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La Argentina vive horas críticas. Esta situación puede resumirse así: 1º) El Ejército, instaurado en partido político, se ha demos- trado incompetente para resolver el problema nacional. 2º) Las clases sociales asisten a tensiones ideológicas críticas. 3º) Una desafiante conciencia nacional se enfrenta a una reacción colo- nialista no menos cerrada de las clases sociales y grupos econó- micos dependientes del imperialismo. 4º) El desacomodamiento social lanza a los obreros a la lucha y divide a la clase media con la incorporación de vastos sectores populares a la liberación nacional. 6º) La gravedad de la situación desata desde arriba intentos de conciliación con el peronismo, que bajo el nombre de Gran Acuerdo Nacional, pretende amortiguar la resistencia del pueblo patentizada a través de huelgas y operaciones ilegales, o como los llama Perón "formaciones especiales". La finalidad de esta política apaciguadora, detrás de la cual ma- niobran gigantescos intereses internacionales, es asimilar al pe- ronismo a la legalidad colonialista, a fin de legitimar la entrega consumada desde 1955. Este programa, última carta de la con- fabulación neocolonialista, replantea la cuestión del peronismo como mayoría nacional. Ideología y Peronismo Se ha argüido -y con razón- que el peronismo es un movimiento policlasista. En esta particularidad se ha visto su naturaleza bur- guesa. Tal tesis es una simplificación. Se olvida, en esta crítica, cara a los grupos de izquierda, el contenido revolucionario o- puesto a los elementos conservadores, que definen al peronis- mo. El no tener en cuenta esta oposición viva, se acaba en la conclusión falsa de que el peronismo carece de ideología. ¿Qué es una ideología? En un sentido lato, ideología son los intereses de una clase o grupo social, presentados como los in- tereses de toda la sociedad. Esta ideología, tiende a tomar forma de partido político con un programa determinado. El movimiento Nacional Peronista tiene una ideología que sus contradicciones de clase no anulan, aunque si traban en sus objetivos revolu- cionarios. Es una ideología, pese a todo, que rebalsa los progra- mas de los partidos tradicionales. Pero las contradicciones del peronismo, sus diversos y contrapuestos intereses de clase, fa- cilitan la crítica. Es necesario, entonces, resumir el pensamiento de Perón, la evolución de este pensamiento en el exilio y analizar su inciden- cia en las tendencias internas del peronismo. En sus orígenes históricos, el peronismo surge como una ideología. Esa ideolo- gía, o programa político, condicionado por el estado del país y la política mundial a raíz de la II Guerra, etc., fue extraordinaria- mente avanzado para la época. Atacado de "fascista" por la izquierda, de "nazi", "estatizante" y "socializarte" a un tiempo por la oligarquía y los partidos coloniales demoliberales, ya en esta ensalada opositora, debemos advertir que el peronismo fue algo nuevo y revolucionario. Es indispensable, por eso, desbrozar lo contingente de lo princi- pal. En lo accesorio, el peronismo muestra, en efecto, compo- nentes ideológicos poco homogéneos. Al definirse como un mo- vimiento antioligárquico y antiimperialista, al mismo tiempo exhi- be contrastes que tornan compleja su ideología de acuerdo a los esquemas clásicos. En efecto, minúsculos pero activos grupos nacionalistas de derecha, aparecen en los comienzos en plano destacado, e intentan, sobre dogmas fascistas tomados de Eu- ropa, imponer una ideología católica extrema. Junto a estos gru- pos intelectuales, sin base de masas, los adversarios liberales y de izquierda, omiten otras fuerzas que integraron el peronismo. En primer término, el radicalismo -en oposición al alvearismo que dominaba al partido después de 1930- se divide y vuelca grue- sos aportes populares a la nueva corriente, introduce elementos difusos, pero nacionales que venían del yrigoyenismo y, parte del socialismo sindical, canalizado en el Partido Laborista, se suma al partido naciente. La Iglesia, en sus círculos teocráticos de tipo franquista el ala liberal no menos conservadora de la Iglesia apo- yó a la Unión Democráticatambién se infiltra, en un acuerdo con los nacionalistas de derecha de origen católico, en el movimien- to nacional naciente. UNTREF VIRTUAL | 1 Peronismo y Socialismo Hernandez Arregui Capítulo V La Actual Situación Argentina alber Resaltado alber Resaltado alber Resaltado alber Resaltado La imagen del nuevo partido no era nítida. Y Perón debió mane- jarse entre estas corrientes encontradas, entre estas antítesis irreconciliables. Pero si bien los enemigos se enredan en los de- talles, y los desfiguraron con agresiva conciencia de clase en la acusación de "totalitarismo", disparada simultáneamente por la oligarquía y la mayoría de la clase media, sobre todo de Buenos Aires, esta oposición estentórea tenía por razón de ser el pavor de tales clases ante la base real del movimiento, las masas pro- letarias, que con Perón jugaron y seguirían jugando desde el 17 de octubre de 1945, un papel decisivo en el proceso histórico nacional. El peronismo asoma bajo esta constelación ideológica múltiple y antagónica de sus partes constituyentes. Dentro