una glomerulosclerosis segmentaria y focal (tinción de PAS, ×200). • CUADRO 101-2 Causas de glomerulosclerosis segmentaria y focal Genéticas (mutaciones en genes que codifican nefrina, podocina, α-actinina-4, gen supresor del tumor de Wilms, CD2AP o canales iónicos como TRPC6) Primarias o idiopáticas (debidas a factor[es] circulante[s] que aumenta[n] la permeabilidad del capilar glomerular a las proteínas) Secundarias Hiperfiltración Por reducción de masa renal (agenesia renal, riñones hipoplásicos, reflujo vesicoureteral, oligomeganefronia, destrucción o resección masiva de parénquima renal) Sin reducción de masa renal (obesidad, diabetes, enfermedades cardíacas congénitas, anemia drepanocítica) Cicatrización de procesos glomerulares previos (vasculitis, NIgA, nefropatía membranosa, preeclampsia) Formas colapsantes (nefropatía, HIV, otras infecciones víricas) Tóxicos y fármacos (heroína, litio, pamidronato) HIV: virus de la inmunodeficiencia humana; NIgA: nefropatía IgA. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 856 SECCIÓN VI Nefrología masivas. No se conocen los mecanismos implicados en esta peculiaridad, que tiene una gran importancia para el diagnóstico diferencial entre causas primarias y secundarias. Otro hecho diferencial lo constituye una aparición y progresión de proteinuria característicamente lenta (a lo largo de años) en la GSF asociada a obesidad u otros tipos de hiper- filtración, mientras que la proteinuria de los casos primarios se presenta abruptamente, con un síndrome nefrótico desarrollado en semanas. Pronóstico y tratamiento El diagnóstico diferencial entre las formas primarias y secundarias es fundamental, dado que el enfoque terapéutico es radicalmente distinto. En las formas secundarias, el tratamiento radica en todos los puntos enumerados en el cuadro 101-1 acerca del tratamiento general, no inmunodepresor, de las GN. El uso adecuado de los fármacos bloquean- tes del sistema renina-angiotensina-aldosterona es básico para reducir la proteinuria hasta límites razonables (generalmente inferiores a 1 g/día), en los que no suele asociarse a progresión del daño renal. Obviamente, la pérdida de peso es decisiva en los casos de GSF por obesidad. El diagnóstico de mutaciones genéticas es también decisivo, dado que estos casos no responden a los tratamientos inmunodepresores. En los raros casos primarios con proteinuria no nefrótica, el tratamiento será conservador, con IECA/ARA-II y un adecuado control de la PA como pilares. No obstante, en los casos con síndrome nefrótico completo, que son la mayoría, el tratamiento inicial radica en los glucocorticoides. La dosis es similar a la indicada en las LM: 1 mg/kg de peso y día (máximo 80 mg/día) o 2 mg/kg de peso y día en días alternos (máximo 120) en adultos, y 60 mg/m2 al día en niños. Los glucocorticoides consiguen una remisión completa en el 20%-30% de los casos tratados durante un mínimo de 8 semanas, pero se obtienen remisiones parciales o com- pletas en más del 50% cuando se mantienen durante períodos más prolongados (6-12 meses). No obstante, la tolerancia a dosis altas de glucocorticoides mantenidos durante varios meses es mala, particular- mente en adultos. Por este motivo, se recomienda pasar a una segunda línea de tratamiento ante un paciente con síndrome nefrótico cuya proteinuria no muestra clara tendencia a la reducción transcurridos 2-3 meses de tratamiento con dichos fármacos. La segunda línea terapéutica radica en los anticalcineurínicos: ciclosporina (4-5 mg/kg de peso y día) o tacrolimus (0,05-0,1 mg/ kg de peso y día), en general asociados a dosis bajas de prednisona (0,5 mg/kg de peso en días alternos). Más de dos tercios de los casos muestran remisión (más a menudo parcial) del síndrome nefrótico con anticalcineurínicos, pero un 50%-60% recaen tras su suspensión. Por ello, se recomienda mantener anticalcineurínicos durante períodos de 1-2 años, con una reducción muy lenta. El micofenolato de mofetilo se ha usado en casos resistentes o que no toleran glucocorticoides o anticalcineurínicos. Aunque alguna serie muestra resultados promete- dores, no existen estudios controlados. El rituximab, al igual que ocurre en las LM, puede ser eficaz en casos corticodependientes, pero no lo es en casos corticorresistentes. Al contrario que las LM, la GSF puede evolucionar hacia la insu- ficiencia renal terminal si no se trata adecuadamente, si presenta una anomalía genética de base o si los casos primarios no responden al tratamiento inmunodepresor. La velocidad de progresión es variable y difícil de predecir. La mayoría alcanza el estadio terminal al cabo de 5 a 20 años del diagnóstico. La recidiva de la enfermedad original se produce en alrededor del 30% de los trasplantes renales efectuados en pacientes con GSF prima- ria, en aquellos casos que presentaron síndrome nefrótico corticorresis- tente y que tampoco respondieron a las otras terapias mencionadas. La plasmaféresis ha demostrado ser eficaz en un 70% de los casos de recidiva, aunque algunos casos continúan presentando recaídas de la proteinuria tras su suspensión. En los casos debidos a anomalías genéticas, la enfermedad no recurre tras el trasplante renal, dado que reciben un riñón carente de la alteración genética que la causó. Nefropatía membranosa Concepto A diferencia de las LM y de la GSF, la nefropatía membranosa (NM) es una enfermedad causada por antígenos específicos y anticuerpos dirigidos contra ellos, que se depositan en la cara externa de la MBG. También a diferencia de las dos entidades comentadas, predomina en adultos y ancianos y es una de las principales causas de síndrome nefrótico en estos rangos de edad. Etiopatogenia La NM se considera el prototipo de nefropatía crónica causada por complejos inmunes. Existen numerosas entidades que pueden desenca- denar una NM secundaria, como se refleja en el cuadro 101-3. Agentes infecciosos, tumores y