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5052 Medicine. 2019;12(86):5052-66 Trastorno bipolar M. Arrieta* y P. Molero Santos Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica. Clínica Universidad de Navarra. Pamplona. España. Resumen El trastorno bipolar (TB) es un trastorno mental grave que afecta a más del 1% de la población mundial. Se caracteriza por la presencia de fluctuaciones marcadas y persistentes del estado de ánimo que van desde el polo depresivo hasta el maníaco, acompañándose de alteraciones de la emoción y la cognición, así como de cambios recurrentes en los niveles de energía y del comportamiento. Su carácter crónico y recurrente lleva implícito un deterioro funcional y cognitivo, al que se asocia una disminución de la cali- dad de vida y un aumento de la mortalidad, especialmente por suicidio y enfermedad cardiovascular. A pesar de presentarse a edades tempranas, el abordaje terapéutico suele comenzar en la edad adulta, te- niendo en cuenta el periodo de tiempo existente entre la aparición de los primeros síntomas y el estable- cimiento del diagnóstico. Abstract Bipolar disorder Bipolar disorder (BD) is a serious mental disorder, which affects more than 1% of worldwide population. Is characterized by extreme disturbance in mood alternating depression with mania. It is accompanied by emotional and cognitive disorders, as well as recurrent changes in mood and behavior. Its chronic and recurrent nature leads to functional and cognitive impairment, related with lower quality of life and higher mortality (mainly suicide and heart disease). In spite of appearing at early ages, therapeutic approach begins in adulthood, taking into account the time elapsed since the appearance of the first symptoms and the diagnosis. Palabras Clave: - Trastorno bipolar - Depresión - Manía - Polaridad Keywords: - Bipolar disorder - Depression - Mania - Polarity ACTUALIZACIÓN Concepto Clásicamente conocido como enfermedad maníaco-depresi- va, el trastorno bipolar (TB) es un trastorno de carácter cró- nico y recurrente en el que se presentan fluctuaciones mar- cadas y persistentes del estado de ánimo que conforman, junto con otros síntomas, los episodios de manía, hipomanía y depresión. Los estados de manía y depresión suponen los dos extre- mos del espectro del humor (fig. 1), representados como po- los opuestos de los que se deriva el término depresión unipo- lar (si solamente se presenta el polo depresivo o bajo) y depresión bipolar (si se presentan ambos polos a lo largo de la vida). Cuando los estados de manía y depresión aparecen al mismo tiempo, se habla de un estado mixto del humor. Es posible que durante el curso de la enfermedad se produzcan las denominadas fases de hipomanía; estados de manía en menor grado. Se dice que un paciente es ciclador rápido cuando experimenta oscilaciones rápidas entre manía y de- presión. Además de la alteración del estado del humor, en el TB se presentan, en mayor o menor medida, alteraciones de la emoción, del pensamiento, cambios recurrentes en los nive- les de energía y el comportamiento. Además, es común la aparición de síntomas cognitivos como la alteración del tiempo de reacción, la disfunción ejecutiva o la afectación de la memoria visual o verbal1. Por definición, este trastorno lleva implícito un deterioro funcional y cognitivo que se asocia a un aumento de la mor- talidad, fundamentalmente por suicidio y enfermedad car- diovascular2, así como a una reducción considerable de la calidad de vida3. Especialmente en la población joven, el TB irrumpe en el proceso de adquisición de determinados hitos del desarrollo en el ámbito relacional, educacional u ocupa- *Correspondencia Correo electrónico: marrietap@unav.es Medicine. 2019;12(86):5052-66 5053 TRASTORNO BIPOLAR cional, suponiendo un impacto mayor que en otros grupos de edad4,5. Debido a la recurrencia y cronicidad del trastorno, cobra una especial importancia el diagnóstico preciso y precoz, muchas veces dificultado por la inespecificidad de los sínto- mas al inicio de la enfermedad o por su similitud con la de- presión unipolar. A día de hoy, dada la inexistencia de biomarcadores espe- cíficos para el TB, la entrevista clínica sigue siendo la herra- mienta fundamental para el facultativo, quien deberá realizar una minuciosa evaluación longitudinal, con el fin de no pasar por alto síntomas hipomaníacos que orienten al diagnóstico de un posible trastorno. Además de la importancia del abordaje psicofarmacoló- gico para los episodios agudos de manía o depresión, se re- viste de gran valor el enfoque farmacológico y psicológico conjunto para la prevención de recaídas, ya que determinará, en gran medida, el pronóstico de la enfermedad. Etiopatogenia Hasta la fecha, los factores etiológicos del TB no se conocen con exactitud6. Si bien es considerado como uno de los tras- tornos psiquiátricos con mayor componente hereditario de- bido a su importante carga genética, por la evidencia de la interacción gen-ambiente, el modelo etiopatogénico más aceptado en la actualidad es el multifactorial7. En varios es- tudios de familias y gemelos se ha demostrado el impacto de factores genéticos en la susceptibilidad de aparición del TB, sugiriéndose así una complejidad genética y fenotípica del trastorno. En recientes estudios de asociación de genomas (GWAS) se han identificado alelos de riesgo de pequeño efecto, muchos de ellos presentes también en la esquizofre- nia (como es el caso de CACNA1C, TENM4, y NCAN)7. No obstante, se cree que en el TB, la variación de la estruc- tura genómica desempeñaría un papel menos relevante que en la esquizofrenia7. A pesar de la probable implicación de los circuitos mo- noaminérgicos en el TB, hasta la fecha no se ha identificado ninguna disfunción propia o particular2. Recientes estudios se están focalizando en la modulación de la neuroplasticidad en distintas regiones cerebrales implicadas en el TB, como son el córtex prefrontal, el hipocampo, la amígdala y otras regiones del sistema límbico involucradas en los circuitos re- guladores de las funciones cognitivas y afectivas. Factores neurotróficos como el derivado del cerebro (también llama- do BDNF, del inglés brain-derived neurotrophic factor) se han visto activamente implicados en las vías de señalización rela- cionadas con la neuroplasticidad2.. Existen en la actualidad distintas líneas de investigación abiertas, en las que se está estudiando el papel de otros fac- tores en los procesos de interconexión neuronal. Entre los más estudiados destacan la disfunción mitocondrial, el estrés del retículo endoplásmico, la neuroinflamación, la oxidación, la apoptosis y algunos cambios epigenéticos como la metila- ción de histonas y el ADN8. Epidemiología El TB afecta a más del 1% de la población mundial9. La prevalencia estimada a lo largo de la vida del TB tipo I y tipo II se sitúa en torno al 0,6% y el 0,4%, respectivamente9. En algunos estudios recientes se han sugerido prevalencias más elevadas. En un estudio publicado en 2017 por Blanco et al10 se observó una prevalencia de vida de hasta el 2,1% en el TB tipo I, cumpliendo los criterios diagnósticos según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales en su 5ª edición (DSM-5). En un metaanálisis reciente en el que se incluyeron 25 estudios, se registró una prevalencia de vida de 1,6% y 1,57% en los TB tipo I y II, respectivamente11. Para muchos investigadores, el inicio del TB no depende de la etnia, la nacionalidad o el estatus socioeconómico12. Sin embargo, la evidencia de diferentes tasas de prevalencia del TB en distintas etnias es discutida, ya que en algunos estu- dios se han observado mayores tasas en pacientes de raza caucásica10.. Si bien la prevalencia del TB tipo II es más común en mujeres, la del TB tipo I es similar en hombres y mujeres. Así lo demuestra el estudio de Blanco et al, donde no se obser- varon diferencias en la prevalencia del TB tipo I según el sexo10. El TB tiene un iniciode presentación temprano, con una edad media de aparición que se sitúa en torno a los 20 años13. Como ya se ha mencionado anteriormente, edades más tem- pranas de inicio se asocian con mayor comorbilidad psiquiá- trica y no psiquiátrica. El abordaje terapéutico suele comenzar en la edad adulta, teniendo en cuenta el período de tiempo existente entre la aparición de los primeros síntomas y el establecimiento del diagnóstico; estimado en hasta 5 años según algunos estu- dios14. Clasificación Tradicionalmente, el TB se ha considerado bien como parte del espectro de la psicosis, reflejado por el clásico concepto de psicosis maníaco-depresiva15 enunciado por Emil Kraepe- lin en 1899; o como un trastorno del estado de ánimo, deri- vado de un proceso de continuidad desde la depresión uni- polar13. Manía Hipomanía Síntomas subdepresivos Depresión mayor Tiempo Eutimia Fig. 1. Representación gráfica de los estados del humor a lo largo de la vida. 5054 Medicine. 