del movimiento, equipos de origen no obrero, componen los elencos políticos diri- gentes predominantes. Pero fue la clase obrera, poco esclareci- da aún, dada la explotación inicua y la exclusión política de la que había sido objeto durante décadas por la oligarquía, la que condicionó en la práctica, un programa nacional muy unitario, pese a sus divergencias intestinas, que Perón, con genio políti- co, logró consolidar en un frente anticolonialista. Este programa nacional no fue socialista. Pero lo que se intenta negar, son los brotes socializantes muy avanzados para la época que, mucho más que las contradicciones, se desarrollaron du- rante el régimen de Perón, condicionados por el peso político del proletariado nacional: "Nosotros -escribía Perón en 1950- come- timos aquí las primeras herejías contra la verdad capitalista. Hoy como un homenaje a todos los compañeros que debieron sopor- tar los ataques doctrinarios (y también los no doctrinarios) pro- clamo la victoria de nuestras herejías sobre la vieja verdad capi- talista que se bate en retirada perseguida por los pueblos que ella explotó durante siglos". Fueron estos gérmenes socializadores los que arremolinaron la aguerrida y ciega -como en toda lucha de clases- coalición de fuerzas que derribó al régimen. Tales componentes ideológicos del peronismo rueden reseñarse en el proyecto nacional pro- puesto y no como meras divisas partidarias -de justicia social, independencia económica y soberanía política. El término "justi- cia social" no fue una simple metáfora política, sino una defini- ción programática próxima al socialismo, y al mismo tiempo, una distinción revolucionaria, en relación con los partidos en la Ar- gentina llamados "socialistas", pero que eran su negación pro- británica colonizada y carentes de gravitación sobre las masas nativas. Todo tránsito del colonialismo a la liberación nacional tremola banderas políticas definidas. Es decir, la independencia econó- mica que es la conciencia de la oposición al imperialismo. A su vez, esta conciencia antiimperialista, sólo puede desembocar en la soberanía política con la adhesión de la clase obrera. La unifi- cación de la clase trabajadora, es en el orden histórico, un tramo anticipador de la conciencia socialista de las masas aunque estas aún no piensen en el socialismo. El proletariado, cuales- quiera sea su desarrollo ideológico, es socialista en potencia o en acto, es decir, anticapitalista: "Quien espera una revolución social pura en su 'vida la verá. Es una revolución de palabra que no comprende la realidad de la revolución. La revolución rusa de 1905 fue democrática burguesa y en la serie de combates que la constituyeron participaron todas las clases sociales, grupos y elementos descontentos de la población. Socavó las bases del zarismo y facilitó el camino hacia lademocracia, y por eso, fue dirigida por los obreros con conciencia de clase" (LENIN). La independencia económica, a su vez, es un programa nacional que incluye una ideología, y el peronismo prohijó la consigna co- mo síntesis de la resistencia patriótica a la penetración extran- jera, sin la cual, el socialismo es una palabra hueca. Una política defensista no puede materializarse sin un plan de nacionalizacio- nes de ramas enteras de la producción y los servicios públicos. El peronismo cumplió este programa, sin el cual, en los siguien- tes momentos del desarrollo histórico, es imposible la socializa- ción de la economía. Nacionalización de la economía es estati- zación del Estado- Nación sobre la política interior y exterior y los bancos; planificación económica con criterio nacional, obras de base destinadas a vitalizar la promoción de zonas geográficas inexploradas, preservación de la salud pública; participación le los sindicatos en la política nacional ; educación técnica de la juventud trabajadora; distribución del ahorro popular a través de UNTREF VIRTUAL | 2 Peronismo y Socialismo Hernandez Arregui alber Resaltado alber Resaltado alber Resaltado alber Resaltado créditos de fomento a la mediana y pequeña industria; planes tecnológicos a largo plazo; política energética, etc., bases de la independencia económica y, como consecuencia de todas estas medidas coordinadas, un mercado interno estable, que con el crecimiento de la producción industrial, posibilita la sustitución de productos importados por nacionales elaborados en el país. To- das estas providencias enunciadas aquí de modo asaz breve, colocaron los cimientos, por primera vez en la Argentina, de una economía autónoma, cuya progresividad estaba asegurada por el II Plan Quinquenal, totalmente financiado con recursos propios al caer Perón. Esta política de Perón fue una etapa por la que han debido atra- vesar sin excepción todos los países socialistas. Las clases con- servadoras se sentían amenazadas -y no se equivocaban- res- pecto a la dirección del período de transición que les tocaba vivir. La oposición al peronismo no sólo se fundó en la reacción de la clase ganadera y grupos importadores y exportadores privados desplazados de la conducción económica por el Estado, y que encontraron activo auxilio en el exterior, sino y ante todo, por el poder obrero y su intervención creciente en la política