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dolor o a la descarga tónica de fibras eferentes simpáticas que produce la constricción tónica de los vasos de resis- tencia. El hipotálamo modula la actividad de los centros de regulación bulbares. A este nivel se integran las señales cardiovasculares asociadas a estados emocionales, la ter- morregulación y las señales relacionadas con la actividad y el ejercicio físicos. La corteza cerebral, aunque en menor medida que el hipotálamo, también modula la actividad de los centros de regulación bulbares. La estimulación de ciertas zonas de la corteza motora produce cambios de la presión arterial y vasoconstricción de determinados terri- torios. Se ha propuesto que las modificaciones cardio- vasculares que acompañan a estados de ansiedad o de tipo psicosomático podrían estar mediadas por la influencia de la corteza sobre el centro de regulación cardiovascular. La estimulación de otras zonas del cerebro como el lóbulo temporal anterior, ciertas áreas de la corteza frontal, la amígdala, el septum o el hipocampo, también afectan a la actividad del centro de regulación cardiovascular. Reflejo barorreceptor Es el principal mecanismo de ajuste de la PA. El refle- jo se inicia por la estimulación de los barorreceptores, que son terminaciones nerviosas sensibles a la distensión de la pared arterial. Estos receptores se encuentran en todos los vasos grandes, pero los más importantes están situados en el seno aórtico, en la bifurcación carotídea y en el cayado aórtico (Fig. 42.2). Desde este último las señales se dirigen hacia el centro cardiovascular del bulbo a través del nervio vago, y las señales procedentes del seno carotídeo a través del nervio de Hering. Los barorreceptores del seno carotí- deo comienzan a estimularse a partir de presiones de 50- 60 mm Hg, y los del cayado aórtico por encima de 70 mm Hg, lo que indica una mayor sensibilidad de los primeros, probablemente con el objeto de asegurar el mantenimien- to del flujo cerebral. La respuesta de mayor eficacia ope- rativa se sitúa entre 80 y 150 mm Hg, que es el rango de variación de presiones más corriente (Fig. 42.3). La res- puesta del barorreceptor depende del tipo de estímulo, siendo ésta mayor cuando la presión es pulsátil y más intensa cuanto más grande es la amplitud y la frecuencia de la onda de pulso. La sensibilidad del receptor depende además de la distensibilidad de la pared arterial, siendo menor cuando la pared del vaso es más rígida, hecho que se observa en el envejecimiento y en situaciones como la hipertensión arterial. En cuanto al modo de actuación, si el estímulo es un incremento de la PA, se producirá una inhibición del área presora y una estimulación del área depresora. Las conse- cuencias son: la disminución de la frecuencia y la fuerza de contracción del corazón, que reduce el gasto cardíaco; la dilatación venosa, que produce un aumento de la capa- citancia y, por ello, una cierta disminución del volumen circulatorio efectivo: y una dilatación de las arteriolas, que produce una disminución de las resistencias periféricas. Todo ello conduce a una disminución de la PA que corrige la situación inicial de estimulación de los barorreceptores. Si se produce una disminución de la PA se producirán los efectos opuestos que conducirán al aumento de la PA (Fig. 42.4). Como este sistema se opone tanto a los aumentos como a las disminuciones de la PA, se considera que es un sistema de amortiguación de los cambios de la PA, que tiende a disminuir la variabilidad de ésta. Por ello, a medi- da que se deteriora la eficacia del reflejo barorreceptor, dicha variabilidad aumenta de manera importante. Una característica de la respuesta de los barorrecepto- res es el fenómeno de adaptación, que consiste en la pér- dida progresiva de eficacia de su capacidad funcional cuando los receptores se estimulan durante períodos supe- riores a una o varias horas, de manera que a partir de 24 horas de estimulación la respuesta de los barorreceptores disminuye a la mitad. El fenómeno de adaptación indica que este sistema no es eficaz para un control de regulación de la PA a largo plazo. Por ello, cuando la PA a la que se encuentran sometidos los barorreceptores aumenta de manera permanente, los barorreceptores se reajustan a un nivel más elevado. Por ejemplo, si la PA media cambia de un valor normal de 100 mm Hg a 150 mm Hg durante unos minutos, e incluso horas, los barorreceptores serán efica- ces intentando corregir el aumento, pero al cabo de pocos días la eficacia compensadora se habrá reajustado a la nueva cifra media de 150 mm Hg. Sucede el reajuste a la inversa cuando se establece un valor de PA media inferior al normal. Las personas hipertensas, como las hipotensas, tienen sistemas barorreceptores adaptados a las condicio- 556 F I S I O L O G Í A D E L S I S T E M A C A R D I O VA S C U L A R Bulbo Cuerpo carotídeo Cuerpo aórtico Barorreceptor carotídeo Barorreceptor aórtico Nervio glosofaríngeo Nervio vago Nervio del seno carotídeo Nervio aórtico (rama depresora del vago) Figura 42.2. Componentes del sistema barorreceptor.
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