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10 - Mazzoni - Teórico 11 - Función paterna en Lacan

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Función paterna en Lacan: 
Nueva cátedra Psicopatología 1. 
Prof. Yanina Mazzoni. 
7 de junio de 2011. Teórico 11. 
 
Buenas tardes. En la clase de hoy vamos a abordar la función paterna y el concepto 
de Nombre del Padre, fundamentales para entender la distinción lacaniana entre psicosis y 
neurosis. 
Antes de avanzar en la cuestión de la función paterna quería hacerles un pequeño 
recorrido para que puedan ubicar que la cuestión del padre no es un invento lacaniano. El 
padre está muy presente en Freud, en especial en una obra que se llama “Tótem y tabú”. No 
lo vamos a tomar en su totalidad, sólo me interesa que lo podamos tomar como una pequeña 
introducción a la cuestión del padre. Freud arma un mito del padre, arma el mito del padre 
de la horda primordial, creo que más o menos todos la conocen. 
El padre es para Freud una representación. Es una representación del padre muerto. 
Ustedes saben que según el mito los hermanos se reúnen y matan al padre porque el padre se 
quedaba para si todas las mujeres, las tenía todas para él. Nada para los hijos. 
Y de ese asesinato surge un pacto fraterno, una fraternidad -el tótem- del cual hacen 
ley. Esa ley prohíbe que se repitan las condiciones de goce que llevaron al asesinato, es una 
ley que regula el goce. Prohíbe que alguien pueda encarnar ese goce que el padre tenía. Y 
reservan para unos pocos días al año un espacio de goce “liberado”, una suerte de 
conmemoración. Es la fiesta totémica: en ese momento está todo permitido; cuando termina 
la fiesta el resto del año está ordenado, el goce total prohibido. Ya no existe uno que pueda 
detentar todo el goce, tener a todas las mujeres, etc. porque de existir sería volver a lo 
anterior. Se arma el clan de hermanos, entonces, ordenados con esta ley. 
En Tótem y tabú entonces se trata, más que de quedarse con definiciones 
antropológicas, de poder hacer una lectura que ubique cómo Freud construye la 
representación del padre a partir de un padre muerto, que instaura una ley. Se lee en el texto 
cómo esa representación del padre hace ley y organiza la comunidad de hermanos, aunque 
no esté presente, especialmente porque no está presente. 
En el Seminario 3 ustedes van a ver que Lacan también habla del padre, pero ya no 
en términos de representación sino en términos de Significante. Y es el Otro el que tiene o 
no tiene ese Significante primordial que hace de carretera principal, digamos, que orienta, 
que sirve como indicador de cómo ser padre. Lacan, en el Seminario 3, antes de ubicar el 
Significante del Nombre del Padre, ubica el “ser padre”. Entonces dice que ese Significante 
hace de carretera principal, es un Significante especial que aúna el haz de significaciones, 
otorgando una significación privilegiada que polariza -la significación fálica- y lo ubica 
también como un punto de almohadillado. Un punto de almohadillado es lo que hacían los 
colchoneros antiguos y que permite que el trabajo de costura no se suelte. Es un punto que 
amarra, que fija. Van a ver que es muy lindo, en el Seminario 3, lo que Lacan dice sobre la 
carretera principal. Va a decir que no es lo mismo tener ese Significante particular, que arma 
esa carretera que tener montones de cartelitos que van hablando al costado del camino, solos, 
desconectados, dispersos. Y dice que cuando uno está perdido en el mundo y de pronto 
encuentra una carretera principal, ¡ya está! Para un lado o para el otro, pero llego a alguna 
parte. 
Digamos que no es lo mismo eso que los caminos alternativos, que muchas veces no 
conducen a nada, que dan vueltas, que esa polarización que se produce en la carretera 
principal. Hace una metáfora de eso, ya no en relación a una representación como en Freud, 
sino a un Significante que está o no está en el Otro. 
Otro gran texto para trabajar sobre la función paterna es el Seminario 5. Nosotros 
vamos a detenernos en el capítulo 8, parágrafo 3 y en el capítulo 10. 
 
