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Ya se señaló que el término metabolismo de nitróge- no (N) tiene razones prácticas y se corresponde con el hecho de que las mediciones que se hacen son más de nitrógeno que de proteína. Así, la ECP, que es igual a la síntesis de proteína del organismo � 100 entre la proteína de la dieta se puede expresar también como N retenido � 100 sobre N ingerido. La ECP se puede subdividir en componentes como la digestibilidad (D) y el valor biológico (VB). Digestibili- dad es el N absorbido � 100 sobre el N ingerido, y valor biológico es el N retenido � 100 sobre el N absorbido. Así ECP = D � VB, o lo que es igual: N ret = N abs � N ret N ing N ing N abs El N absorbido es igual al N ingerido menos el N fecal corregido por el N fecal basal que se observa en ausencia de ingestión. El N retenido es igual al N absorbido menos el N que se pierde en la orina, la piel (el sudor incluido) y otras vías menores (menstruación, eyaculación, etc.), debiéndose corregir el N urinario por el N urinario basal que se pierde aun en ausencia de ingestión. Como ECP = D � VB, es claro que puede haber varias combinaciones. Una proteína con D = 90 y VB = 90 tendrá una ECP de 81% (90% � 90%). La ECP es menor si D o VB son menores; por ejemplo, D = 90% y VB = 40% dan ECP = 36%, D = 40% y VB = 90% también dan ECP = 36%, y D = 40% y VB = 40% darían una ECP de sólo 16%. Estos conceptos permiten distinguir si una ECP baja se debe a una menor digestibilidad o a un menor valor biológico. En la práctica ninguna proteína tiene una ECP de 100%, puesto que los aminoácidos cumplen también un papel energético y como precursores de metabolitos. Para situar el fenómeno conviene establecer que la mayor ECP para el ser humano corresponde a la mezcla de proteínas de la leche humana consumida por el niño lactante. De las proteínas de empleo común le siguen la proteína del hue- vo, y más abajo, con eficiencias del orden de 70-90% de la ECP de la leche humana, algunas proteínas foliares, algu- nas carnes, incluido el pescado, la caseína de la leche y las proteínas de algunas leguminosas, sobre todo las de la soya si ha sido cuidadosamente cocida. Con valores medios, alrededor del 50% de ECP, figuran las proteínas del arroz, del trigo y del maíz y, con valores bajos, se encuentran las proteínas de insectos (~ 30%) y el coláge- no (< 10%). Los aminoácidos limitantes difieren en cada caso; para las carnes y la caseína es el triptófano, para las leguminosas son los aminoácidos azufrados, para los cerea- les es generalmente la lisina y para los insectos y el colá- geno es el triptófano. Es obvio que si a estas proteínas se agregan los aminoácidos limitantes respectivos, la ECP mejora; hace unos 20 ó 25 años se experimentó mucho este enfoque, pero tal adición tiene inconvenientes prácti- cos importantes y, como se verá, no suele ser necesaria. La definición y el estudio de la ECP tienen una impor- tancia teórica indudable, pero en condiciones normales no se ingieren proteínas aisladas, sino dietas que contienen varias, a veces numerosas, proteínas, por lo que la eficien- cia de cada proteína de forma individual carece de impor- tancia, y se debe entonces considerar la ECP de la mezcla de proteínas en la dieta. Es claro que las diferentes proteínas tienen diferente aminoácido limitante, de manera que al mezclarse es muy probable que haya una compensación mutua y la mezcla no tenga grandes limitaciones. Por tratarse de alimentos básicos se ha subrayado mucho el efecto complementario entre las proteínas de semillas de cereales y leguminosas. Las semillas de cerea- les son limitantes en lisina, pero no en aminoácidos azufra- dos, y lo contrario ocurre con las semillas de leguminosas. Como resultado, las mezclas de cereales y leguminosas tienen una ECP superior a la de los cereales y a la de las leguminosas, ya que se han complementado; bajo esta pre- misa se han propuesto cientos de fórmulas basadas en cere- ales y leguminosas como una forma económica de hacer disponibles proteínas de alta ECP para la población. La complementación no solamente ocurre entre cere- ales y leguminosas, sino entre muchas otras proteínas, y el efecto es entonces mejor. En la práctica, la mayoría de las dietas tienen una ECP elevada, comparable con la de la leche vaca, la carne o el pescado, por lo que cabe concluir que, sin perder de vista los posibles casos aislados de patrones aberrantes, generalmente no hay dificultades en términos de ECP de la dieta. En otras palabras, salvo extremos, no hay razón para preocuparse, ni mucho menos para tomar sin mayor reflexión medidas intervencionistas, ya que la ECP de la dieta general suele ser buena, y más aun si se considera que la ingestión suele duplicar los requerimientos mínimos de proteínas. Los requerimientos proteínicos han sido ampliamente estudiados en las últimas décadas. Lo que se requiere son los aminoácidos, y se han calculado requerimientos espe- cíficos de los aminoácidos “indispensables”, pero como la síntesis de los dispensables requeriría amonio, como en la práctica se ingieren más que sintetizarse y como su inges- tión es en forma de proteínas, resulta conveniente el con- cepto de requerimiento y recomendación de proteínas. Por razones obvias, las recomendaciones proteínicas deben referirse a una proteína teórica con ECP de 100% y hacer los ajustes necesarios de acuerdo con la ECP real de la die- ta. El factor de ajuste es 100/ ECP de la dieta y así, por ejemplo, si la ECP de la dieta fuera 75%, el factor de ajus- te sería 100/75 = 1.33, es decir que debe multiplicarse la recomendación por 1.33. VITAMINAS El descubrimiento de las vitaminas figura entre los episodios más apasionantes en la historia de la ciencia. Las sustancias que integran este grupo de importancia históri- ca fueron descubiertas entre 1913 y 1948 mediante estra- tegias de investigación parecidas; aunque químicamente muy diferentes, todas las vitaminas son sustancias orgáni- N U T R I C I Ó N 775
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