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estimular el vello abdominal, de la espalda y miembros, por lo que éste crece solamente en los varones. Es tam- bién en estos últimos en los que los niveles altos de andró- genos inducen la caída del cabello que lleva a la calvicie, si bien parecen ser necesarios otros factores adicionales para que esto ocurra. La testosterona y la 5�-DHT estimulan la síntesis de eritropoyetina en el riñón y de esta forma regulan la sínte- sis de hemoglobina. En algunos tejidos como el cerebro, la testosterona se transforma en estrógenos, por lo que sus acciones pueden estar mediadas por el receptor estrogénico. Esta conver- sión metabólica es importante en muchas especies, porque interviene en la diferenciación de un cerebro masculino. Durante el desarrollo embrionario temprano el cerebro es, como otros órganos, bipotencial con respecto al desarrollo sexual. En el hombre, la testosterona es la señal que causa que el desarrollo ocurra a través de la vía masculina. En el cerebro, esta señal, paradójicamente, se pone en marcha por la formación de una hormona femenina, el estradiol. No se conoce el mecanismo por el que el estradiol pone en marcha la vía de masculinización, pero parece claro que el receptor de estrógenos está implicado. Mecanismo de acción de la testosterona La acción de la testosterona en un tejido determinado está relacionada con la concentración plasmática de la hor- mona, de las enzimas intracelulares y las proteínas ligado- ras. A medida que la testosterona penetra en la célula por difusión simple, se une al receptor androgénico en órganos como el cerebro, la hipófisis y el riñón. En otros tejidos la testosterona se somete a la acción de la 5�-reductasa, dan- do lugar a la dihidrostestosterona, un andrógeno más potente. La DHT es imprescindible para la diferenciación de determinados tejidos del aparato reproductor masculi- no, sobre todo los genitales externos, mientras que para el desarrollo de otros órganos del sistema reproductor es suficiente la testosterona. En el individuo adulto la actividad 5�-reductasa es menor, e incluso la espermatogénesis es normal en varones con deficiencias de esta enzima, lo que indica que la DHT no es del todo imprescindible para la misma. Sin embargo, sigue siendo la DHT la responsable de la mayoría de las acciones androgénicas en el varón adulto, y supone un 10% de la testosterona circulante. La actuación de los andrógenos testosterona y dihi- drotestosterona comienza por su unión a una proteína intranuclear denominada receptor androgénico, que está localizado en el cromosoma X. El receptor androgénico en seres humanos es una proteína de 919 aminoácidos que pertenece a la superfamilia de receptores de los esteroides. La presencia de mayores o menores cantidades de esta proteína determina el grado de respuesta del tejido a los andrógenos (veáse el Capítulo 66). Una vez formado el complejo andrógeno-receptor se producen cambios con- formacionales que permiten su interacción con la cromati- na mediante los denominados dedos de cinc. Existen seg- mentos en el ADN que son elementos de respuesta a andrógenos, donde se une el complejo hormona-receptor, lo que produce un aumento de la actividad ARN polimera- sa y de la síntesis de ARN, con estímulo de la transferen- cia del ARN al citoplasma. Esto da lugar a un incremento de la síntesis proteica, crecimiento celular y la diferencia- ción de la función de los tejidos. REGULACIÓN TESTICULAR Regulación hipofisaria: gonadotropinas Las acciones biológicas de las gonadotropinas en el varón fueron demostradas por primera vez en 1930, cuan- do se observó que la hipofisectomía era capaz de impedir el desarrollo testicular cuando se realizaba en animales inmaduros, y que estos efectos podían evitarse o hacerse reversibles si diariamente se implantaba tejido hipofisario fresco. Sin embargo, pasaron varias décadas antes de que se estableciese la naturaleza exacta de las gonadotropinas y su modo de actuación sobre el testículo. Tanto la LH como la FSH se producen en células basófilas de la hipófisis anterior, y entre ambas controlan la función de las gónadas tanto masculinas como femeni- nas estimulando, por una parte, la maduración y liberación de los correspondientes gametos (gametogénesis), y por otra, la producción y secreción de las hormonas sexuales (esteroidogénesis). La estructura molecular en subunidades de la LH y la FSH es muy similar a la de la TSH (tirotropina) y la hCG. Químicamente son glucoproteínas constituidas por dos cadenas, las subunidades � y , fuertemente unidas por enlaces no covalentes. En cada especie, la subunidad � de estas 4 hormonas es estructuralmente idéntica, y tiene 89 aminoácidos y un peso molecular de 14 000, mientras que la subunidad es específica de cada una de ellas y deter- mina la función biológica de toda la molécula. La FSH tie- ne una subunidad de 116 aminoácidos y un peso molecular total de 33 000; la cadena de la LH tiene 121 aminoácidos y la molécula un peso total de 28 000. Para que exista actividad biológica es necesario que estén uni- das ambas subunidades. Ambas subunidades son el producto de genes distin- tos localizados en cromosomas diferentes. El gen de la subunidad � se localiza en el cromosoma 6 y está forma- do por 4 exones interrumpidos por 3 intrones. Los genes de todas las subunidades se localizan en el cromosoma 19 y se componen de 3 exones y 2 intrones. Durante la traducción de las subunidades � y en el retículo endoplásmico rugoso, es precisamente el gen de la subunidad el elemento limitante en la biosíntesis de las hormonas glucoproteicas. Posteriormente las dos subuni- dades se unen y las cadenas de carbohidratos comienzan a procesarse. El heterodímero se transporta hasta el aparato de Golgi, donde tienen lugar modificaciones específicas en cada hormona sobre la estructura de carbohidratos. F I S I O L O G Í A D E L T E S T Í C U L O 1031
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