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S E C C IÓ N I II Cardiopatía isquémica ISQUEMIA MIOCÁRDICA El corazón depende totalmente del aporte continuo de oxígeno para mantener su metabolismo y producir continuamente fosfatos de alta energía, ya que en cada latido se consume hasta el 5% del total de ATP y creatín-cinasa (CK) almacenados en el miocardio. La isquemia es una situación producida por la privación de oxígeno a los tejidos y la eliminación inadecuada de los metabolitos. En el caso del corazón, la isquemia miocárdica es el resultado del desequilibrio entre la oferta coronaria y la demanda miocárdica de oxígeno. Fisiopatología Las demandas miocárdicas de oxígeno dependen de la FC, la con- tractilidad y la tensión de la pared ventricular. El aporte de oxígeno al miocardio depende del flujo coronario y de la capacidad de la sangre de transportar suficiente oxígeno, lo que viene determinado por la presión parcial de oxígeno del aire, la función pulmonar y la concentración y función de la hemoglobina en sangre. El flujo coronario ocurre durante la diástole ventricular y depende directamente de la presión de perfusión (la presión diastólica) e inversamente de las resistencias arteriolares y de los capilares intramiocárdicos. Las demandas miocár- dicas de oxígeno regulan el flujo coronario mediante la capacidad de los vasos intramiocárdicos de dilatarse y disminuir así las resistencias vasculares, como ocurre durante el ejercicio físico, lo que se conoce como reserva coronaria. Las causas más frecuentes de reducción del flujo coronario son la obstrucción progresiva por placas de ateroma de la luz de las arterias coronarias del epicardio y la trombosis coronaria aguda. Otras causas menos frecuentes son el espasmo coronario, la enfermedad de los pequeños vasos arteriolares, la arteritis, las embolias y la disección espontánea de los vasos epicárdicos. Aterosclerosis coronaria La aterosclerosis coronaria afecta principalmente al segmento epicárdi- co de las arterias coronarias. Los distintos factores de riesgo coronario (FRC) alteran la función del endotelio vascular, que incluye el control del tono vascular, el mantenimiento de un estado antitrombótico y el control de la adhesión celular inflamatoria y la diapédesis. La pérdida de estas defensas facilita la vasoconstricción, la trombosis y la interacción inapropiada entre los monocitos y las plaquetas con el endotelio, dando lugar a la aterosclerosis. Las placas de ateroma reducen el diámetro de la luz de las arterias coronarias del epicardio y aumentan la resistencia al flujo, lo que se compensa por la vasodilatación refleja de las arteriolas para reducir las resistencias totales. Una estenosis puede reducir el área transversal del vaso hasta un 80% sin que disminuya el flujo sanguíneo a dicha zona, siempre que el paciente permanezca en reposo y las demandas de oxígeno por parte del miocardio no sean altas. En caso contrario, incluso las estenosis que reducen la luz del vaso en un 50% pueden impedir que el flujo aumente proporcionalmente, con lo que se pro- duce una situación de déficit e isquemia. Cuando la reducción de la luz es mayor del 80%, las arteriolas se hallan dilatadas al máximo y el flujo coronario depende totalmente de la presión de perfusión con lo que puede ser insuficiente incluso en reposo o ante un mínimo estrés. Trombosis Las placas de ateroma, no necesariamente obstructivas, pero con un núcleo con gran componente lipídico rodeado por una cápsula fibrosa delgada y con signos de inflamación por infiltración de monocitos https://booksmedicos.org 476 SECCIÓN II I Cardiología y macrófagos (placas vulnerables), pueden sufrir rotura o erosión e inducir la adhesión, activación y agregación plaquetaria, junto con activación de la coagulación, con formación de un trombo que puede ocluir total o parcialmente la luz del vaso de forma aguda; esta es la causa de los síndromes coronarios agudos (SCA) (fig. 54-1). Espasmo coronario y estenosis dinámicas El espasmo es una vasoconstricción intensa y paroxística de un segmen- to de una arteria coronaria epicárdica que induce isquemia transmural y es la base de la angina variante o de Prinzmetal. Su causa es la hipe- rreactividad de las células musculares lisas de un segmento coronario. Con frecuencia ocurre sobre una placa de ateroma, de manera que sólo un tercio de los pacientes en quienes se sospecha angina de pecho vasoespástica tiene coronarias angiográficamente normales. La disfunción endotelial que presentan los pacientes con ateros- clerosis facilita la vasoconstricción en respuesta a estímulos simpáticos como el frío o el estrés, lo que empeora transitoriamente el grado de estenosis (estenosis dinámicas). Este hecho es frecuente, tanto en la enfermedad coronaria estable como en los SCA, y puede facilitar la aparición de isquemia coronaria incluso en pacientes con estenosis coronarias inferiores al 70%. Disfunción microvascular El endotelio desempeña un papel esencial en la regulación del tono arterial coronario. Diferentes situaciones clínicas como la DM, la HTA, el tabaquismo y la hipercolesterolemia pueden reducir la capacidad del endotelio para generar NO y limitar la capacidad de dilatación de los vasos coronarios epicárdicos y arteriolares. La disfunción microvascular de las arteriolas coronarias puede causar isquemia miocárdica y angina. Puede ser debido a alteraciones funcionales del endotelio y las células mus- culares lisas, o anatómicas por remodelado de la pared arterial, y preceder a la enfermedad coronaria epicárdica. Este mecanismo puede ser res- ponsable de la isquemia miocárdica en los pacientes con angina o infarto de miocardio (IM) y arterias coronarias angiográficamente normales. Otras causas de isquemia coronaria Dado que el 90% de la perfusión coronaria se produce en diástole, cual- quier proceso que disminuya la presión arterial diastólica o aumente la presión diastólica del ventrículo izquierdo, como la miocardiopatía hipertrófica o hipertensiva, puede limitar el flujo coronario, especial- mente con el esfuerzo, e inducir isquemia. Además, enfermedades sistémicas que reduzcan el aporte de oxígeno al miocardio como la anemia y las enfermedades pulmonares o aumenten sus necesidades como el hipertiroidismo pueden causar isquemia miocárdica. Consecuencias de la isquemia miocárdica En los primeros segundos, tras el cese del flujo coronario, se agotan el oxígeno y los fosfatos de alta energía en la zona isquémica y el metabolismo se convierte en anaerobio, aparece acidosis y se liberan lactatos y potasio. Como consecuencia, disminuye la relajación ven- tricular y aparece disfunción diastólica, seguida por una disminución de su actividad contráctil con disfunción ventricular sistólica. Pos- teriormente, se altera el potencial de acción transmembrana, aparecen cambios electrocardiográficos y pueden aparecer arritmias ventriculares. La posterior liberación celular de sustancias como la adenosina, que estimula las terminaciones nerviosas, provoca la aparición del dolor de la angina de pecho. Finalmente, aparece necrosis celular. Esta serie de fenómenos progresivos se conoce como cascada isquémica y explica que episodios repetidos de isquemia puedan inducir disfunción ventricular, arritmias e incluso muerte súbita sin llegar a provocar angina de pecho. Tras una fase de isquemia transitoria, el miocardio sufre un fenó- meno de adaptación que lo hace más resistente a un nuevo episodio isquémico, en lo que se denomina precondicionamiento isquémico. Por otro lado, una isquemia transitoria puede causar un trastorno metabólico y una disminución prolongada de la contractilidad que no se recupera hasta transcurridos varios días o semanas (miocardio aturdido). Por ello, tras un IM reperfundido, el corazón suele mejorar su función ventricular. Cuando la reducción del flujo coronario se mantiene de forma crónica, la función contráctil de la zona isquémica puede verse intensamente reducida, aunque mantiene la capacidadde normalizarse cuando se restablece el flujo coronario mediante la revas- cularización (miocardio hibernado); ello es muy importante en los casos de miocardiopatía isquémica, a menudo asintomática. Por último, la disminución del flujo coronario puede ser tan profunda que determine la muerte celular o necrosis miocárdica. La isquemia aguda se manifiesta en el ECG por alteraciones de la repolarización (ondas T negativas, descenso del segmento ST) que tienen más valor diagnóstico cuando son transitorias. La elevación transitoria del ST refleja isquemia transmural. Otra consecuencia de la isquemia es la alteración de las propiedades eléctricas de las células cardíacas, al reducir la energía necesaria para el funcionamiento de la bomba de sodio; esta alteración eléctrica puede provocar arritmias ventriculares y muerte súbita. Por último, la isquemia puede estimular el sistema nervioso vagal e inducir bradicardia e hipotensión arterial, o el sistema nervioso simpático y aumentar la contractilidad e inducir vasoconstricción, lo que aumentará el grado de isquemia y podrá inducir arritmias ventriculares. Cuadro clínico La cardiopatía isquémica puede adoptar diferentes formas clínicas, de las cuales la angina y el IM son las más frecuentes. En ocasiones, la enfermedad puede presentarse sin dolor, con insuficiencia cardíaca, arritmias graves o muerte súbita. En realidad, dos tercios de los pacien- tes presentan un IM o muerte súbita como primera manifestación de la enfermedad. Estos datos subrayan la gravedad de la enfermedad y la importancia de su prevención y detección precoz. Angina de pecho La angina se define como una opresión o malestar, por lo general retro- esternal, atribuible a isquemia miocárdica transitoria. Es un concepto exclusivamente clínico y su diagnóstico se basa en las características y circunstancias que acompañan al dolor. El mecanismo que provoca la isquemia no siempre es el mismo; con frecuencia se trata de un aumento de las necesidades de oxígeno, provocado por los cambios en Inicio, progresión de la aterosclerosis, formación de la placa vulnerable y aparición de los síndromes coronarios agudos. Sección longitudinal (arriba) y transversal (abajo) de una arteria coronaria a lo largo del tiempo. 