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CAPÍTULO 283 Leishmaniasis © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 2279 CONCEPTO Las leishmaniasis son infecciones parasitarias causadas por varias espe- cies de Leishmania transmitidas en ciclos zoonóticos o antroponóticos por distintas especies de flebotominos. Su gravedad y el espectro clínico varían desde formas cutáneas hasta viscerales en función de la especie del parásito y del tipo de respuesta inmunitaria del hospedador. ETIOLOGÍA Las especies del género Leishmania (subgéneros Viannia y Leishmania) son protozoos flagelados digenéticos (orden Kinetoplastida, familia Trypanosomatidae), que en su ciclo vital presentan dos morfotipos, el amastigote y el promastigote, que se desarrollan en los macrófagos del hospedador vertebrado y en el tubo digestivo del artrópodo vector, respectivamente. Según su tropismo en el hospedador vertebrado, las especies se clasifican en dermatótropas y viscerótropas, aunque exis- ten especies con ambos tipos de tropismo (tabla 283-1). Las leishmaniasis cutánea, cutáneo-mucosa y visceral son las principales formas clínicas. La evolución clínica de la infección depende de la respuesta inmuni- taria. Los cuadros de leishmaniasis mucosa presentan un predominio de la respuesta de tipo Th1, caracterizada por la producción de citocinas, que conducen a una respuesta de tipo celular robusta y desregulada, con activación de macrófagos, que se considera responsable por el daño provocado en los tejidos en los que domina la necrosis. En el otro extremo, la forma visceral se caracteriza por el predominio de una respuesta de tipo Th2, con producción de citocinas que inducen una respuesta de tipo humoral por activación de las células B, que no tiene un papel relevante en el control de la infección, permitiendo su progresión, que sin una intervención terapéutica adecuada puede ser letal. La forma cutánea difusa de la enfermedad es muy rara y se comporta inmunológicamente como la forma visceral, con ausencia de respuesta de tipo Th1, y con progresión continua y falta de respuesta a los tratamientos específicos. Entre estos dos extremos antagónicos existen formas intermedias, y la forma de presentación más común es la leishmaniasis cutánea localizada, que se caracteriza por una respuesta con perfil de producción de citocinas tanto de tipo Th1 como de tipo Th2, dependiendo del tiempo de evolución de la enfermedad. EPIDEMIOLOGÍA Las leishmaniasis son enfermedades de transmisión vectorial de tipo zoonótico o antroponótico. Los casos de transmisión interhumana por transfusión de sangre, trasplante de órganos o uso de drogas por vía parenteral constituyen una excepción. Debido a su diversidad, las leis- hmaniasis se suelen clasificar según los tres principales síndromes clíni- cos: leishmaniasis cutánea, mucosa y visceral, con diferenciación entre leishmaniasis del Viejo Mundo (Europa, Asia y África), transmitidas por flebótomos del género Phlebotomus, y del Nuevo Mundo (Améri- ca), transmitidas por el género Lutzomyia. Una veintena de especies de flebotominos, pequeños dípteros de aproximadamente 2,5 mm, transmiten el parásito a los humanos a través de la picadura de las hembras que ingieren sangre para el desa- rrollo de los huevos. Como reservorios naturales se han identificado diversos mamíferos, tanto domésticos como salvajes (roedores, perros, gatos, ratas, osos hormigueros, perezosos, zarigüeyas, etc.). En el caso de las formas viscerales zoonóticas, los perros son los reservorios más importantes para L. infantum. Las leishmaniasis tienen una distribución global y afectan a 90 países en América del Sur, América Central, Europa, África y Asia, en su gran mayoría países en desarrollo, y se consideran por la Organiza- ción Mundial de la Salud (OMS) dentro del grupo de enfermedades desatendidas que prevalecen en regiones tropicales y subtropicales empobrecidas. Su incidencia varía ampliamente por región y forma clínica; por ejemplo, en España, la incidencia anual de formas viscerales es de 0,3 por cada 105 habitantes, y la mayoría de los casos declarados proceden de la meseta central y de la costa mediterránea, y una tercera parte de ellos están asociados a infección por el HIV; en cuanto a Brasil, la incidencia de leishmaniasis visceral es por lo menos 10 veces mayor, y 1 de cada 10 casos está asociado a infección por el HIV; y en el sudeste asiático, la magnitud de la enfermedad es aún mayor, y la Leishmaniasis S E C C IÓ N X V II TABLA 283-1 Principales especies del género Leishmania: tipo de reservorio, procesos que producen y distribución geográfica Complejo Especie Reservorio Forma clínica Distribución geográfica Subgénero Leishmania L. aethiopica L. aethiopica Animal LC, LCD Países del cuerno de África L. amazonensis L. amazonensis Animal LC, LCD América Central y Sudamérica L. donovani L. donovani Humano LV, LDPK, LC* India, Nepal, Bangladés y Sri Lanka Animal LV, LDPK Yemen, Sudán, Kenia y países del cuerno de África L. infantum Animal LV, LC Países mediterráneos, Asia Central, China y América