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1491 CAPÍTULO 188 Enfermedades musculares © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II MIOPATÍAS INFLAMATORIAS IDIOPÁTICAS: DERMATOMIOSITIS, POLIMIOSITIS, MIOSITIS CON CUERPOS DE INCLUSIÓN Y MIOPATÍA NECROSANTE INMUNOMEDIADA Concepto y clasificación Constituyen el grupo más frecuente de miopatías adquiridas. Se definen por criterios clínicos y por el hallazgo simultáneo en el estudio de la biopsia muscular de necrosis y fenómenos inflamatorios. Por oposición a las miositis de causa conocida existen otras mucho más frecuentes de las que sólo se conocen algunos aspectos patogénicos: son las miopatías inflamatorias de causa desconocida o idiopáticas. Las miopatías inflamatorias de causa desconocida o idiopáticas (MII) se clasificaron clínicamente en 1975 en cinco grupos: grupo I o polimiositis (PM) idiopática; grupo II o dermatomiositis (DM) idiopática; grupo III o DM (o polimiositis) asociada a neoplasia; grupo IV o DM (o polimiositis) de la infancia asociada a vasculitis, y grupo V o DM (o polimiositis) asociada a enfermedades autoinmunes como esclerosis sistémica progresiva (ESP), lupus eritematoso sistémico (LES), artritis reumatoide (AR), enfermedad mixta del tejido conectivo (EMTC), síndrome de Sjögren y poliarteritis nudosa (PAN). Si bien esta clasificación aún se aplica, se tiende a considerar cuatro grandes grupos: DM (juvenil o del adulto e incluso las formas amio- páticas y adermatopáticas), polimiositis (PM), miositis con cuerpos de inclusión (MCI), y la miopatía necrosante inmunomediada (MNI) asociada al empleo de estatinas, a cáncer o a otras enfermedades autoin- munes. Existirían, además, las ya comentadas, miositis asociadas a otras enfermedades autoinmunes y otras formas, ya sean focales (miositis orbitaria, miositis localizada, miositis granulomatosa) o generalizadas (polimiositis eosinófila, miofascitis macrofágica). Epidemiología La incidencia es de cinco casos por millón de habitantes, y su pre- valencia, de 60 casos por millón. Dada la identificación de formas muy crónicas, es posible que estas cifras de incidencia y prevalencia aumenten en los próximos años. La edad de aparición presenta una distribución bimodal, con un pico entre los 10 y los 14 años y otro entre los 45 y los 65 años. Las DM idiopáticas y las PM son más frecuentes en las mujeres, mientras que las DM paraneoplásicas y las MCI son más comunes en los varones, y estas últimas en sujetos de más de 50 años. Etiopatogenia La etiología es desconocida. Parece indiscutible que su patogenia es inmu- nológica por varias razones: existen fenómenos de inmunidad celular y humoral, se han encontrado niveles elevados de citocinas como TNF-α, en dos terceras partes de los casos se detecta algún autoanticuerpo circulante, algunos casos se asocian a enfermedades autoinmunes bien conocidas y, además, la mayoría de los pacientes responden, de forma transitoria o definitiva y en mayor o menor grado, a los tratamientos inmunodepresores. En las PM se ha demostrado la existencia de fenómenos de citotoxicidad directa, pero restringida a la expresión por parte del sarcolema de las células musculares de antígenos de clase I del complejo mayor de histocompati- bilidad (CMH). En las DM, por el contrario, existe una disminución del número y la densidad de capilares, y se ha demostrado lesión endotelial con depósito de C5b9 (complejo de ataque de membrana). Esta lesión se detecta precozmente incluso en las formas amiopáticas. Anatomía patológica Aunque en toda miositis existe necrosis e inflamación, las diferencias histológicas entre PM, DM, MCI y MNI permiten distinguirlas histoló- gicamente. En la DM es clásico hallar atrofia perifascicular (fig. 188-1) y, en ocasiones, lesiones que sugieren microinfartos musculares. Casi siempre se detectan cambios microvasculares con disminución del número de capilares por superficie de fibra muscular y necrosis de capilares, sobre todo en la periferia de los fascículos. Además, en la DM se ha encontrado sobreexpresión endotelial de ICAM-1 (intercelular adhesion molecule) y expresión anómala de VCAM (vascular cell adhesion molecule). Por inmunohistoquímica en la DM existe predominio de linfocitos B, que es de linfocitos T CD8 en los pacientes con PM. Las lesiones de las fibras musculares son distintas en las diferentes formas de miopatía inflamatoria, ya que en la DM la necrosis es focal (pérdida de miofilamentos) y afecta a pequeñas áreas (microinfartos), mientras que en la PM la necrosis muscular es parcheada. En ambas entidades se suelen detectar células musculares en regeneración. El estudio histológico de las lesiones cutáneas se ha considerado durante muchos años como inespecífico y muy similar al patrón observado en el LES. En algunos estudios se ha demostrado que las características histológicas distintivas entre DM y LES son la menor intensidad de los infiltrados inflamatorios y su carácter focal perivas- cular, así como la existencia (inconstante) de depósitos de mucina, todo ello en el caso de las DM. En los casos de MCI, y junto con las lesiones típicas de miositis (necrosis e inflamación), se comprueba la existencia en las fibras musculares de vacuolas citoplasmáticas ribeteadas e inclusiones eosinófilas (fig. 188-2). Asimismo, pueden hallarse fibras rojas rasgadas (o rojo-rotas; ragged red fibers). En los estudios ultraestructurales de estas vacuolas se identifican agregados de material constituido por filamentos anómalos de 14-48 nm que corresponden a amiloide β, similar al encontrado en las placas cere- brales de la enfermedad de Alzheimer. En los casos de miositis asocia- das a otras enfermedades autoinmunes, en el examen histopatológico muscular se pueden observar cambios sugestivos de cualquiera de las cuatro formas de MII. En los casos de MNI, los fenómenos de necrosis muscular (con macrofagia y sin ella) y los de regeneración son prominentes, mientras que los cambios inflamatorios son inexis- tentes o mínimos. Enfermedades musculares Figura - Necrosis de células musculares. Infiltrado inflamatorio perivascular (asterisco) y atrofia perifascicular (flechas). Biopsia mus- cular de un caso de dermatomiositis. (Tinción con tricrómico de Gomori sobre tejido congelado, ×200.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1492 SECCIÓN XII Neurología Cuadro clínico Las manifestaciones musculares constituyen el dato clínico más impor- tante. Su aparición se inicia semanas o meses antes del diagnóstico. Aunque raras veces adoptan un curso agudo, ello se da con cierta frecuencia en la MNI. En ocasiones, estos síndromes pueden referirse a varios años atrás, como es frecuente en la MCI. El síntoma más cons- tante es la debilidad muscular más o menos generalizada y de aparición gradual y simétrica, que afecta sobre todo ambas cinturas (escapular y pélvica), el cuello y la musculatura faríngea. La musculatura respiratoria puede participar y producir insuficiencia respiratoria. En la MCI es clásica la afección distal. Junto con la debilidad muscular puede haber dolor muscular espontáneo o a la palpación (particularmente en la DM). En algunas formas crónicas de DM se aprecian retracciones que limitan la extensión de las extremidades. La atrofia muscular aparece de forma tardía. Sin embargo, en ciertas formas de MCI es muy llamativa la atrofia de cuádriceps y de flexoextensores de la mano. En las DM, y en particular en las formas juveniles, es frecuente detectar calcinosis muscular. En la MCI el curso clínico es muy crónico y sin participación cutánea. La afección de cuá- driceps y de flexores de las manos es muy típica y puede ser asimétrica. La disfagia es frecuente, aunque tardíaen el tiempo. Se han descrito formas de presentación de MCI poco habituales a modo de disfagia aislada y de debilidad selectiva de los músculos paravertebrales (bent- spine o camptocormia) o de los músculos del cuello (síndrome de la cabeza caída). A diferencia de la DM, la MCI no se asocia a neoplasia, si bien se ha descrito su asociación a síndrome de Sjögren, AR, LES, infección por el HIV y trombocitopenia autoinmune. Las lesiones cutáneas son específicas de la DM y no existen en la PM, en la MCI ni en la MNI, aunque las únicas consideradas como patognomónicas son las pápulas de Gottron y el eritema en heliotropo. Las primeras son lesiones papuloeritematosas descamativas, situadas en el dorso de las manos y en las zonas metacarpofalángicas e interfalángicas, mientras que el eritema en heliotropo es una lesión edematosa de color violáceo que se localiza en la zona periorbitaria. Otras lesiones frecuentes, aunque poco específicas, son hiperplasia cuticular, telangiectasias, eritemas crónicos fotosensibles, lesiones poiquilodérmicas, lesiones edematosas y las denominadas manos mecánicas, en las que aparecen grietas y fisuras en las palmas de las manos, a veces con pequeños microinfartos subungueales que confieren el aspecto de manos sucias. En general, las lesiones cutáneas preceden en meses o años a la debili- dad muscular. Ello ha promovido el calificativo poco adecuado de DM amiopática, pues en las muestras de tejido muscular de estos casos ya se encuentran datos de afección muscular en mayor o menor grado. De igual modo, se admiten las formas adermatopáticas, en las que el patrón histopatológico muscular típico de la DM no se acompaña de lesión cutánea alguna. En ocasiones, los pacientes presentan arritmias y bloqueos car- díacos y sólo de manera excepcional se ha comprobado miocarditis o pericarditis. En el 20% de los casos de DM existirá participación pulmonar, que