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en una de las cadenas de la hélice del ADN. A continuación otra enzima, la ADN polimerasa, coloca los nucleótidos correctos, complementarios de la cadena correcta, y final- mente otra enzima, la ADN ligasa, produce la soldadura de los nucleótidos sintetizados, haciendo desaparecer el aguje- ro. Entre los mecanismos reparadores destaca la fotorreacti- vación, que permite reparar la formación de dímeros de timina, o la uracil-ADN glucosilada, que permite reparar la citosina y los mecanismos de escisión-reparación ya expli- cados. 4.2.3. Transcripción del ADN y síntesis del ARN Cuando se supo cómo estaba dispuesta la información genética en el ADN, los genetistas trataron de explicar cómo se transmite dicha información. Se sabía que toda célula cumple unas funciones que vienen determinadas por el tipo de proteínas que fabrica. Las proteínas están forma- das por una determinada sucesión de aminoácidos, de los cuales el hombre utiliza 20. Cuando se unen los aminoáci- dos, se forman dipéptidos, tripéptidos o polipéptidos. El hecho de que cada una de las proteínas tuviera una secuen- cia fija de aminoácidos hizo suponer que el tipo de proteína dependería de la disposición de los nucleótidos en el ADN. También se sabía que las proteínas se sintetizan en el cito- plasma, donde interviene el ARN. Todo ello condujo a la hipótesis de que la información debía de pasar desde el ADN del núcleo al citoplasma para sintetizar las proteínas. El descubrimiento de la existencia del ARN mensajero (ARNm) ayudó a entender estos procesos y a conocer lo que se denomina como transcripción del ADN, un proceso que sirve para transmitir la información desde el ADN hasta el ARNm para que posteriormente sea llevada al citoplasma. La síntesis del ARNm es un proceso muy similar al de la replicación del ADN. En su transcurso una de las cadenas del ADN actúa de molde, de tal forma que la secuencia de bases nitrogenadas que forman el ARN es complementaria de la que contiene el ADN, excepto en la base adenina (A) que se complementa con el uracilo (U), ya que este último reemplaza a la timina (T) en el ARN (véanse los Capítulos 2 y 3). En casi todas las células la transcripción tiene lugar de forma similar. La enzima que cataliza la reacción es la ARN polimerasa. Ésta se une a secuencias específicas del ADN, denominadas secuencias promotoras, ricas en bases A y T (cajas TATA), con un complejo de proteínas alrede- dor de las secuencias TATA, denominado complejo basal, que actúan como señales de iniciación de la transcripción y hacen que se desenrolle la doble hélice del ADN (sólo se transcribe una de las cadenas del ADN). La transcripción finaliza cuando se alcanza la señal de terminación, se des- prende el ARNm formado y se restablece de nuevo el apa- reamiento de las dos cadenas del ADN en doble hélice. En el ser humano intervienen tres tipos diferentes de ARN polimerasa, que transcriben tres tipos de ARN diferentes: La ARN polimerasa I, que controla la síntesis del ARN ribosómico (ARNr). Se encuentra en los nucléolos. La ARN polimerasa II, que cataliza la síntesis del ARNm. Se encuentra en el nucleoplasma. La ARN polimerasa III, que cataliza la síntesis del ARN de transferencia (ARNt). También se encuenta en el nucleo- plasma. Los ARNm sintetizados pueden contener entre 100 y 10 000 nucleótidos (el ADN puede llegar a tener más de 150 millones de nucleótidos). Esto quiere decir que sólo una parte del ADN se transcribe finalmente a ARNm. Las se- cuencias del ADN que se transcribe y posteriormente se pierde se denominan intrones y las secuencias del ADN transcrito que no se pierde se denominan exones. Una vez finalizada la transcripción del precursor del ARNm debe seguir un proceso de maduración durante el cual se pierden los intrones, se juntan los exones y se transporta al citoplas- ma en forma de ARNm maduro (Fig. 4-4). En el hombre se calcula que existen aproximadamente 100 000 secuencias únicas de ADN capaces de codificar y sintetizar proteínas. Estas secuencias, que reciben el nombre de genes, no ocupan más del 20 % del ADN. El 80 % restante no codifica proteínas, y se emplea en parte para codificar ARNr y ARNt. Otra gran parte, que se encuentra situada alrededor del centrómero de algunos cromosomas, o en las zonas teloméricas, tiene una función por el momento desconocida y se denomina genéticamente ADN repetitivo (constituye un 50 % del ADN). 4.2.3.1. Transcripción inversa Es el proceso que permite pasar el ARN a ADN. Este mecanismo lo emplean los organismos que sólo tienen ARN como material genético, entre ellos los virus. Cuando una célula humana es invadida por un virus del tipo retrovirus, éste puede provocar fenómenos de transcripción inversa que producirán cambios en el ADN nuclear, con la consecuente modificación de la síntesis proteica y la alteración de la función celular. 4.2.4. Código genético La información genética está contenida en el ADN del núcleo. Mediante la transcripción del ARNm se transmite el mensaje desde el ADN al citoplasma. El mensaje está escri- to en un código que utiliza sólo cuatro letras, las cuatro bases nitrogenadas, combinadas de forma que su secuencia llega a constituir los 20 aminoácidos que se conocen y que forman las proteínas que el organismo necesita. Resulta lógico pensar que si la información contenida en las cuatro letras (A,T,G,C) del ADN estuviera en un código formado por una sola base, no podría representar un ami- noácido, ya que sólo hay cuatro bases y 20 aminoácidos. Si un aminoácido estuviera determinado por dos bases existi- rían 42 = 16 combinaciones posibles, lo cual tampoco es suficiente. Pero si tres bases determinan un aminoácido, la probabilidad es de 43 = 64 combinaciones. Esto permite, estadísticamente, explicar la existencia de 20 aminoácidos productores de proteínas en el ser humano. El triplete de bases del nucleótido capaz de codificar un aminoácido reci- be el nombre de codón. Finalmente, estos conceptos pudieron demostrarse, y ya en 1961 se establecieron las características del código gené- tico: 1. La lectura del mensaje genético se hace de forma continua a partir del triplete de inicio, cada tres bases, sin que haya interrupción (no existen comas, ni solapamientos durante la lectura). Parte I. El cuerpo humano como unidad organizada 53
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