2019;12(86):5052-66 ENFERMEDADES PSIQUIÁTRICAS (III) Hasta la fecha, no se ha logrado identificar ningún bio- marcador específico para el diagnóstico del TB, por lo que los criterios clínicos persisten, al igual que en el resto de en- fermedades mentales2. Entre los manuales diagnósticos más reconocidos en el campo de la Psiquiatría, en el DSM se enuncian los criterios diagnósticos de los distintos subtipos del trastorno. En la CIE-1016 y CIE-11 el TB se encontraría dentro del apartado de los trastornos del estado de ánimo. En la DSM-517, con la inclusión de la nueva categoría «Tras- torno bipolar y trastornos relacionados», el TB no se englo- ba dentro de los trastornos afectivos ni psicóticos, sino que cuenta con una categoría propia. En el DSM-5, se distinguen varios subtipos del TB: el TB tipo I, el TB tipo II, el trastorno ciclotímico o la cicloti- mia, y otras formas de TB que no cumplirían los criterios para el resto de entidades. Esta subclasificación viene deter- minada por la duración e intensidad de la sintomatología maníaca o depresiva presente en cada episodio o fase. No obstante, cabe puntualizar que, en la trayectoria longitudinal de la enfermedad, con frecuencia se vislumbran síntomas por debajo del umbral propiamente depresivo o maníaco. Ade- más, en el curso del trastorno, incluso en los episodios agu- dos es frecuente encontrar síntomas mixtos, pertenecientes a distintos polos de la enfermedad (tabla 1). Los especificadores para el TB, detallados en la DSM-5, tratan de caracterizar pormenorizadamente la clínica de los episodios en el TB y el curso global del trastorno. El espe- cificador mixto se aplica cuando un episodio, ya sea manía- co, hipomaníaco o depresivo, se combina con al menos tres síntomas del polo opuesto18. Se denominarían «Episodio maníaco o hipomaníaco, con características mixtas» o bien «Episodio depresivo, con características mixtas». El especi- ficador ciclación rápida se otorga al TB que haya presenta- do a lo largo de un año al menos cuatro episodios que cum- plen criterios de manía, hipomanía o depresión mayor19. Estos dos especificadores adquieren una especial considera- ción clínica por el hecho de asociarse a un pronóstico más grave, a episodios más duraderos y prolongados de la enfer- medad, así como a una mayor comorbilidad y suicidios con- sumados19. Diagnóstico Trastorno bipolar tipo I Según la última versión de la DSM-5, para el diagnóstico de TB tipo I se requiere únicamente la existencia de un episodio de manía actual o pasado, que cumpla con los criterios diag- nósticos establecidos (tabla 2). Así pues, si bien es cierto que hasta en el 95% de los casos se acompaña de un episodio depresivo, este no será imprescindible para su diagnóstico. De ese 5% de pacientes con TB tipo I que solo experimenta episodio(s) maníaco(s) (manía unipolar), algunos pueden pa- decer una depresión subclínica latente y desarrollar en un futuro una depresión mayor12. En pacientes con TB tipo I pueden coexistir síntomas hi- pomaníacos a lo largo de su historia. Estos síntomas servirían como indicadores de una inestabilidad creciente que apunta hacia la necesidad de un reajuste en el abordaje terapéutico. En cuanto a la sintomatología psicótica, si bien no apare- ce como criterio diagnóstico, se presenta con gran frecuencia en el TB tipo I; especialmente durante el episodio maníaco agudo, donde se ha registrado hasta en el 75% de los casos13. Trastorno bipolar tipo II De acuerdo con el DSM-5, para poder diagnosticar un TB tipo II es necesario evidenciar la existencia actual o pasada de, al menos, un episodio hipomaníaco (tabla 3), así como de un episodio depresivo mayor (tabla 4) actual o pasado. Am- bos episodios deberán cumplir los criterios diagnósticos es- tablecidos. TABLA 1 Subtipos del trastorno bipolar según el DSM-5 Trastorno bipolar tipo I: al menos un episodio maníaco que cumpla los criterios diagnósticos establecidos. Antes o después pueden aparecer episodios de hipomanía o depresión, los cuales no son necesarios para el diagnóstico Trastorno bipolar tipo II: al menos un episodio hipomaníaco actual o pasado, así como un episodio depresivo actual o pasado. Ambos episodios deben cumplir los criterios diagnósticos establecidos Trastorno ciclotímico (ciclotimia): síntomas de carácter hipomaníaco y depresivo mantenidos al menos 2 años (1 año en niños y adolescentes), que no reúnen criterios suficientes para el diagnóstico de episodio hipomaníaco, maníaco o depresivo Trastorno bipolar y trastorno relacionado inducido por sustancias/medicamentos Trastorno bipolar y trastorno relacionado debido a otra afección médica Otro trastorno bipolar y trastorno relacionado especificado: síntomas característicos del TB que no cumplen los criterios diagnósticos de TB I, TB II y ciclotimia. Esta entidad se emplea cuando el clínico apunta el motivo específico por el que la presentación no cumple con los criterios de un TB específico Trastorno bipolar y trastorno relacionado no especificado: síntomas característicos del TB que no cumplen los criterios diagnósticos de ninguno de los trastornos expuestos. En esta ocasión, el clínico no especifica el motivo de incumplimiento de los criterios diagnósticos Tomada de DSM-5, Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 5th edition17. TABLA 2 Criterios diagnósticos del episodio de manía según el DSM-5 A. Período bien definido de estado de ánimo anormal y persistentemente elevado, expansivo o irritable, y un aumento anormal y persistente de la actividad o la energía dirigida a un objetivo, que dura como mínimo una semana y está presente la mayor parte del día, casi todos los días (o culaquier duración si se necesita hospitalización) B. Durante el período de alteración del estado de ánimo y aumento de la energía o actividad, existen tres (o más) de los síntomas siguientes (cuatro si el estado de ánimo es solo irritable), en un grado significativo y representan un cambio notorio del comportamiento habitual 1. Aumento de la autoestima o sentimiento de grandeza 2. Disminución de la necesidad de dormir (por ejemplo, se siente descansado tras solo tres horas de sueño) 3. Logorrea (más hablador de lo habitual o presenta presión para mantener la conversación) 4. Fuga de ideas o experiencia subjetiva de que los pensamientos van a gran velocidad 5. Facilidad de distracción (es decir, la atención cambia demasiado fácilmente a estímulos externos poco importantes o irrelevantes), según se informa o se observa 6. Aumento de la actividad dirigida a un objetivo (social, en el trabajo o la escuela, o sexual) o agitación psicomotora 7. Participación excesiva en actividades que tienen muchas posibilidades de tener consecuencias dolorosas (por ejemplo, dedicarse de forma desenfrenada a compras, juergas, indiscreciones sexuales o inversiones de dinero imprudentes) C. La alteración del estado del ánimo es suficientemente grave para causar un deterioro importante en el funcionamiento socialo laboral, para necesitar hospitalización con el fin de evitar el daño a sí mismo o a otros, o porque existen características psicóticas D. El episodio no se puede atribuir a los efectos de una sustancia o a otra afección médica Tomada del DSM-5, Diagnostic and statistical manual of mental disorders, 5th edition17. Medicine. 2019;12(86):5052-66 5055 TRASTORNO BIPOLAR Al igual que en el TB tipo I, es imprescindible que los síntomas no estén producidos directamente por el uso de sustancias o medicamentos, ni que se expliquen mejor por otra patología psiquiátrica o enfermedad médica. En compa- ración con el TB tipo I, hasta un 50% de los pacientes con episodios depresivos dentro del TB tipo II puede experimen- tar sintomatología psicótica12. Durante la historia de la enfermedad, suelen aparecer pe- ríodos de depresión de duración prolongada y síntomas hi- pomaníacos periódicos12. Esta carga de depresión podría ex- plicar el deterioro funcional que padecen estos pacientes, así como el riesgo similar de suicidio en comparación con los pacientes que padecen TB tipo I9. Según los criterios diagnósticos del DSM-5, un episodio hipomaníaco requiere una duración mínima de cuatro días consecutivos, mientras que un episodio maníaco de al menos una semana. En relación con el punto de corte temporal de cuatro días en el episodio hipomaníaco, algunos investigado- res han sugerido que debería acortarse a dos días, para que de esta forma se pudiera diagnosticar el TB tipo II en mu- chos pacientes categorizados con depresión unipolar. Trastorno ciclotímico La ciclotimia se caracteriza por la presencia de síntomas sub- sindrómicos de carácter hipomaníaco y depresivo que deter- minan una inestabilidad persistente del estado de ánimo du- rante al menos dos años. Dichos síntomas no cumplen criterios para un episodio hipomaníaco o depresivo. En algu- nos estudios, se ha sugerido que más del 30% de los pacien- tes con diagnóstico de ciclotimia evolucionan hasta un TB, sobre todo del tipo II12. Instrumentos de evaluación para el trastorno bipolar Algunas escalas o pruebas pueden servir de apoyo al clínico en esa búsqueda minuciosa de la sintomatología del TB. Por ejemplo, el Listado de síntomas de hipomanía-32 (Hypoma- nia symptom checklist HCL-32) es un instrumento de screening o cribado que sirve para identificar síntomas hipomaníacos en pacientes con un episodio depresivo mayor2. Una vez con- firmado el episodio de hipomanía o manía, se pueden em- plear otras escalas para estimar la gravedad, como la Escala de Young para la evaluación de la manía (Young Mania Rating Scale –YMRS–)2. Además de las expuestas anteriormente, existen otras aprobadas por consenso para la evaluación de la gravedad de los síntomas, como la Escala de Hamilton para la depresión (HDRS)20, la Escala para la valoración de la ma- nía por clínicos (EVMAC)20, y las Escalas de Bech-Rafaelsen de melancolía (MES) y manía (MAS)20. Para la valoración del estado clínico global, teniendo en cuenta el TB a lo largo de tiempo, se puede emplear la Escala de impresión clínica glo- bal para el trastorno bipolar modificada (CGI-BP-M)20. Para la evaluación del TB en población infantil y adoles- cente se recomienda utilizar la Escala KSADS de la manía (KSADS mania rating scale, KMRS) derivada de la entrevista semiestructurada Kiddy-SADS (Schedule for affective disorders and schizophrenia for school-age children)20 o la Escala de eva- luación de la depresión en niños (Children depression rating scale, CDRS)20. Por último, la Escala de Young para la manía cuenta con una versión de autorregistro para padres (Young Mania Rating Scale –P-YMRS–)20. Entre las escalas que sirven para evaluar la intensidad de los síntomas depresivos en ambos tipos de depresión (unipo- lar y bipolar), se encuentran la Escala de clasificación de de- presión de Hamilton (HDRS)2 o la Escala de clasificación de depresión de Montgomery-Asberg (MADRS)2. Esta