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Estado de la Cuestion Final Alberto Sánchez

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Alberto Miguel Sánchez
Usuario 8712
Licenciatura en Historia
	
Seminario de Historia Cultural e Historiográfica
Estado de la Cuestión
La vida en los márgenes sociales durante la Edad Media
Introducción
La cuestión de la marginación en los tiempos medievales implica observar en primer lugar, la conformación de una sociedad en la que priman las formas urbanas de organización comunitaria y en cuyo seno se desarrollaba la vida en general, más allá de la existencia del elemento rural que en gran medida persiste, aunque bajo la supremacía superlativa de la ciudad. Dentro de ese espacio es posible distinguir las diferencias entre los miembros que son aceptados y aquellos otros que por diferentes condiciones se los considera extraños y por tanto receptores del rechazo desde variadas dimensiones y con distinta intensidad. Estas diferencias pueden ser de carácter político, económico, religioso y hasta moral, en muchos casos.
Las formas de exclusión nos muestran sociedades en las que la existencia de grupos no integrados a lo establecido, ya sea por situaciones de auto marginación o por marginación deliberada, conforman un cuerpo heterogéneo en el que se dan diferentes niveles de integración o de cercanía al centro de la vida comunitaria. El presente trabajo plantea como objetivo central analizar las diferentes formas que asumen los procesos de marginación y el tratamiento que los mismos han tenido a lo largo de la indagación histórica.
Partiendo de la premisa de establecer que entendemos como marginados a aquellos que son desplazados y permanecen en un estado tal, que no les permite acceder a los beneficios centrales de una sociedad determinada. En ese sentido es importante mencionar que el concepto de marginación no va necesariamente asociado a las condiciones materiales de subsistencia, aunque puedan existir puntos de concordancia entre ambos estados de acuerdo a determinados contextos. El marginado no es necesariamente un pobre, de la misma forma que los pobres no se encuentran en un estado de absoluta exclusión por su condición, sin embargo, esta afirmación puede evolucionar y transformarse de múltiples maneras. Esto quiere decir que en determinadas situaciones la pobreza puede generar marginación del mismo modo que en otros contextos la marginación puede conducir a la pobreza.
La exclusión de minorías es un proceso que se va adaptando a determinados escenarios, generando ciclos de mayor o menor tolerancia hacia dichos sectores. En gran medida dependen también del poder de los sectores dominantes, del nivel de conciencia del marginado y de las circunstancias económicas generales. Los procesos de exclusión y marginación no pueden ser analizados desde parámetros generales ya que los mismos tienen particularidades de diferentes contenidos que deben ser observados con atención para poder arribar a conclusiones que respondan a los interrogantes planteados. En ese sentido, la historiadora Manuela García Pardo define con claridad la marginación y sus consecuencias:
El concepto de marginación en cualquier época lleva consigo una carga subjetiva que hay que valorar y tener muy presente a la hora de abordar el tema. No se trata de un concepto o definición constante e inmutable, ni tan siquiera los caminos por los que se accede a ella son siempre los mismos. Tampoco, en teoría, es un círculo cerrado, sino que sería el resultado al que se llega a través de una serie de circunstancias que, a veces incluso, pueden ser puntuales u ocasionales. Las condiciones políticas, sociales, económicas, culturales, ideológicas, etc., así como las catástrofes naturales, pueden abocar a determinadas personas a situaciones enmarcables dentro de la marginalidad. Del mismo modo, a nivel particular, acontecimientos que concurren en el día a día de cada individuo pueden llevarlo de una posición más o menos privilegiada a uno de los escalones de la marginación, como puede ser la pobreza. No cabe duda que los grupos más populares de la sociedad, los más desprotegidos, pueden pasar con mayor facilidad a engrosar las filas de aquellos colectivos de personas que se encuentran dentro de los parámetros de la marginación. (García Pardo, 2000, p.13)
El análisis de los procesos de exclusión debe enfocar certeramente en el contexto de tiempo y espacio para poder llegar a establecer criterios que permitan una clasificación correcta de aquellos sectores sociales ubicados en los márgenes, sin que ello signifique un posicionamiento “por fuera” de la sociedad. En esa perspectiva, Nilda Guglielmi traza una distinción que permite identificar con mayor claridad a los miembros de una sociedad en los márgenes o fuera de ellos:
