Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
1700 SECCIÓN XIV Hematología Enfermedades del bazo INTRODUCCIÓN El bazo es el órgano linfoide de mayor tamaño del organismo; mide por término medio 10 cm de largo y pesa 150 g. En determinados procesos patológicos puede llegar a pesar más de 2.000 g y medir más de 30 cm de largo. Puede estar afectado por enfermedades de muy diversa etiolo- gía, de forma primaria o secundaria, como son: procesos malformativos (p. ej., asplenia), trastornos circulatorios (infartos, congestión), hiper- plasias (reactivas a infecciones, enfermedades de depósito, hemólisis), neoplasias malignas (en general, síndromes linfoproliferativos y mielo- proliferativos crónicos), metaplasias (hematopoyesis extramedular), procesos locales y neoplásicos benignos (quistes hidatídicos, quistes no parasitarios, hemangiomas, linfangiomas), traumatismos y otros. En determinadas enfermedades, el bazo puede aumentar o dis- minuir de tamaño, aunque en ciertos procesos puede ser normal a pesar de hallarse afectado. Desde el punto de vista funcional puede existir una hipofunción esplénica o hipoesplenismo y una hiperfunción esplénica o hiperesplenismo. La presencia de esplenomegalia no siempre implica la existencia de hiperesplenismo. De hecho, hiperesplenismo e hipoes- plenismo no son trastornos mutuamente excluyentes y pueden coexistir en un mismo paciente. HIPOESPLENISMO Concepto Se define como una alteración de las dos funciones básicas del bazo, la de filtración de hematíes viejos o alterados, bacterias, parásitos y otras partículas, y la de participación en la inmunidad celular y humoral, como órgano protector contra las infecciones. Los macrófagos esplé- nicos son fundamentales en la fagocitosis de bacterias capsuladas y de parásitos intraeritrocitarios. Por otra parte, el bazo desempeña una función muy importante tanto en el procesamiento de antígenos como en la producción de anticuerpos. Además, produce opsoninas como la tuftsina y la properdina, fundamentales en la fagocitosis de bacterias capsuladas. La causa más frecuente de hipoesplenismo es la esplenectomía realizada con fines terapéuticos y, en algunas ocasiones, diagnósticos. Cuando la esplenectomía se realiza como consecuencia de un traumatis- mo, es frecuente que se produzca la llamada esplenosis o autotrasplante heterotópico de tejido esplénico, la cual puede comportar cierta recupe- ración de la función esplénica. Causas frecuentes de hipoesplenismo son los infartos esplénicos repetidos (drepanocitosis, mielofibrosis primaria) que acaban por provocar una atrofia esplénica y anular funcionalmente el bazo («autoesplenectomía»), la trombosis de la arteria esplénica, la radioterapia esplénica, las enfermedades autoinmunes (LES, AR, forma sistémica de artritis idiopática juvenil, síndrome antifosfolipídico, vasculitis, glomerulonefritis, síndrome de Sjögren, conectivopatía mixta, enfermedad de Graves, tiroiditis de Hashimoto, esclerosis múltiple), las enfermedades gastrointestinales (celiaquía, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, esprúe tropical, enfermedad de Whipple, linfangiectasia intestinal) y los procesos hematológicos (TPH alogénico, sobre todo si existe EICR crónica, leucemia aguda, leucemia linfática crónica, linfoma de Hodgkin y otros síndromes linfoproliferativos y mieloproliferativos agudos y crónicos con infiltración esplénica). Otras causas son amiloidosis sistémica, sarcoidosis, sida, sepsis neumocócica, hepatopatías crónicas, alcoholismo, exposición al Thorotrast® y deter- minados trastornos congénitos, como asplenia congénita, síndrome de Ivemark y síndrome de Stormorken. Se han descrito casos aislados de hipoesplenismo en el carcinoma de mama metastásico, el hemangio- sarcoma y el hemangioendotelioma esplénicos. La administración de glucocorticoides, de inmunoglobulinas endovenosas a dosis elevadas y la nutrición parenteral total puede provocar también hipoesplenismo. La función esplénica está también reducida en los neonatos. Por otra parte, la edad avanzada también puede ser causa de hipoesplenismo. La rotura espontánea del bazo es una rara pero bien conocida complicación de determinados procesos infecciosos como la mononucleosis infecciosa y el paludismo y de algunas hemopatías malignas, como los síndromes Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. de los pacientes tiene una lesión única, y el resto, extendida. Algunos pacientes presentan pancitopenia. Es una enfermedad agresiva con mortalidad debida a progresión en la mayoría de los enfermos. El sarcoma de célula folicular dendrítica es una proliferación de célu- las con fenotipo compatible (S100− CD1a−CD21+ CD23+ CD35+ clusterina+ CD207–), originada en una célula dendrítica estromal. Se puede asociar a la enfermedad de Castleman. Afecta principalmente a ganglios, sobre todo cervicales e intraabdominales, y a territorios extraganglionares (amígdala, intestino, tejido blando, piel, mediastino, hígado, bazo y pulmón). Se desconoce la etiología, aunque la variante de seudotumor inflamatorio, que se observa en hígado o bazo, se asocia a la infección por EBV. Las células son fusiformes u ovoides formando fascículos, espirales, sábanas difusas o nódulos vagos con linfocitos acompañantes. Son frecuentes las seudoinclusiones nucleares. La forma de presentación más frecuente es una lesión única extranodal indolora, excepto las masas abdominales grandes, que pueden producir obs- trucción. Los síntomas sistémicos son poco habituales. El curso clínico es generalmente indolente y de larga evolución independientemente del estadio, pero con recaídas en el 50% de los casos. Los casos con mor- fología de alto grado pueden tener un curso rápidamente progresivo. El sarcoma de célula dendrítica interdigitante es una proliferación neoplásica de células con fenotipo compatible (S100+ fascina+ CD1a− CD21− CD35− lisozima+ CD207–) sin que se detecten desmosomas en el examen ultraestructural. Se presenta principalmente en ganglio, pero también puede afectar piel, médula, intestino y otros. La infil- tración es paracortical y constituida por espirales de células fusiformes con abundante citoplasma, acompañada de infiltración linfoide. Se asocia a linfomas B de bajo grado. Los pacientes presentan masas cervicales y axilares junto con síntomas generales. La mayoría de los pacientes tienen una afección única. El curso clínico es heterogéneo con un curso agresivo en los casos con mayor diseminación tumoral. Dada la rareza de estas enfermedades, la información sobre el tratamiento es escasa. En las formas localizadas, la terapia se basa en la cirugía y eventualmente la radioterapia. Para las formas diseminadas se utilizan diferentes pautas de poliquimioterapia bien basadas en antraciclínicos, bien en gencitabina. El papel de inhibidores de cinasas o de mTOR es experimental. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Abbla O, Jacobsen E, Picarsic J, Krenova Z, Jaffe R, Emile JF, et al. Consensus recommendations for the diagnosis and clinical management of Rosai- Dorfman-Destombes disease. Blood 2018;131(26):2877-90. Allen CE, Merad M, McClain KL. Langerhans-cell Histiocytosis. New Engl J Med 2018;379(9):856-68. Al-Samkari H, Berliber N. Hemophagocytic lymphohistiocytosis. Annu Rev Pathol 2018;13:24-49. Diamond El, Dagna L, Hyman DM, Cavalli G, Janku F, Estrada-Veras J, et al. Consensus guidelines for the diagnosis and clinical management of Erdheim-Chester disease. Blood 2014;124:483-92. Emile JF, Abla O, Fraitag S, Horne A, Haroche J, Donadieu J, et al. Revised classification of histiocitosis and neoplasms of macrophage-dendritic cell lineages. Blood 2016;127(22):2672-81. https://booksmedicos.org CAPÍTULO 214 Enfermedades del bazo © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lito. S E C C IÓ N X IV 1701 linfo- y mieloproliferativos. La ausencia completa de tejido esplénico o de su función se denomina asplenia. Datos de laboratorio El frotis de sangre periférica puede alertar sobre la posible existencia de asplenia o hipoesplenismo al observar la presencia de cuerpos de Howell-Jolly (restos nucleares), cuerpos de Heinz (restos de hemoglobina) y cuerpos de Pappenheimer (gránulos de hierro) en el interior de los hematíes, así como de acantocitos y dianocitos. También se ha desarro- llado un método para cuantificar los hematíes que contienen cuerpos de Howell-Jolly mediante citometría de flujo. El estudio de hoyos o depresiones (pits) en la superficie de los hematíes con el microscopio de interferencia de fases mediante óptica de Nomarski es uno de los pro- cedimientos más empleados para estudiar la función esplénica. En los sujetos normales se observa menos del 2% de hematíes con pits, mien- tras que en los esplenectomizados este porcentaje se sitúa entre el 12% y el 50%. Los estudios mediante el microscopio electrónico han revelado que los pits son en realidad vacuolas submembranarias que contienen restos de ferritina, Hb, mitocondrias y membranas. El recuento de hematíes con inclusiones argirófilas tras tinción de plata (valor normal 0%-3%) también es de utilidad. En el hemograma aparece primero una leucocitosis neutrofílica y posteriormente linfocitosis y monocitosis. La cifra de plaquetas también aumenta tras la esplenectomía, con descenso posterior hasta alcanzar un valor normal en la mayoría de los casos. La viscosidad sanguínea aumenta tras la esplenectomía y permanece elevada debido a que los hematíes son menos deformables. Existe un mayor riesgo de complicaciones vasculares (10%), entre otras, trombosis arterial y venosa e hipertensión pulmonar, debido al aumento de la cifra de plaquetas y de la viscosidad sanguínea. Entre los trastornos de la inmunidad es característica una alteración de la respuesta frente a nuevos antígenos, con descenso de los valores de IgM y alteración de la fagocitosis de bacterias opsonizadas o no opsonizadas. El estudio de la función inmunológica del bazo puede realizarse mediante análisis con citometría de flujo de las subpoblaciones linfocitarias de sangre periférica, sobre todo el porcentaje de moléculas de adhesión (CD54 y CD11a), el cual se ha encontrado disminuido en pacientes esplenectomizados, así como la subpoblación de linfocitos B relacionada con la respuesta rápida a antígenos encapsulados (CD19+, IgMhigh, IgDlow) y la determinación de la respuesta temprana (IgM) y tardía (IgG) tras la administración de vacuna antineumocócica poli- sacárida. También se han detectado alteraciones del sistema del com- plemento, con descenso de alguno de sus componentes o alteraciones de la vía alternativa. La concentración de tuftsina y properdina desciende. También se producen trastornos funcionales de los neutrófilos por déficit de factores quimiotácticos y opsonizantes y trastornos funcionales de los linfocitos. Asimismo, tras la esplenectomía es frecuente la apari- ción de autoanticuerpos y se ha descrito la aparición de determinadas enfermedades inmunológicas, como miastenia grave, tromboastenia autoinmune, nefropatía por IgA y nefritis intersticial. La asociación entre esplenectomía y el desarrollo de tumores sólidos, bien demostrada en experimentación animal, todavía no ha sido demostrada en humanos. Cuadro clínico Los pacientes con asplenia o con un hipoesplenismo funcional presentan un riesgo de por vida de desarrollar infecciones graves como neumonía, meningitis y sepsis, especialmente por microorganismos capsulados como Streptococcus pneumoniae (50%-87%), Haemophilus influenzae de tipo b, sobre todo en niños, Neisseria meningitidis, Capnocytophaga canimorsus y Bortedella holmesii. Ello se debe a una respuesta inmunitaria deficiente frente a antígenos polisacáridos que se hallan en la cápsula de dichos microorganismos y a la menor producción de IgM. Los citados gérmenes proliferan en la sangre y no son fagocitados por los macrófa- gos debido a la ausencia del bazo. Las infecciones también pueden ser producidas por otros microorganismos gramnegativos, como Salmonella spp., Pseudomonas aeruginosa, Escherichia coli, Erlichia spp., parásitos intraeritrocitarios como Plasmodium falciparum, Babesia microti y otros. La incidencia es baja, 2-5 por 1.000 pacientes asplénicos por año. El riesgo global de padecer una infección fulminante postesplenec- tomía es bajo (se estima en cerca del 5% a lo largo de la vida), pero mayor durante los primeros 2 años que siguen a la intervención (más de la mitad de dichas infecciones) y en un tercio de los pacientes hasta los 5 años después de la esplenectomía, aunque perdura de por vida. Los niños están especialmente predispuestos, dada la inmadurez de su sistema inmunitario, mientras que en los adultos el riesgo parece menor y disminuye progresivamente tras la intervención. El riesgo infeccioso también depende de la enfermedad de base por la que se indicó la esplenectomía. Así, es mayor en situaciones en que existe, además, una alteración de la inmunidad celular, como sucede en el linfoma de Hodgkin, en la hipogammaglobulinemia, en pacientes bajo tratamiento con quimioterapia o radioterapia y en enfermos receptores de un TPH. En pacientes con β-talasemia mayor y con drepanocitosis, el riesgo de infección y la mortalidad asociada son notablemente más altos. El riesgo infeccioso tras la esplenectomía por traumatismo del bazo puede ser menor debido a la ya comentada esplenosis. Los síntomas iniciales de la sepsis postesplenectomía son a menudo leves. Los enfermos pueden presentar