puede variar desde una neumonía intersticial y fibro- sis pulmonar hasta bronquiolitis obliterante y lesión alveolar difusa. Este subgrupo que asocia miositis, artritis no erosiva, enfermedad pulmonar, fenómeno de Raynaud y manos mecánicas se conoce también con el nombre de síndrome antisintetasa, ya que en el suero de estos pacientes se detecta el anticuerpo antisintetasa, anti-Jo-1 u otros anticuerpos similares. Un problema difícil de resolver es si el paciente afectado por una miopatía inflamatoria tiene o no una neoplasia asociada. El conjunto de los pacientes con DM mayores de 50 años debe considerarse como población de mayor riesgo de neoplasia asociada. Las neoplasias más frecuentes son las de mama, ovario, útero o colon en mujeres, y pul- món, próstata o colon en varones. La relación de la miopatía inflama- toria con el tumor es incierta, pero su porcentaje de concurrencia es cinco veces mayor que en la población general. Aunque la extirpación del tumor puede mejorar la miopatía inflamatoria, no siempre sucede así. Las maniobras diagnósticas que se suponen aconsejables en esta población de «riesgo» son: anamnesis y exploración física cuidadosas, búsqueda de sangre oculta en heces, tacto prostático en varones y explo- ración ginecológica en la mujer y TC toracoabdominal. La práctica de PET-TC como prueba de imagen única ha demostrado tener la misma utilidad, aunque con un coste económico algo superior. En este mis- mo contexto, la identificación de un autoanticuerpo denominado anti-p155 o TIF-1γ es de gran ayuda, ya que su ausencia tiene un elevado valor predictivo negativo. Exploraciones complementarias Las enzimas musculares séricas se hallan casi siempre elevadas en todas las formas de MII, aunque pueden ser normales hasta en el 20% de los casos de DM y en un mayor porcentaje de casos de MCI. Las más específicas son la CK y la aldolasa, pero también lactato-deshidrogenasa e incluso las transaminasas. Por lo general, sus valores se encuentran en relación con las lesiones que presenta el paciente, por lo que están muy elevados en las DM cuando cursan con microinfartos múltiples, y cerca de la normalidad en formas localizadas y poco agresivas. En la DM clásica es frecuente hallar el anticuerpo anti-Mi-2. La PM suele cursar con valores de CK globalmente más bajos. La VSG y las α2-globulinas pueden estar algo elevadas. Se detectan anticuerpos antinucleares en alrededor del 50% de los casos, aunque en títulos bajos y sin ningún patrón específico. Los anticuerpos anti-DNA nativo son siempre negativos. Se pueden detectar otros autoanticuerpos (antisintetasas) en un porcentaje variable de miositis. En la MCI se ha descrito la presencia de un anticuerpo anti-cN1A o anti-NT5C1A, con un significado clínico incierto. En la MNI es frecuente hallar valores de CK extremadamente elevados (> 20 veces el valor normal), pudiéndose detectar asimismo algunos autoanti- cuerpos, como anti-SRP (signal recognition particles) y anti-HMGCR (3-hydroxy-3-methylglutary-coenzyme A reductase). En algunos casos de DM amiopática con lesiones cutáneas muy pro- minentes (úlceras), se puede detectar el autoanticuerpo anti-MDA-5 (melanoma differentiation-associated gen 5). Este cuadro clínico reviste una especial gravedad por la participación pulmonar y/o cardíaca. En el EMG es frecuente registrar potenciales de fibrilación y un patrón típicamente «miopático» en la mayoría de los casos. En la MCI suelen coexistir datos de miopatía y de neuropatía. El ECG suele ser normal. Los estudios de RM muscular han adquirido una gran importancia, ya sea en la identificación no sospechada de la participación de grupos musculares determinados, ya sea en la elección del músculo que se va a biopsiar. Con la RM es posible distinguir el edema muscular (actividad inflamatoria) de la atrofia (cronicidad). Diagnóstico y diagnóstico diferencial Los criterios diagnósticos de DM son básicamente clínico-morfológi- cos, si bien el perfil de anticuerpos, ya sean los asociados a miositis o Figura - Marcada variabilidad en el tamaño de las fibras mus- culares con presencia de fenómenos inflamatorios en el endomisio y aumento del tejido conectivo. Se aprecian las típicas vacuolas ribetea- das (flechas) y cambios de naturaleza mitocondrial (asterisco). Biopsia muscular en un caso de miositis con cuerpos de inclusión. (Tinción de hematoxilina-eosina sobre tejido congelado, ×560.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1493 CAPÍTULO 188 Enfermedades musculares © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II los específicos de ellas, están adquiriendo un notable protagonismo en el diagnóstico. Los clínicos son: inicio subagudo (semanas o meses), debilidad muscular proximal y lesión cutánea típica (pápulas de Got- tron, eritema heliotropo). Los criterios histológicos son: necrosis (a veces microinfartos), inflamación, atrofia perifascicular y depósito del complejo de ataque de membrana C5b9 en endotelios. Otros datos que se encuentran con frecuencia en la DM son elevación de CK y EMG de naturaleza miopática. Se admite una DM definida en presencia del patrón clínico de debilidad muscular, con lesión cutánea típica y biop- sia muscular con los datos mencionados. Cuando las lesiones cutáneas son atípicas, pero hay evidencia clínica y de laboratorio de miositis y con biopsia muscular compatible, se considera una DM probable. El diagnóstico de PM es, por el contrario, un diagnóstico de exclu- sión. Por lo que se refiere al aspecto clínico deben descartarse distrofias musculares, miopatías tóxicas y metabólicas, miopatías endocrinas y polimialgia reumática. En el examen histológico debe existir necrosis e inflamación y expresión de antígenos de clase I del CHM y deben excluirsealgunas distrofias musculares con «inflamación» histológica, como la facioescapulohumeral, la deficiencia de disferlina y la de cal- paína, ya que en ellas es muy frecuente hallar fenómenos de necrosis e inflamación. Además, se estima que cerca de una tercera parte de los casos de PM corresponden en realidad a MCI, la cual se podrá diagnosticar tras una segunda o tercera biopsia muscular, al evidenciar una respuesta desfavorable al tratamiento. El diagnóstico de MCI se establece según criterios clínicos como duración de más de 6 meses, lenta progresión de la debilidad con atrofia y participación precoz de cuádriceps y flexores de los dedos de las manos, y con arreglo a los criterios histológicos ya citados. Tratamiento y pronóstico Los glucocorticoides son el tratamiento de elección de las miositis (DM, PM y MNI). La prednisona se administra en dosis de 1 mg/ kg de peso en dosis inicial matutina. Habitualmente, transcurridas 4-6 semanas de tratamiento puede iniciarse una lenta reducción en la dosis hasta conseguir la mínima posible que mantenga la enfermedad en remisión. No es aconsejable iniciar esta terapéutica en días alternos, ni tampoco precipitarse en la reducción de la dosis del fármaco. Por término medio, se calcula que el tratamiento debe durar 18-24 meses. Los parámetros que permiten seguir la actividad de la enfermedad son la evolución de la fuerza muscular, los índices destinados a valorar las actividades de la vida diaria y, en menor grado, el nivel sérico de enzimas musculares (CK). Las manifestaciones cutáneas descritas, incluso las consideradas patognomónicas, pueden evolucionar de forma independiente de las manifestaciones musculares, para constituir en ocasiones un verdadero problema terapéutico. En los casos en que tras 4-6 semanas de trata- miento con glucocorticoides en las dosis indicadas no se haya obtenido una respuesta clínica deben asociarse inmunodepresores, como azatio- prina, metotrexato, micofenolato o tacrolimus. La azatioprina en dosis de 1,5-2 mg/kg de peso y día es muy eficaz. La evolución clínica marcará el momento de iniciar la reducción de las dosis de inmunodepresores. Existen algunos casos, por fortuna excepcionales, en los que no se obtiene respuesta clínica con ninguna de las opciones terapéuticas citadas. En estos casos ha dado buenos resultados el empleo de gamma- globulina humana en dosis elevadas (0,4 g/kg de peso y día durante 5 días cada mes) y, aun en pocos casos, con el empleo de rituximab. La plasmaféresis se ha demostrado ineficaz en estudios randomizados y controlados con placebo. El tratamiento de las lesiones cutáneas, cuando no remiten con las restantes manifestaciones de la enfermedad, puede requerir el empleo de hidroxicloroquina en dosis de 3 mg/kg de peso y día. No existe un tratamiento con eficacia comprobada de la calcinosis muscular. Sólo es resolutiva la extirpación quirúrgica cuando es anatómicamente factible. Las manifestaciones cardíacas responden al tratamiento básico de la enfermedad. Sólo en el caso de que se produjera bloqueo auriculoven- tricular debe indicarse la colocación de marcapasos. Durante la fase aguda de la enfermedad es aconsejable el reposo relativo. Cuando comienza a recuperarse la fuerza muscular debe iniciarse el ejercicio. Es imprescindible seguir todo tipo de medi- das fisioterapéuticas, motilidad pasiva, etc., que eviten ulteriores contracturas musculares. De igual modo, cuando existe disfagia, la dieta debe ser semisólida o administrarse por sonda nasogástrica para evitar aspiraciones bronquiales. En la actualidad no se dispone de ningún tratamiento efectivo de la MCI, y únicamente se recomienda tratamiento rehabilitador. La importancia de diagnosticar los casos de MCI reside en el hecho de evitar tratamientos inmunodepresores prolongados, no exentos de toxicidad. El pronóstico de la