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El Test de los Garabatos

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Título de la edición original:
LE GRIBOUILLIS. Un test de personnalité profonde. 
Publicada por Presses Universitaires de France, Paris.
T ra d u c c ió n de MARTA CELIA E G U IB A R
Todos los derechos reservados por (© , 1 9 7 1 ) 
E D ITO R IA L K A PELU SZ, S. A. - Buenos Aires. 
H echo el depósito que estab lece la ley 1 1 .7 2 3 . 
P ub licad o en abril de 1371.
L IB R O DE ED IC IÓ N A R G E N TIN A 
P rin te d in A rg en tin a
I N D I C E
PRIM ERA PARTE
EL TEST DE L OS GA RA BA TOS 
Las bases de su interpretación 
en psicopatologia
1. Significación psicológica de los garabatos...............................................; 11
I. La interpretación grafològica de los garabatos........ .. ................ 11
•*11. Necesidad de una interpretación original del garabato................ 12
2. La técnica de los garabatos............................................................. ’........... 14
I. El nombre en el centro de la h o ja ................................................... 14
II. Las consignas...................................................................................... 15
III. Repetición del t e s f .................. "15
IV. Carácter dinámico del trazado......................................................... 16
_r-V. Reacciones afectivas .......................................................................... 17
3. Evolución de la personalidad. Psicodinàmica del garabato...................... 20
" I. Pre-garabatos y garabatos propiamente d ich o s........... : . . 20
II. El ¿stadio sádico-anal y los garabatos sádico-anales-. » ¡ . . . f . . . 23
— III. El estadio objetal, la sublimación y ios garabatos de.sublimación . 31
'"-IV. La represión y los garabatos de represión ..................... . . . . . . . . 34_
. a} Garabatos centrales.................................................................... 36
b) Garabatos debajo del nom bre............................................... 38
V. Las formaciones reaccionales del Yo y los garabatos de
formación reaccional......................................................................... 41
VI. La relación a distancia y los garabatos de aislam iento.................. 52
SEGU NDA PARTE
APLICACIONES CLÍNICAS 
DEL TEST DE LOS GA HA BA TOS
1. El diagnóstico de la personalidad................................................................ 59
I. La personalidad afectiva.................................................................... .60
II. La inteligencia . ................................................................................. 66
7
2. Los conflictos del alma infantil interpretados a través de los garabatos. 69
I. Los conflictos con el m ed io ............................................................. 71
-r- a) La cólera y los actos de violencia.................................. .. 71
bj Oposición y encopresis.............................................................. 76
II. Los conflictos in ternos..................................................................... 83
a) El retorno contra sí m ism o....................................................... 84
Represión e inhibición............................................................... 86
c) Las formaciones reaccionales del Y o ....................................... 88
d) El aislamiento................................................. 88
e) La regresión................................................................................. 89
—/ ) Los atrasos en la escuela debidos a causas afectivas............. 91
^ gj Conflictos pasajeros y neurosis duraderas.............................. 93
3. Los estados neuróticos en el n iñ o .............................................................. 95
I. La neurosis de angustia.................................................................... 96
■̂11. La neurosis depresiva.......................................... 105
—III. La neurosis de inhibición ................................................................ 112
'-IV. La neurosis asténica. Las dudas y los escrúpulos........................ 118
V. La neurosis obsesiva.......................................................................... 122
VI. La neurosis regresiva -......................................................................... 130
4. Neurosis y psicosis del adulto .................................................... ................. 136
I. La neurosis de angustia..................................................................... 137
II. La neurosis asténica.......................................................................... 144
III. La neurosis obsesiva.......................................................................... 151
IV. P sicosis................................................................................................ 156
Conclusiones.......................................................................................................... 167
Validez y fidelidad del test de los garabatos......................................... 167
El punto de vista psicoanalí t i c o ............................................................... 171
Bibliografía ............................................................................................................. 173
8
1
S IG N IF IC A C IÓ N PSICO LÓ G ICA DE LOS G A R A B A TO S
Los garabatos que ha'cen los niños siempre han sido considera­
dos con atención por los psicopedagogos, a quienes interesan todas 
las manifestaciones expresivas de lá espontaneidad juvenil.
Pero la idea de hacer del garabato un test de personalidad es 
muy reciente. La debemos a Robert Meurisse, aparecida en su 
primer estudio: "Le test du gribouillage’’, publicado en 1948.1
1. LA INTERPRETACION GRAFOLOGICA
Es interesante acotar que Meurisse es grafòlogo. En efecto, no 
han sido los psicólogos sino los grafólogos los primeros que 
insistieron en el significado de los garabatos, considerándolos, con 
justa razón, como la forma primitiva del grafismo infantil*Ludwig 
Klages, el célebre grafòlogo alemán, menciona esto al pasar, en sus 
obras1 2 ; pero, después de Meurisse, los Bernson han hecho.* tal vez, 
los estudios sistemáticos más importantes sobre, el tema3, tomando 
como referencia las reglas habituales del análisis grafològico.
Ese análisis se basa en la hipótesis de trabajo que afirma que la 
escritura de un individuo expresa, no sólo los rasgos particulares de
1 Robert MEURISSE, Le test du gribouillage (Psych. N° 26, die. 48 y 
N° 37, die. 1949). (Connaissance de l’homme, nov. 56).
2 Ludwig KLAGES, Escritura y carácter (vers. cast.) Buenos Aires, 
Editorial Paidós, 1959.
3 B. y M. BERNSON, Le gribouillis des jeunes enfants (Bulletin de 
graphologie. 1949).
Marthe BERNSON, Del garabato al dibujo, vers. cast. Buenos Aires, Editorial 
Kapelusz, 1962.
I 1
su inteligencia y de su carácter, sino ademas su personalidad 
profunda, es decir, las tendencias y los sentimientos de los cuales no 
tiene clara conciencia; eso se podra saber por medio de su escritura 
mejor de lo que él mismo se conoce.
Llegamos aquí a la moderna noción de proyección, la cual, 
como es sabido, ha adquirido gran importancia en psicología 
después de Ios-descubrimientos freudianos. En efecto, tal como lo 
ha demostrado el psicoanálisis, algunas tendencias dormidas en el 
inconsciente,..y que parecen muertas, pueden, bajo ciertos estímu­
los. despertar a la vida y manifestarse en la conducta del sujeto, sin 
que éste tenga conciencia de los móviles que lo impulsan a actuar. 
Se dice entonces que esas tendencias se provecían directamente en 
la conducta. Por ejemplo, el sujeto que escribe tiene conciencia del 
significado de lo que escribe, pero no del movimiento que gobierna 
su pluma, el cual es automático, y sin embargo, su estado de ánimo 
profundo se expresa en la escritura.
Ahora bien, con los garabatos ocurre lo mismo que con la 
escritura; Meurisse fue el primero que tuvo la idea de considerar al 
garabato(que llama “garabateo”) como una proyección de la 
personalidad profunda del sujeto que lo traza, pudiendo por lo 
tanto constituir un verdadero test de proyección.
Esto nos permite comprender que se hayan podido aplicar a los 
garabatos las reglas del análisis grafològico y obtenido así deduc­
ciones psicológicas muy interesantes. Recordemos aquí suscinta- 
meníe que. en grafologia, se evalúan la amplitud de los trazos, la 
fuerza, la forma, la dirección, la localización, la rapidez, el ritmo y 
la armonía de los mismos y que cada una de esras características 
tiene, como es sabido, un significado gxafopsicológico determinado. .
Meurisse ha agregado a este esquema clásico complementos su­
mamente sugestivos referentes a la personalidad profunda, y ha 
desarrollado aún más-la noción de test de proyección.
II. NECESIDAD DE LINA INTERPRETACIÓN ORIGINAL
DEL GARABATO
Sin embargo, cuando quisimos utilizar al garabato como test de 
investigación psicoclínica, apoyándonos en los estudios de Meurisse 
y de Bernson, nos vimos detenidos en nuestras interpretaciones.
Advertimos entonces que había, al comienzo, un error de 
método y que era excesivo asimilar el garabato a la escritura. La 
interpretación por medio de las reglas grafológicas ha sido estudiada 
para la escritura. decir para un grafismo muy' elaborado, muy
socializado.' un grafismo en el que la personalidad se expresa 
disciplinándose, para lograr esa necesaria comunicación con los 
demás y que es el objeto esencial del texto escrito.
Nos dimos cuenta que, por el contrario, los garabatos son un 
grafismo muy primitivo, un grafismo anterior a la comunicación 
social. La misma consigna de completa libertad que rige el trazado 
de los garabatos y hace que éstos den libre curso a lo que hay en 
nuestra personalidad de menos elaborado, dénmenos socializado, a 
la expresión ■ del fondo del inconsciente salvaje en que se agitan 
confesamente nuestras tendencias más primitivas.
Por consiguiente, sin .dejar de reconocer que el gesto gráfico 
tiene, en la escritura y en los garabatos, significados comunes, 
•pensamos que el buen método científico consiste en no confundir­
los y en averiguar en qué. difieren los garabatos de la escritura, 
elaborando, mediante el- estudio de los mismos, un método de in­
terpretación que les sea propio.
Considerando pues el garabato como un test de proyección. 
pensamos que, .para interpretarlo correctamente, debíamos comen­
zar por examinar cuáles son las tendencias' de la personalidad 
profunda que se proyectan en él.
En efecto una de las premisas fundamentales de la psicología 
proyectiva es la de que los diversos tests de proyección no son 
equivalentes, pues según el estímulo usado para suscitar la proyec­
ción, vemos manifestarse planos diferentes de personalidad. Se 
debe, pues, en cada caso, ex'aminar el nivel de personalidad que se 
proyecta, pues de su nivel dependerá el método de interpretación 
que se utilice.
• Este estudio original es lo que presentamos a continuación. El 
mismo nos ha permitido, como se verá, llevar mucho más lejos que 
nuestros predecesores, la .interpretación de los garabatos y su 
nrovechosa utilización en clínica.
13.
2
LA TÉCNICA DE LOS G A R A B A T O S
Antes de penetrar en la interpretación de] test del garabato, 
vamos a indicar la técnica que hemos empleado.