un cuadro seudogripal, debilidad, mialgias, cefalea, vómitos, diarrea y dolor abdominal. La infección pue- de evolucionar de forma rápida, en horas, a bacteriemia y shock séptico. A pesar del tratamiento antibiótico apropiado y otros tratamientos de soporte intensivos, la mortalidad es alta, superior al 50%-70%; no obstante, con una buena educación de los pacientes sobre su situación de asplenia, este porcentaje puede reducirse hasta un 10%-40% debido al inicio temprano del tratamiento antibiótico. El 68% de pacientes fallecen durante las primeras 24 h y el 80% durante las primeras 48 h desde el inicio. Tratamiento En el cuadro 214-1 se resume la pauta de actuación antiinfecciosa que debe seguirse ante todo paciente con asplenia o con hipoesplenismo. Inmunización La vacuna antineumocócica de polisacáridos incluye 23 de los serotipos más frecuentes, responsables de cerca del 90% de infecciones neumo- cócicas, y es eficaz en un 90% de los adultos sanos menores de 55 años. Las vacunas conjugadas antineumocócicas actualmente disponibles incluyen 10 (decavalente) o 13 serotipos (tridecavalente), y son de elec- ción en los niños pequeños. En nuestro medio se recomienda vacunar a los niños asplénicos o con hipoesplenismo con las siguientes pautas según la edad: a) menores de 2 años: 3 dosis de vacuna antineumocó- cica conjugada tridecavalente con intervalos de 2 meses y una cuarta dosis de refuerzo entre los 12 y los 18 meses si la primovacunación se hizo durante el primer año de vida, y b) de 2 a 5 años: 2 dosis de vacuna conjugada tridecavalente separadas por un intervalo de 2 meses, y 1 dosis de vacuna antineumocócica polisacárida 23 valente 2 meses después, con revacunación al cabo de 5 años. En niños mayores de 5 años y en adultos, la vacunación antineumocócica debe realizarse con 1 dosis de vacuna conjugada 13 valente, seguida 2 meses después de 1 dosis de vacuna polisacárida 23 valente y 1 dosis de recuerdo de esta al cabo de 5 años. La pauta completa de vacunación se debe adminis- trar al menos 2-4 semanas antes de una esplenectomía programada, ya que la inmunogenicidad de la misma es más baja si se administra con menos intervalo o después de la intervención, debido a que para que actúe se requiere la presencia de linfocitosB sintetizadores de IgM. De todas formas, todo paciente esplenectomizado que no ha recibido previamente vacunación antineumocócica debe ser vacunado lo antes posible. La asplenia per se no contraindica la administración de ningún tipo de vacuna. Por tanto, ante una esplenectomía de urgencia, tanto si se trata de pacientes inmunocompetentes como de inmunodeprimidos no vacunados, se recomienda administrar la vacuna 2 semanas después de la intervención y revacunar a los 2 meses. Se recomienda revacunar a los 5 años con la vacuna antineumocócica polisacárida 23 valente. En enfermos con hipoesplenismo, principalmente relacionado con enfermedades hematológicas, la eficacia de la vacuna puede dis- minuir por pérdida de los títulos del Ac específico o bien porque la infección es debida a una bacteria no incluida en los 13 ni en los 23 serotipos de las vacunas administradas. Se recomienda administrar la vacuna antineumocócica en el momento del diagnóstico y realizar una única reinmunización al cabo de 5 años. Ya no se recomienda Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1702 SECCIÓN XIV Hematología revacunar periódicamente durante toda la vida del paciente. En el caso de pacientes inmunodeprimidos y con hipoesplenismo que deben recibir tratamiento inmunodepresor, quimioterápico o radioterapia, se recomienda administrar la vacuna 2 semanas antes del inicio del tratamiento o, si ya lo han iniciado, vacunarlos a partir de los 3 meses de finalizar el mismo. La vacunación durante el tiempo en que se realiza este tipo de tratamiento debe evitarse. Los pacientes que van a ser esplenectomizados o con hipoesplenis- mo funcional y que no hayan sido vacunados previamente frente a H. influenzae de tipo b también deben recibir la vacuna conjugada frente a esta bacteria 2 semanas antes de la esplenectomía. En pacientes adultos esplenectomizados, tanto sean inmunocompetentes como inmunodeprimidos, la vacunación debe realizarse idealmente a los 14 días postesplenectomía y no se requiere revacunación. También debe administrarse la vacuna antimeningocócica conjugada tetravalente A, C, W, Y 14 días antes de la esplenectomía. En pacientes adultos esplenectomizados, tanto sean inmunocompetentes como inmunode- primidos, la vacunación debe realizarse, idealmente, a los 14 días post- esplenectomía. Tras la inmunización inicial, se administrará 1 primera dosis de recuerdo al cabo de 3 años en los menores de 7 años, y de 5 años en los mayores de esa edad y, posteriormente, se revacunará cada 5 años. También está indicado administrar la nueva vacuna frente al serotipo B de N. meningitidis, siguiendo las pautas recomendadas según la edad. En todos los pacientes con asplenia, se recomienda administrar anualmente la vacuna antigripal para reducir el riesgo de sobreinfección bacteriana secundaria por microorganismos encapsulados. Antibióticos Profilaxis La utilización de antibióticos profilácticos es muy controvertida, debido a la falta de datos clínicos que avalen su eficacia, a la dificul- tad de mantener el tratamiento durante años y al problema creciente de la resistencia frente a los antibióticos. La mayoría de los autores recomiendan la realización de profilaxis antibiótica para niños con asplenia o hipoesplenismo, especialmente durante por lo menos los primeros 3 años tras la esplenectomía o hasta los 5 años de edad. La evidencia científica de esta recomendación en los adultos no está clara. Los antibióticos profilácticos recomendados son la amoxicilina, 500 mg/12 h p.o., la amoxicilina-ácido clavulánico, 500/125 mg/12 h p.o. En niños, se recomienda la amoxicilina a dosis de 20 mg/kg/día. En alérgicos a la penicilina o en áreas con una incidencia muy elevada de S. pneumoniae resistentes a penicilina, se recomienda administrar fluoroquinolonas como levofloxacino, 500 mg/24 h p.o. En niños se evitará el uso de quinolonas en la profilaxis prolongada por el riesgo de artropatía. En estos casos, puede considerarse el uso de cefalosporinas p.o. (en aquellos sin antecedentes de hipersensibilidad inmediata a la penicilina) o de macrólidos p.o. (en áreas de baja prevalencia de resis- tencias a S. pneumoniae). Se recomienda tomar antibióticos profilácticamente durante los primeros 3 meses tras la esplenectomía, que son los de más riesgo de sepsis (50%), en caso de esplenectomía por traumatismo o accidente quirúrgico y en pacientes esplenectomizados que han de recibir quimio- terapia o radioterapia de campo