argentina. El peronismo, por su estructura multiclasista, en la que grupos e individuos pertenecientes al conservadorismo, a la burguesía in- cipiente, y sobre todo a la clase media profesional de la que surgieron los planteles burocráticos del Estado, no fue un partido político coherente. Los funcionarios públicos miraban con recelo a los dirigentes de la C.G.T. No pocos ministros eran en su inti- midad antiobreros. La Universidad, aunque se democratizó con el acceso de los sectores de la población de menos ingresos, ca- reció de ímpetu revolucionario, ya que la Iglesia contrarrestó la democratización de la enseñanza. A su vez, los sindicatos -no debe olvidarse que fue Perón quien aceleró su organización ma- siva- carecían de antecedentes revolucionarios. El proletariado nacional, empero, como clase, fue unificado por Perón. El saldo trágico, después de Perón, fue una conciencia de clase rudimen- taria, que se encontró asediada por la persecución más atroz, y por tanto, obligada a la lucha espontánea, sin conducción par- tidaria. Pero ya durante los gobiernos de Perón, fue esa poten- cia, aún inorgánica del proletariado argentino en su inicial y gran- diosa experiencia histórica, la que determinó la resistencia disi- mulada del propio Ejército. La clase media peronista, también carcomió, desde adentro del partido y de la función pública al movimiento con su pasividad y hasta complicidad vergonzantes. El hecho innegable es que Perón, al final, se encontró solo, con enemigos en sus propias filas, y la confusa composición social del movimiento, mostró su endeblez frente a la violencia empe- dernida de la oligarquía, de un sector del Ejército y de una clase media idiota y virulenta en sus prejuicios sociales hacia los obreros. Ni la clase obrera, reciénen su faz gremial, tenía con- ciencia revolucionaria, ni los militares y equipos de gobierno con- cordaban con la C.G.T., en una tácita oposición antiproletaria ante el temor de un ordenamiento más profundo de la economía social y una mayor gravitación política de los trabajadores. Tampoco era invulnerable la posición del gobierno en el plano internacional. Los países iberoamericanos, por aquellos días, es- taban conducidos por civiles o militares adictos a EE.UU. Estos poderes externos e internos se concertaron contra Perón y pa- ralizaron el proceso liberador. La Epoca Posterior A Peron Después de Perón, las clases sociales en la Argentina, han entrado en un turbulento período de cambios políticos y menta- les, en tanto las clases ganadera e industrial, acorazadas en el poder militar, gobiernan desde 1955, a ritmo paralelo con la des- trucción del vallado defensivo de la economía nacional y la sub- secuente bancarrota del país con su dependencia del exterior. La clase trabajadora sufrió, en primer término, las consecuencias de este odio de la oligarquía y de la burguesía industrial, a pesar que este último sector había recibido la protección del régimen peronista. En la actualidad, todas las clases sociales han entra- do en crisis. Este proceso inédito de liberación nacional, -y no podía ser de otro modo- no fue orgánico. Pero después de Pe- rón, las masas respondieron con huelgas, el sabotaje y la resis- tencia, con explosiones esporádicas de violencia y', la toma de UNTREF VIRTUAL | 3 Peronismo y Socialismo Hernandez Arregui alber Resaltado alber Resaltado fábricas que culminaron en la represióncontra los obreros del Plan Conintes durante la presidencia proyanqui, consentida por el Ejército, del "desarrollista" Arturo Frondizi. Desde entonces, en ningún momento, el proletariado ha cedido en la acción revolucionaria, cada vez más conciente de las cau- sas de la caída de Perón, o sea, de la propia clase obrera. Este avance ideológico de los trabajadores, es en el orden histórico, el suceso más destacable de la Argentina actual, y para las cla- ses reaccionarias, el más peligroso que ha dejado como heren- cia histórica el peronismo. Ningún plan represivo, ningún intento de dividir al movimiento de masas han tenido éxito. Todos los gobiernos, civiles o militares, se han desplomado bajo la comba- tividad del proletariado. Esta resistencia nacional tiene una sola causa: la penetración imperialista. Los dirigentes sindicales, ven- didos o condescendientes, no han logrado interrumpir esta res- puesta revolucionaria de la clase obrera. Las maniobras de de- sintegración de los trabajadores y su asimilación por el sistema han fracasado. Las llamadas políticas "dialoguistas", "participa- cionistas", de "no alineamiento", etc., sólo han servido para acre- cer la crítica a los dirigentes y la aparición de corrientes revolu- cionarias, resistidas por los viejos cuadros, y nacidas al calor de las capas generacionales intermedias y jóvenes de la clase obre- ra y la pequeño burguesía. Socialismo y Peronismo El peronismo -no hay que ocultar los hechos- está en crisis. Pero es una crisis interna revolucionaria. Mientras los cuadros tradi- cionales se mantienen inmóviles ante las tres banderas caídas, los nuevos las hacen flamear y hablan abierta y conscientemente de socialismo nacional. En medio del bandolerismo de dirigentes sin prestigio, esta corriente avanza. El concepto socialismo na- cional, exige un breve