última enfatiza, en mayor medida, la sintomatología somática. ¿Por qué su diagnóstico nos plantea un desafío? Una de las principales razones por las cuales el diagnóstico del TB supone un desafío radica en la dificultad para distin- TABLA 3 Diagnóstico del episodio de hipomanía de acuerdo con DSM-5 Al igual que en el episodio de manía, para el diagnóstico de hipomanía es necesaria la existencia de al menos tres (o más) de los síntomas del criterio B para el diagnóstico de manía, pero de menor intensidad A diferencia de la manía, en el episodio hipomaníaco estos síntomas no son lo suficientemente graves como para causar una alteración importante del funcionamiento social o laboral, o necesitar hospitalización Los síntomas tienen que tener una duración mínima de cuatro días consecutivos, y producir un cambio observable en el funcionamiento habitual del paciente Si existen características psicóticas, el episodio es, por definición, maníaco Tomada de DSM-5, Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 5th edition17. TABLA 4 Criterios diagnósticos del episodio depresivo de acuerdo con el DSM-5 A. Cinco (o más) de los síntomas siguientes han estado presentes durante al menos dos semanas y representan un cambio del funcionamiento anterior; al menos uno de los síntomas es estado de ánimo deprimido, o pérdida de interés o de placer 1. Estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, casi todos los días, según se desprende de la información subjetiva (por ejemplo, se siente triste, vacío o sin esperanza) o de la observación por parte de otras personas (por ejemplo, mostrarse lloroso). En niños y adolescentes, el estado de ánimo puede ser irritable 2. Disminución marcada del interés o el placer por todas o casi todas las actividades la mayor parte del día, casi todos los días (como se desprende de la información subjetiva o de la observación) 3. Pérdida importante de peso sin hacer dieta o aumento de peso (por ejemplo, modificación de más del 5% del peso corporal en un mes) o disminución o aumento del apetito casi todos los días. En niños, considerar el fracaso en el aumento del peso esperado 4. Insomnio o hipersomnia casi todos los días 5. Agitación o retraso psicomotor casi todos los días (observable por parte de otros; no simplemente la sensación subjetiva de inquietud o enlentecimiento) 6. Fatiga o pérdida de la energía casi todos los días 7. Sentimientos de inutilidad o de culpabilidad excesiva o inapropiada (que puede ser delirante) casi todos los días (no simplemente el autorreproche o culpa por estar enfermo) 8. Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o de tomar decisiones, casi todos los días (a partir del relato subjetivo o de la observación por parte de otras personas) 9. Pensamientos de muerte recurrentes (no solo miedo a morir), ideas suicidas recurrentes sin un plan determinado, intento de suicidio o un plan específico para llevarlo a cabo B. Los síntomas causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento C. El episodio no se puede atribuir a los efectos de una sustancia o de otra afección médica Tomada de DSM-5, Diagnostic and statistical manual of mental disorders, 5th edition17. Véase que no difiere de los criterios diagnósticos del episodio depresivo unipolar. 5056 Medicine. 2019;12(86):5052-66 ENFERMEDADES PSIQUIÁTRICAS (III) guirlo de la depresión unipolar, sobre todo en pacientes que presentan un episodio depresivo y en aquellos sin historia clara de manía o hipomanía (tabla 5). Así pues, la depresión unipolar es el diagnóstico erróneo más frecuentemente emi- tido en pacientes con TB, especialmente del tipo II, ya que por definición no experimentan episodios de manía. Para el correcto diagnóstico del TB, es necesaria la realización de una evaluación clínica exhaustiva del paciente que incluya una valoración longitudinal de su historia. Idealmente, dicha valoración ha de ser contrastada y complementada por los familiareso personas cercanas. Durante el primer año del proceso terapéutico, del total de pacientes con TB que presentan un episodio depresivo, tan solo el 20% son correctamente diagnosticados de TB2. El tiempo estimado entre el inicio o presentación de la enfer- medad y su diagnóstico se sitúa entre los 5 y 10 años2. Manifestaciones clínicas Episodios de manía En los pacientes con episodios maníacos se presenta una exaltación o elevación marcada del estado de ánimo, junto con un aumento de la energía y la actividad, denominada activación21. Una revisión sistemática publicada recientemente, que ha analizado el fenómeno clínico de activación en el TB (en- tendido como un aumento de la actividad y la energía), su- giere que esta se altera significativamente y de forma inde- pendiente al estado de ánimo, concluyendo que las diferencias de activación no son epifenómenos derivados de las variacio- nes anímicas. Desde esta perspectiva, se aboga por incorpo- rar el fenómeno de activación a las características cardinales del diagnóstico del TB, incluso por encima del estado del ánimo21. Es propio del paciente con manía aguda experimentar un aumento de la autoestima, así como sentimientos de gran- diosidad o un aumento de la autoestima. Hay ocasiones en las que, en vez de euforia, los pacientes presentan accesos de irritabilidad. Típicamente, el paciente presenta la percepción de una menor necesidad de descanso nocturno, así como una mayor expansividad del comportamiento, que en muchas ocasiones se acompaña de desinhibición conductual. En los pacientes maníacos, el funcionamiento cognitivo se afecta significativamente, en gran medida por la facilidad de distracción y el flujo de ideas incontrolado y acelerado que presentan15. En relación con el control de impulsos, has- ta el 75% de los pacientes con manía aguda se muestran agresivos y amenazantes15. También la alteración del juicio y la introspección suelen verse alteradas, lo que conduce a me- nudo a la negación y falta de conciencia de enfermedad. El habla de estos pacientes suele verse alterada, presen- tando típicamente presión del habla, con logorrea y taquifa- sia. Conforme el estado de manía se intensifica, pueden per- derse las asociaciones gramaticales, volviéndose cada vez más laxas; pueden surgir neologismos o hacerse evidente la fuga de ideas que experimenta el paciente. En casos extremos de manía, el lenguaje puede llegar a tornarse parcial o totalmen- te incoherente15. A menudo muestran preocupación por ideas religiosas, políticas, sexuales o financieras, pudiendo estas adquirir na- turaleza delirante15,22. Los síntomas psicóticos se manifiestan en aproximadamente el 75% de los pacientes con episodio maníaco agudo23. En cuanto a la ideación delirante, esta pue- de ser congruente con el estado de ánimo de dicho episodio, siendo su contenido de carácter megalomaníaco, mesiánico o de grandiosidad; o bien incongruentes con el estado anímico, pudiendo aparecer delirios de persecución o de perjuicio. De lo anterior se deriva que, incluso cuando los síntomas psicó- ticos son incongruentes con el estado anímico, no se puede excluir el diagnóstico de TB2. Los pacientes con episodio de manía suelen padecer una considerable repercusión en su funcionamiento personal, so- cial u ocupacional, llegando incluso a requerir ingreso hospi- talario por la gravedad de la sintomatología y el difícil mane- jo de la misma. Episodios de hipomanía En los episodios de hipomanía se vislumbran síntomas de manía, de intensidad más leve y menor duración. En compa- ración con los pacientes con manía, estos suelen poseer el juicio de realidad conservado. En el curso del TB, incluso en los episodios agudos, es muy frecuente encontrar síntomas mixtos; pertenecientes a distintos polos de la enfermedad. En un paciente con un episodio de hipomanía, si bien se puede apreciar una alteración en algún ámbito de su funcio- namiento, este no suele alcanzar la intensidad suficiente como para causar un deterioro grave ni para requerir hospi- talización. En algunos casos de hipomanía, debido a la mayor productividad y el aumento del estado de ánimo, el rendi- miento y funcionamiento ocupacional o laboral puede tran- sitoriamente incrementarse o mejorar2. Hay que destacar las dificultades y limitaciones a las que se enfrentan muchos pacientes con hipomanía a la hora de reconocer sus síntomas. Dado que el estado de hipomanía con frecuencia se percibe como placentero y deseable, son TABLA 5 Características diferenciales entre la depresión unipolar y bipolar Características Depresión unipolar Depresión bipolar Edad de inicio temprana Menos frecuente Más frecuente Episodios previos Menor número Mayor número Duración de los episodios Mayor Menor Episodios posparto Menos frecuente Más frecuente Abuso de sustancias Menos frecuente Más frecuente Síntomas psicóticos Menos frecuente Más frecuente Síntomas atípicos Menos frecuente Más frecuente Labilidad emocional Menos frecuente Más frecuente Viraje maníaco con AD Menos frecuente Más frecuente Disminución del apetito/peso Más frecuente Menos frecuente Retraso psicomotor Menos frecuente Más frecuente Historia familiar de TB Menos frecuente Más frecuente Síntomas somáticos Más frecuentes Menos frecuente AD: antidepresivos; TB: trastorno bipolar. Adaptada de Vieta E, et al22. Medicine. 