Vamos al capítulo 8. 
Lacan refiere: “el Nombre del Padre puede faltar (…) Ahora voy a poner en la pizarra 
el pequeño esquema con el cual voy a introducir lo que les diré la próxima vez y que nos 
permitirá establecer lo delicado de la distinción que puede parecerles un poco escolástica 
entre el Nombre del Padre y el padre real. El Nombre del Padre, en tanto que llegado el 
caso puede faltar, y el padre que según parece no ha de estar tan presente para que no 
falte” 106 . Es decir, el padre real no tiene que estar tan presente para que no falte el 
Significante del Nombre del Padre. Es un trabalenguas. Por otro lado, el nombre del padre 
puede faltar, esa es una referencia a la psicosis. 
Lo más importante es que aquí Lacan distingue el Nombre del Padre del padre real. 
El “padre que según parece no ha de estar tan presente para que no falte”107. ¿Por qué dice 
eso? Porque él está discutiendo en este Seminario con los autores postfreudianos que 
hablaban del padre de la realidad y de cómo si el padre de realidad tenía tal o cual problema, 
si estaba o no estaba, el niño tendría en correlación a eso, tales o cuales problemas también. 
Ante esto, Lacan quiere separar absolutamente la noción de la función paterna -en 
tanto función- del padre de carne y hueso, es decir de la persona del padre. A esta altura, para 
Lacan, esa distinción es tajante y del padre real no le importa nada. Todo el peso está puesto 
en la función paterna. 
Después, en años posteriores, es cuando modera esta posición y afirma que no es sin 
consecuencias quien ocupe ese lugar, el del padre real. No es que la función paterna pierda 
importancia, sino que cobra cierta relevancia también quien ocupa el lugar del padre real. 
 
Pero volviendo a este momento, al Seminario 5, es posible ver cómo acentuando la 
cuestión de la función, Lacan habla del padre de un modo simbólico. Es decir, el padre como 
un significante. De esta forma, el nombre del padre ausentifica al padre de la realidad. Y de 
lo que trata es de si el Otro tiene o no ese Significante; no de la persona del padre. 
No se trata entonces de la persona del padre, sino del Significante Nombre del Padre 
presente o no en el Otro. Y por esta misma razón puede ser la persona de la madre, de un tío, 
un abuelo, etc., la que venga a donar ese Significante. Veamos otra referencia donde habla 
del Nombre del Padre y de la dimensión del Otro, como una dimensión que se encarna en 
algunas personas y que soporta la autoridad. “Llegado el caso, que esas personas falten, que 
haya carencia paterna, no es esencial. Lo esencial es que el Sujeto, por el procedimiento que 
sea, haya adquirido la dimensión del Nombre del Padre”108. 
Esto último es muy interesante porque abre una perspectiva donde de lo que se trata 
no es sólo de que el Significante esté presente en el Otro, sino de que el Sujeto de algún modo 
es responsable también de esto. El Sujeto de alguna manera tiene que consentir al Nombre 
del Padre, “tragarse su impostura” llegará a decir Lacan. 
 