L. major L. major Animal LC Anatolia, Asia Central, Oriente Próximo y norte de África L. mexicana L. mexicana Animal LC México y América Central L. tropica L. tropica Humano LC, LCR, LV Anatolia, Asia Central, Oriente Próximo y norte de África Subgénero Viannia L. braziliensis L. braziliensis Animal LC, LCM, LCR México, América Central y Sudamérica L. peruviana Animal LC Países andinos L. guyanensis L. guyanensis Animal LC, LCM Norte de Sudamérica L. panamensis Animal LC, LCM América Central y norte de Sudamérica *Formas cutáneas descritas en Sri Lanka. LC: leishmaniasis cutánea; LCD: leishmaniasis cutáneo-difusa; LCM: leishmaniasis cutáneo-mucosa; LCR: leishmaniasis cutánea recidivante; LDPK: leishmaniasis dérmica post-kala-azar; LV: leishmaniasis visceral. Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 2280 SECCIÓN XVII Enfermedades infecciosas asociación con el HIV es relativamente rara. La OMS y la Organización Panamericana de la Salud publican periódicamente datos actualizados de incidencia de cada forma clínica por país y región afectada. CUADRO CLÍNICO En las leishmaniasis humanas se distinguen tres síndromes clínicos principales: leishmaniasis cutánea (LC), cutáneo-mucosa (LCM) y visceral (LV), por orden creciente de gravedad. También se identifican formas menos frecuentes, como la leishmaniasis cutáneo-difusa (LCD), leishmaniasis diseminada (LD), leishmaniasis cutánea recidivante (LCR) y leishmaniasis dérmica post-kala-azar (LDPK), que constituye una forma que se presenta tardíamente en pacientes que tuvieron la forma visceral. En pacientes inmunodeprimidos, el comportamiento clínico de la enfermedad puede ser atípico. Leishmaniasis cutánea Es la forma de presentación más frecuente y la que tiene una distribu- ción geográfica más amplia (v. tabla 283-1). La LC típica se caracteriza por tener un período de incubación variable que generalmente dura semanas o meses. La lesión inicial puede aparecer en el punto de la inoculación, comúnmente en zonas descubiertas del cuerpo, como una pequeña mácula eritematosa, generalmente única, que evoluciona lentamente hacia una pápula eritematosa violácea y a un nódulo duro, infiltrado, no adherido a planos profundos, no doloroso, pruriginoso, recubierto de piel violácea que se descama con facilidad, coronado por una costra espesa muy adherida (fig. 283-1). Cuando la costra se arranca, permite la observación en su cara interna de unos espigones córneos, el signo del rastrillo de Montpellier, que son el negativo de los infundíbulos foliculares dilatados, y queda al descubierto una úlcera crateriforme, de bordes verticales yfondo limpio. En algunas especies, notablemente en las infecciones causadas por L. braziliensis y por otras especies que pertenecen al subgénero Viannia, los pacientes presentan adenopatía satélite a las lesiones cutáneas, de donde también es posible aislar el parásito. La intensidad del parasitismo en la lesión ulcerada es variable y depende de la especie de Leishmania que está causando la infección, y es posible observar las formas amastigotes tanto en el interior de los macrófagos como en el espacio extracelular. En gene- ral, el parasitismo en las lesiones disminuye conforme la enfermedad evoluciona hacia la cronicidad. El infiltrado inflamatorio revela células mononucleares y macrófagos típicos de una respuesta inmunitaria celular competente que puede detectarse mediante las pruebas de hipersensibilidad tardía por medio de la inoculación de antígenos brutos del parásito por vía intradérmica, reacción conocida como leis- hmanina o intradermorreacción de Montenegro. La respuesta humoral es variable y mucho menos relevante que la observada en la LV o la LCM. La lesión tiene tendencia a la curación espontánea, y al cabo de varios meses o años, dependiendo de la especie del parásito involucrada, da lugar a una cicatriz atrófica. En algunos casos, la infección no se autolimita, y se disemina por vía linfática y hematógena causando numerosas lesiones, muchas de ellas sin ulceración y de apariencia semejante al acné. Durante esta diseminación puede haber afección concomitantemente de las mucosas de la vía aérea superior. Este cua- dro diseminado es raro y puede observarse con mayor frecuencia en pacientes infectados por L. braziliensis. Las leishmaniasis cutáneas del Viejo Mundo son causadas por cinco especies de Leishmania (v. tabla 283-1). L. infantum es la causa más común de LC en los países europeos del arco mediterráneo occi- dental. Las lesiones suelen ser un único nódulo que en algunos casos se puede ulcerar y tienden a curar espontáneamente (1 año). La LC por L. tropica, también conocida como LC antroponótica o urbana, se extiende desde la India al norte de África (Magreb) y se caracteriza por la aparición de múltiples lesiones ulcerosas secas no dolorosas que curan de forma espontánea dejando una cicatriz. La LC por L. tropica puede recidivar después de varios años, para dar lugar a una lesión próxima a la cicatriz inicial conocida como leishmaniasis cutánea recidivante (LCR), que no responde adecuadamente al