2019;12(86):5052-66 5057 TRASTORNO BIPOLAR frecuentes las dificultades para recordar o definir con preci- sión este estado de ánimo y valorar sus efectos o secuelas3. El problema es que, con frecuencia, los estados de hipomanía preceden a un episodio maníaco o depresivo2, deviniendo en quejas por parte de los familiares que presencian el desenla- ce. Por todo ello, es importante una exploración clínica sutil de los posibles estados de hipomanía. Episodios de depresión Como se ha mostrado anteriormente, los criterios diagnósti- cos del episodio depresivo mayor y el episodio depresivo bi- polar no difieren. Al igual que en la depresión unipolar, los síntomas clave de los episodios depresivos bipolares son el estado de ánimo deprimido y la pérdida de interés o placer mantenida en el tiempo. Cada paciente manifiesta de forma diferente este es- tado; muchos refieren un dolor emocional o angustia, otros incapacidad para el llanto. La disminución o falta de energía es un síntoma típico que aparece en más del 95% de los pa- cientes15. Es muy común la alteración del descanso nocturno, con- cretamente el insomnio de mantenimiento y despertar pre- coz a primeras horas de la mañana. Por lo general, estos pa- cientes presentan una disminución del apetito, con frecuencia acompañado de pérdida ponderal. Habrá pacientes que, in- dependientemente de la gravedad de la depresión, experi- mentarán una sintomatología atípica en forma de hipersom- nia y aumento de apetito y de peso. Algunos de los síntomas depresivos más frecuentes son: visión sombría del futuro, retraimiento social, aplanamiento afectivo, clinofilia, baja au- toestima, sentimientos de soledad, incapacidad, culpabilidad o de menosprecio hacia su persona. Los síntomas de ansiedad psíquica y somática son espe- cialmente comunes en estos pacientes. Tanto es así, que has- ta el 90% de los pacientes con TB experimenta síntomas de ansiedad15. En la esfera sexual, es típica la disminución de la libido en ambos sexos. En la mujer, son frecuentes las altera- ciones del ciclo menstrual. Hasta el 10% de los pacientes deprimidos desarrollan alteración del pensamiento, especialmente bloqueos y pobre- za del contenido del mismo15. Suelen albergar una visión negativa del mundo y de su persona, así como rumiaciones negativas o catastrofistas relacionadas con la culpa, la pérdi- da, el suicidio o la muerte. En relación con la sintomatología psicótica, si bien es más frecuente en los episodios de manía del TB tipo I, en la depresión bipolar del TB tipo II se puede presentar hasta en un 50% de los casos12. ¿Cómo diferenciamos la depresiónbipolar de la unipolar? En la década de 1950, Leonhard Cohen enunció algunas de las diferencias sintomáticas entre la depresión unipolar y la bipolar, las cuales fueron ratificadas más tarde por sus cole- gas Angst, Perris, y Winokur2. Estos investigadores descri- bieron muchas de las características clínicas, familiares y del curso evolutivo de los distintos tipos de depresión, gracias a las cuales hoy en día podemos distinguirlas mejor22 (tabla 6). En comparación con la depresión unipolar, la depresión bipolar comienza a edades más tempranas y se caracteriza por episodios más frecuentes pero de duración más corta, suele iniciarse de forma más repentina y se asocia con más frecuencia al abuso de sustancias comórbidas2. Los síntomas atípicos, como el aumento de apetito o la hipersomnia, son muy frecuentes en la depresión bipolar, ha- biéndose registrado hasta en el 90% de los episodios2. Cabe recordar que, en los episodios depresivos unipolares, estos síntomas se describen en la mitad de los casos2. En cuanto a la sintomatología psicótica, el retraso psicomotor y la catato- nia24, también estos son más comunes en la depresión bipo- lar. Por su parte, las manifestaciones somáticas aparecerían con más frecuencia en los episodios depresivos unipolares. ¿Cómo detectar el trastorno bipolar en la población infantojuvenil? Los episodios de manía en edad prepuberal se caracterizan por una marcada irritabilidad e hiperactividad, más que por un estado de euforia. En ocasiones, suelen presentar «tor- mentas afectivas» con graves accesos de violencia y agresivi- dad en el entorno. Las distintas fases o episodios tienden a estar menos diferenciados, y los síntomas suelen ser más bien crónicos y continuos. Por las manifestaciones clínicas, con frecuencia es complicado diferenciar el TB en el niño del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y los trastornos de conducta. En la adolescencia, aunque apa- recen con más frecuencia estados de euforia, los síntomas del TB comparten más similitudes con los de la población infan- til que con los de la adulta. Historia natural de la enfermedad Si bien la recurrencia episódica es un elemento característico del TB, especialmente en casos de mala o irregular adheren- cia terapéutica, en la trayectoria natural de la enfermedad también es frecuente que existan fases de remisión sintomá- tica. Por desgracia, muchos pacientes presentan de forma crónica y permanente una serie de síntomas residuales sub- sindrómicos, los cuales suponen un obstáculo para su recu- peración funcional. Esta limitación se suele poner de mani- fiesto tras el padecimiento de un segundo, tercer o posterior episodio12. Si bien la evolución y el pronóstico del TB tipo I parece ser más desfavorable que el de tipo II, hay que destacar, en este último, el elevado número de recaídas, las altas tasas de patología psiquiátrica asociada y las frecuentes conductas suicidas2. Se ha observado que los pacientes con TB, cuyos episo- dios poseen una polaridad de predominio depresivo, cuentan con más probabilidades de ser diagnosticados de TB tipo II asociado a un patrón estacional y de llevar a cabo un intento de suicidio2. Cuando la polaridad de los episodios es de pre- 5058 Medicine. 2019;12(86):5052-66 ENFERMEDADES PSIQUIÁTRICAS (III) dominio maníaco, es más probable que el primer episodio maníaco se haya presentado a edades tempranas, que se aso- cie a un trastorno por uso de sustancias y que el diagnóstico definitivo sea TB tipo I2. En relación con la polaridad anímica en la historia natu- ral del TB, Lludd Ll et al25 llevaron a cabo un estudio de seguimiento durante más de 12 años de pacientes diagnosti- cados de TB tipo I, en el que se registró un estado de eutimia en casi la mitad del tiempo a estudio, estado depresivo en el 31,9%, estado maníaco/hipomaníaco en el 8,9% y síntomas mixtos en el 5,9% del tiempo. Más adelante, este mismo gru- po publicó un segundo estudio26 con una metodología simi- lar, pero con pacientes diagnosticados de TB tipo I. De for- ma similar a la anterior investigación, el período comunicado de eutimia se registró en casi la mitad del período de tiempo estudiado. Sin embargo, el estado depresivo abarcó aproxi- madamente el 52% del tiempo estudiado. Cabe destacar que los episodios sindrómicos completos fueron considerable- mente menos comunes que los subsindrómicos. Aunque existen pacientes con TB que antes de ser diag- nosticados cuentan con una capacidad cognitiva normal e incluso superior a la media, recientes estudios de cognición y neuroimagen han asociado el TB con déficits neurocogniti- vos relevantes, incluso en los períodos de remisión27. En gran medida, esta disminución de la capacidad cognitiva podría explicar el deterioro funcional y global observado en los pa- cientes con TB2.. El valor clínico del deterioro cognitivo cobra un especial interés en relación con la evolución y el pronóstico del tras- torno, ya que hay datos que sugieren que la alteración de la memoria verbal o de la función ejecutiva podría estar asocia- da a la presencia de sintomatología psicótica, así como a un aumento del número de episodios maníacos y síntomas sub- depresivos2. El deterioro del estado físico de los pacientes con TB está relacionado con la presencia aumentada de co- morbilidades médicas, en comparación con el resto de la po- blación. Comorbilidades En el TB, al igual que en otras enfermedades mentales, es frecuente que se presente comorbilidad psiquiátrica y no psi- quiátrica. Entre las enfermedades mentales más asociadas se encuentran los trastornos de ansiedad, el trastorno por uso de sustancias, la dependencia de alcohol, el trastorno por TDAH y los trastornos de personalidad. En relación con los trastornos de ansiedad, al menos un 40% cumple criterios diagnósticos para, al menos, uno de ellos, entre los que destacan el trastorno de pánico, la fobia TABLA 6 Fármacos utilizados en el trastorno bipolar Fármacos Perfil de acción Ventajas potenciales Inconvenientes vida media (horas)Manía Depresión Mantenimiento Estabilizadores de humor Litio +++ ++ +++ Efecto antisuicida, previene eficazmente ambos polos Alteración de la función renal 18-30 Valproato +++ + ++ En episodios mixtos Potencial teratogénico 9-16 Carbamazepina +++ + ++ TB resistentes a tratamiento con litio u otros estabilizadores Potencial teratogénico. Inductor CYP 450 26-65 (inicio); 12-17 (con dosis repetidas) Lamotrigina - - - ++ +++ TB de predominio depresivo Eficacia limitada en fase maníaca del TB 33 Antipsicóticos Aripiprazol +++ - ++ Buen perfil metabólico, sedación inusual, especialmente útil en TB de predominio maníaco, formulaciones depot Acatisia, insomnio, activación 75 Asenapina +++ + + Rápido inicio de acción sin ajuste de dosis Síndrome metabólico moderado 13-39 Clorpromazina ++ - - - + Rápido inicio de acción, existe formulación IM para urgencias SEP, riesgo de viraje a manía 8-33 Clozapina + + ++ Menor riesgo de SEP, en TB resistentes Riesgo de agranulocitosis, síndrome metabólico 5-16 Lurasidona + +++ + No prolonga QT c, bajo riesgo de SEP, mejor perfil metabólico que la mayoría de AP Sedación, acatisia 18-31 Olanzapina +++ +++ * ++ Inicio rápido de acción Síndrome metabólico 21-54 Paliperidona ++ - ++ Inicio rápido de acción, formulaciones depot mensual y trimestral Hiperprolactinemia, más SEP que en otros AP atípicos 23 Quetiapina +++ +++ +++ Único con indicación aprobada para manía, depresión aguda y mantenimiento, en EP o DCL Sedación 6-7 Risperidona ++ - ++ Si alteración conducta, agresividad asociada, formulación depot SEP, síndrome metabólico, hiperprolactinemia 20-24 Ziprasidona ++ - ++ Buen perfil metabólico, poco sedante, polaridad de predominio maníaco Se recomienda tomarlo con comida 6,6 Haloperidol +++ - - - + Eficacia rápida SEP frecuentes 12-38 Antidepresivos - - + + Depresiones bipolares resistentes a tratamiento, en combinacióncon estabilizadores del humor Riesgo de viraje a manía Variable según cada fármaco +++: muy altamente recomendado por su gran efecto; ++: altamente recomendado por su efecto moderado; +: recomendado por su efecto; –: no muy recomendado por su bajo efecto; – –: no recomendado por muy bajo efecto; – – –: para nada recomendado por prácticamente nulo efecto; AP: antipsicóticos; DCL: demencia con cuerpos de Lewy; EP: enfermedad de Parkinson; SEP: síntomas extrapiramidales; TB: trastorno bipolar. *Olanzapina asociado a fluoxetina. Adaptada de Grande I, et al2. Medicine. 