1, arteria normal. 2, lesión inicial del endotelio con infiltración de monocitos, linfocitos T y lípidos. 3, evolución a placa fibro- grasa: conversión de los monocitos que han atravesado el endotelio en macrófagos que fagocitan LDL y estimulación de la proliferación de las células musculares lisas hacia el endotelio. 4, placa vulnerable: la inflamación estimula la producción de factor tisular, un potente pro- coagulante, y proteinasas que debilitan la cápsula fibrosa. 5, rotura o erosión de la cápsula fibrosa, exposición del contenido lipídico y el factor tisular a la corriente circulatoria, formación del trombo intravas- cular en una placa no obstructiva y desarrollo del SCA. 6, reabsorción del trombo y respuesta cicatricial con formación de colágeno y aumento de las células musculares lisas para dar lugar a una placa fibrosa, a menudo calcificada, que produce una estenosis significativa y ocasiona angina estable. 7, ocasionalmente, el SCA ocurre por la presencia de nódulos calcificados, mecanismo que sucede con mayor frecuencia en las placas obstructivas. (Tomado de Libby P. Current Concepts of the Patho- genesis of the Acute Coronary Syndromes. Circulation 2001;104:365-72. © 2001 Wolters Kluwer Health.) https://booksmedicos.org 477 CAPÍTULO 54 Cardiopatía isquémica la presión arterial y la FC (ejercicio y emociones), en un paciente con lesiones coronarias, mientras que en otras ocasiones el dolor sobreviene sin causa aparente, lo que sugiere que se ha producido una reducción aguda del aporte de oxígeno, como ocurre en la mayoría de los SCA o en la angina microvascular. Las características que definen el dolor coronario son el tipo, la localización, la irradiación y la duración del dolor, los factores desen- cadenantes y las circunstancias que lo alivian. En su forma habitual, los pacientes describen el dolor anginoso como una opresión, peso o malestar, localizado en la región retroesternal o en toda la cara anterior del tórax que puede irradiarse hacia los brazos, el cuello, la mandíbula o la espalda. Cuando se indica al enfermo que localice con la mano el dolor, este coloca la mano abierta o el puño en medio del pecho, lo que define muy bien su localización, extensión y cualidad. Las excepciones a esta descripción son numerosas; en ocasiones se trata de una molestia indefinida que dificulta la respiración o que se localiza exclusivamente en la zona epigástrica, el cuello, la mandíbula o los brazos. Los episodios de angina suelen iniciarse de forma gradual, alcanzan pronto su máxima intensidad y desaparecen también de forma paulatina en menos de 5 min. Diagnóstico diferencial La frecuencia con que la angina se presenta de forma atípica y el gran número de enfermedades que se manifiestan por dolor torácico exigen un diagnóstico diferencial cuidadoso y, a menudo, difícil. El dolor retroesternal «en corbata» obliga a un diagnóstico diferencial con espasmo y reflujo esofágico, y también con una crisis de ansiedad. Los dolores punzantes, fugaces y localizados en el precordio o submamarios suelen ser de origen muscular. El dolor de la disección aórtica, del neumotórax y, en general, de los procesos que cursan con rotura o laceración de los tejidos comienza de forma brusca y su intensidad es máxima desde el principio. Las circunstancias y los síntomas que acompañan al dolor son muy útiles en el diagnóstico diferencial. La relación con la ingesta de alimentos o la mejoría con alcalinos orientarán hacia un problema digestivo; los cambios de intensidad con los movimientos de los miem- bros superiores o el cuello y con la respiración o la posición corporal sugieren un problema cervical o una pericarditis, respectivamente. Por el contrario, el dolor anginoso suele acompañarse de una sensación de angustia y gravedad y, en ocasiones, de sudoración y palpitaciones. La disnea durante el dolor no es frecuente, pero su aparición indica una afección coronaria grave. Todo dolor torácico claramente relacionado con el ejercicio obliga a descartar enfermedad coronaria. Tipos de angina La angina de esfuerzo está provocada por la actividad física o por otras situaciones, como las emociones, que implican un aumento de la demanda miocárdica de oxígeno. Suele ser breve y desaparecer al inte- rrumpir el desencadenante o con la administración de nitroglicerina. Se denomina inicial si su antigüedad es inferior a 1 mes; progresiva, si ha empeorado durante el último mes en frecuencia, intensidad, duración o nivel de esfuerzo en que aparece, y estable, si sus caracterís- ticas y la capacidad funcional del paciente no se han modificado en el último mes. La angina de reposo se produce de manera espontánea, sin relación aparente con los cambios en el consumo de oxígeno del miocardio; su duración es variable, aunque en el 75% de los casos los episodios son prolongados (> 20 min). Las anginas inicial, progresiva y de reposo (habitualmente prolongada) son formas de evolución imprevisible y mayor gravedad, por lo que su presencia debe hacer sospechar la presencia de SCA. Isquemia silente Algunos pacientes con aterosclerosis coronaria importante pueden presentar episodios de isquemia miocárdica que no se acompañan de angina y que pueden diagnosticarse mediante la monitorización del ECG de forma ambulatoria (Holter). Alrededor del 75% de los pacientes con lesiones coronarias significativas muestran descenso del segmento ST durante la actividad diaria, pero sólo un tercio de estos episodios se acompañan de dolor; estos cambios de la repolarización ventricular sin dolor anginoso asociado se han demostrado también en pacientes con angina variante, en los que se atribuye a espasmos coronarios transitorios. Miocardiopatía isquémica En ocasiones,la aterosclerosis coronaria determina una grave afección de la función ventricular que provoca síntomas y signos de insuficiencia cardíaca congestiva, a menudo sin dolor anginoso; estos pacientes se presentan con un cuadro clínico similar al de la miocardiopatía dilatada, y sólo la existencia de estenosis en la coronariografía permite su diagnóstico diferencial. El pronóstico es grave, en especial en el caso de pacientes que cursan con arritmias ventriculares malignas, y mejora notablemente tras la revascularización coronaria. ENFERMEDAD CORONARIA CRÓNICA ESTABLE Cuadro clínico El diagnóstico de enfermedad coronaria se basa en el cuadro clínico de angina estable, la probabilidad de tener enfermedad coronaria y la detección de isquemia inducida o la demostración de enfermedad coronaria obstructiva. La angina estable se caracteriza por la presencia de angina, general- mente de esfuerzo, cuyo patrón no se ha modificado durante el último mes. Puede ser la primera manifestación de enfermedad coronaria o aparecer tras un SCA. Suele presentar una clara relación con el ejercicio físico o las emociones, en especial si este se realiza tras las comidas o en un ambiente frío. El cese de la actividad que provocó el dolor o la administración de nitroglicerina sublingual determinan rápidamente su desaparición. Los síntomas se consideran típicos cuando cumplen tres condiciones: opresión o malestar retroesternal; relación con el esfuerzo o las emociones, y alivio en menos de 5 min tras el reposo o la toma de nitroglicerina sublingual. Se consideran atípicos cuando sólo se cum- plen dos de las tres condiciones y no coronarios (probabilidad < 10%) cuando se cumple una o ninguna de las condiciones. En general, el nivel de esfuerzo necesario para provocar la angina, o umbral de la angina, es constante durante largos períodos de tiempo, de forma que el paciente suele conocer de antemano qué actividades de su vida diaria la provocarán. No obstante, en algunos casos el umbral puede variar a lo largo del día debido a cambios en el tono vasomotor. Según su gravedad y la limitación funcional que impone al paciente, la angina de esfuerzo se divide en cuatro grados según la clasificación de la Canadian Cardiovascular Society: 1. Grado I. La actividad física habitual no causa dolor; este aparece con los esfuerzos extenuantes, rápidos o prolongados. 2. Grado II. Limitación leve de la actividad física; el dolor aparece al caminar con paso normal más de dos travesías, subir más de un piso, caminar cuesta arriba o con frío o después de comer. 3. Grado III. Limitación acusada de la capacidad funcional; el dolor se presenta al subir un piso o caminar con paso normal una o dos travesías. 