tratamiento. Esta forma recidivante también ha sido asociada a especies dermótropas en América. La LC por L. major o LC zoonótica es propia de áreas rurales y periurbanas del norte de África, Oriente Próximo, Asia Menor y Central, cuyo reservorio son diferentes especies de jerbos. La lesión en el punto de inoculación tiende a evolucionar rápidamente a una lesión ulcerada grande, de 2-8 cm de diámetro, de fondo papilomatoso y húmedo y con bordes elevados, recubierta de una costra de aspecto purulento. La sobreinfección bacteriana es común, y se acompaña de linfangitis y adenopatía satélite. La lesión cura espontáneamente, en unos 6 meses, para dar lugar a una cicatriz importante. L. aethiopica, el agente de LC zoonótica en Etiopía, Sudán y Kenia, suele causar lesiones nodulares localizadas, que en algunos casos pueden afectar a las cavidades oronasales. En América, la LC es de tipo zoonótico y está causada por diversas especies de Leishmania, con manifestaciones clínicas variables que no son características de una sola especie o subgénero (v. tabla 283-1). En general, las LC causadas por especies del complejo L. mexicana, que se extienden del sur de EE. UU. a Brasil, se desarrollan de forma similar a las lesiones por L. major del Viejo Mundo y suelen curar en 3-4 meses. La úlcera de los chicleros, caracterizada por un fenómeno corrosivo del Figura - Lesiones típicas de leishmaniasis cutánea causadas por Leishmania major (A) y Leishmania braziliensis (B). (A, fotografía por cortesía del profesor K. Aoun, Institut Pasteur de Tunis; B, fotografía por cortesía del profesor G. A. Sierra Romero.) Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org CAPÍTULO 283 Leishmaniasis © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 2281 cartílago auricular, es el nombre que recibe en la península del Yucatán (México) la lesión producida por L. mexicana cuando se asienta en el pabellón auricular. Las lesiones asociadas a especies del subgénero Viannia pueden tardar más de 6 meses para alcanzar la curación clínica. La especie más ampliamente distribuida en términos geográficos es L. brazi- liensis, que causa más frecuentemente el síndrome de leishmaniasis localizada, el cual se caracteriza por lesiones generalmente únicas con destrucción intensa de tejido mediada por una respuesta inmunitaria robusta (v. fig. 283-1). En la mayor parte de los casos se observa adenopatía satélite a la lesión ulcerada, que puede autolimitarse en períodos variables. El pian bois y la picada de bejuco están asociados a infección por L. guyanensis y L. panamensis, respectivamente; son formas clínicas similares que en la fase de estado se caracterizan por la aparición de múltiples lesiones ulcerosas y costrosas, verrugosas, con afección linfática de tipo esporotricoide, que en una baja proporción evolucionan a LCM. La forma Uta es propia de los valles interandinos, es producida por L. peruviana y afecta generalmente a niños. Como en el Mediterráneo, L. infantum también puede causar LC en zonas endémicas de Centroamérica, sobre todo en niños mayores de 5 años y jóvenes adultos. Leishmania aethiopica, L. mexicana y L. amazonensis pueden cau- sar leishmaniasis cutáneo-difusa (LCD) en África Oriental, América Central y Sudamérica, respectivamente. Inicialmente se presenta como una LC común, con lesiones únicas o múltiples, que evoluciona a un síndrome cutáneo-nodular de tipo lepromatoso, sin afección de las mucosas, con múltiples nódulos diseminados por todo el cuerpo. La ulceración de las lesiones no es frecuente y ocurre generalmente asocia- da al traumatismo de las lesiones nodulares. Esta forma se caracteriza por la incapacidad del individuo infectado para montar una respues- ta inmunitaria competente, y se torna selectivamente anérgico a los antígenos del parásito. En estos casos hay ausencia de respuesta a la leishmanina, la producción de anticuerpos específicos es elevada y se observan numerosos amastigotes en las lesiones. Leishmaniasis cutáneo-mucosa Esta forma puede ser producida por diferentes especies (v. tabla 283-1), pero las más frecuentes son L. braziliensis, L. panamensis y L. guyanensis, todas pertenecientes al subgénero Viannia y con amplia distribución en el continente americano, donde el proceso mutilante causado por las lesiones se conoce como espundia. La LCM ocurre generalmente meses o años después de la resolución de la lesión cutánea, pero puede manifestarse sin ese antecedente. En la gran mayoría de los casos, la LCM se desarrolla durante los primeros 2 años subsecuentes a la cicatrización de una LC que generalmente deja una cicatriz indeleble. Las lesiones en las mucosas son de gravedad variable y progresan de forma lenta con destrucción progresiva, e involucran predominantemente a la mucosa nasal con destrucción y perforación del tabique, y con menor frecuencia a la orofaringe y la laringe. Las lesiones de la laringe merecen especial atención durante el inicio del tratamiento específico, pues se puede observar en algunos casos exa- cerbación del edema, con riesgo de insuficiencia respiratoria, asociada