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Respuesta inmunitaria primaria IgM IgG IgG IgM IgM IgG Linfocito de memoria Tiempo2.o contacto con el antígeno Tiempo1.er contacto con el antígeno Linfocito de memoria Respuesta inmunitaria secundaria IgM IgG Figura 17-8. Gráfico de la respuesta de memoria del sistema inmunitario. Otro método es la obtención de vacunas a partir de fraccio- nes del microorganismo, como pueden ser las membranas u otras estructuras que contienen los antígenos específicos (p. ej., algunas vacunas contra la gripe). Finalmente, las vacunas se pueden obtener a partir de las toxinas alteradas de los microor- ganismos. En este caso, se extraen las toxinas y se tratan hasta que pierden su toxicidad, pero conservando sus antíge- nos intactos (p. ej., la vacuna del tétanos y del botulismo). La inmunidad pasiva es el mejoramiento de la inmuni- dad adquirida mediante la introducción en el organismo de inmunoglobulinas o linfocitos T sensibilizados obtenidos de otra persona o animal que previamente ha tenido contacto con el antígeno. Esta inmunidad ofrece protección, ya que en caso de infección pone en marcha la reacción sin esperar a la creación de los propios anticuerpos. Sin embargo, sólo dura unas semanas, el tiempo que se mantienen las inmuno- globulinas y los linfocitos sensibilizados en el organismo antes de ser eliminados. Siempre que sea posible, es mejor la vacunación que la inmunización pasiva, pero en caso de no estar vacunado la administración de inmunoglobulinas puede ser eficaz en espera de que la vacuna elabore los propios anticuerpos. 17.4.2. Reacciones de hipersensibilidad Reciben este nombre el conjunto de reacciones que obe- decen a una respuesta exagerada por parte del sistema inmunitario ante un antígeno determinado. Ya se ha dicho que la primera entrada de un antígeno en el organismo desencadena una respuesta inmunitaria. Si los contactos se vuelven a repetir, las siguientes respuestas in- munitarias son mucho más potentes y rápidas, por lo que se dice que el organismo está hipersensibilizado. Las reaccio- nes pueden llegar a hacerse tan intensas que lesionen los propios tejidos (reacciones de hipersensibilidad). Desde 1965 estas reacciones se clasifican en cuatro tipos. Las tres primeras están mediadas por anticuerpos y reciben el nom- bre de hipersensibilidad inmediata por la rapidez con que se detectan clínicamente sus efectos nocivos. La cuarta está controlada por linfocitos, y se conoce como hipersensibili- dad retardada porque sus efectos clínicos tardan entre 12 y 24 horas en hacerse perceptibles. 1. Hipersensibilidad de tipo I, o hipersensibilidad rea- gínica, anafiláctica o mediada por IgE. Constituye la base de todas las enfermedades alérgicas por hipersensibiliza- ción a diferentes alergenos (polen, ácaros, hongos, etc.). Se caracteriza por una respuesta exagerada a una serie de sus- tancias que son inofensivas para la mayor parte de la pobla- ción. Se sabe que hay una base familiar hereditaria en las enfermedades alérgicas, pero se desconoce el cromosoma que transmite la predisposición a padecerlas, aunque también hay factores ambientales que contribuyen a su desarrollo. Esta reacción se inicia con la entrada de un antígeno de tipo aeroalergeno (el polen es el más frecuente) que activa los linfocitos T. Éstos interactúan con los linfocitos B, que se transforman en células plasmáticas y producen un tipo de IgE específico para este alergeno (Fig. 17-9). Estas IgE, por su gran afinidad, se fijan en las membranas de los mastoci- tos y de los basófilos. Si se produce un segundo contacto con el alergeno, se crea un complejo Ag-Ac que incluye dos IgE y un alergeno. Como consecuencia de ello, se altera la membrana del basófilo o del mastocito y se liberan los mediadores que hay en el interior de su citoplasma: histami- na, heparina, triptasa, factores quimiotácticos de eosinófilos y prostaglandina D2. Al mismo tiempo, los eosinófilos que son atraídos también liberan sus mediadores, que lesionan los tejidos. La histamina es el principal responsable de las reacciones alérgicas, pero es por la acción conjunta de todos los mediadores liberados por la que produce los signos clínicos de la alergia: vasodilatación, secreción de moco, estimulación nerviosa, broncoespasmo, prurito y rinitis, en- tre otros. Los mastocitos o células cebadas se sitúan adyacentes a los vasos sanguíneos y linfáticos e inmediatamente por de- bajo de las superficies epiteliales, como el aparato respirato- rio, el aparato digestivo y la piel. Poseen en su citoplasma 396 Estructura y función del cuerpo humano
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