El test del"garabato es una prueba simple, de ejecución rápida y 
sencilla y que encuentra fácilmente ubicación en el curso de los 
exámenes médico-pedagógicos, donde no se dispone de mucho 
tiempo. La consigna es completamente elemental: se da al sujeto 
una hoja de papel blanco (bastante resistente) y un lápiz negro (con 
mina medianamente blanda) y se le dice: “Garabatee en esta hoja” . 
En el caso de niños mayores (o aun de adultos) que se sorprenden a 
veces de esa orden, debemos ocasionalmente agregar: “Imagínese 
usted que_ vuelve a la infancia, a la edad en que todavía no sabía 
escribir y garabatee esta hoja como le gustaba hacerlo a esa edad” . 
Para que el sujeto afloje su tensión, se puede añadir: “Abandónese 
por completo a su fantasía” . I.
I. EL NOMBRE EN EL CENTRO DE LA HOJA
A partir de Meurisse, se acostumbra pedir al sujeto que comien­
ce por escribir su nombre en el centro de la hoja. Se trata, en efecto, 
de un excelente medio descentrar los garabatos con relación al Yo 
del sujeto: por un lado el Yo personal. íntimo, representado por el 
nombre de pila: por el otro el Yo familiar, social, presentado por el 
patronímico. Ocurre a veces que el sujeto pregunta cuál de sus dos 
nombres debe escribir, o si debe escribir los dos. Conviene respon­
derle que goza de libertad para hacer lo que guste.
A los niños pequeños, que no pueden escribir su nombre aún, 
puede dárseles la consigna de dibujar un muñeco en el centro de la 
hoja y decirles luego: “Ese muñequito eres tú” .
II. LAS CONSIGNAS
Mturisse ha dado instrucciones muy precisas para la ejecución de 
su iest de los garabatos. Quiere que se comience siempre en el mismo 
lugar, dos centímetros más arriba del nombre y qué. partiendo de 
ese punto así establecido, se.garabatee durante un minuto y medio, 
sin levantar el lápiz y sin "detenerse. De este modo, se pretende 
asegurar al test condiciones de ejecución constantes, que deben 
permitir luego una fácil estandardización.
Nosotros con esto no podemos seguir a dicho autor. Como ya 
mostraremos (al final de está obra, al tratar de la validez dei test), 
en los tests de proyección hay'que elegir entre una técnica stándard. 
que imponga las mismas reglas a todos los sujetos, dejando que las 
diferencias individuales se manifiesten sólo dentro de límites muy 
estrechos, pero facilitando, en cambio, las comparaciones estadís­
ticas. y una técnica-libre, que deje que cada personalidad individual 
exprese toda su originalidad, permitiéndonos así analizarla en pro­
fundidad. En nuestro caso,Jiemos optado por esta segunda técni­
ca, puesto que lo importante aquí no es comparar un sujeto coir 
los demás (y en particular con los sujetos normales) sino apreciarlo 
en su individualidad propia y poder así captar las motivaciones 
dinámicas profundas de su conducta o de sus trastornos.
Volviendo a la libertad en la técnica, veremos, por ejemplo, que 
muchos sujetos limitan sus garabatos a la zona qüe está debajo del 
nombre; éstos partirán, pues, de un punto subyacente al nombre y 
les molestaría la consigna contraria de Meurisse. De igual modo, el 
tiempo empleado por el sujeto para trazar sus garabatos suministra 
indicios preciosos: algunos acaban rápido: otros, por el contrario, 
no terminan de repetir compulsivamente los mismos trazos: y. tanto 
en un caso como en el otro, imponerles un tiempo determinado 
sería contrario al .desarrollo espontáneo del test. Así también las 
veces que se levanta el lápiz y las interrupciones en el curso del 
trazado nos dicen mucho acerca de las inhibiciones del sujeto y sus 
rupturas de contacto, y la consigna que lo prohibe no es conveniente. III.
III. REPETICION DEL TEST
Nuestra técnica comporta 13 realización d t u ­
sivos. Lo motiva el hecho de que. en un grad/q^ípefo ae e'
sujeto titubea ante el carácter insólito de//a5>p/ueba 'k lo1'
aarabatos que llevan l¿/¿i3Tca^^e .una'5’ fuáisomete y produce g¿
■ ' u- >• , r .■ . , up, imnibicion. bi se le hace repetir en se g u id la prugii&Le.U.sigetC'. o
reproduce ei mismo trazado de ]a primera vez. en cuyo caso se 
puede llegar a la conclusión de que el estado de inhibición es 
habitual en41, o bien se libera en un trazado más amplio, lo cual nos 
indica que su inhibición era pasajera y, muy probablemente, debida 
al carácter poco usual de la prueba.
De manera más general, el test de los garabatos puede repetirse 
sin ihconveniente gran número de veces. Más aún. se recomienda 
hacer varias-, a_ diversos intervalos de tiempo, si se quieren extraer 
conclusiones .valederas. Desde este punto de vista, sucede con el 
garabato lo “mismo que con el texto escrito; es sabido que un 
grafólogo sagaz-no se aventuraa hacer el retrato de un individuo 
basándose en un documento único, sino que pide que se le 
presenten varios y de distintas fechas, a fin de observar en ellos los 
caracteres gráficos permanentes, que le permitirán deducir los rasgos 
que -dominan en la personalidad estudiada. Del mismo modo, el 
intérpreteTíe'los garabatos debe hacer repetir varias veces la prueba 
a ñn de \~r si el sujeto reproduce siempre los mismos trazos o si 
difieren de un-test a otro.,En el primer caso, podemos estar seguros 
de que esos trazos corresponden a rasgos de personalidad constan­
tes; en el segundo caso, por el contrario, puede inferirse que la 
situación psicológica del sujeto varia según los momentos.
. En cierta medida, una personalidad bien equilibrada, capaz de 
adaptarse dócilmente, presentará variaciones en sus garabatos suce­
sivos según las condiciones del ambiente. Por otra parte, esas 
condiciones pueden ser provocadas experimentalmente. Por ejem­
plo. suscitando en el sujeto sentimientos momentáneos de exalta­
ción o de depresión, se pueden obtener garabatos reveladores de 
esos estados particulares de ánimo. Del mismo modo, ios garabatos 
hechos después de un psicodrama en que el sujeto, como ocurre a 
menudo, ha descargado fuertes pulsiones agresivas, pueden expresar 
en sus trazos la liberación que se ha producido. Veremos, por otra 
parte, que en el curso de una psicoterapia es posible a menudo 
seguir los progresos realizados a través de la evolución de los 
garabatos trazados después de cada sesión. IV.
IV. CARÁCTER DINÁMICO DEL TRAZADO
Como vimos, los garabatos no son dibujos, sino un acto gráfico. 
Por lo tanto, la manera en que se hacen tiene tanta importancia 
como el trazado final y es indispensable observar al sujeto mientras 
hace sus garabateos. Es decir que debemos notar el punto de partida 
del trazado, su dirección progresiva o regresiva, ascendente o
16
descendente, la -zona que cubre primero y la rapidez de su 
ejecución, signos todos éstos de los cuales veremos la importancia 
para la interpretación del test. Debemos consignar, por ejemplo, por 
tener un valor muy especial, la tendencia de algunos sujetos a voiver 
a pasar, una y otra vez, por el mismo lugar de la hoja, tendencia 
compulsiva ligada frecuentemente a una fijación morbosa relacio­
nada con la zona en cuestión, como ya lo hizo notarMeurisse.
V. REACCIONES AFECTIVAS'
Hay que observar-tamblén-lás 'disposiciones afectivas del sujeto 
en el momento en que garabatea.’
Los garabatos amplios_y vigorosos se ejecutan, en general, con 
alegría, y es'evidente que,, en. este caso, el sujeto siente un gran 
placaren exteriorizar sus pulsiones. Puede ocurrir, aún, que el sujeto 
tenga luego, oscuramente; conciencia de haber hecho algo “inconve­
niente” y dirija al psicólogo una mirada de vergüenza o de temor.
Los garabatos inhibidos son hechos,-en la generalidad de Jos 
casos, con mucha seriedad, y a veces hasta con una disposición 'de 
ánimo melancólica. -
Una vez cumplido el test, conviene consignar también la 
impresión afectiva producida en el sujeto por su realización. 
Algunos están contentos. Otros, en cambio, expresan su discon­
formidad. Señalemos, en particular, el malestar que causa frecuen­
temente el garabato que pasa sobre el nombre; muchos sujetos se 
avergüenzan de lo que han hecho y -declaran que.no está bien 
garabatear sobre el nombre, que es sucio o que está prohibido. 
Vemos algunos que, habiendo casi borrado su nombre con sus 
garabatos^ repasan luego todas las letras para que ssü nuevamente 
legible.
También puede resultar interesante hacer interpretar los gara- 
• batos por el autor mismo, en la medida en que éste puede luego 
comprender el significado simbólico de su trazado.
Anticipándonos a nuestro capítulo de interpretación, podemos 
decir aquí que, en los garabatos, se proyectan muchas pulsiones 
agresivas de las cuales el sujeto puede, a través de su-ademán, tomar 
conciencia. He aquí dos ejemplos:
El primero lo proporciona un niño de 11 años, muy celoso de su 
hermano menor, pero muy contrariado en su instinto de rivalidad 
por las severas censuras de sus padres; como consecuencia, se ha 
vuelto tartamudo; pero no tartamudea durante los psicodramas, 
cuando puede exteriorizar libremente sus pulsiones agresivas. Luego
1 7
de uno de .esos psicodramas trazó estos garabatos intensamente 
agresivos, con los cuales borró, en particular, su nombre (de lo cual 
veremos más adelante el significado). Invitado a decir lo que piensa 
de sus garabatos, dice que es una explosión y que.el “pajarito” se ha 
escapado hacia arriba, a la derecha, “donde está bien” (fig. 1). '
Figura 1_ El pajarito que voló se encuentra en el pequeño rectángulo,
arriba, a la derecha.
El segundo ejemplo.es de un hombre de 40 años.-atacado de. 
neurosis obsesiva, caracterizada por dudasincesantes, con rituales y 
verificaciones. Es sabido que, en esta neurosis, la carga agresiva 
interior es fuerte, pero que es anulada por una poderosa censura. 