comentario. De un lado, hablar de socia- lismo nacional, es una contradicción en los términos, pues el sustantivo "peronismo" implica el atributo de "nacional". Decir "socialismo nacional" es decir "peronismo socialista", pues el peronismo es nacional, y por ello mismo, un fenómeno específi- camente argentino, la forma de la conciencia de clase del prole- tariado en un gradomás alto de su desarrollo histórico hacia el socialismo. Empero, puede aceptarse el concepto "socialismo nacional" como una diferenciación frente al socialismo cipayo. En tal sentido, el peronismo obrero se nutre de sus propias luchas como clase nacional, de sus tradiciones colectivas, de su propia historia y de su afirmación revolucionaria en la Argentina. La gravidez del movimiento obrero peronista es tal que todas las clases están circunstanciadas, en pro o en contra, por su presión. El efecto más considerable de su presencia revolucionaria está en sus derivaciones sobre la clase media en sus diversos es- tratos. Aunque ya hemos tratado en capítulos anteriores esta cuestión, diremos algo más. La clase media no es uniforme. En épocas de calma muestra cierta homogeneidad moral, y sobre todo un indefinido disgusto frente al proletariado. Depositaria de la cultura visible de la so- ciedad, a través de sus capas profesionales, funcionarios, es- critores, periodistas, profesores y maestros, etc., es la interme- diaria del sistema educativo y administrativo de la clase dirigen- te. Sus miembros forman la democracia del Estado, la masa de educadores, desde la ensenanza primaria a la superior, etc., Pero el imperialismo, al mermar su nivel social, la desmembra en su aparente solidaridad de clase. La recolonización del país, con posterioridad a Perón, la ha deteriorado. Sus perspectivas de progreso, su tranquilo conformismo se ha tornado inestable. El descenso económico hace que, sobre todo sus capas intelec- tuales, perciban la significación del colonialismo. Este cambio de la clase media, le resta fuerza a los poderes antinacionales, que siempre, de algún modo, la han utilizado. De la clase media -y el fenómeno muestra analogías en Uruguay, Chile, Colombia, Gua- temala, etc- surgen grupos revolucionarios que se acercan a los trabajadores. Esta ideologización en la Argentina de la clase media, puede confirmarse en la yuxtaposición, en la prédica y la acción de los grupos clandestinos o no, de dos figuras en una so- la: Juan Domingo Perón y Ernesto Guevara. Las clases altas -y los organismos de seguridad- asisten con inquietud a este acer- camiento de la clase media al proletariado. Desde el apartamien- to de Perón de la Argentina, es innegable la unidad de la clase obrera por encima de los capitanejos sindicales, y la fracturación, muy riesgosa para el sistema, de la clase media. Del antiimpe- UNTREF VIRTUAL | 4 Peronismo y Socialismo Hernandez Arregui rialismo teórico la clase media ha pasado a tomar conciencia real de la Argentina y la América latina. Esta disposición mental hacia Iberoamérica, un tanto vagorosa todavía, pero existente, la con- duce a la comprensión de que la lucha es común a todos estos pueblos. No ha alcanzado todavía una visualización completa del problema, pero este no es un caso argentino sino de todos los países hermanos. Una profusa literatura inunda el país con referencia a la América latina, y aunque no superan esos estu- dios, la oposición abstracta al imperialismo, ni aún se ligan a una común conciencia iberoamericana, ésta temática empieza a tomar cuerpo político. El mito de una Argentina diferente al resto del continente se amengua. La unificación del hemisferio sur, todos lo perciben ahora, tiene fundamentos históricos, culturales, lingüísticos que retornan al pensamiento de grandes americanos del siglo pasado y el actual. La oposición al imperialismo em- pieza a concebirse como la reconstrucción de Iberoamérica. Uno de los grandes méritos de Juan Domingo Perón es haber reac- tualizado la cuestión. Esta idea, asociada a la existencia acu- sadora del Tercer Mundo, pareció prematura cuando la perfiló y no halló el eco debido. El proyecto iberoamericano Perón lo es- bozó en múltiples ocasiones, pero sobre todo, en el' intento de fundar una organización sindical opuesta a EE.UU. Proyecto que Perón procuró cristalizar con la organización de ATLAS (Asocia- ción de Trabajadores Latinoamericanos). A la incomprensión de los países limítrofes, se asoció la inmediata respuesta de los EE.UU. Ecos de la repercusión de este proyecto se encuentran en una obra publicada en 1955. Por decreto ley 479 del P.E. fir- mado por el Gral. Eduardo Lonardi el 7 de octubre de 1955, se creó la Comisión Nacional de Investigaciones, y con él se inició el proceso más execrable del siglo XX en la Argentina. Por otro decreto ley N° 14.988 del 16 de agosto de 1956, se autorizó la edición oficial de tales investigaciones, con las firmas de Pedro E. Aramburu e Isaac Rojas, Laureano Landaburu, Carlos Adro- gué, Teodoro Hartung, Julio J. Krause y Eugenio Blanco. El títu- lo de la publicación, establecido por el mismo decreto, fue: "Libro Negro de la II Tiranía", dentro del consabido paralelo entre Don Juan Manuel de Rosas y el Gral. Juan Domingo Perón. El traba- jo en millones de