a la muerte del parásito, lo que exige la debida intervención, incluso con corticoides. La LCM se caracterizapor una escasez de parásitos en las lesiones y por una respuesta inmunitaria celular exacerbada con la intradermorreacción de Montenegro positiva y la producción elevada de anticuerpos específicos. Leishmaniasis visceral También conocida como kala-azar, su nombre en hindi, que significa fiebre negra, es la forma más grave de leishmaniasis y suele ser letal si no se trata oportunamente. La LV la producen las especies viscerótropas del complejo L. donovani (v. tabla 283-1). Los principales órganos diana son el bazo, el hígado y la médula ósea, y los primeros síntomas clínicos son astenia, anorexia, pérdida de peso y fiebre intermitente, que aparecen de forma progresiva después de un período de incuba- ción variable y generalmente prolongado. Si la infección progresa, se desarrolla un síndrome esplenohepatoganglionar, caracterizado por la tríada: a) fiebre elevada y anárquica, con varios picos febriles en el mismo día; b) bicitopenia, anemia y leucopenia, que evoluciona a pancitopenia, y c) esplenomegalia, inicialmente blanda, luego dura, que puede sobrepasar la línea umbilical e introducirse en la pelvis. Este cuadro se acompaña de una moderada hepatomegalia y un síndrome linfadenopático generalizado con adenopatías pequeñas, duraderas y no dolorosas. Las complicaciones intercurrentes, infecciosas y hemo- rrágicas conducen a la muerte en unos meses; sin embargo, en algunos casos, la progresión de la enfermedad puede ser más agresiva y la muerte puede ocurrir en semanas. La respuesta inmunitaria se caracteriza por la abolición de la respuesta celular, lo que permite la multiplicación de parásitos dentro de los macrófagos, acompañada de títulos elevados de anticuerpos específicos. En la cuenca mediterránea, Asia central (China) y Sudamérica (principalmente, Brasil), la LV es una zoonosis causada por L. infantum (sinónimo L. chagasi), que tiene al perro como reservorio principal. En zonas endémicas, la mayoría de los casos clínicos afectan a niños (1-4 años en los países mediterráneos, menores de 10 años en América), aunque se ha observado un aumento significativo de la LV en adultos en los últimos años asociado a procesos de inmunodeficiencia, como la infección por el HIV, el uso de terapias inmunodepresoras biológicas y la inmunodepresión en pacientes sometidos a trasplantes de órganos sólidos. En el subcontinente indio (India, Nepal y Bangladés) y en los países del este de África (Etiopía, Kenia, Sudán), la LV la causa L. donovani. En algunos casos pueden aparecer signos cutáneos, como pigmentación oscura de la piel, lo que explica el nombre de LV en hindi, así como lesiones lenticulares en la cara y en el tronco (leishmánides). Leishmaniasis en pacientes que conviven con el virus de la inmunodeficiencia humana La coinfección leishmaniasis visceral-HIV se conoce desde 1985. Se estima que en Europa más del 70% de los casos de LV en adultos se deben a esa coinfección. Esta presentación clínica puede ser más polimórfica y suele asociarse a lesiones cutáneas similares a la LCD; puede afectar a otros órganos y tejidos que usualmente no son afectados por la LV, y existen casos de lesiones en la laringe, el pulmón, la pleura, el tubo digestivo y el peritoneo que pueden ser poco evocadoras del diagnóstico. Sin embargo, la forma de manifestación más frecuente continúa siendo la que se presenta clásicamente en individuos sin la coinfección. Constituye un desafío para el diagnóstico, pues en muchos casos la detección de anticuerpos específicos es negativa. La respuesta al tratamiento específico se caracteriza por recidivas frecuentes, lo que impone la necesidad de aplicación de un tratamiento profiláctico secundario. En Europa se ha observado una reducción de los casos de coinfección sintomática asociada a los efectos del acceso al tratamiento antirretroviral; y en Brasil, donde se concentra tanto el mayor número de casos de personas que conviven con HIV como el mayor número de casos de LV de América del Sur, la coinfección se considera una con- dición emergente, y aproximadamente 1 de cada 10 casos reportados de LV está coinfectado con HIV. DIAGNÓSTICO El diagnóstico de certeza debe ser perseguido en individuos que presentan síntomas clínicos, ya que los individuos asintomáticos no deben ser objeto de intervención terapéutica específica. El estándar de referencia para el diagnóstico es la observación de los amastigotes en biopsias de tejidos afectados o en frotis de material aspirado de lesiones cutáneas, de médula ósea o del bazo. En las formas cutáneas, la muestra se obtiene por raspado o biopsia del borde de la lesión o por aspiración con aguja fina previa limpieza y desinfección de la zona afectada. En la LV, la muestra que presenta mayor sensibilidad es la de la pulpa esplénica; sin embargo, la realización del aspirado esplénico tiene riesgo de hemorragia, lo que exige condiciones para una transfusión sanguínea y una intervención quirúrgica inmediatas, disponibles en la