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TB Y ALTERACIONES COGNITIVAS

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34 MENTE Y CEREBRO 56 / 2012
 Un interrogante cada vez mayor ensombrece la creencia de que los pacientes con trastor-
no bipolar alcanzan una recuperación completa. 
En las últimas décadas se ha visto cómo un gru-
po considerable de sujetos no logra su nivel de 
funcionamiento normal tras la remisión clínica. 
Muchos presentan un deterioro cognitivo. 
Aunque faltan datos para saber cuáles son las 
variables relacionadas con los déficits cognitivos 
en el trastorno bipolar, conocer su impacto en la 
evolución de la patología y la influencia de los 
fármacos en esa disfunción cognitiva, los nume-
rosos estudios van alumbrando, poco a poco, el 
terreno. Contrariamente a lo que se pensaba has-
ta hace poco, los problemas de funcionamiento 
podrían asociarse más al deterioro cognitivo del 
paciente que a los propios síntomas de la enfer-
medad. Veamos por qué. 
Funciones neurocognitivas
Una gran parte de los pacientes bipolares pade-
cen alteraciones persistentes. Muchos de ellos 
muestran síntomas durante más de la mitad de 
su vida aunque sigan un tratamiento farmaco-
lógico, en principio, adecuado; incluso los que 
consiguen una remisión clínica manifiestan 
dificultades para recuperar el nivel de funcio-
namiento anterior a la enfermedad. Además, se 
está viendo que las disfunciones cognitivas se 
asocian no solo a los episodios agudos del tras-
torno, sino también a los estados de eutimia 
(períodos de estabilidad anímica). No obstan-
te, reina una notable heterogeneidad entre las 
opiniones de la comunidad científica sobre la 
importancia del fenómeno. ¿Por qué motivo? 
Es probable que durante largo tiempo se haya 
considerado que un peor funcionamiento socio-
laboral podría resultar de los síntomas afectivos, 
mientras que se infravaloraba el efecto de las 
disfunciones cognitivas.
La importancia de evaluar tales alteraciones 
estriba en el impacto que desempeñan en el día 
a día del paciente. Ya hemos comentado que di-
versas áreas cognitivas se modifican durante las 
fases agudas de la enfermedad, en especial, la 
atención, la memoria, las funciones ejecutivas 
y la rapidez psicomotora. En cambio, el nivel in-
telectual general de los pacientes se mantiene, 
aunque se aprecian ligeros cambios en función 
de su estado anímico. Con todo, los diferentes 
hallazgos resultan en ocasiones contradictorios, 
porque los estudios no siempre diferencian en-
tre depresión bipolar y unipolar. Existen, ade-
más, muy pocas investigaciones con pacientes 
maníacos debido a la dificultad que comporta 
evaluarlos en ese estado. 
Trastorno bipolar 
y alteraciones cognitivas
Las personas con trastorno bipolar presentan déficits cognitivos; sobre todo de atención, memoria 
verbal y funciones ejecutivas. Ello les dificulta su día a día
BRISA SOLÉ CABEZUELO, ANABEL MARTÍNEZ ARÁN Y EDUARD VIETA PASCUAL
RESUMEN
Alteraciones 
permanentes
1La prueba de la presencia de déficits 
cognitivos permanentes 
en el trastorno bipolar es 
cada vez mayor. Ello rom-
pe con la creencia de una 
recuperación total.
2La correlación en-tre las alteraciones 
cognitivas y las múltiples 
recaídas de los afectados 
apoya la hipótesis de la 
neuroprogresión.
3Es probable que algu-nos déficits neurocog-
nitivos existan antes del 
inicio de la enfermedad.
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ENTRE DOS AGUAS
De momento, los numerosos estudios relacionados con el deterioro 
cognitivo en el trastorno bipolar no despejan la duda de si se trata de 
alteraciones en el neurodesarrollo, es decir, previas a la enfermedad, 
o si es la propia patología la que causa tales disfunciones.