enfermedad depende de la edad del paciente en el momento del diagnóstico, de las recaídas clínicas, de la existencia de una neoplasia subyacente y, en ocasiones, de los efectos indeseables del tratamiento, ya que hasta el 40% de los pacientes presentarán efectos secundarios de mayor o menor gravedad. Por lo general, en pacientes que no presentan una neoplasia, el fallecimiento en fases agudas de la enfermedad se debe a complicaciones infecciosas (neumonía por aspiración y sepsis de cualquier origen). La mayoría de los pacientes responden en mayor o menor grado al tratamiento. No es infrecuente que los pacientes se mantengan en una fase estable en la que la pérdida de fuerza muscular es discreta, pero se halla presente, lo que obliga a mantener un tratamiento continuado con glucocorticoides en dosis bajas. Al menos el 25% de los pacientes siguen este curso crónico del proceso. El 40% de los pacientes se recu- peran casi totalmente a los 5 años. La evolución de la DM asociada a neoplasia y su respuesta al tratamiento con glucocorticoides es idéntica a la del resto de DM. La mortalidad en estos casos se debe siempre al proceso proliferativo primario. En el caso de la MCI, el curso clínico es muy prolongado en el tiempo y, aunque sólo se producen fallecimientos por complicaciones médicas y no por la propia enfermedad, el grado de discapacidad funcional de los pacientes es muy marcado con el paso del tiempo. OTRAS FORMAS DE MIOPATÍA INFLAMATORIA IDIOPÁTICA Junto con las miopatías inflamatorias más frecuentes, ya descritas, exis- ten otras formas clínicas que a continuación se exponen brevemente. Miositis granulomatosa Es clásica la afección granulomatosa muscular en la sarcoidosis en forma de granulomas asintomáticos, cuya identificación histológica permite el diagnóstico de la enfermedad en alrededor del 60% de los enfermos con sospecha clínica de tal proceso. Se ha descrito también miositis granulomatosa en la enfermedad de Crohn. Asimismo, dentro de las miositis granulomatosas existe un raro síndrome que consiste en miositis de células gigantes, miocarditis, miastenia grave y timoma. Polimiositis eosinófila Se han descrito cuadros de polimiositis eosinófila que forman parte del síndrome hipereosinofílico. Sin embargo, en otras ocasiones, el protagonismo muscular es tal que puede comportarse como una PM clásica, con la diferencia de que las células que infiltran el tejido mus- cular son en su mayoría eosinófilos. En estos casos es imprescindible excluir siempre la triquinosis. Miositis localizada nodular Existen pacientes en los que los signos inflamatorios afectan a un único grupo muscular o un músculo aislado. Estos casos se han definido como miositis localizada nodular. Debe establecerse el diagnóstico diferencial con una tromboflebitis. En algunos casos, la enfermedad se generaliza para constituir una PM clásica. Miositis orbitaria Consiste en la afección inflamatoria de la musculatura extraocular que causa oftalmoplejía dolorosa, en general sin exoftalmos. Debe distinguirse de la oftalmopatía tiroidea. El tratamiento con prednisona es el de elección, aunque existan frecuentes recaídas, que acostumbran a responder al tratamiento con ciclosporina. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1494 SECCIÓN XII Neurología Miofascitis macrofágica Es una entidad con un comportamiento clínico similar a una PM, pero en cuyo estudio histológico se comprueba la afección sincrónica de fascia y músculo con presencia de abundantes macrófagos e histiocitos que contienen inclusiones PAS positivas, cuyo análisis espectrofotométrico ha confirmado que se trata de hidróxido de aluminio, un componente que se añade como coadyuvante a algunas vacunas (hepatitis A y B, téta- nos). El desarrollo de la enfermedad se ha relacionado con la adminis- tración de estas vacunas, y como tratamiento se hapropuesto el empleo de glucocorticoides y antibióticos. La enfermedad debe distinguirse de sarcoidosis, paniculitis, enfermedad de Whipple y malacoplaquia. Miositis asociadas al empleo de checkpoint inhibitors Los checkpoint inhibitors son un grupo de fármacos antineoplásicos que reactivan la actividad antitumoral de los linfocitos propios, pero que a su vez pueden desencadenar fenómenos autoinmunes como hepatitis, colitis, tiroiditis, hipofisitis, vasculitis, miocarditis y también miositis. En este contexto clínico, un cuadro clínico de debilidad muscular, a veces con síntomas miastenifomes y elevación de las CK debe hacer sospechar este diagnóstico. Es importante reconocer la entidad, ya que con frecuencia se puede confundir con la astenia que presentan los pacientes con neoplasias avanzadas. El patrón histopatológico mus- cular es singular, con presencia de agregados histiocitarios. Además de suprimir el fármaco los pacientes requieren tratamiento con corticoides e inmunodepresores. Miopatías inflamatorias idiopáticas asociadas a enfermedades Diferentes enfermedades autoinmunes se han descrito asociadas a autén- ticas MII. Las más frecuentes son LES, AR, ESP, EMTC, síndrome de Sjögren, miastenia grave, tiroiditis de Hashimoto, escleromixedema, macroglobulinemia de Waldenström, celiaquía, enfermedad del injerto contra el receptor tras trasplante de médula ósea, acné fulminante, agammaglobulinemia, déficit de C2 y enfermedad de Kawasaki. MIOPATÍAS DE CAUSA INFECCIOSA En el cuadro 188-1 se refieren las etiologías más frecuentes de las miopatías infecciosas. Miositis víricas Aunque en el curso de numerosas infecciones víricas se pueden pro- ducir mialgias, no deben admitirse como auténticas miositis, ya que en las muestras de tejido muscular no suelen encontrarse los datos histológicos antes mencionados. Una de las escasas excepciones es la constituida por los retrovirus HIV-1 y HTLV-I, en cuya infección sí se ha demostrado la existencia de polimiositis. Miositis bacterianas Se producen como consecuencia de la localización bacteriana muscular a partir de un foco infeccioso próximo o tras una diseminación hema- tógena (formas primarias). Las lesiones pueden ser únicas o múltiples y en muchas ocasiones existen antecedentes de traumatismo previo. Los músculos afectados con mayor frecuencia son los cuádriceps, los glúteos y la musculatura axial. Clínicamente cursan con fiebre, dolor intenso e impotencia funcional de la musculatura afecta. Una forma especial, denominada fulminante por su presentación clínica, es la producida por el estreptococo β-hemolítico del grupo A. Cursa con mialgias intensas, edema y tumefacción de los músculos afectos, sin crepitación. Conlleva gran incapacidad funcional y moderada o nula elevación de las enzimas musculares. Los pacientes fallecen por shock séptico si no se inicia de forma temprana el tratamiento antibiótico específico. La miositis estafilocócica es más propia de países tropicales. En gene- ral está localizada y llega a formar una auténtica colección supurada muscular (absceso). Se han descrito casos esporádicos en países no tropicales (piomiositis no tropical). El tratamiento combinado de antibióticos y cirugía evacuadora es eficaz. La miositis por Clostridium (C. welchii) se caracteriza por una rápida destrucción del tejido muscular, con formación de gas y edema (gan- grena gaseosa). La enfermedad cursa con fiebre alta y gran postración. La infección se extiende con facilidad a estructuras próximas, por lo que es necesario practicar un desbridamiento amplio del tejido mus- cular necrótico y administrar antitoxina específica y dosis elevadas de antibióticos. La miositis tuberculosa es muy poco frecuente en la actualidad y afecta a un músculo o grupo muscular cercano a un foco tuberculoso (espondilodiscitis). También se han documentado casos de miositis asociadas a infección por Rickettsia conorii, Borrelia burgdorferi y Leptos- pira icterohaemorrhagiae. La actinomicosis muscular es siempre consecuencia de la extensión directa de un foco (pleura, piel). Por regla general existen abscesos y fístulas por donde drena un material amarillento típico. Miositis fúngicas Son poco frecuentes. En enfermos inmunodeprimidos con candidiasis sistémica pueden aparecer mialgias graves que traducen la afección debida al hongo. La biopsia muscular permite establecer el diagnóstico etiológico. Ocurre lo mismo con Cryptococcus neoformans y Aspergillus fumigatus. Miositis parasitarias Diversos parásitos pueden asentarse en el músculo estriado y provocar reacciones inflamatorias focales o difusas. Así sucede en la toxoplas- mosis, la cisticercosis, la sarcocistosis y la triquinosis. La primera se ha descrito en enfermos infectados por el HIV. Debe considerarse la posibilidad de miositis parasitarias en los enfermos con mialgias difusas (fase de invasión muscular), en especial si se acompañan de eosinofilia en sangre periférica o existen antecedentes epidemiológicos de ingesta de carne de cerdo cruda o poco cocida o de viajes a zonas con alta prevalencia de enfermedades parasitarias. En el caso de la triquinosis, junto con una fase prodrómica gas- trointestinal es clásica la existencia de edema periorbitario, quemo- sis, hemorragias conjuntivales y retinianas, eritema facial, exantema macular y dolor ocular. En la fase enquistada crónica de algunas parasitosis se pueden apreciar nódulos indoloros de tamaño variable en los músculos. Esto es clásico en la cisticercosis en la que, en casos extremos, se produce tumefacción masiva de una extremidad (forma seudohipertrófica). • CUADRO 188-1 Miopatías de causa infecciosa: clasificación etiológica Víricas Retrovirus: HIV-1 HTLV-I Bacterianas Staphylococcus aureus Clostridium Estreptococos