106 - Lacan, J. (1957-58). El Seminario, Libro V: “Las formaciones del inconsciente”. Buenos Aires, Paidós: 
1998 p. 160 
107 - Ibidem. 
108 - Op. Cit. p.159. 
Hay un caso de mi clínica donde ubico esta cuestión. Es el caso de una niña que se 
vuelve débil mental a partir de la muerte de un hermano que era débil mental. Se ve cómo no 
es sólo el Otro que dona ese Significante, sino el Sujeto que se las arregla de algún modo 
para poder hacerse de él también. 
Entonces, el Nombre del Padre no es un Significante como cualquier otro y siguiendo 
los desarrollos del Seminario 5 vemos que se accede a él por la dimensión metafórica, o sea, 
por la operación de metáfora del Nombre del Padre. Esto quiere decir que este Significante 
no viene volando por el éter y el sujeto de alguna forma lo atrapa, sino que es a partir de un 
procedimiento particular, metafórico, que Lacan llama la Metáfora Paterna. Es decir, y esta 
es la lógica que creo que hay que seguir,el Nombre del Padre hay que tenerlo, pero también 
hay que saber servirse de él. 
Es en la relación entre Sujeto y Otro, en donde hay un interjuego. En estas páginas 
que estamos trabajando Lacan, para hablar de la Metáfora Paterna, introduce un esquema en 
forma de triángulo que tal vez conocen, donde ubica a la madre en un vértice, al padre en el 
otro y al niño en otro. Y nos dice ahí que todo lo que se realiza en el Sujeto depende de los 
Significantes que se colocan en el Otro, que están en el Otro. El Sujeto es efecto, lo vimos, 
del Significante y por eso depende de lo que ocurra en los tres vértices, que es una forma de 
representar la triangularidad edípica. 
En los vértices vemos: madre, padre, niño. Lo que hay que destacar es que el Sujeto 
no es el niño, no es la madre, sino que el Sujeto es lo que se constituye, digamos, a partir de 
ese triángulo, lo que se arma en ese triángulo es de lo que va a depender el Sujeto; el Sujeto 
como efecto del Significante. Un poco más adelante dice: “depende de lo que ocurra en ese 
juego el cuarto término es el Sujeto, este es en efecto estúpido inefablemente porque no posee 
sus Significantes, está fuera de los tres vértices del triángulo edípico, pero depende de lo 
que ocurra en este juego”109. 
El Sujeto está por fuera de este triángulo, es efecto de él, por eso depende del juego 
que tiene entre estos tres elementos, ubicados en los vértices. Entre estos tres lugares, 
podemos pensar también. 
Continuamos con otras referencias que apuntan a la misma cuestión: “todo lo que se 
realiza en ese Sujeto depende de los Significantes que se colocan en el Otro”110. 
 Y una más: “Este punto creo que lo han reconocido ustedes con solo haberlo visto 
como tercero con la madre y el niño”111. 
Ahora vamos a ver cómo introduce una noción compleja pero clave para el desarrollo 
de nuestro tema: “Este tercer punto, al fin voy a nombrarlo, creo que todos ustedes lo tienen 
en la punta de la lengua, no es otro que el falo, y por eso el falo ocupa un lugar de objeto 
tan central en la economía freudiana. Sólo con esto basta para mostrarnos como se extravía 
el psicoanálisis de hoy, se aleja de él cada vez más, diluye la función fundamental del falo, 
con el cual el Sujeto se identifica imaginariamente para reducirlo a la dimensión de objeto 
parcial. Esto nos devuelve a la comedia”112. 
Esto es interesante porque lo que ustedes van a ver ahora, en el capítulo siguiente, 
son los tres tiempos del Edipo donde el falo no es un objeto parcial, sino que es un lugar 
donde se identifica el Sujeto, este falo imaginario de la madre. Y cumple un rol particular, el 
 
109 - Op. Cit. p.161. 
110 - Ibidem. 
111 - Op. Cit. p.162. 
112 - Op. Cit. p.163. 
hecho de que la madre no lo tenga, pero igualmente el sujeto se identifique a ese lugar. Ese 
momento es necesario, digamos, en la constitución; este momento de identificación con el 
falo imaginario de la madre. No se trata de un objeto parcial, no se trata de nada de lo que 
los postfreudianos hablan en relación al falo, sino justamente de un lugar donde el niño se 
identifica. Por eso lo pone, en el triángulo, en relación al Edipo. El falo es un elemento 
necesario en la construcción del Edipo. 
Vamos al capítulo 10. Lacan en este Seminario pasa muy rápidamente del falo como 
significación, como efecto de la Metáfora Paterna que ahora vamos a ver, al falo como 
Significante. Por eso hay complicaciones al momento de la lectura. Les aclaro que acá se 
trata del falo imaginario al que el sujeto se identifica. 
Entonces vamos a examinar la operación por la cual se introduce la lógica de la 
función paterna: la metáfora. Es en el Seminario 4 donde Lacan formaliza la construcción de 
la Metáfora Paterna. El Significante del Nombre del Padre sobre el Significante del Deseo 
de la Madre, hace surgir un sentido nuevo; el falo aparece en el lugar del significado. 
NP DM 
----- ---- 
DM X 
 