© ISTOCKPHOTO / ANDREW OSTROVSKY
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Atención y memoria de trabajo
La atención constituye la base de todos los 
procesos cognitivos: su alteración implica di-
ficultades en las funciones psicomotoras y 
ejecutivas, el aprendizaje y la memoria. Existe 
un cierto consenso respecto al deterioro de la 
atención sostenida (capacidad para mantener 
la concentración) en pacientes bipolares. Pare-
ce claro que se encuentra presente en el debut 
de la enfermedad, tal como detectaron en 2010 
Iván Torres, de la Universidad de la Columbia 
Británica en Vancouver, y sus colaboradores en 
una muestra de pacientes recién recuperados 
de un primer episodio maníaco. Hallazgo que 
confirma el estudio desarrollado por U. S. Kolur 
y sus colaboradores en 2006. Los autores selec-
cionaron una muestra de pacientes bipolares 
con una edad media de 22,4 años, una duración 
de la enfermedad inferior a cinco años y con un 
máximo de dos episodios afectivos. (Dado que 
prácticamente no disponemos de información 
acerca del rendimiento cognitivo de los sujetos 
antes de manifestar la enfermedad, podríamos 
presuponer que las alteraciones atencionales 
resultan más evidentes con el paso del tiempo, 
aunque ya podrían estar presentes al inicio de 
la patología.)
Pasemos a la atención selectiva. Se han ob-
servado déficits en los períodos activos del tras-
torno. Pese a que algunos trabajos señalan una 
mejoría tras la remisión de síntomas clínicos 
(lo que sugiere que la dificultad para focalizar 
la atención resulta un indicador del estado clíni-
co), otros estudios indican que individuos depri-
midos pueden presentar una atención selectiva 
deteriorada a pesar de su mejoría clínica, es de-
cir, seis meses después de su alta hospitalaria. 
Investigaciones más recientes han detectado 
alteraciones de la atención en individuos con 
esquizofrenia o trastorno bipolar, así como en 
sus familiares de primer grado.
Por otro lado, en los últimos años se ha descri-
to un peor rendimiento en la respuesta inhibito-
ria, es decir, en la capacidad de frenar respuestas 
inadecuadas, tanto en pacientes bipolares agu-
dos como en sujetos en remisión; los estudios 
se basaron en la tarea de interferencia de Stroop 
[véase «El efecto Stroop: una colorida trampa», 
por R. Rosenzweig, en MENTE Y CEREBRO n.o 47, 
2011]. La respuesta inhibitoria alterada, que pa-
rece mantenerse a largo plazo, se ha propuesto 
como uno de los endofenotipos candidatos más 
claros en el trastorno bipolar.
Cada vez más investigaciones señalan, así-
mismo, que los pacientes bipolares presentan 
dificultades en tareas que requieren memoria 
de trabajo verbal, visual o espacial. 
Aprendizaje y memoria
En general, las alteraciones de aprendizaje y 
memoria se han asociado a las fases agudas 
de la enfermedad y a los períodos de eutimia. 
Algunas investigaciones destacan la presencia 
de alteraciones en la memoria verbal. En 2003, 
investigadores de la Universidad de Cincinna-
ti hallaron que tanto los pacientes eutímicos 
como los sujetos maníacos mostraban dificul-
tades para recordar la información en los test de 
aprendizaje de listas de palabras (entre ellos, el 
Test de Aprendizaje Verbal de California); pero 
solo los individuos con manía presentaban pro-
blemas en la tarea de reconocimiento. Ello hace 
pensar que las dificultades de codificación de 
información resultan más marcadas en estos pa-
cientes. En cambio, a las personas con trastorno 
bipolar anímicamente estables les resulta más 
complicado recuperar la información. 
Respecto a la memoria visual, algunos pa-
cientes manifiestan alteraciones en las fases 
agudas de la enfermedad, en especial aquellos 
con historia previa de psicosis y en sujetos bi-
polares evaluados durante un primer episodio 
Los pacientes 
muestran 
dificultades 
para recordar 
información 
verbal
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Funcionamiento
normal
Vulnerabilidad
genética
Primer
episodio 
Episodios
múltiples Cronicidad
Progresión de la enfermedad
1 Malestarantes del
trastorno
(pródromos)
2
3 4
5
EVOLUCIÓN COGNITIVA Y DE LA ENFERMEDAD 
Existe una predisposición genética (1) en el caso 
del trastorno bipolar. Antes de que la enfermedad 
se inicie, el sujeto presenta algunos déficits neuro-
cognitivossutiles (2). En los primeros episodios de 
trastorno (3) aparecen alteraciones mnésicas que se 
convierten en un rasgo cognitivo del paciente debi-
do a la neurotoxicidad producida por los múltiples 
episodios (4) a lo largo del tiempo; estos últimos 
afectan sobre todo al funcionamiento de la corteza 
prefrontal y temporal medial. Con el tiempo, las 
alteraciones se tornan persistentes (5). 