Sin embargo, en el caso de nuestro sujeto, la censura cede a veces y 
deja que se exterioricen, si bien en el plano puramente ideal, sin 
tentativas de realización, ideas asesinas, sobre todo con relación a su 
esposa. Invitado a hacer garabatos, el sujeto no se presta a ello de 
buena gana; se somete, empero, y traza con bastante rapidez las 
volutas que vemos aquí, para terminar con un gesto violento que se 
imprime en el trazo grueso y negro en dirección H-D (hacia arriba y 
a la derecha) (fig. 2). Interrogado, declara que eso le recuerda 
algunos informes que le tocaba redactar, informes que sus colegas 
escribían sin ningún cuidado, pero que'él se consideraba obligado a
preparar con mucha conciencia. Ocurría, a veces, que al final, 
impaciente, garabateaba la hoja y la rompía, lo cual le obligaba a 
empezar de nuevo. Vemos, pues, actuar en sus garabatos el misino 
proceso dinámico que nos muestra la conciencia profesional incapaz 
de dominar por completo las pulsiones agresivas subyacentes1 .
En el capítulo siguiente, a propósito del caso del joven Yves, 
veremos- otrcr ejemplo- notable en que la interpretación simbólica 
suministrada por el sujetó coincide con el análisis científico que 
hicimos nosotros ífig_8)
Figura 2. Garabatos de neurótico obsesivo.
1 Todos los garabatos reproducidos en esta obra han sido hechos en el 
tamaño 21 x 27 cm. Las reproducciones miden la cuarta parte del tama­
ño original. Hemos tachado u ocultado el nombre del sujeto (cuando él mismo 
no lo hizo al garabatear) a efectos de respetar el secreto profesional.
19
3
EVOLUCIÓN DE LA P E R S O N A L ID A D 
PS IC O D IN À M IC A D E L G A R A B A T O
I. PRE-GARABATOS Y GARABATOS PROPIAMENTE DICHOS
Así como la escritura no expresa la personalidad del que escribe 
sino cuando las dificultades del aprendizaje han sido vencidas y por 
consiguiente la misma se ha vuelto automática, a su vez, el garabato 
no expresa al comienzo lo que expresará más tarde, cuando el niño 
adquiera el dominio de sus movimientos y ademanes.
Hay, pues, en el niño, entre Jos-2 y 3 años, un estadio que se 
podría llamar estadio del pre-garabato: la mano halla dificultad en 
sostener bien el lápiz y en mantener el contacto con la hoja de 
papel; el movimiento se efectúa de manera impulsiva. Por otra parte, 
a esa edad, la expansión vital es reducida y esa reducción se traduce 
en gestos de poca amplitud.
Vemos entonces dos tipos de garabatos:
Io) El garabato en forma de flechas, compuesto de trazos 
cortos, lanzados en todas direcciones, al azar de los movimientos 
impulsivos (fig. 3).
2°) El garabato en redondeles o círculos, formado por curvas 
cerradas sobre sí mismas y repetidas en forma monótona en diversos 
lugares de la hoja (fig. 4).
Una variedad de esta segunda forma consiste en redondeles muy 
pequeños, irazados de manera imperfecta y diseminados por toda la 
superficie de la hoja (fig. 5); cuando esta forma se presenta en una 
edafl más avanzada, es característica de la deficiencia mentaldélos 
niños mogólicos.
Estos pre-garabatos tienen ya alguna relación con las tendencias
20
Figura 3. Pre-garabatos en forma de flechas.
2 1
vitales del carácter. En general, los garabatos en forma de flechas 
expresan fuertes descargas de agresividad, mientras que los gara­
batos de formas circulares indican un carácter dulce y conciliador 
(tal es. en particular, el caso de los mongólicos). Por otra parte, la 
falta de unión entre las diferentes partes del trazado, muy carac­
terística de esa edad, traduce los bruscos impulsos experimentados 
por el niño y, correlativamente, carencia de vínculos asociativos 
tanto en la acción como en el pensamiento.
Sin embargo, para que los garabatos adquieran pleno significado 
psicológico, es menester llegar a la fase siguiente de la evolución 
psicomotriz. el estadio motor controlado.
En efecto, sólo cuando el-niño extiende su campo de acción y 
no se halla prisionero dentro de un reducido círculo de expansión y 
ha adquirido un buen dominio de sus movimientos, es capaz de 
evolucionar sin dificultad en el espacio vital de la hoja blanca en que 
garabatea y de dominar su trazado; sólo entonces —decimos— se 
pueden interpretar todos los matices de ese trazado como libre 
expresión de la personalidad.
Para una mayor claridad didáctica, vamos a sintetizar en este 
capítulo las nociones adquiridas acerca del garabato, describiendo 
primeramente la evolución de la personalidad del niño y dando 
luego los garabatos correspondientes a cada una de las fases de esa 
evolución.
En esta descripción haremos amplio uso del concepto psicoana- 
lítico, el cual arroja clara y abundante luz sobre el desarrollo 
psíquico del niño y sobréTüá trastornos que en él se producen.
II. EL ESTADIO SADICO-ANAL Y LOS GARABATOS
SÁDICO-ANALES
Una de las adquisiciones más preciosas del psicoanálisis es el 
haber mostrado cómo se establecen las relaciones del niño con las 
personas que lo rodean, la familia primero. Ja sociedad luego, 
poniendo especial acento en la parte importante que pertenece a ia 
vida insíintivo-afectiva en el establecimiento de esas relaciones.
La psicología clásica destacaba el egoísmo del .niño como una 
necesidad vita! vinculada con las exigencias de su desarrollo, 
mientras que la preocupación por los oíros, bajo-el nombre de 
altruismo no se manifestaba sino más tarde, como una. especie de 
conquista moral sobre el egoísmo primitivo.
El psicoanálisis ha buceado con mayor profundidad, mostrando 
que la evolución llamada ‘‘moral” está estrictamente condicionada 
por factores biológicos.
En efecto, al comienzo, el niño pequeño sólo vive “para sí 
mismo” , y las personas que Jo rodean no son consideradas por él 
como “sujetos” autónomos, con existencia y necesidades propias. 
El niño no puede considerarlos sino en función de sí mismo, de sus 
necesidades personales, es decir que sólo son para é l .simples 
instrumentos de sus necesidades. Todo lo quiere: el mundo entero le 
pertenece: su capricho tiene fuerza de ley y no se preocupa en 
absoluto por las molestias que su conducta pueda causar a sus 
semejantes.
Este primer estadio de la vida infantil se llama precisamente 
estadio no-objetal, por el hecho de que el niño no mantiene 
relaciones con objetos independientes de él mismo. En este período, 
por ejemplo, el niño está estrechamente unido a su madre-nodriza, 
que es, en cierto modo, una parte de.él mismo, pues está ahí para 
servirlo, para proveer a su subsistencia y a su protección y carece, 
por decirlo así, de existencia fuera de esa función.
23
Este estadio no-objetal comporta dos estadios diferentes, que se 
suceden en ia evolución: el estadio oral y el estadio anal.
El estadio oral, que comprende aproximadamente el primer año 
de vida, es aquel en que predominan exclusivamente las funciones 
de la nutrición. La avidez es insaciable, a causa de las considerables 
exigencias del crecimiento. Las rehciones de objeto, ligadas a esa 
avidez oral, son tales que toda unión con un objeto es vivida y 
pensada en términos de incorporación oral. Todo lo agradable se 
absorbe y, en primer lugar, el ¿uerpo de la madre-nodriza, repre­
sentado por su leche. Todo lo desagradable se rechaza, se escupe. 
No hay término medio. Para ser aceptado, el objeto debe ser 
enteramente agradable, es decir, colmar integramente los deseos del 
niño. Si es frustrante es el “ objeto malo” contra el cual se desata la 
agresividad en forma de mal humor, gritos y lágrimas. No hay aún 
lugar para el conocimiento del objeto.tal como es, en su realidad de 
objeto, ora grato, ora frustrante. Es el ambiente de los cuentos de 
hadas, con la muy marcada oposición entre el hada buena y la bruja 
mala.
El estadio anal (entre 1 y 2 años) es aquel en que se establece un 
comienzo de movilidad voluntaria (ademanes, marcha, masticación) 
y, a! mismo tiempo, un comienzo de control de los esfínteres. £l 
niño cumple sus funciones de evacuación y es dueño de hacerlo 
donde y-cuando le plazca, sin preocuparse por las molestias que eso 
pueda causar a los que lo rodean. Pero éste es también el estadio en 
que el niño podrá a pedido de la madre hacer sus necesidades en un 
momento y en un lugar dados, en pocas palabras, tornarse limpio. 
Dispone así de un medio muy eficaz para presionar a los que lo 
rodean y. si tiene algún motivo de queja sobre el modo en que se 
han comportado hasta entonces con él, puede manifestar abierta­
mente su agresividad manteniéndose sucio. Esta posibilidad, muy 
frecuente, es la que ha llevado a los psicoanalistas a agregar la 
palabra sádico a la palabra anal y a describir ese estadio como 
sádico-anal1.
Cuando las pulsiones del estadio sádico-anal persisten más tarde, 
pueden, además de sus manifestaciones directas, excrementales, 
manifestarse también por una marcada tendencia a la suciedad y por 
un comportamiento y un vocabulario obscenos. El uso muy difun-
1 A decir verdad, la distinción entre período oral y período anal es 
demasiado esquemática. Cuando la pasividad de los primeros meses cede el 
lugar a la movilidad activa y a la posibilidad de morder, hay un período 
sádico-oral mediante el cual se establece una continuidad con el sádico-anal. Un 
poco más adelante, veremos que los garabatos llamados “sádico-anales” 
caracterizan también a algunos niños detenidos en el estadio sádico-oral.
24
dido de palabras que representan suciedad < .xes y vocablos 
similares son. naturalmente, derivados directos . impulsividad 
sádico-anal.
Durante estos estadios, la vida instintiva predomina, y cuando 
no es objeto de censuras inhibidoras por parte de los que rodean al 
niño, se exterioriza en pulsiones violentas. Es la edad en que los 
niños se muestran glotones, muerden, se ensucian, se mueven 
mucho, rompen todo lo que encuentran, y lo hacen con la mayor 
alegría. No soportan que se les impida hacerlo y despliegan en ese 
caso toda su agresividad en un recrudecimiento de violencia y de 
cólera.