En la Metáfora Paterna tendríamos un Significante (NP) sobre otro Significante 
(DM), y un Significante (DM) sobre un enigma. Para que se produzca el efecto que es la 
significación fálica, tienen que elidirse (suprimirse, anularse, borrarse, quitarse) dos 
Significantes. El falo es el significado producido por la metáfora. Es decir, cuando se 
produce la escisión de estos dos Significantes, se produce esta significación que Lacan va a 
ubicar acá como falo imaginario: falo como significación fálica. Tenemos también el lugar 
del Otro como Tesoro de los Significantes, todavía sin barrar. 
En el Seminario 5 todavía hay otra complicación: comienza a emerger el Otro como 
Otro barrado. Entonces, hay una tensión conceptual entre el Otro como Tesoro de 
Significantes y el Otro como Barrado. El Otro también es el Otro de la ley y en este Seminario 
5 no está todavía la explicación de cómo se produce este deslizamiento en la 
conceptualización del Otro. Entonces van a encontrarse con esta otra problemática en el 
Seminario 5, que se suma a esta que les estoy diciendo del falo. La significación fálica como 
falo imaginario pero, en cualquier caso, ese falo es bastante particular para ser un significado 
o una significación. 
Veamos la metáfora. Se trata de dos Significantes que se significan entre sí –
mecanismo descripto por Freud como condensación- y producen un significado nuevo. 
Tenemos: el Nombre del Padre, el Deseo de la Madre y una significación desconocida y 
enigmática, por eso la “X”. 
La operación metafórica opera produciendo un sentido, un sentido al enigma que 
ubicamos como X. El Nombre del Padre como Significante produce una determinada 
significación que es la significación fálica. En otras palabras: la introducción del Nombre 
del Padre permite localizar el falo como Deseo de la Madre. Es decir, si el Deseo de la Madre 
produce una significación que resulta totalmente enigmática (porque el deseo de la madre es 
caprichoso, desconocido incluso por ella misma) el Nombre del Padre permite localizar el 
falo como lo que desea la madre. Traduce esa X por un sentido, una significación fálica. El 
resultado de la metáfora, lo que produce la elisión de esos dos términos, es darle significación 
al Deseo de la Madre. El Nombre del Padre traduce ese Deseo de la Madre y ubica que el 
Deseo de la Madre es deseo del falo. 
Esto en la psicosis no se produce porque el Significante del Nombre del Padre está 
forcluído y entonces, el lugar, el enigma del Deseo de la Madre, no queda traducido y queda 
un agujero en lugar de la significación fálica. Vamos a trabajar esto la próxima vez. 
La significación fálica es también lo que orienta en la cuestión sexual y en el cómo 
hacer con el goce. En Schreber, por ejemplo, es posible ubicar cómo el goce está desregulado 
en el cuerpo y en la palabra: los neologismos, la certeza, los fenómenos corporales, los 
llamados fenómenos elementales que se producen en la psicosis. 
Retomando, al ser el falo introducido como una significación por la operación de la 
Metáfora Paterna es posible entender a partir de allí que sea el común denominador de todos 
los significados que se producen en la cadena. El denominador común es otro modo de 
referirse a la noción de carretera principal que mencionábamos al principio de esta clase. En 
este punto voy a detenerme un poco para tratar de aclarar un poco para ustedes la noción de 
falo. 
Pensemos entonces: si el falo es un significado, esto es en principio complejo... 
porque si nosotros habíamos dicho que el Nombre del Padre es como un punto de 
almohadillado que corresponde a distintas significaciones, y acá estamos diciendo que ese 
falo es como un común denominador de todas las significaciones, al menos hay un punto 
complicado con esto, en seguir llamándolo significación, en seguir pensando ese falo 
imaginario. Vemos que ubicarlo en cierta equivalencia a lo que habíamos dicho sobre el 
Nombre del Padre nos pone sobre la pista de que asu vez el falo puede definirse como un 
significante, un significante privilegiado también que no copula, que no hace dos, pero que 
ordena la cadena. Entonces hay como dos estatutos del falo. Uno imaginario y otro, 
simbólico: como significación o significado y como significante. 
La operación de la Metáfora Paterna produce la significación fálica. ¿Qué es la 
significación fálica? Es un ordenador. Es un ordenador de significaciones. Es la carretera 
principal de las significaciones, las ordena, a partir de esto, las significaciones van por ahí. 
Ahora vamos a tomar lo que Lacan desarrolla como los tres tiempos del Edipo para 
entender cómo el niño se ubica como falo de la madre, como falo imaginario de la madre. 
En principio hay que decir que para que se desarrollen los tres tiempos lógicos del Edipo, es 
necesario que esté operando la Metáfora Paterna. 
Comienzo con una referencia del texto: “Llegamos al punto en que afirmé que donde 
residían todas las posibilidades de articular claramente el complejo de Edipo y su 
mecanismo a saber, el complejo de castración era la estructura que pusimos en relieve como 
la metáfora”113 . 
Es decir, que lo que se juega en el Edipo y su mecanismo -que es el complejo de 
castración- se juega alrededor de esta metáfora. Voy a hacer primero un desarrollo de los 
tres tiempos para que se vayan familiarizando con los conceptos y después lo vamos a ir a 
buscar al texto. 
Habíamos ubicado que la cuestión del padre es una cuestión central para Freud, y que 
él plantea la cuestión con dos mitos: el de la Horda y el de Edipo. Lacan en el Seminario 5 
reinventa de algún modo el padre freudiano mítico, bajo la forma de la Metáfora Paterna. 
Esta fórmula de la Metáfora Paterna fue presentada en su escrito De una cuestión 
preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis, que se ubica después del Seminario 3, 
y es retomada en el Seminario 4. 
 