4. Grado IV. Incapacidad para llevar a cabo cualquier actividad física sin la aparición de angina; el dolor puede aparecer en reposo. La exploración suele ser normal, aunque puede permitir descartar otras posibles causas de dolor torácico. Se debe prestar especial atención a detectar FRC y evidencias de aterosclerosis en otros territorios vas- culares como los troncos supraaórticos y los miembros inferiores. Exploraciones complementarias Análisis de sangre Pueden aportar información sobre la causa de la angina y detectar algunos FRC. Por ello, en todos los casos se debe solicitar un análisis general que incluya la determinación de glucosa, HbA1c, creatinina, perfil lipídico, hemoglobina, PCRhs y hormonas tiroideas. Electrocardiograma La mayoría de los pacientes con cardiopatía isquémica estable tienen un ECG normal en reposo y en ausencia de dolor, por lo que un ECG S E C C IÓ N I II https://booksmedicos.org 478 SECCIÓN II I Cardiología basal normal no permite descartar enfermedad coronaria; el resto puede presentar ondas Q de necrosis antigua, descenso fijo del segmento ST u ondas T negativas. Estas últimas alteraciones sólo son específicas cuando aparecen y desaparecen durante la angina. Ecocardiografía Doppler Constituye un método sensible, fácil e incruento para el diagnóstico de los defectos segmentarios de la motilidad miocárdica, típicos de la cardiopatía isquémica, y la evaluación global de la función ventricular. Además, permite diagnosticar la existencia de hipertrofia y dilatación ventricular, valvulopatías y otras enfermedades del miocardio y el pericardio. También permite analizar la causa de que determinadas zonas del miocardio no se contraigan (acinesia). Si tras administrar dosis bajas de dobutamina la acinesia persiste, se debe a necrosis transmural (miocardio no viable), mientras que, si se recupera la motilidad, es por hibernación o aturdimiento (miocardio hibernado o aturdido); en estos últimos casos, la revascularización de la zona afectada normalizará la contracción. Prueba de esfuerzo electrocardiográfica Estudia la respuesta clínica y electrocardiográfica a un ejercicio físico programado con el fin de explorar la reserva coronaria e inducir isque- mia miocárdica transitoria. Constituye una prueba fundamental para el diagnóstico del paciente coronario y, además, proporciona datos sobre su pronóstico y su capacidad funcional. Requiere que el segmento ST sea interpretable (ausencia de descenso fijo del ST por hipertrofia ventricular, bloqueo de rama, marcapasos o FA) y de poder realizar un ejercicio físico al menos submáximo (alcanzar el 85% de la frecuencia teórica máxima), por lo que no es útil en pacientes de edad avanzada o con limitaciones físicas. Está especialmente indicada con fines diagnósticos en los pacientes con dolores atípicos, pero sospechosos de ser coronarios, y en pacien- tes con ECG anormal, pero sin angina. También se emplea para valorar la capacidad funcional de los enfermos y su riesgo de presentar compli- caciones graves. La prueba de esfuerzo se considera positiva si provoca dolor o descenso horizontal o descendente del segmento ST (≥ 1 mm medido 0,08 s después del punto J). Su sensibilidad diagnóstica es del 60%, y su especificidad, del 70%. Pruebas de estrés con imagen La utilización simultánea de una técnica de imagen junto con la prue- ba de esfuerzo mejora su rendimiento diagnóstico. La gammagrafía permite la visualización y cuantificación de las zonas hipoperfundidas, tanto con el esfuerzo como en reposo, mientras que la ecocardiografía permite la detección y cuantificación de las zonas hipocontráctiles que aparecen como consecuencia de la isquemia. Su sensibilidad y especificidad para diagnosticar enfermedad coronaria alcanzan el 80%-90%. En los pacientes en que, por diferentes razones, no es posible realizar una prueba de esfuerzo (20%-30%) se debe indicar una prueba de estrés farmacológica asociada a una técnica de imagen (gammagrafía, ecocardiografía o cardio-RM). La administración de dobutamina aumenta el consumo de oxígeno y remeda una prueba de esfuerzo, mientras que la adenosina y el dipiridamol dilatan los lechos vasculares de las arterias sanas e inducen diferencias de perfusión detectables por las técnicas de imagen cuyo rendimiento diagnóstico es similar al de las pruebas de esfuerzo. TC multicorte Permite la visualización no invasiva de la luz de las arterias coronarias y detectar sus obstrucciones siempre y cuando no estén muy calcificadas. Su sensibilidad y especificidad diagnóstica son del 95% y 80%, res- pectivamente, lo que conlleva un moderado número de falsos positivos. Su indicación principal es el diagnóstico de enfermedad coronaria en pacientes con probabilidad intermedia o en casos con prueba de esfuerzo dudosa o no concluyente. Dado que existe una relación directa entre la calcificación coronaria y la existencia de aterosclerosis, la cuan- tificación del calcio coronario (índice de Agatson) también se utiliza para detectar individuos asintomáticos, pero con riesgo intermedio de padecer enfermedad coronaria. Coronariografía Mediante la opacificación de las arterias coronarias, el cateterismo cardíaco permite conocer el grado, el número y la localización de las estenosiscoronarias. Está indicada su realización en: 1) pacientes con cuadro clínico y exploraciones incruentas no concluyentes o con- tradictorias; 2) pacientes con indicación de revascularización coronaria por no responder al tratamiento médico o presentar signos clínicos de mal pronóstico; 3) supervivientes a un paro cardíaco; 4) pacientes con angina o isquemia que presentan disfunción ventricular; 5) pacientes con insuficiencia cardíaca de causa desconocida, y 6) previo a una cirugía cardíaca por otras causas. Existe una proporción similar (30%) de pacientes con estenosis en una, dos o las tres arterias coronarias principales o afectación del tronco común de la coronaria izquierda, mientras que el 10% no muestran lesiones coronarias obstructivas. La función ventricular es normal en la mayoría de los pacientes sin antecedentes de IM. Pronóstico La mortalidad anual de los pacientes con enfermedad coronaria esta- ble es del 1%-2%. Sin embargo, su pronóstico es variable y depende esencialmente de la edad, el número, la localización y gravedad de las lesiones coronarias, el estado de la función ventricular, la presencia y extensión de isquemia miocárdica durante una prueba de estrés, y la comorbilidad asociada. La edad avanzada, el sexo masculino, el número de FRC, la DM, la IRC y el antecedente de infarto se asocian a un mal pronóstico. Asimis- mo, la presencia de descenso del segmento ST en el ECG basal, la dis- función ventricular (FE < 40%) y la insuficiencia cardíaca ocasionan una elevada mortalidad, próxima al 10% anual. En una prueba de esfuerzo se consideran signos de mal pronóstico la aparición de descenso del ST de forma precoz (< 6 min de esfuerzo, estadio I del protocolo de Bruce o ante un esfuerzo < 5 MET), intensa (descenso del ST > 2 mm en más de tres derivaciones o descenso de la presión arterial durante el esfuerzo) o persistente (> 5 min postes- fuerzo). Estos pacientes y aquellos con isquemia extensa en las pruebas de estrés realizadas con técnicas de imagen tienen una mortalidad del 15% anual y constituyen un grupo de alto riesgo que deben referirse para cateterismo cardíaco y revascularización coronaria (fig. 54-2). Tras una coronariografía, los enfermos con lesiones en un solo vaso y función ventricular normal tienen una mortalidad anual del 1%, pero asciende al 3,5% en caso de disfunción ventricular. Estas cifras son, respectivamente, del 1,6% y el 5,6% para los pacientes con afección de dos vasos, del 3,6% y el 11% para los de tres y del 10% y el 25% para los que presentan afección del tronco común de la coronaria izquierda. Tratamiento Los objetivos principales del tratamiento son limitar la progresión de la aterosclerosis coronaria, mejorar la evolución clínica de los pacientes y mejorar su calidad de vida. Cambios en el estilo de vida El primer paso debe ser lograr una buena comunicación con el paciente: explicarle su enfermedad y las posibles complicaciones, y transmitirle confianza acerca de poder seguir una vida normal; tras ello será fácil establecer un plan de tratamiento a corto y largo plazo. Es fundamental conseguir el control estricto de los FRC, con los objetivos de mantener una HbA1c inferior al 7%; una presión arterial igual o inferior a 130/85; un colesterol total inferior a 175 mg/dL con LDL inferior a 70 mg/dL (1,8 mmol/L), y supresión total del tabaco. La dieta debe modificarse por reducción del aporte de grasas saturadas y aumento de la ingesta de legumbres, frutas, verduras y pescado. Se debe recomendar la práctica regular de ejercicio, de acuerdo con la sintomatología y los resultados de una prueba de esfuerzo; en general, caminar 30 min al día 5 días por semana es una medida prudente. Los pacientes poco sintomáticos pueden realizar deportes no competitivos y que no les causen estrés ni angina. Los ejercicios isométricos deben desaconsejarse. Por último, debe evitarse la obesidad con un IMC próximo a 25 kg/m2 y el perí- metro abdominal inferior a 102 cm en varones y 88 cm en mujeres. https://booksmedicos.org 479 CAPÍTULO 54 Cardiopatía isquémica Todas estas medidas y objetivos son más fáciles de conseguir cuando los pacientes participan en un programa de rehabilitación. Tratamiento farmacológico de las crisis anginosas Los nitratos, al metabolizarse, liberan NO que relaja la musculatura lisa de las arterias; por ello, aumentan el aporte de oxígeno al mio- cardio al inducir vasodilatación coronaria y reducen sus demandas al disminuir el retorno venoso, la poscarga y, en consecuencia, la tensión de la pared ventricular. La nitroglicerina sublingual en forma de comprimidos o aerosol, al actuar en 1-2 min, es el tratamiento de elección de las crisis anginosas, por lo que se deberá instruir a los pacientes sobre su autoadministración lo antes posible cuando aparecen los síntomas. Cuando se toma por primera vez conviene hacerlo estando el paciente sentado, ya que algunos enfermos expe- rimentan hipotensión y mareos con las dosis habituales (0,4-0,6 mg). El dolor suele aliviarse rápidamente en 2-3 min, aunque en ocasiones es necesario administrar 2-3 comprimidos separados por un intervalo de 5 min. Si con estas medidas el dolor no cede, debe sospecharse la posibilidad de un SCA. Prevención de las crisis de angina Los bloqueadores β-adrenérgicos son los fármacos de elección. Su efec- to antianginoso se debe a la reducción de la demanda de oxígeno por el miocardio al inhibir el aumento de la FC, la presión arterial y la contractilidad inducidas por la activación adrenérgica durante el ejercicio o las emociones. Además, aumentan el flujo coronario al alargar la diástole. La elección de un determinado β-bloqueante depende fundamentalmente de la experiencia; en los pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica o claudicación intermitente se deben utilizar los cardioselectivos. Si existieran contraindicacio- nes a su administración (asma, bloqueo