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físico (calor, frío, luz), la transducción determina un cambio en la permeabilidad iónica de la membrana del receptor y, en consecuencia, un cambio en la diferencia de potencial a través de esa membrana. La máxima amplitud del potencial del receptor, de unos 100 mV, se alcanza cuando la permeabilidad de la membrana al sodio alcanza el máximo. La fibra sensitiva vinculada a cada receptor presenta «fenómenos liminares». Solo cuando el potencial del recep- tor excede un valor determinado (umbral), se inicia un poten- cial de acción que se autopropaga por la fibra. El potencial del receptor es un potencial graduado, es decir, experimenta decrementos (disminución) en el tiempo y en el espacio. El potencial de receptor es proporcional a la intensidad del estímulo. A medida que aumenta la intensidad de un estímulo, la frecuencia de los potenciales de acción subsiguien- tes suele elevarse. La amplitud del potencial del receptor puede cambiar sustancialmente con una modificación relati- vamente pequeña de la intensidad, para luego aumentar de forma mínima con un estímulo de intensidad superior. Los receptores sensitivos se adaptan de manera parcial o total a los estímulos con el paso del tiempo. Esta adaptación tiene lugar a través de dos mecanismos. En primer término, el estímulo puede modificar las propiedades fisicoquímicas del receptor; así, cuando se deforma inicial- mente un corpúsculo de Pacini (y aumenta la permeabilidad de membrana), el líquido redistribuye la presión aplicada por sus laminillas concéntricas. Esta redistribución se refleja en un descenso de la permeabilidad de membrana y el potencial de receptor disminuye o se adapta. En segundo término, la propia fibra sensitiva puede experimentar una acomodación. Este proceso, aunque no se conoce muy bien, podría depender de una «inactivación» gradual de los canales de sodio con el paso del tiempo. Los receptores se clasifican como de adaptación lenta o rápida. Los receptores de adaptación lenta siguen transmi- tiendo las señales, con una frecuencia que apenas varía mien- tras se mantenga el estímulo. Por este motivo, se denominan «receptores tónicos» y pueden vehicular la fuerza del estímulo durante largos períodos. Algunos ejemplos son los husos musculares, los aparatos tendinosos de Golgi, los receptores para el dolor, los barorreceptores y los quimiorreceptores. Los receptores de adaptación rápida se activan solo cuando cam- bia la intensidad del estímulo, por lo que se denominan «receptores de velocidad» o «detectores de movimiento». El corpúsculo de Pacini es el ejemplo mejor conocido de esta última categoría de receptores, junto con los receptores de los conductos semicirculares y los receptores articulares (propiorreceptores). 354 UNIDAD IX El sistema nervioso: A. Principios generales y fisiología de la sensibilidad 354.pdf
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