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1518 SECCIÓN XII I Psiquiatría INTRODUCCIÓN Los trastornos afectivos son enfermedades del estado de ánimo cuya prevalencia va en aumento en las últimas décadas y cuya carga social constituye la primera en gravedad de todas las enfermedades, según datos de la Organización Mundial de la Salud. Existen tres tipos de trastornos afectivos: los debidos a una enfermedad médica (p. ej., hipo- tiroidismo) o al consumo de una sustancia (p. ej., antihipertensivos) y cuya causa directa es orgánica; los trastornos depresivos unipolares, caracterizados porque afectan sólo a un polo del humor, la depresión, y los trastornos bipolares, que se manifiestan tanto por aumentos como por descensos de estado de ánimo. TRASTORNOS DEPRESIVOS Concepto La depresión es un trastorno caracterizado por un descenso persistente en el ánimo, pensamientos negativos y, en algunos casos, síntomas somáticos. Es una de las enfermedades más frecuentes tanto en el ámbito de la psiquiatría como en el de la atención primaria de salud. A pesar de su alta prevalencia, un número importante de los casos no llega a ser diagnosticado, lo que compromete su evolución y llega a plantear riesgos como el de la conducta suicida. Existe para ello un doble motivo: la limitada tendencia de estos enfermos a buscar ayuda y la expresión a través de molestias físicas que pueden ocultar el tras- torno depresivo primario. El European Study of Epidemiology of Mental Disorders (ESEMeD), en 2007, calcula que 13 de cada 100 personas en Europa padecen, han padecido o van a padecer depresión; la relación mujer:varón es de más de 2:1. La mayoría cumplían criterios para otro diagnóstico psiquiátrico (comorbilidad). Hasta el 20%-25% de los pacientes que acuden a consultas médicas cumplen criterios para un diagnóstico de depresión. La depresión es hoy la segunda causa de discapacidad en el mundo. Provoca más incapacidad, sufrimiento y pérdida de calidad de vida que otras enfermedades crónicas como la diabetes, la artrosis y los trastornos cardíacos o respiratorios. Patogenia La etiología de la depresión es multifactorial, resultante de la inte- racción entre factores constitucionales predisponentes (herencia, temperamento) y el estrés ambiental. Estos factores actúan a través de mecanismos neuroquímicos que han sido identificados sólo en parte. Las evidencias señalan la implicación de los neurotransmisores, tanto del glutamato como de los monoaminérgicos (serotonina, nora- drenalina, dopamina), en la etiopatogenia de la depresión, con pérdida de neuroplasticidad neuronal y cambios neuroendocrinos. Cuadro clínico La depresión es algo más que una alteración profunda y patológica del estado de ánimo; se requieren otros síntomas que conforman el síndrome depresivo cuya detección es la base del diagnóstico. Los principales síntomas aparecen en el cuadro 193-1, que incluye los criterios diagnósticos del DSM-5® para la depresión mayor. En toda depresión se observa una disminución del estado de ánimo y/o una pérdida de interés o disfrute de las cosas, además de otros síntomas como alteraciones del sueño, del apetito, de la psicomotricidad, de la energía, del deseo sexual y de la concentración, y también pueden darse sentimientos de culpa exagerados y deseo de morir, lo que confiere a este trastorno un notable riesgo de suicidio en algunos pacientes. Según los síntomas presentes y su intensidad, la gravedad del tras- torno se clasifica en leve, moderada o grave. Para el diagnóstico se requiere una duración de los síntomas de al menos 2 semanas. Habi- tualmente se produce un deterioro en el funcionamiento que afecta a las actividades sociales, laborales y de la vida cotidiana. En algunos casos predomina la ansiedad sobre el ánimo deprimido o se manifiestan en primer plano otros síntomas como consumo excesivo de alcohol, irritabilidad, hipocondría, fobias, obsesiones, etc. En muchos casos se alteran los ritmos vitales, con empeoramiento matutino o agravación o desencadenamiento de sus episodios en determinadas estaciones (otoño, primavera). Diagnóstico El diagnóstico se basa en la clínica, donde la tristeza, la pérdida de interés y la falta de energía son los síntomas más característicos. El cuadro 193-1 indica los criterios diagnósticos vigentes para la depresión mayor. La depresión mayor puede ser bipolar o unipolar. La unipolar se clasifica como un trastorno depresivo, que puede ser recurrente, y la bipolar, cuya