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El estrés disminuye la respuesta a las vacunas, exa- cerba las infecciones de origen viral y bacteriano, dismi- nuye la cicatrización de las heridas y altera el desarrollo de las enfermedades autoinmunitarias. Esto se debe a que las hormonas de estrés inhiben el tráfico de los neutrófilos, macrófagos, células presentadoras de los antígenos, célu- las NK y linfocitos. También inhiben la producción de citoquinas proinflamatorias necesarias para la respuesta inmunitaria y deterioran la función efectora de los macró- fagos, de las células NK y de los linfocitos. La respuesta del sistema inmunitario ante una agre- sión no sólo da lugar a los procesos fisiológicos encami- nados a eliminar al agente invasor, sino que también estimula la secreción del eje suprarrenal y el sistema sim- pático-adrenomedular, siendo de hecho uno de los mode- los utilizados para estudiar la respuesta neuroendocrina al estrés. De este modo existe una comunicación bidireccio- nal entre el sistema neuroendocrino y el inmunitario (Fig. 85.4). La interleuquina-1 (IL-1), la IL-6 y el TNF� son mensajeros muy importantes en la comunicación entre ambos sistemas. Además de su papel central en la infla- mación e inmunidad, la IL-1 aumenta la secreción de CRH, ACTH, glucocorticoides y catecolaminas periféri- cas, habiéndose localizado neuronas en el hipotálamo con receptores específicos para IL-1. A su vez el aumento de la secreción de catecolaminas y glucocorticoides modula y disminuye la respuesta inflamatoria e inmunitaria para que esta no sea excesiva. Si la situación de estrés se hace cró- nica, la inhibición del sistema inmunitario afectará negati- vamente las enfermedades infecciosas, tumorales o autoinmunitarias. REPRODUCCIÓN El estrés tiene un efecto inhibidor en ambos sexos. En la mujer los traumatismos producen un descenso tanto de la secreción de estradiol, como de gonadotropinas. También se han observado alteraciones en el eje reproduc- tor producidas por el ejercicio de alta intensidad. En las deportistas femeninas se han descrito ciclos anovulatorios, con un acortamiento de la fase luteínica y amenorrea, mientras se preparan para un maratón. Estas alteraciones en el ciclo menstrual dependen de varios factores, como la rapidez con la que se va incrementando el ejercicio, la dis- tancia o la duración del mismo, y la pérdida de peso duran- te los entrenamientos. En las gimnastas femeninas también se ha observado un retraso en la aparición de la pubertad y un alto índice de amenorreas. Todos estos cambios se correlacionan con una disminución de los niveles plasmáticos de estradiol, progesterona, prolactina y gonadotropinas, y un aumento de los de cortisol. El origen de las alteraciones en el ciclo reproductor parece deberse a modificaciones en la secre- ción pulsátil hipotalámica de LHRH. El estrés prolongado de una cierta intensidad, como puede ser por ejemplo una intervención quirúrgica, produ- ce en el varón una disminución de los niveles plasmáticos de testosterona, que puede persistir durante unos pocos días. En el caso de los pacientes con quemaduras este des- censo se llega a mantener durante varias semanas. La secreción hipofisaria de LH puede estar disminuida o nor- mal, dependiendo de la intensidad del estímulo. También se ha descrito un descenso de los niveles plasmáticos de testosterona en otras situaciones de estrés, como la prepa- ración de exámenes que entrañan dificultad, durante la simulación de un combate en soldados o durante el ejerci- cio físico de gran intensidad. La secreción de las hormonas gonadales, estradiol o testosterona, es más sensible al estrés que la de las gona- dotropinas, y parece inhibirse, entre otras causas, por el aumento de los glucocorticoides. Cuando aumenta la intensidad del estímulo estresante, se produce una dismi- nución de los niveles plasmáticos de gonadotropinas, debi- do a una inhibición de la secreción hipotalámica de LHRH. Entre los posibles factores que inhiben la secre- ción hipotalámica de LHRH se encuentra la CRH (Fig. 85.5). NOCICEPCIÓN Los soldados en las batallas o los atletas durante una competición pueden sufrir heridas considerables sin sentir dolor. En los animales de experimentación, la exposición a un estímulo estresante produce analgesia que puede durar hasta unas dos horas dependiendo del tipo e intensidad del estímulo. La analgesia no se produce únicamente por estí- mulos que activan las vías nociceptivas, puesto que estímulos como el ejercicio físico de gran intensidad, la hipoglucemia insulínica, el ayuno, el estrés psicológico y la estimulación vaginal también inducen analgesia. Parecen existir diversos mecanismos analgésicos inducidos por el estrés, cuya activación depende de la intensidad y duración del estrés así como de la región del organismo que se estimule. Aunque en un principio se pen- só que la analgesia inducida por el estrés se debía a una vía opiácea, posteriormente se comprobó que algunos tipos de analgesia eran dependientes de opioides, mientras que otros no. Parece ser que cuando el estrés es de corta dura- ción se produce analgesia no mediada por opioides, mien- tras que cuando aumenta la intensidad del estímulo o su duración, se produce analgesia mediada por opioides. Es decir que ambos tipos de analgesia aparecen en sucesión, primero la no mediada por opioides seguida por otra más intensa y prolongada dependiente de opioides. Cuando se inhibe la analgesia mediada por opioides mediante la administración de antagonistas, se potencia la analgesia no mediada por opioides. De esta manera si uno de los meca- nismos falla por alguna circunstancia, se preservan los otros mecanismos analgésicos. Se ha sugerido que las encefalinas adrenomedulares y la betaendorfina hipofisaria liberadas durante el estrés serían los mediadores responsables de la analgesia. Para que realicen su acción analgésica es necesario que actúen en el sistema nervioso central, por lo que deberían atrave- 1104 I N T E G R A C I Ó N Y A D A P TA C I Ó N D E L O R G A N I S M O
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