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FISIOLOGÍA HUMANA-797

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Aunque la nutrición óptima seguramente existe en la
práctica, es muy difícil reconocerla con precisión, por lo
que en el estudio de los requerimientos se utiliza algún
indicador de ella, como puede ser el balance, el estado de
alguna función específica o la concentración plasmática
del nutriente o sus metabolitos. En función de los concep-
tos que se revisaron sobre el balance se puede proceder al
siguiente razonamiento:
La ecuación del balance B = I – G se puede reescribir,
despejando la ingestión, como sigue: I = G + B.
Dado que interesa el balance fisiológico y ninguno
otro, quedaría I = G + Bf, es decir, la ingestión debe ser
igual a la suma del gasto y el balance fisiológicos de ese
nutrimento.
En un adulto, en el que Bf = 0, la ecuación se reduce
a I = G, lo que indica que la ingestión debe igualar al gas-
to; como cubrir el gasto mínimo ineludible debe ser el pri-
mer objetivo de la ingestión, se tendría I min = Gmin y, si
no se trata de un adulto, I min = Gmin + Bf. Esta ingestión
mínima para cubrir el gasto mínimo y el balance fisiológi-
cos es el requerimiento o necesidad del nutrimento (Imin =
Gmin + Bf = req), concepto que, como es obvio reviste
gran importancia para el conocimiento de la fisiología de
la nutrición.
Como se puede apreciar, el requerimiento es una varia-
ble de índole fisiológica y de naturaleza individual, ya que
depende de factores individuales, como Gm y Bf, los cua-
les, a su vez, dependen de la variabilidad genética y de la
masa corporal, la edad, el sexo, la presencia de embarazo 
o de lactancia, el estado de salud y, para varios nutrimen-
tos, de la actividad física que se realice. La variabilidad
genética es un hecho biológico que se traduce en esas
pequeñas diferencias normales que hacen a cada individuo
distinto dentro de las numerosas semejanzas que tiene con
el resto de la especie; tales diferencias se observan también
en los requerimientos. Una masa corporal mayor exige
ingestiones mayores. En la mujer en edad reproductiva, la
menstruación impone necesidades de hierro que duplican
las del hombre y, si queda embarazada y lacta, requerirá
más de casi todos los nutrimentos, ya que embarazo y lac-
tancia son procesos nutrimentalmente muy costosos. El
crecimiento, que también es un proceso costoso e influye
en la masa corporal, está relacionado con la edad. La acti-
vidad física afecta a las necesidades de energía (indirecta-
mente de glúcidos, ácidos grasos, aminoácidos y oxígeno),
de agua y de algunos electrólitos y vitaminas y, cómo puede
variar de día a día en una misma persona, las necesidades
energéticas y de agua, vitaminas y electrólitos variarían
también. Aunque parezca obvio, conviene subrayar que lo
mismo que otras variables fisiológicas personales (como la
frecuencia cardíaca, la temperatura corporal, la glucemia,
etc.), los requerimientos de un individuo no se conocen a
menos que se midan directamente.
La variabilidad inter- e intraindividual de los requeri-
mientos es a veces considerable, lo que dificulta su aplica-
ción práctica y, por ello, los datos ya existentes sobre
requerimientos medidos en voluntarios se transforman en
recomendaciones de ingestión mínima o ingestiones dia-
rias recomendadas (IDR) para cada nutrimento y grupo de
edad y sexo. Las IDR son calculadas y revisadas periódi-
camente por comités de expertos en la materia convocados
para el efecto por alguna institución nacional o internacio-
nal en el área de la salud o la alimentación.
En general, el procedimiento para calcular la IDR de
un nutriente o componente de la dieta para cierto grupo 
de edad y sexo consiste en reunir los resultados de los
estudios existentes para el nutriente y grupo en cuestión,
analizarlos y discutirlos minuciosamente y definir por últi-
mo una cifra única que resuma y represente la amplia
gama de requerimientos individuales.
Para la mayoría de los nutrimentos y componentes de
la dieta la cifra única que se elige es el valor que resulta 
de sumar 2 desviaciones típicas al promedio de los reque-
rimientos encontrados para el nutrimento y grupo de edad
y sexo en cuestión; el valor así calculado cubre, por defi-
nición estadística, el 97.5% de los requerimientos del gru-
po, es decir, la casi totalidad de los casos. No se busca
cubrir el 100% porque la IDR se tendría que elevar mucho
más, y se considera que el riesgo de no cubrir los requeri-
mientos del 2.5% de los individuos es aceptable. La única
excepción a este procedimiento son las IDR de energía,
que suelen ser el promedio de los requerimientos conoci-
dos sin agregar dos desviaciones típicas. Así, en tanto que
las IDR de otros nutrimentos y componentes tienen un
generoso margen de seguridad, las IDR de energía no tie-
nen dicho margen, y sólo cubren los requerimientos de la
mitad de la población. Esta diferencia debe tenerse pre-
sente en el momento de aplicar las IDR de energía, ya que
su interpretación es muy diferente.
El número y la calidad de los datos de los que se par-
te difieren mucho de un nutriente a otro y de un grupo de
edad y sexo a otro, por lo que la confiabilidad de las IDR
no es la misma en todos los casos. Hace falta más infor-
mación sobre las necesidades en el embarazo, la lactancia
y la senescencia y para el adulto del sexo femenino en
general; por otra parte, se sabe más sobre los requerimien-
tos de proteínas, tiamina, riboflavina, vitamina C, vitami-
na A y hierro, por ejemplo, que sobre las necesidades de
vitamina E, vitamina K, aminoácidos y la mayoría de los
iones inorgánicos.
En la Tabla 64.4 se resumen las diferencias entre
requerimiento e IDR. Frente al carácter fisiológico e indi-
vidual de los requerimientos destaca el carácter estadístico
y colectivo de las IDR. Las IDR se emplean para valorar la
dieta de una población y decidir medidas correctivas en su
caso y para la planificación de los sistemas de abasto de
alimentos en un país o región, que como se ve, son aplica-
ciones colectivas. Por su naturaleza, las IDR no sirven para
fines individuales; en otras palabras, si un individuo con-
sume menos del nutrimento que la IDR para su edad y
sexo, ello no significa que esté necesariamente deficiente,
ya que su requerimiento personal se desconoce en tanto no
se mida, y bien podría estar más que cubierto por la inges-
tión. Así, las IDR son muy útiles para el médico dedicado
a tareas epidemiológicas, pero no tanto para el médico clí-
nico que atiende individuos y no poblaciones.
768 F I S I O L O G Í A D E L S I S T E M A D I G E S T I V O

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