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CAPÍTULO 34 Resistencia del organismo a la infección: II. Inmunidad y alergia Inmunidad innata y adquirida La inmunidad es la capacidad de oponer resistencia a casi todos los tipos de microorganismos o toxinas que dañan los tejidos corporales. La mayoría de los organismos poseen una inmunidad innata, basada en acciones generales como la fagocitosis de bacterias, la destrucción de patógenos por las secreciones ácidas, las enzimas digestivas del tubo digestivo, la resistencia de la piel a la invasión, y ciertas sustancias químicas de la sangre que se adhieren a los microorganismos extraños o a las toxinas, destruyéndolos. La inmunidad adquirida es la capacidad para elaborar mecanismos protectores extraordi- nariamente poderosos frente a invasores concretos como bac- terias letales, virus, toxinas o incluso tejidos extraños de otros organismos. La inmunidad adquirida es desencadenada por los antígenos. El organismo dispone de dos tipos fundamentales de inmunidad adquirida. La inmunidad humoral, o de las células B, se basa en la elaboración de anticuerpos circulantes que atacan a los invasores. La inmunidad celular, o de las células T, se obtiene a través de la formación de un gran número de linfocitos activados cuyo destino específico es la destrucción del agente extraño. Como la inmunidad adquirida no aparece hasta que un microorganismo extraño o una toxina invaden el organismo, este debe dotarse de algún mecanismo para reconocer la invasión. Cada microorganismo invasor o toxina suele conte- ner uno o más compuestos químicos específicos que se dife- rencian del resto; estos compuestos se denominan antígenos e inician el proceso de la inmunidad adquirida. Para que una sustancia resulte antigénica, debe poseer, por regla general, un peso molecular de al menos 8.000 kD. La antigenicidad depende de la presencia regular, sobre la super- ficie, de grandes moléculas llamadas epítopos; las proteínas y los grandes polisacáridos son casi siempre antigénicos porque contienen este tipo de característica estereoquímica. Los linfocitos son los responsables de la inmunidad adquirida. Los linfocitos se encuentran en los ganglios linfáticos y en tejidos linfáticos especiales como el bazo, la submucosa del tubo digestivo y la médula ósea. El tejido linfático se reparte por el organismo de una manera prove- chosa para interceptar a los microorganismos invasores y a las toxinas antes de que puedan diseminarse. Existen dos poblaciones de linfocitos, ambas provenientes de las células precursoras hematopoyéticas pluripotenciales © 2012. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 271 271.pdf
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