característica principal es la de ir precedida de un epi- sodio maníaco o hipomaníaco, se clasifica actualmente en un capítulo aparte, el de los trastornos bipolares. Las depresiones unipolares que no alcanzan la gravedad de un episodio depresivo mayor pero que causan discapacidad por su tendencia a la cronicidad se denominan distimia o trastorno depresivo persistente. Diagnóstico diferencial En primer lugar, es necesario descartar una patología médica que se manifieste como un síndrome depresivo. En segundo lugar, hay que pensar en la depresión cuando algunos síntomas enmascaran el tras- torno afectivo, como la seudodemencia depresiva del anciano, los «equivalentes depresivos» (síntomas somáticos como algias, moles- tias gastrointestinales) y cuando aparecen conductas secundarias a la depresión (consumo de alcohol, oposicionismo en adolescentes). En tercer lugar, hay que considerar los errores por exceso, por la utilización excesiva del término depresión, que a veces se usa indiscriminadamente para designar un síntoma, un síndrome o una enfermedad; así sucede, por ejemplo, al diagnosticar depresión en casos que, en realidad, son trastornos de ansiedad, o en casos en que una circunstancia estresante motiva un cuadro depresivo transitorio, denominado trastorno adap- tativo con ánimo deprimido. Pronóstico En teoría, la depresión es un trastorno cíclico y con un curso evolutivo autolimitado (de 6 a 12 meses) y, en general, con recuperación (a menudo incompleta) interepisódica. El curso clínico tiende a ser recu- rrente y hasta un 20% de los casos puede cronificarse y sufrir síntomas residuales. Los factores de riesgo para una evolución poco favorable son: edad avanzada, sexo femenino, bajo nivel educativo, escaso apoyo social, trastornos de personalidad y consumo de tóxicos. Tratamiento El tratamiento se basa en la instauración de medidas psicoterapéuticas y farmacológicas. El abordaje psicológico sobre el enfermo depresivo requiere pautas de apoyo que ofrezcan seguridad, sinceridad, com- prensión, disponibilidad y competencia. Se requiere explicar el carácter temporal y el pronóstico favorable de la enfermedad, evitando la toma de decisiones trascendentes e intentando implicar al entorno en el proceso curativo. Es importante corregir las falsas creencias asociadas a la depresión, que incluyen la idea de incurabilidad y la autoinculpación. © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Trastornos depresivos y bipolares Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org CAPÍTULO 193 Trastornos depresivos y bipolares © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 1519 Las psicoterapias más sistemáticas basadas en psicoterapia dinámica, terapia cognitivo-conductual o terapia interpersonal sólo se suelen aplicar en entornos especializados y son muy efectivas, especialmente en casos leves o moderados. Desde el punto de vista farmacológico se dispone de medicamentos que han demostrado ampliamente su eficacia. Todos ellos requieren un período de latencia antes de iniciar el efecto terapéutico, que está entre 10 y 15 días. La medicación debe administrarse en la dosis adecuada y durante el tiempo suficiente. Se aconseja continuar el tratamiento en períodos de mantenimientoprolongados (mínimo 6 meses-1 año) para prevenir la aparición de recaídas. La depresión recurrente puede requerir tratamiento profiláctico durante largo tiempo. Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) son los antidepresivos más utilizados por su buena tolerancia y amplio espectro de indicaciones, aunque no alcanzan la eficacia de los tricí- clicos en las depresiones más graves. Los efectos secundarios más frecuentes son los gastrointestinales (poco frecuentes y con tendencia a remitir) y la disfunción sexual. De más activador a más sedante, destacan la fluoxetina, la sertralina, el citalopram, el escitalopram, la paroxetina y la fluvoxamina. Las dosis recomendadas son de 10 a 20 mg para el escitalopram, de 20 a 40 mg para la fluoxetina, el citalopram y la paroxetina, y de 50 a 150 mg para la sertralina y la fluvoxamina. Los antidepresivos duales, que actúan sobre la recaptación de serotonina y noradrenalina, son también muy utilizados; incluyen la venlafaxina, la duloxetina, y la desvenlafaxina. La acción noradrenérgica se obtiene en dosis más elevadas que la serotoninérgica. Los antidepresivos tricíclicos son los medicamentos utilizados clási- camente en esta enfermedad, pero han caído en