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psicótico. En niños y adolescentes con trastorno 
bipolar, los escasos estudios señalan alteracio-
nes en la memoria visuoespacial no relaciona-
das con la presencia de sintomatología afectiva 
ni tampoco con la comorbilidad con trastorno 
por déficit de atención con hiperactividad. 
Con todo, uno de los datos más consistentes 
se enmarca en la disociación entre la memoria 
declarativa y la memoria implícita o procedi-
mental. Mientras que la primera, como hemos 
visto, estaría alterada en el trastorno bipolar, la 
segunda se conservaría. Según revelan inves-
tigaciones con familiares no afectados por la 
enfermedad, estos también presentan, aunque 
en menor grado, dificultades de aprendizaje y 
memoria verbal. Los hallazgos hablan a favor, 
por tanto, de que dichas disfunciones mnési-
cas constituirían un marcador de rasgo de la 
patología y podrían hallarse presentes antes del 
inicio de la enfermedad, además de empeorar 
con la evolución del trastorno, como veremos 
más adelante.
Funciones ejecutivas
Tampoco aquí existe unanimidad científica. Re-
cientes metanálisis señalan que el rendimiento 
de los pacientes bipolares eutímicos en las prue-
bas de función ejecutiva (entre ellas, el Test de 
Clasificación de Cartas de Wisconsin) es inferior 
que el de los sujetos sanos. El grado de deterio-
ro difiere según la dimensión ejecutiva (fluidez 
verbal fonética, manipulación mental, inhibi-
ción de la respuesta y cambio atencional, entre 
otros). Estas alteraciones también se presentan 
en los pacientes bipolares eutímicos, en especial 
en los adictos al alcohol. Por tanto, las disfun-
ciones ejecutivas parecen persistir al menos en 
un subgrupo de pacientes con independencia 
de su estado clínico.
Por otro lado, las alteraciones ejecutivas refle-
jan la existencia de cambios neuroanatómicos 
(estructurales o funcionales) en la corteza pre-
frontal. De hecho, el volumen cortical, en espe-
cial el del área prefrontal, de los pacientes con 
trastorno bipolar difiere del de los individuos 
sanos; en concreto, presentan alteraciones en 
la corteza prefrontal dorsolateral y cingulada 
anterior. 
Funcionamiento psicomotor y más 
El funcionamiento motor se ha estudiado poco 
en el trastorno bipolar. No obstante, se ha des-
crito un enlentecimiento psicomotor mayor 
en depresivos bipolares que en los unipolares. 
En la comparación de bipolares eutímicos con 
probandos sanos, algunos autores han observa-
do un déficit de coordinación y secuenciación 
motora que persiste durante el estado anímico 
estable. Incluso alguno de los estudios encuen-
tra alteraciones psicomotoras en familiares de 
primer grado sanos de pacientes bipolares. Ello 
supone que, junto con las funciones ejecutivas, 
el funcionamiento psicomotor podría constituir 
un endofenotipo cognitivo del trastorno bipolar. 
Las personas con trastornos bipolares pre-
sentan alteraciones en el procesamiento de 
información con contenido emocional: el re-
conocimiento de expresiones faciales. En este 
sentido, muestran una respuesta sesgada, prin-
cipalmente, hacia la información negativa (tris-
DISFUNCIONES EJECUTIVAS
Las personas con trastorno bipolar presen-
tan un desempeño inferior en pruebas de 
función ejecutiva (como es el caso del Test 
de Clasificación de Cartas de Wisconsin, 
en la imagen) que los sujetos sanos. Tales 
alteraciones las funciones ejecutivas, en 
especial aquellas relacionadas con tareas que 
requieren control inhibitorio, constituirían un 
marcador de rasgo importante en el trastor-
no bipolar.