unidad donde se realiza el procedimiento. Por ese motivo, el aspirado de médula ósea se utiliza más, aunque tenga una sensibilidad menor. También se pueden observar amastigotes en S E C C IÓ N X V II Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 2282 SECCIÓN XVII Enfermedades infecciosas macrófagos circulantes en la sangre periférica o muestras obtenidas por punción ganglionar. Los frotis o improntas de las muestras deben ser teñidos por el método de Giemsa y observados en el microscopio. Las muestras también pueden ser cultivadas para confirmar el diagnós- tico por medio del aislamiento del parásito. No obstante, el cultivo presenta la desventaja de exigir un tiempo de observación que puede retardar la confirmación del diagnóstico. En general, los parásitos crecen en cultivo durante las primeras 2 semanas de incubación y después de aislados pueden ser enviados a laboratorios de referencia para realizar la identificación de la especie. El diagnóstico por medio de pruebas inmunológicas que detectan esos anticuerpos es relevante y viene presentando un buen resultado. Actualmente existen métodos serológicos basados en diversas técnicas que permiten el diagnóstico rápido de la LV. Las pruebas rápidas, basadas en principios de inmunocromatografía, que utilizan antíge- nos recombinados como el antígeno rk39, presentan sensibilidad y especificidad adecuadas, no exigen infraestructura compleja y pueden realizarse en el lugar de atención al paciente. Pruebas de aglutinación directa (DAT) también han tenido éxito en el diagnóstico de LV. Los métodos serológicos (ELISA, aglutinación directa, inmunofluores- cencia indirecta [IFAT]) tienen una utilidad limitada en la LC y las coinfecciones con HIV, ya que la presencia de anticuerpos es variable y baja o nula, respectivamente. La intradermorreacción de Montenegro revela la hipersensibilidad retardada característica de las LC y LCM, y su positividad está deter- minada por la aparición a las 48 h de una induración de más de 5 mm de diámetro en el punto de inoculación intradérmica. Esta prueba es altamente específica y sensible, pero no distingue los individuos que están con la enfermedad activa de los individuos que presentan infección asintomática o que resolvieron una infección pasada. En la actualidad, el uso de la prueba de Montenegro es limitado debido a la falta de producción del antígeno. Las técnicas moleculares que detectan el DNA del parásito por medio de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) representan una oportunidad para la mejora de la sensibilidad y la especificidad diagnósticas de todas las formas clínicas de leishmaniasis. No obstante, a pesar de la abundancia de pruebas, en general no están disponibles comercialmentey están restringidas a centros de referencia o ins- tituciones de investigación. PRONÓSTICO Y TRATAMIENTO Las opciones para el tratamiento se caracterizan en general por la necesidad de una administración parenteral prolongada y un perfil de toxicidad inadecuado. También existe la limitación de la escasez de evidencias sobre la eficacia y la seguridad de los medicamentos en la población pediátrica. Los avances más recientes se refieren al desarrollo de miltefosina como el primer medicamento eficaz administrado por vía oral, el éxito en la reducción de la toxicidad renal de anfotericina B con el uso de su fórmula liposómica y el uso combinado de medicamentos para el tratamiento de la LV en la India, África y Brasil. La elección del tratamiento depende de la forma clínica de leish- maniasis, la especie del parásito, la región geográfica y el estado del paciente. La procedencia del paciente y del lugar donde proba- blemente fue adquirida la infección son datos muy importantes, pues la respuesta de la enfermedad a los medicamentos varía entre regiones. Este punto es crucial para el abordaje del síndrome en viajeros que retornan de áreas endémicas. Actualmente se cuenta con los antimoniales pentavalentes (antimoniato de meglumina y estibogluconato de sodio), la pentamidina, la anfotericina B (deso- xicolato y formulaciones lipídicas), la miltefosina y el sulfato de aminosidina (paromomicina) como los medicamentos más eficaces para el tratamiento. Los compuestos azólicos (itraconazol, ketoco- nazol y fluconazol) y el azálido azitromicina también se han inves- tigado con resultados inconsistentes. La toxicidad más relevante de los antimoniales pentavalentes es sobre el sistema cardiovascular, provocando prolongación del intervalo QTc, por lo que es necesario el control electrocardiográfico periódico. Casos de pancreatitis aguda e insuficiencia hepática graves también han sido asociados al uso de antimoniales. Los antimoniales son teratógenos en modelos murinos e idealmente no deben utilizarse durante la gestación. La anfotericina B es nefrotóxica y causa frecuentemente desequilibrio electrolítico con hipopotasemia, lo que exige el control periódico de la función renal, además de producir anemia. La anfotericina B es la alternativa terapéutica más segura durante la gestación. La pentamidina puede causar