Por su parte, los marginales son quienes -aun cuando pertenecen o participan de un cuerpo social no se encuentran identificados con la totalidad de las pautas y normas de ese cuerpo, los que no responden al modelo que éste se da. Son los aceptados o quienes aceptan una sociedad de manera parcial, parcialización que los lleva a situarse en una posición ex-céntrica, no hay apicidad en ellos, no hay posición central y eminente, para ellos es el margen y el límite -que atravesarán en ciertas circunstancias para transformarse en otros. (Guglielmi, 1998, p. 11)
El interrogante acerca de identificar y poder clasificar a los sectores marginados durante la Edad Media implica comprender ante todo la amplitud del espacio temporal que comprende el período y las particularidades regionales que sin dudas muestran diferenciaciones de importancia. Dicho esto, es posible considerar la existencia de ciertos parámetros de uniformidad bajo los cuales se agrupan aquellos que desarrollan su existencia en los bordes difusos de la sociedad. En este sentido, Jacques Le Goff elabora una síntesis del marginado de la Edad Media:
El excluido por excelencia de la sociedad medieval es el extranjero. La cristiandad medieval, sociedad primitiva y cerrada, rechaza a ese intruso que no pertenece a las comunidades conocidas, a ese portador de lo desconocido y de la inquietud. El extranjero es aquel que no es un hombre fiel, un hombre sujeto, aquel que no ha jurado obediencia a nadie, el que, en la sociedad feudal, «carece de reconocimiento». (Le Goff, 1999, p.289)
 Indagar en los diferentes estudios del tema servirá para poder realizar una clasificación superficial de los sectores sociales que es posible catalogar como “marginados”, comprender su funcionalidad dentro del entramado de la época y establecer un criterio que muestre la movilidad de dichos grupos tanto hacia adentro como hacia afuera de la sociedad establecida.
Tipología del marginal en la Edad Media
Es posible considerar, que el propio desarrollo urbano evidenciado en los tiempos medievales potenció el desarrollo de formas de exclusión mucho más radicales que condujeron a la delimitación espacial para ciertas minorías, que fueron estableciéndose en los márgenes de la sociedad en medio de un proceso restrictivo, tal como menciona José Enrique Ruiz-Domènec al analizar la problemática: 
El principio fundamental de las prácticas de exclusión (que abarca por igual a minorías religiosas y a grupos de marginales) es que existen «personas o grupos (un círculo de personas estructuradas con relaciones precisas entre sí) que no reconocen las normas de la sociedad en la que viven, o bien no las pueden mantener y, en base a esta renuncia o incapacidad, no son aceptados como iguales por la mayoría (concepto que por lo demás abarca grupos sociales distintos). (Ruiz-Domènec, 1990, p.222)
En consonancia con la clasificación de Le Goff que ubica a los extranjeros como el principal sector marginado, se explorará brevemente en los fundamentos que asignan a este grupo social dichas características en base a diferentes estudios. En ese sentido, Ofelia Manzi profundiza en la cuestión al considerar al extranjero como una persona “extraña” para el conjunto de la sociedad establecida, que no fija parámetros de inclusión desde dimensiones diversas:
De acuerdo con una formulación de orden geográfico-político, el extranjero estambién un marginado, del cual generalmente se sospecha y al cual se le atribuyen la mayor cantidad de defectos tanto físicos como espirituales. Aquí corresponde distinguir a los peregrinos que son extranjeros en cuanto se alejan de sus países de origen para ir en peregrinación a otro lugar, pero que continúan siendo endógenos desde el punto de vista de la ecumenidad cristiana que actúa como categoría abarcante de los distintos particularismos políticos. De todos modos, peregrino, o extranjero, se trata de marginados que no participan de la vida de la comunidad en su sentido político. (Manzi, 1979, p. 23)
Esta clasificación del extranjero a su vez tiene connotaciones variadas que, si bien respetan el lineamiento general, muestran particularidades que en algún punto desplazan las cualidades estructurales de este marginado medieval hacia la confluencia con otras tipologías generando un entrecruzamiento. Ejemplo de ello es su situación natural de extranjería por su procedencia y, por otro lado, aquella provocada por el desplazamiento forzoso por razones que en su origen no remiten a su ubicación espacial.