fármacos son los principales responsables, y en alguno de ellos, como ocurre con determinadas infecciones, el antígeno responsable ha sido caracterizado. Alo largo de los últimos años, se ha demostrado que antígenos constituidos por proteínas de los podocitos son los desencadenantes de la enfermedad en los casos anteriormente denominados idiopáticos. Uno de estos antígenos podocitarios, el receptor de la fosfolipasa A2 del tipo M (PLA2R, por sus siglas en inglés), es el antígeno responsable de más del 80% de las NM primarias. Los anticuerpos formados contra esta proteína (anti-PLA2R) atraviesan el capilar glomerular y se unen a la proteína a lo largo de la vertiente externa de la pared capilar, para formar los típicos depósitos subepiteliales de la enfermedad. No se conocen los mecanismos que ponen en marcha estos procesos de autoinmunidad contra una proteína que es constituyente normal del podocito y cuya función específica no ha sido aclarada aún. Existe una base genética, asociada a determinados alelos HLA y a los genes que codifican PLA2R, que predispone a la enfermedad. Las remisiones de proteinuria en la NM, tanto espontáneas como inducidas por trata- mientos inmunodepresores, van precedidas de un descenso progresivo en el título de anticuerpos anti-PLA2R, y el título de anti-PLA2R en el momento del diagnóstico tiene un valor predictivo importante: cuanto mayor es este, peor es el pronóstico del paciente y menores las posibilidades de responder a tratamientos inmunodepresores. Más recientemente, se ha identificado otro antígeno podocitario que es el responsable de aproximadamente un 5% de los casos de NM primaria, por mecanismos de autoinmunidad similares a los casos asociados a anti-PLA2R: la thrombospondin-like domain 7A (THSD7A). Se ha demostrado la participación de antígenos procedentes de la leche de vaca, plantados en la vertiente externa de la pared capilar, como res- ponsables de NM primarias del niño. • CUADRO 101-3 Causas principales de nefropatía membranosa Primarias: anticuerpos contra el receptor de la fosfolipasa A2 del tipo M (anti-PLA2R) o contra thrombospondin-like domain 7A (anti-THSD7A) Secundarias Neoplasias Carcinoma (pulmón, colon, estómago, mama, melanomas) Linfoma de Hodgkin y linfomas no hodgkinianos Infecciones Hepatitis B y C Sífilis (congénita y adquirida) Lepra Paludismo (Plasmodium malariae) Hidatidosis Filariasis Esquistosomiasis Fármacos Metales pesados (oro y mercurio) Penicilamina, captopril, trimetadiona, probenecid, levamisol, AINE, fluconazol Enfermedades autoinmunes sistémicas Lupus eritematoso sistémico, enfermedad mixta del tejido conjuntivo, síndrome de Sjögren, dermatomiositis, artritis reumatoide, espondilitis anquilosante, sarcoidosis, tiroiditis Otros Trasplante de precursores hematopoyéticos, drepanocitosis, síndrome de Fanconi, rechazo crónico del injerto renal, diabetes, dermatitis herpetiforme, penfigoide bulloso Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 857 CAPÍTULO 101 Nefropatías glomerulares primarias © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. Los anticuerpos, una vez depositados en la pared del capilar glo- merular, activan el complemento. Los factores terminales del mismo (C5-9) tienen un papel patogénico importante; lesionan los diafragmas de hendidura y todas las estructuras glomerulares que impiden el paso de proteínas. Anatomía patológica La NM se caracteriza por un engrosamiento uniforme y difuso de la pared de los capilares glomerulares, sin proliferación celular asociada. Este engrosamiento se debe a la presencia de los depósitos de complejos inmunes, como se ha descrito en la patogenia, a lo largo de toda la pared capilar. Al MO, se observan unas imágenes características, conocidas como espículas (spikes), que parten de la MBG hacia fuera y que, como prolongaciones de esta, tratan de englobar los complejos inmunes. Por IF se detectan depósitos de IgG y C3 a lo largo de la pared capilar. Al ME, el hallazgo característico es la presencia de depósitos electrón-den- sos distribuidos homogéneamente por la vertiente subepitelial de todos los glomérulos. El hallazgo de depósitos similares en otras localizaciones (mesangio, vertiente subendotelial) debe hacer sospechar una NM secundaria, principalmente una membranosa lúpica. Cuadro clínico En el 80% de los casos, la NM se presenta en forma de un síndrome nefrótico y en el resto se descubre por el hallazgo casual de proteinuria asintomática, con microhematuria o sin ella. La hematuria macros- cópica es muy rara y sugiere una posible trombosis de las venas renales. En el momento del diagnóstico, la mayoría de las NM presentan una función renal normal y la presión arterial suele ser también normal. Debido a la frecuencia de formas secundarias, se deben efectuar deter- minaciones sistemáticas de anticuerpos antinucleares, anti-DNA, factor reumatoide, VDRL y virus B y C, así como orientar el estudio en busca de enfermedades asociadas y, en particular, de neoplasias (v. cuadro 101-3). Pronóstico y tratamiento El curso clínico es variable y el tratamiento debe individualizarse según esta diversidad evolutiva. Un hecho peculiar de esta nefropatía es la elevada tasa de remisiones espontáneas: un 30%-35% de los casos muestran reducción progresiva de la proteinuria, hasta alcanzar remi- sión parcial (inferior a 3,5 g/día) o completa (inferior a 0,3 g/día) de la proteinuria en ausencia de tratamiento inmunodepresor. Una cuantía escasa de proteinuria, la edad inferior a 50 años, el sexo femenino y la toma de IECA o ARA-II se asocian con la aparición de remisión espontánea. No obstante, las remisiones espontáneas pueden aparecer también en alrededor de un 20%-25% de los pacientes con proteinuria superior a 8 g/día. Por este motivo, se recomienda un período de 6-12 meses de observación antes de decidir el inicio de un tratamiento inmunodepresor. De esta fase de tratamiento conservador