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Ca++ 5 Ca++ 5 Mg++ 2 Mg++ 2 K+ 4 K+ 4 Na+ 142 Cl– 102 HCO3 – HCO3 – HCO3 – mEq/L H2O 200 185 150 100 50 PLASMA (306 mEq/L) INTERSTICIAL (300 mEq/L) INTRACELULAR (400 mEq/L) Cationes Aniones Cationes Aniones Cationes Aniones HPO– –4 2 SO– –4 6 Pro– 17 26 15 Na+ 138 HPO– –4 4 SO–4 2 Pro 1 Mg++ Na+ 10 K 150 Cl– 4 PO3 – SO3 – Otros– Pro– 28 101 Cl– 115 85 40 Figura 13-1. Distribución de los electrólitos en los diferentes compartimientos líquidos. te al sistema nervioso central del volumen y electrólitos existentes en cada espacio. El sodio es el electrólito osmóticamente activo más im- portante del espacio extracelular, y el agua es el elemento que mantiene el volumen de este espacio. Por esta razón, cualquier alteración fisiológica que modifique la osmolari- dad llevará aparejadas variaciones en el volumen y, conse- cuentemente, cambios en la retención o excreción de sodio. Así, las situaciones que disminuyen el sodio en sangre se siguen de una reducción del volumen de agua, y viceversa. La mayor parte de la reabsorción del resto de los iones plasmáticos (activos osmóticamente) depende de la reabsor- ción del sodio. El sodio se ingiere con la dieta, se absorbe por el intestino y se distribuye prácticamente en todos los líqui- dos y secreciones corporales. Se pierde en una cantidad muy pequeña por las heces y se elimina principalmente por el riñón, que tiene que regular la retención o la pérdida de las cantidades adecuadas según las necesidades homeostáti- cas. El descenso de la concentración de sodio en el plasma provoca la secreción de aldosterona (véase el Capítulo 9). Esta hormona, que actúa sobre los túbulos contorneados de la nefrona, aumenta la reabsorción de sodio por el riñón y por consiguiente evita que se pierda por la orina, con lo que aumenta su concentración en sangre. Por el contrario, las situaciones de hiperosmolaridad inhiben la secreción de al- dosterona, con lo que se elimina más sodio por la orina y se reduce su concentración en sangre. 13.4. ALTERACIONES HIDROELECTROLÍTICAS Las principales alteraciones relacionadas con la pérdida del equilibrio hidroelectrolítico se deben a la ingestión ex- cesiva de líquidos (hiperhidratación), a la retención de elec- trólitos (hiperosmolaridad) o a la pérdida excesiva de líqui- dos (deshidratación) o de electrólitos (hipoosmolaridad). Las alteraciones por hiperhidratación son poco frecuen- tes, excepto cuando se producen por administrar líquidos por vía intravenosa sin el control suficiente. Las alteraciones por deshidratación, más frecuentes, pue- den deberse a una escasa ingestión de agua o a unas pérdi- das hídricas excesivas. Estas alteraciones son más graves en los niños y en los ancianos, por su posible dificultad para autorregularse mediante los mecanismos de la sed. Las alteraciones por hiperosmolaridad suelen ser el resul- tado de un aporte excesivo de sal o de una pérdida de agua que no es controlada por la hormona antidiurética. Las alteraciones por hipoosmolaridad pueden deberse a un aporte excesivo de agua sin reposición de sal o a una secreción inadecuada de hormona antidiurética. Cualquiera de estas alteraciones, si no es controlada a tiempo y no se restablece la homeostasis, acabará modifi- 314 Estructura y función del cuerpo humano
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