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factores de crecimiento. Igualmente, adyacentes al perios- tio y a la lámina de crecimiento epifisario en puntos de alta actividad osteogénica, se hallan fibras nerviosas sensoria- les, del mismo modo que hay fibras nerviosas simpáticas en el propio hueso y en la médula ósea y axones amielíni- cos en la médula yuxtapuestos a las trabéculas. Tales fibras, mediante la liberación de catecolaminas y neuro- péptidos como el péptido relacionado genéticamente con la calcitonina (CRGP) y la sustancia P, intervienen en el desarrollo esquelético. Por su proximidad al hueso, los músculos son las estructuras con mayor influencia en su formación, estruc- tura y remodelado. La propia actividad muscular del embrión y la transmisión de la actividad física de la madre, proporcionan un conjunto de fuerzas que afectan a la for- ma del primordio cartilaginoso y, por lo tanto, del hueso. Antes y después del nacimiento es necesario que tanto los cartílagos de crecimiento como los articulares estén some- tidos a una cierta presión intermitente para la correcta fisiología de sus células. De tal manera, la anulación de esa presión intermitente lleva consigo la osificación precoz del cartílago de crecimiento y la degeneración y osifica- ción del cartílago articular. Por el contrario, la aplicación prolongada de presiones continuas y/o excesivas causa no sólo la degeneración y osificación precoz del cartílago de crecimiento sino que, además, produce el adelgazamiento del cartílago articular. A su vez, las alteraciones en la intensidad o la distri- bución de las presiones musculares o gravitacionales que se aplican a los cartílagos pueden modificar la forma y el tamaño finales de los huesos, y la orientación y el mayor grosor de sus trabéculas seguirá la dirección de las máxi- mas fuerzas de compresión a que sean sometidos. Cuando un hueso es sometido a cargas sostenidas superiores a las que soporta de forma habitual, la tensión generada localmente conduce a una mayor formación de tejido óseo. Este hecho se explica porque a medida que la carga tiende a deformar el hueso, el fluido óseo que baña los osteocitos sufre una presión que genera una corriente eléctrica polarizadora de las moléculas de proteoglucanos en la superficie de la matriz. Ello actuaría como una señal activadora de la formación de osteoide y su mineraliza- ción. Por el contrario, la inmovilización prolongada o las situaciones de microgravedad en los vuelos espaciales más allá de una semana inhiben la actividad de los osteoblas- tos, con la consiguiente menor formación de matriz oste- oide, retraso en la mineralización y adelgazamiento de las trabéculas. En cuanto al papel que los factores alimentarios, hor- monales y locales desempeñan en el remodelado óseo, se describe en el apartado siguiente. REMODELADO ÓSEO A lo largo de toda la vida, el tejido óseo sufre un con- tinuo proceso de reabsorción y formación, de manera que en un adulto se recambia o renueva cada año aproximada- mente un 3% del hueso cortical y un 25% del trabecular. Alrededor de las tres cuartas partes del esqueleto de un adulto corresponden a hueso cortical y una cuarta parte a hueso trabecular. En éste, la relación entre superficie y volumen es muy superior a la del hueso cortical y, como el remodelado es un proceso ligado a la superficie, la activi- dad metabólica del hueso trabecular es casi diez veces mayor que la del cortical. El remodelado comprende un ciclo o secuencia orde- nada de acciones celulares (unidades básicas multicelula- res) en puntos concretos en los que la matriz mineralizada es reabsorbida y reconstruida en etapas sucesivas. Así, en primer lugar, sobre un punto determinado de la superficie trabecular o cortical, se produce el agrupamiento de célu- las hematopoyéticas precursoras de osteoclastos que, por la acción de citoquinas (TNF-�, IL-1, IL-6, M-CSF, RANK-L), se diferencian a osteoclastos in situ. Estos osteoclastos, una vez agrupados y activados, se adhieren a la superficie ósea mediante integrinas que reco- nocen y se adhieren específicamente a proteínas de la matriz osteoide. Partiendo del área de sellado del osteo- clasto, especialmente rica en filamentos de actina, se forma un anillo que rodea el borde en cepillo. Este anillo, al sellar el área a reabsorber, delimita un microespacio entre los osteoclastos y la superficie ósea. La desmineralización se produce mediante la acidificación de ese microespacio gra- cias a la acción de una ATPasa de H+ localizada en la mem- brana del borde en cepillo. Para mantener el pH fisiológico en su seno, el osteoclasto dispone de un intercambiador Cl–/HCO3 – en la cara opuesta al borde en cepillo y, en este borde, un canal de Cl– acoplado a la ATPasa de H+. Como consecuencia de todo lo anterior, el osteoclasto secreta HCl en el microespacio subosteoclástico, con el consiguiente descenso del pH hasta 4.4 y la disolución del mineral. Esta disolución precede a la degradación de la matriz orgánica, llevada a cabo, a su vez, por proteasas como la catepsina K, secretada por los osteoclastos, y colagenasa por los osteo- blastos. En cuanto a la eliminación de los productos de la reabsorción, se produce por transcitosis a través del osteo- clasto (Fig. 77.9). Esta fase de reabsorción posee morfologías diferentes según se produzca en hueso cortical o trabecular. Así, en el hueso cortical, los osteoclastos, formando conos de pene- tración, horadan túneles cilíndricos de unos 150 �m de diámetro y hasta 2.5 mm de longitud (Fig. 77.10). A su vez, en el trabecular, el área de reabsorción por los osteo- clastos adopta la forma de cubeta (o laguna de Howship) de apenas 30 �m de profundidad. Debe destacarse que, si bien los osteoclastos desarrollan la reabsorción, son los fagocitos mononucleares los que en uno y otro tipo de hue- so terminan de completarla. Una vez finalizada esta etapa, y de forma acoplada a ella gracias a un proceso de comunicación entre osteoclas- tos y preosteoblastos mediado por citoquinas, se produce el agrupamiento de preosteoblastos en los bordes y la superficie del área reabsorbida. Tiene lugar entonces un período de transición (unos cuatro días en el hueso corti- cal y nueve en el trabecular), en el que aún no se hallan 990 F I S I O L O G Í A D E L S I S T E M A E N D O C R I N O
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