Los garabatos. Cuando, en ese estadio, se da al niño una 
hermosa página blanca y un lápiz negro, la tratará manipulando el 
lápiz como un arma ofensiva, así como trata a los que lo rodean. Es 
decir que exteriorizará, libre, impulsivamente, sus instintos con 
todo el brío de su edad y, como ya hemos dicho, sin -ninguna 
consideración por los demás.
Los demás, en este caso, son la página blanca. El niño va a 
macularla con numerosas rayas trazadas con violencia, llegando 
hasta arrugarla, perforarla y rasgarla. No se detiene sino cuando la 
página está completamente cubierta y la mina del lápiz gastada 
hasta la madera. Tales son los garabatos sádico-anales, que indican 
todos los rasgos de carácter dé ese estadio (fig. 6).
Semejantes garabatos son frecuentes y, observándolos en el 
Consultorio Médico-Pedagógico de Nantes. nuestro alumno R. 
BOISSINOT elaboró una interpretación de los garabatos sobre las 
bases doctrinarias del psicoanálisis1. Según Boissinot, “los garaba­
tos, derivados del pintarrajeo y del borroneo se inscriben en el 
registrode las actividades sádico-anales15. Y agrega que lo que da a 
ios garabatos su valor como test es el hecho de que “los mismos 
interrogan, precisamente, esa fase tan fértil en conflictos, situada en 
el umbral de la de Edipo, y en la cual muchos de los niños que 
vemos quedan detenidos, o hacia la cual regresan55.
Un cierto número de los sujetos que son invitados a hacer 
garabatos toman conciencia de ese carácter sádico-anal de los 
mismos y, tironeados entre sus pulsiones instintivas y las prohibi­
ciones de su censura, se sienten muy incómodos.
1 R. BOISSINOT, “L'interprétation du gribouillis de l’enfant en fonction 
des données psychanalitiques” (Comunicación inédita hecha ante el Groupe­
ment médico-psychologique de Nantes, 1960).
Figura 6, Tipo de garabatos sádico-anales.
.Observación 1. Hemos visto así el ejemplo de Ives. un niño de 
12 años, traído al Consultorio a causa de sus accesos de cólera y sus 
reacciones de indisciplina en la escuela, unos y otras severamente 
censurados por un padre muy autoritario y hasta brutal. Invitado a 
hacer garabatos, comienza por negarse. Luego., ante nuestra insis­
tencia, dibuja un barco, como hacen a menudo en ese caso los 
inhibidos. Obtenemos a continuación las pocas y muy disciplinadas 
olas que se ven en la parte inferior del dibujo, y hay que ponerse 
muy insistente para conseguir que una ola pasase por sobre el barco 
(figura 7).
Ahora bien, durante la entrevista llevada a cabo a continuación, 
el niño nos declaró: “Los garabatos no me gustan. Parecerían una 
cola de vaca o de asno que se mete en un balde de pintura... de 
suciedad espesa y embadurna todo”.
Luego, inspirado por su comentario, nos hizo el segundo dibujo 
que vemos aquí (fig. 8), diciendo: “El maestro dibuja un asno en el 
pizarrón. Se va y, durante ese tiempo, el asno mete la cola en un 
excremento espeso y embadurna todo el pizarrón”. El asno es él 
mismo, claro está, y el maestro contra el cual exterioriza su
Figura 7. Observación 1.
agresividad sádico-anal es. a la vez, el maestro y el padre, las dos 
autoridades a las que.el niño se opone.
La prueba de ello nos ia da un psicodrama sobre la escuela, cuyo 
tema dicta en estos términos. Asumiendo el papel del alumno, dice
27
al maestro: “Para ser buen alumno, hay que nacer la rabona, saber 
cruzar el río a nado, saber descubrir nidos, no saber las lecciones, 
manchar los cuadernos y hacer batifondo” . Con este psicodrama, el 
niño nos da un excelente ejemplo de ese espíritu de coniradicción 
que se opone sistemáticamente a las disciplinas educativas y que los 
psicoanalistas atribuyen a una detención en el estadio sádico-anal. 
Pero todo ésto no ocurre sin un intenso conflicto interior, y el niño, 
si bien desea liberar sus pulsiones, se siente lleno de angustia en el 
momento de hacerlo; de ahí su actitud reticente al principio y, al 
final, muy ambivalente ante el test.
Figura 9. Garabatos sádico-anales en redondeles o círculos.
Aplicando la hipótesis de trabajo de Boissinot al estudio de los 
numerosísimos garabatos recogidos en nuestro consultorio, pronto 
nos convencimos de su exactitud y, gracias a ella, hemos podido 
hacer fructíferas interpretaciones que aclaran nuestros problemas 
clínicos.
Hemos dicho que la fuerza de expansión vital, cuando no es 
contrariada, se expresa en garabatos muy amplios, que cubren toda 
la página y son trazados con rasgos gruesos fuertemente marcados.
El carácter agresivo de esos garabatos sádico-anales salta a la 
vista en todos los casos en que abundan los rasgos acerados que
28
parten hacia todas Jas direcciones y que se imprimen vigorosamente 
en la hoja hasta el punto de ser visibles al dorso de la misma. En tal 
caso, por lo demás, cuando se observa al sujeto, se percibe 
directamente ese carácter agresivo en la violencia de su gesto.
La mayoría de las veces, la agresividad se expresa con líneas 
rectas y ángulos, hecho éste bien conocido por los grafólogos. Sin 
embargo, no ocurre siempre así. y los garabatos en redondeles o 
círculos pueden también, cuando son trazados con mucho vigor, 
significar fuertes pulsiones hostiles (fig. 9). Esta forma de expresión 
se observa con cierta frecuencia en el sexo femenino.
Pero hay oíros casos en que la agresividad no es tan evidente. 
Aquí el ademán es lento, parsimonioso, desprovisto de toda impe­
tuosidad. Al ver actuar al sujeto, se diría que una penosa obligación
Figura 10. Garabatos sádico-anales negros.
lo fuerza a ennegrecer pacientemente la hoja, sin que parezca 
experimentar ningún placer. El conjunto evoca más bien el duelo 
triste que la batalla alegre. Y esa impresión de tristeza que se 
apodera del observador es igual a la que se asocia al ennegrecimiento 
en otros tests, como por ejemplo el árbol de Koch (fig. 10).
29
¿Cómo conciliar la forma sádico-anal de los garabatos ennegre­
cidos con ese carácter triste? A esta pregunta, podemos responder 
analizando los conflictos suscitados en el niño por su agresividad. 
En las primeras etapas de la vida. la. agresividad es salvaje, sin 
medida. Pero las personas contra las cuales se ejerce, es decir los 
padres, son mucho más fuertes que el niño, de modo que éste no 
puede sentir fuertes pulsiones agresivas sin experimentar en seguida 
el temor de ser castigado por la ley del Talión. Como consecuencia, 
en ese período, la agresividad trae muy a menudo una reacción 
depresiva.
Los garabatos negros significan pues, a la vez, agresividad 
salvaje y reacción depresiva inmediata. ■
Según las disposiciones naturales propias del sujeto, y también 
según el grado de severidad de los padres, la que domina es, ora la 
agresividad, ora la depresión. El primer caso es más frecuente entre 
los varones, a causa de su instinto de rebelión más desarrollado; el 
segundo es más frecuente'entre las niñas, a causa de su docilidad 
natural..
30
Los garabatos expresan esas diferencias. Cuando domina la • 
agresividad, están trazados con exaltación, vigor, rapidez, y los 
rasgos agrios son numerosos.
Por el contrario, cuando domina la depresión, ios garabatos 
están trazados tristemente, sin energía (a menudo con la mina del 
lápiz acostada de lado) y el resultado es lo que llamamos garabatos 
esfumados (fig. 11).
III. EL ESTADIO OBJETAL, LA SUBLIMACION 
Y LOS GARABATOS DE SUBLIMACIÓN
La evolución psíquica del niño —tanto la espontánea como la 
influenciada por la educación- llega, poco a poco, a la socialización 
de los instintos. Es decir que las pulsiones instintivas pierden 
progresivamente su carácter salvaje, exclusivo, egoísta, y que su 
satisfacción no tiene ya lugar únicamente bajo el signo del capricho, 
sin considerar en absoluto las exigencias de los demás, sino que 
ahora el sujeto toma en cuenta el interés propio de las personas que 
lo rodean.
Las pulsiones instintivas consienten entonces en no satisfacerse 
sino en condiciones precisas y limitadas, de acuerdo con las reglas 
de la vida social, reglas éstas que salvaguardan la libertad y la 
satisfacción de los demás. Esta socialización o sublimación de los 
instintos corresponde a la noción moral de altruismo y al estable­
cimiento de las relaciones de objeto.
Para los psicoanalistas, este estadio, llamado objetal.'st confun­
de con la fase edipiaría del desarrollo sexual, fase en que el niño 
considera a su padre y a su madre no ya como funciones de sí 
mismo, sino como a seres autónomos, que tienen existencia propia, 
y cuya autonomía respeta desde ahora en sus relaciones con ellos.
Garabatos. En el trazado de los garabatos, esta sublimación de 
los instintos se manifiesta de varias maneras:
Io) Al no tener más la pulsión vital-su carácter primitivo e 
irrefrenable, el trazo que lo expresa es más delicado, menos grueso y 
menos negro y se imprime con menor vigor en la página.
2o) La mayor flexibilidad de los impulsos vitales y la mayor 
facilidad de adaptación se expresan en el trazado con una prepon­
derancia de las lineas curvas sobre las rectas.~
31
3o) Al mismo tiempo, el trazado es continuo,sin rupturas, y 
esto, como demostraremos al hablar de la defensa por “aislamien­
to”, indica un contacto mantenido en forma permanente con lo que 
estáalrededor.