2019;12(86):5052-66 5059 TRASTORNO BIPOLAR social y el trastorno de estrés postraumático. Además, se sabe que la mayoría los pacientes con TB sufren síntomas de an- siedad subsindrómicos. En cuanto al consumo de tóxicos, más de la mitad de los pacientes con TB presentan un abuso comórbido, siendo más frecuente en varones jóvenes diag- nosticados de TB tipo II. Como se ha mencionado anteriormente, todas estas pa- tologías dificultan, en gran medida, el diagnóstico y el abor- daje terapéutico del paciente, condicionando con frecuencia un retraso en el diagnóstico20 y el tratamiento específico y, por lo tanto, un pronóstico más desfavorable28. Entre las comorbilidades no psiquiátricas, es frecuente el síndrome metabólico, la diabetes mellitus, la fibromialgia, la osteoporosis y las enfermedades cardiovasculares12. El sín- drome metabólico suele estar determinado por el estilo de vida poco saludable y los efectos secundarios del tratamiento farmacológico, especialmente de algunos antipsicóticos29. En estos pacientes, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes o la obesidad se suelen presentar en etapas más tem- pranas de la vida, en comparación con la población general30. Entre las principales causas de muerte del TB, se encuentran las enfermedades cardiovasculares y el suicidio30. Suicidio Los trastornos del humor están asociados a un aumento del riesgo de suicidio. En el TB, la incidencia de suicidio consu- mado es especialmente alta; llegando a ser hasta más de 20 veces mayor que en la población general12, especialmente en los casos no tratados. Se ha estimado que entre un tercio y la la mitad de los pacientes diagnosticados de TB llevan a cabo un intento de suicidio al menos una vez en su vida. De estos, entre un 15-20% acaba por consumar el suicidio31. Entre los factores clínicos y sociodemográficos asociados a los intentos de suicidio en el TB se encuentra la edad tem- prana de presentación de la enfermedad; el sexo femenino; el carácter depresivo del primer episodio del trastorno o la po- laridad depresiva de la mayoría de los episodios; la presencia de un trastorno de ansiedad, el trastorno de inestabilidad emocional asociado, el trastorno por uso de sustancias co- mórbido; así como la existencia de antecedente de suicidio en un familiar de primer grado31. En cuanto al suicidio con- sumado, entre las variables relacionadas se incluyen el sexo masculino y los antecedentes de suicidio en familiares de primer grado31. De estos datos se deriva la importancia de una correcta y minuciosa evaluación clínica que permita manejar a tiempo la ideación suicida de estos pacientes. Tratamiento del trastorno bipolar Una vez confirmado el diagnóstico de TB en nuestro pacien- te, será necesario determinar con precisión si presenta un episodio maníaco, hipomaníaco, depresivo o mixto. Esto es así porque, como veremos a continuación, el abordaje tera- péutico variará según el episodio o fase de la enfermedad en la que se encuentre. Antes de plantear el enfoque de tratamiento, es impor- tante destacar la influencia negativa que varios factores pue- den ejercer en el proceso psicofarmacológico y psicoterapéu- tico del trastorno2. Entre otros muchos factores, se encuentran las comorbilidades y la falta de motivación o re- ticencia del paciente a la toma de fármacos, por escasa con- ciencia de enfermedad, creencias erróneas o experiencias personales negativas en relación con medicaciones previas. Como es sabido, el tratamiento será más efectivo cuanto me- jor sea la adherencia de los pacientes al mismo. Por este mo- tivo, el clínico deberá realizar un esfuerzo en aras de mejo- rarla12, intentando desarrollar una alianza de trabajo con el paciente, e idealmente también con su familia. Especialmen- te en el primer episodio del TB, la colaboración y compro- miso del paciente serán fundamentales y determinarán en gran medida el curso de la enfermedad. En cuanto al tratamiento farmacológico, el clínico ha de optimizar su eficacia, considerando y evitando, en la medida de lo posible, los efectos secundarios, así como el cambio de medicación2. A grandes rasgos, en el abordaje del episodio agudo se intentará conseguir la recuperación clínica y funcional más temprana posible, teniendo en cuenta la seguridad del pa- ciente y la de sus familiares o personas cercanas. En el abor- daje de mantenimiento, entre los retos principales se en- cuentran la estabilización global del paciente y la prevención de recaídas o episodios adicionales. Tratamiento de la manía aguda El objetivo primordial del tratamiento de los episodios de manía aguda en el TB es la consecución de la más rápida resolución de los síntomas. No hay que olvidar que, la alte- ración conductual de muchos de estos pacientes, en ocasio- nes puede poner en riesgo su integridad y/o la de las perso- nas cercanas a ellos. En cuanto a las medidas conductuales en el episodio agu- do de manía, se recomienda la disminución de las actividades y la excesiva estimulación, así como la instauración de hábi- tos estructurados que incluyan un patrón regular de sueño20. El abordaje terapéutico de la fase maníaca aguda estará determinado por la intensidad del episodio, así como por el tratamiento previo que haya podido recibir. El primer fármaco aprobado por la agencia americana Food and Drugs Administration (FDA) para el tratamiento de la manía en el TB fue el litio. Desde entonces, se han apro- bado otros (incluyendo valproato, carbamazepina, aripipra- zol, asenapina, cariprazina, clorpromazina, ziprasidona, olan- zapina, risperidona y quetiapina) para el tratamiento de la manía aguda en adultos. En población infantil y adolescente están aprobados: litio, risperidona, quetiapina, olanzapina y aripiprazol. Un pilar fundamental del tratamiento de la manía aguda lo constituyen los fármacos antipsicóticos y los estabilizado- res del humor2. Los fármacos considerados de primera línea son: litio, valproato y los antipsicóticos atípicos como rispe- ridona, olanzapina, quetiapina y aripiprazol20. Si bien su efi- cacia en monoterapia está demostrada, con su combinación 5060 Medicine. 2019;12(86):5052-66 ENFERMEDADES PSIQUIÁTRICAS (III) se ha observado una mayor tasa de respuesta2, especialmente en los casos más graves de manía aguda. En cuanto a los fármacos de segunda línea, en la manía aguda se encuentran carbamazepina, oxcarbamazepina, haloperidol, ziprasidona, asenapina y paliperidona31. Clozapina está considerado como fármaco de tercera línea20. Se recomienda no utilizar en el tratamiento de la manía aguda gabapentina, lamotrigina y topiramato20. Si el episodio se acompaña de alteración conductual gra- ve o un estado de agitación psicomotriz, se debe emplear, en primer lugar, si es posible, medicación oral antipsicótica o una combinación de un antipsicótico y una benzodiazepina. Si la alteración de conducta severa no se controla con trata- miento oral, debe emplearse medicación antipsicótica y/o benzodiazepinas por vía intramuscular, utilizando siempre que sea posible un único fármaco20. Cuando el episodio maníaco aparece por primera vez en un paciente que no está recibiendo tratamiento de primera línea, se recomienda iniciar un antipsicótico atípico, litio, valproato o bien la combinación de dos fármacos de primera línea20. Habrá que tener en cuenta que los estabilizadores del humor, litio y valproato, tienenun inicio de acción antima- níaca más lenta20. Está demostrado que los antipsicóticos suelen tener un inicio de acción más rápido en el tratamien- to de la manía aguda. Haloperidol parece situarse por encima de los antipsicóticos atípicos en términos de rapidez de ac- ción2. Sin embargo, a pesar de su eficacia, su uso se ve limi- tado por el mayor riesgo de viraje a depresión y su potencia- lidad para provocar efectos extrapiramidales. Se recomienda considerar el cambio de medicación cuando pasadas 1-2 semanas, desde el inicio de la primera, no se observa una respuesta sintomática32. En un metaanálisis llevado a cabo por Cipriani et al33 que analiza la eficacia y aceptabilidad de los fármacos antimanía- cos, se ha demostrado una mayor eficacia de los antipsicóti- cos frente a los estabilizadores del humor, concretamente con haloperidol, risperidona y olanzapina. En relación con la aceptabilidad, risperidona, quetiapina y olanzapina fueron los fármacos que obtuvieron mejores resultados; siendo estos los menos abandonados por los pacientes. Teniendo en cuen- ta la eficacia y la aceptabilidad, risperidona y olanzapina se situaron por encima del resto de antipsicóticos. Los estabili- zadores del humor, valproato y litio, demostraron un perfil inferior en el tratamiento de la manía aguda. En relación con su eficacia, topiramato, gabapentina y lamotrigina no mos- traron una superioridad significativa en comparación con placebo. De hecho, se recomienda no emplear estos tres fár- macos en el tratamiento de la manía aguda20. En un otro metaanálisis llevado a cabo por Yildiz et al34, se observó una menor tasa de interrupción del tratamiento con valproato, aripiprazol, olanzapina y risperidona. Este mismo grupo de investigación demostró, en otro estudio, una mayor rapidez de respuesta antimaníaca de los antipsicóticos atípicos y haloperidol frente al litio o valproato, sin observar- se diferencias entre estos dos últimos35. La terapia electroconvulsiva (TEC), aplicada como mo- noterapia o en combinación con fármacos, es