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que el IGF-1 alcanza las tasas más altas de expresión, aunque también lo hace en músculo, corazón, sistema ner- vioso, timo, próstata, cartílago, páncreas y células sanguí- neas. Probablemente esta pluralidad de expresión está en consonancia con sus importantes papeles reguladores endocrinos, paracrinos y autocrinos. Curiosamente, de ninguno de los órganos citados se pueden extraer IGF en cantidades significativas, lo que parece indicar que la sín- tesis de estos compuestos tiene lugar atendiendo a reque- rimientos puntuales celulares, tisulares o del organismo en general. Por este motivo, tras su síntesis no son almacena- dos en gránulos secretores, sino que son rápidamente enviados a la corriente circulatoria (secreción endocrina) o al medio extracelular (secreción paracrina). Pueden ser detectados, por tanto, en plasma, linfa, líquido cefalorra- quídeo, líquido folicular ovárico, líquido seminal, saliva y leche. Su bajo peso molecular permite que sean filtrados en el glomérulo renal y, por tanto, aparecen en la orina. En el plasma, fundamentalmente procedentes de la secreción hepática, experimentan una importante fluc- tuación a lo largo de las diferentes etapas de la vida (Fig. 69.14). Así, en el caso del IGF-1, como muestra la figura, desde niveles prácticamente indetectables en prác- ticamente el primer año de vida se pasa a un progresivo incremento a lo largo de la infancia hasta la adrenarquia. En el período prepuberal inmediato, los niveles de IGF-1 en plasma pasan a estar perfectamente correlacionados con las fases del desarrollo puberal de Tanner, secreción de esteroides sexuales y velocidad de crecimiento. Una vez puesta en marcha la pubertad, la concentración plasmática de IGF-1 alcanza el máximo nivel que se va a observar ya en un organismo normal. A partir de este momento comienza un lento declinar dependiente de la edad, más marcado a partir de la séptima década de la vida. Existe, como se ve, una relación aparente entre activi- dad gonadal y niveles circulantes de IGF-1. En la pubertad se produce un marcado incremento (de hasta 2.5-3 veces con respecto a la etapa anterior) de la concentración plas- mática del péptido, mientras que el descenso en la senec- tud es menos marcado en la mujer menopáusica que en el varón de edad similar. Pese a ello, no parece probable que los esteroides sexuales jueguen un papel directo sobre la fabricación hepática de IGF-1, sino que los cambios que el péptido manifiesta en plasma parecen más bien reflejo de los cambios paralelos en la secreción de GH. Indepen- dientemente de este hecho, fisiológico, la administración de elevadas dosis de estrógenos tiene un efecto inhibitorio sobre la fabricación hepática de IGF-1. En el caso del IGF-2, las variaciones en plasma a lo largo de la vida son menos marcadas y, aunque experi- mentan un incremento hacia los 6 años de edad, no mues- tran, en cambio, el ascenso pre- y puberal característico del IGF-1. Regulación de la expresión de los genes IGF Aunque probablemente son de naturaleza muy diver- sa, e incluso en más de un caso específico de cada uno de estos genes, entre los factores que regulan la expresión H O R M O N A D E C R E C I M I E N T O 863 Nacimiento-6 6-11 11-13 13-15 15-18 años Niños normales (n = 206) Niñas normales (n = 181) 10.0 5.0 1.0 0.5 0.1 0.005 Figura 69.14. Niveles plasmáticos de IGF-1 en una población normal de ambos sexos a lo largo del desarrollo. (Tomado de Retrasos del crecimiento, B. Moreno, JAF Tresguerres eds., 1996)
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