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masculino. Los niveles circulantes de testosterona alcan- zan en el feto niveles similares a los del hombre adulto entre las 14-18 semanas de gestación, coincidiendo con el mayor número de células de Leydig, y van declinando has- ta el momento del nacimiento a medida que las células de Leydig van disminuyendo. Los testículos, que se han formado en el interior de la cavidad abdominal, en la 26ª. semana de gestación des- cienden por fuera del peritoneo hasta alcanzar las bolsas escrotales. Este recorrido dura de 2 a 3 días, es inducido por la testosterona y está facilitado por el incremento de la pre- sión intraabdominal producido por el crecimiento visceral. Diferenciación de genitales internos y externos Hasta el inicio de la 6ª. semana de gestación, en un embrión diferenciado cromosómica y gonadalmente en sentido masculino, coexisten el seno urogenital y los con- ductos de Wolff y de Müller. Poco después de formarse los cordones espermáticos entre la 6ª.-7ª. semanas, las células de Sertoli comienzan a sintetizar AMH que, una vez libe- rada, llega por difusión hasta sus receptores específicos localizados en los conductos de Müller e induce la des- trucción de los mismos. A la vez que esto ocurre, la testosterona, que comien- za a ser sintetizada por las células de Leydig, interacciona en los conductos de Wolff con sus receptores específicos (codificados por un gen localizado en el cromosoma X) y produce la diferenciación de los mismos en sentido mas- culino. La testosterona, actuando sobre las porciones supe- riores de los conductos de Wolff, hace que éstas se enrollen y den lugar a la formación de los epidídimos; actuando sobre las porciones centrales induce la formación de los conductos deferentes y actuando sobre las porciones inferiores determina el desarrollo de las vesículas semina- les. La acción de la testosterona sobre el seno urogenital induce asimismo el desarrollo de la próstata y la uretra prostática (Fig. 78.1). Es importante hacer notar que si en la 10ª. semana de gestación no ha existido una estimulación androgénica adecuada, se inicia la regresión espontánea e irreversible de los conductos de Wolff. Una adecuada estimulación androgénica requiere no sólo la producción de testostero- na, sino también la presencia de receptores para la misma. La ausencia de éstos determina la aparición del síndrome del testículo feminizante, en el que se produce la regresión simultánea de los conductos de Wolff y de Müller y la feminización del seno urogenital. Al mismo tiempo que se produce la masculinización de los genitales internos, los precursores de los genitales externos sufren una serie de modificaciones que los dife- rencia en sentido masculino. Esta masculinización no se debe a la acción directa de la testosterona sobre los pre- cursores, sino que requiere su metabolización, por el enzi- ma 5�-reductasa, a dihidrotestosterona (DHT) (Fig. 78.3). Por acción de la DHT, los pliegues uretrales se fusio- nan y elongan para formar la uretra peneana y el pene, el tubérculo genital forma el glande y las protuberancias genitales dan lugar al escroto. Al igual que en el caso de la formación de los genitales internos, la diferenciación de los genitales externos en sentido masculino requiere la interacción de la DHT con los precursores indiferenciados antes de la 10ª. semana de gestación (Fig. 78.2). Diferenciación del SNC Hasta el 4°. mes de desarrollo intrauterino, el SNC del feto permanece sexualmente indiferenciado. A partir de este momento, y hasta el 7°. mes de desarrollo, la exposi- ción de este sistema a altos niveles de estrógenos (proce- dentes de la aromatización intraneuronal de la testosterona producida por el testículo fetal) produce la diferenciación sexual del mismo en sentido masculino. Entre las múltiples diferenciaciones sexuales que se producen en el SNC (redes neuronales implicadas en los patrones de comportamiento sexual, mayor o menor de- sarrollo de núcleos y conexiones entre los mismos, patro- nes de actividad eléctrica neuronal, lateralización de funciones, etc.) se produce la diferenciación de los núcle- os hipotalámicos involucrados en el control de la función reproductora. En el hipotálamo, estos núcleos se localizan en el área preóptica y en el hipotálamo ventromedial, y sus neuronas tienen la capacidad de aromatizar la testosterona a estrógenos. A partir del 4°. mes de desarrollo y hasta el 7°., la aro- matización de la testosterona a estrógenos en las neuronas de los núcleos preóptico y supraquiasmático, en el área preóptica y los núcleos ventromedial y arcuato en el hipo- tálamo ventromedial, los organizará en sentido masculino, lo que determinará, tras la llegada de la pubertad, la apari- ción de un patrón tónico de liberación de GnRH y gona- dotropinas responsable de la producción continua de gametos fertilizables por el testículo y, por tanto, la dife- renciación de estos núcleos dotará al varón de una capaci- dad reproductora continua durante el período fértil, en clara diferencia con lo que ocurre en las mujeres. DIFERENCIACIÓN SEXUAL FEMENINA Diferenciación gonadal: formación de ovarios La diferenciación de la gónada indiferenciada en ova- rios viene determinada por una dotación genética 46,XX, que se establece en el momento de la fecundación. Aunque clásicamente se considera que la ausencia del cromosoma Y, y por tanto del gen SRY, es condición necesaria para la diferenciación ovárica, no es condición suficiente, y en esta diferenciación debe participar la expresión coordina- da de distintos genes localizados tanto en el cromosoma X como, muy probablemente, en autosomas (Tabla 78.2). Un posible gen participante en la diferenciación del ovario sería el gen TDF-X, que codifica la expresión de una proteína que actuaría como un represor de la diferen- 1000 F I S I O L O G Í A D E L S I S T E M A E N D O C R I N O
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