se deben excluir los pacientes que presentan deterioro de la función renal en compañía del síndrome nefrótico. En estos pacientes, así como en aquellos en los que el síndrome nefrótico permanece estable tras más de 6-12 meses de tratamiento conservador, se recomienda tratamiento inmunodepresor. La primera opción es el tratamiento combinado con glucocorticoi- des y ciclofosfamida. El esquema clásico consiste en un tratamiento de 6 meses, con administración de glucocorticoides en dosis elevadas en los meses pares y ciclofosfamida oral en los impares (pauta de Ponticelli modificada). La posibilidad de efectos secundarios con este tratamiento, particularmente cuando la dosis de ciclofosfamida total es elevada, ha estimulado la búsqueda de otras opciones terapéuticas. Sin embargo, la pauta de Ponticelli ha demostrado su eficacia en varios estudios controlados, y es el único régimen terapéutico en el que los efectos favorables han sido evaluados y confirmados a largo plazo. Los anticalcineurínicos (ciclosporina, tacrolimus) han demostrado también una alta eficacia, con remisiones en más del 80% de los casos. No obstante, existe una elevada tendencia (50% de los casos) a la recaída del síndrome nefrótico al retirar estos fármacos. La adminis- tración de rituximab (generalmente una dosis semanal de 375 mg/m2 durante 4 semanas consecutivas o 1 g cada 15 días [dos dosis] al inicio de la reducción de la dosis de anticalcineurínicos) puede disminuir la aparición de recaídas. El rituximab ha sido usado como tratamiento de primera línea en cohortes amplias de pacientes con NM con prometedores resultados, lográndose remisiones completas o parciales en un 60%-70% de los casos. Aunque no existen aún estudios comparativos entre los regí- menes basados en ciclofosfamida y el rituximab, los datos disponibles sugieren que la aparición de remisión es más rápidacon los primeros y que la eficacia del rituximab puede ser menor en los pacientes con títulos elevados de anti-PLA2R. La recurrencia de la NM idiopática en el riñón trasplantado es más frecuente de lo que se creía. No existen estudios terapéuticos controlados, aunque algunos grupos han mostrado resultados positivos con rituximab. La determinación de anti-PLA2R ha revolucionado el tratamiento clínico de la NM. Se ha propuesto que la biopsia renal no sería necesa- ria en pacientes con síndrome nefrótico y anti-PLA2R positivos, dada la alta especificidad de estos últimos para establecer el diagnóstico de NM. Los títulos elevados de anti-PLA2R predicen un curso clínico más agresivo, y su positividad al final de un tratamiento aumenta el riesgo de recaídas. Por el contrario, las remisiones espontáneas o la respuesta favorable a un tratamiento inmunodepresor van precedidas por una desaparición progresiva de los anti-PLA2R, que antecede en semanas o, incluso, meses a la disminución de la proteinuria. GLOMERULONEFRITIS PRIMARIAS CON PRESENTACIÓN CLÍNICA VARIABLE Nefropatía IgA Concepto La nefropatía IgA (NIgA) es el tipo de GN primaria más frecuente y representa el 10%-20% de las nefropatías glomerulares primarias diag- nosticadas en EE. UU., alrededor del 20% en Europa y entre el 30% y el 40% en Japón. La enfermedad es más frecuente en adolescentes y adultos jóvenes y es la principal causa de hematuria macroscópica idiopática de curso recurrente, aunque son diversas las presentaciones clínicas y las variables evolutivas de esta entidad. Etiopatogenia Aunque la etiología última se desconoce, la lesión renal se debe al depósito en el mesangio glomerular de agregados o complejos inmunes circulantes que contienen principalmente IgA1, pero no IgA2. La IgA1 de los pacientes con NIgA está deficientemente glucosilada, lo que favorece su agregación en forma de polímeros (IgA polimérica) y la for- mación de anticuerpos específicos contra ella. Estos complejos inmunes IgG-IgA1, depositados en el mesangio, producen incremento en la síntesis de matriz mesangial y proliferación celular. Diversas evidencias apuntan a un papel determinante de la hiperactividad del sistema del complemento en la repercusión histológica y clínica de estos depósitos de inmunocomplejos. La presencia de C4d y de C3 en la IF de la biop- sia renal se asocia a un peor pronóstico, y polimorfismos y mutaciones en los genes que regulan el sistema del complemento condicionan la presentación y el curso clínico de la enfermedad. Es posible que exista una producción excesiva de IgA1 en respuesta a antígenos ambientales en contacto con las mucosas respiratoria o digestiva (ciertos alimentos, bacterias o virus), sugerida por la asociación frecuente de una infección respiratoria alta con un episodio de hematuria macroscópica. El origen humoral de la anomalía causante de la NIgA concuerda con el hecho de que la enfermedad recidiva frecuentemente en el riñón trasplantado. Se admite que la NIgA es una forma monosintomática de la vas- culitis IgA, puesto que la patogenia (IgA1 deficientemente glucosilada, formación de anticuerpos específicos contra ella, depósito de inmu- nocomplejos en el riñón y otros órganos afectos) es similar en ambos procesos. Los depósitos mesangiales de IgA son también frecuentes en la nefropatía de los pacientes con cirrosis hepática alcohólica. Ade- más, se ha descrito la asociación de NIgA con diversas enfermedades (enteropatía inflamatoria; enfermedad celíaca; dermatitis herpetiforme; espondilitis anquilosante; psoriasis; adenocarcinomas de pulmón, páncreas y colon; micosis fungoide; epiescleritis; uveítis y síndrome de Sjögren, entre otras). Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 858 SECCIÓN VI Nefrología Anatomía patológica La NIgA se caracteriza por depósitos aislados o predominantes de IgA en el mesangio glomerular, junto con proliferación de las células mesangiales y aumento de la matriz mesangial. En el examen de la biopsia renal por IF, los depósitos mesangiales de IgA son constantes y se acompañan de C3 en más del 80% de los casos. La ME confir- ma los depósitos electrón-densos en el mesangio. La clasificación de Oxford ha propuesto una valoración sistemática y protocolizada de las biopsias con NIgA (MEST-C score), adjudicando una puntuación a la presencia de proliferación de células mesangiales y endoteliales, lesiones de glomerulosclerosis, grado de fibrosis tubulointersticial y porcentaje de glomérulos con semilunas. Numerosos estudios han demostrado que el MEST-C score tiene un valor pronóstico significativo y probablemente debería ser considerado para decidir qué pacientes deben recibir tratamientos inmunodepresores. Cuadro clínico La NIgA es dos veces más frecuente en el varón que en la mujer y se descubre de modo preferente en adultos jóvenes, entre los 16 y los 35 años. La nefropatía se manifiesta por hematuria macroscópica recurrente en casi la mitad de los casos, de forma más frecuente en niños que en adultos. De modo característico, la hematuria sobreviene durante las primeras 24 o 48 h de una infección de vías respiratorias altas. En algunos casos, esta hematuria macroscópica se acompaña de fracaso renal agudo, probablemente debido al daño tubular producido por los cilindros hemáticos que obstruyen su luz y liberan hemoglobina. En estos casos, la lesión histológica principal radica en los túbulos, con cilindros hemáticos, mientras los glomérulos evidencian proliferación mesangial y, en ocasiones, semilunas aisladas en menos del 15%. La resolución de la hematuria se sigue de una recuperación de la función renal, que puede ser incompleta en casos de hematuria macroscópica de muy larga duración (semanas). En los intervalos entre los brotes de hematuria macroscópica, y en los pacientes que no los presentan, la microhematuria es un hallazgo habitual. Algunos pacientes desarrollan proteinuria progresiva, cuya cuantía a lo largo del seguimiento será determinante para la supervivencia renal. La HTA es frecuente en pacientes con varios años de evolución, particularmente si existe algún grado de insuficiencia renal. Algunos casos presentan HTA maligna (cifras muy elevadas de PA, hemorragias y exudados en fondo de ojo) durante la evolución o (más frecuentemente) como forma de presentación de la enfermedad. El pronóstico de estos casos, en cuanto a supervivencia renal, es malo. Otra forma infrecuente de presentación consiste en insuficiencia renal aguda con hematuria que muestra en la biopsia renal semilunas en más del 50% de los glomérulos. En el conjunto de los pacientes, los valores séricos de IgA están elevados en un 30%-50% de los casos y no existe hipocomplementemia. Aunque menos frecuente, la NIgA puede afectar también a sujetos adultos y ancianos. El fracaso renal agudo asociado a hematuria macros- cópica es una presentación frecuente en ellos, y la anticoagulación puede ser un factor desencadenante. El pronóstico general es mucho peor que en los pacientes jóvenes. Pronóstico y tratamiento La NIgA tiene a menudo un curso progresivo. La supervivencia renal a los 10 años del comienzo aparente de la enfermedad es de alrededor del 85% y, a los 20 años, del 75%. En los pacientes con microhema- turia, acompañada o no de brotes de hematuria macroscópica que no presentan proteinuria significativa en el momento del diagnóstico, el curso clínico es habitualmente benigno. En el resto, la cuantía de la proteinuria es determinante para la supervivencia renal. La mayoría de los pacientes con proteinuria inferior a 0,5-1 g/día muestran función renal estable durante períodos de tiempo prolongados. Cuando la proteinuria se sitúa entre 1 y 3 g/día, la supervivencia renales de un 50% a los 15 años, e inferior al 30% cuando la proteinuria se mantiene por encima de 3 g/día. La presencia de microhematuria persistente en cuantía importante tiene también significación pronóstica y su desa- parición se asocia con una mejoría de la supervivencia renal, incluso en pacientes con proteinuria. Se recomienda un tratamiento conservador (v. cuadro 101-1) para la mayoría de los pacientes, con IECA o ARA-II administrados en función de la PA pero, sobre todo, con el objetivo de reducir la proteinuria por debajo de 0,5-1 g/día. El bloqueo del sistema renina-angiotensina debería acompañarse de medidas como la pérdida de peso en obe- sos, el control adecuado de la PA y el abandono del tabaquismo y el sedentarismo. El uso de inmunodepresores en la NIgA sigue siendo controvertido. Los glucocorticoides, administrados durante 6 meses, han mostrado efectos favorables, pero limitados por sus conocidos efectos secunda- rios. El uso concomitante de micofenolato de mofetilo permite reducir la dosis total de esteroides, y algunos estudios sugieren una eficacia específica de este fármaco. Los pacientes que mantienen una protei- nuria > 1 g/día y microhematuria persistente, a pesar del tratamiento conservador comentado anteriormente, serían los candidatos para recibir inmunodepresores, sobre todo si presentan un MEST-C score elevado y un deterioro progresivo de la función renal. En los casos con semilunas en más del 50%, se han descrito efectos favorables de pulsos de glucocorticoides, ciclofosfamida y recambios plasmáticos. Cuando la enfermedad cursa de forma lentamente pro- gresiva y las cifras de creatinina sérica son superiores a 3 mg/dL, proba- blemente se ha sobrepasado el «punto de no retorno» y casi siempre se evoluciona hacia la insuficiencia renal terminal. Glomerulonefritis membranoproliferativa Concepto También conocida como mesangiocapilar, la glomerulonefritis mem- branoproliferativa (GNMP) es una afección poco frecuente y, des- de 1980, su incidencia ha disminuido en los países desarrollados, debido probablemente al descenso de ciertas infecciones bacterianas y al mayor uso de antibióticos. La clasificación de la GNMP se basa en los hallazgos de la IF en la biopsia renal, con un grupo de GNMP que