Yersinia Leptospira icterohemorrágica Rickettsia conorii Borrelia burgdorferi Tuberculosis Sífilis Actinomicosis Fúngicas Candidiasis Criptococosis Aspergilosis Parasitarias Toxoplasmosis Sarcocistosis Tripanosomiasis Amebiasis Cisticercosis Hidatidosis Triquinosis Toxocariasis Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1495 CAPÍTULO 188 Enfermedades musculares © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X IIDISTROFIAS MUSCULARES Concepto Las distrofias musculares son enfermedades primarias del músculo esquelético, con necrosis en los estudios histopatológicos, hereditarias y de curso progresivo. Desde que en 1986 se describió la distrofina, una proteína relacionada con la membrana celular, ausente o deficitaria en la enfermedad de Duchenne, se han descrito más de 30 proteínas tanto estructurales como enzimas, que parecen actuar como sustrato molecular de diversas formas de distrofia muscular. Algunas de ellas pueden verse en la figura 188-3. En este caso, el concepto de «un gen una enfermedad» se ve fre- cuentemente cuestionado, dado que hay fenotipos idénticos debidos a más de una mutación y, al contrario, una misma mutación puede dar lugar a cuadros clínicos diversos. La relación entre las proteínas y el modo en que su defecto lleva a la aparición de manifestaciones clínicas es poco conocida. La combinación de trastornos puramente estructurales que conllevan la ruptura de la membrana celular, y por tanto necrosis focal, junto con la alteración de señales que involucran a los canales de calcio, radicales libres, homeostasis de las mitocondrias y fenómenos de apoptosis, contribuyen en distinta proporción a la pérdida de tejido muscular. Clasificación y cuadro clínico La clasificación es compleja porque, según el criterio utilizado, hay entidades que pueden pertenecer a más de un grupo. Una aproximación simple es la que se ofrece en latabla 188-1. Otras posibles agrupaciones (miosinopatías, miopatías con sobrecarga de filamentos o inclusiones, Figura - Proteínas implicadas en las enfermedades musculares según su localización. 1. Matriz extracelular: laminina α2 (o merosina) y colágeno VI. 2. Membrana celular: distrofina, α-, β-, δ- y γ-sarcoglicanos, sarcospán, disferlina, caveolina-3 e integrina α7. La distrofina, a su vez, está íntimamente relacionada con los distroglicanos, distrobrevina y sintropinas para formar un complejo proteico que une el citoesqueleto celular con la matriz extracelular. 3. Relacionadas con las miofibrillas, a las que confieren estabilidad: teletonina, miotilina, desmina, titina y nebulina (no representadas). 4. Aparato de Golgi: fukutina, FKRP, diversas POMT y AGT (sólo representadas en parte). 5. Citoplasma: calpaína-3 y TRIM32. 6. Membrana nuclear: emerina y láminas A y C. 7. Núcleo: calpaína-3 y PABPN1. (El retículo endoplásmico, selenoproteína N1, también implicada, no se muestra en la figura.) AGT: acetil-glucosaminil-transferasa; FKRP: proteína relacionada con la fukutina; PABPN1: proteína ligadora de polialanina 2; POMT: manosil-transferasas; TRIM32: ubicuitasa. TABLA 188-1 Clasificación de las distrofias musculares Enfermedad Herencia Distrofinopatías XR Duchenne, Becker y formas intermedias Facioescapulohumeral AD De cinturas Tipo 1 (LGMD1) AD Tipo 2 (LGMD2) AR Oculofaríngea AD Distales Tardías del adulto AD Precoces del adulto AR/AD Miopatía de Bethlem AD Emery-Dreifuss XR/AD/AR Congénitas Clásicas AR Con afección del SNC AR AD: autosómica dominante; AR: autosómica recesiva; LGMD: limb-girdle muscular dystrophy; XR: recesiva ligada al cromosoma X. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1496 SECCIÓN XII Neurología miopatías miofibrilares, etc.) no se contemplan porque las entidades que incluyen forman parte de los grupos aquí representados (p. ej., alguna miopatía miofibrilar puede a la vez clasificarse como miopatía de cinturas). El grupo más conocido es el de las distrofinopatías. Engloba la enfermedad de Duchenne, su forma alélica de menor gravedad, o enfermedad de Becker, formas intermedias, otras con afectación predominante del músculo cardíaco, formas localizadas y otras que únicamente cursan con aumento de CK, mialgias o calambres. La enfermedad de Duchenne es la distrofia muscular más frecuente, la primera en describirse y en caracterizarse molecularmente. Se debe a mutaciones en el gen DMD que codifica para la distrofina, proteína que une el citoesqueleto con la matriz extracelular mediante el distro- glicano y complejo de proteínas asociadas, incluidos los sarcoglicanos (v. fig. 188-3). En su ausencia, el sarcolema sufre rupturas, lo que induce necrosis muscular seguida de regeneración que, tras varios ciclos, provoca la progresiva sustitución del músculo por fibrosis y grasa. Se transmite de forma recesiva ligada al sexo. La incidencia es de 13-33 casos por cada 100.000 varones nacidos. Sólo en un tercio de los casos se recoge una clara historia familiar de la enfermedad. En otro tercio la mutación es materna, y en el tercio restante se produce en el propio paciente. La sintomatología se inicia antes de los 4 años, generalmente en forma de caídas por afección de los músculos de la cintura pelviana. La debilidad de los músculos glúteos medios condiciona una marcha de pato característica. Los pacientes tienen que levantarse de una silla o de la posición de cuclillas con ayuda de las extremidades superiores, apoyando las manos en las rodillas para facilitar la elevación del tronco (signo de Gowers). A continuación se afecta la musculatura distal de las extremidades inferiores y la de la cintura escapular. La debilidad facilita la aparición de escoliosis y contracturas musculares. Es característica la seudohipertrofia de las pantorrillas por sustitución de tejido muscular por tejido fibroso y graso. La capacidad para deambular se pierde alrededor de los 10-12 años. Los pacientes suelen fallecer alrededor de los 25 años por com- plicaciones respiratorias. En la forma de Becker, la clínica es semejante, pero el inicio más tardío, alrededor de los 11 años, y el curso más benigno. El paciente deja de andar entre los 25 y los 30 años y fallece después de la quinta década de la vida. Aparte de la debilidad, los pacientes con distrofino- patía presentan afección cardíaca que puede ser asintomática, detectable únicamente por pruebas complementarias, o cursar con insuficiencia cardíaca, que puede llegar a dominar el cuadro clínico. El 40% de los pacientes con enfermedad de Duchenne tienen un coeficiente intelectual inferior a 75, hecho atribuido a que la distrofina también se halla en el sistema nervioso central (SNC). La distrofia facioescapulohumeral es una miopatía que afecta sobre todo a los músculos de la cara, escapulares, de la parte proximal de los brazos, distales de las piernas y cadera, lentamente progresiva, aunque con períodos de estabilización de la sintomatología. Se trans- mite de forma autosómica dominante, por lo que se observa en ambos sexos, si bien es cierto que hay formas esporádicas. Se asocia a una disminución del número de copias de una secuencia genética (D4Z4) que perturba la estructura de la cromatina y activa la expresión de genes que deberían estar reprimidos. El inicio del cuadro se produce entre los 6 y los 20 años, con dificultad para elevar los brazos o aparición de una escápula alada, frecuentemente de inicio asimétrico. En algunos casos, los pacientes empiezan con un cuadro de debilidad de la musculatura facial con dificultad para cerrar los ojos, silbar o succionar. La afección de la cintura pelviana es posterior. De forma típica, existe además debilidad del músculo tibial anterior. No se observan seudohiper- trofias ni contracturas. La evolución es variable, si bien la mayoría de los enfermos pueden permanecer activos, aunque con dificultades, hasta edades tardías de la vida. La función mental es normal y las lesiones cardíacas no son propias de la enfermedad. Por el contrario, un porcentaje elevado de pacientes desarrolla sordera. La distrofia muscular de cinturas engloba un gran número de entida- des caracterizadas por la distribución típicamente proximal de la debi- lidad y pocas características distintivas más. La gravedad, sin embargo, es muy variable. Se distinguen formas autosómicas dominantes (raras) y recesivas (más frecuentes). Los defectos genéticos inciden sobre proteínas de cualquier parte de la célula, incluidos núcleo, citoplasma, aparato contráctil, membrana y matriz extracelular (v. fig. 188-3). Destacan por su frecuencia la calpainopatía, la disferlinopatía, sarco- glicanopatías y defectos en la anoctamina 5 y en las láminas A y C. La distrofia oculofaríngea es una enfermedad autosómica dominante de inicio entre la tercera y quinta décadas de la vida. Se manifiesta en forma de ptosis palpebral y disfagia, aunque posteriormente pueden afectarse las extremidades. Genéticamente se debe a la expansión de tripletes de DNA en el gen de una proteína ligadora de polialanina 2, cuya función está relacionada con el transporte de los mRNA del núcleo al citoplasma. La evolución clínica de la enfermedad se ve agravada por complicaciones debidas a los problemas deglutorios como neumonías por aspiración y caquexia por desnutrición, que son las que condicionan el pronóstico vital. Las miopatías distales, constituyen un grupo muy heterogéneo, ya que se suelen detectar en la edad adulta, unas de forma precoz y otras más tardíamente, y se caracterizan por afectar a la musculatura distal de las extremidades. Existen formas autosómicas dominantes y recesivas. Una forma particular,denominada miopatía de