113 - Op. Cit. p.185. 
En el Seminario 3 Lacan menciona el concepto de Nombre del Padre y le da la 
función de punto de almohadillado. Es decir, le da un carácter simbólico. Así Lacan intenta 
dar cuenta de la teoría freudiana del padre y para esto introduce el Significante del Nombre 
del Padre y la operación de la Metáfora Paterna. 
Introduce ahora una interpretación lógica –es decir, simbólica- del Complejo de 
Edipo, que como mito se ubica más en el registro imaginario. Como ven, es un nuevo 
esfuerzo por desimaginarizar los conceptos que realiza Lacan. 
Los tres tiempos del Edipo entonces, que se tienen que entender como tres efectos de 
la Metáfora paterna. 
Lo primero que dice Lacan en este capítulo es que el primer tiempo es la 
identificación del Sujeto con el objeto de deseo de la madre, que es el falo imaginario, 
producto de la significación fálica. Lacan va a decir que esos tres tiempos son lógicos y no 
cronológicos. Lo dice hacia el final del mismo capítulo, creo que en el parágrafo 3. 
Igualmente, los tiempos lógicos se desarrollan por sucesión. Podemos pensar que en estos 
tres tiempos del Edipo es como si Lacan hubiera encontrado y aislado un tiempo estructural 
del desarrollo. 
Habíamos dicho que el primer tiempo, esencial, importantísimo, necesario, es el de 
la identificación del Sujeto con el objeto de deseo de la madre: el falo imaginario. Para que 
eso se produzca tiene que estar el Nombre del Padre en función. ¿Qué quiere decir esto? Que 
si no está el significado introducido por la metáfora -que es la significación fálica- es decir, 
la traducción del Deseo de la Madre, el niño no se puede identificar … al falo imaginario ¿se 
entiende? 
Lo que va a introducir ahora también es que además de padre, niño y madre va a estar 
el falo - falo imaginario- como un término importante donde se juegan las relaciones 
edípicas. Entonces, por eso es necesario que el Nombre del Padre esté en función ya en este 
primer tiempo. 
Lacan afirma allí: “¿De qué se trata la Metáfora Paterna? Propiamente es en lo que 
se ha constituido de una simbolización primordial entre el niño y la madre. Poner al padre 
en cuanto a símbolo o Significante en lugar de la madre”. Es poner al padre en cuanto 
Significante en lugar de la madre. Metáfora Paterna. Sustituir el Deseo de la Madre por el 
significante del Nombre del Padre. “Veremos qué quiere decir en lugar de, constituye el 
punto central, el nervio motor, lo esencial del progreso constituido por el Complejo de 
Edipo”114. 
Un poco más adelante dice: “la primera relación de realidad se perfila entre madre 
y el niño… [estamos hablando del primer tiempo del Edipo] y ahí es donde el niño 
experimenta las primeras realidades y su contacto con el medio viviente. Si hacemos entrar 
al padre en el triángulo, es con el fin de dibujar objetivamente, la situación mientras que 
para el niño todavía no ha entrado”115. 
El padre no entra en este primer tiempo pero, como Significante, instaura la 
posibilidad de que la identificación como falo de la madre se produzca. 
Seguimos: “el padre para nosotros, es real. Pero no olvidemos que solo es real para 
nosotros, en tanto que las Instituciones le confieren, yo no diría, siquiera su papel o su 
función de padre, no es una cuestión sociológica sino su Nombre del Padre. Que el padre 
 