presentan depósitos aislados o predominantes de C3 y otro en el que, además de C3, se observan depósitos de inmunoglobulinas (IgG, IgA, IgM). Las primeras corresponden a anomalías en el sistema del complemento, con una hiperactividad desregulada de la vía alterna del mismo, e incluyen la enfermedad por depósitos densos y la GN C3. Las segundas se deben a un depósito de inmunocomplejos que activan secundariamente al complemento e incluyen casos secundarios a infecciones, tumores, enfermedades sistémicas o casos idiopáticos en los que no se logra identificar el antígeno causante. Etiopatogenia Las GNMP con depósitos de inmunoglobulinas son el tipo más frecuente, sobre todo las debidas a infecciones. Existen numerosas enfermedades infecciosas que pueden causarla y probablemente su incidencia en los países menos desarrollados sea relativamente alta. En las regiones desarrolladas, la principal causa es la infección por el virus de la hepatitis C y la crioglobulinemia asociada. La GN C3 y la enfermedad por depósitos densos son menos frecuentes. La hiperacti- vidad del complemento puede deberse a mutaciones en los genes que codifican proteínas reguladoras del complemento, como el factor H, o a autoanticuerpos dirigidos contra estas proteínas, como el factor nefrítico C3 (C3NeF). Una de las características más relevantes de la GNMP es el hallazgo frecuente de hipocomplementemia. En las GNMP por inmunocom- plejos se observa una disminución de los valores séricos de los compo- nentes iniciales C1q, C4 y C2 del complemento, lo que sugiere una activación por la vía clásica, mientras que en la GNMP por trastornos específicos del complemento se encuentra hipocomplementemia C3 más frecuentemente. Por último, se han descrito series de casos de GNMP asociados a gammapatías monoclonales, cuya patogenia es incierta. Anatomía patológica Se caracteriza por una intensa proliferación de células y matriz mesan- gial, que penetra en las paredes capilares para producir una imagen característica de engrosamiento con doble contorno. En la ME se observan depósitos subendoteliales, aunque en las GNMP mediadas por complemento se observan, además, depósitos subendoteliales e intramembranosos. Los depósitos en estas últimas entidades son más Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 859 CAPÍTULO 101 Nefropatías glomerulares primarias © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. osmiofílicos e intensos, sobre todo en la enfermedad por depósitos densos. Cuadro clínico Es más frecuente en sujetos jóvenes. La presentación clínica puede consistir en síndrome nefrótico (50%), síndrome nefrítico (25%) o proteinuria y microhematuria asintomáticas (25%). Pronóstico y tratamiento El pronóstico y el tratamiento de las GNMP por inmunocomplejos dependen de la enfermedad causante. En las formas idiopáticas no tratadas, el pronóstico es malo, excepto en las presentaciones más benignas. Un 60%-65% de los casos precisa diálisis a los 10 años del diagnóstico. Los ciclos prolongados de glucocorticoides pueden influir favorablemente en la enfermedad, pero no hay estudios controlados. Igualmente, se han publicado series de casos tratados con glucocor- ticoides más micofenolato, con resultados positivos. Series recientes de pacientes tratados con rituximab muestran datos alentadores. En las GNMP mediadas por complemento no existen tratamientos de probada eficacia, aunque los esteroides más micofenolato de mofetilo han sido eficaces en algunos pacientes. El bloqueo del complemento con eculizumab se ha ensayado en casos resistentes, con resultados diversos. Mientras que la GNMP por inmunocomplejos recidiva en un 30% de los casos tras el trasplante renal, la recidiva es mucho más frecuente en los casos mediados por complemento. GLOMERULONEFRITIS PRIMARIAS QUE SE PRESENTAN CON SÍNDROME NEFRÍTICO O DETERIORO DE LA FUNCIÓN RENAL Glomerulonefritis aguda postinfecciosa Concepto La glomerulonefritis aguda (GNA) postinfecciosa es un cuadro clínico caracterizado por una inflamación glomerular aguda precedida por un proceso infeccioso, que cursa con un síndrome nefrítico en la mayoría de los casos y que tiende a la recuperación espontánea de la normalidad. Su incidencia ha disminuido mucho en los países desarrollados en las últimas décadas, en paralelo a la de la GNMP. Aunque la infrecuente realización de biopsias renales no permite afirmarlo, diversos datos sugieren que su incidencia en países con condiciones sociosanitarias deficientes se mantiene elevada. Teóricamente, cualquier agente infec- cioso puede desencadenar una GNA. No obstante, la GNA postes- treptocócica es la forma más frecuente y mejor estudiada. Etiopatogenia La GNA postinfecciosa es una enfermedad causada por el depósito de complejos inmunes relacionados con antígenos específicos del agente infeccioso responsable. Casi todas las GNA de origen estreptocócico proceden de una infección faringoamigdalar o cutánea previa. Una forma especial de GNA postinfecciosa es la denominada GN IgA dominante asociada a infecciones por estafilococo. Se caracteriza por cuadros graves, con fracaso renal agudo, hematuria y proteinuria, que tienen un pronóstico desfavorable en muchos casos pese al tratamiento de la infección. En la biopsia presentan depósitos de IgA predominan- tes, en contraposición con el depósito de IgG y C3 habitual en otras GN agudas postinfecciosas. Anatomíapatológica La GNA postinfecciosa se caracteriza por proliferación endocapilar difusa acompañada de infiltración leucocitaria (polimorfonucleares y monocitos/macrófagos) (fig. 101-3). Por IF se observan depósitos granulares de IgG y C3 en las paredes capilares y/o el mesangio glome- rular, y al ME se observan depósitos nodulares voluminosos situados por fuera de la MBG, denominados jorobas (humps). Cuadro clínico El cuadro clínico de la GNA postestreptocócica es aplicable, con algunas variantes, a todas las GNA postinfecciosas. La