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Módulo 2 
Filosofía Medieval 
 
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Santo Tomás. Guillermo de 
Occam 
Nació en Nápoles y estudió en la universidad del mismo nombre. Ingresó 
en la Orden dominicana. Posteriormente se trasladó a París y estudió con 
Alberto Magno, que fue su maestro. En 1259 volvió a Italia luego de recibir 
el título de magíster en teología y enseñó en Orvieto y Roma. 
Posteriormente regresó a París donde profesó hasta 1972. Volvió a Nápoles 
para organizar unos cursos sobre teología y en el año 1974 muere camino a 
Roma a donde se dirigía respondiendo a un llamado del Papa Gregorio X. 
El conocimiento 
La filosofía y la teología de Tomás de Aquino está ligada a la filosofía 
aristotélica a través de su maestro Alberto Magno y del filósofo árabe 
Aberroes. Este último sostiene que existen dos tipos de verdades: las de la 
razón y las de la fe. Aunque no son incompatibles, son las primeras las que 
subordinan a las segundas. La doctrina de las dos verdades es aceptada con 
restricciones por Santo Tomás ya que a diferencia de Aberroes considera 
que las verdades de la razón no pueden subordinar a las verdades de la fe ( 
o sea la verdad revelada en los libros sagrados). Pero la razón puede 
encontrarse con límites que no le permiten alcanzar el tipo de saber que 
brinda la verdad revelada. Por eso esta última siempre subordina a la 
primera. Las verdades de la razón son verdades filosóficas, limitadas al 
orden natural, mientras que las de la fe son teológicas y pertenecen al 
orden sobrenatural. Existen también verdades que son tanto filosóficas 
como teológicas. Las verdades de la fe son misterios como el de la 
Santísima Trinidad o la Inmaculada Concepción, incomprensibles para la 
razón humana que debe aceptarlas sin discutirlas. Las verdades filosóficas 
son las logradas por la razón humana exclusivamente. Es una verdad 
filosófica la aseveración de que todo efecto tiene su causa. Las verdades 
filosóficas y teológicas son aquellas a las que llega la razón y que son 
también verdades reveladas, como la necesidad de que exista una causa 
primera de todos los seres, que es Dios. 
La importancia que tiene en el pensamiento de Santo Tomás la verdad 
racional justifica una exposición de su doctrina a partir de la explicación del 
proceso de conocimiento. No una explicación psicológica del proceso 
cognitivo sino gnoseológica. Es necesario aclarar esto por que el sistema 
 
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doctrinal de Santo Tomás es fundamentalmente teológico. Por lo tanto 
partir del orden sobrenatural para explicar el orden natural sería, tal vez, lo 
más pertinente. Pero se puede seguir el camino inverso en vista de que en 
el autor estudiado el conocimiento se origina en la experiencia sensible. No 
parte de una teoría del conocimiento en la que el sujeto que conoce, como 
sucede en San Agustín, es un receptor pasivo de las verdades que 
provienen de la mente divina, lo que obligaría a explicar primero a la 
fuente de dichas verdades, que es Dios, y luego a quienes las reciben. 
En el proceso cognoscitivo intervienen los cinco sentidos externos, la 
memoria, el sentido común y el intelecto. Los sentidos específicos, como la 
vista, el oído, el tacto, el olfato y el gusto brindan imágenes específicas 
producidas por estímulos específicos. Las imágenes de los objetos son 
posibles gracias al concurso del sentido común. Esta imagen es una 
"especie sensible". La imagen de una mesa o de otra cosa constituye ese 
tipo de "especie". Pero a ese nivel el conocimiento no es todavía completo 
dado que no permite conocer la esencia de la cosa, o sea aquello que la 
hace ser lo que es. Es necesaria la intervención del intelecto para que ello 
sea posible. Es el intelecto el que permite obtener al sujeto cognoscente un 
conocimiento de la esencia de la cosa, que es una "especie inteligible". Esta 
"especie" es la forma inteligible de la cosa. Como en Aristóteles, las cosas 
son un compuesto de materia y forma, o sea, una substancia. 
La substancia 
Para Santo Tomás la substancia es un compuesto de materia y forma. 
Substancias son todos los entes que se bastan a sí mismos, aunque 
tratándose de entes creados su existencia depende de una causa exterior 
que siempre en última instancia es Dios. Además de la substancia hay entes 
que necesitan de otro para ser: son los accidentes. En Aristóteles los 
accidentes están ordenados en categorías como la cantidad, la cualidad, la 
acción, la pasión, etc. La primera categoría no es un accidente puesto que 
es el sujeto, es decir la substancia. 
Todas las substancias del orden natural están compuestas por una materia 
y una forma. La materia siempre está determinada por una forma 
específica. Esta forma es común a todos los entes de una misma especie y 
es la que constituye la esencia de la cosa. Ahora bien, las cosas individuales 
tienen todas una esencia que las hace ser lo que son y que comparten 
analógicamente entre sí, pero a la vez son individuos que se distinguen de 
otros individuos. El principio de individuación de cada cosa no es la forma 
esencial sino la materia, pero la materia signada y cuantificada. O sea la 
materia con una forma "cuantificable", es decir, mensurable. Esta forma 
"geométrica" o "material" no constituye la esencia de la cosa, sino que 
simplemente la delimita como un individuo. 
 