114 - Ibidem. 
115 - Op. Cit. p.186. 
sea el verdadero agente de la procreación no es en ningún caso, una verdad de 
experiencia”116. 
Acá se introduce el padre en cuanto función. Es necesario que esté operando la 
metáfora paterna para que se produzca este tiempo, el tiempo de la madre y el niño. Ahí hay 
una primera simbolización necesaria, constitutiva. 
“Lo importante, en efecto, no es que la gente acepte perfectamente que una mujer no 
puede dar a luz salvo cuando ha realizado un coito, es que sancione en un Significante que 
aquel con quien ha practicado el coito, es el padre”117. 
Digamos de lo que se trata no es sólo el padre que cumple su función, sino también 
de la madre asintiendo a esta función, permitiendo que el Nombre del Padre la sustituya. 
“De lo contrario, tal como está constituido para su naturaleza el orden simbólico, 
nada absolutamente puede evitarse. Eso [el hombre con el que se ha tenido coito], que es 
responsable de la procreación, siga siendo en el sistema simbólico idéntico a cualquier cosa, 
a saber, una piedra, una fuente o el encuentro con un espíritu en un lugar apartado”118. 
Es decir, que es necesario que se reconozca ese lugar para que se produzca la 
posibilidad de una sustitución. Si no, ese otro que está ahí, y con el cual se tuvo una relación 
sexual, puede ser lo mismo que una piedra, una fuente o lo que sea, lo mismo da. 
“La posición del Nombre del Padre, la calificación del padre como procreador es 
un asunto que se sitúa en el nivel simbólico. Puede realizarse de acuerdo a las más diversas 
formas culturales, pero en sí no depende de la forma cultural. Es una necesidad de la cadena 
Significante”119. 
¿Qué nos dice Lacan acá? Que el padre es, en principio, un Significante. No se trata 
de cuál es el método, la forma, cómo se llegó a ser el padre o lo que viene a hacer las veces 
de procreador. Puede ser de distintas maneras. La función del padre en la cadena Significante 
es el Significante del Nombre del Padre. Este es el mayor punto en esta introducción del 
padre como simbólico. Se trata de una necesidad de cadena, una necesidad lógica de la 
cadena significante. 
“La relación del niño con la madre, en tanto que el niño depende del Deseo de la 
Madre, de la primera simbolización de la madre y de ninguna otra cosa, mediante esta 
simbolización el niño desprende su dependencia efectiva respecto del Deseo de la Madre, de 
la pura y simple evidencia de dicha dependencia y se instituye algo que se subjetiviza en un 
nivel primordial y primitivo. Esta subjetivación consiste simplemente en establecer a la 
madre como aquel ser primordial que puede estar o no estar”120. 
En esta relación entremadre y niño en el primer tiempo del Edipo, se produce la 
primera simbolización. El efecto de esa primera simbolización es un efecto de subjetivación, 
un efecto sujeto: “En el deseo del niño, el de él, este ser es esencial. ¿Qué desea el sujeto? 
No se trata simplemente de la apetición de los cuidados, del contacto, ni siquiera de la 
presencia de la madre, sino de la apetición de su deseo”121. Es decir, si él puede colmar algo 
de ese deseo materno.” 
 