extenso y no han sido vacunados, con un retraso de 3 meses en la vacunación. También puede considerarse en los pacientes que han superado una sepsis neumocócica o en los que presentan inmunodepresión grave, como pueden ser los afectados de hipogammaglobulinemia, infección por HIV, trasplantados de órgano sólido y en los pacientes con hepatopatía avanzada. También debe hacerse profilaxis antibiótica antes de una extracción dentaria. En los niños pequeños, se recomienda mantener la profilaxis antibiótica hasta los 5 años de edad, y en los mayores de 5 años durante un mínimo de 1 año. Tratamiento Todo paciente esplenectomizado que presente un proceso febril debe iniciar la toma de alguno de estos antibióticos p.o. o i.m. ya en el propio domicilio, incluso antes de que le vea su médico (autotratamiento). Una pauta recomendable consiste en la toma de 1 g de amoxicilina p.o. o de 1 g de ceftriaxona i.m., y para ello deben disponer del antibiótico en el propio domicilio. En caso de alergia a la penicilina puede admi- nistrarse levofloxacino 750 mg (1,5 comprimidos) o moxifloxacino 400 mg p.o. En los pacientes con síntomas sugestivos de sepsis fulminante pos- tesplenectomía, en espera de los resultados de los cultivos bacteriológi- cos debe iniciarse un tratamiento antibiótico empírico que incluya una cefalosporina de tercera (ceftriaxona o cefotaxima) o cuarta generación (cefepime), en dosis altas asociada a vancomicina, hasta que se conozca el microorganismo y su antibiograma (tabla 214-1). A continuación, debe efectuarse el tratamiento antibiótico específico basado en los resultados anteriores. Información al paciente Los pacientes con asplenia deben recibir información adecuada sobre su nueva situación. Se les debe comunicar la conveniencia de llevar una identificación en forma de collar o pulsera y un carné con información acerca de su condición de asplénicos y de otros aspectos clínicos, como la probable progresión rápida de una infección. Debe instruírseles, tanto a ellos como a sus familiares, sobre la necesidad de notificar siempre su estado de asplenia o hipoesplenismo a todo profesional que los atienda y de iniciar lo antes posible el tratamiento antibiótico, acudiendo de inmediato a su facultativo ante cualquier proceso febril que los afecte, especialmente si se acompaña de signos o síntomas sistémicos. También se les debe educar sobre los riesgos de contraer infecciones mortales a partir de mordeduras o picaduras de animales (p. ej., C. canimorsus, procedente de perros) y sobre las exposiciones a agentes infecciosos durante los viajes (p. ej., paludismo, babesiosis). • CUADRO 214-1 Pauta de actuación antiinfecciosa ante todo paciente con asplenia o hipoesplenismo Vacunación Vacuna antineumocócica conjugada 13 valente al menos 14 días antes de la esplenectomía Vacuna antineumocócica polisacárida 23 valente a los 2 meses de la anterior Vacuna antineumocócica polisacárida 23 valente al cabo de 5 años Vacuna anti-Haemophilus influenzae de tipo b (Hib), al menos 14 días antes de la esplenectomía Vacuna antimeningocócica conjugada A, C, W, Y y vacuna antimeningocócica B al menos 14 días antes de la esplenectomía Vacuna antigripal anual Profilaxis antibiótica Amoxicilina(500 mg/12 h p.o.)* Amoxicilina-ácido clavulánico (500/125 mg/12 h p.o.) En pacientes con alergia a la penicilina: levofloxacino (500 mg/24 h p.o.) Tratamiento Ante cualquier proceso febril y antes de su llegada a un centro médico debe autoadministrarse amoxicilina (1 g p.o.) o ceftriaxona (1 g i.m.). En individuos alérgicos a la penicilina se administrará levofloxacino (750 mg p.o.) o moxifloxacino (400 mg p.o.) Educación Informar al paciente acerca de los riesgos de contraer infecciones graves y tipos de infección Aconsejar llevar una identificación informativa de su estado de asplenia o de hipoesplenismo (collar, pulsera o carné) Instruir al paciente y a sus familiares sobre la necesidad de informar a los profesionales de la salud acerca de su estado de asplenia o disfunción esplénica Vacuna antineumocócica conjugada 13 valente (Prevenar 13®). Vacuna antineumocócica polisacárida 23 valente (Pneumo23®, PneumoVax23®). Vacuna anti-Haemophilus influenzae de tipo b (Hib) (Hiberix®). Vacuna antimeningocócica conjugada tetravalente (A, C, Y, W) (Menveo® o Nimenrix®). Vacuna antimeningocócica B (Bexero®, Trumemba®). *En niños, amoxicilina 20 mg/kg/12 h, p.o. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org CAPÍTULO 214 Enfermedades del bazo © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X IV 1703 HIPERESPLENISMO Concepto y cuadro clínico Se denomina esplenomegalia al crecimiento del tamaño del bazo. Exis- ten seis mecanismos fisiopatológicos básicos de crecimiento esplénico: 1) hiperplasia del sistema inmunitario o mononuclear-fagocítico, como los que se producen respectivamente en enfermedades infecciosas e inmunológicas o en enfermedades en las que los eritrocitos son des- truidos por ser estructuralmente anormales; 2) alteración del flujo sanguíneo del bazo, como ocurre en ciertas hepatopatías o trombosis del árbol esplenoportal; 3) infiltración del bazo de forma primaria o secundaria por tumores; 4) hematopoyesis extramedular esplénica en ciertas hemopatías; 5) acumulación de material anómalo, y 6) lesiones ocupantes de espacio como hemangiomas y quistes. En los cuadros 214-2 y 214-3 se describen las causas más frecuentes de esplenomegalia en la práctica clínica, según su etiología y su tamaño, respectivamente. Se habla de hiperesplenismo cuando existe una hiperfunción esplénica caracterizada por: a) esplenomegalia; b) disminución más o menos pronunciada de las cifras de hematíes, leucocitos y plaquetas, en cualquier combinación; c) una médula ósea normal o con hiperplasia celular compensadora; d) evidencia de un recambio celular aumentado de la línea celular disminuida (reticulocitosis, aumento de las formas en banda, plaquetas inmaduras circulantes), y e) normalización de los valores hemoperiféricos cuando se procede a la esplenectomía. La pancitopenia es resultado del secuestro de los elementos formes de la sangre, destrucción de los mismos favorecida por el ambiente intraesplénico adverso (disminución del pH, de la presión de O2, de la glucosa) y hemodilución debida al aumento del volumen plasmático. Conviene tener presente que los pacientes con cirrosis hepática, hipertensión portal y esplenomegalia pueden presentar grados signifi- cativos de trombocitopenia «aparente» (con o sin leucopenia y anemia), pero sin trastornos hemorrágicos, debido a que la masa total de plaque- tas es habitualmente normal, así como la supervivencia de las mismas. El tratamiento del hiperesplenismo depende en gran parte de la actuación sobre el