4o) El trazado es más abierto, es decir que los trazos no cubren 
toda la página, sino que dejan zonas blancas intactas. Es importante 
señalar aquí que la página blanca representa lo que está alrededor y 
el trazo de los garabatos el impulso vital que imprime su marca en 
ese medio. Las zonas blancas circunscriptas por los trazos repre­
sentan pues las zonas del mundo exterior con las que el impulso 
vital entra en relación, si bien considerándolas y respetando su 
integridad.
5°) El trazado de los garabatos de sublimación se extiende por 
toda la página (sin desbordar, empero, nunca, fuera de ella). En 
efecto, contrariamente a la represión, de la cual hablaremos más 
adelante, que restringe las pulsiones reprimiéndolas y cerrándoles 
todo acceso a la conducta, es decir que las suprime cuantitativa­
mente, sin modificar en nada su naturaleza, la sublimación modifica
32
las pulsiones cualitativamente, sin debilitar para nada su potencial 
energético y sin reducir su campo de expansión.
6o) Finalmente, los garabatos de sublimación pasan libremente 
por encima del nombre, aunque sin cubrirlo nunca. Esto es signo de 
que las pulsiones no están en conflicto con el Yo, sino asociadas a él 
en un buen compromiso de adaptación (fig. 12).
Los garabatos de sublimación' aparecen bastante temprano 
(hacia los 3 ó 4 años). Son, en efecto, contemporáneos del control 
de los esfínteres y de la obediencia libremente consentida a lo que 
piden los educadores. Pero, al comienzo, son incompletos, ya que la 
página blanca está todavía muy cargada de trazos negros. Sólo 
después de la pubertad tomarán su aspecto definitivo y puede
decirse que cuantas más y más extensas sean las zonas blancas que 
los garabatos presenten entre sus trazos, mejor es' la sublimación 
instintiva que expresan. Con una reserva, sin embargo: existe un 
límite ideal para la distribución de lo negro y blanco; más allá de ese 
límite, es decir, cuando existe un excesivo predominio de las zonas 
blancas, la sublimación está obstaculizada por las fuerzas inhibí-
torias de los instintos, como veremos al tratar las formaciones reac- 
cionales (fig. 13).
IV. LA REPRESIÓN Y LOS GARABATOS DE REPRESIÓN
Es sabido que la condición esencial para una buena sublimación 
de los instintos es la influencia de una educación tolerante, 
benévola, en una palabra, una educación hecha con amor y respeto 
por la naciente personalidad del niño.'
Por el contrario, cuando las restricciones aplicadas por los 
educadores a la vida instintiva del niño son demasiado duras, el 
choque que se produce entre las pulsiones instintivas y las prohibi­
ciones paternas es violento y bloquea a cada uno de los antagonistas 
en su posición. Hay violencia de una y otra parte. Las pulsiones 
instintivas xonservan su carácater salvaje sin socializarse y el Yo, 
intérprete de las prohibiciones paternas, pone de manifiesto un 
salvajismo igual para reprimirlas.
Por momentos, las pulsiones son las más fuertes y el compor­
tamiento del sujeto es entonces violento y antisocial. Es así como, 
en el casó de los niños llamados temperamentales, se observan a 
menudo garabatos de tipo sádico-anal agresivo.
Otras veces, el Yo, alentado por el apoyo de los padres, consigue 
dominar las pulsiones, no anulándolas, lo cual sería imposible, sino 
rechazándolas hacia el inconsciente. Pero entonces, la fuerza vital 
del sujeto se ve disminuida, por una parte de toda la energía 
impulsiva rechazada: por otra, de toda la energía que el Yo debe 
gastar para mantener ese rechazo.
La represión crea la situación conflictiva tipo, en el sentido que 
la personalidad del sujeto es esclava de la lucha constante que debe 
sostener contra los instintos y no es libre de proyectar su fuerza a 
toda la extensión de su espacio vital.
Garabatos. Los garabatos de represión se caracterizan esen­
cialmente por esa limitación de expansión. Permanecen encerrados 
en una parte de la página, dejando por consiguiente grandes zonas 
en blanco.
Esas zonas blancas representan partes del medio ambiente 
donde las pulsiones del sujeto no se manifiestan. Nó son zonas
34
donde no hay nada, sino, como ya lo expusimos a propósito de! test 
de la aldea1, de las zonas prohibidas.
Hay diversas variedades de garabatos de represión según la 
forma del trazado ( Io) y según su ubicación (2o)..
1 ° ) Hay dos formas principales de trazado.
El primero es de tipo sádico-anal, es decir que ocupa una zona y 
la ennegrece completamente sin dejar ningún espacio en blanco.
Podemos deducir en ese caso la existencia de un conflicto 
psíquico que opone un instinto que ha quedado en su primitivo 
estado salvaje a una censura represiva totalmente externa, impuesta 
por la violencia.
Ocurre en tales casos que, de cuando en cuando, se produce un 
resurgimiento del instinto reprimido en forma de cólera o de 
conductas perversas y, cuando es así, los garabatos comportan 
trazos agudos y agresivos. En otros casos, en cambio, la restricción 
impuesta al instinto engendra una tendencia depresiva, y los 
garabatos son entonces de tipo esfum ados
La segunda forma comporta un trazado abierto, como en la 
sublimación, pero que difiere'de ésta por su pota extensión. Como 
pronto veremos, el Yo que reprime ha logrado aquí asegurarse el pre­
dominio sobre el instinto reprimido intensificando en la conciencia 
las tendencias exactamente contrarias a las tendencias reprimidas, y 
ese predominio es tan fuerte que constituye, para el sujeto, una segun­
da naturaleza. Esto explica el hecho de que sea ella la que se expresa 
en los garabatos y no en la primitiva pulsión instintiva. Por ejemplo, 
el sadismo anal está supercompensado por una excesiva tendencia a la 
limpieza y es ésta objetivada en el trazado depuradísimo de los 
garabatos.
Se dice entonces en psicoanálisis que la represión se ha comple­
tado con las formaciones reaccionóles del Yo. Observemos bien que 
aquí, el conflicto no existe ya entre el instinto y una censura 
paterna exterior, sino en el interior mismo de la personalidad, entre 
el instinto y la censura del Yo.
1 “El significado de las zonas blancas en el test de la aldea” (Comunica­
ción con fecha 22 de mayo de 1960 al Grupo de estudios del Test de la Aldea). 
En este estudio, hemos mostrado que las zonas que quedan vacías en la 
construcción de la aldea son muy a menudo zonas prohibidas. La prueba de 
ello es el hecho que, cuando interrogamos al sujeto sobre esas zonas, nos 
enteramos de que son zonas a las que los habitantes de la aldea no van de buena 
gana, por ser peligrosas: pantanos en los que pueden ahogarse; bosques con 
animales feroces; páramos en los que pueden ser atacados, etc.
35
Esos garabatos de formación reaccional, cuya frecuencia e im­
portancia veremos más adelante, corresponden a un nivel de madu­
rez más avanzado, aparecen a una edad más tardía y se observan 
sobre todo en los adultos.
2°) La ubicación de los garabatos tiene también una gran 
importancia. Es sabido que los grafólogos han insistido mucho sobre 
el simbolismo de las diferentes zonas de la escritura. En el caso de 
los garabatos, partiendo del centro dé la hoja, podemos dividir el 
espacio vital en cuatro cuadrantes: los dos de abajo (debajo del 
nombre) serían, según las reglas grafológicas, la zona de los 
instintos, de la materia; los dos de arriba la zona del ideal, del 
espíritu; los dos de la izquierda la zona regresiva, hacia el pasado; 
los dos de la derecha, la zona progresiva, hacia el porvenir.
No nos es posible decir si ese simbolismo es exacto en el caso de 
.los garabatos, pues nuestra colección, a pesar de ser muy abundante, 
contiene muy pocos ejemplos de garabateos en lo alto, a la 
izquierda o a la derecha, para que hayamos podido estudiar su 
simbolismo y descubrir su significación. En cambio, existen zonas 
privilegiadas que hemos podido estudiar:la zona central donde está 
escrito el nombre y la zona inferior, situada debajo del nombre.
a) Gara ba tos c en trales
El hecho de que los garabatos se concentren en el centro de la 
hoja es indicio de una prohibición sobre la expansión vital, esa 
expansión que nos permite proyectarnos sobre el mundo que nos 
rodea. Es también indicio de que toda la fuerza viva está empeñada 
en un conflicto entre el Ello y el Yo (o el Superyó) y de ahí que no 
esté más disponible para la acción exterior.
Según el tipo de su trazado, los garabatos centrales revisten dos 
formas diferentes:
Io) Los garabatos de borroneo, que son de tipo sádico-anal, y 
en los cuales el nombre se halla recubierto por la gran mancha negra 
del trazado.
Al comienzo de nuestras investigaciones, creim os. que ese 
borroneo del nombre indicaba una agresividad dirigida contra sí 
mismo, es decir, una tendencia depresiva, una anulación de la 
personalidad. Pero eso es cierto sólo en parte. En realidad, esos 
garabatos expresan un violento conflicto interior entre dos aspectos 
de la personalidad: por un lado, las pulsiones instintivas del Ello, 
representadas por el trazado; por otro, el nombre, que representa el
36
Figura 14. Garabatos de represión.
Yo del niño, el cual, habiendo introyectado las censuras paternas, 
constituye la parte socializada de la personalidad.':En resumen, en 
este conflicto, los instintos salvajes del sujeto atacan su ideal del Yo.
Pero, como ya dijimos más arriba, esa agresividad comporta, por 
la ley del Talión, el ternor de ser atacado a su vez por los padres. Es 
sabido que éste es un tema frecuente y que, en el niño, las descargas 
de agresividad comportan casi siempre una reacción de culpabilidad 
depresiva. La proporción de agresividad y culpabilidad varia según 
los casos y se objetiva, como hemos dicho, en el trazado de los 
garabatos.