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Todas las cosas compuestas de materia y forma son seres sujetos al 
cambio. El cambio es posible porque ningún ente natural es forma pura, es 
decir, solo acto. Son entes con algo en potencia: la materia. El paso del acto 
a la potencia y de la potencia al acto es el cambio. Para que haya cambio es 
necesario que la cosa siempre esté en acto, y solo en potencia con relación 
a lo que aún no es. La potencia supone al acto como condición. 
Las cuatro causas 
La materia y la forma que entran en la composición de todos los entes son 
su causa material y su causa formal. Pero además de estas dos causas 
existen otras dos: la causa eficiente y la causa final. En los entes artificiales 
producto de la actividad humana la causa eficiente es la que hace a la cosa 
y la causa final aquello para lo que la cosa está hecha. Dado que la causa 
eficiente es la que produce a la cosa a partir de una idea que de ella se 
tiene, y en vista de que dicha idea es lo que hace que la cosa fabricada o 
producida sea una cosa y no otra, dicha causa puede ser reducida a la 
causa formal. La causa final es aquello para lo que la cosa se hace. Una silla 
se hace para sentarse. Si se define a una silla se lo hace por su causa 
formal, que es la que hace de la silla un mueble para sentarse, que no es 
otra que su causa final. Por ende la causa final también se puede reducir a 
la causa formal. Esto quiere decir que las causas pueden reducir a dos de 
ellas: la formal y la material. 
El hombre 
El ser humano también es una substancia compuesta y por lo tanto 
corruptible. Pero hay en el hombre un característica que no se encuentra 
en los otros seres vivos: tiene alma y esta es inmortal. El alma es la forma 
de un cuerpo que tiene la vida en potencia. Para Santo Tomás el hombre 
no es un ser dual con un cuerpo que no es más que el receptáculo del 
alma. El hombre es un compuesto substancial de cuerpo y alma, un ser 
completo que no es en su esencia solamente espíritu. Cuando el hombre 
muere deja de ser hombre. El alma no obstante subsiste, dado que es un 
ente espiritual. Pero el alma en sí misma no es el hombre. Esta alma es 
inmortal, dado que al ser un ente simple no se puede corromper. Pero en 
la doctrina tomista es necesario que esa alma sea la forma de un cuerpo, ya 
que sólo siendo una con él es también un ser humano. Dios crea al hombre 
completo, como una unidad indivisible. La muerte, dado que es un ser 
mortal en este mundo, separa el alma del cuerpo. Sólo cuando la voluntad 
de Dios decida la resurrección de los muertos el alma volverá a fusionarse 
con el cuerpo y el hombre redimido por la gracia volverá a su plenitud. 
Esencia y existencia 
 
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Todos los seres delmundo natural son seres compuestos de materia y 
forma. Los seres espirituales, en cambio, son incorruptibles porque no 
están compuestos de materia y forma. Pero los entes sobrenaturales son 
seres creados por Dios, como lo son también los naturales. Al ser tanto los 
unos como los otros entes creados la existencia les es otorgada por su 
creador. Por lo tanto no son substancias que se basten a sí mismas en su 
ser. No sólo no se han dado la existencia a sí mismos sino que ésta 
proviene de una causa externa. Hay en todos ellos, por lo tanto, una 
diferencia real entre su existencia - el hecho de ser -, y su esencia, es decir, 
aquello que son. Esto no significa que la esencia sea algo independiente de 
la existencia y que esta sea una especie de propiedad añadida a posteriori 
a ella. No, la esencia de cada ente se actualiza en la existencia de ese ente. 
No existen esencias separadas, al modo de las ideas platónicas. Esto daría 
la impresión de que la diferencia entre la esencia y la existencia no es real 
sino formal, es decir solo mental. Sin embargo para Santo Tomás no es así. 
El único ser cuya esencia implica la existencia es Dios. En todos los otros 
seres, tanto de orden natural como sobrenatural, la diferencia entre 
esencia y existencia es real. 
Pruebas de la existencia de dios 
No obstante haber una verdad revelada por la cual Dios es conocido por los 
fieles, también se lo conoce por sus efectos. Dios se manifiesta por su obra 
que es a posteriori de su creación y por lo tanto a partir de la misma se 
puede probar racionalmente su existencia. Santo Tomás da cinco pruebas 
de la existencia de Dios. Son conocidas como las cinco vías que llevan a El. 
La primera vía parte del movimiento de todos los seres al estar en un 
permanente proceso de cambio. Todos ellos son equiparables a motores 
móviles. Es necesario que la cadena de "motores móviles" tenga un fin, 
puesto que no es circular: ese fin es Dios, el único Motor Inmóvil tanto del 
orden natural como sobrenatural. 
La segunda vía es la de la causalidad. Todo efecto tiene una causa que lo 
produce. Pero la serie causal no puede remontarse al infinito, en 
consecuencia debe haber una causa que no es efecto de otra, es decir una 
primera causa de todo lo existente. Esa causa es Dios. 
La tercera vía parte de la observación de los seres contingentes, es decir de 
todos aquellos seres que son pero podrían no ser, dado que su existencia 
no es necesaria. Estos seres dependen de un Ser necesario y ese Ser es 
Dios. 
La cuarta vía es la de la perfección. Se observa que todos los seres son más 
o menos perfectos. La comparación de unos seres con otros en relación 
con una mayor o menor perfección es posible porque hay un grado de 
 