Neuroprogresión
Uno de los hallazgos más 
consistentes es que las 
disfunciones, sobre todo en 
la memoria verbal y las fun-
ciones ejecutivas, se asocian 
a una peor evolución en el 
trastorno bipolar. Se da una 
correlación entre déficits en 
dichos dominios cognitivos y 
múltiples recaídas. Así pues, 
los pacientes más crónicos y 
con múltiples episodios tie-
nen mayor probabilidad de 
mostrar deterioro cognitivo 
que aquellos más jóvenes 
y con menos recaídas. No 
obstante, solo los estudios 
longitudinales podrán dar 
una respuesta sobre si 
las alteraciones son o no 
progresivas. Ello confirmaría 
la hipótesis neurodegenera-
tiva, aunque en el caso del 
trastorno bipolar sería más 
apropiado el concepto de 
neuroprogresión.
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Síntomas subclínicos
La mayoría de los pacientes bipolares pre-
sentan síntomas menos intensos a pesar 
de seguir un tratamiento farmacológico. 
De hecho, es difícil que los pacientes estén 
completamente asintomáticos (muchos 
presentan persistentes síntomas 
leves o moderados de depresión). 
Por otro lado, es probable que ese 
tipo de problemas subyacentes al 
trastorno tenga un peso específico 
en la capacidad cognitiva, además 
de una influencia negativa en el 
funcionamiento psicosocial. Sin 
embargo, el sentido de la causa-
lidad no está demasiado claro: es 
posible que los pacientes con más 
dificultades psicosociales también 
desarrollen más depresión. En 
cualquier caso, debe evaluarse al 
paciente cuando se encuentre en 
remisión clínica, con el fin de evitar 
el efecto confusor de los síntomas 
afectivos.
Duración de la enfermedad
Los años de evolución del trastor-
no bipolar parecen desempeñar 
una función relevante en el fun-
cionamien to cognitivo. La cronici-
dad, entendida como duración de 
la patología, se ha asociado a más dificul-
tades mnésicas, aunque también es posible 
que estas disfunciones sean un predictor 
de cronicidad. Asimismo, se ha detectado 
una relación entre duración de la enfer-
medad y rapidez psicomotora, memoria 
visuoespacial y, sobre todo, verbal.
Número de episodios
El número de recaídas ejerce una influen-
cia negativa en el funcionamiento cog-
nitivo. Se han encontrado correlaciones 
entre los déficits neuropsicológicos y un 
mayor número de episodios o una peor 
evolución de la enfermedad. En concreto, 
los episodios maníacos parecen asociados 
a déficits cognitivos: suponen un efecto 
neurotóxico, sobre todo en el hipocampo 
y la corteza prefrontal, de manera que 
disminuyen los receptores glucocorticoi-
deos. Varios estudios muestran que a 
mayor cuantía de fases maníacas, peor 
rendimiento de la memoria verbal, fun-
ciones ejecutivas y atención. Sin embargo, 
los déficits cognitivos pueden presentarse 
desde el inicio del trastorno. El concepto 
de carga alostática —es decir, el desgaste 
que comporta una sobreactivación de los 
sistemas fisiológicos que intervienen en la 
adaptación al estrés— puede explicar los 
efectos negativos que provocan los episo-
dios repetidos: al ir incrementando, impli-
can alteraciones a nivel molecular que se 
traducen en un impacto neurocognitivo.
Síntomas psicóticos
La historia previa de sintomatología psi-
cótica podría asociarse a un peor funcio-
namiento cognitivo en los pacientes bipo-
lares. Se ha visto que aquellos individuos 
que presentaban síntomas psicóticos, sin 
tener en cuenta su diagnóstico (trastornos 
unipolar, bipolar o esquizofrenia), obte-
nían un peor rendimiento que los sujetos 
sin esos síntomas. Asimismo, otros 
estudios indican que la sintoma-
tología psicótica influye de forma 
negativa en el rendimiento en las 
funciones ejecutivas y la memoria 
verbal. No obstante, el efecto de 
los síntomasde la psicosis no expli-
ca por sí solo la disfunción cognitiva 
en pacientes bipolares.