una opción eficaz para la manía aguda refractaria al tratamiento conven- cional, especialmente en aquellos casos con componente psi- cótico o catatónico. Esta terapia está recomendada en muje- res embarazadas36. La aplicación de estimulación magnética transcraneal repetitiva (EMTR) en la corteza prefrontal de- recha ha demostrado ser eficaz en el tratamiento de la manía aguda en adultos12. Se ha ensayado con otras clases de fármacos, como los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), los agonistas de la dopamina (bromocriptina) y los inhibidores de la enzima xantina oxidasa (alopurinol), en monoterapia o como coad- yuvantes en los episodios de manía aguda, no habiéndose extraído resultados concluyentes hasta la fecha2. Se ha sugerido que la alteración del sistema circadiano puede influir en el comienzo de la manía, por lo que la utili- zación de lentes azules que bloqueen el paso de luz asociada a la pauta estándar de tratamiento podría resultar eficaz en la reducción de síntomas maníacos37. En cuanto a la psicotera- pia en el tratamiento de las fases agudas de manía, se ha visto que la terapia cognitivo-conductual puede ayudar a dismi- nuir la intensidad de los síntomas12. Dada la escasez de estudios sobre el tratamiento especí- fico de la hipomanía, se ha asumido un abordaje farmacoló- gico similar al de la manía36,20. Tratamiento de la depresión aguda En la depresión bipolar, el objetivo fundamental del trata- miento farmacológico es lograr la resolución de los síntomas, así como la readquisición de los niveles previos de funciona- miento global en el paciente20. Según la evidencia, el empleo de antidepresivos en mo- noterapia para episodios de depresión bipolar se asocia a un aumento del riesgo del viraje a manía, por lo que están des- aconsejados20. Así pues, se recomienda comenzar con un fár- maco eutimizante, antes de introducir un antidepresivo u otro fármaco capaz de inducir un estado de manía12. Tampo- co se deben emplear en la depresión bipolar aripiprazol o ziprasidona en monoterapia20. Según la Guía española de práctica clínica entre los fár- macos de primera línea en el episodio depresivo agudo en el TB se encuentran: litio, lamotrigina y quetiapina de libera- ción inmediata (LI) y prolongada (LP). Entre los tratamien- tos de segunda línea se encuentran valproato, inhibidores selectivos de recaptación de serotonina (ISRS) en combina- ción con litio, valproato, olanzapina o quetiapina20. En el caso del paciente con episodio depresivo agudo que no toma medicación estabilizadora, se recomienda comenzar con quetiapina LI o LP. Si el paciente mantuviese medicación con estabilizadores se deberán optimizar las dosis de estos. Si a pesar de ello, la respuesta es inadecuada, en el caso del trata- miento con litio, valoproato o lamotrigina, se recomienda aña- dir quetiapina. Si ya estuviera en tratamiento con quetiapina y esta no resultase efectiva, se recomienda añadir litio, lamotri- gina o ISRS, o bien cambiar a olanzapina más ISRS. Si estu- viese en tratamiento con otro antipsicótico atípico diferente a quetiapina, se recomienda cambiarlo por este último20. Si con las pautas descritas no se observa una eficacia sintomática, se recomienda añadir o cambiar la medicación de primera y segunda línea. Por último, si pesar de los cam- Medicine. 2019;12(86):5052-66 5061 TRASTORNO BIPOLAR bios descritos no se observa mejoría, se recomienda em- plear TEC20. De acuerdo con el grupo de trabajo de la Sociedad Inter- nacional para los trastornos bipolares (ISBD)38, los ISRS y bupropión serían los antidepresivos con menores tasas de viraje a manía. Según este grupo, la frecuencia e intensidad de las elevaciones del estado de ánimo son mayores en el TB tipo I que en el de tipo II. Por este motivo, los antidepresivos en el TB tipo I deben emplearse únicamente en terapia com- binada con estabilizadores del humor, aunque la capacidad de estos últimos para evitar el viraje a manía aún está sin demostrar. En la actualidad, disponemos de tres fármacos aprobados por la FDA para el tratamiento de la depresión bipolar que son lurasidona, quetiapina y olanzapina en combinación con fluoxetina. Ante la escasez de medicamentos aprobados para la depresión bipolar, en la práctica clínica es común el em- pleo de fármacos fuera de ficha técnica, así como la terapia combinada con otros fármacos. Se ha demostrado la efectivi- dad de la combinación de olanzapina y fluoxetina, que puede considerarse un tratamiento de primera línea de la depresión bipolar36. Hasta la fecha, existe poca evidencia acerca de la eficacia en la depresión bipolar de fármacos antiepilépticos como to- piramato, gabapentina o levetiracetam, la hormona tiroidea, naltrexona, lisdexanfetamina o inhibidores de la enzima ace- tilcolinesterasa, tanto en combinación como en monotera- pia12. Se ha sugerido que los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 o la N-acetilcisteína podrían ejercer un efecto be- neficioso empleados como coadyuvantes en la terapia de base12. Entre las opciones de tratamiento no farmacológicas para la depresión bipolar se encuentra la TEC, especialmen- te cuando se trata de una depresión resistente al tratamiento. En estos casos, se ha demostrado una tasa de respuesta supe- rior frente a las terapias convencionales12. Para la depresión bipolar también se puede emplear la EMRT, la estimulación cerebral profunda y la estimulación del nervio vago12. En la población infantil y juvenil, se ha visto que la psi- coeducación familiar, el aprendizaje en habilidades sociales y la terapia cognitivo-conductual pueden ser eficaces como coadyuvantes en la depresión bipolar12. Tratamiento de mantenimiento El tratamiento a largo plazo es de carácter preventivo y combina un abordaje farmacológico, psicológico y educa- cional en relación con la promoción de un estilo de vida saludable. Debido a la naturaleza crónica y recurrente de la enfer- medad,el objetivo del tratamiento a largo plazo tiene el objetivo de evitar la aparición de episodios depresivos, ma- níacos, hipomaníacos o mixtos. Existen dos elementos pri- mordiales para conseguir estos objetivos a largo plazo. El más importante tiene que ver con el desarrollo de una sóli- da alianza terapéutica entre el clínico y el paciente, nece- saria para la adecuación de la pauta de tratamiento. Otro elemento fundamental es saber identificar los signos de recaída, así como los estresores particulares que pueden desencadenar un nuevo episodio20. En cuanto al abordaje farmacológico, el litio se ha postu- lado como uno de los fármacos más eficaces en la prevención de episodios maníacos y depresivos. Si bien cuenta con un amplio espectro de efectos secundarios, es considerado como el único fármaco de primera línea para el tratamiento de mantenimiento del TB36. Se ha demostrado que el litio en monoterapia o bien la combinación de litio y valproato es más eficaz en la prevención de recaídas que valprotato en monoterapia39. En la Guía española de Práctica Clínica en el TB, litio, valproato y los antipsicóticos atípicos (olanzapina, quetiapina y aripiprazol) son considerados los fármacos de primera línea en la prevención de la manía; litio, lamotrigina y quetiapina de primera línea en la prevención de la depre- sión bipolar. En algunas guías de práctica clínica36, valproato, olanza- pina, aripiprazol, risperidona o quetiapina son considerados como fármacos de segunda línea en el tratamiento de man- tenimiento del TB, situando en tercera línea carbamazepina, lurasidona, lamotrigina y otros fármacos antipsicóticos que hubieran demostrado eficacia previa en el tratamiento de un episodio en fase aguda36. El abordaje farmacológico a largo plazo dependerá del tipo de polaridad predominante en el TB. Se ha comprobado que los pacientes con predominancia del polo maníaco sue- len responder mejor al litio, a valproato y a los antipsicóticos atípicos (olanzapina, quetiapina y aripiprazol). Aquellos con predominancia depresiva suelen responder al litio, a quetia- pina o a lamotrigina20. En los pacientes que estén en trata- miento con cualquiera de los fármacos mencionados sin ob- tener una respuesta eficaz, se deberá optimizar la dosis. Si persistiese la falta de respuesta, se considerará añadir otro fármaco de primera o segunda línea (litio, valproato, quetia- pina LI/lP, olanzapina, carbamazepina, lamotrigina, ziprasi- dona, aripiprazol, asenapina o risperidona20. El tratamiento farmacológico a largo plazo debe mante- nerse al menos 5 años (aunque generalmente será indefinido) y revisarse según la presencia de factores de riesgo como an- tecedentes de recaídas frecuentes, episodios psicóticos gra- ves, abuso de sustancias, acontecimientos vitales estresantes o escaso soporte social20. Según otros muchos autores, el tratamiento farmacológi- co a largo plazo consiste en un fármaco estabilizador del áni- mo; en monoterapia o combinado con un antipsicótico o antidepresivo2. Esta pauta de tratamiento, idealmente asocia- da a intervenciones psicosociales, puede contribuir a una re- ducción del riesgo de recaída, del número de ingresos hospi- talarios y de la duración de los mismos12. El índice de polaridad clasifica los distintos fármacos para el TB según su perfil de acción profiláctico. Desde este enfoque, nos encontramos fármacos con perfiles más anti- maníacos y otros con perfiles más antidepresivos12. Esta dis- tinción nos servirá de utilidad para la elección idónea del medicamento, según cuál sea la polaridad sintomática predo- minante de nuestro paciente. Por ejemplo, según este mode- lo, quetiapina y litio poseen un índice cercano al 1, lo que significa que ambos son casi igual de efectivos para la pre- vención del estado de manía y depresión. 5062 Medicine. 