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Respuestas fisiológicas al frío El frío es una sensación que se produce por la pér- dida de calor. Por tanto, no es algo que pueda ser medi- do como tal. Cuando el hombre se expone a un ambiente frío, la piel pierde calor y se enfría. Ello conlleva el estí- mulo de los receptores cutáneos para el frío, lo que a su vez provoca vasoconstricción superficial, piloerección, «carne de gallina» y eventualmente el fenómeno de la tiritona. Debido a la vasoconstricción de las venas super- ficiales, la sangre retorna desde las extremidades al corazón vía venas profundas. Cuando el tiempo es muy frío la vasoconstricción es tan eficaz que el aislamiento del organismo puede aumentar hasta 6 veces. Esto es equivalente casi a ponerse un traje de verano sobre la piel desnuda. El descenso de la temperatura de la piel al enfriarse reduce a su vez la diferencia entre la tempera- tura de la piel y la del medio ambiente. Ello conlleva el descenso de pérdida de calor por los mecanismos de radiación y convección. Es interesante en este sentido resaltar el hecho de que el aislamiento de la cabeza no se altera con los cambios de la temperatura ambiental, debido a que el flujo sanguíneo cerebral se mantiene constante. A –4 °C la cantidad de calor que se pierde por la cabeza es aproximadamente la mitad del producido por el organismo en condiciones de reposo. Finalmente, debe tenerse en cuenta que el aislamiento máximo del organismo se relaciona directamente con la cantidad de grasa corporal. Es interesante el hecho de que junto con la reducción de la pérdida de calor por el fenómeno de la vasoconstric- ción, los temblores (tiritona) producidos por el frío pueden aumentar en 3 ó 4 veces la producción de calor y conse- cuentemente elevar la temperatura corporal central en más de 0.5 °C. Esta tiritona es una contracción involuntaria de los músculos esqueléticos que consiste en contracciones alternantes de grupos musculares antagonistas, de modo que, como la propia experiencia personal ha podido demostrarnos alguna vez, no se producen movimientos corporales bruscos. Es tal la eficiencia de las contracciones que virtualmente toda la energía química liberada en el proceso contráctil se convierte en calor. La temperatura a la que debe encontrarse la piel para que se inicie el proceso involuntario de la tiritona dismi- nuye con la aclimatación al frío. Es decir, a mayor aclima- tación son necesarias menores temperaturas de la piel para iniciar la tiritona. Por otra parte, las personas obesas comienzan a tiritar a menores temperaturas de la piel que las personas delga- das y, además, también mantienen menores flujos cutáne- os sanguíneos a una determinada temperatura. Aclimatación al frío La aclimatación al frío se asocia normalmente con un aumento de la tasa de metabolismo, no acompañada de tiritona. Experimentalmente, cuando se mantiene a un gru- po de ratas a una temperatura ambiente de 5 °C durante cierto tiempo, éstas se aclimatan al frío, aumentando su tasa de metabolismo entre el 50 y el 100%; junto a ello, la tiritona parece tener su origen en el músculo, pero no por contracción muscular, ya que este aumento de producción de calor ocurre incluso cuando los músculos se paralizan con curare. Hoy es bastante cuestionable contestar correc- tamente a la pregunta de si el hombre puede o no aclima- tarse al frío, debido principalmente al hecho de que el hombre no expone su cuerpo al frío el tiempo suficiente para que se produzcan los posibles ajustes fisiológicos. Incluso los esquimales mantienen una temperatura de la piel similar a la del hombre occidental, debido a que pro- tegen sus cuerpos con pieles adecuadas. Respuestas fisiológicas al calor La exposición del organismo al calor calienta la piel y ello conlleva un aumento del flujo sanguíneo cutáneo. En estas circunstancias, y como ya hemos visto, el retor- no venoso desde las extremidades al corazón se realiza a través de las venas superficiales, y esto es lo que permi- te que se produzca pérdida de calor por los mecanismos de radiación y convección, siempre, naturalmente, que la piel esté más caliente que el medio ambiente. Si el gra- diente térmico es suficientemente grande se inicia la su- dación, lo que conlleva el enfriamiento de la piel por la evaporación del agua. Si la temperatura del medio ambiente puede llegar a ser suficientemente alta y supe- ra a la que alcanza la de la piel, el organismo gana calor por radiación y convección y es entonces cuando la eva- poración del sudor se convierte en la única vía de pérdi- da de calor. Aclimatación al calor Cuando una persona que no esté acostumbrada al calor ni entrenada físicamente hace por primera vez un ejercicio físico intenso en un ambiente caluroso, al poco tiempo experimenta elevaciones marcadas de la tempera- tura central y superficial, y su frecuencia cardíaca alcanza valores máximos. Esto se acompaña de mareos, náuseas y puede incluso llevar al colapso. Sin embargo, si a esta mis- ma persona se la somete a las mismas condiciones todos los días, pero durante mucho menos tiempo, y durante una duración de unos 8-10 días, desciende el umbral de la tem- peratura de la piel al que se inicia la sudación, con lo cual este individuo no sólo inicia la sudación y la vasodilata- ción cutánea a menores temperaturas centrales y super- ficiales de su organismo, sino que además suda más intensamente y por tanto pierde calor con más rapidez. Transcurridos estos 10 días de aclimatación, las elevacio- nes de la temperatura central del organismo son muy simi- lares a las que se alcanzarían realizando el mismo tipo de ejercicio en un ambiente relativamente frío. Esta llamativa mejora de las respuestas del organismo se conoce como aclimatación al calor. 1074 I N T E G R A C I Ó N Y A D A P TA C I Ó N D E L O R G A N I S M O
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