116 - Ibidem. 
117 - Op. Cit. p.187. 
118 - Ibidem. 
119 - Ibidem. 
120 - Ibidem. 
121 - Ibidem. 
Este deseo materno, que es deseo de falo, es el lugar donde el niño viene a ubicarse 
y es por eso que hay una subjetivación; no es sólo la madre que desea el falo sino el niño que 
acceda a ubicarse en ser ese objeto de deseo de la madre, de ser ese pequeño falo de la madre. 
También en este primer tiempo -de esta subjetivación, de este ubicarse en el deseo de 
la madre que es necesario- es importante destacar que puede haber un impasse. Es lo que 
ocurre cuando ese sujeto queda capturado de un modo eterno en ese tiempo, en ese lugar o 
cuando el sujeto no termina de ubicarse allí, no termina de acceder a esa posición y sucede 
una suerte de detención en el despliegue de la estructura. Puede pensarse una clínica de los 
impasses en los tiempos del Edipo. Es algo interesante para pensar. 
En términos ideales lo que tiene que suceder -y esto es lo que abre el segundo tiempo 
del Edipo- es que esa posición no se eternice, que se salga de allí. ¿Cómo? Ahí entra en al 
juego el padre, en primer plano. Entra en acción para privar, en su rol interdictor. 
“Es decir, de algún modo el padre prohíbe al niño que quede identificado con el 
objeto de deseo de la madre. El padre interdictor, el padre que dice esto se acabó es el padre 
que frustra al niño de ser el falo de la madre y que priva a la madre de que el niño sea 
objeto”122. 
Que el niño venga al lugar del falo de la madre es algo que tiene que ocurrir, pero 
para luego abandonar ese lugar. Es lo que precipita, entonces, el segundo tiempo del Edipo. 
“Se lo recuerdo para mostrarles que la relación del niño con el falo se establece 
porque el falo es el objeto de deseo de la madre”123. 
“Pero la experiencia nos demuestra que este elemento desempeña un papel activo 
esencial en las relaciones del niño con la pareja parental. La experiencia analítica nos 
demuestra que el padre, en tanto que priva a la madre del objeto de su deseo, especialmente 
del objeto fálico, con el cual quedó identificado el niño, desempeña un papel del todo 
esencial. No diré en las perversiones sino en todas las neurosis y a lo largo de todo el curso, 
aunque sea el más sencillo y normal, del complejo de Edipo”124. 
Pero ubiquemos esto: “ahí el padre priva a alguien de lo que a fin de cuentas no 
tiene, es decir, de algo que solo tienen existencia porque lo hace surgir en la existencia en 
cuanto a símbolo”. 
Es decir, la madre no tiene falo, con lo cual el padre la priva de algo que no tiene. Por 
eso estamos hablando de una operación imaginaria en cierto punto porque es sobre el 
símbolo. 
Ven como acá también se trastoca el falo imaginario, aparece el falo como simbólico, 
en tanto existe como símbolo. 
Entonces se la puede privar a la madre del falo, que es privarla de tener a este niño 
identificado a este lugar. Es muy claro que el padre no puede castrar a la madre de algo que 
ella no tiene, entonces, ¿qué hace? La priva. Castrarla sería una operación simbólica de lo 
que no tiene. ¿Le puede sacar algo a la madre? No. La priva. La priva de que “se trague” al 
niño, a ese niño que está identificado con su deseo, deseo de falo. La priva y permite que el 
niño salga de esa identificación, de ese lugar. 
Y esto es lo que para mí es esencial en esta cuestión: “Esta privación, el sujeto infantil 
la asume o no la asume, la acepta o la rechaza. Este punto es esencial. Se encontrarán con 
 
122 - Op. Cit. p.188. 
123 - Op. Cit. p.190. 
124 - Ibidem. 
esto en todas las encrucijadas, cada vez que su experiencia los lleve hasta un punto 
determinado que ahora trataremos de definir como nodal en el Edipo.”125 
Se dan cuenta de lo que señalábamos antes, hay también una elección del sujeto en 
aceptar o no aceptar esta privación del padre. 
Retomando, es importante esta distinción entre privación y castración. Antes de que 
aparezca la identificación del niño con el padre, como efecto digamos de esa interdicción del 
padre, el padre debe privar a la madre del niño, y el niño tiene que aceptar o rechazar esta 
separación en relación a la madre. 
El sujeto puede aceptar o rechazar esto, pero en cierto modo su respuesta va a estar 
forzada, si ustedes quieren, porque ya está comenzada por los padres. Y ellos a su vez tienen 
relación con lo que fue empezado por los otros. Por eso, decimos que esta lógica de los tres 
tiempos del Edipo es una versión estructural del tiempo de desarrollo. 
Retomamos. El padre tiene un derecho. Se trata del padre simbólico cuyo acto recae 
sobre un objeto real, es decir, frustra al hijo de ser el falo de la madre. 
En el tercer tiempo, que también lo introduce acá, no es el padre en función de 
privador, sino en función de ser el que tiene, el que da y que promete para el futuro. Lacan 
resalta muchísimo la importancia de este tercer tiempo. Va a decir que el segundo tiempo es 
nodal. Está el nudo de la cuestión allí, en ese tiempo, el del padre que priva, que prohíbe, que 
introduce el no. 
Pero señala también la importancia de que el padre pueda dar una versión posible. De 
que haya un sí. Esto que el padre da en Lacan tiene varias declinaciones: son las insignias 
fálicas que sirven de soporte identificatorio, pero también lo que del padre permite armar una 
versión posible de qué hacer con el goce y una versión posible del Otro sexo, de la cuestión 
sexual. 
Una versión posible del goce, siempre tan problemático para el sujeto. ¡No es poca 
cosa! 
Así, el padre que tiene y que puede dar algo abre una promesa para el futuro. Es el 
padre que se hace preferir a la madre, que es soporte de identificaciones, lo que en Freud 
encontramos como la formación del Ideal del Yo. 
Lo interesante del planteo lacaniano es que en la prohibición no se trata de un no 
rígido, de un no mortificante; es un no fecundo, es una prohibición que es condición para 
después dar permiso de algún modo. 
Lacan afirma de la tercera etapa: “es tan importante como la segunda, el falo, el 
padre ha demostrado que lo da sólo en la medida en que él es portador. Puede dar o negar 
porque lo tiene, pero el hecho de que lo tenga, ha de dar alguna prueba” (...) el tercer 
tiempo, tiempo donde se podrá obtener lo que se quiere, no de forma inmediata, pero está 
prometido obtenerlo”126. 
 