toxicidad aguda, caracterizada por hipotensión e hipoglucemia, y también dolor y formación de abscesos estériles cuando se aplica por la vía intramuscular. La hipoglucemia está relacionada con la toxicidad pancreática directa y, dependiendo de la dosis acumulada, puede manifestarse tardíamente como diabetes de tipo I. La penta- midina está completamente contraindicada en el primer trimestre de gestación. La paromomicina comparte la toxicidad común a todos los aminoglucósidos y exige control de la función renal, y está contrain- dicada en la gestación por el riesgo de ototoxicidad grave para el feto. La miltefosina causa intolerancia gastrointestinal, con vómitos y dia- rrea, y es teratogénica, por lo que está absolutamente contraindicada durante la gestación. Tratamientos locales no farmacológicos, como la aplicación de termoterapia, también pueden tener un papel relevante en el tratamiento de lesiones cutáneas localizadas. En la tabla 283-2 están descritos los principales tratamientos para las formas clínicas más relevantes (LV, LC y LCM). En general, si son tratados oportu- namente con los medicamentos adecuados, la gran mayoría de los pacientes tendrán una respuesta terapéutica satisfactoria. Leishmaniasis cutánea Las LC del Viejo Mundo que no representan mayor riesgo de evo- lucionar con lesiones mucosas tardías pueden ser abordadas con tratamiento intralesional con antimoniato de meglumina, crioterapia con nitrógeno líquido o aplicación tópica de paromomicina. El tratamiento sistémico con antimonial pentavalente se recomienda en los casos con lesiones más extensas o localizadas en áreas donde el proceso de cicatrización puede conllevar riesgo de desfiguración. Las LC del Nuevo Mundo han sido tratadas tradicionalmente de forma sistémica con antimoniato de meglumina, pentamidina, miltefosina o incluso anfotericina B en casos con ausencia de res- puesta al tratamiento inicial o en casos más graves, como las formas diseminadas. Recientemente, la aplicación intralesional de antimo- niales pentavalentes y termoterapia en América ha aumentado, y la Organización Panamericana de la Salud recomienda que en esta región el tratamiento local se limite a lesiones localizadas que no afecten a áreas críticas, como el rostro. Leishmaniasis cutáneo-mucosa Esta forma de leishmaniasis requiere tratamientos sistémicos: anti- moniato de meglumina, anfotericina B liposómica, anfotericina B desoxicolato o pentamidina. Leishmaniasis visceral Los fármacos útiles para el tratamiento de la LV son la anfotericina B desoxicolato y liposómica, los antimoniales pentavalentes, la miltefo- sina y la aminosidina. La anfotericina B tiene el efecto antiparasitario más potente y la formulación liposómica ofrece el mejor perfil de seguridad. La anfotericina B liposómica es el medicamento de elección para el tratamiento de todos los pacientes con LV por L. infantum en Europa, y en un ensayo clínico reciente realizado en Brasil se demos- tró que la forma liposómica de la anfotericina B presenta un perfil adecuado para ser utilizada como medicamento de primera línea en armonía con la recomendación de la Organización Panamericana de la Salud para el continente americano. Los antimoniales pentavalentes continúan en uso en América y en África, pero se usan en terapia combinada en África del Este (antimoniales y paromomicina durante 17 días) y en África del Norte. La OMS está impulsando el uso de la anfotericina B liposómica. En el subcontinente indio, una simple dosis de 10 mg/kg de anfotericina B liposómica es la primera línea de tratamiento y uno de los elementos claves del programa de eliminación de la LV en esa zona. La anfotericina B liposómica es también el tra- tamiento de elección en pacientes con HIV o que sufren procesos de Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org CAPÍTULO 283 Leishmaniasis © E ls ev ie r. Fo to co pi ar s in a ut or iz ac ió n es u n de lit o. 2283 inmunodepresión. En estos pacientes, las recidivas son frecuentes, y las evidencias sugieren que se benefician del uso de profilaxis secundaria, que puede ser realizada con anfotericina B, antimoniales pentavalentes o pentamidina, y actualmente se estudia la posibilidad del uso de la miltefosina también para esa finalidad. No existe una recomendación definitiva para el abordaje terapéutico combinado en estos pacientes. La estrategia de tratamiento con combinación de medicamentos puede ser útil en pacientes coinfectados por HIV que no responden con el tratamiento convencional. PROFILAXIS Debido a la falta de una vacuna eficaz contra la leishmaniasis en los humanos y los resultados muy modestos de las vacunas para perros, las medidas de control, a menudo combinadas, se basan en intervenciones sobre los reservorios y los vectores. En el caso de la LV causada por L. infantum en Europa y América, el reservorio principal son los perros domésticos, y ninguna medida de S E C C IÓ N X V II TABLA 283-2 Tratamientos de las formas clínicas más habituales de leishmaniasis Forma clínica Especie (zona geográfica o grupo específico) Medicamento/ tratamiento