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incluidos MIT, DIT, T4 y T3. Rotos los enlaces peptídicos que las mantenían incorporadas a la Tg, la T4 y T3 están ya en la forma química adecuada para pasar al torrente circu- latorio como hormonas. Las enzimas contenidas en los lisosomas desempe- ñan, por tanto, un importantísimo papel en el paso final de la síntesis intratiroidea de T4 y T3. Los lisosomas tiroideos contienen todas las proteasas necesarias para la ruptura de los enlaces peptídicos que unen la T4, T3, MIT y DIT a la proteína. Ninguna de las proteasas de los lisosomas tiroi- deos es específica de los tirocitos. Liberadas de la Tg por la ruptura de los enlaces peptí- dicos que las mantenían incorporadas en la proteína, la T4 y la T3 salen del tirocito y entran en la circulación sanguí- nea. Sin embargo, no toda la T4 liberada por hidrólisis de la Tg pasa al torrente circulatorio: la relación entre la T3 y la T4 secretadas por la glándula es más alta que la relación en que se encontraban ambas yodotironinas en la Tg ini- cial. Esto se debe a la existencia, dentro de la glándula, de una actividad enzimática que genera T3 a partir de la T4 liberada por proteólisis de las Tg. Se trata de una 5�-yodo- tironina desyodasa, similar a la 5� D-I encontrada en teji- dos extratiroideos que será descrita más adelante, pero que tiene la particularidad de ser estimulada por la TSH. Durante la hidrólisis de la Tg por las enzimas de los lisosomas, no sólo se liberan T4 y T3, sino también MIT y DIT. Éstas, al contrario de lo que ocurre con la T4 y la T3, no se vierten al torrente circulatorio, sino que son desyo- dadas por una enzima, la yodotirosina desyodasa o desha- logenasa, formándose el aminoácido tirosina y I–. La enzima que desyoda las yodotirosinas DIT y MIT es dife- rente de las enzimas que desyodan las yodotironinas, T4 y T3, y sus metabolitos. El I – liberado por acción de esta des- halogenasa se vuelve a utilizar en su mayor parte dentro del tirocito, migrando nuevamente hacia la membrana api- cal, donde puede volver a ser incorporado a una nueva molécula de Tg. Éste es, pues, otro proceso más encaminado a ahorrar yodo. Su importancia se pone de manifiesto en situaciones de carencia de yodo. REGULACIÓN DE LA FUNCIÓN TIROIDEA La función de la glándula es controlada por mecanis- mos extrínsecos (siendo el principal agente regulador la hor- mona hipofisaria TSH) e intrínsecos (o autorreguladores). TSH y su receptor La TSH es una glucoproteína (PM 28 000) secretada por unas células especializadas de la adenohipófisis, las células tirotropas. Está compuesta de dos cadenas, � y , la primera de las cuales es idéntica a la cadena � de las hormonas hipofisarias gonadotropas (LH y FSH), y de la gonadotropina coriónica (hCG). La cadena es la que confiere especificidad funcional, ya que es la que es reco- nocida por su receptor en la membrana del tirocito. Ambas cadenas han de estar unidas para que la molécula tenga actividad biológica. Se conocen tanto los genes que codi- fican la subunidad � como la de varias especies. La expresión de ambos está regulada negativamente por las hormonas tiroideas, habiéndose identificado en ambos las secuencias que se unen al receptor nuclear de hormo- nas tiroideas. Estas subunidades � y incorporan oligosa- cáridos durante el proceso de traducción. La TSH final es heterogénea respecto a su contenido de oligosacáridos, habiendo cada vez más datos de que éste puede regularse por factores ontogénicos y endocrinos, y que la composi- ción final en carbohidratos afecta a la actividad biológica de la TSH. Esto puede ocurrir tanto por diferencias en afi- nidad por el receptor de TSH como por cambios en la velo- cidad de su metabolización y hemivida de recambio. La TSH ejerce numerosos efectos sobre la glándula, y el resultado final de los mismos es un aumento de la secre- ción de las hormonas yodadas. Esta estimulación, a su vez, da lugar a un aumento de todas la fases de síntesis. Así, aumenta la captación de I- y la síntesis de Tg, su yodación y la reacción de acoplamiento, la endocitosis de la Tg yodada y su proteólisis con liberación de las hormonas. Una estimulación crónica por TSH aumenta asimismo la actividad de transcripción y traducción, con el resultado final de hiperplasia y bocio. El receptor de TSH se origina como una única cade- na polipeptídica que después de su inserción en la mem- brana puede experimentar proteólisis limitada en la región extracelular con la degradación de un péptido de 50 ami- noácidos. Como consecuencia de este proceso, el receptor que- da constituido por dos subunidades A y B, unidas por puentes disulfuro. La subunidad A es extracelular y reco- noce a la subunidad de la TSH. La proporción relativa de receptores de TSH que experimenta degradación a dos subunidades frente a la constituida por una sola cadena peptídica es desconocida, y ambas formas son funcionales. La formación del receptor de dos subunidades es impor- tante en la generación de los anticuerpos antirreceptor, tras la liberación de la subunidad A a la circulación. El receptor de TSH pertenece a la familia de recepto- res acoplados a proteínas G heterotriméricas. Interacciona con Gs activando la vía del AMPc, o con Gq activando la vía de la fosfolipasa C. La activación de la vía del AMPc induce la fosforilación de proteínas nucleares como CREB, que se une a secuencias reguladoras de genes dia- na activando su transcripción. Uno de estos genes diana es NIS. La activación de la fosfolipasa C origina un aumento de la producción de dia- cilglicerol y aumento de actividad de la proteína quinasa C. Tampoco es la TSH la única molécula capaz de inter- accionar con su receptor de membrana, y de poner en mar- cha los mecanismos por los que se estimula la actividad de la glándula. En algunos estados patológicos se producen anticuerpos que desplazan a la TSH del receptor, ocupan- do su lugar. Se llega a un estado de estimulación continua 898 F I S I O L O G Í A D E L S I S T E M A E N D O C R I N O
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