GNA postes- treptocócica predomina en la infancia, con una prevalencia máxima entre los 2 y los 12 años, aunque puede ocurrir a cualquier edad. En el adulto, la GNA postinfecciosa es más frecuente en pacientes diabéticos, alcohólicos y drogadictos. Es característico un período de latencia entre la infección y el inicio de las manifestaciones clínicas de afección glomerular. La presentación clínica habitual es la de un síndrome nefrítico. La hematuria macros- cópica es frecuente (30%). El edema es uno de los signos más cons- tantes (90%), así como la hipertensión arterial (75%). En sujetos ancianos, el síndrome nefrítico puede manifestarse como insuficiencia cardíaca refractaria al tratamiento. El grado de deterioro de la función renal no suele ser importante, pero algunos casos presentan oliguria prolongada y deterioros más graves y persistentes de la función renal. Más del 90% de los enfermos con GNA postinfecciosa muestran un descenso transitorio del componente C3 del complemento sérico en las fases iniciales de la enfermedad, con C1q y C4 normales. El C3 se normaliza en el plazo de 8-12 semanas. En los casos típicos de GNA postestreptocócica en niños, con un cuadro clínico típico, no se indica la realización de biopsia renal. Esta se reserva para los casos atípicos o de mala evolución. Pronóstico y tratamiento Las formas postestreptocócicas epidémicas tienen un pronóstico unifor- memente bueno en el niño y el adolescente. La evolución es algo menos favorable en las formas esporádicas del adulto. Un número pequeño pero indeterminado de pacientes desarrolla oliguria prolongada o anuria, junto con proliferación extracapilar en más del 50% de los glomérulos, lo que condiciona un pronóstico más desfavorable. El tratamiento es sintomático, dado que la mayoría de los casos se resuelven espontáneamente en pocos días/semanas. La dieta sin sal, el control de líquidos y el tratamiento de la hipertensión son la base del cuidado de estos pacientes, junto con el tratamiento específico de la infección responsable. En los casos con progresión a la insuficiencia renal grave, se han usado glucocorticoides a dosis elevadas, con algunos resultados favorables. No obstante, no existen estudios controlados al respecto. Glomerulonefritis rápidamente progresiva La glomerulonefritis rápidamente progresiva (GNRP) se caracteriza por una insuficiencia renal intensa asociada a lesiones de proliferación del epitelio glomerular con formación de semilunas en un elevado porcentaje de glomérulos. Se conoce también como GN extracapilar o GN con semilunas (crescentic GN). El cuadro clínico consiste fun- damentalmente en una insuficiencia renal rápidamente progresiva en cuestión de semanas o pocos meses, acompañada de hematuria (frecuentemente macroscópica) y proteinuria (en general no nefrótica). La hipertensión no es un hecho distintivo, al menos en la fase aguda. Según su mecanismo patogénico, las GNRP se dividen en tres tipos fundamentales (cuadro 101-4): Figura - Glomerulonefritis aguda postinfecciosa. Glomérulo con intensa proliferación celular endocapilar e infiltración por polimorfonu- cleares (tinción de PAS, ×200). Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 860 SECCIÓN VI Nefrología 1. GNRP de tipo I. Causadas por anticuerpos anti-MBG. Se obser- van de modo característico en el síndrome de Goodpasture, pero también existe una forma exclusivamente renal sin hemorragia pulmonar. 2. GNRP de tipo II. Provocadas por el depósito de complejos inmunes. Pueden ser idiopáticas, secundarias a otros procesos o sobreañadidas a una nefropatía previa. 3. GNRP de tipo III o pauciinmunes. Constituyen el grupo más fre- cuente y se consideran una forma exclusivamente renal de vasculitis necrosante sistémica de vaso pequeño. Un porcentaje considerable presenta positividad para los ANCA. Dada la coexistencia de anticuerpos anti-MBG y de ANCA observada en algunos pacientes con GNRP, se ha propuesto añadir a la clasificación una GNRP de tipo IV, que incluiría estos casos de patogenia mixta. Glomerulonefritis rápidamente progresiva de tipo I (por anticuerpos anti-MBG) Constituye alrededor del 20% de las GNRP. La enfermedad está causa- da por anticuerpos específicos dirigidos contra un antígeno propio de la región NC1 de las cadenas α-3 del colágeno IV presente en la MBG (antígeno de Goodpasture). Los anticuerpos anti-MBG se detectan también en el suero de los pacientes. La causa de la formación de estos autoanticuerpos es desconocida. En alrededor de la mitad de los casos, la nefropatía se acompaña de hemorragia pulmonar y de anticuerpos que reaccionan con la membrana basal de los alvéolos pulmonares, lo que constituye el síndrome de Goodpasture. Los casos restantes cursan sin hemorragia pulmonar y, por consiguiente, se consideran formas idiopáticas de la GNRP de tipo I. La GNRP por anticuerpos anti-MBG afecta de modo preferente a adultos jóvenes y es algo más frecuente en los varones. Puede ir precedida por una infección respiratoria alta o una exposición recien- te a hidrocarburos o disolventes orgánicos volátiles. La hemorragia pulmonar puede ser masiva y comprometer la vida del paciente, o bien discreta y pasar desapercibida a menos que se recurra a ciertas exploraciones (TC de alta resolución, búsqueda de hemosiderófagos en el esputo). La asociación de GN y hemorragia pulmonar (síndrome renopulmonar) se puede observar en otras afecciones, particularmente en vasculitis sistémicas. Los riñones son de tamaño normal y la biopsia evidencia una GN con abundantes semilunas epiteliales. De forma característica, la IF muestra depósitos lineales de IgG a lo largo de la MBG, pero en la ME no se objetivan depósitos electrodensos. El diagnóstico serológico se basa en la presencia de anticuerpos anti-MBG en el suero del paciente. Los valores de C3 sérico son normales. Hasta un 30% de los casos son también positivos para ANCA. El pronóstico