Factores hormonales
La hipercortisolemia (incremento 
de los niveles de cortisol) puede 
darse durante las fases maníacas 
y depresivas del trastorno bipolar. 
Algunas investigaciones sugieren 
que niveles elevados de cortisol 
producen lesiones en el hipocam-
po, incluso tras la remisión del 
episodio agudo, lo que comporta 
disfunciones en la memoria decla-
rativa. La atrofia y pérdida de las 
neuronas hipocampales puede es-
tar inducida por el estrés. Además, 
los potenciales efectos neurotóxi-
cos de la hipercortisolemia explicarían, 
en parte, que se complique el curso de 
la enfermedad con cada episodio y que 
las fases maníacas puedan vincularse es-
trechamente al déficit cognitivo. Por otro 
lado, los pacientes medicados con litio y 
que presentan hipotiroidismo no tratado 
obtienen un peor rendimiento en tareas 
de aprendizaje verbal y memoria si se les 
compara con individuos bipolares sin al-
teraciones tiroideas. 
Medicación
El efecto del tratamiento farmacológi-
co resulta difícil de evaluar en pacientes 
bipolares, puesto que, por lo general, 
VARIABLES REVELADORAS
Existen variables clínicas, farmacológicas y pronósticas que, de forma directa o indirecta, se relacionan con el funcionamiento 
cognitivo de pacientes con trastorno bipolar.
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siguen una medicación combinada y a dosis 
variables. Aun así, el déficit en la capacidad 
cognitiva no parece ser un efecto primario 
del tratamiento. Los efectos negativos del 
litio sobre la cognición parecen menores y 
de pequeña importancia. Respecto a los an-
ticonvulsivantes, existen escasas pruebas de 
alteraciones cognitivas, aunque se ha descrito 
una dificultad leve en la concentración por 
el tratamiento con valproato o carbamazepi-
na. Los nuevos antiepilépticos (lamotrigina y 
gabapentina) afectan menos al rendimiento 
cognitivo de personas bipolares que los habi-
tuales. Asimismo, los antipsicóticos convencio-
nales pueden asociarse a un efecto negativo 
en el funcionamiento motor a corto plazo, 
aunque su efecto en la vigilancia y el pro-
cesamiento visual de la información resulta 
beneficioso a largo plazo. En este sentido, la 
mayoría de los autores coinciden en que los 
antipsicóticos no mejoran la función cognitiva, 
pero tampoco la empeoran (debe tenerse en 
cuenta que la mayor parte de las investiga-
ciones se han realizado con pacientes esqui-
zofrénicos). Con respecto a los antidepresivos, 
no existen pruebas claras de que empeoren 
la función cognitiva. Finalmente, las benzo-
diazepinas (fármacos para tratar el insomnio 
y la ansiedad) pueden producir disfunciones 
mnésicas, atencionales y de rapidez motora si 
se administran de manera prolongada. 
Otras variables
El abuso y dependencia de sustancias supone 
un peor curso de la enfermedad: afecta la 
función cognitiva, así como la presencia de 
comorbilidad. En el caso del alcohol, empeo-
ra la función ejecutiva y la memoria verbal 
del individuo. No obstante, por lo general, 
esos déficits se deben más al propio trastor-
no que al abuso de alcohol. La ciclación rá-
pida (cuatro o más episodios de cambio en 
el estado del ánimo por año) podría influir, 
asimismo, en el deterioro cognitivo. Todavía 
se ha estudiado poco esa relación. También 
el subtipo diagnóstico resulta de interés. La 
bibliografía, igualmente escasa, sugiere que 
los sujetos bipolares II presentan disfuncio-
nes cognitivas, aunque quizás en un menor 
grado que los de tipo I en ciertos dominios 
cognitivos. 
teza, miedo, etcétera). Dicho patrón alterado de 
habilidades cognitivo-sociales sugiere una dis-
función de los circuitos neuronales que median 
los procesos emocionales, sociales y lingüístico-
pragmáticos (uso social apropiado del lenguaje 
verbal y no verbal). Durante los últimos años 
ha surgido un mayor interés en torno a la cog-
nición social en el trastorno bipolar, aun así, 
queda mucho por investigar. Otro factor que 
debe considerarse es que los pacientes en fases 
agudas presentan dificultades para la toma de 
decisiones. También parece existir una relación 
entre alteración en la toma de decisiones y la 
historia de tentativa suicida, probablemente 
como factor de riesgo de vulnerabilidad. 
