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tálamo, del cual están separadas por el surco hipotalámico (véase Fig. 7-21). Forman parte del piso del III ventrículo y cada una de ellas está constituida por una estructura de forma rectangu- lar. De la parte media cuelga de un único tallo la hipófisis, que se sitúa en la silla turca del hueso esfenoides, en la base del cráneo (véase Fig. 7-14). Por delante del tallo hipofisa- rio se encuentran el quiasma óptico y los nervios ópticos (Fig. 7-28). 7.6.2.2. Estructura microscópica En el interior del hipotálamo hay muchos núcleos de sustancia gris. Entre ellos destacan el núcleo supraóptico (detrás del quiasma óptico) y el núcleo paraventricular (en contacto con el III ventrículo). En la parte posterior desta- can los cuerpos mamilares (con su núcleo mamilar). 7.6.2.3. Funciones Por su tamaño, el hipotálamo es una de las partes más pequeñas del encéfalo, pero sus funciones son muy impor- tantes y variadas, si bien no todas son suficientemente cono- cidas y entendidas. Los impulsos que conducen los axones que salen del hipotálamo son transportados a la médula espinal y desde allí al sistema nervioso autónomo, para actuar sobre la mayoría de los músculos y glándulas del cuerpo. El hipotá- lamo ejerce uno de los mayores controles sobre los centros neurovegetativos y, por tanto, interviene en las funciones de los órganos internos del cuerpo. Está conectado con las estructuras responsables de las emociones, participando en las mismas. Puede a su vez provocar cambios corporales ante determinadas emociones, debido a las conexiones existentes entre las estructuras que crean las emociones, el hipotálamo y las vísceras. Un ejem- plo de ello lo constituyen el rubor, la risa o el llanto que experimentamos en determinadas situaciones emocionales. También se ha demostrado que algunos de los núcleos grises del hipotálamo funcionan como centros de placer o recompensa, y que responden ante impulsos primitivos, como el del apetito o la saciedad, la sed y el deseo de apareamiento, o la supervivencia. Además, el hipotálamo es el responsable del manteni- miento de la temperatura corporal y actúa en conexión con el sistema nervioso autónomo, regulando la vasoconstric- ción o vasodilatación y la transpiración de la piel, como mecanismos fisiológicos de termorregulación. La hipófisis, que es controlada por los estímulos que llegan al hipotálamo, es la responsable de la secreción de la mayoría de las hormonas, que luego actúan sobre las glán- dulas endocrinas de todo el organismo. El núcleo supraópti- co y paraventricular son responsables de la secreción de la hormona antidiurética (ADH) y de la oxitocina, respecti- vamente. Todas las conexiones que existen entre los dos sistemas de relación (SNC y sistema endocrino) están regu- ladas por el hipotálamo. Por este motivo, el hipotálamo también actúa como un eslabón entre la mente y el cuerpo a través de las hormonas que secreta la hipófisis. Por último, también participa en los mecanismos del des- pertar y en los que mantienen el estado de vigilia o de alerta. 7.7. TRONCO ENCEFÁLICO O NEUROEJE Se localiza en la fosa posterior del cráneo y se extiende desde el esfenoides, por debajo del hipotálamo, hasta el agujero magno (en el hueso occipital). Se continúa por debajo con la médula espinal, sin que haya solución de continuidad entre ambas estructuras. Por detrás se en- cuentran el acueducto de Silvio, el IV ventrículo y el cerebelo. Contiene los centros reflejos indispensables para poder vivir y es el responsable de la denominada «vida vegetati- va». Es el punto de salida de la mayoría de los nervios craneales responsables de la inervación de la cara y del cráneo. Para su estudio se divide en tres porciones: el me- sencéfalo, la protuberancia y el bulbo raquídeo, aunque desde el punto de vista embriológico no provienen de la misma estructura. 7.7.1. Mesencéfalo Es la porción más alta del neuroeje. Está situado por debajo del hipotálamo, por encima de la protuberancia, y por delante del acueducto de Silvio y del cerebelo (véase Fig. 7-14). Su visión macroscópica muestra en la cara anterior la existencia de los pedúnculos cerebrales, que lo unen al cerebro por el lóbulo frontal (Fig. 7-28). Estas estructuras forman, junto a las cintillas ópticas, la fosa interpeduncu- lar, y en su interior se sitúan la hipófisis y los cuerpos mamilares del hipotálamo. De la parte interior de los pe- dúnculos sale el III par craneal o motor ocular común. En la cara posterior (Figs. 7-29 y 7-30) se identifican cuatro prominencias redondeadas, los tubérculos cuadrigéminos (dos superiores y dos inferiore s ). Por debajo de los inferio- res aparece el IV par craneal o nervio patético, que se sitúa en la cara anterior tras contornear los pedúnculos cerebrales. 7.7.2. Protuberancia o puente Está situada entre el mesencéfalo y el bulbo raquídeo. En su cara posterior se encuentran el IV ventrículo y el cerebe- lo, al que se mantiene unida por los pedúnculos cerebelosos medios (véase Fig. 7-29). Es la parte más voluminosa del neuroeje, y está formada por una masa convexa que sobre- sale hacia delante y que le da el nombre. En la zona media de su cara anterior (véase Fig. 7-28) se distingue el surco basilar, por donde pasa la arteria basilar, que forma el polígono de Willis. La protuberancia se en- cuentra separada del bulbo por el surco bulboprotuberencial. El V par craneal o trigémino emerge de la protuberan- cia entre los pedúnculos cerebrales medios. De la parte central del surco bulboprotuberencial sale el VI par craneal o motor ocular externo, y de dentro hacia fuera salen el VII par o nervio facial y el VIII par o nervio acústico (véase Fig. 7-28). 7.7.3. Bulbo raquídeo Es la porción más baja del neuroeje y está separado de la protuberancia por el surco bulboprotuberancial. Tiene una 182 Estructura y función del cuerpo humano
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