Coral Cuadrada busca ampliar el análisis desde lo general para posteriormente intentar profundizar en particularismos:
Conceptualmente la marginalidad es consecuencia de la discriminación por lo que hace al acceso al capital cultural, aunque no necesariamente está fuera del orden social. Se hace necesario distinguir también entre marginación y exclusión. Las mujeres, por ejemplo, están marginadas, pero no excluidas, se las incluye de manera que quedan subsumidas en el orden patriarcal, pero dentro de este, cumplen un rol reconocido. La marginalidad podría estar formada por grupos más o menos homogéneos, con signos identitarios más o menos definidos, mientras que la exclusión es solo la consecuencia de afirmarse en la norma en relación al otro. (Cuadrada Majó, 2015, p. 60)
 Sin embargo, la autora no deja de observar la realidad marginal del extranjero evidenciada en su condición de diferente, generando con ello situaciones de exclusión:
En tercer lugar, se da una alteridad al extranjero, al desconocido, a la desconfianza que genera en especial el forastero por su acento, sus costumbres y sus modos. Los teóricos justificaron entonces la coerción abogando por la consolidación del Estado. (Cuadrada Majó, 2015, p. 68)
Claramente la condición de extranjero genera un elemento determinante que propicia la marginación y la imposibilidad de que dichos grupos humanos puedan insertarse de manera abierta en la vida comunitaria. El desarrollo de la vida urbana desplazando aceleradamente la ruralidad, necesitó para su afianzamiento una organización que delimitara los espacios y la pertenencia en cada uno de ellos a grupos claramente diferenciados por sus condiciones particulares:
Durante estos años se recurre una y otra vez a una representación espacial común, según un uso generalizado, y construye una topografía social mediante la aparición de barrios, concebidos como organismos vivos e integrados y constructivos en los que se reúnen natural y espontáneamente diferentes grupos sociales por afinidades. Así, los artesanos se van concentrando y dan nombre a las calles. Este proceso de espacialización conduce a dos consecuencias opuestas: de una parte, existe el espacio de los grupos «integrados» (no privilegiados, pues el concepto de privilegio es muy amplio en esta época), donde el poder de la ciudad (y más allá de él, el poder monárquico) se ejerce de un modo activo y positivo, favoreciendo la implantación y el desarrollo de la máquina integradora (aceptan inmigrantes en grupos homogéneos, y propiamente extranjeros; existen en numerosas ciudades barrios de italianos, etc.). Y, de otro lado, la afirmación del proceso mismo de la exclusión. (Ruiz-Domènec, 1990, p.223)
Al ampliar el espectro del objeto de estudio, es posible identificar elementos que constituyen el basamento que fundamenta los procesos de segregación. En esa línea, se inscriben todas aquellas características que Guglielmi denomina “mentalidad de una época”:
La mentalidad está constituida por las ideas, opiniones, creencias, que integran el patrimonio de todos, ideas que han perdido su racionalidad, operan, actúan. Son el conjunto de “ideas corrientes”, de ideas operativas, que funcionan efectivamente en una sociedad, que no han sido nunca expuestas de manera expresa y sistemática, que no han sido nunca ordenadas ni han sido motivo de un tratado, pero que, sin embargo, “nutren el sistema de pensamiento y rigen el sistema de la conducta del grupo social” (Guglielmi, 1998, p. 13)
La ruptura de estas concepciones o la irrupción de elementos que planteen transgresiones a las convenciones establecidas, generan reacciones en el sentido de proteger un sentido común institucionalizado en un sentido conservador y, solo en ocasiones particulares estas posiciones que plantean miradas y acciones divergentes a las conductas normalizadas llegan a generar un grado significante de consenso.