¿Neurodesarrollo o neuroprogresión?
Resumamos. Existen dudas sobre si los déficits 
cognitivos son previos al inicio de la enferme-
dad, lo que iría a favor de la hipótesis de alte-
raciones en el neurodesarrollo, o si bien es el 
propio impacto de la enfermedad el que ejerce 
una influencia negativa en la cognición, lo que 
apoyaría la hipótesis de un deterioro cognitivo 
o proceso neurodegenerativo. Sin olvidar que es 
posible que ambos procesos sean compatibles. 
Desde un punto de vista neuropsicológico, los 
déficits se mantienen, aunque todavía resulta 
complicado establecer si dicho deterioro es es-
table o progresivo.
Lo más probable es que algunas alteraciones 
neurocognitivas sutiles se encuentren presentes 
antes del inicio de la enfermedad, si bien los es-
tudios con poblaciones de alto riesgo de trastor-
no bipolar son, hoy por hoy, escasos. No obstan-
te, investigaciones de la Universidad de Valencia 
y del Instituto de Neurociencias de la Universi-
dad Miguel Hernández de Alicante indican que 
al menos un porcentaje pequeño de bipolares 
presenta alteraciones ligadas al neurodesarrollo, 
dato que sugiere que un subgrupo de pacientes 
presenta mutaciones en genes implicados en la 
migración neuronal. Esas anomalías podrían 
incluso predecir la presencia de disfunciones 
ejecutivas en esos pacientes.
En los últimos años también ha surgido un 
mayor interés en la posibilidad de que familia-
res de primer grado de pacientes con trastorno 
bipolar presenten disfunciones cognitivas. Si 
los déficits neuropsicológicos encontrados en 
los pacientes fuesen una expresión fenotípica 
de la vulnerabilidad genética para la patología, 
cabría esperar que los individuos sanos con una 
predisposición genética manifestasen las mis-
mas alteraciones. De hecho, algunos estudios 
GLOSARIO
Endofenotipo 
Fenotipo interno que no se 
advierte clínicamente, pero 
que puede observarse de 
manera indirecta a través de 
las deficiencias que surgen 
en la ejecución de las prue-
bas neuropsicológicas.
Función ejecutiva 
Conjunto de habilidades 
cognitivas que permiten la 
anticipación y el estable-
cimiento de metas, el diseño 
de planes, el inicio de 
actividades y operaciones 
mentales, la selección de la 
conducta y la organización 
de las tareas en el tiempo y 
en el espacio.
Memoria de trabajo 
Sistema de capacidad limi-
tada que permite manipular 
las informaciones (entre 
ellas, las verbales, visuales 
y espaciales) para realizar las 
tareas cognitivas.
Memoria declarativa 
Almacenamiento mnésico a 
largo plazo. Recuerdos que 
pueden evocarse de forma 
consciente.
Memoria procedimental 
Parte de la memoria que 
participa en el recuerdo de 
las habilidades motoras 
y ejecutivas necesarias para 
realizar una tarea.
Trastorno bipolar 
Afección en el estado de 
ánimo que se caracteriza por 
la alternancia de períodos de 
euforia y excitabilidad (ma-
nía) y períodos de depresión.
Trastorno unipolar 
Estado anímico de depre-
sión sin período de euforia.
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con adultos que presentan un riesgo genético de 
trastorno bipolar apuntan a alteraciones leves en 
ciertos componentes de las funciones ejecutivas 
(planificación, inhibición o flexibilidad cogni-
tiva) y de la memoria verbal. Sin embargo, en 
2010, David Glahn, del Centro de Investigación 
en Neuropsiquiatría Olin, sugirió a partir de una 
amplia muestra multigeneracional como endofe-
notipos potenciales otro tipo de funciones cog-
nitivas, a saber, la velocidad de procesamientoy 
las memorias de trabajo y declarativa. También 
estudios con gemelos sin la enfermedad pero con 
progenitores enfermos han revelado alteraciones 
en la memoria de trabajo y en el recuerdo demo-
rado de información verbal. De hecho, los hijos 
de pacientes bipolares presentan un peor ren-
dimiento académico, dato que sugiere un cierto 
grado de afectación cognitiva en individuos con 
alto riesgo de desarrollar la enfermedad. 