Posología Leishmaniasis visceral L. infantum Anfotericina B liposómica 3-5 mg/kg de peso/día i.v. aplicados en 3-6 días hasta un máximo de 24 mg/kg. Esquemas de dos dosis de 10 mg/kg de peso se usan en Francia y Italia Anfotericina B desoxicolato 0,7-1mg/kg de peso/día i.v. de 15 a 20 dosis aplicadas diariamente o en días alternos L. donovani (subcontinente indio) Anfotericina B liposómica Una dosis simple de 10 mg/kg es el tratamiento de primera línea 3-5 mg/kg de peso/día i.v. aplicados en 3-6 días hasta un máximo de 15 mg/kg Miltefosina Para > 12 años de edad: 2,5 mg/kg de peso/día p.o. durante 28 días con una dosis máxima de 150 mg/día Para menores < 12 años: de acuerdo con el peso: > 25 kg: 100 mg p.o. día y ≤ 25 kg: 50 mg p.o. día Sulfato de paromomicina 15 mg de base/kg de peso al día i.m. o i.v. durante 21 días Terapias combinadas Anfotericina B liposómica (una dosis de 5 mg/kg de peso) y miltefosina (2 mg/kg de peso durante 7 días) Anfotericina liposómica B (una dosis 5 mg/kg de peso) y paromomicina (15 mg de base/kg al día durante 10 días) L. donovani (África del Este) Terapia combinada Antimoniales pentavalentes (20 mg Sb5+/kg de peso al día i.m. o i.v.) y paromomicina (15 mg de base/kg de peso al día i.m.) durante 17 días L. infantum (inmunodeprimidos, embarazadas) Anfotericina B liposómica 4 mg/kg de peso al día i.v., los días 1 a 5, 10, 17, 24, 31 y 38 Leishmaniasis cutánea Leishmaniasis cutánea del Viejo Mundo Tratamientos locales Antimoniato de meglumina intralesional: inyección de 1-5 mL en la base de la lesión Crioterapia con nitrógeno líquido cada 3-7 días hasta la curación Pomadas de paromomicina al 15% con cloruro de metilbencetonio al 12% durante 20 días Termoterapia con 1 o 2 aplicaciones de calor localizado (50 °C durante 30 s) Tratamientos sistémicos 20 mg/kg de peso al día i.v. durante 20 días Leishmaniasis cutánea del Nuevo Mundo (todas las especies del parásito) Antimoniales pentavalentes 20 mg Sb5+/kg de peso al día i.m. o i.v. durante 20-30 días L. guyanensis Isetionato de pentamidina 7 mg/kg de peso al día i.v., días alternos, tres dosis L. guyanensis, L. braziliensis y L. panamensis Miltefosina 2,5 mg/kg de peso al día p.o. durante 28 días Leishmaniasis cutáneo-mucosa Todas las especies Antimoniales pentavalentes 20 mg de Sb5+/kg de peso al día i.v. durante 30 días Anfotericina B liposómica 2-3 mg/kg de peso/día durante 20 días hasta acumular 3,5 g de dosis total Anfotericina B desoxicolato 0,7-1 mg/kg de peso al día i.v. durante 25-45 días dependiendo de la respuesta clínica. Puede ser aplicada en días alternos Isetionato de pentamidina 3-4 mg/kg de peso al día durante 7-10 dosis en días alternos Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org 2284 SECCIÓN XVII Enfermedades infecciosas control ha demostrado ser suficientemente eficaz para ser recomendada aisladamente sin restricciones. La eliminación de los perros infectados o enfermos tiene poca aceptación en la comunidad, y el tratamiento de los perros tampoco demuestra suficiente eficacia. Si los reservorios son peridomésticos (los jerbos son los reservorios de L. major), cabe la posibilidad de su eliminación mediante la destrucción de las madrigue- ras y el uso de rodenticidas, pero, si los reservorios son selváticos (LC por los parásitos del subgénero Viannia), no hay medidas de control operacionalmente viables. Los vectores domésticos y peridomésticos pueden controlarse mediante fumigación con insecticidas residuales de las casas o el uso de mosquiteras impregnadas con insecticidas. Si la transmisión ocurre en el exterior, en la selva, el control de la población de flebotominos es inviable, y la única recomendación posible es la de reducir la exposición a la picadura por medio del uso de repelentes. El uso de ropas protecto- ras es a menudo inviable en las regiones tropicales. En el caso de ciclos donde el perro es el reservorio, se pueden usar collares impregnados con insecticidas o insecticidas tópicos a base de piretroides, aunque ambas estrategias tienen un efecto residual limitado de 3-6 meses, lo que dificulta su uso en programas de control a gran escala. En Brasil, los collares impregnados con insecticidas se evaluaron recientemente en un gran ensayo multicéntrico que concluyó por su efectividad para reducir la prevalencia de la leishmaniasis canina. BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL Akuffo H, Costa C, van Griensven J, Burza S, Moreno J, Herrero M. New insights into leishmaniasis in the immunosuppressed. PLoS Negl Trop Dis 2018;12(5):e0006375. Burza S, Croft SL, Boelaert M. Leishmaniasis. Lancet 2018;392(10151):951-70. Monge-Maillo B, López-Vélez R. Miltefosine for visceral and cutaneous leish- maniasis: drug characteristics and evidence-based treatment recommen- dations. Clin Infect Dis 2015;60(9):1398-404. Monge-Maillo B, Norman FF, Cruz I, Alvar J, López-Vélez R. Visceral leish- maniasis and HIV coinfection in the Mediterranean Region. PLoS Negl Trop Dis 2014;8(8):e3021. Pan American Health Organization. Leishmaniasis en las Américas: recomenda- ciones