mecanismo fisiopatológico de su producción y de la enfermedad subyacente. Si ello no es posible y las citopenias son intensas se recurre a la esplenectomía. Diagnóstico y exploraciones complementarias En un 3% de los adultos sanos es posible palpar el bazo sin que ello ten- ga una significación patológica. Una esplenomegalia de más del doble del tamaño normal se palpa por debajo del reborde costal cuando el paciente inspira profundamente. En general es indolora a la palpación y se detecta de manera fortuita o bien de forma intencionada ante un signo clínico guía, como puede ser fiebre, hepatomegalia, adenopatías periféricas o ictericia. Puede producir trastornos funcionales, como TABLA 214-1 Tratamiento empírico de la sepsis fulminante postesplenectomía Fármacos Dosis (adultos)a Dosis (niños)a Cefotaxima 2 g/4 h i.v. 50 mg/kg cada 6 h i.v. Ceftriaxona 2 g/12 h i.v. 50 mg/kg cada 12 h i.v. +/− Vancomicinab 1 g/12 h i.v. 10-15 mg/kg cada 6 h i.v. Levofloxacinoc 500 mg/12 h i.v. (las tres primeras dosis y seguir luego cada 24 h) o vancomicina asociados a aztreonam 1 g/12 h i.v. 1 g/8 h i.v. aAjustar dosis en insuficiencia renal. bAsociar cuando existe sospecha de infección por neumococo resistente a la penicilina o meningitis hasta conocer su sensibilidad. cEn alergia a la penicilina. • CUADRO 214-2 Clasificación de las esplenomegalias según su etiología Esplenomegalias hematológicas Síndromes hemolíticos: esferocitosis hereditaria, eliptocitosis hereditaria, talasemia, drepanocitosis, anemias hemolíticas autoinmunes Neoplasias mieloproliferativas crónicas: leucemia mieloide crónica, policitemia vera, mielofibrosis primaria, trombocitemia esencial, leucemia mielomonocítica crónica Síndromes linfoproliferativos: leucemia aguda linfoblástica, leucemia linfática crónica, linfoma de Hodgkin, linfomas no hodgkinianos, leucemia prolinfocítica, tricoleucemia y macroglobulinemia de Waldenström Alteraciones del sistema mononuclear fagocítico: Reactivas: histiocitosis hemofagocítica reactiva Proliferativas: histiocitosis de células de Langerhans e histiocitosis malignas Tesaurismosis: enfermedad de Gaucher, enfermedad de Niemann-Pick, síndrome del histiocito azul marino y otras Tratamiento con G-CSF en donantes normales de progenitores hematopoyéticos Esplenomegalias infecciosas Fiebre tifoidea, brucelosis, endocarditis bacteriana subaguda, sepsis bacteriana, tularemia, tuberculosis, histoplasmosis, mononucleosis infecciosa, hepatitis vírica, sida, infección por CMV, rubéola, síndrome vírico hemofagocítico, enfermedad de Lyme, sífilis secundaria, leptospirosis, fiebre Q, kala-azar, paludismo, babesiosis, toxoplasmosis, quiste hidatídico, absceso esplénico, esquistosomiasis, tripanosomiasis, fasciolasis, toxocariasis, distomatosis, candidiasis hepatoesplénicas Esplenomegalias hepatógenas y por hipertensión portal Cirrosis hepática (etílica, posthepatítica, biliar primaria), trombosis de la vena esplénica, trombosis de la vena porta, malformaciones congénitas del área esplenoportal, trombosis de las venas suprahepáticas (síndrome de Budd-Chiari), esquistosomiasis hepática, equinococosis hepática, bilharziosis hepatoesplénica, enfermedad de Wilson, síndrome de obstrucción sinusoidal hepática, fibrosis hepática congénita, y otras Esplenomegalias de naturaleza variada Enfermedades sistémicas (LES, AR), síndromes de Felty y de Still Linfadenopatía angioinmunoblástica Esplenomegalia idiopática no tropical (síndrome de Dacie) Beriliosis Inducida por silicona Esplenomegalia malárica hiperreactiva Amiloidosis Hemocromatosis Sarcoidosis Mastocitosis Enfermedad de Tangier Síndrome de Hurler y otras mucopolisacaridosis Quistes no parasitarios y hamartomas Tumores vasculares (hemangiomas, linfangiomas, hemangioendoteliomas, angiosarcomas) Tumores no linfoides (lipoma, hamartoma, histiocitoma fibroso, fibrosarcoma, leiomiosarcoma, teratoma maligno, metástasis epiteliales) Síndrome hipereosinofílico Enfermedad del injerto contra el receptor (EICR) Esplenomegalia transitoria inducida por fármacos Traumatismos esplénicos con formación de hematoma intracapsular AR: artritisreumatoide; CMV: citomegalovirus; LES: lupus eritematoso sistémico. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1704 SECCIÓN XIV Hematología sensación de ocupación en hipocondrio izquierdo, dolor abdominal o constipación. Las complicaciones más frecuentes son las citopenias por hiperesplenismo, el dolor en hipocondrio izquierdo por infarto esplénico y la rotura esplénica con shock hemorrágico (el bazo es el órgano intraabdominal que sufre roturas traumáticas con mayor fre- cuencia). El diagnóstico de una esplenomegalia es esencialmente clínico (palpación). El simple examen morfológico de un frotis de la sangre periférica teñido con May-Grünwald-Giemsa puede constituir una prueba crucial para el diagnóstico de una esplenomegalia. La radiografía simple de abdomen es una exploración muy útil para evidenciar la presencia de calcificaciones intraesplénicas. La eco- grafía abdominal permite medir el tamaño y confirmar la existencia de esplenomegalia en muchas ocasiones, sin que esta sea perceptible por palpación y, por tanto, poco valorable desde el punto de vista clínico. Aporta datos sobre la homogeneidad del tejido esplénico, permite detec- tar con especial sensibilidad quistes y abscesos y descartar la presencia de otras alteraciones como, por ejemplo, hepatomegalia, adenopatías o signos de hipertensión portal. Junto con la TC, constituye la técnica más utilizada para el diagnóstico de lesiones esplénicas, tanto las producidas por traumatismos como por infiltración neoplásica linfoide o de otro tipo. La RM del bazo tiene una resolución similar a la de la TC, pero con mayor coste económico. Complementa a la TC en la detección de lesiones vasculares que hubieran requerido la práctica de una arteriogra- fía. La arteriografía selectiva se realiza cuando se sospechan alteraciones de la arteria esplénica (aneurismas) que no han sido confirmadas por TC o RM. El estudio con isótopos radiactivos permite confirmar el tamaño del bazo y obtener información acerca de la función del mismo. Para la valoración de la actividad del SMF del bazo se pueden marcar hematíes con 51Cr o 99mTc calentados previamente a la infusión al paciente para que sean secuestrados en el bazo, o bien emplear suspensiones coloidales marcadas con 99mTc. Una de las mayores indi- caciones de esta técnica es la demostración de bazos accesorios antes de una esplenectomía. La gammagrafía esplénica dinámica permite monitorizar la capacidad de aclaramiento plasmático y el grado de captación del parénquima esplénico funcionante, mediante hematíes autólogos sensibilizados por calor. Para estudiar el grado