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En la práctica diaria, la palabra pubertad se usa para designar un punto arbitrario en el proceso ininterrumpido de la maduración sexual y que en las adolescentes se corresponde con la aparición de la primera menstruación (menarquia) entre los 11-15 años, y en los adolescentes con la aparición de las primeras eyaculaciones nocturnas entre los 13-14 años. Existe una amplia variación indivi- dual en cuanto a la edad de llegada de la pubertad, pero por regla general, ésta tiene lugar antes en las adolescentes. Se admite como pubertad precoz en las jóvenes el crecimien- to de las mamas antes de los 8 años y, en los jóvenes, el crecimiento de los testículos antes de los 9 años. Entre los factores que contribuyen a esta variabilidad, algunos des- conocidos, los más importantes son los factores genéticos, aunque también está demostrada la participación de deter- minantes ambientales, como las horas de luz solar, la dis- ponibilidad de reservas energéticas, la exposición a disruptores endocrinos ambientales, etc. Durante la pubertad los cambios endocrinos son muy numerosos, pero afectan fundamentalmente al eje hipotá- lamo-hipofiso-gonadal, que se va activando de forma pau- latina hasta alcanzar los niveles de actividad propios de la edad adulta. La activación del eje reproductor se produce por el efecto combinado de la pérdida de la inhibición que el SNC estaba ejerciendo sobre el mismo y la disminución intensa del efecto inhibidor que sobre él ejercen los este- roides gonadales. Con la llegada de la pubertad, los picos nocturnos de liberación de GnRH se extienden a lo largo de todo el día y se va estableciendo el patrón pulsátil de liberación de la hormona propio del período adulto y que viene a ser de un pulso cada 90 minutos. El aumento de la liberación de GnRH induce un incremento de la liberación de gonado- tropinas que se ve potenciado por el incremento de la res- puesta de las células gonadotropas hipofisarias a la GnRH y por la pérdida de sensibilidad de éstos al efecto inhibidor de los esteroides gonadales. Los altos niveles circulantes de gonadotropinas y el aumento de la sensibilidad gonadal a las mismas producen un espectacular incremento de la actividad gonadal. Por un lado, las gónadas incrementan la síntesis de hormonas y, con ello, la aparición de los carac- teres sexuales secundarios y el desarrollo del aparato geni- tal y, por otro, ponen en marcha la formación de gametos fertilizables y, con ello, dotan al individuo de la capacidad de procrear. En las adolescentes, con la llegada de la pubertad se produce también una retroalimentación positiva entre los estrógenos y la LH en un momento de la foliculogénesis en el que el brusco incremento de LH rompe el folículo de De Graaf y permite la salida del gameto fertilizable. Este efecto de retroalimentación positiva entre estrógenos y LH es exclusivo de la mujer, y los circuitos neuronales involu- crados en el mismo se diferencian sexualmente durante el desarrollo intrauterino. La adquisición de este mecanismo es condición indispensable para que se produzca la prime- ra ovulación y, por lo tanto, la menarquia, que es el even- to escogido como punto arbitrario de inicio de la pubertad en las adolescentes. El incremento de la actividad gonadal produce el aumento de los niveles circulantes de esteroides gonadales y, con ello, el desarrollo de los caracteres sexuales secun- darios. Este desarrollo se inicia con el crecimiento de las mamas en las jóvenes y el aumento del volumen testicular en los jóvenes, y se sigue en ellas del crecimiento de los ovarios, el útero, la vagina, y los genitales externos, y en ellos, del crecimiento de los testículos y de los genitales internos y externos. Junto con el desarrollo de los caracte- res sexuales secundarios, el incremento de los niveles de esteroides gonadales circulantes refuerza la diferenciación psicosexual del individuo. Junto con los evidentes cambios morfológicos del aparato reproductor, la llegada de la pubertad produce ade- más un espectacular incremento del crecimiento corporal y una distribución sexo-dependiente de los depósitos de grasa y de vello del organismo, lo que, en su conjunto, pro- porciona al adolescente una nueva imagen. Este hecho, unido al incremento de la libido y de los impulsos sexua- les debido al efecto de los esteroides gonadales sobre el SNC, tiende a favorecer los bruscos cambios de humor y el descontento típico de los adolescentes. Todos estos cambios que ocurren durante la pubertad y a los que hemos hecho referencia se establecen progresi- vamente y, al igual que es difícil determinar qué evento marca el inicio de la pubertad, el final de la misma tampo- co está claramente delimitado, y varía de acuerdo con los criterios físicos, mentales, emocionales, sociales o cultura- les que definen al hombre adulto. BIBLIOGRAFÍA Berta P, Hawkins JR, Sinclair AH. 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