Bethlem, es de aparición en la infancia. Se caracteriza por el desarrollo de contracturas tendinosas precoces y es debida a un defecto del colágeno de tipo VI. La miopatía o distrofia de Emery-Dreifuss se caracteriza por la tríada diagnóstica de contracturas precoces incluso antes de la aparición de debilidad muscular, debilidad progresiva escapular-humeral-peroneal y miocardiopatía con bloqueos de conducción que condicionan un alto riesgo de muerte súbita. Existen formas recesivas ligadas al sexo y formas autosómicas dominantes o recesivas. Las proteínas involu- cradas (emerina y láminas A y C, respectivamente) forman parte de la membrana nuclear y tienen como función el transporte de vesículas transmembrana. Las distrofias musculares congénitas se caracterizan por hipotonía y artrogriposis desde la primera infancia. El patrón de la debilidad mus- cular es, en este caso, generalizado. El curso es variable, pero el pronós- tico en general es malo asociado a problemas deglutorios y respiratorios en la primera infancia. Un subgrupo de ellas cursa con alteraciones del SNC en forma de discapacidad intelectual, convulsiones de tipo gran mal e hidrocefalia o hipoplasia del vermis cerebeloso. A pesar de deberse a alteraciones en diversas proteínas, el defecto final común es una disminución de α-distroglicano. La más destacable es la forma de Fukuyama, que, si bien es rara en nuestro medio, es la segunda distrofia más frecuente en Japón y afecta de forma precoz a los músculos de la cara, para dar lugar a una pérdida de expresividad muy característica. Diagnóstico En los análisis de laboratorio se suele encontrar elevación variable de las enzimas musculares séricas y en los estudios de EMG aparece un patrón miopático inespecífico. Algunas distrofias tienen patrones de afección muscular por RM con cierta especificidad. El diagnóstico definitivo puede hacerse, cada vez más frecuentemente, con análisis genéticos mediante las técnicas de secuenciación de nueva generación que están apareciendo. La biopsia muscular sigue siendo útil para caracterizar algunas formas (http://jain-foundation.org/alda/). Tratamiento No se dispone de un tratamiento eficaz para las distrofias musculares, aunque se están investigando varias opciones terapéuticas que abarcan desde terapia génica personalizada dirigida a mutaciones concretas hasta fármacos diseñados para incidir en vías metabólicas específicas, pasando por trasplantes de diversos tipos de células. En algunas formas de distrofia de Duchenne, los fármacos eteplirsén, que omite la trans- cripción del exón 51, o atalurén, útil si el defecto genético está causado por una mutación sin sentido, permiten la expresión de una forma truncada de distrofina. En las formas no susceptibles de ser tratadas con estas aproximaciones, los glucocorticoides retrasan la inexorable progresión de la enfermedad por un mecanismo que se cree ligado a la estabilidad de las membranas, por lo que se inician alrededor de los 5 años, debiendo prestar mucha atención a los efectos adversos para minimizarlos. En general, y mientras no exista un tratamiento específico, debe promoverse que el paciente mantenga una vida lo más normal posible, Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1497 CAPÍTULO 188 Enfermedades musculares © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II evite la obesidad y practique ejercicios suaves mientras pueda. Al niño distrófico debe facilitársele una adecuada educación y una preparación para actividades sedentarias. Las contracturas musculares, dolor por sobrecarga mecánica osteotendinosa, infecciones pulmonares, tras- tornos cardíacos e insuficiencia respiratoria se han de detectar precoz- mente, y tratar, de forma sintomática, en la medida de lo posible. Ello puede requerir la implantación de marcapasos y desfibriladores y, en fases avanzadas de la enfermedad, ventilación asistida domiciliaria. MIOTONÍAS Los síndromes miotónicos constituyen un grupo heterogéneo de enfermedades con la manifestación común demiotonía, es decir, un retraso en la relajación de un músculo tras una contracción voluntaria (miotonía de acción) o después de un estímulo electromecánico (mio- tonía de percusión). Una clasificación simplificada de los síndromes miotónicos puede observarse en el cuadro 188-2. Distrofia miotónica Concepto y clasificación La distrofia miotónica incluye las formas tipo 1 y tipo 2. Ambas cursan con miotonía, atrofia muscular y cambios distróficos de tejidos no musculares y también las dos se transmiten de forma autosómica domi- nante. Se deben a la repetición exagerada de secuencias de DNA de tres o cuatro nucleótidos en los genes DMPK o ZFN9, respectivamente. En la variedad de tipo 1 o distrofia miotónica de Steinert, el gen DMPK codifica para la miotonina-proteincinasa, proteína implicada en la transferencia de energía en la célula. El espectro clínico es muy amplio y oscila desde formas neonatales muy graves hasta formas paucisintomáticas de la cuarta o la quinta décadas, descubiertas a raíz de la típica catarata que presentan estos pacientes. La gravedad clínica guarda estrecha relación con el número de repeticiones de tripletes de DNA, que pueden llegar a ser de varios miles en la forma congénita más grave. Además, el número de tripletes parece aumentar de generación en generación, hecho que explica el fenómeno de «anticipación» o de mayor gravedad del cuadro en generaciones sucesivas. Su incidencia es de 13,5 casos por cada 100.000 habitantes. Cuadro clínico En su variedad más frecuente, la sintomatología se inicia en la terce- ra década de la vida, con debilidad de los músculos elevador de los párpados, maseteros y esternocleidomastoideo, los antebrazos, las manos y los músculos pretibiales. La afección de los maseteros causa un adelgazamiento de la mitad inferior de la cara que, junto con la ptosis palpebral y la calvicie precoz, confieren una facies característica. El 65% de los pacientes presentan alteraciones electrocardiográficas con trastornos de la conducción y, con menor frecuencia, cuadros de miocardiopatías graves. La afección del diafragma origina hipoventi- lación. La miotonía suele preceder a la debilidad muscular en varios años. En la mayoría de los casos se expresa en las manos y la lengua. Los cambios distróficos de otros tejidos más frecuentes son cataratas subcapsulares, alopecia progresiva de inicio temprano tanto en varones como en mujeres, atrofia testicular y un trastorno neuropsiquiátrico de leve a moderado. La muerte sobreviene por infecciones pulmonares, insuficiencia ventilatoria o insuficiencia cardíaca. La forma congénita merece atención aparte. Se trata de un cua- dro potencialmente letal que pueden presentar los recién nacidos de madres afectadas. No es infrecuente que el nacimiento del hijo lleve al diagnóstico de la madre. Se debe a una gran expansión del número de copias del triplete de DNA. Esta forma se transmite casi siempre por vía materna, lo que indica que la posibilidad de producir grandes expansiones de tripletes es mayor durante la ovogénesis que en la espermatogénesis. Los recién nacidos presentan una profunda hipo- tonía y problemas de alimentación, pero sin miotonía. Los problemas de succión y deglución causan frecuentes aspiraciones bronquiales e infecciones pulmonares, y muchos de los pacientes fallecen durante este período. Los que sobreviven presentan retraso del desarrollo motor y del habla, déficit intelectual y a menudo artrogriposis. El fenómeno miotónico, clínico y electromiográfico, no aparece hasta el segundo o el tercer año. La distrofia miotónica de tipo 2 o miopatía miotónicaproximal (PROMM) presenta un perfil clínico más benigno que la de tipo 1, pero con una afección precoz de la musculatura proximal. En este caso no parecen existir formas congénitas. El gen ZNF9 codifica para una proteína ligadora de RNA que contiene cinc. Diagnóstico y tratamiento Los valores de las enzimas musculares séricas suelen ser normales o moderadamente elevados. El EMG pone de manifiesto el fenómeno miotónico que, excepto en las formas congénitas, se detecta antes de la aparición de manifestaciones clínicas. El diagnóstico se basa en la clínica, EMG y estudios genéticos. No se dispone de un tratamiento específico. Miotonía condrodistrófica También conocida como condrodistrofia miotónica o síndrome de Schwartz-Jampel, es una enfermedad hereditaria autosómica recesiva propia de la infancia y que asocia miotonía, atrofia muscular, defor- midades esqueléticas y retraso del crecimiento. El defecto molecular se encuentra en el perlecán, proteína de la membrana basal (v. fig. 188-3). La miotonía es a veces dolorosa, relacionada con movimientos volun- tarios. Suele ser poco evolutiva. Miotonías no distróficas Las miotonías no distróficas podrían englobarse dentro de un complejo grupo de enfermedades en las que se afectan los canales iónicos de membrana, que reciben el nombre de canalopatías. Los canales iónicos pueden ser selectivos al paso del calcio, el sodio, el cloro y el potasio, y no selectivos. Se abren y cierran ante estímulos eléctricos, químicos o mecánicos. Pueden ser defectuosos por problemas genéticos, pero tam- bién existen canalopatías adquiridas por causas tóxicas o autoinmunes. Como estos canales se encuentran en todos los tejidos se han descrito canalopatías respiratorias, renales, digestivas, neurológicas y musculares. Las enfermedades y síndromes más conocidos son la fibrosis quística, diversas formas de epilepsia, síndromes miasténicos congénitos, síndrome del hombre rígido y otros. En esta sección se analizarán las canalopatías que cursan con miotonía y que pueden clasificarse en función de que se afecten el canal del cloro o del sodio musculares (v. cuadro 188-2). Defectos del canal del cloro Incluyen la miotonía congénita, ya sea autosómica dominante (Thom- sen) o autosómica recesiva (Becker). En la enfermedad de Thomsen, el fenómeno miotónico es más generalizado que en la distrofia miotónica. Los síntomas suelen detectarse alrededor de los 10 años de edad en forma de frecuentes caídas o dificultad para soltar objetos de las manos. No se asocia a cardiopatía ni a déficit intelectual. De forma caracterís- tica, los pacientes presentan una rigidez generalizada que se acentúa con el reposo y en los ambientes fríos y mejora gradualmente con el ejercicio. Es clásico un aspecto atlético por importante desarrollo muscular, que no se correlaciona con la fuerza capaz de desarrollar. Las • CUADRO 188-2 Clasificación de las enfermedades miotónicas Distrofia miotónica (DM) DM de tipo 1 o enfermedad de Steinert DM de tipo 2 o miopatía miotónica proximal Miotonía condrodistrófica o síndrome de Schwartz-Jampel Miotonías no distróficas Defectos del canal del cloro Miotonía congénita AD o enfermedad de Thomsen Miotonía congénita AR o enfermedad de Becker Defectos del canal del sodio Paramiotonía congénita de Eulenburg Parálisis periódica hiperpotasémica AD: autosómica dominante; AR: autosómica recesiva. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1498 SECCIÓN XII Neurología manifestaciones clínicas son poco progresivas, por lo que el pronóstico de la enfermedad es bueno. La enfermedad de Becker es más común en Alemania que en otros países. Es una enfermedad de inicio más tardío (12 años) y que empieza en las piernas, para afectar después a los brazos y la cara. Defectos del canal del sodio Afectan a la subunidad α del canal del sodio muscular y se transmiten de forma autosómica dominante con igual penetrancia en ambos sexos. Se han identificado dos formas: Paramiotonía congénita. Fue descrita por Eulenburg en 1896, al observar pacientes que presentaban cuadros de miotonía generali- zada tras exposiciones al frío, asociados a pérdidas transitorias de la fuerza muscular. La actividad muscular agrava la miotonía (mio- tonía paradójica), al contrario de lo que sucede con el fenómeno miotónico clásico. Parálisis periódica hiperpotasémica. Se caracteriza por episodios de debilidad semejantes a lo que ocurre en la parálisis periódica hipopotasémica, pero aparece en edades más precoces; los ataques son más frecuentes, duran entre 20 min y varias horas y suelen limitarse a las extremidades inferiores. Las crisis pueden desenca- denarse por reposo tras un ejercicio, por frío, ayuno, gestación o administración de potasio. Junto con los episodios de parálisis se observan fenómenos miotónicos. Durante las crisis se comprueba hiperpotasemia, con trastornos electrocardiográficos secundarios a ella. El diagnóstico se basa en la clínica, la historia familiar y la comprobación de la hiperpotasemia durante la parálisis; también puede realizarse una prueba de provocación mediante la adminis- tración de potasio (30-150 mEq de KCl). Las crisis se resuelven con la administración intravenosa de glucosa e insulina junto con 0,5- 2 g de cloruro o gluconato cálcico. La administración de diuréticos tiazídicos parece reducir el número de episodios. MIOPATÍAS CONGÉNITAS Constituyen un grupo de miopatías que se manifiestan por regla general en forma de hipotonía neonatal. Suelen presentar también alteraciones esqueléticas como cifoescoliosis, pectus excavatum, luxa- ción de cadera o paladar ojival. Lo que las caracteriza es la existencia de alteraciones estructurales en la biopsia muscular. De hecho, su clasificación se ha basado históricamente en tales hallazgos anatomo- patológicos, y se han llegado a describir hasta 40 formas diferentes. En los últimos años se ha logrado la caracterización genética de varias de estas entidades. También se ha podido dilucidar el sustrato molecular de algunas alteraciones anatomopatológicas; por ejemplo, se reconoce que los cúmulos de material granulofilamentoso pueden corresponder a desmina, actina o α- o β-cristalina. La relación que muchas de estas entidades tienen con las distrofias analizadas ante- riormente está en fase de redefinición. A continuación se detallan las formas que merecen especial atención. Enfermedad del core central En esta enfermedad, la debilidad muscular aparece poco después del nacimiento, con pérdida de fuerza proximal. Los reflejos osteotendino- sos se hallan disminuidos o están ausentes y no existen fasciculaciones ni miotonía. Las enzimas musculares son normales. El EMG suele ser asimismo normal, aunque en ocasiones muestra algún signo miopá- tico. En las reacciones oxidativas de la muestra de tejido muscular se observan zonas bien delimitadas, pero sin membrana, casi siempre centrales, sin mitocondrias, en el interior de las fibras musculares (core). Se transmite de forma autosómica dominante, con penetrancia variable. El gen involucrado es el RYR1, que condiciona un defecto en el receptor de la rianodina, canal que permite el paso de calcio a través del sarcolema. Se trata del mismo gen que causa una de las formas de susceptibilidad a la hipertermia maligna, de forma que los pacientes afectados por esta miopatía presentan una susceptibilidad claramente aumentada a presentar problemas ante ciertos procedimientos anes- tésicos. La miopatía no suele ser particularmente progresiva. Se ha descrito una miopatía con multicores o minicores, en la que los cores adquieren una disposición múltiple, debida a un defecto en la selenoproteína N1, proteína con función de protección contra los procesos de oxidación.Clínicamente cursa con hipotonía neonatal no grave, muy parecida a la anterior. En el examen histológico se aprecian varios cores por célula, en general de tamaño más pequeño, que corres- ponden a zonas en las que se ha perdido la normal estriación de las fibras musculares, sin mitocondrias. Existen formas de transmisión autosómica dominante, recesiva y casos esporádicos. Miopatía nemalínica En la forma más común, la hipotonía y la debilidad muscular gene- ralizada son evidentes ya desde el nacimiento. Es frecuente que con- dicionen problemas respiratorios, en la succión y en la deglución. En la infancia se aprecian adelgazamiento y debilidad muscular de predominio proximal, aunque la fuerza muscular sea superior a la que cabría esperar por el grado de atrofia. Existen otras formas de aparición en la edad adulta. El 20% de los enfermos fallecen en los primeros años por problemas respiratorios, y en otros casos la debilidad muscular no suele ser progresiva. El EMG y las enzimas musculares son normales. El diagnóstico se establece al observar agregados citoplasmáticos parecidos a bastoncillos en la biopsia muscular. En el estudio ultraestructural se ha comprobado que los bastoncillos son estructuras relacionadas con las bandas Z. Se debe a mutaciones de la troponina, tropomiosina, nebulina, o α-actina. Algunas son formas dominantes y otras recesivas. Miopatía centronuclear Existe una forma precoz, de herencia autosómica dominante con expresión variable, que cursa con hipotonía neonatal grave, debilidad muscular generalizada, trastorno de la marcha y participación de la musculatura facial y los músculos masticatorios y oculares. El defecto genético involucra la dinamina, que juega un papel en el desarrollo de las células musculares. Los valores de CK son normales o se encuentran sólo ligeramente elevados, y en el EMG se hallan signos miopáticos. En algunos casos existe hábito marfanoide, discapacidad intelectual o psicosis. Aunque la enfermedad puede permanecer estacionaria, en general progresa de forma lenta y causa la muerte alrededor de la tercera década de la vida. Hay una forma autonómica recesiva debida a un defecto en la anfifisina, de clínica muy parecida a la miopatía miotubular, con la que se ha confundido durante mucho tiempo. Miopatía miotubular Se trata de una forma grave neonatal ligada al cromosoma X. La pro- teína deficitaria es la miotubularina, una enzima de la familia de las tirosín-cinasas implicada en la maduración de las células musculares. Sólo afecta a varones y suele tener un pronóstico malo a corto plazo. MIOPATÍAS TÓXICAS El capítulo de las miopatías tóxicas está en continua expansión. Cada año se describe la miotoxicidad potencial de nuevos fármacos (cuadro 188-3). Se trata sin duda del grupo de miopatías más frecuen- tes, aunque sólo excepcionalmente presentan gran expresión clínica. Por lo general producen mialgias y, en ocasiones, debilidad mus- cular de tipo proximal. El cuadro suele remitir al eliminar el factor tóxi- co responsable. El diagnóstico puede realizarse al hallar unas enzimas musculares séricas elevadas o alteraciones electromiográficas sugestivas de miopatía, o bien al demostrar cambios histológicos de los músculos afectados. La complicación más grave de cualquiera de estas miopatías es el desarrollo de rabdomiólisis y mioglobinuria, por el posible fracaso renal agudo que pueden condicionar. A continuación, sólo se señalarán algunas de las miopatías más significativas de este grupo. Miopatía por estatinas El empleo de estatinas está muy extendido, habiéndose demostrado su eficacia tanto en prevención primaria como secundaria de eventos cardiovasculares. Sin embargo, un 20% de los pacientes va a presentar algún efecto secundario a nivel muscular, si bien la mayoría van a ser problemas menores como mialgias, rampas o moderado incremento de los valores de