de secuestro o destrucción de células sanguíneas y determinar su vida media se reinfunden plaquetas o hematíes del propio paciente marcados con 111In. Así se obtiene información del grado y localización del secuestro esplénico y hepático. El estudio ferrocinético con 59Fe permite demos- trar actividad en el bazo en el caso de hematopoyesis extramedular. En estas situaciones puede ser necesaria la realización de un aspirado o biopsia de médula ósea para llegar al diagnóstico. En casos extremos se recurre a la laparotomía exploradora con esplenectomía para realizar el diagnóstico. Tratamiento Esplenectomía La mayor parte de las esplenectomías se realizan para paliar el efecto de las citopenias, principalmente la trombocitopenia, o por una rotura esplénica de cualquier etiología, debido al riesgo de hemoperitoneo y shock hipovolémico. También se realiza para eliminar el dolor abdo- minal persistente o irradiado al hombro izquierdo, la sensación de plenitud posprandial temprana o las alteraciones de los hábitos intes- tinales o urinarios por compresión intestinal o de la vejiga urinaria, respectivamente. En pacientes con enfermedades hematológicas debe buscarse la existencia de bazos accesorios para su extirpación y evitar la recurrencia de los síntomas; en cambio, en caso de traumatismo esplénico deben preservarse los bazos accesorios para ofrecer una cierta funcionalidad esplénica y evitar las complicaciones derivadas de la esplenectomía total. En la esferocitosis hereditaria, la esplenectomía es el tratamiento de elección cuando la anemia se intensifica y aumentan las necesida- des transfusionales. En la anemia hemolítica autoinmune se indica cuando no hay respuesta al tratamiento con glucocorticoides tras 6-8 semanas de tratamiento o con inmunodepresores, o bien cuando los glucocorticoides están contraindicados. Otras anemias hemolíticas, como la eliptocitosis hereditaria, el déficit de piruvato-cinasa, la drepanocitosis y la β-talasemia mayor, pueden beneficiarse de la esplenectomía en casos seleccionados. En toda anemia hemolítica, la frecuente asociación de litiasis biliar obliga a una exploración cuidadosa con una ecografía abdominal previa a la intervención, que permitirá la realización de una colecistectomía en el mismo acto operatorio en los casos sintomáticos. La púrpura trombocitopénica inmune es una indicación frecuente de esplenectomía cuando fracasa el tratamiento con glucocorticoides, inmunodepresores y agentes trombopoyéticos (v. cap. 215, Enfermedades de la hemostasia). Las recaídas tras la intervención se cifran en un 20%. Debido al riesgo quirúrgico de hemorragia, se pueden administrar dosis altas de Ig por vía i.v. previamente a la esplenectomía para aumentar la cifra de plaquetas. Por otra parte, el riesgo de sufrir complicaciones trom- boembólicas venosas es elevado tras la esplenectomía si no se realiza anticoagulación profiláctica. En determinadas hemopatías malignas, como, por ejemplo, linfomas no hodgkinianos (linfoma esplénico primario) y síndromes linfoproliferativos crónicos con expresión leucémica, la esplenectomía puede ser una medida diagnóstica y terapéutica coadyuvante. Otras indicaciones de esplenectomía pueden ser los problemas compresivos, infartos o citopenias producidos por la enfermedad neoplásica de base, como ocurre, por ejemplo, en la mielofibrosis primaria. Muchos procesos locales, como quistes, abscesos y tumores benignos (hemangiomas, linfangiomas, hamartomas) y malignos (hemangiosarcomas, metástasis de tumores sólidos), son tributarios de esplenectomía, ya sea total o parcial, en función de la enfermedad de base. En algunos casos, la esplenectomía puede ser un método eficaz para el diagnóstico de cuadros de fiebre de origen desconocido que cursan con esplenomegalia en los que se sospecha la existencia de un linfoma. En la púrpura trombótica trombocitopénica se indica la esplenectomía cuando fallan otros tratamientos. La exéresis del bazo ha dejado prácticamente de realizarse en el linfoma de Hodgkin y en la tricoleucemia. En los traumatismos esplénicos, antes de recurrir a la esplenectomía, cabe intentar el tratamiento conservador siempre que • CUADRO 214-3 Clasificación de las esplenomegalias según el tamaño Esplenomegalias masivas (> 10 cm) Leucemia mieloide crónica Mielofibrosis primaria o secundaria a otras neoplasias mieloproliferativas crónicas Enfermedades de Gaucher y de Niemann-Pick Kala-azar (leishmaniasis visceral) Quiste hidatídico Malaria crónica Talasemia mayor Leucemia prolinfocítica Esplenomegalia malárica hiperreactiva Linfoma esplénico Esplenomegalias de tamaño mediano (5-10 cm) Hepatitis vírica y cirrosis hepática Hipertensión portal Anemia hemolítica Policitemia vera Linfoma de Hodgkin Linfomas no hodgkinianos Leucemia linfática crónica Abscesos e infartos esplénicos Sarcoidosis Tricoleucemia Amiloidosis Esplenomegalias de tamaño menor (< 5 cm) Infecciones agudas y subagudas diversas (fiebre tifoidea, brucelosis, endocarditis infecciosa, sepsis bacteriana, mononucleosis infecciosa, paludismo) Leucemia linfoblástica aguda Trombocitemiaesencial Enfermedades sistémicas (lupus eritematoso sistémico y otras) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org CAPÍTULO 214 Enfermedades del bazo © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. S E C C IÓ N X IV 1705 las condiciones clínicas del paciente lo permitan. Actualmente, debe considerarse la opción de realizar la hemostasia mediante la emboli- zación selectiva de la arteria esplénica por radiología intervencionista, lo que evita el acto quirúrgico, de mayor riesgo en el paciente poli- traumatizado. Entre las medidas quirúrgicas para preservar el bazo tras su lesión traumática están la esplenorrafia mediante sutura o el uso de una malla, la cementación con fibrina y la coagulación con argón. Por otra parte, no hay que olvidar que algunas esplenectomías o intervenciones sobre el bazo todavía son motivadas por lesiones yatrogénicas del mismo, producidas durante la práctica de colectomías izquierdas, intervenciones antirreflujo y nefrectomías izquierdas. La torsión esplénica seguida de isquemia es, aunque poco frecuente, otro motivo de esplenectomía. La estrecha relación del bazo con otros órganos intraabdominales, así como las maniobras necesarias para su exposición, hacen que el procedimiento quirúrgico se asocie en algunos casos con complica- ciones por lesiones de órganos vecinos. La edad, el diagnóstico de una hemopatía maligna y el grado de esplenomegalia son los principales factores de riesgo. Las complicaciones pueden ser inmediatas o tardías. Entre las inmediatas, las más frecuentes son las hemorragias, sobre todo a partir de los vasos gástricos cortos, las complicaciones