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Aunque la nutrición óptima seguramente existe en la práctica, es muy difícil reconocerla con precisión, por lo que en el estudio de los requerimientos se utiliza algún indicador de ella, como puede ser el balance, el estado de alguna función específica o la concentración plasmática del nutriente o sus metabolitos. En función de los concep- tos que se revisaron sobre el balance se puede proceder al siguiente razonamiento: La ecuación del balance B = I – G se puede reescribir, despejando la ingestión, como sigue: I = G + B. Dado que interesa el balance fisiológico y ninguno otro, quedaría I = G + Bf, es decir, la ingestión debe ser igual a la suma del gasto y el balance fisiológicos de ese nutrimento. En un adulto, en el que Bf = 0, la ecuación se reduce a I = G, lo que indica que la ingestión debe igualar al gas- to; como cubrir el gasto mínimo ineludible debe ser el pri- mer objetivo de la ingestión, se tendría I min = Gmin y, si no se trata de un adulto, I min = Gmin + Bf. Esta ingestión mínima para cubrir el gasto mínimo y el balance fisiológi- cos es el requerimiento o necesidad del nutrimento (Imin = Gmin + Bf = req), concepto que, como es obvio reviste gran importancia para el conocimiento de la fisiología de la nutrición. Como se puede apreciar, el requerimiento es una varia- ble de índole fisiológica y de naturaleza individual, ya que depende de factores individuales, como Gm y Bf, los cua- les, a su vez, dependen de la variabilidad genética y de la masa corporal, la edad, el sexo, la presencia de embarazo o de lactancia, el estado de salud y, para varios nutrimen- tos, de la actividad física que se realice. La variabilidad genética es un hecho biológico que se traduce en esas pequeñas diferencias normales que hacen a cada individuo distinto dentro de las numerosas semejanzas que tiene con el resto de la especie; tales diferencias se observan también en los requerimientos. Una masa corporal mayor exige ingestiones mayores. En la mujer en edad reproductiva, la menstruación impone necesidades de hierro que duplican las del hombre y, si queda embarazada y lacta, requerirá más de casi todos los nutrimentos, ya que embarazo y lac- tancia son procesos nutrimentalmente muy costosos. El crecimiento, que también es un proceso costoso e influye en la masa corporal, está relacionado con la edad. La acti- vidad física afecta a las necesidades de energía (indirecta- mente de glúcidos, ácidos grasos, aminoácidos y oxígeno), de agua y de algunos electrólitos y vitaminas y, cómo puede variar de día a día en una misma persona, las necesidades energéticas y de agua, vitaminas y electrólitos variarían también. Aunque parezca obvio, conviene subrayar que lo mismo que otras variables fisiológicas personales (como la frecuencia cardíaca, la temperatura corporal, la glucemia, etc.), los requerimientos de un individuo no se conocen a menos que se midan directamente. La variabilidad inter- e intraindividual de los requeri- mientos es a veces considerable, lo que dificulta su aplica- ción práctica y, por ello, los datos ya existentes sobre requerimientos medidos en voluntarios se transforman en recomendaciones de ingestión mínima o ingestiones dia- rias recomendadas (IDR) para cada nutrimento y grupo de edad y sexo. Las IDR son calculadas y revisadas periódi- camente por comités de expertos en la materia convocados para el efecto por alguna institución nacional o internacio- nal en el área de la salud o la alimentación. En general, el procedimiento para calcular la IDR de un nutriente o componente de la dieta para cierto grupo de edad y sexo consiste en reunir los resultados de los estudios existentes para el nutriente y grupo en cuestión, analizarlos y discutirlos minuciosamente y definir por últi- mo una cifra única que resuma y represente la amplia gama de requerimientos individuales. Para la mayoría de los nutrimentos y componentes de la dieta la cifra única que se elige es el valor que resulta de sumar 2 desviaciones típicas al promedio de los reque- rimientos encontrados para el nutrimento y grupo de edad y sexo en cuestión; el valor así calculado cubre, por defi- nición estadística, el 97.5% de los requerimientos del gru- po, es decir, la casi totalidad de los casos. No se busca cubrir el 100% porque la IDR se tendría que elevar mucho más, y se considera que el riesgo de no cubrir los requeri- mientos del 2.5% de los individuos es aceptable. La única excepción a este procedimiento son las IDR de energía, que suelen ser el promedio de los requerimientos conoci- dos sin agregar dos desviaciones típicas. Así, en tanto que las IDR de otros nutrimentos y componentes tienen un generoso margen de seguridad, las IDR de energía no tie- nen dicho margen, y sólo cubren los requerimientos de la mitad de la población. Esta diferencia debe tenerse pre- sente en el momento de aplicar las IDR de energía, ya que su interpretación es muy diferente. El número y la calidad de los datos de los que se par- te difieren mucho de un nutriente a otro y de un grupo de edad y sexo a otro, por lo que la confiabilidad de las IDR no es la misma en todos los casos. Hace falta más infor- mación sobre las necesidades en el embarazo, la lactancia y la senescencia y para el adulto del sexo femenino en general; por otra parte, se sabe más sobre los requerimien- tos de proteínas, tiamina, riboflavina, vitamina C, vitami- na A y hierro, por ejemplo, que sobre las necesidades de vitamina E, vitamina K, aminoácidos y la mayoría de los iones inorgánicos. En la Tabla 64.4 se resumen las diferencias entre requerimiento e IDR. Frente al carácter fisiológico e indi- vidual de los requerimientos destaca el carácter estadístico y colectivo de las IDR. Las IDR se emplean para valorar la dieta de una población y decidir medidas correctivas en su caso y para la planificación de los sistemas de abasto de alimentos en un país o región, que como se ve, son aplica- ciones colectivas. Por su naturaleza, las IDR no sirven para fines individuales; en otras palabras, si un individuo con- sume menos del nutrimento que la IDR para su edad y sexo, ello no significa que esté necesariamente deficiente, ya que su requerimiento personal se desconoce en tanto no se mida, y bien podría estar más que cubierto por la inges- tión. Así, las IDR son muy útiles para el médico dedicado a tareas epidemiológicas, pero no tanto para el médico clí- nico que atiende individuos y no poblaciones. 768 F I S I O L O G Í A D E L S I S T E M A D I G E S T I V O
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