desuso. Tienen gran eficacia, pero sus efectos adversos (anticolinérgicos) y su toxicidad son considerables y están contraindicados en casos de cardiopatía, glaucoma y prostatismo. También producen efectos secundarios que limitan la aceptabilidad de los pacientes, como boca seca, estreñimiento, visión borrosa y aumento de peso. Asimismo, en caso de sobredosificación pueden aparecer complicaciones graves. Los más utilizados en España son imipramina, amitriptilina, clomipramina, maprotilina y nor- triptilina, con dosis mínimas eficaces, que varían ligeramente en cada fármaco, comprendidas en general entre 75 y 150 mg. Los inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO) han caído prácti- camente en desuso debido a las interacciones dietéticas (p. ej., con el queso) y farmacológicas que poseen, y sólo tienen alguna indicación en trastornos especialmente resistentes. Existen otros antidepresivos con mecanismos de acción algo dis- tintos, como el bupropión (inhibe dopamina y noradrenalina y es activador), la mianserina y la mirtazapina (actúan sobre serotonina y noradrenalina, son sedantes y provocan sobrepeso), la reboxetina (inhibidor selectivo de la recaptación de noradrenalina) y la ago- melatina (que actúa sobre los ritmos circadianos). La vortioxetina tiene un mecanismo multimodal. La quetiapina, un antipsicótico con efectos antidepresivos, está aprobada para depresiones que no responden bien a otras estrategias farmacológicas como tratamiento adyuvante. En general, es importante estar familiarizado con el uso de un número limitado de fármacos, asegurar el cumplimiento mediante la psicoeducación, cumplir las pautas posológicas necesarias y hacer un ajuste individual del tratamiento según factores personales (estado de salud, edad). Otros tratamientos, como privación de sueño (completa o selec- tiva de fase REM), fototerapia (estimulación lumínica intensa) en la depresión estacional, estimulación magnética transcraneal, estimula- ción cerebral profunda o del nervio vago, se usan con mucha menos frecuencia y permanecen en un grado experimental. La terapia elec- troconvulsiva sí es, en cambio, un medio acreditado de tratamiento en los casos de depresión de mayor gravedad (depresión psicótica, estupor melancólico, depresión resistente). Sus riesgos vienen dados por su aplicación bajo anestesia general y su efecto adverso más frecuente es una pérdida de la memoria reciente que se resuelve en escasas semanas. La ketamina, un antagonista de los receptores glutamatérgicos, se utiliza en casos graves como inyección intravenosa y recientemente se ha desarrollado la esketamina intranasal para el tratamiento rápido de depresiones graves y de las ideas de suicidio. S E C C IÓ N X II I • CUADRO 193-1 Criterios diagnósticos del trastorno de depresión mayor (DSM-5®) A. Cinco (o más) de los síntomas siguientes han estado presentes durante el mismo período de 2 semanas y representan un cambio del funcionamiento previo; al menos uno de los síntomas es: 1) estado de ánimo deprimido, o 2) pérdida de interés o de placer Nota: No incluir síntomas que se pueden atribuir claramente a otra afección médica 1. Estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, casi todos los días, según se desprende de la información subjetiva (p. ej., se siente triste, vacío, sin esperanza) o de la observación por parte de otras personas (p. ej., se le ve lloroso). (Nota: En niños y adolescentes, el estado de ánimo puede ser irritable) 2. Disminución importante del interés o el placer por todas o casi todas las actividades la mayor parte del día, casi todos los días (como se desprende de la información subjetiva o de la observación) 3. Pérdida importante de peso sin hacer dieta o aumento de peso (p. ej., modificación de más del 5% del peso corporal en 1 mes) o disminución o aumento del apetito casi todos los días. (Nota: En los niños, considerar el fracaso para el aumento de peso esperado) 4. Insomnio o hipersomnia casi todos los días 5. Agitación o retraso psicomotor casi todos los días (observable por parte de otros, no simplemente la sensación subjetiva de inquietud o de enlentecimiento) 6. Fatiga o pérdida de energía casi todos los días 7. Sentimiento de inutilidad o culpabilidad excesiva o inapropiada (que puede ser delirante) casi todos los días (no simplemente el autorreproche o culpa por estar enfermo) 8. Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o para tomar decisiones, casi todos los días (a partir de la información subjetiva o de la observación por parte de otras personas) 9. Pensamientos de muerte recurrentes (no sólo miedo a morir), ideas suicidas recurrentes sin un plan determinado, intento de suicidio o un plan específico para llevarlo a cabo B. Los síntomas causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento C. El episodio no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia o de otra afección médica Nota: Los criterios A-C constituyen un episodio de depresión mayor Nota: Las respuestas a una pérdida significativa (p. ej., duelo, ruina económica, pérdidas debidas a una catástrofe natural, una enfermedad o discapacidad grave) pueden incluir el sentimiento de tristeza intensa, rumiación acerca de la pérdida, insomnio, pérdida del apetito y pérdida de peso que figuran en el criterio A, y pueden simular un episodio depresivo. Aunque estos síntomas pueden ser comprensibles o considerarse apropiados a la pérdida, también se debería pensar atentamente en la presencia de un episodio de depresión mayor además de la respuesta normal a una pérdida significativa. Esta decisión requiere inevitablemente el criterio clínico basado en la historia del individuo y en las normas culturales para la expresión del malestar en el contexto de la pérdida D. El episodio de depresión mayor no se explica mejor por un trastorno esquizoafectivo, esquizofrenia, trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante, u otro trastorno especificado o no especificado del espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos E. Nunca ha habido un episodio maníaco o hipomaníaco Nota: Esta exclusión no se aplica si todos los episodios de tipo maníaco o hipomaníaco son inducidos por sustancias o se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de otra afección médica Adaptación autorizada por Editorial Médica Panamericana, S. A., en nombre de la Asociación Americana de Psiquiatría. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5®, 5.a ed. ©2014, American Psychiatric Association. Todos los derechos reservados. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevieren junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 1520 SECCIÓN XII I Psiquiatría TRASTORNOS BIPOLARES Concepto Son trastornos de la regulación del estado de ánimo, caracterizados por oscilaciones del humor desde la depresión más profunda hasta la euforia más incontenible (manía), con un amplio abanico de formas clínicas en función de la intensidad y la frecuencia de los episodios. La denominación más utilizada durante el siglo XX fue la de psicosis maníaco-depresiva, pero en la actualidad se ha generalizado el término trastorno bipolar. Su prevalencia es alta, especialmente si se cuentan las formas atípicas y atenuadas de presentación. Patogenia Actualmente no hay duda de que para el trastorno bipolar existe una fuerte predisposición genética. Los estudios en gemelos muestran altas cifras de concordancia y se han descrito numerosos marcadores genéticos que implican a los canales de calcio neuronales, transporta- dores iónicos, neurotransmisores y componentes sinápticos, pero cuya aplicación práctica es todavía imperceptible. Tampoco hay todavía biomarcadores o pruebas biológicas que permitan confirmar el diagnós- tico de la enfermedad. Cuadro clínico El trastorno bipolar se puede presentar en episodios definidos por tres síndromes diferentes: manía, hipomanía, y depresión bipolar. Para efectuar el diagnóstico de trastorno bipolar es necesario haber presentado al menos un episodio de manía, o una hipomanía, y una depresión. A continuación se describen estos tres síndromes. La manía se caracteriza por una exaltación del estado de ánimo que puede acompañarse de irritabilidad, grandiosidad, taquipsiquia, verborrea, hiperactividad, desinhibición conductual, disminución de la necesidad de dormir, conductas de riesgo y, frecuentemente, delirios megalomaníacos o persecutorios e incluso alucinaciones y agitación psicomotriz. Muchas veces se presenta como lo opuesto a una depresión, con euforia e hiperactividad social, pero en un tercio de los casos aparecen síntomas depresivos mezclados con los maníacos, en cuyo caso hablamos de manía mixta o disfórica. La hipomanía es una forma leve de episodio maníaco. Nunca hay síntomas psicóticos, como delirios o alucinaciones, ni es necesaria la hospitalización. Los pacientes raramente son conscientes de su estado y lo viven como muy placentero, ya que se sienten