Hay garabatos de borroneo de trazos muy agresivos,^ que 
significan un instinto en oposición violenta con las restricciones 
educativas (fig. 14). En cambio, los hay esfumados y allí, el 
sentimiento depresivo domina hasta hacer desaparecer, a veces, del 
cuadro clínico, la agresividad primitiva (fig. 15).']¡
Pero lo que importa sobre todo es que el campo limitado de los 
garabatos revela aquí que las fuerzas vivas del sujeto están total­
mente comprometidas en el conflicto. El sujeto adhiere a su 
medio familiar mediante una relación agresivo-depresiva, de la
3 7
Figura 15. Garabatos de represión esfumados.
cual no puede desvincularse y que obsesiona su. pensamiento en 
forma constante. Clínicamente, los sujetos que hacen esos garabatos 
borroneados se presentan como inhibidos, de humor atrabiliario, 
faltos de confianza en sí mismos, con reacciones episódicas de 
cólera contra los padres, seguidas ordinariamente de reacciones 
depresivas. Fuera de casa son sujetos débiles, tímidos, de poca 
iniciativa y mediocre rendimiento escolar, aun cuando su inteli­
gencia es buena (Véase cap. 5).
2°) Los garabatos centrales de formación reaccional difieren de 
los precedentes por el hecho de que el trazado no pasa por encima 
del nombre, sino que queda a alguna distancia. No íos describimos 
aquí y reservamos para su estudio el párrafo siguiente.
b) Garabatos debajo del nombre
Debemos criticar aquí la. interpretación del simbolismo del 
espacio dada por los grafólogos, que hacen de la zona inferior la
3 8
zona de la materia y de los instintos. En cambio, nuestro concepto 
del dinamismo vital nos lleva a considerar que esa zona es, no ya la 
de un instinto cualquiera, sino la del instinto de conservación, la de 
las necesidades vitales esenciales, en otras palabras, la zona materna, 
con la condición de entender que se trata aquí de la madre-nodriza 
y no de la madre esposa del padre, que es objeto del deseo amoroso 
para el hijo y de la rivalidad para ]a hija. En cambio, la zona situada 
más arriba del nombre es zona de expansión, la zona del impulso y 
del progreso, es decir la zona paterna en cuanto el padre es, para el 
varón como para la mujer, el factor decisivo en el desprendimiento 
del niño del protector regazo materno.
Cuando los garabatos están concentrados en la zona situada 
debajo del nombre, quedando en blanco la parte superior, hay que 
considerar que esa zona blanca representa un campo prohibido. 
Ciertamente podemos imaginar que. en caso de agotamiento fisioló­
gico, después de un “shock” o de una enfermedad, el sujeto se refu­
gie en un medio protector y rehuya todo esfuerzo de expansión por 
carecer de las fuerzas necesarias. En la segunda parte veremos que 
todos los sujetos atacados de astenia hacen esos garabatos debajo 
del nombre.
Sin embargo, en muchos casos, esa astenia es la consecuencia, 
no de un agotamiento, sino de un conflicto psíquico.
Así, cuando la situación edipiana hace de la madre, no ya la 
nodriza y la protectora de los primeros años, sino, para el hijo, un 
objeto de amor que debe conquistar, y para la hija, una rival que 
debe igualar; cuando esa situación hace del padre el elemento de 
progreso que atrae al hijo fuera de la estrecha protección materna 
(al hijo por la competencia y a la hija por la seducción) es frecuente 
que haya conflicto, porque el niño, habiendo abordado esa com­
petencia edipiana, revélase incapaz de afrontarla. El conflicto 
psíquico produce entonces una regresión pre-edipiana. La relación 
con el padre desaparece, como una relación algo prohibida, tanto 
para el hijo como para la hija. Y la relación con la madre pierde su 
carácter edipiano para ser. nuevamente, tanto para el varón como 
para la mujer, la relación de estrecha protección del maternalismo 
nutricio.
Tal es la razón por la cual llamamos garabatos de fijación 
materna a los trazados debajo del nombre.
Creemos que los mismos indican siempre un estado neurótico. 
Se observan constantemente, como hemos visto, en ios sujetos 
atacados de astenia. Son también muy frecuentes en los sujetos 
atacados de neurosis de duda y de escrúpulo y se encuentran
39
corrientemente entre la clientela adulta de los consultorios psiquiá­
tricos (Véase Segunda parte, caps. 3 y 4).
En la interpretación de tales garabatos conviene, claro está, 
prestar atención’a la forma del trazado.
Figura 16. Garabatos agresivos en la zona materna.
Cuando los garabatos son compactos, formados por rasgos 
gruesos y densos y en ocasiones, cruzados por flechas agudas, puede 
deducirse que las relaciones del sujeto con la madre, si bien de 
estrecha dependencia, o a causa de esa misma dependencia, están 
sumamente cargadas de agresividad (fig. 16).
En otros casos, el trazo es negro y bastante denso, pero de 
forma redondeada. Estamos todavía aquí en el período de las 
pulsiones anales, pero con una forma de comportamiento más 
femenino, más suave, más pasivo (fig. 17).
Si,' por el contrario, y esto es también frecuente, el trazado se 
compone de algunas líneas tímidas, separadas las unas de las otras, 
el significado es diferente, como lo veremos después al estudiar los 
garabatos de formación reaccional.
40
Figura 17. Garabatos en la zona materna, pertenecientes a un atacado de 
neurosis de duda y de escrúpulo (Véase Observación 24).
V. LAS FORMACIONES REACCIONALES DEL YO
Y LOS GARABATOS DE FORMACIÓN REACCIONAL
Acabamos de ver que, en caso de que un conflicto entre las 
pulsiones instintivas y el Yo conduzca a la represión, a fin de 
asegurar dicha represión de manera más completa y durable, el Yo 
desarrolla en la conciencia las tendencias exactamente opuestas a 
las tendencias reprimidas. Sustituye la indisciplina de los instintos 
por el rigor de la regla; el desorden por el orden; la suciedad por una 
limpieza meticulosa; el capricho y la fantasía por una escrupulosa 
conciencia del deber; la independencia por la dependencia y la 
sumisión; la agresividad por un recato y una suavidad extremos.
Es lo que se llama, como ya dijimos, las formaciones reaccio- 
nales del Yo.
En esas formaciones reacciona les, hay varios grados.
En grado moderado.las mismas pertenecen a la evolución 
instintivo-afectiva normal, puesto que el hombre no puede sublimar
41
por entero sus instintos; sino que está obligado a reprimir parte de 
ellos y a desarrollar, en el sector psíquico correspondiente, las 
formaciones reaccionales contrarias-APara dar un ejemplo, la adqui­
sición de hábitos de limpieza, tan contraria a los gustos naturales del 
niño, necesita una cierta represión del placer de estar sucio.
Conviene observar que, como esas formaciones reaccionales no 
afectán sino un sector limitado, dejan lugar a una cierta esponta­
neidad y no traban la libertad del sujeto.
- Se ve la necesidad de esas formaciones reaccionales cuando se 
considera la evolución que se produce en la edad escolar —evolución 
de los garabatos a la escritura— cuando se invita al niño a 
transformar sus garabatos en letras y en palabras, letras y palabras 
que se lo obliga a trazar sobre líneas, con regularidad, exigiéndole 
además cuadernos limpios, de hojas que no tengan las esquinas 
dañadas.
Observemos por otra parte- que lo que el niño pierde, en esta 
evolución, en libertad y espontaneidad, lo gana en dominio psico- 
motor y en acceso al pensamiento racional.
En grado mucho más acusado, las formaciones reaccionales son 
patológicas. Es que entonces no hay más lugar para la sublimación 
y, por ende, para la libertad, y toda la actividad está sometida a una 
rígida sujeción. Citando el mismo ejemplo anterior, el goce de 
sentirse sucio es reemplazado aquí, no por una limpieza bien 
adaptada, sino por “manías” de limpieza, contrarias a una buena 
adaptación.
Garabatos. Esas diferencias se objetivan en los garabatos. Lo 
que es muy notable en este caso es que, como ya dijimos, el trazado 
de los garabatos no expresa ya tanto las pulsiones instintivas como 
la fuerza de las tendencias reaccionales que las han sustituido.
Ahora bien, la consigna misma de los garabatos, según la cual se 
invita al sujeto a ser espontáneo, es una consigna de libertad 
instintiva. Cuando un sujeto está bajo el rígido dominio de sus 
formaciones reaccionales, se encuentra incapacitado de obedecer a 
esa consigna de abandono y, a menudo, al formulársele la invita­
ción, responde que no puede, que no sabe hacer garabatos1. Si se 
insiste, puede que, contra la consigna, escriba series de letras o cifras 
(fig. 18). Lo hará todo como si un maestro de escuela severo 
estuviese detrás de él, con su férula, y se preparase a castigar 
severamente todo desvío de la línea recta, y toda letra mal hecha (lo
1 R. MEURISSE hace notar, muy acertadamente, que ‘.‘para algunos, la 
libertad de acción asusta más que las restricciones”.
42
que el diccionario define precisamente como garabatos: una escri­
tura informe, ilegible).
Nos vemos entonces obligados a recordarle directamente la 
consigna del test: no escribir. Pero, con frecuencia, el sujeto no 
conseguirá sustraerse a la influencia de la hoja de cuaderno y, lo 
mejor que logrará hacer será trazar líneas horizontales paralelas, que 
recuerdan más o menos líneas de escritura (fig. 19).
Finalmente, en algunos casos, en lugar de garabatos, el sujeto 
produce un dibujo decorativo simétricamente trazado (fig. 20).
Los garabatos de formación reaccional tienen los siguientes 
caracteres: 1 2
1. Son abiertos, como los garabatos de sublimación, y dejan en 
su trazado importantes zonas blancas, más importantes aquí que en 
los primeros y, por otra parte, localizadas, a menudo, en una zona 
limitada de la hoja.
2. Mientras que en los garabatos de sublimación el trazado es 
libre y recorre la hoja en todas direcciones, expresando la libertad 
instintiva,, en los garabatos de formación reaccional el trazado es 
regular, unidireccional.
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3. El movimiento de estos garabatos es de poca amplitud, 
contenido, como si un freno constante se opusiera a la liberación 
del ademán tierno o agresivo. Ya se trate de volutas redondeadas o 
de trazos en forma de flechas, el trazo es siempre corto y regresa al 
punto de partida para volver a salir.