ejemplares, fue distribuido en el país y en el ex- tranjero, en su mayor parte con carácter gratuito, para que "la ciudadanía pueda defenderse -se dice en el mismo- de los peli- gros del totalitarismo antidemocrático". Jamás se ha vomitado en la Argentina una diatriba semejante. Ninguno de los cargos infa- mantes contra el régimen de Perón fueron probados. Pero el libro es hoy, una fuente histórica invalorable respecto a las clases sociales y fuerzas internacionales que dieron origen a la Revolu- ción Libertadora. Casi inhallable hoy, el "Libro Negro de la II Tiranía" debería ser reeditado y comentado críticamente por una Comisión del Movimiento Nacional Peronista. En lo que hace a ATLAS, en el mencionado trabajo oficial, se historia el nacimien- to del organismo obrero en 1952, que se reunió en Méjico con la presencia de 14 países iberoamericanos y 131 delegados. Pos- teriormente, en 1955, adhirió Brasil. Agregan los autores del libro, en una descarada defensa del "sindicalismo libre" que, como hemos visto asume la política de EE.UU. en materia obrera: "El nacimiento y expansión de ATLAS era temido por los organismos sindicales libres (léase EE.UU.: J.J.H.A.) ya que bajo la aparien- cia de loables enunciados proponíase la difusión del peronismo en este continente". Es obvio, que ATLAS fue un intento defensi- vo frente a EE.UU. ATLAS, que recién iniciaba una política de unidad latinoamericana, ya en 1955 tenía 18 millones de afilia- dos, y según el informe oficial que menciona estas cifras, sus adherentes "fueron servidores pagos del régimen peronista man- comunados para desquiciar y destruir los movimientos demo- cráticos de los países de América". Luego de la remanida tesis de la expansión imperialista de la Argentina de Perón, agrega el interventor de Atlas: "no conforme con estafar a la masa obrera argentina en sus más caras y legítimas aspiraciones y respon- diendo a esa intención imperialista que constituye la esencia de toda corriente totalitaria, puso las miradas y sus garras sobre las masas obreras de Latinoamérica". Al final del capítulo se diviniza a EE.UU., pues Atlas, según el informe "Realizaba una sistemáti- ca campana de intrigas en el campo sindical del continente. Re- currían a maniobras de todo tipo para impedir que la ORIT se ex- pandiera y comprendiese a todas las organizaciones obreras de Iberoamérica, haciendo creer a los trabajadores poco informados que dicha central estaba al servicio y era inspirada por el Depar- tamento de EE.UU. de América, con lo que servían también los planes comunistas, a quienes también decían combatir (¡!) (...) tratando de desunir a los pueblos y gobiernos que no se avenían a la degradante tutela del imperialismo peronista". Bastan estas UNTREF VIRTUAL | 5 Peronismo y Socialismo Hernandez Arregui pocas citas para saber a quien servía la Revolución Libertadora en el campo sindical. A EE.UU. y al "sindicalismo libre", financia- do por los monopolios norteamericanos que actúan tras la Con- federación Internacional de Organizaciones Libres (AFLCIO) con personajes viles como Serafín Romualdi y George Meany. Conviene reparar en la insistencia con que en el pensamiento dePerón reaparece la tesis de la unidad de Iberoamérica. A raíz de los acontecimientos de mayo de 1969, en la Argentina, Perón volvió sobre el gran tema: "En Córdoba, Rosario, Tucumán, etc., con unos años de diferen- cia, ha ocurrido lo mismo que en las grandes ciudades france- sas. Para los tontos y para los hipócritas se trata en ambos casos de "agitadores profesionales" manejados desde el exterior. Para los que saben la verdad, es el comienzo de la verdadera Revolu- ción, que hoy, sostenida por la juventud y los trabajadores, co- mienza a demostrar que si la revolución es un instinto en los países subdesarrollados del Tercer Mundo, lo es también en los pueblos de las naciones superdesarrolladas. No se hace contra un gobierno determinado sino contra el futuro incierto que en la práctica arroja la sociedad industrial contemporánea. Estamos asistiendo a una profunda y acelerada evolución de las raíces espirituales, iniciada en una nación desarrollada, por entenderse que se pretende compensar con la variedad y cantidad de bienes de consumo el contenido real de la vida." Perón, contra los que niegan al peronismo una ideología, no sólo analiza la realidad nacional, sino que la valora y explica como una crisis mundial del imperialismo. Pero tampoco aquí se detiene su pensamiento: "Los pueblos del continente latinoamericano están de pie: defien- den su independencia y su libertad. Algunos países traicionan la causa sagrada para los pueblos: su soberanía." Los enemigos del peronismo -y aún dentro del propio movimien- to- eluden estas tesis. Y entre los más revolucionarios, la visión de Perón sobre la unidad de Iberoamérica: "Frente a la superpoblación y la superindustrialización -dice Pe- rón- que pueden llevar al mundo a la lucha por la comida y por las materias primas, podemos imaginar que el futuro será de los que, tengan mayores reservas de ambas cosas. Las mayores reservas de comida y materias primas están indiscutiblemente en la América Ibérica, pero la Historia prueba que cuando los fuertes han necesitado de ellas, las han tomado donde