más creativos, activos y sociables, aunque en la mayor parte de los casos su comportamiento resulta inapropiado. En algunos casos, la hipomanía puede cursar con síntomas mixtos de tipo depresivo. La hipomanía casi nunca es motivo de consulta, y debe buscarse en la anamnesis de los episodios depresivos. La depresión bipolar resulta clínicamente indistinguible de la depre- sión unipolar, aunque tiende a acompañarse de inhibición psicomotriz, hipersomnia e hiperfagia. Para el diagnóstico preciso es fundamental averiguar si ha habido antecedentes de manía o hipomanía. Diagnóstico El diagnóstico del trastorno bipolar es clínico y atiende a unos criterios predefinidos; existen tres tipos de trastorno bipolar. El trastorno bipolar de tipo I se corresponde con la forma clásica de la enfermedad, en la que se dan episodios maníacos y depresivos, aunque también son posibles episodios hipomaníacos. Para su diagnóstico basta con haber sufrido al menos un episodio maníaco. El trastorno bipolar de tipo II se caracteriza por el predominio de fases depresivas acompañadas de fases hipomaníacas. Si aparece un episodio maníaco el diagnóstico pasa a ser de bipolar I. El trastorno ciclotímico es una forma atenuada de trastorno bipolar que consiste en la alternancia rápida de síntomas depresivos e hipoma- níacos de baja intensidad durante un período prolongado de tiempo, que puede ser toda la vida. Si se produce un episodio depresivo com- pleto el diagnóstico pasa a ser bipolar II, y si aparece un episodio maníaco se establece como bipolar I. El diagnóstico diferencial debe realizarse con los cuadros inducidos por enfermedades físicas o sustancias (p. ej., cocaína o anfetaminas en el caso de la manía). La manía psicótica se puede confundir con la esquizofrenia; la clave está en la presencia de exaltación del humor o irritabilidad y en el curso longitudinal de la enfermedad. La depresión bipolar se confunde con la unipolar cuando los pacientes que acuden a consulta por la depresión olvidan referir los episodios de hipomanía. La ciclotimia y el trastorno bipolar II se pueden confundir con tras- tornos de la personalidad. El abuso concomitante de alcohol y otras sustancias dificulta con frecuencia el diagnóstico. En los niños es difícil distinguir el trastorno bipolar del trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Pronóstico El trastorno bipolar se caracteriza por episodios agudos alternados con períodos de remisión. Los síntomas subclínicos, particularmente los depresivos, son frecuentes durante los períodos de remisión, por lo que muchos pacientes presentan dificultades a largo plazo de adaptación laboral, familiar y social. Su curso es recidivante e imprevisible. Algunos pacientes muestran patrones específicos. Así, los cicladores rápidos son aquellos que presentan cuatro episodios o más al año, muchas veces sin períodos asintomáticos entre los mismos; otros pacientes muestran un patrón estacional, que les hace recaer cada año en la misma estación; algunas pacientes presentan típicamente episodios posparto. Para evitar el curso crónico y recidivante es fundamental un tratamiento precoz y prolongado que permita prevenir la aparición de recaídas. En caso contrario, las complicaciones familiares, sociales y económicas, junto con el elevado riesgo de suicidio, conllevan un mal pronóstico. Tratamiento Tratamiento de la manía El tratamiento habitual se basa en los antipsicóticos, por su eficacia anti- maníaca y su rapidez de acción; el litio y los fármacos antiepilépticos se reservan para el tratamiento a largo plazo o profiláctico. Los antipsicóticos denominados atípicos, como la risperidona, la olanzapina, la quetiapina, la ziprasidona, el aripiprazol, la paliperidona o la asenapina, se prefieren a los clásicos por asociarse a menos efectos secundarios. Fármacos como el haloperidol o la clozapina se reservan para casos resistentes. Muchas veces se combina un antipsicótico con litio o con un antiepiléptico como valproato o carbamazepina. El tratamiento requiere con frecuencia la hospitalización del paciente y puede ser necesaria medicación parenteral. En casos graves o resistentes puede utilizarse terapia electroconvulsiva. Para la manía mixta se opta generalmente por la combinación de un antipsicótico y valproato, que puede administrarse en forma de carga oral para obtener un resultado más rápido. Sin embargo, el valproato está desaconsejado en mujeres en edad fértil por su elevada teratoge- nicidad. La