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FISIOLOGÍA MÉDICA-288

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CAPÍTULO 34
Resistencia del organismo a la infección:
II. Inmunidad y alergia
Inmunidad innata y adquirida
La inmunidad es la capacidad de oponer resistencia a casi
todos los tipos de microorganismos o toxinas que dañan los
tejidos corporales. La mayoría de los organismos poseen una
inmunidad innata, basada en acciones generales como la
fagocitosis de bacterias, la destrucción de patógenos por las
secreciones ácidas, las enzimas digestivas del tubo digestivo, la
resistencia de la piel a la invasión, y ciertas sustancias químicas
de la sangre que se adhieren a los microorganismos extraños o
a las toxinas, destruyéndolos. La inmunidad adquirida es la
capacidad para elaborar mecanismos protectores extraordi-
nariamente poderosos frente a invasores concretos como bac-
terias letales, virus, toxinas o incluso tejidos extraños de otros
organismos.
La inmunidad adquirida es desencadenada por los
antígenos. El organismo dispone de dos tipos fundamentales
de inmunidad adquirida. La inmunidad humoral, o de las
células B, se basa en la elaboración de anticuerpos circulantes
que atacan a los invasores. La inmunidad celular, o de las
células T, se obtiene a través de la formación de un gran
número de linfocitos activados cuyo destino específico es la
destrucción del agente extraño.
Como la inmunidad adquirida no aparece hasta que un
microorganismo extraño o una toxina invaden el organismo,
este debe dotarse de algún mecanismo para reconocer la
invasión. Cada microorganismo invasor o toxina suele conte-
ner uno o más compuestos químicos específicos que se dife-
rencian del resto; estos compuestos se denominan antígenos e
inician el proceso de la inmunidad adquirida.
Para que una sustancia resulte antigénica, debe poseer, por
regla general, un peso molecular de al menos 8.000 kD. La
antigenicidad depende de la presencia regular, sobre la super-
ficie, de grandes moléculas llamadas epítopos; las proteínas y
los grandes polisacáridos son casi siempre antigénicos porque
contienen este tipo de característica estereoquímica.
Los linfocitos son los responsables de la inmunidad
adquirida. Los linfocitos se encuentran en los ganglios
linfáticos y en tejidos linfáticos especiales como el bazo, la
submucosa del tubo digestivo y la médula ósea. El tejido
linfático se reparte por el organismo de una manera prove-
chosa para interceptar a los microorganismos invasores y a las
toxinas antes de que puedan diseminarse.
Existen dos poblaciones de linfocitos, ambas provenientes
de las células precursoras hematopoyéticas pluripotenciales
© 2012. Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos 271
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