CK. Un pequeño porcentaje de pacientes, por el Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1499 CAPÍTULO 188 Enfermedades musculares © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II contrario, va a desarrollar una miopatía franca con debilidad muscular de curso subagudo proximal grave, y con marcado incremento de los valores de CK. En la biopsia muscular de estos pacientes se halla una miopatía necrosante inmunomediada, con necrosis y regeneración muscular marcadas, sin apenas inflamación. Los Ac anti-HMGCR son claramente positivos, y los pacientes no sólo requieren de la suspensión de la estatina sino tratamiento enérgico, y en ocasiones prolongado con corticoides, inmunodepresores, gammaglobulinas endovenosas e incluso rituximab. En otro extremo se encuentra la rabdomiólisis asociada a estatinas, en particular en pacientes con miopatía previa, hipotiroidismo ignorado, o simplemente pacientes de edad avanzada con insuficiencia renal y polifarmacia. En este escenario sólo se requiere la interrupción del tratamiento y medidas de soporte. Miopatía alcohólica El alcohol etílico es un tóxico para la mayoría de los tejidos del organis- mo y puede dar origen también a manifestaciones musculares. Para la mayoría de los autores existen tres formas clínicas bien definidas de miopatía alcohólica: aguda, crónica y subclínica. Aunque es muy probable que casi la totalidad de los pacientes con una ingesta de alcohol superior a 100 g/día durante varios años presenten cambios histológicos musculares, sólo el 30%-40% presentarán manifestaciones clínicas de miopatía. La miopatía alcohólica aguda se caracteriza por un inicio brusco de los síntomas o una rápida progresión de estos en un plazo de 2 semanas. Este cuadro se ha relacionado con ingestas de grandes can- tidades de alcohol. En ocasiones pueden desarrollarse rabdomiólisis, mioglobinuria y fracaso renal agudo. Existe una forma denominada seudotromboflebítica. Un elevado porcentaje de pacientes alcohólicos crónicos presenta debilidad y atrofia muscular, para constituir la mio- patía alcohólica crónica. Este cuadro afecta en general a los músculos de las cinturas escapular y pelviana. Los estudios enzimáticos musculares suelen ser normales o están elevados discretamente. En el EMG se hallan signos de miopatía y en el estudio histológico se observan signos leves de necrosis y regeneración muscular. La miopatía alcohólica es reversible, al menos en parte, siempre que la abstinencia enólica sea prácticamente total. En todas las formas de esta miopatía el sexo femenino es más vulnerable. De mayor importancia pronóstica son los estudios que han señalado una estrecha correlación entre miopatía y miocardiopatía alcohólica, de forma que un tercio de los pacientes con miopatía esquelética presentan una miocardiopatía dilatada. Por otro lado, casi todos los pacientes con miocardiopatía enólica conocida muestran signos clínicos o his- tológicos de miopatía periférica. Estos estudios sugieren que los efectos del alcohol sobre el músculo esquelético y cardíaco son semejantes y, aunque están relacionados con el consumo total de alcohol por kilo- gramo de peso del paciente, existen diferencias genéticas que confieren mayor susceptibilidad a sufrir la enfermedad (polimorfismos en el gen de la enzima convertidora de la angiotensina [ECA]). Síndrome de mialgias con eosinofilia Durante 1989, en EE. UU. y Canadá se detectaron cientos de casos de un síndrome clínico subagudo que cursaba con mialgias graves, debilidad muscular, edema e induración cutáneas y, en ocasiones, neumonitis, miocarditis y neuropatía periférica. La causa era un con- taminante químico en unos lotes determinados de productos que contenían L-triptófano. No se han descrito nuevos casos. Síndrome de hipertermiamaligna Se trata de un síndrome clínico en el que, tras la inducción anestésica con halotano u otro agente volátil, y casi siempre tras la administración de un relajante muscular, se produce un ascenso brusco de la tempera- tura corporal, con rigidez muscular en los maseteros y las extremidades. Todo ello se acompaña de acidosis metabólica grave, taquiarritmia y mioglobinuria. Se ha calculado una incidencia de 1 episodio por cada 50.000 procedimientos de anestesia general en adultos y cuatro veces mayor en niños. La patogenia del síndrome parece residir en una entrada excesiva de calcio en las células musculares a través de los canales de calcio del retículo sarcoplásmico. Desde 1960 se conoce que existe predisposición genética a sufrir el síndrome, con herencia autosómica dominante. El gen se localiza en la región q13.1 del cromosoma 19 y el producto del gen es el receptor de rianodina. No obstante, no parece existir una única causa, ya que se han observado casos en pacientes afectados de miopatía con cores centrales, distrofia miotónica, miotonía congénita e incluso dis- trofinopatías. El tratamiento del síndrome consiste en su detección precoz, con supresión de la administración del anestésico, aplicación de medidas de enfriamiento y administración de dantroleno sódico en dosis de 2,5 mg/kg de peso (≤ 10 mg/kg de peso en 15 min), lo más precozmente posible. Una vez que se han relajado los músculos y han disminuido tanto la temperatura corporal como la frecuencia cardíaca, debe administrarse un tratamiento de mantenimiento a razón de 1,2 mg/kg de peso cada 3-4 h hasta recuperar la normalidad. No existe una prueba definitiva para determinar la predisposición a sufrir el síndrome. Aunque es posible medir la tensión generada por fibras musculares expuestas a halotano, cafeína o ambas sustancias, la prueba es poco sensible y específica. Síndrome neuroléptico maligno Se produce como complicación del tratamiento con neurolépticos y consiste en el desarrollo de hipertermia, trastornos de consciencia, rigidez muscular, distonía, discinesias y disfunción autónoma en forma de taquiarritmias, sudación profusa, labilidad de la presión arterial e incontinencia vesical. Se detectan elevaciones de las CK séricas y leucocitosis con neutrofilia. El síndrome recuerda al de la hipertermia maligna, si bien su curso clínico es más lento y los síntomas centrales más evidentes. Al parecer, el síndrome se desencadena por el bloqueo de los recep- tores dopaminérgicos del cuerpo estriado, lo cual conduce a la rigidez de los músculos, para generar un exceso de calor que compromete la termorregulación hipotalámica; esto a su vez causa una disfunción autónoma y dificulta la disipación del calor. La mortalidad del sín- drome es superior al 20%. No existe relación clara entre el desarrollo del síndrome, el tipo de neuroléptico empleado, su dosis o el tiempo de administración. El tratamiento se basa en la supresión del fármaco y en la administración de dantroleno sódico en dosis de 1-2 mg/kg de peso y día. En casos refractarios se ha ensayado con éxito la administración de bromocriptina (10 mg/24 h) o la asociación levodopa-carbidopa. Miopatía del enfermo crítico Existen algunas publicaciones en las que se ha llamado la atención sobre un síndrome clínico caracterizado por el desarrollo subagudo de tetraparesia flácida, en pacientes asmáticos que requieren intubación y ventilación mecánica, todo ello asociado al empleo de glucocorticoides en dosis elevadas y de relajantes musculares de tipo pancuronio o • CUADRO 188-3 Miopatías endocrinas y tóxicas Miopatías endocrinas Miopatía hipertiroidea Miopatía hipotiroidea Miopatía por síndrome de Cushing Miopatía del síndrome carcinoide Miopatía por hiperparatiroidismo y osteomalacia Miopatía por hipopituitarismo Miopatía acromegálica Miopatías tóxicas Miopatía por estatinas Miopatía alcohólica Síndrome de mialgias con eosinofilia Síndrome de hipertermia maligna Síndrome neuroléptico maligno Miopatía del enfermo crítico Otras: fibratos e hipolipemiantes en general, colquicina, ciclosporina, heroína, D-penicilamina, glucocorticoides, cocaína Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1500 SECCIÓN XII Neurología vecuronio. El síndrome clínico se hace evidente al suprimir la rela- jación muscular. Curiosamente, los pacientes pueden ser extubados sin mayores problemas, lo cual es indicativo de que el diafragma no participa de la miopatía. En la actualidad no se sabe cuál es su patogenia ni el auténtico responsable, ya que prácticamente todos los casos se han producido en asmáticos en situación clínica grave y en todos ha habido la asociación de fármacos mencionada. El espectro de este síndrome se ha ampliado y se ha propuesto la denominación de miopatía del enfermo crítico, ya que se ha encontrado en pacientes con problemas tanto médicos como quirúrgicos, tales como complicaciones en trasplantes de órganos, sepsis y politraumatis- mos muy graves. Los factores predictivos del desarrollo de esta miopatía parecen ser la respuesta inflamatoria grave (sepsis), hiperglucemia, inmovilidad, empleo de glucocorticoides y el uso de bloqueantes neuromusculares En las muestras de tejido muscular se halla pérdida acusada de filamentos gruesos (miosina) (fig. 188-4), con el com- promiso consiguiente del aparato contráctil muscular. El dato más importante de este síndrome es que su naturaleza obedece a cambios en el músculo, y esta miopatía es reversible en semanas o meses. En este contexto, el diagnóstico diferencial debe establecerse con poli- rradiculoneuritis, con polineuritis del enfermo crítico e incluso con lesiones isquémicas del tronco cerebral. MIOPATÍAS METABÓLICAS Miopatía con parálisis periódicas Constituyen un grupo de trastornos que cursan con pérdidas transi- torias de la fuerza muscular, en