hipomanía puede tratarse con cualquiera de los fármacos mencionados, generalmente en dosis más bajas. Tratamiento de la fase depresiva El tratamiento de las depresiones bipolares es distinto del de las unipo- lares. Se recomienda el uso de quetiapina, lamotrigina o antidepresivos asociados siempre a un fármaco eficaz en la prevención de fases maníacas o hipomaníacas (litio, antipsicóticos atípicos o algunos antiepilépticos) para prevenir el riesgo de inducir un cambio de fase (viraje) o incluso ciclación rápida. Los antidepresivos de elección son los ISRS. En casos resistentes puede optarse por otro tipo de antidepresivos o terapia elec- troconvulsiva. La lurasidona es un antipsicótico que está aprobado en EE. UU., aunque no en Europa, para la depresión bipolar. Tratamiento a largo plazo La clave del tratamiento del trastorno bipolar es la prevención de recaídas. El abordaje clásico, todavía vigente, ha sido la utilización de sales de litio. El litio es moderadamente eficaz en la manía,ligeramente eficaz en la depresión y claramente eficaz en la prevención de ambas (pero más en la prevención de manía). Los efectos secundarios graves son raros, pero las molestias digestivas, la polidipsia, la poliuria, el aumento de peso, las reacciones cutáneas y la dificultad de concentra- ción son más comunes. Los efectos renales graves son extremadamente Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org CAPÍTULO 194 Trastornos de ansiedad © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 1521 © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Trastornos de ansiedad G. MASANA MONTEJO, M. A. FULLANA RIVAS 194 INTRODUCCIÓN La ansiedad es una emoción que todos los seres humanos experimentan a lo largo de su vida y que se caracteriza por sintomatología psicoló- gica, fisiológica y conductual. En el aspecto psicológico destaca una sensación desagradable de aprensión o temor difuso que puede abarcar desde la simple inquietud hasta el pánico. Fisiológicamente, la ansiedad produce cambios debidos inicialmente a un estado de activación del organismo que se caracteriza por un aumento del nivel de alerta general. A medida que este nivel se incrementa y persiste pueden aparecer problemas como insomnio, dificultades de atención y concentra- ción, problemas de memoria, etc. Por otra parte, la ansiedad da lugar a cambios hormonales (cortisol, CRH, ACTH, GH, etc.) y vegetativos, en general de tipo simpático (palpitaciones, aumento de la presión arterial, sudoración, sequedad de boca, sensación de nudo en la garganta, opresión torácica, disnea), pero también de tipo parasimpático (bradicardia, hipotensión, úlceras gastrointestinales, poliuria, diarrea). La ansiedad produce igualmente cambios en el sistema inmunitario (entre ellos disminución de los natural killers y de los linfocitos T), disminución o aumento del apetito y descenso de la actividad sexual. Desde el punto de vista conductual, la ansiedad afecta sensi- blemente al rendimiento o funcionamiento del individuo. Un grado moderado de ansiedad suele ser beneficioso porque facilita el esfuerzo necesario para iniciar o completar una tarea (p. ej., la ansiedad ante un examen promueve el estudio). Sin embargo, cuando supera cierto límite, la ansiedad desorganiza el organismo hasta bloquear el rendimiento. En consecuencia, la ansiedad puede ser normal cuando facilita la adaptación o patológica si deja de ser así. La ansiedad será patológica («trastorno de ansiedad») cuando resulte desproporcionada con respecto al estímulo que la provoca, ya sea en intensidad o duración, o por la ausencia de un estímulo explícito que la provoque. Los trastornos de ansiedad constituyen uno de los problemas más frecuentes de la práctica médica, ya que, en alguna medida, la ansiedad está presente en todos los demás trastornos psiquiátricos y acompaña también a las diversas enfermedades no psiquiátricas. En las últimas décadas se ha realizado un esfuerzo para clasificar las enfermedades psiquiátricas mediante criterios operativos (DSM), lo cual ha permitido ordenar y definir mejor los trastornos de ansiedad. Esta clasificación permite describir los distintos cuadros ansiosos de manera operativa (cuadro 194-1) y establecer criterios diagnósticos para cada uno de ellos. En su última edición (DSM-5®), trastornos antiguamente incluidos en la categoría de «Trastornos de ansiedad» se agrupan en tres categorías distintas: «Trastornos de