Tales argumentos implican la posibilidad de 
endofenotipos cognitivos que ejerzan de marca-
dores de rasgo de la enfermedad y, por tanto, sea 
posible la identificación de factores biológicos 
del trastorno bipolar.
A largo plazo
Nos encontramos todavía en una etapa inicial de 
la investigación. El gran problema en el estudio 
de las disfunciones cognitivas en el trastorno 
bipolar es que se han abarcado desde una pers-
pectiva transversal, no a lo largo del tiempo. Con 
todo, en 2005, Vicent Balanzá Martínez, de la 
Universidad de Valencia, observó junto con sus 
colaboradores déficits persistentes en pacientes 
estables en 12 de un total de 13 medidas cog-
nitivas. En 2008, María Mur, de la Universidad 
de Lérida, tras un seguimiento de dos años de 
pacientes bipolares eutímicos y en tratamiento 
con litio, mostró que existían deterioros persis-
tentes en funciones ejecutivas, así como en la 
velocidad de procesamiento, a pesar de que el 
promedio de tiempo de eutimia de la muestra 
era de tres años. Es decir, las alteraciones neu-
rocognitivas se mantenían incluso cuando los 
períodos interepisódicos eran prolongados. 
Si bien se requieren más estudios longitudina-
les para dilucidar la evolución de las disfuncio-
nes cognitivas en el trastorno bipolar, podemos 
señalar de momento que perduran a largo plazo. 
Brisa Solé, neuropsicóloga, trabaja como investigadora 
en el Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi 
Sunyer (IDIBAPS) en el programa de trastornos bipolares. 
Anabel Martínez Arán es especialista en psicología 
clínica del Hospital Clínico de Barcelona e investigadora 
del programa de trastornos bipolares del IDIBAPS y del 
CIBERSAM. Eduard Vieta es profesor de psiquiatría en 
la Universidad de Barcelona, jefe del servicio de psiquiatría 
y director de la unidad de trastorno bipolar del Hospital 
Clínico Universitario de Barcelona. También es investiga-
dor del IDIBAPS y del CIBERSAM, donde coordina el área 
de investigación en trastorno bipolar. 
Aunque se ha señalado la posible influencia negativa de los síntomas subclínicos en la adap-
tación social y laboral del paciente bipolar, es posible que los factores cognitivos puedan 
predecir incluso mejor el funcionamiento general. Por ese motivo, el clínico no debería infra-
valorarlos ni confundirlos con síntomas depresivos residuales. Es importante evaluar si existe 
déficit cognitivo, optimizar dentro de lo posible el tratamiento farmacológico y buscar otras 
estrategias o intervenciones para mejorar estas dificultades, siempre teniendo como objetivo 
la recuperación funcional del paciente. Será necesaria la implantación de técnicas de rehabi-
litación neurocognitiva adaptadas con el fin de reducir las alteraciones cognitivas y mejorar 
así la calidad de vida del enfermo. 
En cualquier caso, los programas psicoeducativos van a ser de gran utilidad para mejorar la 
conciencia de la enfermedad y el cumplimiento terapéutico, así como para prevenir recaídas, 
evitando o reduciendo el deterioro cognitivo que se asociaría al propio proceso de la enfer-
medad. Los programas de rehabilitación neurocognitiva serán una estrategia terapéutica 
dirigida no solo a mejorar el rendimiento cognitivo sino también a conseguir la recuperación 
funcional del paciente bipolar. Dicha intervención debería constar de un entrenamiento en 
técnicas neurocognitivas y estrategias para afrontar esos déficits, una psicoeducación sobre 
los mismos y los factores relacionados, así como la resolución de problemas cotidianos, con el 
objetivo de facilitar la trasferencia a la vida real del paciente.
Tratamiento de las alteraciones neurocognitivas
BIBLIOGRAFÍA
COMPLEMENTARIA
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