Guglielmi intenta clasificar de manera apropiada el mundo marginal identificando en cada una de las variantes lo que las diferencia o distingue:
Por un lado, tendríamos al marginado o al marginalizado; por otro lado, al marginal y al disidente. Cargaríamos a los dos términos primeros con el sentido de apartamiento por sanción del punto mayor; en el segundo caso, la separación provendría de la voluntad del individuo o grupo menor. (Guglielmi, 1998, p. 17)
Esta diferenciación dentro del conglomerado social representa un modo de avanzar en el estudio y de ninguna manera una fijación estática, ya que las sociedades se transforman dinámicamente y en ese movimiento constante los individuos pueden variar de diferente modo su ubicación dentro de un entramado mayor.
Sin embargo, es posible establecer criterios que permitan ordenar los conceptos acerca del mundo marginado, distinguiendo a aquellos que son considerados “lo extraño” ante las ideas y las formas establecidas, y la transformación continua de estos espacios:
En general -marginales, marginados, marginalizados, disidentes…- son individuos ex–céntricos que se encuentran en una situación de desajuste. Posición que puede transformarse de muchas maneras, según sea la situación inicial que determinó o provocó el desajuste y la voluntad o posibilidad de ambas partes de transformarla. (Guglielmi, 1998, p. 18)
Es importante referir que en la Edad Media uno de los aspectos que determinaba la ubicación social estaba sujeto a la cuestión religiosa que delimitaba las posibilidades de pertenecer o no, y es lo que Guglielmi llama la ecumenidad como referencia necesaria de un tiempo concreto que generó diferentes formas, muchas veces violentas, de diferenciación de grupos por sus creencias o ritos a los que adscribían.
La cuestión económica significaba también un modo de generar condiciones de marginación al restringir el acceso a gran parte de los bienes, mas allá que ello estuviera en consonancia con una sociedad claramente estratificada: 
La pobreza separa, aísla los poderosos de quienes nada tienen; en este caso, de todas formas, el rechazo no era total, no a todos los pobres, los pobres vergonzantes continuaban viviendo en barrios de la ciudad mezclados con otras gentes, hecho que a duras penas sería extrapolable a mendigos y a vagabundos. (Cuadrada Majó, 2015, p. 74)
De todos modos, la presencia superlativa de la cuestión religiosa va a influir en todos los aspectos de la vida social y en ese sentido va a considerar a la pobreza desde una perspectiva que excede lo económico y lo social y se sustenta en preceptos bíblicos:
Además, hemos de tener en cuenta que a lo largo de la Edad Media existieron dos criterios distintos para considerar a la pobreza. De acuerdo con uno de ellos, los pobres son los elegidos. Esta posición se atiene a las Escrituras y considera que el pobre tiene abierto el reino de los cielos. (Manzi, 1979, p. 28)
La ubicación de importantes grupos humanos en lo que puede ser considerado los márgenes de la sociabilidaddurante la Edad Media tiene la particularidad de poder diferenciar entre los que voluntariamente se auto marginan o aquellos que forzosamente son relegados por diferentes circunstancias, sin que ello altere la consideración central de su pertenencia a los marginados.
Los disidentes al poder establecido podrían configurar un claro ejemplo de marginación voluntaria en su resistencia a las formas de opresión imperante y por su papel que plantearía transformaciones en muchos casos de características revolucionarias y en otras regresivas:
Se sitúan al margen para, desde allí, lanzar su mensaje, no participan de esa sociedad, pero no la ignoran. En general, estos personajes parecen revolucionarios, pero en verdad, defienden la permanencia de un viejo mundo que creen perdido o deformado. (Guglielmi, 1998, p. 26)
 Similar concepto se podría adjudicar a los grupos ermitaños, en general por convicciones o creencias, que optaban por apartarse de la sociedad refugiándose en zonas inhóspitas y dedicando su vida a la oración y la contemplación solitaria.