4. La línea recta es mucho más frecuente en ellos que la curva. 
Observemos a propósito con Klages que la curva es el movimiento 
natural de la vida; que la línea recta, en cambio, es siempre el 
resultado de una inhibición de ese movimiento natural. En la 
naturaleza nada sigue una línea completamente recta: ni el tronco 
del árbol, ni el curso del río, ni el sendero campestre que trazan por 
sí mismos los pasos de los lugareños. La línea recta es siempre la 
obra artificial del hombre, del técnico que coloca postes telegrá­
ficos, construye canales y autopistas.
Cuando la línea recta está trazada con amplitud y violencia, ■ 
expresa una ruptura brusca con el movimiento natural de la vida; y, 
por ejemplo, en los garabatos, la presencia de flechas agudas, 
terminadas en una forma de arpón, o en un ángulo agudo con
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Figura 20. Garabatos reaccionales con simetría decorativa.
retorno hacia atrás, significa que una tensión excesiva, resultado 
probable de una inhibición de la expansión vital, se descarga de 
repente en agresividad.
Pero la línea recta no es siempre el resultado de una descarga 
instintiva. Cuando está trazada con moderación, en rasgos a la vez 
poco amplios y poco marcados, adquiere una significación total­
mente diversa. Representa aun una ruptura con el movimiento 
natural de la vida, pero una ruptura voluntaria, intelectualizada. Si 
en el exterior, la línea recta expresa el dominio del hombre sobre la 
naturaleza que lo rodea, del mismo modo, en el interior de la 
personalidad, la línea recta (la regla) expresa el dominio del Yo 
sobre los instintos. La regla que substituye la libertad instintiva se 
expresa pues en los garabatos mediante la línea recta.
5. La recta tiene aun otro significado en los garabatos: es la 
“reproducción rítmica” del mismo movimiento, el sujeto que repite 
sin cesar el estilo de su trazo inicial, del mismo modo que, en la 
vida, en lugar de abandonarse a su impulso del momento, observa 
un plan hecho con anterioridad y reproduce ritualmente los mismos 
movimientos o ademanes.
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6. Notemos finalmente que ios garabatos de formación reac- 
cional. contrariamente a los garabatos de sublimación, no pasan 
nunca por encima dei nombre, lo cual quiere decir que está 
prohibido todo conflicto agresivo con la instancia paterna.
Hemos dicho que existen dos tipos de formaciones reaccionales 
y que sólo el segundo es patológico, por determinar una gran rigidez 
del Yo.
Puede hacerse el diagnóstico por medio de los garabatos.
1. Las formaciones reaccionales que podemos llamar normales, 
por dejar una cierta libertad, producen garabatos semejantes a los de 
sublimación, puesto que cubren un extenso campo y están trazados 
con alguna libertad. Lo que los caracteriza, sobre todo, es la 
repetición rítmica del mismo motivo, signo, como hemos visto, de 
que la disciplina de la regla ha sustituido a la indisciplina de los 
instintos. He aquí un ejemplo: es el caso de una mujer joven, dotada 
de una gran sensibilidad y de inteligencia, muy abierta al mundo y 
bien adaptada, de carácter disciplinado y escrupuloso (fig. 21).
2. Las formaciones reaccionales patológicas indican, en cam­
bio. que un conflicto sumamente ■ angustioso ha surgido en un 
principio entre las pulsiones y la censura y ha hecho necesaria la 
intervención de la represión y la sobrecompensación de las pulsiones 
prohibidas por tendencias contrarias.
En este caso, los garabatos tienen un campo reducido, lo que es 
el rasgo mismo de la represión y la forma muy disciplinada del 
trazado indica' la fuerza con que las formaciones reaccionales han 
substituido como una segunda naturaleza a la primera, toda hecha 
de espontaneidad.
Algunos tipos de garabatos reaccionales merecen una mención 
particular a causa de su frecuencia. 1
1. Los garabatos centrales presentan, como ya hemos visto, la 
característica de no pasar por encima del nombre y de detenerse a 
cierta distancia del mismo, formando un marco rectangular,ovalado 
o en volutas regulares. El trazado es, por lo demás, muy simplifi­
cado, muy depurado, en forma de una simple línea.
Se puede deducir de ahí que todo contacto erótico o agresivo 
con la instancia paterna introyectada en el Yo es objeto de una 
severa interdicción.. Interdicción doble pues, por una parte, el 
trazado es leve, ornamental, desprovisto de flechas y, por otra, se 
mantiene a distancia del nombre.-^
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Figura 21. Garabatos de formación reaccional normal.
Podemos sacar en conclusión que la angustia provocada por las 
pulsiones en su conflicto con la censura del Yo es particularmente 
fuerte y ha suscitado una intensa represión. Puede ser. por consi­
guiente, que, ni las pulsiones, ni la angustia se manifiesten para nada 
en la conducta del sujeto. Pero, claro está, permanecen subyacentes 
y el sujeto no puede sustraerse a ellas sino evitando todo lo que 
pudiera provocarlas.
Vemos así sujetos de naturaleza ansiosa que no hallan la calma 
sino evitando su problema interior y volcándose con todas sus 
energías en la acción exterior. En casos semejantes, los garabatos 
pueden tener cierta amplitud, como en la fig. 22.
Observación 2. El caso de la fig. 23 es muy diferente. Son los 
garabatos de un hombre de 30 años, los cuales rodean a poca 
distancia el nombre, con un trazo ligero. Un trazado semejante 
indica una extrema prohibición sobre las pulsiones vitales. Por una 
parte, queda excluido todo conflicto con la instancia paterna. Por 
otra queda excluida también toda expansión hacia el medio exter­
no. Esto corresponde a la situación clínica de ese joven que, 
gravemente atacado de neurosis de angustia, ha llegado a no poder
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Figura 22. Garabatos de formación reaccional de una ansiosa (Observación 22).
salir más de su casa (agorafobia) y a no poder vivir sin angustia por la 
falta de compañía de su madre, a la que está unido por los lazos 
de una ternura verdaderamente infantil.
2. Como hemos visto, los garabatos de fijación materna pueden 
presentarse también con el carácter de las formaciones reaccionales. 
Muy a menudo entonces, afectan un trazado regular, en líneas 
ondulantes superpuestas (fig. 19).
Observación 3. He aquí un ejemplo muy característico en el 
caso de una mujer de 30 años (fig. 24) que, aunque casada, ha 
escrito su nombre de soltera. No ha tenido éxito en su matrimonio 
y quiere divorciarse. Es completamente frígida, lo cual es indicio 
frecuente de interdicción edipiana. Por lo demás, está muy apegada 
a su madre, pero con una relación negativa; su agresividad de niña se 
expresó en las formaciones reaccionales de la anorexia mental, 
reacción anoréxica que ha repetido recientemente en respuesta a su 
conflicto matrimonial y que la ha llevado a un estado de astenia y 
adelgazamiento extremos.
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Figura 23. Garabatos centrales dé inhibición de un agorafobo (Observación 37).
Para completar esta exposición, digamos que no existe una 
diferencia radical entre esos dos tipos de garabatos, encuadrando el 
nombre o debajo del mismo. Los dos corresponden a una fijación 
pregenital. Puede simplemente decirse que los garabatos en cuadro 
representan un tímido ensayo de introducirse en la zona de 
expansión, seguido inmediatamente por un retorno del trazado a la 
zona inferior.
R e s u r g im ie n to d e lo r e p r im id o . Debe saberse que la represión, 
aun cuando se completa con formaciones reaccionales, no es 
siempre suficiente para impedir el resurgimiento de los impulsos 
prohibidos. En el niño pequeño, en particular, la censura paterna no 
se introyecta siempre perfectamente y las formaciones reaccionales 
tienen entonces un carácter artificial de “barnizado” o “esmal­
tado” ; es decir que, en ciertas condiciones favorables a la liberación, 
las mismas van a ceder. Si se hace repetir los garabatos en 
momentos diferentes, se puede asistir a ese resurgimiento, ya que 
los garabatos de formación reaccional son sucedidos por garabatos 
de liberación.
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Figura 23. Garabatos centrales de inhibición de un agorafobo (Observación 37).
Para completar esta exposición, digamos .que no existe una 
diferencia radical entre esos dos tipos de garabatos, encuadrando el 
nombre o debajo del mismo. Los dos corresponden a una fijación 
pregenital. Puede simplemente decirse que los garabatos en cuadro 
representan un tímido ensayo de introducirse en la zona de 
expansión, seguido inmediatamente por un retorno del trazado a la 
zona inferior.
Resurgimiento de lo reprimido. Debe saberse que la represión, 
aun cuando se completa con formaciones reaccionales, no es 
siempre suficiente para impedir el resurgimiento de los impulsos 
prohibidos. En el niño pequeño, en particular, la censura paterna no 
se introyecta siempre perfectamente y las formaciones reaccionales 
tienen entonces un carácter artificial de “barnizado” o “esmal­
tado” ; es decir que, en ciertas condiciones favorables a la liberación, 
las mismas van a ceder. Si se hace repetir los garabatos en 
momentos diferentes, se puede asistir a ese resurgimiento, ya que 
los garabatos de formación reaccional son sucedidos por garabatos 
de liberación.
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Figura 24. Garabatos de fijación materna y; de formación reaccional
(Observación 3).
Observación 4. Hasta puede ocurrir que eso se produzca en el 
curso de un mismo trazado. He aquí, por ejemplo, el caso de un 
bello y robusto niño de 7 años, lleno de vitalidad, pero fuertemente 
dominado por una madre castradora. Invitado a garabatear, se siente 
incómodo y pide*una regla. Como nosotros no la tenemos, él mismo 
se fabrica una plegando en ocho una hoja de papel, que utiliza para 
trazar meticulosamente y sin alegría el barco que vemos aquí, con 
su bandera bien rígida. Poco satisfechos de ese resultado, le pedimos 
que dibuje olas; entonces debe abandonar la regla y dejar correr el 
lápiz, pero es para trazar solamente algunas tímidas ondulaciones. 
Entonces lo estimulamos sugiriéndole que el viento sopla y obte­
nemos los garabatos mucho más espontáneos que vemos aquí y que 
cubren con sus rasgos coléricos el barco inicial (fig. 25). Señalemos 
la alegría explosiva con que el niño ha hecho esto. Tenemos, pues, 
en un mismo dibujo, la expresión de las formaciones reaccionales de 
ese niño y la expresión de su superabundancia vital, descargada en 
agresividad (fig. 25).