existieron por las buenas o por las malas, lo que nos hizo decir hace más de veinte anos "que el año dos mil encontrará a los latinoamericanos uni- dos o dominados". Consecuente con ello, durante nuestro primer gobierno, en 1948 (dos anos antes que Europa lo hiciera) pro- movimos la integración latinoamericana con un tratado multilate- ral de complementación económica que firmaron Argentina, Chi- le, Paraguay, Bolivia, Venezuela, Colombia, y que quedó abierto a que le hicieran los demás países de nuestro continente: La finalidad de esta iniciativa era crear un Mercado Común Suda- mericano, poner .fin a las divisiones artificiales creadas en nue- stros países, mejorar el nivel de vida de nuestros pueblos, dar a nuestro continente latinoamericano el puesto que le corresponde frente al dinamismo de los grandes y el despertar de los conti- nentes echando las bases de los futuros Estados Unidos de Sudamérica. Desgraciadamente la acción del imperialismo con la colaboración del cipayismo vernáculo, destruyeron cuanto noso- tros habíamos construido en ese sentido, pero la Historia dirá un día quiénes han traicionado a la América trigueña." .................................................. "...la sinarquía internacional -continúa Perón-coaligada con el ci- payismo vernáculo al servicio del colonialismo nos aplastaron. Ello parece probar que la liberación no puede ser un hecho insu- lar o aislado, es preciso pensar entonces que el proceso de libe- ración ha de ser precedido por una integración del Tercer Mundo, que por una acción conjunta represente una garantía para la libe- ración permanente que necesitamos". Esta unidad de Iberoamérica, Perón la había entrevisto y ensaya- do durante su gobierno: "Si subsistiesen los débiles y pequeños países en un futuro no lejano podríamos ser territorio de conquista como han sido miles UNTREF VIRTUAL | 6 Peronismo y Socialismo Hernandez Arregui y miles de territorios desde los fenicios hasta nuestros días. No sería una historia nueva la que se escribiría en nuestras latitu- des; sería la historia que ha campeado en todos los tiempos so- bre todos los lugares de la tierra, de manera que ni siquiera lla- maría nuestra atención. Es esa circunstancia la que ha inducido a nuestro gobierno a mirar de frente la posibilidad de una unión real y efectiva de nuestros países, para encarar una vida en co- mún y para planear también una defensa futura común." En estas reflexiones de Perón no sólo está contenida la unión económica y política de Iberoamérica sino su organización militar como gran potencia mundial. Y no por cierto al servicio de EE.UU. Esto le callan no sólo las derechas, sino la izquierda tradicional argentina, que mientras deforma el pensamiento nacional e ibe- roamericano de Perón, eleve odas grises a la "coexistencia pací- fica y a la paloma d la paz. Como el caso del historiador oficial del F. Comunista, Leonardo Paso, un hombre tan pequeña que com- pra trajes para niños. El propio Perón -un patriota de dimensión americana- ha rememorado que ya en 1946, había propiciado sobre bases estratégicas y políticas, la necesidad de unificar al hemisferio sur del continente. Olvidan también sus críticos, en particular los comunistas, que Perón no fue anticomunista, sino enemigo de la política internacional de la Unión Soviética que se oponía, y aún se opone o no apoya, nuestras luchas anticolonia- listas. La tesis de Perón no sólo es nacional e iberoamericana. Es internacional, a través de una ilación dialéctica, es decir lógi- ca que falta, justamente, a los "dialécticos" de la izquierda anti- nacional: ...la hegemonía no se conquista. Por eso nuestra lucha no es en el orden de la política internacional, por la hegemonía de nadie, cómo lo hemos dicho muchas veces, sino simple y llanamente la obtención de lo que conviene al país en primer término, en se- gundo término, lo que conviene a la gran región que encuadra al país y en tercer término al resto del mundo, que ya está más lejano y menos al alcance de nuestras previsiones y de nuestras concepciones. Por eso, bien claramente entendido, como lo he hecho en toda circunstancia, para nosotros, primero la República Argentina, luego el continente y después el mundo (...) Vivimos solamente en una relativa seguridad, pensando señores, en la idea fundamental de llegara una unión en esta parte del conti- nente". Pero el realismo de Perón no lo lleva a la fantasía de la inmedia- ta unión de Iberoamérica: "La Argentina sola no tiene unidad económica; Brasil tampoco tiene unidad económica; Chile solo tampoco tiene unidad econó- mica, pero estos tres países unidos conforman quizá, en el mo- mento actual, la unidad económica más extraordinaria del mundo entero, sobre todo para el futuro, porque toda esa inmensa disponibilidad constituye su reserva. Estos países son reservas del mundo (...) Esto es lo que nos ordena imprescriptiblemente la necesidad de unión de Chile, Brasil y Argentina." Y agrega Perón, con lógica consecuencia, que esta unión atraerá a otros países del continente. El Presidente Perón, no sólo dio una ideología antiimperialista al movimiento. Le dio una estrate- gia iberoamericana de implicancias internaciones, no sólo en la doctrina, sino en los hechos. Hechos