Es como si el padre dijera: no con mamá, porque mamá es mía, pero vos vas a tener 
lo tuyo en su momento. Del segundo tiempo, el del padre que priva, pasamos entonces al 
tercer tiempo, el del padre que da, que tiene y hace prueba de su potencia. 
Vamos entonces repasando: tenemos el primer tiempo en donde podemos ubicar al 
niño, a la madre y al falo. Y al padre como una presencia velada -va a decir Lacan en este 
 
125 - Op. Cit. p.191. 
126 - Op. Cit. p.192. 
Seminario- porque está presente sólo como Significante para que el niño se pueda identificar 
a ese lugar del falo. 
Tenemos el segundo tiempo donde podemos ubicar al padre que priva y que dice que 
no. Y el tercer tiempo, el del padre que tiene, que da y que promete. 
El segundo tiempo, que es el que Lacan llama nodal, allí el niño es desalojado de la 
posición en la cual la madre podría satisfacerse y, a partir de ahí, se puede establecer el tercer 
tiempo que es un momento fecundo, en el que realmente el sujeto tiene la posibilidad a partir 
de lo que el padre permite. 
Para ir cerrando voy a leerles unas consideraciones que se encuentran hacia el final 
del capítulo quevenimos trabajando. Lacan habla en relación a ellas, a las mujeres, lo que 
siempre es una pregunta. 
“Tengan en cuenta también que la salida del complejo de Edipo es, como todo el 
mundo sabe, distinta para la mujer. Para ella, en efecto, esta tercera etapa como lo destaca 
Freud, es mucho más simple. Ella no ha de sentarse con esa identificación ni ha de conservar 
este título de virilidad. Sabe dónde está eso y sabe dónde ir a buscarlo, al padre, y se dirige 
a quien lo tiene. Esto también les indica en qué sentido una feminidad, una verdadera 
feminidad, siempre tiene hasta cierto punto una dimensión de coartada. Las verdaderas 
mujeres, eso siempre tiene algo de extravío.”127 
Y ya sobre el final hay un muy lindo pasaje: “El padre está en una relación 
metafórica, sí y solo sí, la madre lo convierte en aquel que con su presencia sanciona la 
existencia del lugar de la ley. [¡Es la madre la que permite!] Queda pues, un inmenso margen 
para las formas y los medios con la que esto se puede realizar porque es compatible con 
diversas formaciones concretas.”128 
Ven como hay una clínica de los impasses en estos tres tiempos… siempre hay una 
falla y es posible ver cómo el sujeto se las arregló con eso. 
Para concluir hoy, retomo algo que Fabián trata en varias publicaciones acerca de la 
película “La vida es Bella”. Es muy interesante porque se ve muy bien que el padre es el 
hacedor de la fantasía del hijo. Ellos están en el campo de concentración y lo que hace el 
padre es transformarle la realidad que -como dice Freud- está en juego, que es siempre la 
realidad psíquica. 
Se trata del horror y de cómo el padre interviene para enfrentarse con eso. Para crear 
una ficción que proteja al niño del horror de lo real. Hay una escena en la que se ve muy bien 
cómo el padre opera de traductor. Él no entiende nada de alemán, pero igual traduce para su 
hijo. Así, podríamos decir que la función del padre es hacer de traductor de lo que viene del 
lado materno. Así, esta función permite al hijo armarse un mundo para enfrentarse al horror 
de lo real. 
Nos vemos el martes que viene. 
 
 
 
 
 
 
 
 
127 - Op. Cit. p.201. 
128 - Op. Cit. p.202.

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