general asociadas a alteraciones en la concentración del potasio sérico. Debe tenerse en cuenta que cualquier circunstancia en la que el potasio sérico sea superior a 8 mEq/L o inferior a 2,5 mEq/L puede provocar parálisis o paresia muscular, al comprometerse los potenciales de membrana del sarcolema. Sin embargo, dentro de este grupo existen unas formas familiares, en las que la gravedad de la parálisis no guarda relación con las alteraciones del potasio y que pueden darse incluso con cifras normales de este ion y que, al igual que algunas distrofias no miotónicas, se engloban dentro del concepto de canalopatías. Las parálisis periódicas familiares hipopotasémicas se heredan de forma autosómica dominante, con una menor penetrancia en las mujeres. Las dos formas más conocidas se deben a defectos genéticos en la subunidad α de un canal de calcio de membrana y en la subunidad α del canal de sodio. El cuadro clínico se inicia entre los 10 y los 20 años en forma de episodios agudos de parálisis de los músculos de las extremidades inferiores, inicialmente los proximales y más tarde, en ocasiones, los distales. En algunos casos se afectan las extremidades superiores y más raramente los músculos respiratorios. Es característico que los reflejos osteotendinosos estén disminuidos o abolidos durante la crisis. Cada episodio dura entre 12 y 48 h, y se recupera espontáneamente. Puede estar desencadenado por el frío, el reposo tras un ejercicio o una ingesta rica en hidratos de carbono. El valor del potasio sérico durante las crisis es siempre bajo y en el ECG pueden observarse los hallazgos típicos de hipopotasemia. Las enzimas musculares séricas son normales y la biopsia muscular practicada durante la crisis permite, en ocasiones, la observación de grandes vacuolas en el interior de las fibras musculares. El diagnóstico se basa en la clínica, la historia familiary la constatación de la hipopotasemia durante las crisis. En los casos dudosos se pueden realizar pruebas de provocación mediante una prueba de esfuerzo físico o la administración de glucosa (2 g/kg de peso) junto con insulina (20 U). Las crisis pueden detenerse mediante la administración de potasio oral (30-100 mEq de KCl) y prevenirse con la administración de dosis bajas de potasio o acetazolamida (2 g/ día). Deben evitarse también las situaciones que las provocan. Miopatías glucogenósicas Se deben a una alteración del metabolismo de los hidratos de carbono. Las alteraciones enzimáticas de la degradación del glucógeno provocan cambios en el metabolismo hepático, cardíaco y muscular. En la mitad de los pacientes se puede producir un síndrome miopático progresivo o intermitente. En la figura 188-5 se detallan los diferentes tipos de glucogenosis que cursan con miopatía. Desde el punto de vista mio- lógico, los más relevantes son las enfermedades de Pompe y de McArdle. La primera se debe a un déficit de α-glucosidasa (maltasa ácida) y se presenta en dos formas clínicas. Una se produce en la infancia y tiene una evolución mucho más grave que las que aparecen en la adolescencia o en la edad adulta, que son más benignas. Estas últimas cursan con miopatía proximal y troncular lentamente progresiva en años y finalizan con la muerte del paciente, en general por parálisis de los músculos res- piratorios. A diferencia de las formas infantiles, en las formas del adulto no se aprecia hepatomegalia ni cardiomegalia. Las CK pueden estar algo elevadas, el EMG muestra signos miógenos y en el estudio histológico muscular se puede observar una gran acumulación de glucógeno. Existe un tratamiento mediante α-glucosidasa recombinante que se ha demostrado eficaz en ambas formas, aunque con el inconveniente de su gran coste económico. La enfermedad de McArdle se debe a un déficit de la fosforilasa muscular. Los pacientes, generalmente adoles- centes o adultos jóvenes, refieren pérdida de fuerza, contracturas y algias en los músculos junto con mioglobinuria después de realizar determinados ejercicios, sintomatología que mejora rápidamente con el reposo. Con cierta frecuencia, si los pacientes continúan con el ejercicio de forma suave, presentan mejoría en la capacidad de realizarlo (fenómeno del «segundo aliento»). Los valores de CK suelen estar muy elevados, pero no de forma mantenida. En estos pacientes no se observa aumento de los valores de lactato tras ejercicio bajo isquemia del antebrazo. En el examen histológico muscular se observan depósitos de glucógeno intracelular y fibras musculares degeneradas o necróticas. Se comprueba asimismo ausencia de fosforilasa muscular. En ocasiones debe hacerse el diagnóstico diferencial con el déficit de mioadenilato desaminasa, un trastorno frecuente del metabolismo de las purinas, con una variabilidad clínica que oscila desde pacientes asintomáticos hasta intolerancia al ejercicio con rampas y mialgias. En esta entidad no se produce la elevación normal de los valores de amonio tras ejercicio bajo isquemia del antebrazo. Miopatías lipídicas Se trata de un grupo de enfermedades poco frecuentes, pero que se des- criben con mayor asiduidad a medida que se conoce mejor la β-oxida- ción. Conforman dos grandes síndromes: 1) debilidad muscular pro- gresiva con depósito de lípidos en la biopsia, y 2) episodios recortados de rabdomiólisis. Entre las primeras destaca el déficit de carnitina, encargada de facilitar la entrada de los ácidos grasos al interior de la mitocondria para su oxidación. En la forma puramente miopática, el déficit de carnitina determina un cuadro de debilidad muscular proximal y troncular que cursa con elevación de las CK séricas. En el examen histológico muscular se aprecia un gran aumento de vacuolas lipídicas. La carnitina sérica es normal y la muscular se halla muy reducida. Estas miopatías responden a un tratamiento con carnitina y Figura - Zona de desestructuración focal de las sarcómeras (asterisco), rodeada de otras normales. Obsérvense la desaparición de las líneas M (flechas) y la pérdida de filamentos gruesos (miosina) (estrellas). (Microscopio electrónico, ×10.000.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1501 CAPÍTULO 188 Enfermedades musculares © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X II dietas ricas en hidratos de carbono y pobres en grasa. Existe una forma sistémica de déficit de carnitina de inicio en la infancia, que cursa con debilidad muscular proximal, insuficiencia hepática y encefalopatía. En este caso se hallan reducidas tanto la carnitina sérica como la mus- cular. En la segunda forma sindrómica destaca el déficit de carnitina- palmitoil-transferasa. Cursa con intolerancia al ejercicio físico y con episodios recurrentes de rabdomiólisis asociados a ejercicio intenso, infecciones o fiebre, particularmente si coinciden con un período de ayuno. La biopsia muscular suele ser normal. MIOPATÍAS ENDOCRINAS Miopatía tiroidea Existen cinco cuadros miopáticos relacionados con las alteraciones tiroideas: a) miopatía del hipotiroidismo; b) miopatía tirotóxica cró- nica; c) miopatía tirotóxica aguda; d) oftalmoplejía exoftálmica, y e) pa- rálisis periódica tirotóxica. La miopatía es muy común en el hipotiroidismo, a veces manifesta- da simplemente con una elevación de las CK, por lo que ante cualquier elevación de CK debe siempre descartarse un hipotiroidismo, aunque no haya otras manifestaciones. Los cuadros más evolucionados cursan con debilidad muscular y a veces con lentitud de contracción y relaja- ción de los músculos. El diagnóstico puede realizarse por la presencia de calambres, mioedema y disminución de los reflejos osteotendinosos, sobre todo los aquíleos. El EMG evidencia lentitud de contracción y relajación. La asociación de hipertrofia muscular, pérdida de fuerza y lentitud de movimientos constituye, en niños con cretinismo, el sín- drome de Debré-Semelaigne, y en adultos, generalmente acompañados de espasmos dolorosos, el síndrome de Hoffmann. Todas las alteraciones musculares referidas se resuelven favorablemente con tratamiento tiroideo sustitutivo. La miopatía tirotóxica crónica se observa asociada a los cuadros de hipertiroidismo crónico y afecta, principalmente, a los músculos de la cintura pelviana, aunque también puede aparecer debilidad de la cintura escapular. Los valores de CK y el EMG son normales. La oftalmoplejía exoftálmica cursa con debilidad de los músculos extrín- secos del ojo para causar estrabismo y diplopía. En los raros casos de miopatía tirotóxica aguda se produce debilidad muscular aguda que afecta al tronco y las extremidades, disartria y disfagia, junto con tem- blor, agitación, delirio e incluso coma. Esta es una urgencia médica que requiere tratamiento inmediato con propranolol y glucocorticoides. Miopatía por glucocorticoides Alrededor del 50%-80% de los pacientes con síndrome de Cushing, sea primario o yatrógeno, desarrollan un cuadro de miopatía de la cintura pelviana. El inicio suele ser insidioso, pero en ocasiones las manifestaciones clínicas pueden presentarse en forma de debilidad aguda y mialgias. Las enzimas musculares séricas suelen ser normales y en el EMG se observa un patrón de afección de tipo miógeno. El estudio histológico muscular suele revelar una gran variación de tamaño de las fibras, con atrofia de las fibras de tipo II y poca o nula necrosis. La interrupción, en las formas yatrógenas, de la administración de glucocorticoides mejora el cuadro clínico, que se resuelve en 1-4 meses. Las miopatías endocrinas restantes (v. cuadro 188-3) constituyen observaciones anecdóticas
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