que determinaron su derro- camiento. Enfrentó y obligó a retroceder a Inglaterra y EE.UU. y a las clases sociales que le servían de soporte colonial. Concretó tratados comerciales, de singular proyección política, con la URSS y demás países socialistas, muy favorable para la Argen- tina. Perón lanzó una idea más irritante aún, en especial para EE.UU.: la unidad de Iberoamérica. Pero esta tesis debe ser pre- sentada como patrimonio de todos sus pueblos, e impedir que se convierta en un pretexto de la propaganda del imperialismo deci- dido a mantener la cuestión disociadora sobre qué país, A, B o C, está destinado al "liderazgo" de la América Ibérica. Esta pro- paganda tiende a crear rivalidades entre los pueblosy el temor a hegemonías parciales, alimentando de este modo, prevenciones entre los países hermanos. Hablar de "liderazgos" de tal o cual país iberoamericano, es servir a la política divisionista de las potencias imperiales y excitar la carrera armamentista entre pueblos que buscan, por imperativo histórico, la unión económi- ca, política y militar. UNTREF VIRTUAL | 7 Peronismo y Socialismo Hernandez Arregui Las contradicciones del peronismo Sería sectario alegar que el peronismo careció de contradiccio- nes. No sólo las tuvo. Las tiene. Más, no es menos cierto, que las tensiones internas del peronismo reflejan la pugna por una cada vez más revolucionaria posición frente a la cuestión colonial. La primera contradicción del peronismo como partido es su divi- sión en una rama política y otra sindical. Ya se ha señalado es- te hecho. La segunda contradicción dentro del sindicalismo, la oposición, cada vez más enconada, entre dirigentes reformistas y revolucionarios. La división del peronismo en una rama política y otra sindical debe explicarse, no sólo por razones tácticas, sino por las clases sociales que componen el partido. Es el residuo que aún resta de sus orígenes históricos. En menos palabras, para la Argentina de hoy, la conducción local no es revoluciona- ria, y la sindical, mantiene aún el aparato burocrático en sus ma- nos y la conciliación en la manga. Sin embargo, esta conducción sindical y política, es bloqueada por la actividad crítica, y en sí misma incontrolable, de las masas mismas, por la creciente y re- novadora aparición de cuadros jóvenes y al mismo tiempo de izquierda. Estas corrientes obreras y juveniles ya no creen en la declamada lealtad a Perón de los políticos y burócratas del parti- do, pues saben que el peor diablo es el que reza. En estas cir- cunstancias, y bajo el sacudimiento de estas contradicciones vi- vas, la idea del socialismo se propaga con energía revolucionar- ia dentro del movimiento. Esta evolución ideológica, anuncia una purga dentro de los cuadros políticos y sindicales. Pero antes de hablar del peronismo como socialismo revolucionario, debemos rozar el problema crucial, o sea, si es posible el socialismo en la Argentina y por extensión en Iberoamérica. Las Condiciones Para El Socialismo Las bases para un sistema socialista en la Argentina e Iberoa- mérica son reales, geográficas, históricas y culturales, y sobre todo, tales condiciones, están dadas por la existencia de millo- nes de explotados, a lo que se asocia una conciencia antiimpe- rialista indetenible. Los pueblos iberoamericanos poseen, al mar- gen de diferencias secundarias, semejanzas que no ofrece nin- guna región del mundo. El iberoamericanismo es una realidad que el imperialismo anglosajón no ha logrado disolver. Y en nues- tros días, florece la voluntad histórica de unificación. La riqueza fabulosa de estos países yace inexplorada por la interferencia ex- tranjera dispuesta a recluirnos en el atraso. Tenemos todos los climas y riquezas naturales. Miramos a todos los mares. Dispo- nemos, en fin, de los basamentos de una gran nación. Su pobla- ción pronto alcanzará los 400 millones de habitantes. Y el núme- ro es potencia política. La realización del socialismo es más o menos dificultosa según las disponibilidades materiales y humanas en que la experiencia se realiza. Las potencialidades de una región exuberante no son las mismas que las de una misérrima. La Argentina es el cuarto país del continente. Tiene extensas costas marítimas. Su econo- mía, en relación con su geografía, ofrece ventajas excepciona- les, clima templado, cálido y frío; grandes ríos y planes de riego fáciles por tanto; dilatadas zonas cultivables; minería; tierras ap- tas para todos los sembrados; una inagotable riqueza pesquera ; petróleo ; bosques que cubren el 21 % de su territorio, fauna te- rrestre muy variada; hierro, toda clase de minerales básicos para la industria pesada; carbón, etc., y una siderurgia que recibió, durante los gobiernos de Perón, un fuerte impulso. La Argentina, pese a la desarticulación colonialista de sus áreas productivas, ejecutada por Inglaterra durante el siglo XIX a través de los fe- rrocarriles, es un país que ofrece todos los requisitos para una economía socialista planificada. A esto debe agregarse, como factor concluyente, una clase obrera altamente capacitada. Ya en tiempos de Perón, la Argentina asistía a una complementación planificada de su riqueza. El país estaba en plena transformación con planes a corto y largo plazo