Por otro lado, es importante mencionar el papel de la mujer en el mundo medieval y tratar de comprenderlo desde las diferentes dimensiones que abarca la problemática. En ese sentido son variadas las miradas y los modos de análisis que han intentado adentrarse en la cuestión. Entre los variados autores que han profundizado en la problemática de la mujer durante la Edad Media, Coral Cuadrada Majó desarrolla conceptos que son una importante guía para adentrarse en el tema:
Conceptualmente la marginalidad es consecuencia de la discriminación por lo que hace al acceso al capital cultural, aunque no necesariamente está fuera del orden social. Se hace necesario distinguir también entre marginación y exclusión. Las mujeres, por ejemplo, están marginadas, pero no excluidas, se las incluye de manera que quedan subsumidas en el orden patriarcal pero, dentro de este, cumplen un rol reconocido. (Cuadrada Majó, 2015, p. 60)
En la misma línea, Ofelia Manzi ubica a las mujeres en una posición secundaria desde todo punto de vista, sin dejar de mencionar las modificaciones circunstanciales que pueda tener su estado de acuerdo a diferentes contextos, sin que esto altere lo estructural de su ubicación:
Si la persona que participa plenamente de la vida de una comunidad en sus aspectos religioso, cultural, político, está integrada a la misma, existe durante la Edad Media un ser que por su mera condición está marginado: nos referimos a la mujer. Relegada a un papel absolutamente secundario durante siglos, mejora su situación en cierta medida a partir del siglo XI, consecuentemente con una atenuación del rigor de las costumbres de una sociedad guerrera, con la posibilidad de disponer de ciertas comodidades y por el hecho de convertirse en protagonista de una vida que, para las altas clases sociales, comienza a tener aspectos más sofisticados. (Manzi, 1979, p. 32)
Síntesis
A partir de las elaboraciones intelectuales que se han mencionado en este breve trabajo es posible comprender el papel de la marginalidad en los tiempos medievales y algunos factores que constituyen el basamento de dicha situación social, ya sea éstos de características económicos, religiosos o de cualquier otra índole. Al mismo tiempo, dejar evidenciada la diferencia, que en muchas ocasiones puede confundir a los analistas, entre marginados y excluidos, resaltando que dichos conceptos no engloban a grupos análogos, independientemente que en ocasiones puedan confluir.
Quedan evidenciados los debates que en el marco de las ciencias sociales se presentan en relación a la marginación y al modo de abordar dicha problemática y establecer las bases en las cuales se sustentaría la condición referida. Es importante resaltar la necesidad de observar los fenómenos en su contexto natural, evitando confundir con situaciones que no se corresponden temporalmente ni por su constitución estructural.
Profundizar en ciertos aspectos de la temática puede aportar elementos a posteriores investigaciones de mayor envergadura, particularmente lo referente al papel de la mujer en las diferentes etapas del tiempo medieval que, al comprender un período tan extenso de tiempo, presenta diferentes características. Del mismo modo, la cuestión ubicación geográfica también muestra particularidades, por lo que debe tenerse en cuenta a la hora de realizar un estudio global.
La realidad de la mujer medieval, como un conjunto integrado a la vida de la comunidad, ha sido muchas veces desfigurado y no comprendido en su extensión. Su condición de grupo marginado debe ser profundizado para evitar quedar atrapados en conceptos que nos priven de acceder a la comprensión de una realidad lejana temporalmente, pero al mismo tiempo con rasgos que pueden ser rastreados hasta el presente.
Alberto Miguel Sánchez Usuario 8712	
Bibliografía
· Cuadrada Majo, Coral, Marginalidad y otredad en Cataluña (siglos XIV-XVI), Revista En la España Medieval ISSN: 0214-3038, Vol. 38, 2015
· Pardo, Manuela, Los marginados en el mundo medieval y moderno, Almería España, Instituto de Estudios Almerienses, 2000
· Guglielmi, Nilda, Marginalidad en la Edad Media, 1° ed., Buenos Aires: Biblos, 1998
· Le Goff, Jacques, La Civilización del Occidente Medieval, Barcelona, Paidos, 1999
· Manzi, Ofelia M.J., Los marginales en la Edad Media, Revista Universidad N° 92, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fé, 1979 
· Ruiz-Domènec, José Enrique, La marginación en la sociedad medieval. Algunos problemas de método, Medievalia, Revista de Estudios Medievales, Vol.9, España, 1990
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