infecciosas, la atelectasia pulmonar, la lesión de la curvatura mayor del estómago, la lesión pancreática y la ruptura yatrogénica del bazo, con la consi- guiente implantación del tejido esplénico en la cavidad peritoneal, así como la no detección de bazos accesorios. Entre las tardías destacan la trombocitosis, con el riesgo de complicaciones trombóticas, como, por ejemplo, la trombosis portal o de la vena esplénica, el riesgo aumentado de hipertensión pulmonar y la sepsis fulminante postesplenectomía. La reaparición del cuadro clínico que motivó la esplenectomía debe hacer sospechar la presencia de bazos accesorios. La enfermedad sub- yacente por la que se ha indicado la esplenectomía puede añadir otras complicaciones. El tamaño del bazo es un aspecto que ha de considerarse a la hora de elegir el tipo de intervención. En esplenomegalias masivas, superiores a 20 cm entre el polo superior e inferior, es posible recu- rrir a una embolización preoperatoria de la arteria esplénica con la intención de reducir el tamaño esplénico para poder realizar la esplenectomía por laparoscopia. Si no se consigue, siempre podemos recurrir a una esplenectomía abierta. Hoy en día, la esplenectomía laparoscópica ha desplazado a la esplenectomía por laparotomía en la mayoría de las indicaciones quirúrgicas electivas, con la excepción del traumatismo esplénico con inestabilidad hemodinámica (sobre todo en casos de bazos de tamaño normal o ligeramente aumentado). Por otra parte, se puede afirmar que no existe ninguna contrain- dicación absoluta para la esplenectomía laparoscópica en cuanto a la enfermedad subyacente del bazo. Para realizarla se requiere la colocación de 3 o 4 trócares y, en ocasiones, una incisión de 7-8 cm (si se realiza introduciendo la mano del cirujano, la llamada técnica hand-port o laparoscopia asistida con la mano, con lo que se facilita la extracción de bazos de gran tamaño y el control de posibles com- plicaciones y se acorta notablemente el tiempo de intervención). La diferencia entre la esplenectomía abierta y la laparoscópica radica en la recuperación postoperatoria, que es mucho más rápida y favorable a esta última. La mayoría de las series señalan una escasa incidencia de complicaciones postoperatorias. En definitiva, la técnica laparos- cópica supone un discreto aumento del tiempo de la intervención, pero una relevante disminución de la estancia media del paciente en el centro (2 días). Se suele iniciar la tolerancia a la dieta oral en las 24 h de la intervención. Su eficacia en el tratamiento de enfermedades hematológicas es equiparable a la de la esplenectomía abierta y actual- mente puede considerarse la opción óptima, incluso en pacientes con esplenomegalia de gran tamaño. En determinadas enfermedades, como la esferocitosis hereditaria en los niños, puede realizarse la esplenectomía laparoscópica parcial, con la finalidad de reducir la hemólisis y conservar la respuesta inmu- ne. Lo mismo puede hacerse con las lesiones benignas (hematomas, quistes, enfermedad de Gaucher, seudoquistes traumáticos) y malignas localizadas en el bazo. Idealmente, para mantener la función esplé- nica, debe preservarse por lo menos un 30% del tejido esplénico con su correspondiente vasculatura. Por otra parte, cabe advertir que, aunque la esplenectomía laparoscópica puede tener el inconveniente de no poder palpar la presencia de bazos accesorios, sí que permite identificarlos con la cámara laparoscópica, haciendo un rastreo deta- llado de la zona periesplénica y epiploica. Es obligado un exquisito cuidado técnico para evitar la ruptura de la cápsula y la consiguiente aparición de esplenosis. Tratamiento conservador En ciertos casos de rotura esplénica debida a un traumatismo o a determinadas enfermedades infecciosas, como la mononucleosis infecciosa o la fiebre Q, o neoplásicas, el tratamiento puede ser no quirúrgico, con administración de antibióticos de amplio espectro, fluidoterapia intravenosa, transfusión de concentrados de hematíes, si se precisa, y monitorización hemodinámica. La finalidad de esta actitud es preservar la función esplénica. La decisión de intervenir o adoptar una actitud conservadora se basa en factores como la esta- bilidad hemodinámica del paciente, la existencia de peritonismo y los requerimientos transfusionales. Según el tipo de lesión esplénica existen múltiples opciones quirúrgicas fuera de la esplenectomía total, como la presión o aplicación de agentes hemostáticos, el des- bridamiento y sutura de una laceración, la esplenectomía parcial si se ha lesionado sólo un polo del bazo o uno de los vasos hiliares, la aplicación de una malla, la ligadura de la arteria esplénica (proximal o distal segmentaria) y otras. En ocasiones, se puede realizar un autotrasplante de pequeños fragmentos de tejido esplénico implantados en el mesenterio o el epiplón que pueden permanecer viables gracias a la irrigación que reciben de estas estructuras, pero la protección frente a una sepsis fulminante postesplenectomía es incierta y probablemente ineficaz, ya que para realizar esta función harían falta fragmentos de alrededor de un tercio del tamaño del bazo normal. Por ello, aunque el esta- blecimiento de dichos implantes es frecuente de forma espontánea cuando se realiza una esplenectomía por un traumatismo del bazo, debe realizarse autotransplante y administrarse igualmente las vacunas explicadas anteriormente. La embolización parcial de la arteria esplénica (proximal o distal) es una técnica posible para la hemostasia o la ablación parcial o total del tejido esplénico en pacientes seleccionados. Consigue reducir el tamaño del bazo en un 65%. Puede ser una alternativa a la esplenectomía total o segmentaria, tanto por laparotomía como por vía laparos- cópica. Su principal beneficio es disminuir el riesgo de hemorragia y los requerimientos transfusionales en pacientes que van a someterse a esplenectomía y como tratamiento paliativo de una pancitopenia por hiperesplenismo. También se ha aplicado al tratamiento de traumatis-mos esplénicos, aneurismas de la arteria esplénica, hipertensión portal y neoplasias esplénicas. Sin embargo, existen fallos de la técnica y complicaciones como, por ejemplo, abscesos esplénicos, que se dan en un número no despreciable de pacientes. La irradiación esplénica puede ser una alternativa en pacientes que no sean candidatos a la esplenectomía por presentar un mal estado general o en quienes se prevé la aparición de complicaciones graves con la esplenectomía. Históricamente, la radioterapia esplénica se empleó con relativa frecuencia, pero en la actualidad es utilizada sólo de forma ocasional dada la eficacia de los nuevos tratamientos sistémicos. La infiltración leucémica