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Figura 25. (Observación 4)
VI. LA RELACIÓN A DISTANCIA Y LOS GARABATOS DE 
AISLAMIENTO
Hemos visto la importancia que se atribuye al progresivo 
establecimiento de las relaciones de objeto. Hagamos notar, a 
propósito, que los dos instintos fundamentales, la sexualidad y la 
agresividad, suponen un contacto bastante íntimo con el objeto. 
Cuando esos instintos se subliman, la relación amorosa y la relación 
agresiva, depuradas, pueden mantenerse, si bien bajo una forma 
diferente en la cual la consideración del otro entra enjuego para 
disminuir la violencia del contacto.
Pero cuando la sublimación no es posible, y los instintos se 
reprimen, el Yo, para prevenirse contra el retorno de las pulsiones 
consideradas como peligrosas, desarrolla, como, hemos visto, forma­
ciones reaccionales. Al mismo tiempo, suprime la proximidad 
estableciendo relaciones a distancia con los objetos. Para dar. un 
ejemplo, digamos que la misoginia de algunos hombres, que no 
quieren ninguna relación con el sexo opuesto, traduce a menudo su 
excesiva debilidad ante las tentaciones sensuales.
Generalizando, puede decirse que cada vez que un contacto 
podría ser peligroso, porque despierta pulsiones que el Yo ha 
condenado, la defensa por represión lleva a una ruptura total de 
contacto, debido al primitivo mecanismo del “todo o nada”.
Ese mecanismo de ruptura de contacto es sobre todo impor­
tante en la neurosis obsesiva, particularmente bajo su forma de 
neurosis de duda y de escrúpulo. En ese caso toma a menudo una 
forma especial que se llama aislamiento: la represión no se ejerce 
aquí sobre los contenidos intelectuales, de modo que el sujeto 
conserva una excelente memoria detodo cuanto le ocurre; se ejerce, 
únicamente sobre los contenidos afectivos que, como consecuencia, 
quedan aislados. El resultado es una forma de pensar fría, despro­
vista de afectos, la cual es, en algunos aspectos, favorable al 
pensamiento racional y científico, pero a costa de una verdadera 
supresión de toda la vida afectiva.
Este aislamiento se objetiva muy bien en los garabatos de 
aislamiento, que presentan dos rasgos esenciales: I
Io) El trazado se desarrolla sin que las líneas se corten unas a 
otras o, por lo menos, los puntos de unión son mucho más raros 
que en los garabatos de sublimación. Por ejemplo, es frecuente que 
tales garabatos se presenten en líneas horizontales superpuestas, que 
no se tocan, como líneas de escritura (fig. 26).
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Figura 26. Garabatos de aislamiento (en líneas de escritura).
2°) Mientras que, en los garabatos de sublimación, el trazado 
es continuo, expresando una relación mantenida constantemente 
entre las pulsiones instintivas y el medio ambiente, en los garabatos 
de aislamiento hay frecuentes soluciones de continuidad, alzándose 
cada vez el lápiz para continuar su trazo un poco más lejos o en otra 
zona de la hoja (fig. 27).
Los garabatos de aislamiento y el nombre. Una variedad 
particular son los garabatos separados del nombre por una zona 
blanca importante, ya sea porque el trazado se detiene por sí mismo 
a cierta distancia, ya porque el sujeto ha rodeado deliberadamente 
su nombre de un recuadro protector de forma variable, rectángulo, 
ovoidq, festón de arcos (fig. 28 y 29).
La primera idea que viene a la mente es que el trazado del 
recuadro está destinado a hacer resaltar el nombre. Pero ése es un 
concepto estático, que no rinde cuenta exacta del carácter dinámico 
de los garabatos. No olvidemos que los garabatos no son un dibujo, 
que la página en que se garabatea no debe considerarse como una 
lámina decorativa, sino como el lugar de un conflicto.
53
Cuando el sujeto traza u n r e c u a d r o un tanto distanciado de su 
nombre, dejando en torno a éste un espacio blanco, se piensa en 
primer lugar en el encuadramienfo de un retrato, para hacerlo resaltar. 
Esta idea es exacta, pero con la condición de que se la profundice 
en un sentido dinámico. Toda zona blanca, como hemos señalado, 
es una zona prohibida, donde las pulsiones instintivas no tienen 
derecho a manifestarse. Los garabatos en recuadro son por ello 
comparables a una formación de atacantes que quieren asaltar la 
fortaleza del rey (el nombre), pero son mantenidos a distancia por 
el tiro de contención de los soldados (la defensa del Yo).
Generalizando más, puede decirse que, dado que los garabatos 
representan la fuerza instintiva que, si se deja libre, ahogará bajo sus 
pulsiones agresivas y eróticas alíYo (y a la instancia paterna que ese 
Yo representa), de ese Yo emana entonces una fuerza contraria que 
mantiene las pulsiones a distancia. La zona blanca en torno al 
nombre es el campo de esa contra-fuerza: revelándonos que el 
Yo del sujeto rechaza las pulsiones instintivas y que la excesiva 
proximidad de las mismas le provocaría angustia; por lo tanto, 
mientras pueda dominarlas y mantenerlas a distancia, se siente 
seguro.
54
Figura 28. Garabatos con aislamiento del nombre.
Figura 29. Garabatos con aislamiento del nombre.
Prosiguiendo con nuestra comparación, podemos decir que la 
distancia a la cual se mantienen los atacantes depende de la 
intensidad del tiro de contención de la defensa. Del mismo modo, 
cuanto más alejado del nombre estén los garabatos que forman 
recuadro, más fuerte habrá que considerar que es ía defensa del Yo 
y que más vigorosa ha sido, por consiguiente la lucha que ha tenido 
que librar contra las pulsiones.
La misma regla, claro está, es siempre aplicable; puesto que el 
carácter normal o patológico de los garabatos depende de la edad 
del sujeto. Es sabido que las formaciones reaccionales se desarrollan 
con la edad y muchos de los rasgos que las caracterizan aparecen 
naturales en un adulto, aun cuando den una cierta rigidez a la 
personalidad. En cambio, cuando se los observa en un niño 
pequeño, se puede llegar a la conclusión de que hay desequilibrio, 
con bloqueo de la espontaneidad vital, y puede diagnosticarse la 
necesidad de una psicoterapia.
Sin embargo, en la medida en que los garabatos de un adulto 
indican formaciones reaccionales muy pronunciadas, se puede diag­
nosticar una neurosis. Y más aún cuando hay aislamiento, por 
cuanto es un mecanismo francamente patológico.
56
Seg u n d a par te
A P LIC A C IO N ES C L ÍN IC A S 
DEL TE ST DE LO S GA RA B A TO S
1
EL D I A G N Ó S T I C O DE LA P E R S O N A L ID A D
Al comienzo de esta obra hemos señalado que, como primera 
manifestación del grafismo infantil, los garabatos pueden interpre­
tarse según las reglas del análisis grafológico y que, en esta forma, 
pueden deducirse de ellos algunos rasgos de la personalidad del 
sujeto.
Pero hemos insistido también en el hecho de que el carácter 
original de los garabatos requiere un método de interpretación 
particular dirigido, esencialmente, a la comprensión del trazado de 
los garabatos en su d in a m is m o p r o f u n d o .
La página en que el sujeto es invitado a garabatear representa, 
como hemos visto, el e s p a c io v i ta l ofrecido a su expansión. En el 
mismo, la consigna que se le da lo invita a desplegar, a exteriorizar 
libremente sus pulsiones instintivas.
¿Libremente? No del todo, pues si el sujeto está limitado 
exteriormente por las dimensiones de la hoja en que garabatea, está 
aún mucho más l im i ta d o in t e r io r m e n te por lás censuras que se 
oponen a sus pulsiones.
La hoja en que garabatea es, por lo tanto, el teatro de un 
conflicto: e l c o n f l i c t o in te r n o d e la d e f e n s a d e l Y o e n lu c h a c o n las 
p u ls io n e s in s t in t iv a s .
Agreguemos que la consigna dada por Meurisse de escribir su 
nombre en el centro de la página, acentúa aún más esa situación de 
conflicto, pues, con esta técnica, el conflicto interno se proyecta no
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sólo en el trazado de los garabatos, sino también en las relaciones 
entre los garabatos y el nombre.
En efecto, al escribir su nombre, el sujeto comienza por dar 
ubicación, en el espacio vital de la página a su Yo civilizado, al Yo 
disciplinado por las imposiciones educativas, a ese Yo que repre­
senta, por consiguiente los ideales y las prohibiciones paternas. 
Como ya dijimos, el nombre es la intimidad, la relación con la 
madre; el apellido es la relación con el padre, con la sociedad.
Una vez que el sujeto ha escrito su nombre en medio de la 
página, se lo invita a dar libre curso a sus pulsiones vítales. Se 
ponen, pues, las dos fuerzas frente a frente y la forma en que el 
sujeto, al garabatear, se comporta con respecto a su nombre es 
altamente reveladora de la naturaleza de las relaciones que mantie­
nen en su personalidad el Yo y los instintos.
I. LA PERSONALIDAD AFECTIVA
De la forma particular de los garabatos pueden deducirse ciertas 
tendencias afectivas esenciales.
1. Expansión - inhibición. La amplitud de los garabatos es una 
buena medida de la expansión vital del sujeto. Los sujetos expan­
sivos, dotados de mucha actividad y de sociabilidad, que tienen 
amplios contactos afectivos con muchas personas, que siguen de 
buen grado la inclinación de sus impulsos, que sienten curiosidad 
por muchas cosas y desean un activo intercambio con su medio, 
hacen garabatos que cubren toda la página.
Por el contrario, los sujetos replegados sobre sí mismos, estre­
chamente electivos en sus afectos, poco expansivos, muy reservados, 
que mantienen pocas relaciones con los que los rodean, hacen 
garabatos poco extensos.
Los primeros son eufóricos, audaces; tienen mucho optimismo y 
confianza en sí mismos. Los segundos, en cambio, son tímidos, 
dudan de sí mismos y se sienten incómodos en la vida.
Cuando los garabatos son sumamente reducidos, se puede hablar 
de inhibición,

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