para el tratamiento [Leishmaniasis in the Americas: recommendations for treatment]. Washington (DC): Pan American Health Organization; 2013. Disponible en: http://iris.paho.org/xmlui/handle/123456789/7704 (Acceso el 19 de marzo de 2020.) © 2020. Elsevier España, S.L.U. Reservados todos los derechos Tripanosomiasis M. J. PINAZO DELGADO, F. TORRICO, J. GASCÓN BRUSTENGA 284 TRIPANOSOMIASIS HUMANA AFRICANA ENFERMEDAD DEL SUEÑO Concepto La tripanosomiasis africana o enfermedad del sueño es una parasitosis sistémica que produce fundamentalmente daño neurológico, causa- da por protozoos de la familia Tripanosomatidae. Las especies que producen daño en el humano pertenecen al complejo Trypanosoma brucei, endémico en el África subsahariana. Su distribución geográfica está ligada a la presencia del vector, un díptero del género Glossina, la mosca tsé-tsé. Etiología Existen dos especies de T. brucei que afectan al ser humano: 1. T. brucei gambiense (T. b. gambiense): el más común, endémico de África del Oeste. 2. T. brucei rhodesiense (T. b. rhodesiense): menos frecuente, presente en África del Este. Ambos son morfológicamente idénticos, pero existen técnicas de diagnóstico molecular que permiten su diferen- ciación. Epidemiología El principal mecanismo de transmisión es a través de la picadura de moscas infectadas del género Glossina. Una vez infectadas, las mos- cas pueden transmitir el parásito cada vez que pican. La transmisión también es posible por vías transplacentaria y transfusional. T. b. gambiense se transmite sobre todo en las orillas de ríos y lagos de África del Oeste y Central, que es donde habitan moscas del género Glossina (G. palpalis, G. tachinoides y G. fuscipes). El hombre es el principal reservorio del parásito, pero cerdos, ovejas y perros pueden también actuar como reservorio. El 95% de los casos de tripanosomiasis declarados están producidos por T. b. gambiense. Los habitantes de áreas rurales son los más expuestos al contacto con el vector transmisor. T. b. rhodesiense se transmite en las zonas de sabana de África del Este, hábitat favorito de los vectores implicados en su transmisión (G. morsitans, G. pallidipes y G. swynnertoni), aunque G. fuscipes es transmisora de T. b. rhodesiense en Uganda. Se trata de una zoonosis que accidentalmente infecta al ser humano. Los antílopes y el ganado constituyen el principal reservorio. Los pastores, cazadores, personal de conservación de parques nacionales y turistas son los principales grupos de riesgo. Debido a la falta de un programa de vigilancia eficaz, la tripano- somiasis africana tuvo una reemergencia a finales del siglo XX, cuando se estimaban 300.000 casos anuales de esta enfermedad. El refuerzo del programa de vigilancia ha supuesto la reducción significativa del número de nuevos casos, que fue de 2.804 en el año 2015. La tripanosomiasis es una enfermedad importada pocofrecuente, aunque durante la primera década de este siglo se han diagnostica- do 94 casos en países no endémicos, la mayoría de ellos de la forma T. b. rhodesiense. Se estima que 65 millones de personas viven en áreas de riesgo de adquisición de esta enfermedad. Anatomía patológica Los tripanosomas sobreviven en el hospedador gracias a un mecanismo de variación antigénica de su cubierta de superficie, compuesta por distintas glucoproteínas. De ello se derivan parasitemias recurrentes, que provocan cambios patológicos progresivos. En la fase aguda de la enfermedad existe una gran reactividad del tejido linfoide. Existe una hipergammaglobulinemia policlonal con elevación de la IgM. Tras este período comienza una fase de inmu- nodepresión que favorece la aparición de infecciones, principalmente pulmonares y septicemia. Después de provocar una respuesta inflamatoria local, los pará- sitos se diseminan por la sangre y el sistema linfático. El paso de la fase aguda de la enfermedad a la crónica puede tardar de meses a años en la infección por T. b. gambiense y sólo unas semanas en la infección por T. b. rhodesiense. Los tripanosomas pueden observarse en la sangre, en los aspirados de los ganglios linfáticos afectados y en el líquido cefalorraquídeo (LCR). Miocarditis y pericarditis son frecuentes, el bazo y el hígado están aumentados de tamaño y son congestivos. La lesión clásica del sistema nervioso central (SNC) en los períodos crónicos es una endarteritis de pequeños vasos con proliferación endotelial y oclusión vascular que provoca cambios degenerativos progresivos. Hay engrosamiento de las meninges, con infiltrados linfocíticos y de células plasmáticas. El infiltrado adquiere una disposición perivascular y en la meningoencefalitis se asocia a proliferación neuroglial. Existen trombosis focales y Descargado para Anonymous User (n/a) en National Autonomous University of Mexico de ClinicalKey.es por Elsevier en junio 12, 2020. Para uso personal exclusivamente. No se permiten otros usos sin autorización. Copyright ©2020. Elsevier Inc. Todos los derechos reservados. https://booksmedicos.org Push Button0:
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