2019;12(86):5052-66 ENFERMEDADES PSIQUIÁTRICAS (III) Consideraciones de los fármacos más empleados en el trastorno bipolar Litio Mecanismo de acción. Las sales de litio actúan inhibiendo la neurotransmisión excitatoria (en la que intervienen neuro- transmisores como el glutamato o la dopamina) y promue- ven aquella mediada por el ácido gamma-aminobutírico (GABA). Como agente antidepresivo potencia la acción se- rotoninérgica, aumenta los niveles de GABA y disminuye la sensibilidad de los receptores dopaminérgicos y beta-adre- nérgicos. Como antimaníaco, aumenta la actividad de la en- zima MAO-B, inhibe la liberación de noradrenalina y dopa- mina en las terminaciones nerviosas y modifica la neurotransmisión colinérgica. Se sugiere que el litio posee efectos neuroprotectores que preservan la función de los cir- cuitos neuronales. Además, podría promover la neurogénesis en el hipocampo; región potencialmente importante en el aprendizaje, la memoria o las respuestas al estrés36. Metabolismo y farmacocinética. El carbonato de litio se absorbe en el aparato digestivo (no unido a proteínas plasmá- ticas). Atraviesa lentamente la barrera hematoencefálica y la placenta. No se metaboliza. Se excreta como ión; el 95% por la orina y el 5% restante por el sudor, las heces y la saliva. Se filtra a nivel glomerular hasta el 80% y se reabsorbe con Na y H2O en el túbulo proximal. Esta reabsorción competitiva con el Na explica el riesgo de intoxicación en hiponatremias derivadas de alteraciones renales, dietas hiposódicas, estados de hiperhidrosis o deshidratación y tratamientos con diuré- ticos tiazídicos. Indicaciones. En el TB, el litio está indicado para el trata- miento de los episodios maníacos agudos, así como para el tratamiento de mantenimiento. Se ha demostrado que el efecto de prevención es más robusto en las fases maníacas que en las depresivas. Si bien su uso no está aprobado por la FDA para el tratamiento de la depresión bipolar, se ha de- mostrado su eficacia en estos casos. En pacientes con idea- ción suicida, el litio será una buena opción, ya que se ha visto que reduce el riesgo de suicidio. También para el manejo de la agresividad ha resultado ser beneficioso36. Recomendaciones de uso. Antes de iniciar el tratamiento con litio es necesario realizar un examen físico, un registro, un pesaje (o cálculo del índice de masa corporal –IMC–), una analítica (con hemograma, tasa de filtrado glomerular (TFG), urea, creatinina, glucemia, calcio sérico y perfil tiroideo) y una prueba de embarazo. La realización de un electrocardio- grama previo a la toma de litio está indicada en los pacientes con factores de riesgo o enfermedades cardiovasculares36. Una vez instaurado el tratamiento, la medición de urea, elec- trolitos, TFG y perfil tiroideo se repetirán cada 6 meses36. El pesaje (o cálculo del IMC) y la medición del calcio sérico también se debe repetir con periodicidad. Iniciado el trata- miento se debe realizar un control estricto de litemias. Es recomendable realizar litemia al menos 3-4 días después del inicio del fármaco y 3-4 días después de cada aumento de dosis hasta alcanzar niveles estables. Después se debe realizar litemia con una frecuencia semanal durante el primer mes; mensual durante los seis meses posteriores y luego trimes- tral. Algunos manuales recomiendan la realización de lite- mias de control cada 6 meses36, exceptuando los casos de pacientes ancianos, aquellos que presentan alteración de la función renal o comorbilidades asociadas, y aquellos que re- ciben tratamientos concomitantes capaces de interaccionar con el litio. Los niveles óptimos de litemia se sitúan entre 1 y 1,5 mEq/l para el tratamiento de la fase aguda; y entre 0,6 y 1,2 mEq/l para el tratamiento de mantenimiento. Los efectos tóxicos del litio aparecen cuando los niveles se sitúan por encima de 1,5 mEq/l. Los niveles de litio en sangre aumentan cuando se admi- nistra de manera concomitante un tratamiento con diuréti- cos tiazídicos o ahorradores de potasio, tetraciclinas, AINE e inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA). En dietas hiposódicas y episodiosde vómitos, diarrea o exce- so de sudoración, también puede aumentar la litemia. Por el contrario, entre los fármacos capaces de disminuir la litemia se encuentran los diuréticos osmóticos, los inhibi- dores de la anhidrasa carbónica y las xantinas. Con dietas hipersódicas o con la toma de cafeína, la litemia también puede disminuir (tabla 7). Efectos adversos. La mayoría suelen ser dosis dependiente. A corto plazo y con frecuencia se presentan molestias gas- trointestinales (náuseas, vómitos dispepsia, diarrea), poliuria, polidipsia, temblor fino, aumento de peso y sedación. La po- liuria suele aparecer más comúnmente cuando el fármaco se administra en dos tomas al día. Además, pueden aparecer otros efectos adversos renales como la disminución de la TFG, diabetes insípida nefrogéni- ca (DIN), fibrosis intersticial, atrofia tubular o esclerosis glo- merular. Aunque la DIN suele revertir a corto o medio plazo, puede ser irreversible en casos de tratamientos prolongados de más de 15 años. A nivel endocrinológico, puede provocar hiperparatiroidismo primario, hipotiroidismo clínico o sub- clínico y bocio, especialmente en mujeres. Por el aumento del calcio sérico, podría desarrollarse a largo plazo osteopo- rosis, cálculos renales o hipertensión. A nivel cardiológico puede aparecer una prolongación del intervalo QTc y PR, bradicardia sinusal, inversión o aplanamiento de la onda T o trastornos de la conducción, como la disfunción del nodo TABLA 7 Variaciones plasmáticas del litio Aumentan la litemia Disminuyen la litemia Diuréticos tiazídicos (por ejemplo; hidroclorotiazida, clortalidona, indapamida) y ahorradores de potasio (por ejemplo; espironolactona, eplerenona, amilorida) IECA (por ejemplo; enalapril, captopril, lisinopril) AINE Dieta pobre en sal Vómitos, diarrea o sudoración Diuréticos osmóticos (por ejemplo manitol) Xantinas (cafeína, teofilina, teobromina) Inhibidores de la enzima anhidrasa carbónica (por ejemplo; acetazolamida) Dieta rica en sal AINE: antiinflamatorios no esteroideos; IECA: inhibidores de la enzima conversora de angiotensina. Medicine. 2019;12(86):5052-66 5063 TRASTORNO BIPOLAR sinusal. A nivel dermatológico puede producir acné y pso- riasis. Es de destacar su potencial teratogénico, del que se ha- blará más adelante en el apartado titulado «Consideraciones especiales en embarazo y lactancia». Intoxicación por litio. En la intoxicación leve-moderada (1,5-2 mEq/l), los síntomas que se presentan con más fre- cuencia son gastrointestinales (vómitos, diarrea, dolor abdo- minal) y neurológicos (ataxia y temblor, sobre todo; disartria, nistagmo, mareo, letargo, debilidad muscular). En la intoxi- cación moderada-grave (2-2,5 mEq/l) suele aparecer un cua- dro clínico caracterizado por náuseas y vómitos persistentes, visión borrosa, fasciculaciones, hiperreflexia, convulsiones, delirium, estupor y coma. En la intoxicación grave (más de 2,5 mEq/l) puede llegar a presentarse oliguria, insuficiencia renal, convulsiones o incluso muerte (tabla 8). Valproato sódico Mecanismo de acción. Su mecanismo de acción es comple- jo y no del todo conocido. Se sabe que actúa bloqueando los canales de sodio dependientes de voltaje mediante unos me- canismos que, a día de hoy, se desconocen. También se sabe que produce un aumento de las concentraciones de GABA mediante la inhibición de su catabolismo, reduce el inter- cambio de ácido araquidónico, promueve la expresión del péptido BDNF y reduce los niveles de proteína quinasa C. Indicaciones. En el TB está indicado y aprobado por la FDA para el tratamiento de la manía aguda y los episodios mixtos. Aunque no cuenta con la aprobación, resulta efectiva en el tratamiento de mantenimiento del TB y en la depresión bipolar. Como antiepiléptico que es, cabe destacar su indica- ción en el campo de la neurología, para el tratamiento de las crisis comiciales y la profilaxis de la migraña. Recomendaciones especiales de uso. Antes de iniciar el tratamiento, se debe registrar el peso del paciente (o su IMC), realizar una analítica con hemograma completo, fun- ción hepática y plaquetar. Se considerará realizar un estudio de coagulación en aquellos pacientes con historia de san- grado o con cirugía programada próxima36. La guía NICE recomienda la repetición del hemograma y la función hepá- tica cada seis meses. Si las enzimas hepáticas estuvieran au- mentadas al inicio del tratamiento, se recomienda una mo- nitorización de la función hepática más periódica. En cuanto a la medición de los niveles de valproato en sangre, se recomienda en casos de falta de efectividad, adherencia escasa o sospecha de toxicidad por el fármaco. Los niveles óptimos para la fase de mantenimiento del TB se descono- cen. Sin embargo, se estima que deben situarse al menos en 50 mg/l36. Efectos adversos. Valproato suele producir irritación gástri- ca e hiperamonemia, que precipita con frecuencia la apari- ción de náuseas y vómitos. Otros efectos gastrointestinales frecuentes son la anorexia, la dispepsia y la diarrea; todos ellos efectos dosis dependiente y transitorios. Asimismo, puede producir sedación, ataxia, fatiga, cefalea y mareo. En algunas mujeres se ha observado el desarrollo de hiperandro- genismo, que puede desencadenar el síndrome de ovario po- liquístico. El aumento de peso suele ser frecuente, especial- mente en tratamientos combinados con clozapina. El temblor, también dosis dependiente, aparece en más de un cuarto de los pacientes tratados con valproato. Este suele ser de predominio postural e intencional. En una pequeña pro- porción de casos, puede desarrollarse parkinsonismo, el cual suele revertir tras la interrupción del tratamiento. Uno de los efectos adversos peor aceptados por los pacientes suele ser la caída del cabello. A nivel sanguíneo, puede producir leucope- nia, plaquetopenia o hipoplasia de la línea roja. Se han des- crito casos de pancreatitis y fallo hepático fulminante, siendo estos últimos especialmente raros. Se