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perfección absoluta que sirve de patrón. El único Ser absolutamente 
perfecto es Dios. 
La quinta vía es la del fin para el que están hechas todas las cosas. El fin 
para el cual algo existe debe ser conocido por quien lo hizo. Pero el fin 
último de cada cosa no es conocido por cada cosa en particular, puesto que 
ninguna se ha hecho a sí misma. Debe existir un ser superior que conozca 
ese fin último y ese ser es Dios. 
Ética 
La ética tomista es una ética intelectualista. El intelecto es el que permite 
discernir entre el bien y el mal y la voluntad, que es la que decide, debe 
tomar sus decisiones a partir del conocimiento que la razón le brinda. Esta 
concepción de la ética pone en la jerarquía de las virtudes primero a las 
denominas dianoéticas, que son virtudes propias del intelecto, como lo es 
la sabiduría. Se considera al hombre como un animal racional cuyo fin es 
realizar su esencia intelectual. La realización de dicha esencia, que no es 
otra cosa que la perfección moral, se logra principalmente por la 
contemplación. En el caso de Santo Tomás la contemplación está 
estrictamente ligada a la contemplación de Dios. La vida del hombre 
virtuoso y sabio está orientada hacia Dios, puesto que este es el Bien 
supremo. El conocimiento de ese Bien es la máxima virtud para un ser 
humano y la felicidad suprema a la que aspira. Existe también virtudes 
éticas, como en Aristóteles, que son aquellas que se adquieren a lo largo de 
la vida desarrollando hábitos virtuosos que, como una segunda naturaleza, 
le permiten al ser humano hacer el bien de modo permanente - no sólo 
esporádicamente- en el seno de la comunidad. 
El Estado 
En la concepción tomista del estado hay una fuerte influencia aristotélica. 
El hombre es un ser comunitario. La comunidad se organiza jurídicamente 
bajo la forma del estado. Fuera de la comunidad el hombre es un ser 
incompleto. El estado y la Iglesia no son incompatibles ni están en conflicto 
el uno con la otra. El estado no está subordinado a la Iglesia en el orden 
temporal. Sin embargo existe una preeminencia de la Iglesia sobre el 
estado del mismo modo que lo natural se subordina a lo sobrenatural. 
Las leyes del estado constituyen el derecho positivo. Dentro de este 
derecho puede haber leyes injustas. Dichas leyes no obligan porque 
contradicen un derecho superior que es el derecho natural. El derecho 
natural es universal y es acorde con la racionalidad y la voluntad de Dios, es 
decir, el derecho divino. El derecho positivo debe ser coherente con el 
derecho natural dado que este es su fundamento. 
 