es desfavorable, con insuficiencia renal irreversible excepto en los casos tratados precozmente o que muestran un porcen- taje de semilunas relativamente bajo. El tratamiento incluye recambios plasmáticos (7-14 sesiones), pulsos de glucocorticoides (500-1.000 mg i.v. de metilprednisolona al día durante 3 días consecutivos), y a con- tinuación glucocorticoides p.o. (1 mg/kg de peso y día de prednisona durante 2-4 semanas y reducir progresivamente a lo largo de 6 meses) y ciclofosfamida (2 mg/kg de peso y día durante 3 meses). No obs- tante, en casos con semilunas en el 100% de los glomérulos, semilunas circunferenciales de carácter fibroso y acelular (lo que indica que ha transcurrido ya un cierto tiempo desde su aparición) o persistencia de anuria tras varias semanas de tratamiento, se aconseja un tratamiento inmunodepresor menos enérgico y de menor duración. En casos similares con hemorragia pulmonar (síndrome de Good- pasture), el tratamiento debe estar enfocado a la resolución de la hemorragia (pulsos de glucocorticoides, ciclofosfamida, recambios plasmáticos), y se suspenderá una vez resuelta esta si no hay posi- bilidades de recuperación de la función renal. Aunque existe más experiencia con ciclofosfamida oral, algunos casos hansido tratados con choques intravenosos de ciclofosfamida cada 3-4 semanas, de forma similar al tratamiento de las GNRP de tipo III. Al contrario que en las GNRP de tipos II o III o las GNRP en el contexto de vasculitis, no existe tendencia a los rebrotes, por lo que, en principio, no se debe prescribir un tratamiento de mantenimiento. A pesar de ello, algunos autores han recomendado el uso de micofenolato o azatioprina durante 1 año tras la suspensión de ciclofosfamida. Se aconseja no efectuar un trasplante renal hasta pasados al menos 6 meses del brote inicial. La aparición de una GNRP por anti-MBG se ha descrito en el riñón trasplantado de pacientes con enfermedad de Alport, ya que estos pacientes carecen del antígeno de Goodpasture en sus propias membranas basales y, por tanto, nunca desarrollaron tolerancia inmunológica para este antígeno. Glomerulonefritis rápidamente progresiva de tipo II (por complejos inmunes) Esta variedad representa actualmente el 10%-20% de los casos de GNRP. En la mayoría de los casos, la nefropatía es secundaria a ciertas infecciones (estreptocócicas, estafilocócicas, endocarditis, derivación ventriculoperitoneal infectada) o a una enfermedad sistémica (LES, vas- culitis IgA crioglobulinemia), pero en algunos casos se sobreañade a una nefropatía glomerular preexistente (GNMP, NIgA, NM). Por último, en un pequeño porcentaje de casos no se identifica la enfermedad causal y se consideran formas idiopáticas de GNRP de tipo II. En la GNRP de tipo II idiopática, la existencia de depósitos inmu- nes de tipo granular sugiere un mecanismo patogénico relacionado con la formación de complejos inmunes. La detección de crioglobulinas puede ser positiva y el C3 puede estar disminuido. Además de las características semilunas epiteliales, la biopsia renal muestra en algu- nos casos proliferación endocapilar asociada. La IF se caracteriza por depósitos granulares de IgG, IgM y C3 difusos y de ubicación capilar o mesangial. La ME confirma la existencia de depósitos electrón-densos. En las formas secundarias de GNRP por complejos inmunes, tanto las manifestaciones clínicas como los datos de laboratorio y la biopsia renal presentan a menudo aspectos que orientan hacia el diagnóstico de la enfermedad original. A diferencia de otros tipos de GNRP, esta variedad puede tener una mayor tendencia a la recuperación espontánea, sobre todo en casos de origen postinfeccioso. En general, se recomienda un tratamiento con pulsos de metilprednisolona (1 g i.v. durante 3 días), seguido de pred- nisona p.o. (1 mg/kg de peso y día durante 4 semanas y reducción hasta suspender en 3 meses). No obstante, en los casos graves (porcentaje de semilunas elevado, insuficiencia renal grave), se tiende a aplicar un tratamiento similar al de la GNRP de tipo III. En los casos asociados a otras entidades (LES, crioglobulinemia), se aplicará el tratamiento indicado para estas entidades. • CUADRO 101-4 Clasificación de las glomerulonefritis rápidamente progresivas GNRP de tipo I (por anticuerpos anti-MBG) Idiopática Síndrome de Goodpasture GNRP de tipo II (por complejos inmunes) Idiopática Postinfecciosa (GNA postestreptocócica, endocarditis infecciosa, infección de la derivación ventriculoperitoneal, sepsis) Sistémica (LES, vasculitis IgA, crioglobulinemia mixta esencial, policondritis recidivante, neoplasias) Sobreañadida a otra nefropatía (glomerulonefritis mesangiocapilar, nefropatía mesangial IgA, nefropatía membranosa) GNRP de tipo III (inmunonegativa o pauciinmune) Idiopática con ANCA positivos Granulomatosis con poliangitis Poliangitis microscópica Otras GNRP Tipo IV (anti-MBG y ANCA positivos) ANCA: anticuerpos anticitoplasma de los neutrófilos; GNA: glomerulonefritis aguda; LES: lupus eritematoso sistémico; MBG: membrana basal glomerular. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 11, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org S E C C IÓ N V I 861 CAPÍTULO 101 Nefropatías glomerulares primarias Glomerulonefritis rápidamente progresiva de tipo III (inmunonegativa) En la actualidad, es la forma más frecuente de GNRP, ya que constituye el 50%-70% de los casos. Se caracteriza por la ausencia de depósitos inmunes en el glomérulo y por la presencia en el suero de anticuerpos de tipo ANCA. Este tipo de GN incluye la afección renal de vas- culitis sistémicas como la granulomatosis con poliangitis, la poliangitis microscópica y y la granulomatosis eosinofílica con poliangitis, así como una forma exclusivamente renal o idiopática. La GNRP de tipo III idiopática se considera una forma de vasculitis necrosante de vaso pequeño limitada al riñón, es decir, sin manifes- taciones sistémicas. La enfermedad predomina en sujetos de más de 50 años, aunque puede sobrevenir a cualquier edad y es más frecuente en los varones. Suele estar precedida de un cuadro seudogripal y, en algu- nos casos, de manifestaciones sugestivas de proceso sistémico (fiebre, artralgias o dolor abdominal). Las manifestaciones renales son similares a las observadas en otras GNRP. El dato serológico más característico es el hallazgo de ANCA positivos en el 75%-90% de los casos, con especificidad para la mieloperoxidasa (MPO) o para la proteinasa 3 (PR3). La biopsia renal muestra una GN proliferativa con semilunas y, a menudo, lesiones necrosantes segmentarias o difusas del ovillo glomerular. En general, no se detectan lesiones evidentes de necrosis en los vasos renales. La IF es, por definición, negativa (pauciinmune). No se observan depósitos electrón-densos en el ME. El tratamiento debe separarse en dos fases. Durante la primera, o tratamiento de inducción, el objetivo debe ser la recuperación de la función renal, total o parcialmente. El grado de eficacia de dicha recuperación dependerá fundamentalmente de la precocidad del trata- miento, por lo que es fundamental un correcto diagnóstico (realización de biopsia renal) lo antes posible. El tratamiento inicial consiste en pulsos de metilprednisolona (500-1.000 mg i.v. al día durante 3 días consecutivos), y a continuación prednisona p.o. (1 mg/kg de peso y día y reducción progresiva hasta alcanzar una dosis de mantenimiento) y ciclofosfamida. Existe evidencia de que los pulsos de ciclofosfamida (0,5-1 g/m2, con dosis ajustadas a la función renal) administrados mensualmente tienen una eficacia similar a la de la ciclofosfamida p.o. (2 mg/kg de peso y día), pero con menos efectos secundarios y una menor dosis acumulada total del fármaco. En pacientes con insuficien- cia renal grave o con hemorragia pulmonar asociada, se recomienda un ciclo de recambios plasmáticos. El rituximab, administrado solamente con glucocorticoides o con uno o dos pulsos de ciclofosfamida sin terapia de mantenimiento, puede ser una alternativa válida al clásico esquema con ciclofosfamida. Generalmente, la fase de inducción suele ser de unos 6 meses. Tras esta fase, se debe iniciar el tratamiento de mantenimiento, cuyo objetivo es la prevención de recaídas. Las dosis bajas de glucocorticoides y la azatioprina (1-2 mg/kg de peso y día) han mostrado hasta el momento la mayor eficacia terapéutica. La duración del mantenimiento debe prolongarse al menos 18-24 meses y siempre según las características del paciente. Estudios recientes muestran que el rituximab en dosis bajas (500 mg semestrales) puede ser una terapia de mantenimiento más efectiva que la azatioprina. El micofenolato es una alternativa para el mantenimiento en pacientes que no toleren azatioprina o rituximab. En casos de diagnóstico tardío, con lesiones histológicas avanzadas o cuando no existe recuperación de la función renal tras un período de tratamiento, es aconsejable evitar un tratamiento agresivo y asegurar la supervivencia del paciente con hemodiálisis periódicas. OTRASGLOMERULONEFRITIS Glomerulonefritis mesangial no IgA, nefropatía IgM y nefropatía C1q Algunos pacientes con síndrome nefrótico muestran en la biopsia una GN proliferativa mesangial sin depósitos predominantes de IgA. En otras ocasiones, el hallazgo principal en la IF son depósitos relativa- mente intensos y predominantes de IgM o de C1q. Existe discusión acerca de si se trata de entidades con una patogenia y un perfil clínico- terapéutico independiente o si deben considerarse variantes de GSF primaria con características peculiares en la IF. El cuadro clínico más frecuente es un síndrome nefrótico, resistente a los glucocorticoides en la mayoría de los casos, aunque algunos responden de manera muy similar a la de las LM. En general, se recomienda un tratamiento similar al de las GSF. Glomerulonefritis fibrilares e inmunotactoides Se caracterizan por el depósito glomerular de proteínas fibrilares no amiloides de pequeño tamaño (diámetro de 20 nm), orientadas de modo aleatorio (fibrilares) o por estructuras de mayor tamaño (diáme- tro de 30 a 50 nm), en paralelo y en forma de microfibras o microtú- bulos (inmunotactoides). En ambos casos, la tinción con rojo Congo es negativa, lo que descarta su origen amiloide. Los glomérulos pueden presentar alteraciones diversas en la MO, pero el diagnóstico depende del estudio con el ME. La GN inmunotactoide puede asociarse con afecciones linfoproliferativas. Se ha identificado recientemente una pro- teína (DNAJB9) como posible biomarcador muy específico de las GN fibrilares. La mayoría de los pacientes presentan proteinuria nefrótica y rápido deterioro de la función renal. Se ha descrito evolución favorable en algunos casos tratados con rituximab, aunque la experiencia es escasa. También se ha observado su recidiva en el trasplante renal. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL De Vriese AS, Glassock RJ, Nath KA, Sethi S, Fervenza FC. A Proposal for a Serology-Based Approach to Membranous Nephropathy. J Am Soc Nephrol 2017;28:421-30. Guillevin L, Pagnoux C, Karras A, Khouatra C, Aumaître O, Cohen P. Rituxi- mab versus azathioprine for maintenance in ANCA-associated vasculitis. N Engl J Med 2014;371:1771-80. Maas RJ, Deegens JK, Smeets B, Moeller MJ, Wetzels JF. Minimal change disease and idiopathic FSGS: manifestations of the same disease. Nat Rev Nephrol 2016;12:768-76. Rauen T, Eitner F, Fitzner C, Sommerer C, Zeier M, Otte B, et al. Intensive Supportive Care plus Immunosuppression in IgA Nephropathy. N Engl J Med 2015;373:2225-36. Smith RJH, Appel GB, Blom AM, Cook HT, D’Agati VD, Fakhouri F, et al. C3 glomerulopathy - understanding a rare complement-driven renal disease. Nat Rev Nephrol 2019;15:129-43. https://booksmedicos.org Push Button0:
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