ha demostrado que la formulación de LP (Crono) re- duce los picos sanguíneos de valproato y resulta mejor tole- rada por los pacientes que la convencional de LI. Con valprotao hay que destacar su potencial teratogéni- co, del que se hablará detenidamente en el apartado «Consi- deraciones especiales en embarazo y lactancia». Carbamazepina Mecanismo de acción. Se sabe que carbamazepina bloquea los canales de sodio dependientes de voltaje e inhibe el dis- paro neuronal repetitivo. Además, se sabe que reduce la libe- ración de glutamato y disminuye el recambio de dopamina y noradrenalina. Indicaciones. Está indicada y aprobada por la FDA para el tratamiento de la manía aguda o mixta. Aunque no cuenta con la aprobación, se usa con eficacia en el tratamiento de mante- nimiento del TB, así como en la depresión bipolar. En esqui- zofrenia u otros trastornos psicóticos puede servir como coad- yuvante En neurología se emplea para el tratamiento de crisis comiciales y neuralgias como la del trigémino. Recomendaciones especiales de uso. Antes de iniciar el tratamiento, desde la guía NICE se recomienda realizar un registro del peso del paciente (o del IMC) y una analítica de sangre con hemograma, función hepática, urea y electrolitos. Estas determinaciones se repetirán cada seis meses36. La do- sificación lenta al inicio del tratamiento, si bien puede demo- rar el inicio de la acción terapéutica, contribuye a mejorar la tolerabilidad de los efectos sedantes. Efectos adversos. Entre los efectos adversos más frecuen- tes se encuentran: ataxia, visión borrosa, diplopía, náuseas, TABLA 8 Síntomas más frecuentes en la intoxicación por litio Litemia Síntomas gastrointestinales Síntomas neurológicos 1,5-2 mEq/l Vómitos, dolor abdominal, diarrea Ataxia, temblor, confusión, disartria, letargo, debilidad muscular, mareo, nistagmo 2-2,5 mEq/l Náuseas y vómitos persistentes Visión borrosa, hiperreflexia, fasciculaciones, convulsiones, delirium, estupor,coma > 2,5 mEq/l Convulsiones, coma, muerte 5064 Medicine. 2019;12(86):5052-66 ENFERMEDADES PSIQUIÁTRICAS (III) cefalea, boca seca y edemas. La hiponatremia o el aumento de las enzimas hepáticas ALT y GGT también aparecen con frecuencia, así como la disminución crónica del recuen- to de plaquetas. Es posible la aparición de rash cutáneo (ra- ramente el síndrome Stevens-Johnson), anemia aplásica, pancreatitis y fallo hepático. Se estima que uno de cada 20.000 pacientes desarrollará agranulocitosis y/o anemia aplásica (tabla 9)36. Lamotrigina Mecanismo de acción. Actúa bloqueando los canales de so- dio dependientes de voltaje (mecanismo compartido con car- bamazepina). Además, posee la capacidad de inhibir la libe- ración de glutamato y aspartato. Indicaciones. Ha sido aprobada por la FDA para el trata- miento de mantenimiento del TB tipo I. Es especialmente eficaz cuando la polaridad del trastorno es de predominio depresivo. También ha resultado eficaz en el tratamiento de la manía bipolar y la manía aguda. Se dice que estabiliza des- de arriba y desde abajo porque es efectivo en la prevención de recaídas depresivas y maníacas. Al igual que el resto de anticonvulsionantes mencionados anteriormente, en el cam- po de la neurología se emplean para el manejo de crisis co- miciales. En la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos puede ser útil como adyuvante. Efectos secundarios. Aproximadamente en el 10% de los casos aparece un rash benigno. De forma infrecuente, puede presentarse rash grave, siendo el riesgo mayor en población pediátrica. Muy raramente se puede producir un fallo mul- tiorgánico acompañado del síndrome de Stevens-Johnson o necrólisis epidérmica tóxica. El aumento de peso y la seda- ción no son frecuentes, por lo que es considerado uno de los fármacos eutimizantes mejor tolerados. Fármacos antipsicóticos en el trastorno bipolar Por sus propiedades antimaníacas, antidepresivas y de estabi- lización del humor, esta familia de fármacos forma parte del pilar de tratamiento en el TB. Los antipsicóticos típicos han sido usados durante mu- cho tiempo en el tratamiento de la manía aguda, especial- mente haloperidol y clorpromazina. La evidencia avala su uso en presentaciones maníacas o hipomaníacas del TB. Su efectividad estaría potenciada por el uso concomitante de un fármaco estabilizador del humor. Por su potencial para pro- ducir extrapiramidalismo y viraje a depresión, se prefiere el uso de los antipsicóticos atípicos36. Los antipsicóticos atípicos como olanzapina, risperidona, quetiapina, asenapina y aripiprazol han sido los más estudia- dos y empleados en el TB. Olanzapina. En monoterapia ha sido aprobado por la FDA para la manía y el tratamiento de mantenimiento del TB; TABLA 9 Monitorización analítica y clínica del paciente con trastorno bipolar Antipsicóticos Litio Valproato Carbamazepina Función tiroidea - Al inicio y cada 6 meses (más frecuente si alteración) - - Función hepática - - Al inicio y periódicamente si clínicamente indicado Al inicio y periódicamente si clínicamente indicado Función renal (eTFG) - Al inicio y cada 6 meses (más frecuente si alteración o uso concomitante de fármacos que interacción con litio) - - Urea y electrolitos - Al inicio y cada 6 meses - Cada 6 meses. Más frecuente si clínicamente indicado Hemograma - Solo si clínicamente indicado Al inicio y cada 6 meses Al inicio y cada 6 meses Glucosa Al inicio y cada 4-6 meses (al mes si olanzapina). Más frecuente si elevación - - - Perfil lipídico Al inicio y cada 3 meses. Más frecuente si elevación - - - Tensión arterial Durante titulación dosis si el AP se asocia con hipotensión postural - - - Prolactina Al inicio y en caso de signos o síntomas sugestivos de hiperprolactinemia - - - ECG Al inicio si factores de riesgo o ECV (o si se prescribe haloperidol). Si existen alteraciones relevantes, repetir al menos tras cada cambio de dosis Al inicio si factores de riesgo o ECV. Si existen alteraciones relevantes, repetir al menos tras cada cambio de dosis - Al inicio si factores de riesgo o ECV. Si existen alteraciones relevantes, repetir al menos tras cada cambio de dosis Peso Al inicio y con frecuencia durante los primeros 3 meses. Después, trimestralmente durante el primer año. Luego, al menos cada año Al inicio y cuando sea necesario si rápido aumento ponderal Al inicio y cuando sea necesario si rápido aumento ponderal Al inicio y cuando sea necesario si rápido aumento ponderal Niveles plasmáticos del fármaco - 3-4 días después del inicio del fármaco y 3-4 días después de cada aumento de dosis, hasta alcanzar litemias estables. Después, semanal durante el primer mes; mensual durante seis meses y luego trimestral. Algunos manuales recomiendan la realización de litemias de control cada 6 meses No requiere mediciones periódicas salvo si existe evidencia de falta de eficacia, pobre adherencia o toxicidad Dos semanas después del inicio del fármaco y dos semanas después del cambio de dosis. Después de eso, no requiere mediciones periódicas salvo si existe evidencia de falta de eficacia, pobre adherencia o toxicidad AP: antipsicóticos; ECG: electrocardiograma; ECV: enfermedades cardiovasculares. Modificada de Taylor D, et al36. Medicine. 2019;12(86):5052-66 5065 TRASTORNO BIPOLAR combinado con fluoxetina para el tratamiento de la depre- sión bipolar. Suele ser más eficaz en combinación con un estabilizador del humor. Presenta un rápido inicio de ac- ción y suele ser uno de los fármacos preferidos en la depre- sión bipolar resistente a tratamiento. El inconveniente de este fármaco es que puede producir síndrome metabólico severo. Quetiapina. En su formulación de LI es el único antipsicó- tico que está aprobado por la FDA para la manía, la depre- sión y la terapia de mantenimiento en el TB. Un efecto a tener en cuenta en comparación con el resto de fármacos es la sedación que produce. Es el antipsicótico preferido en los pacientes con demencia con cuerpos de Lewy o enfermedad de Parkinson40. Risperidona. Aprobada por la FDA solamente para los epi- sodios de manía aguda, puede administrarse en una inyec- ción intramuscular mensual de LP y servir de terapia de mantenimiento en el TB. El inconveniente de este fármaco es el riesgo aumentado de viraje a manía y su potencial para producir extrapiramidalismo. En casos de alteración de con- ducta y agresividad han demostrado gran efecto. Aripiprazol. Aprobado como tratamiento de mantenimiento del TB y de los episodios de manía, cuenta con formulación inyectable de LP. Es especialmente efectivo en el TB tipo I con polaridad de predominio maníaco36. Presenta un perfil metabólico bastante favorable. Uno de los efectos secunda- rios más frecuentes suele ser la acatisia (manifestada por el paciente como la incapacidad para mantenerse quieto). Asenapina. Ha sido aprobada por la FDA únicamente para el tratamiento de la manía aguda. Se emplea también en la depresión bipolar y en la terapia de mantenimiento, aunque su eficacia es mayor en la manía. En comparación con olan- zapina y asenapina es menos sedante y produce con menor frecuencia síndrome metabólico36. Ziprasidona. Aprobada por la FDA para el mantenimien- to del TB y la manía aguda, es especialmente eficaz en casos de polaridad de predominio maníaco. Tiene un buen perfil de efectos metabólicos. Tanto es así que, cuando se administra a pacientes con obesidad o dislipidemia producida por trata- mientos previos, se produce una reducción rápida y signifi- cativa de los niveles de triglicéridos y del peso40. Consideraciones especiales en el embarazo y la lactancia Dado que el TB suele ser diagnosticado al inicio de la edad adulta, muchas mujeres en edad fértil se enfrentarán a la pro- blemática que entraña el manejo farmacológico durante la gestación, ya que varios de los fármacos comúnmente em- pleados poseen potencial teratogénico para el feto, especial- mente durante el
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