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Guillermo de occam (1298 - 1349) 
Nació en Inglaterra y fue miembro de la orden franciscana. Estudió en la 
universidad de Oxford y dictó allí clases sobre la Biblia. A lo largo de su vida 
tuvo varias disputas con el papado por sus doctrinas. Murió en Munich, 
Alemania. 
Para Occam la realidad la constituyen los individuos. Estos se pueden 
conocer por los sentidos. No existen para Occam ideas de los objetos 
sensibles que existan por sí mismas. El hombre no conoce conceptos que 
representan la esencia de la cosa. Menos aún ideas separadas como en el 
caso de Platón. Los conceptos, llamados también "términos", simplemente 
están en lugar de la cosa cuando se enuncia algo sobre ella. Los términos 
suponen a la cosa. A ese "estar en lugar de la cosa" por parte del concepto 
o término es a lo que los medievales denominaron "suppositio". Lo real es 
siempre la cosa, el individuo. Los términos nombran a las cosas, sin 
embargo, y esto debe ser tenido en cuenta, no pueden reducirse ni 
confundirse con la palabra pronunciada o escrita. La palabra material, 
física, es un objeto más que puede ser percibido por los sentidos, no es un 
término propiamente dicho. Si las palabras escritas o pronunciadas fueran 
los términos entonces existirían tantos términos de una cosa como 
palabras que la nombran en distintos idiomas. 
El término que supone a la cosa que nombra no necesita de ningún puente 
o intermediario entre la cosa y él. Los individuos son la única realidad y no 
hay nada entre ellos y la mente que los conoce. Tampoco existe nada en 
común entre un individuo y otro, aún cuando se trate individuos 
semejantes. Para Occam la similitud entre un ser humano y otro no 
constituye una realidad distinta a esos individuos. No existe la idea de 
"similitud" o "semejanza" separada de los individuos que son semejantes. 
Ni en la mente de quien ve la semejanza entre dichos objetos ni en un 
mundo aparte, hipotéticamente lleno de ideas generales que son reales 
por sí mismas. No es que no haya un parecido entre un hombre y otro, lo 
que sucede es que ese parecido no es algo por sí mismo. "Ser parecido a" o 
"ser igual a" son términos de relación que se aplican a cosas parecidas o 
iguales que son las que efectivamente existen como entes separados y 
distintos de quien los conoce y los nombra. La relación como tal se da de 
hecho en los individuos relacionados pero no existe por sí misma. Lo que 
sucede con este tipo de términos sucede también con otros como 
"hombre", "casa", etc. Son nada más que nombres. Las ideas que connotan 
no existen salvo como términos puestos en lugar de la cosa que nombran. 
Occam es un filósofo nominalista que considera quelos universales, las 
ideas generales, no existen por sí mismas. Decir que además de los 
individuos existen también las ideas que de ellos se puede tener es 
 
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multiplicar inútilmente los entes. Es añadir a entes individuales 
cognoscibles por los sentidos y realmente existentes entes ficticios que lo 
único que hacen es entorpecer el conocimiento. Debe evitarse la 
multiplicación de los entes: esta es la navaja de Occam. Sin embargo 
Occam considera, siguiendo a Aristóteles, que toda ciencia es ciencia de los 
general. Pero cuando habla de lo general lo hace pensando en los 
individuos concretos que los conceptos o términos generales suponen. No 
hay ciencia de lo general con independencia de los individuos. "La ciencia 
es ciencia de las cosas singulares", afirma Occam. Cuando sostiene que la 
ciencia es "sobre los universales que representan a los individuos" está 
diciendo que sin lo individuos no es posible la ciencia. Además no habla de 
la ciencia "de los universales", sino de la ciencia "sobre los universales". El 
que la ciencia esté constituida por enunciados universales no quiere decir 
que dichos enunciados sean el objeto de la ciencia. El objeto propio de la 
ciencia son los individuos a los que se los conoce por la experiencia. Para 
Occam es la intuición sensorial la que hace posible tanto el conocimiento 
de los individuos del mundo físico como de los estados internos del sujeto. 
Entre la intuición y los objetos intuidos no hay ideas o "especies" de ningún 
tipo que hagan de intermediarios entre la primera y los segundos. Las cosas 
no tienen esencia y si la tuviesen el ser humano no está en condiciones de 
conocerla. Pero la mente no aprehende sólo un haz de sensaciones. Occam 
no ha llegado al extremo de reducir al individuo a un haz de sensaciones. La 
conciencia conoce a la cosa individual como es: una substancia individual. 
No ha llegado al extremo que llega el empirismo moderno que no acepta la 
existencia de las substancias individuales. 
Occam distingue entre ciencia real y ciencia racional. La primera es ciencia 
de cosas reales; la segunda es ciencia de las relaciones lógicas entre los 
términos y ciencia de los términos que expresan dichas relaciones. Los 
objetos de la ciencia real son las cosas singulares, mientras que los de la 
ciencia racional son las demostraciones lógicas. Esto no significa que la 
ciencia real no tenga en cuenta los enunciados que suponen a los 
individuos como contenido. Dichos enunciados son contingentes, no son 
necesarios en cuanto a su verdad. Son enunciados fácticos que describen 
hechos. Los enunciados de la ciencia racional pueden ser universales y 
necesarios. Son enunciados de relaciones, como los de la lógica o las 
matemáticas, al modo de "A es mayor que B". El concepto que tiene Occam 
de la ciencia lo pone, en las postrimerías de la Edad Media, en la posición 
de un pensador que anticipa lo que la modernidad desarrollará en torno a 
la temática del conocimiento y de la ciencia. Su importancia radica en que 
enuncia muchas de las tesis que los empiristas modernos tomarán como 
fundamento de sus propias doctrinas. 
 
 
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