del bazo responde bien a dosis bajas de radiotera- pia. Es una opción paliativa eficaz en el tratamiento de esplenomegalias sintomáticas para reducir el dolor abdominal, los síntomas compresivos y el hiperesplenismo y conseguir una ligera disminución del tamaño del bazo en la mayoría de los pacientes. Los procesos en los que más se suele aplicar son la mielofibrosis primaria, la leucemia mieloide crónica y la leucemia linfática crónica y otros síndromes linfoproliferativos crónicos. Aunque las respuestas son transitorias, algunos pacientes pueden experimentar remisiones prolongadas (alrededor de 6 meses) después de una única sesión o de varias sesiones. Se emplean dosis de 0,5-1 Gy, 2-3 veces por semana, limitando la dosis final a la respuesta y a la tolerancia hematológica (dosis total habitual, 4-10 Gy). Se puede prever que los bazos grandes fibróticos no responderán a la radioterapia. En pacientes con hematopoyesis extramedular no deben superarse dosis de 0,1-0,5 Gy por sesión, con el fin de no producir neutropenias y trombocitopenias graves. Debido a que se puede producir una lisis celular rápida, se aconseja tratamiento con alopurinol para prevenir la nefropatía por hiperuricemia. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1706 SECCIÓN XIV Hematología © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Enfermedades de la hemostasia J. C. REVERTER CALATAYUD, V. VICENTE GARCÍA 215 FISIOLOGÍA Y EXPLORACIÓN DE LA HEMOSTASIA J. C. Reverter Calatayud Fases de la hemostasia La hemostasia fisiológica consta de cuatro fases: a) vasoconstricción en el área afecta; b) formación de un agregado plaquetario sobre la superficie lesionada; c) formación y estabilización de la fibrina, y d) eli- minación del depósito de fibrina o fibrinólisis. Vasoconstricción Tras la lesión vascular se produce una vasoconstricción refleja modulada por mediadores de las células endoteliales y las plaquetas, que disminu- ye la pérdida sanguínea y favorece el inicio de la formación del coágulo. Formación del trombo plaquetario Las plaquetas forman el trombo plaquetario e intervienen en la coagulación plasmática como el sustrato preferente sobre el que se forma la fibrina. Las plaquetas actúan mediante su contracción dependiente del calcio, que se inicia cuando entran en contacto con el subendotelio. En el trombo plaquetario intervienen, además, elementos de la pared vascular y proteínas del plasma. Se distinguen dos procesos: a) adhesión de las plaquetas al subendotelio, y b) formación de agregados sobre las plaquetas adheridas. Adhesión plaquetaria Las plaquetas se adhieren al subendotelio mediante la unión de las glucoproteínas Ib-V-IX, Ia-IIa (integrina α2β1) y VI de la membrana plaquetaria. La glucoproteína Ib-V-IX se une al vWF del subendotelio y las glucoproteínas Ia-IIa y VI entran en contacto con el colágeno suben- dotelial. También intervienen en la adhesión la glucoproteína Ia-IIa, que se une al colágeno subendotelial, y la integrina α5β3, que es el receptor de la vitronectina. Tras esta primera interacción, la glucoproteína IIb- IIIa (integrina αIIbβ3) adquiere la capacidad de interaccionar con sus ligandos, con lo que se consigue que las plaquetas se extiendan al máxi- mo para formar una monocapa (fig. 215-1). Los hematíes contribuyen reológicamente a la adhesión de las plaquetas debido a que ocupan el centro de la luz vascular y desplazan las plaquetas hacia la pared. Agregación plaquetaria Para la formación de agregados sobre las plaquetas fijadas al suben- dotelio se requiere de la glucoproteína IIb-IIIa plaquetaria se una al fibrinógeno en presencia de calcio (Ca2+) extracelular para formar puentes interplaquetarios. También contribuyen en menor grado el vWF, la fibronectina y la vitronectina como ligandos de la gluco- proteína IIb-IIIa. Desde su contacto con el subendotelio, las plaquetas inician su con- tracción dependiente del Ca2+ con su paso del sistema tubular denso al citoplasma. El incremento de Ca2+ inicia la activación celular por dos vías: una dependiente de calmodulina, que fosforila la cadena ligera de la miosina, y otra dependiente de la fosfolipasa A2, que libera el ácido ara- quidónico de los fosfolípidos. El ácido araquidónico puede metabolizarse por dos vías enzimáticas: la primera, regulada por la lipooxigenasa, que lo transforma en ácido hidroxieicosatetranoico (12-HETE), un inhibidor de la adhesión plaquetaria, y la segunda, dependiente de la ciclooxigena- sa, lo transforma en tromboxano A2 (TXA2), un vasoconstrictor y potente agonista de la agregación plaquetaria. La ciclooxigenasa transforma el Figura - Adhesión y agregación plaquetaria. A. Las plaquetas entran en contacto con la pared vascular desendotelizada mediante la unión de la glucoproteína (GP) Ib-IX de la membrana plaquetaria con el factor von Willebrand (vWF) presente en el subendotelio. La unión de la glucoproteína Ib-IX da lugar a un flujo transmembrana de iones de calcio que activa las plaquetas, lo que confiere a la glucoproteína IIb-IIIa la capacidad de interacción con el vWF. B. La interacción gluco- proteína IIb-IIa-vWF hace que las plaquetas se depositen sobre el subendotelio para formar una monocapa. La formación de agregados plaquetarios tiene lugar mediante la unión de la glucoproteína IIb-IIIa con el fibrinógeno (FGN) y también por la unión de glucoproteína IIb-IIIa con el vWF existente en el plasma y con el liberado desde las plaquetas. ADP: adenosina-5’-difosfato; CE: célula endotelial. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL American Academy of Pediatrics. Immunization in special clinical circums- tances. En: Kimberlin DW, Brady MT, Jackson MA, Long SS, eds. Reed Book: 2018 Report of the Committee on Infectious Diseases, 31th ed. Elk Grove Village, IL: American Academy of Pediatrics; 2018. p. 67-111. Boyle S, White RH, Brunson A, Wun T. Splenectomy and the incidence of venous thromboembolism and sepsis in patients with immune thrombocy- topenia. Blood 2013;121:4782-90. Davis JM, Lewis MP, Wimperis J, Rafi I, Ladhani S, Bolton-Maggs PH. Review of guidelines for the prevention and treatment of infection in patients with an absent or dysfunctional spleen: Prepared on behalf of the British Com- mittee for Standards in Haematology by a Working Party of the Haemato- Oncology Task Force. Br J Haematol 2011;155:308-17. Edgren G, Almquist R, Hartman M, Utter GH. Splenectomy and the risk of sepsis. A population-based cohort study. Ann Surg 2014;260:1081-7. Targarona EM, Balagué C, Trías M. Tratamiento laparoscópico de las enfer- medades del bazo. Cirugía Endoscópica. Guías Clínicas de la Asociación Española de Cirujanos. 2.ª ed. Madrid: Arán; 2011. p. 501-9. https://booksmedicos.org Push Button0:
Compartir