ansiedad», «Tras- torno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados» y «Trastornos relacionados con traumas y factores de estrés». A continuación, se definen los trastornos más relevantes y se describen con más detalle el trastorno de angustia, por su elevada frecuencia, y el trastorno obsesivo- compulsivo, por su especial gravedad. TIPOS DE TRASTORNOS DE ANSIEDAD Fobia específica Consiste en un temor acusado y persistente, excesivo o irracional, desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situa- ción concretos (animales, sangre, etc.). El tratamiento de elección es psicológico (terapia cognitivo-conductual), aunque los fármacos (antidepresivos o ansiolíticos) pueden ser útiles en algunos casos. Se están investigando fármacos glutamatérgicos, la D-cicloserina y otros, que podrían combinarse con la terapia cognitivo-conductual para mejorar su eficacia. Trastorno de estrés agudo Tras la vivencia de un acontecimiento traumático, la persona sufre cambios emocionales agudos que, además de síntomas de ansiedad, pueden incluir desrealización, despersonalización y otros síntomas disociativos. En el tratamiento pueden utilizarse fármacos antide- presivos que son, fundamentalmente, fármacos antiestrés y/o terapia cognitivo-conductual. S E C C IÓ N X II I Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. raros, aunque algunos pacientes presentan poliurias muy acentuadas. Asimismo, puede producir hipotiroidismo subclínico que no implica necesariamente tener que retirar el fármaco, pues si ha habido buena respuesta es preferible tratar el hipotiroidismo. Es de destacar el riesgo de intoxicación involuntaria por interacciones farmacológicas (diuréti- cos, antiinflamatorios) o deshidratación. Igualmente, ha de subrayarse su posible efecto teratogénico durante la gestación, que, sin embargo, es inferior al de los antiepilépticos. Para las fases agudas se recomiendan dosis de 800-1.600 mg/día, que permitan alcanzar litemias de entre 0,8 y 1,2 mEq/L (mmol/L). Para el mantenimiento, basta con concen- traciones entre 0,6 y 1 mEq/L (mmol/L). El ácido valproico o valproato (comercializado también como val- promida o dipropilacetamida) y la carbamazepina también se utilizan como alternativas al litio en el tratamiento de mantenimiento, aunque la evidencia de su eficacia es menos clara. Se procura alcanzar concen- traciones entre 50-100 mg/mL de valproato o 4-12 mg/L de carbama- zepina. La lamotrigina se usa en pacientes con predominancia depresiva. La olanzapina, en dosis de 10 mg/día, el aripiprazol (20 mg/día), la quetiapina (400 mg/día) y la lamotrigina, en dosis de 200 mg/día, también han demostrado eficacia a largo plazo, sobre todo para la pre- vención de manía (olanzapina y aripiprazol), de depresión (lamotrigina) y de ambas (quetiapina). Los antipsicóticos inyectables de liberación prolongada se utilizan en pacientes con predominancia de episodios maníacos y dificultades para seguir correctamente el tratamiento oral. La terapia electroconvulsiva de mantenimiento se utiliza en casos resistentes. Los tratamientos psicológicos son útiles asociados a la medicación, básicamente en forma de programas de psicoeducación. Consisten en informar al paciente sobre las características de su enfer- medad, estimular la adherencia al tratamiento farmacológico, promover la prevención del consumo de drogas, el entrenamiento en la detección precoz de síntomas de recaída y la adquisición de hábitos de sueño e ingesta regulares. Este tratamiento, tanto en forma individual como en grupo, asociado a la farmacoterapia, ha demostrado ser más eficaz que la medicación sola en la prevención de recaídas. La implicación de la familia en el tratamiento es altamente recomendable. Para los pacientes con disfunciones cognitivas, se recomienda la rehabilitación neuropsicológica y funcional. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL American Psychiatric Association. Manual diagnóstico y estadístico de los tras- tornos mentales (DSM-5®). 5.ª ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana;2014. Vieta E, Berk M, Schulze TG, Carvalho AF, Suppes T, Calabrese JR, et al. Bipolar disorders. Nat Rev Dis Primers 2018;4:18008. Vieta E, Pérez V. Depresiones bipolares y unipolares. Qué hacer en los pacientes que no responden suficientemente a los tratamientos habituales. 2.ª ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana; 2019. https://booksmedicos.org Push Button0:
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