auriculoventricular [AV] o bradicardia) o aparición de efectos secundarios, los antagonistas del calcio constituyen una buena alternativa, por su acción vasodilatadora e inotrópica negativa; los cronotropos negativos como el verapamilo y el diltiazem están indicados siempre y cuando la FEVI sea superior al 40% y no se administren junto con bloqueadores β por el peligro de inducir insuficiencia cardíaca o bloqueo AV. Los vasoselectivos de larga duración como el amlodipino son muy eficaces por disminuir la presión arterial y complementan bien los efectos de los bloqueadores β (tablas 54-1 y 54-2). Los nitratos de acción prolongada, como el mononitrato de isosorbida por vía oral y la nitroglicerina percutánea, son menos eficaces para prevenir las crisis de angina. Su principal limitación es el desarrollo de tolerancia, en especial en dosis altas y con administración continuada, lo que se evita dejando un lapso mínimo de 8-12 h entre la toma de la noche y la de la mañana siguiente. La ivabradina es también un fármaco eficaz al disminuir la FC al bloquear los canales If del nodo sinusal, sin efectos sobre la contracción miocárdica o la conducción AV. Otros fármacos útiles de tercera elección son la ranolazina, la trimetazidina y el nicorandil. S E C C IÓ N I II Estrategia de actuación en los pacientes con posible enfermedad coronaria estable. En todos los pacientes con clínica sugestiva de angina estable o en los que por otras causas (insuficien- cia cardíaca, arritmias, etc.) se quiere saber si padecen cardiopatía isquémica, se debe realizar una anamnesis, un examen físico, unos análisis básicos y un ECG. El diagnóstico y la estrategia que se seguirán se basarán en los resultados de una prueba de estrés electrocardio- gráfica o con imagen, o bien la realización de una TC coronaria (TCC); la presencia de criterios de mal pronóstico y la respuesta clínica a los fármacos marcarán la conducta a seguir. Independientemente de ello, se administrará tratamiento médico óptimo a todos los pacientes, con especial énfasisen el control estricto de los factores de riesgo cardiovascular. DA prox.: segmento proximal de la arteria coronaria descendente anterior; IC: insuficiencia cardíaca; TC: tronco común de la coronaria izquierda; 3v: tres vasos coronarios. TABLA 54-1 Fármacos Dosis Efectos secundarios β-bloqueantes Cardioselectivos Atenolol 50-100 mg/día Bradicardia, bloqueo AV, fatiga Bisoprolol 5-10 mg/día Ídem Metoprolol 50-200 mg/12 h Ídem No cardioselectivos Carvedilol 6,25-25 mg/12 h Ídem Propranolol 20-40 mg/6-8 h Bradicardia, bloqueo AV, fatiga, broncoespasmo Nitratos Nitroglicerina Sublingual 0,4-0,6 mg p.r.n. Cefalea, hipotensión Percutánea 5-15 mg/día Ídem Mononitrato de isosorbida* 20-40 mg/8-12 h Ídem Antagonistas del calcio Diltiazem 60-120 mg/8 h Bradicardia, bloqueo AV, hipotensión Verapamilo 80-120 mg/8-12 h Bradicardia, bloqueo AV, hipotensión, IC Amlodipino 5-10 mg/día Edemas maleolares, cefalea, hipotensión Inhibidores If nódulo sinusal Ivabradina 5-7,5 mg/12 h Fosfenos, bradicardia, cefalea, mareo Inhibidores canal sodio Ranolazina 375-750 mg/12 h Mareo, náuseas, estreñimiento, ↑ QT *Mantener un intervalo libre de administración de 8-12 h al día. AV: auriculoventricular; IC: insuficiencia cardíaca; If: corriente eléctrica de las células marcapasos del corazón; p.r.n.: pro re nata (a discreción). https://booksmedicos.org 480 SECCIÓN II I Cardiología Mejoría del pronóstico El único tratamiento que mejora el pronóstico de los pacientes con enfermedad coronaria estable consiste en la corrección de los FRC mediante cambios en los estilos de vida y prevención secundaria estricta para conseguir los objetivos previamente mencionados; esto último incluye: 1) la prevención de la trombosis coronaria con antiagregantes plaquetarios; 2) la administración de β-bloqueantes, IECA o ARA-II en pacientes con antecedente de infarto o con disfunción ventricular; 3) antagonistas de los mineralocorticoides (espironolactona o eplereno- na) en pacientes con FEVI < 40%, y 4) la revascularización coronaria en pacientes de alto riesgo. El AAS en dosis bajas (100 mg/día) reduce en un 30% la incidencia de muerte o IM. En pacientes que no pueden recibir AAS debe administrarse otro antiagregante como el clopidogrel (v. tabla 54-2). Revascularización miocárdica En los pacientes en los que el tratamiento médico es ineficaz o en aquellos que consideran inaceptable la calidad de vida que implica, la revascularización miocárdica mediante intervencionismo coronario percutáneo (ICP) o la intervención quirúrgica con injerto venoso o arterial consigue eliminar las crisis anginosas, disminuir la medicación, mejorar la capacidad de realizar ejercicio físico y la calidad de vida. Ade- más, la intervención disminuye el riesgo de IM y mejora la expectativa de vida en los pacientes de alto riesgo con afección coronaria grave y disfunción ventricular izquierda. En los casos de miocardio hibernado, en los que la isquemia crónica provoca la acinesia de zonas del ven- trículo izquierdo que mantienen signos de viabilidad en una prueba no invasiva de imagen, la revascularización mejora el flujo coronario y la contracción de estos segmentos. Intervencionismo coronario percutáneo Consiste en dilatar las estenosis producidas por placas de ateroma mediante un catéter con un balón en su extremo que se hincha a alta presión, junto con el implante de un stent intracoronario (v. Cateteris- mo cardíaco). La tasa actual de éxito es del 95%, y la de complicacio- nes, inferior al 3%, excepto en ciertos tipos de lesiones (obstrucciones totales crónicas, lesiones largas, calcificadas), en vasos de pequeño calibre y en lesiones localizadas en los ostia coronarios o en los injertos venosos, donde los resultados son algo inferiores. El procedimiento está contraindicado en pacientes con estenosis inferiores al 60% y en lesiones difusas y distales. En un 20% de los casos puede producirse una reestenosis durante los primeros meses, incidente que se reduce a la mitad con la utilización de stents recubiertos de fármacos que inhiben la proliferación celular de las células musculares lisas y su infiltración en la placa de ateroma. Es importante recordar que para prevenir la trombosis de los stents se tiene que administrar doble antiagregación con AAS y un inhibidor de los receptores P2Y12 de la vía del ADP de las plaquetas (clopidogrel, prasugrel o ticagrelor) durante 1 mes en los stents metálicos y durante 6-12 meses en los stents recubiertos. Tratamiento quirúrgico La cirugía de revascularización mediante injerto aortocoronario con vena safena o con el uso de la arteria mamaria interna es el tipo de ciru- gía cardíaca más frecuente y su eficacia en el tratamiento de la isquemia miocárdica está bien establecida. En la enfermedad coronaria crónica estable, la mortalidad operatoria es inferior al 3% en pacientes sin disfunción ventricular ni comorbilidades importantes. No obstante, la mortalidad aumenta en los pacientes con DM, edad avanzada, afección del tronco común de la coronaria izquierda, disfunción ventricular, insuficiencia cardíaca, comorbilidades, cirugía valvular combinada, en las reoperaciones y en la cirugía urgente. La incidencia de infarto, infecciones y accidente vascular cerebral (AVC) peroperatorios son del 5%, el 5% y el 6%, respectivamente. Estas complicaciones son más frecuentes en pacientes de edad avanzada, diabéticos, con historia de enfermedad vascular periférica, afección neurológica previa o lesiones carotídeas significativas. La supervivencia es del 90%-95% a los 5 años, del 80%-90% a los 10 años y del 65%- 75% a los 15 años; estas cifras son más favorables cuando se utiliza como injerto la arteria mamaria, mientras que los resultados negativos a largo plazo se correlacionan con un control inadecuado de la DM o la dislipemia y la persistencia del hábito de fumar. Durante el primer año se ocluye aproximadamente el 15% de los injertos venosos, y a los 10-15 años, el 50%. Por el contrario, los injertos de arteria mamaria mantienen una tasa de permeabilidad superior al 80% a los 10-15 años. En pacientes de riesgo moderado sin lesiones del tronco común de la coronaria izquierda ni oclusiones completas, el ICP tiene una eficacia similar a la cirugía para eliminar la angina, es mucho menos traumático y permite una recuperación inmediata. Sin embargo, la intervención quirúrgica ofrece una revascularización más completa, con menor recurrencia de angina y de reintervenciones. La mortalidad a 5 años es similar con las dos técnicas, con excepción de los pacientes diabéticos, que tienen una alta incidencia de reestenosis postangio- plastia y obtienen mejores resultados con la intervención quirúrgica. La elección del método de revascularización (percutánea o quirúr- gica) depende del tipo de lesión, su localización, el diámetro de los vasos, la edad y situación clínica del paciente y sus comorbilidades. En general, el ICP se considera de elección si las lesiones arteriales están circunscritas y resultan técnicamente abordables, y la cirugía en casos de enfermedad difusa y disfunción ventricular o DM, siempre y cuando tengan buenos vasos distales a las estenosis. En muchos casos, como en los pacientes de edad avanzada o aquellos con alto riesgo quirúrgico, la dilatación percutánea de la arteria responsable de la isquemia es el método de revascularización ideal, a pesar de que sólo consiga una revascularización parcial, pudiéndose dejar para un segundo tiempo la decisión de revascularizar otras arterias. SÍNDROMES CORONARIOS AGUDOS Concepto Los SCA constituyen la fase aguda de la enfermedad coronaria y, con- trariamente a lo que ocurre en otras enfermedades crónicas, es el modo de presentación clínica más frecuente (66% de los casos) de la cardio- patía isquémica; el término describe un conjunto de manifestaciones clínicas secundarias a isquemia miocárdica aguda producida por la formación de trombosis intravascular o, menos frecuentemente,por un desequilibrio en la oferta/demanda de oxígeno con o sin obstrucción coronaria. El cuadro clínico y el pronóstico dependen de la gravedad TABLA 54-2 Objetivo Fármaco Alternativa Alivio rápido de los síntomas Nitroglicerina sublingual Tratamiento sintomático 1. β-bloqueantes Diltiazem o verapamilo 2. Si persisten los síntomas, añadir nitratos o amlodipino Ivabradina, ranolazina, trimetazidina, nicorandil 3. Si persisten los síntomas: coronariografía y revascularización Mejoría del pronóstico AAS, 100 mg/día Clopidogrel, 75 mg/día Estatinas en dosis altas Ezetimiba + dosis bajas de estatinas IECA si hay disfunción ventricular, HTA o DM ARA-II β-bloqueantes postinfarto o en caso de disfunción ventricular https://booksmedicos.org 481 CAPÍTULO 54 Cardiopatía isquémica de la isquemia y el estado previo de los pacientes, desde la forma asintomática hasta la angina inestable, el IM y la muerte súbita. Con el fin de facilitar su evaluación y tratamiento, los SCA se clasifican según su modo de presentación ECG: SCA con elevación del segmento ST (SCACEST) y SCA sin elevación del ST (SCASEST); estos últimos incluyen a los pacientes con IM sin elevación del ST (IAMSEST) y la angina inestable según aparezcan o no signos de necrosis miocárdica (fig. 54-3). Fisiopatología La aterosclerosis es la causa de más del 90% de los casos de enfermedad coronaria. A pesar de ello, en raras ocasiones origina por sí misma la muerte de los pacientes, sino a través de su manifestación clínica aguda, los SCA. Su causa es el desequilibrio agudo entre la oferta y la demanda de oxígeno al miocardio como resultado de: 1) trombosis coronaria inducida por rotura, erosión o protrusión de nódulos calcificados de la placa de ateroma; 2) aumento agudo de las demandas de oxígeno con o sin estenosis coronaria; 3) vasoespasmo coronario o disfunción microvascular, y 4) disección coronaria espontánea. La rotura o erosión de la placa expone al torrente sanguíneo el colágeno del subendotelio, el núcleo lipídico de la placa, el factor tisular expresado por los macrófagos y otras sustancias que estimulan la adhesión y activación plaquetarias, y la vía extrínseca de la coagula- ción. La consiguiente liberación de sustancias vasoactivas que, como el tromboxano, inducen vasoconstricción conduce a la formación de un trombo blanco plaquetario. Cuando el estímulo sobre la coagulación es suficientemente intenso, se induce la generación de trombina con formación final de fibrina y de un trombo rojo. Si en este momento y en este lugar el balance entre un estado protrombótico prevalece sobre el fibrinolítico, se producirá la trombosis con reducción aguda total o parcial de la luz del vaso (v. figs. 54-1 y 54-3). Factores desencadenantes de la rotura de la placa A diferencia de lo que ocurre en los pacientes con enfermedad coronaria crónica con o sin angina estable, la mitad de las estenosis coronarias que conducen a un SCA limitan en menos de un 50% la luz del vaso; ello explica por qué la mayoría de estos pacientes no tiene síntomas previos. Estas arterias con lesiones aparentemente no obstructivas suelen presentar en realidad extensas placas de ateroma que crecen hacia el interior de la pared de la arteria como resultado de un remodelado positivo que intenta preservar la luz del vaso (v. fig. 54-1). El riesgo de rotura de una placa de ateroma depende más de su composición que del grado de obstrucción al flujo que produce. Las llamadas placas vulnerables a la rotura suelen tener un gran núcleo rico en colesterol (> 40% de la placa) recubierto por una capa fibrosa delgada (< 100 µm), con signos de inflamación (macrófagos) y apop- tosis, con disminución de células musculares lisas. Además, presentan remodelado positivo, no suelen estar calcificadas, suelen presentar neovascularización a partir de los vasa vasorum y muestran signos de inflamación perivascular en la adventicia. Las causas de las roturas de las placas son en gran parte descono- cidas, aunque tanto los factores reológicos sanguíneos, como el ritmo circadiano, como la inflamación local y sistémica desempeñan un papel determinante. Otros factores físicos, psicosociales y ambientales pueden producir vasoconstricción coronaria y activación de la coagulación, y contribuir así a la rotura de la placa y la trombosis coronaria. Incluso en ausencia de trombo intracoronario, estos desencadenantes pueden disminuir el umbral para la inestabilidad eléctrica cardíaca, aumentar su activación simpática al elevar la producción de catecolaminas e inducir fibrilación ventricular y muerte súbita. Otros factores desencadenantes incluyen el tabaquismo, el consumo de cocaína y anfetaminas, la realización de esfuerzos físicos intensos en sujetos no entrenados, la actividad sexual, el estrés agudo, la agresividad, la depresión, la ansiedad, la ingesta de comidas copiosas, la ingesta aguda de alcohol, el frío, las infecciones respiratorias, la gripe y la polución atmosférica. Concepto de sangre y paciente vulnerables Menos de la cuarta parte de las placas que sufren rotura o erosión inducen un SCA. Además, la mayoría de los pacientes con un SCA tienen más de una placa rota y el peligro de volver a presentarlo es alto durante los siguientes 6 meses. Todo ello se explica por el hecho de que los SCA son consecuencia de una alteración sistémica, en gran parte inflamatoria, que persiste durante meses. Además, para que se produzca trombosis coronaria se precisa la coexistencia de otros factores como el grado de trombogenicidad de la sangre, expresado por el grado de activación plaquetaria, la coagulación y la fibrinólisis local. Ello constituye la base actual de la eficacia del tratamiento preventivo con antitrombóticos. Otros factores propios del paciente determinan la gravedad clínica de los SCA como el número de lesiones coronarias, la existencia de circulación colateral o de IM previos, el grado de disfunción ventricular, la insuficiencia cardíaca y la propensión a presentar arritmias ven- triculares. Ello determina que, ante una misma causa (rotura de una placa) y un mismo grado de isquemia, el paciente pueda no presentar un SCA o incluso ningún síntoma, o bien un IM extenso o muerte súbita. Epidemiología Las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de muerte en los países desarrollados y los SCA son su factor causal más importante. La incidencia de los SCA, igual que la enfermedad corona- ria, varía según los países, con mayores tasas en EE. UU. y el centro y el norte de Europa y menores en toda el área mediterránea. En relación con los tipos de SCA, es de destacar que en los últimos 20 años la incidencia de SCACEST ha disminuido notablemente, mientras que la de SCASEST se ha duplicado. Lo primero se debe a una mayor eficacia en la prevención de la enfermedad, mientras que lo segundo es imputable a la mejoría de su tratamiento, con una notable disminución de la mortalidad y un alargamiento de la esperanza de vida, y al uso de nuevos marcadores de necrosis como las troponinas cardíacas (cTn), mucho más sensibles para la detección de pequeños infartos. Por tanto, aunque la incidencia de SCA ha disminuido en los países desarrollados, su prevalencia ha aumentado debido al progresivo envejecimiento de la población, especialmente la de los SCASEST. Actualmente, el 30% de los SCA son IMCEST; el 60%, IMSEST, y el 10%, anginas inestables. Cuadro clínico y diagnóstico El dolor torácico prolongado es uno de los motivos de consulta más frecuente en los servicios de urgencias de los hospitales y su evaluación S E C C IÓ N I II Clasificación, causa y manifestaciones ECG de los SCA. La rotura o erosión de una placa aterosclerótica desencadena la agregación plaquetaria y la cascada de la coagulación para formar un trombo intracoronario. El SCA con elevación del ST ocurre como consecuencia de la obstrucción completa de la luz del vaso por un trombo rojo rico en fibrina,mientras que la obstrucción incompleta o transitoria da lugar al SCA sin elevación del ST, que puede manifes- tarse en el ECG por descenso del ST, ondas T negativas (T neg.) o un ECG normal. https://booksmedicos.org 482 SECCIÓN II I Cardiología diagnóstica no es fácil. Así, de los pacientes que acuden a urgencias por dolor torácico, sólo el 15% presentan un infarto; el 5%, angina inestable, y el 5%, otra cardiopatía, mientras que en el 75% restante el dolor no es de origen cardíaco. Además de la dificultad diagnóstica inherente a un síndrome esencialmente clínico, resulta crucial orientar el diagnóstico rápidamente en menos de 20 min ayudados únicamente por la clínica y el ECG. El dolor torácico de los SCA puede ser: a) inicial o de comienzo reciente y grave (duración de los síntomas inferior a 1 mes con angina al menos de grado III); b) angina progresiva, una angina crónica de esfuerzo que se ha hecho más frecuente, intensa (grado III), aparece ante esfuerzos menores o tarda más en desaparecer, y c) angina de reposo prolongada, generalmente de duración superior a los 20 min. También se considera dolor de SCA el que aparece pocos días después de un IM y la angina de Prinzmetal, caracterizada por la aparición de angina de reposo con elevación transitoria del segmento ST. Si estos pacientes presentan elevación de los marcadores de necrosis miocárdica (cTn I o T), el diagnóstico será de IM. La forma de presentación más habitual es en forma de dolor torá- cico prolongado en reposo, más intenso que el de la angina estable, y es también la de más difícil diagnóstico. Ante un mismo dolor, varios factores aumentan la probabilidad de que se trate de un dolor coronario como la edad, el sexo masculino, la DM, la existencia de IRC y la evidencia previa de aterosclerosis (coronaria, carotídea o vascular periférica). Cuando la isquemia es intensa, puede acompañarse de otros síntomas como sudoración, náuseas, disnea, debilidad o síncope, o ser los únicos síntomas (equivalente anginoso); ello es más frecuente en mujeres, pacientes de edad avanzada o DM. En la exploración física no existe ningún signo específico de SCA. Algunos pacientes pueden presentar signos de activación adrenérgica (palidez, sudoración), hipotensión o HTA, pulso irregular, taquicardia o bradicardia, signos de insuficiencia cardíaca (tercer ruido, crepitantes) y soplos de insuficiencia mitral por disfunción isquémica de los mús- culos papilares del ventrículo izquierdo. Una parte importante del examen debe incluir la detección de signos de otras enfermedades que pueden cursar con dolor torácico. Exploraciones complementarias La práctica de un ECG es la exploración más importante que ha de realizarse en un paciente con sospecha de SCA, tanto por su valor diagnóstico como por su valor pronóstico; ello debe realizarse tanto en el ingreso del paciente como en cada episodio de dolor (fig. 54-4). La presencia de elevación transitoria del ST, especialmente cuando cede con rapidez con la administración de nitroglicerina, orientará el cuadro hacia la angina vasoespástica o de Prinzmetal, mientras que, si la elevación del ST y el dolor son persistentes, se tratará de un SCA- CEST tributario de recibir rápidamente tratamiento de reperfusión. La presencia de descenso transitorio del segmento ST durante el dolor permite diagnosticar el SCASEST y categorizar su riesgo, mientras que la aparición de ondas T negativas, especialmente cuando son profundas (> 0,3 mV) y aparecen en precordiales, tiene también importantes implicaciones clínicas. A pesar de la importancia de la observación de estos cambios isquémicos en el ECG, es importante recalcar que la presencia de un ECG normal no excluye la existencia de un SCA. Diagnóstico diferencial El diagnóstico diferencial del dolor coronario prolongado se plan- tea habitualmente con otros procesos que cursan con dolor torácico intenso, en particular la disección aórtica, la embolia pulmonar y la pericarditis aguda; con otros procesos como el reflujo gastroesofágico, el neumotórax, el enfisema mediastínico y otras causas muy diversas. En general, el interrogatorio cuidadoso del tipo de dolor, el examen físico, el ECG y las determinaciones seriadas de los marcadores de necrosis miocárdica permiten realizar el diagnóstico en la mayoría de los pacientes. El dolor de la disección aórtica suele ser agudo, con intensidad máxima desde el inicio y suele irradiarse hacia la espalda y el abdomen a medida que avanza la disección; el antecedente de HTA grave o de enfermedad de Marfan, la asimetría en los pulsos arteriales y la auscultación de una insuficiencia aórtica son datos en favor de este diagnóstico. La embolia pulmonar, que a veces cursa con dolor torácico, suele producirse en pacientes en reposo prolongado, con traumatismos y operaciones abdominales recientes; puede acompañarse de taquipnea, cianosis, hipoxemia y signos electrocardiográficos de sobrecarga del ventrículo derecho. En la pericarditis aguda el dolor varía con la res- piración y los movimientos posturales, puede existir fiebre y auscultarse un frote pericárdico, y en el ECG se observa un descenso del PR con elevación difusa del ST de tipo convexo. La colecistitis, la pancreatitis aguda o la perforación de una úlcera gastroduodenal pueden plantear dificultades diagnósticas que, en general, se resuelven con la realización de un ECG, análisis de sangre y estudios radiológicos de abdomen. Marcadores bioquímicos de necrosis miocárdica Las cTn T e I cardíacas son proteínas reguladoras del complejo actina- tropomiosina responsables de la contracción de las fibras miocárdicas, por lo que su liberación en plasma indica la existencia de lesión mio- cárdica con alta sensibilidad y especificidad (> 90%); por ello, son los marcadores de elección. La CK y su isoforma MB son marcadores menos sensibles y específicos. En pacientes con IM, las cTn empiezan a detectarse en plasma a las 3 h (incluso antes cuando se determinas las cTn de alta sensibilidad) y suelen alcanzar un pico máximo a las 24 h, excepto en los IM pequeños cuyo pico máximo puede ocurrir a las 6 h; por ello, su análisis debe realizarse siempre en el ingreso y repetirse a las 3-6 h; si se confirma el diagnóstico de IM, deben repetirse cada 12-24 h hasta su normaliza- ción para poder estimar el tamaño de la necrosis; también se repetirá su análisis cada vez que aparezca un nuevo episodio de dolor torácico. El tamaño de la necrosis determina el tiempo de normalización de sus valores en plasma, desde 12 h en las necrosis pequeñas hasta 5-7 días en los infartos extensos. Definición y tipos de IM Es importante recalcar que la liberación en sangre circulante de las cTn permite realizar el diagnóstico de lesión miocárdica, pero no de su etio- logía. Así, cualquier proceso que aumente el estrés miocárdico como la HTA aguda, la insuficiencia cardíaca, la miocarditis, la pericarditis, las taquiarritmias cardíacas, etc., y muchas enfermedades no cardíacas como la IRC, la amiloidosis, el AVC, la sepsis, la quimioterapia, etc., pueden cursar con elevación de las cTn en ausencia de un IM ECG realizados en un paciente que consultó en urgen- cias por dolor torácico. Mientras que en el primero, realizado en el momento del ingreso y ya sin dolor, no se aprecian alteraciones, en el realizado posteriormente durante un nuevo episodio anginoso se observa un marcado descenso del ST. La objetivación de isquemia en el ECG tiene importantes repercusiones diagnósticas, pronósticas y terapéuticas. https://booksmedicos.org 483 CAPÍTULO 54 Cardiopatía isquémica (cuadro 54-1). En muchos de estos casos se observa una curva plana de cTn indicadora de lesión no aguda. Por ello, para diagnosticar IM se precisa que exista una liberación aguda de cTn (elevación o descenso de su concentración en sangre) junto con signos o síntomas de isquemia. Así, el IM se define por una elevación (por encima del percentil 99) y descenso de las cTnjunto con evidencia de isquemia miocárdica mediante uno de los siguientes criterios: síntomas de isquemia, cambios ECG indicativos de isquemia (alteraciones del ST, onda T o nuevo bloqueo de rama izquierda), aparición de nuevas ondas Q en el ECG, evidencia mediante técnicas de imagen de aparición de pérdida de viabilidad o de discinesia de un segmento miocárdico. Se distinguen cinco tipos de IM: erosión de la placa de ateroma. Constituye el 90% de los SCACEST y la mayoría de los SCASEST. - da de oxígeno por el miocardio. Incluye los casos con placas obs- tructivas, pero sin rotura ni trombosis, el espasmo coronario o disfunción microvascular, las disecciones coronarias espontáneas y casos con coronarias normales, pero con desequilibrio importante entre la oferta y la demanda de oxígeno. La mayoría son SCASEST. isquemia, cambios isquémicos en el ECG o fibrilación ventricular, que fallecen antes de que se les puedan medir las cTn en sangre, o los que presentan signos de IM en una autopsia. - zación coronaria. Orientación diagnóstica y evaluación inicial del dolor torácico agudo Tras la evaluación clínica inicial que incluye la anamnesis y el ECG, se debe clasificar a los pacientes en tres grandes grupos: 1) los que presentan un SCA (con o sin elevación del segmento ST); 2) aquellos cuyo dolor torácico tiene una causa claramente no cardíaca (neumo- tórax, enfermedad tromboembólica, patología digestiva, ansiedad, etc.), y 3) los que sufren dolor torácico de etiología incierta. En el primer caso, debe aplicarse el tratamiento específico según la etiología del proceso, mientras que los pacientes con dolor no coronario (en punta de costado, que se localiza con un dedo, de breve duración [segundos] o constante [> 24 h], que varía con la respiración o los movimientos posturales, etc.) deben ser dados de alta después de descartar afecciones graves como disección aórtica, tromboembolia pulmonar y taponamiento cardíaco. Los pacientes con dolor torácico de etiología incierta deben quedar en observación. El ECG debe repetirse a los 20 min del ingreso y, de nuevo, junto con las cTn, trans- curridas 1-3 h. Si en el ECG aparecen cambios isquémicos, las cTn se elevan o reaparece el dolor, estos pacientes deben ser hospitalizados (fig. 54-5). Cuando se usan cTn de alta sensibilidad, se puede utilizar un protocolo de 3 h, o incluso de sólo 1 h, para descartar y diagnos- ticar IM y angina inestable. Un tercio de los pacientes que acuden a urgencias por dolor torácico de posible origen coronario tienen un ECG normal o no diagnóstico y marcadores de necrosis repetidamente negativos. En este grupo, los pacientes con dolor progresivo de esfuerzo, dos o más episodios de dolor coronario en 24 h, o alta probabilidad de tener enfermedad coronaria (IRC, vasculopatía periférica, antecedentes de infarto o enfermedad coronaria conocida) tienen alta probabilidad de tener un SCA y deben quedar ingresados. En el resto de los pacientes se aconseja practicar un test de isquemia o TC coronario con el fin de descartar una posible angina inestable. S E C C IÓ N I II • CUADRO 54-1 Cardíacas Insuficiencia cardíaca Infección o inflamación Pericarditis Miocarditis Miocardiopatías Síndrome de takotsubo Intervenciones cardíacas Cirugía valvular Ablación de arritmias Cardioversión eléctrica Biopsia cardíaca Contusión cardíaca Sistémicas Sepsis, shock IRC AVC Hipo- e hipertiroidismo Tromboembolia pulmonar Hipertensión pulmonar Enfermedades infiltrativas cardíacas Amiloidosis Hemocromatosis Cáncer Tóxicos Quimioterapia Venenos Enfermos críticos Traumatismos Traumatismo torácico Shock eléctrico Quemaduras Ejercicio extenuante Resumen de la evaluación diagnóstica y terapéutica desde el momento del ingreso de los pacientes con dolor torácico. El tipo de dolor permite realizar un diagnóstico de trabajo de posible SCA. El ECG, que debe realizarse en menos de 10 min desde el ingreso, permitirá realizar el diagnóstico inicial de SCA con o sin elevación del ST en la mitad de los pacientes. El 90% de los pacientes con SCA y elevación del ST tienen un IM con obstrucción completa de la luz del vaso y se les debe administrar tratamiento de reperfusión urgente. En los pacientes sin elevación del ST, la determinación de los marcadores de necrosis en el momento del ingreso y a las 3 h permitirá realizar el diagnóstico final de IAMSEST o angina inestable; la evaluación del riesgo de complicaciones isquémicas guiará el tratamiento ulterior. A los pacientes con ECG normal y cTn negativas se les realizará un TC coronario o un test de isquemia para descartar SCA. IAMCEST: infarto de miocardio con elevación del ST; IAMSEST: infarto de miocardio sin elevación del ST; TCC: TC coronario. https://booksmedicos.org 484 SECCIÓN II I Cardiología SÍNDROMES CORONARIOS AGUDOS SIN ELEVACIÓN DEL SEGMENTO ST: ANGINA INESTABLE E INFARTO DE MIOCARDIO SIN ELEVACIÓN DEL ST Concepto Debido a que tanto la angina inestable como el infarto sin elevación del ST (IMSEST) comparten una misma fisiopatología, cuadro clínico y tratamiento, se considera que constituyen partes de una misma entidad y se agrupan bajo el nombre de SCASEST. Su fisiopatología, cuadro clínico y diagnóstico se ha descrito previamente. Cabe destacar que, a diferencia del IMCEST, el trombo no obstruye totalmente la luz del vaso (v. fig. 54-3) y se produce una embolización distal de material trombótico que induce obstrucción arteriolar y micronecrosis (fig. 54-6). La activación plaquetaria y la disfunción endotelial que acompañan a estos fenómenos provocan vasoconstricción y contribu- yen a la fisiopatología de este síndrome. Por último, en los SCASEST puede producirse un IM tipo II, sin rotura de la placa ni trombosis, por desequilibrio entre la oferta y la demanda de oxígeno, vasoespasmo o disección coronaria. Exploraciones complementarias La radiografía de tórax suele ser normal en ausencia de otras enferme- dades previas. La presencia de signos de congestión pulmonar o edema de pulmón puede ser debida a disfunción ventricular previa, isquemia grave y extensa, o a isquemia de un músculo papilar que ocasione insuficiencia mitral aguda. Los análisis hematológicos y bioquímicos suelen ser normales. Sin embargo, debe realizarse siempre un análisis global con el fin de diagnosticar FRC, descartar causas de angina secundaria (anemia, hipertiroidismo, etc.) y trastornos de la coagulación, y diagnosticar posibles comorbilidades con importante valor pronóstico, como DM e IRC. El ecocardiograma realizado fuera de los episodios de dolor suele ser normal en ausencia de patología previa. Durante el dolor puede mostrar signos de disfunción ventricular y la existencia de insuficiencia mitral. La evaluación de la FE y las zonas de hipocinesia tiene un gran valor pronóstico, por lo que el estudio ecocardiográfico debe realizarse en todos los pacientes. En la coronariografía, el 15% de los pacientes no tienen lesiones coronarias significativas. Esto puede deberse a error en el diagnóstico clínico inicial o por presentar un IM tipo II secundario a vasoespasmo coronario, disección coronaria, enfermedad microvascular o desequi- librio entre la oferta y la demanda de oxígeno. Entre los pacientes que presentan estenosis significativas, el número de vasos afectos y la gravedad de la estenosis son similares a los pacientes con angina estable crónica. Sin embargo, las características de las lesiones difieren y suelen ser, con mayor frecuencia, excéntricas, ulceradas y de bordes irregulares, signos indirectos de rotura de la placa con presencia de un trombo adyacente (fig. 54-7). Pronóstico y estratificación del riesgo El pronóstico de los pacientes con SCASEST es muy variable. Aproxi- madamente el 2%-5% de los pacientes fallecen durante el primer mes, y el 5%-15% padece otro IM. Durante el primer año la mortalidad puede alcanzar el 6%-15%. En comparación con los pacientes con SCACEST, los pacientes sin elevación delST suelen ser de más edad, más a menudo mujeres, con superior prevalencia de DM y HTA y de otras comorbilidades. Además, con mayor frecuencia tienen antece- dentes de infarto previo y de revascularización coronaria. Aunque el tamaño del infarto y la mortalidad a los 30 días es inferior a la de los pacientes con SCACEST, la incidencia de reinfarto es mayor, por lo que, en conjunto, la incidencia de mortalidad o infarto al año es similar. La evaluación del riesgo debe realizarse de forma continua, desde su ingreso en urgencias, con el fin de orientar el tratamiento. Se consideran pacientes con riesgo elevado los que tienen angina prolongada (más de 20 min), dolor en reposo acompañado de descenso igual o mayor de 0,5 mm del segmento ST en el ECG o en los que la crisis anginosa cursa con signos de insuficiencia cardíaca o hipotensión. La edad superior a 75 años, la DM, la IRC, la disfunción ventricular previa, la recurrencia de las crisis a pesar del tratamiento adecuado y la elevación de la concen- tración plasmática de cTn son también factores de mal pronóstico (cuadro 54-2). Existen diferentes índices de riesgo de probada utilidad para estratificar el pronóstico de los pacientes, siendo el GRACE el más validado (www.mdcalc.com/grace-acs-risk-mortality-calculator). Una vez transcurridas las primeras 24 h, pueden aparecer otros factores indicativos de mal pronóstico como la recurrencia de los síntomas, la insuficiencia cardíaca o arritmias ventriculares. Tratamiento Debido a la elevada incidencia de IM y muerte súbita, los pacientes con SCA deben ingresar en el hospital con la máxima prioridad. El reposo absoluto, la administración de ansiolíticos y el tratamiento de los factores desencadenantes o agravantes, si los hubiere, constituyen medidas fundamentales. Fisiopatología de los SCASEST. La rotura de la placa induce la generación de trombo plaquetario, que puede dar lugar a isquemia miocárdica por obstrucción transitoria de la luz del vaso epicárdico, y embolización distal de material trombótico. Estos meca- nismos o el desequilibrio entre la oferta y la demanda de O2 ocasionan microinfartos que pueden detectarse mediante la determinación de cTn en sangre. Angiografía de la arteria coronaria izquierda en un paciente con un SCASEST. Puede observarse la existencia de una estenosis que obstruye en un 80% la luz de la arteria descendente anterior (flecha discontinua) y un trombo distal (flecha continua). https://booksmedicos.org 485 CAPÍTULO 54 Cardiopatía isquémica Tratamiento farmacológico Se basa en el tratamiento antiagregante y anticoagulante en los casos de IM tipo I para prevenir la obstrucción trombótica completa de la luz del vaso y las microembolias distales, y en el tratamiento antiisquémico. Antiagregantes plaquetarios El AAS inhibe la activación plaquetaria a través de un bloqueo irreversi- ble de la ciclooxigenasa (COX) 1, lo que a su vez impide la producción de tromboxano A2. Su administración en dosis bajas (75-100 mg/día) reduce en un 20% la incidencia de muerte o infarto, por lo que se debe prescribir de forma crónica. En pacientes alérgicos al fármaco puede administrarse clopidogrel (75 mg/día), un inhibidor de los receptores plaquetarios P2Y12 del ADP. Como el AAS inhibe sólo una de las múlti- ples vías por las que puede promoverse la activación de las plaquetas, estas continúan activándose en respuesta a estímulos como el ADP, la trombina, las catecolaminas o la fuerza de cizallamiento que se genera en las estenosis arteriales; esto es particularmente importante durante la fase más vulnerable de los pacientes, el primer año después de un SCA o de la colocación de un stent coronario. En este período, el tratamiento antiagregante doble con AAS y clopidogrel (75 mg/día) reduce en un 20% la incidencia de muerte o infarto en relación con el AAS solo, mientras que la asociación con otro inhibidor P2Y12 más potente, el ticagrelor (90 mg/12 h), reduce en un 19% la incidencia de complicaciones isquémicas en relación con la asociación de AAS y clopidogrel. Cuando se implanta un stent coronario, el tratamiento antiagregante doble se puede también realizar con AAS y prasugrel (10 mg/día), otro inhibidor P2Y12. No obstante, el tratamiento doble con AAS y ticagrelor o prasugrel aumenta el riesgo de hemorragia, por lo que se aconseja sólo en los pacientes de riesgo intermedio-alto de complicaciones isquémicas y sin riesgo elevado de hemorragias (edad mayor de 75 años, AVC previo o tratamiento anticoagulante). Por último, los antagonistas de los receptores GPIIb-IIIa, que constituyen la vía común para la agregación plaque- taria a través de su unión al fibrinógeno circulante, como abciximab, tirofibán o eptifibatida, de administración intravenosa, son eficaces para reducir las complicaciones del ICP en pacientes de alto riesgo. Anticoagulantes Además de los antiagregantes, los anticoagulantes de administración i.v. como la heparina sódica y los de administración subcutánea como las heparinas de bajo peso molecular (heparinas fraccionadas), especial- mente la enoxaparina (1 mg/kg de peso cada 12 h), y los inhibidores del factor Xa como el fondaparinux (2,5 mg/día) poseen un efecto igual- mente beneficioso sobre la evolución hospitalaria de estos pacientes. De ellos, el fondaparinux es el que tiene un mejor perfil beneficio/riesgo hemorrágico y constituye el tratamiento de elección. Por el contrario, el tratamiento trombolítico no es eficaz sobre los trombos no oclusivos de las SCASEST y puede incluso empeorar el cuadro clínico al estimular la agregación plaquetaria y, potencialmente, producir hemorragias en el interior de la placa rota. Por ello, la pauta antitrombótica recomen- dada en la actualidad incluye la administración de un anticoagulante (preferentemente, fondaparinux) junto con la combinación de AAS y clopidogrel en pacientes de riesgo intermedio, y AAS y ticagrelor (o prasugrel) para los de alto riesgo o con implante de stent coronario; los antagonistas GPIIb-IIIa se reservan para los pacientes de alto riesgo a quienes se practica intervencionismo percutáneo precoz o con com- plicaciones trombóticas durante la intervención. Fármacos antianginosos Los fármacos antianginosos de elección (tratamiento antiisquémico) son los β-bloqueantes en combinación con los nitratos. La nitroglicerina administrada en perfusión continua intravenosa está especialmente indicada en los casos de dolor prolongado, recurrente o complicado por insuficiencia cardíaca. Cuando existen contraindicaciones absolutas a la administración de β-bloqueantes (asma bronquial, bloqueo AV), pueden administrarse antagonistas del calcio con efecto bradicardizante (diltiazem o verapamilo), aunque no se ha demostrado que mejoren el pronóstico, excepto en los IM producidos por espasmo coronario. Las dosis deben aumentarse de modo progresivo y el tratamiento se ajustará según la respuesta con el objetivo de conseguir una presión sistólica igual o inferior a 130 mm Hg y una FC inferior a 60 latidos/min. Se pueden combinar antagonistas del calcio (en particular, amlodipino) y β-bloqueantes con o sin nitratos. Otros fármacos Todos los pacientes con enfermedad coronaria aterosclerosa deben seguir una pauta de prevención secundaria farmacológica y no farma- cológica estricta. Las estatinas potentes en dosis altas (40-80 mg/día de atorvastatina) administradas con el fin de reducir a la mitad el colesterol LDL basal o por debajo de los 70 mg/dL previenen eficazmente la progresión de la aterosclerosis y disminuyen la incidencia de SCA, por lo que su administración debe iniciarse desde el ingreso. Los IECA y los ARA-II previenen el remodelado ventricular, la hipertrofia ventricular en los hipertensos y el daño renal en los diabéticos. Por ello, están indicados como tratamiento a largo plazo en los pacientes con IM. Finalmente, los bloqueadores β están indicados en pacientes sin una revascularización completa y en aquellos con disfunciónventricular. Tratamiento invasivo o intervencionista En todos los pacientes se debe categorizar su riesgo de mortalidad en el momento del ingreso utilizando el índice GRACE o tablas de riesgo (v. cuadro 54-2). La revascularización coronaria reduce el riesgo de complicaciones isquémicas en los SCASEST con lesiones obstructivas y riesgo intermedio-alto. Por ello, se debe realizar una coronariografía dentro de las primeras 24 h en los casos de riesgo muy alto y dentro de las primeras 48-72 h en los de riesgo intermedio-alto seguida de una revascularización coronaria percutánea o quirúrgica según sea la anatomía coronaria, el grado de disfunción ventricular y la presencia de comorbilidades, especialmente DM, vasculopatía periférica e IRC. Los pacientes de bajo riesgo pueden no tener en realidad un SCA, por lo que en todos los casos es preciso realizar un test de provocación de isquemia antes del alta para realizar el diagnóstico correcto. En estos casos, el tratamiento invasivo no es superior al tratamiento conservador. INFARTO DE MIOCARDIO SIN LESIONES CORONARIAS OBSTRUCTIVAS Un 5%-10% de los pacientes con IM no presentan lesiones obstructivas en la coronariografía, y esta proporción aumenta cuando se utilizan cTn de alta sensibilidad. Estos pacientes son más jóvenes, con mayor proporción de mujeres y con menos FRC; suelen tener con menor S E C C IÓ N I II • CUADRO 54-2 Riesgo muy alto Angina recurrente con cambios ST-T o IM en evolución Insuficiencia cardíaca aguda o inestabilidad hemodinámica TV o FV Riesgo alto Cambios dinámicos ST o de la onda T Troponinas positivas Índice de riesgo GRACE ≥ 140 Riesgo intermedio DM IRC (FG < 60) FE < 40% Angina postinfarto Antecedente de revascularización percutánea o quirúrgica GRACE = 110-140 Riesgo bajo ECG normal y troponinas negativas por dos veces, sin angina recurrente ni insuficiencia cardíaca FV: fibrilación ventricular; GRACE: Global Registry of Acute Coronary Events; IM: infarto de miocardio; SCASEST: síndrome coronario agudo sin elevación del segmento ST. https://booksmedicos.org 486 SECCIÓN II I Cardiología frecuencia descenso del segmento ST en el ECG y menor grado de elevación de cTn. La fisiopatología del IM es diferente, con mayor incidencia de IM tipo 2, y su pronóstico, mejor. En estos casos se debe asegurar que los pacientes cumplen los criterios de IM y des- cartar causas de lesión miocárdica no isquémica (v. cuadro 54-1). La RM es el test de elección para confirmar la necrosis miocárdica y diagnosticar otras causas como la miocarditis, las miocardiopatías y el síndrome de takotsubo. El tratamiento a seguir estará condicionado a la etiología del IM. ANGINA VARIANTE La angina variante o de Prinzmetal es un tipo infrecuente de angina caracterizada por crisis dolorosas en reposo y elevación transitoria del segmento ST, secundarias a obstrucción completa de una arteria coro- naria como consecuencia de un espasmo localizado. Los episodios de isquemia transmural pueden producir un IM, arritmias ventriculares, bloqueo AV o muerte súbita. Representa menos del 5% de los ingresos por SCA y el cuadro clínico puede presentarse tanto en pacientes con o sin estenosis coronarias; en alrededor del 25% de los casos existe antecedente de migrañas o enfermedad de Raynaud. El dolor tiende a presentarse durante el reposo nocturno. No obstante, cuando el paciente tiene lesiones obstructivas, puede tener angina tanto en reposo como con el esfuerzo. Es característica la gran variabilidad en la frecuencia y la intensidad de las crisis, que pueden alternar con largos períodos asintomáticos. El ECG suele ser normal; durante las crisis aparece elevación tran- sitoria del segmento ST. La monitorización continua del ECG suele mostrar episodios de elevación o descenso del segmento ST sin dolor (isquemia silente). La prueba de esfuerzo suele ser negativa cuando no existen lesiones obstructivas, aunque se ha comprobado la provocación del espasmo por el ejercicio. La coronariografía está indicada en todos los pacientes con el objeto de descartar o confirmar la presencia de lesiones aterosclerosas y el espasmo coronario, que puede ser inducido con la administración de acetilcolina intracoronaria o ergonovina. El pronóstico de estos pacientes depende de la gravedad de los episodios isquémicos y del estado del árbol coronario. Los enfermos con lesiones obstructivas graves constituyen un grupo de alto riesgo. En los restantes casos el pronóstico es mejor, con largos períodos de remisión. Las crisis anginosas responden rápidamente a la nitroglicerina sublingual. Los antagonistas del calcio son los fármacos de elección para la prevención de las crisis junto con los nitratos orales o percutáneos; el AAS y los bloqueadores β-adrenérgicos no están indicados a menos que existan lesiones obstructivas fijas. INFARTO DE MIOCARDIO CON ELEVACIÓN DEL SEGMENTO ST Concepto Los pacientes con un SCACEST y elevación o descenso agudo de las cTn cumplen los criterios diagnósticos de IAMCEST (v. fig. 54-3). La mayor incidencia ocurre a primeras horas de la mañana según el ritmo circadiano y coincide con los cambios en la agregabilidad plaquetaria y en los valores de cortisol que ocurren a estas horas. Su mortalidad durante la fase aguda es del 40%; de este porcentaje, las dos terceras partes ocurren durante la primera hora de aparición de los síntomas, habitualmente por fibrilación ventricular. Por ello, constituye una de las primeras causas de muerte en la mayoría de los países desarrollados. Etiopatogenia A diferencia del IAMSEST, el IAMCEST se produce en un 90% de los casos por la formación de un trombo que obstruye por completo una arteria coronaria como consecuencia de la rotura o erosión de una placa de ateroma (infarto tipo II) (v. fig. 54-3). Otras causas poco frecuentes son el espasmo coronario, la embolia, la disección aórtica o coronaria y la arteritis. El consumo de cocaína puede inducir espasmo y trombosis coronaria y provocar un IAMCEST. Una vez producida la obstrucción coronaria, se produce la isquemia inmediata y transmural de la zona de miocardio irrigada por la arteria afectada. La necrosis aparece posteriormente de forma progresiva, dirigiéndose como un frente de onda desde el subendocardio hacia el epicardio. La progresión de esta ola de necrosis es exponencial; experi- mentalmente, tras una oclusión coronaria, la necrosis alcanza el 35% del miocardio isquémico a los 45 min, el 65% a las 3 h y el 75% a las 6 h (fig. 54-8). La necrosis es, pues, un fenómeno dinámico y su extensión definitiva dependerá fundamentalmente de la masa ven- tricular irrigada por la arteria ocluida, la existencia de colaterales, la presencia de lesiones obstructivas en otros vasos, la posibilidad de una reperfusión miocárdica precoz por lisis espontánea o terapéutica del trombo y, en mucho menor grado, de las demandas de oxígeno del miocardio isquémico. Anatomía patológica: remodelado ventricular La necrosis afecta, prácticamente en todos los casos, el ventrículo izquierdo, aunque puede extenderse al ventrículo derecho o a las aurículas, y puede abarcar todo el espesor de la pared, caso en que se denomina transmural, o bien limitarse al tercio o a la mitad interna de ella, lo que se conoce como infarto subendocárdico o no transmural; esta terminología anatómica no se correlaciona bien con los hallazgos del ECG (ondas Q), por lo que su uso en clínica se ha abandonado. El infarto provoca cambios no sólo en la zona del IM, sino también en la morfología, el tamaño y la función del resto del ventrículo. Estos cambios se denominan remodelado ventricular e incluyen la expansión de la zona necrótica, la hipertrofia y dilatación de la zona normal, y el aumento del espacio intersticial con infiltración de fibroblastos; todo ello conduce a la pérdida progresiva de la morfología troncocónica del ventrículo y adquisición de una forma esferoidal (fig. 54-9). El adelgazamiento del área necrótica
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