dirigidos por el Estado. Esta política, desde 1955 en adelante, fue atascada primero y desvia- da después, por la coalición internacional. A pesar de ello, tal ex- periencia no puede excluirse de 1a historia argentina, y es el antecedente que recuperado el país, dará a la Argentina su con- figuración de nación, tanto como los recursos para la integración de la parte sur del continente asociada a las revoluciones antiim- perialistas en los países limítrofes. UNTREF VIRTUAL | 8 Peronismo y Socialismo Hernandez Arregui alber Resaltado alber Resaltado alber Resaltado alber Resaltado La transformación de la Argentina en país socialista es sincróni- ca a las de Uruguay, Chile, Bolivia, Paraguay y Perú, ya que sólo la complementación de esta gran plataforma del sur tornará in- vulnerable a toda la región. El cambio socialista de la economía implica la remodelación de la Argentina, con la intercomunica- ción de regiones hoy aisladas entre si. Tales comunicaciones, en lugar de orientarse hacia ultramar exclusivamente, como hasta ahora, a través del sistema del embudo que desemboca en Bue- nos Aires, y de ahí a Europa, deberán hacerlo hacia los países hermanos a los fines de estructurar el mercado de consumo regional y el intercambio mutuo, también planificado de la rique- za, en beneficio de los países asociados. Este acercamiento tec- nológico y político con Chile, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Perú y Brasil, etc., importa la independencia económica de todos, y la única emancipación posible frente a las grandes potencias, con la creación de un mercado propio, complementado y libre de la división internacional del trabajo diagramada por el imperialismo. El comercio exterior, con la autarquía frente a las metrópolis, equilibrará y fortalecerá las exportaciones conjuntas mediante tratados de comercio con todos los países del mundo. Esta em- presa sólo es factible con el rescate de nuestra independencia económica, los acuerdos con los países hermanos, y con el po- der internacional de la Confederación Iberoamericana. El Movimiento Nacional Peronista, en su faz socialista, parte del axioma que es funesta toda esperanza en el aporte "progresista" de capitales imperialistas al desarrollo de los países dependien- tes. Sólo una revolución nacional puede consumar, mediante la planificación estatal y la nacionalización de la economía en todas sus ramas, el rescate del país del vasallaje. La lucha frontal anti- imperialista debe plantearse en escala iberoamericana, aunque en sus diversas fases, se de a través de revoluciones propias en sus países más adelantados, Argentina, Brasil, Méjico, etc. Es necesario apoyar, mientras tanto, todos los intentos aislados de liberación -como en los casos de Cuba, Perú o Chile- los cuales deben ser juzgados como importantes etapas históricas, pero al mismo tiempo, debe considerárseles insuficientes, pues la libe- ración de cada uno de estos pueblos solo podrá consolidarse con la liberación conjunta de toda Iberoamérica. Ahora bien, la riqueza en sí misma del hemisferio no basta, e impone tratar el problema sin idealizaciones. En la Argentina, por ejemplo, hay que destruir muchas idolatrías. Entre estas, una de las más nocivas, ya que tiende al aislamiento de la Argentina del resto de Iberoamérica, es la que sostiene que este país no per- tenece al mundo colonial. Esto es falso.Su abundancia de bienes no significa ausencia de miseria, altos índices de desnutrición, mortalidad infantil y analfabetismo absoluto o relativo. Enla Argentina actual existen un millón y medio de desocupa- dos. Sobran alimentos, pero gran parte de la población, en parti- cular en las provincias, está subalimentada. Fuera del área, rela- tivamente próspera de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe y Cór- doba, el resto del país no difiere de las regiones rezagadas del continente. Aún en la zona más rica, la subalimentación incluye importantes sectores de la población sin asistencia médica y social adecuadas. El infraconsumo, y no la abundancia, define a la Argentina, con provincias como Catamarca, La Rioja, San Juan, Santiago del Estero, Corrientes, Jujuy y Salta, Chaco, San Luis, Corrientes, la Patagonia, Tucumán, etc. Los hábitos alimentarios de estas provincias por el bajo nivel social de capas enteras de la población son deficientes y directamente relacionados con los salarios, la desocupación plena o el desempleo relativo. Después de 1955, este cuadro de deterioro general ha alcanzado puntos críticos. Millares de jóvenes, en alta proporción provincia- nos, son rechazados por incapacidad física para cumplir con el servicio militar. La Argentina tiene 3 millones de km2. con exce- lentes y variadas condiciones climáticas. Las tierras fértiles repre- sentan más de 200 millones de hectáreas. El país, sin embargo, está escasamente habitado, siendo la causa principal, el régimen de la tierra que frena el crecimiento demográfico de la población, la cual, apenas alcanza a 25 millones de habitantes, cuando que bajamente estimada, debería superar los 100 millones. Dilatadas extensiones son destinadas a la ganadería y estas tierras ubérri- mas, aptas para todos los cultivos, están en manos de un puña- do de familias que integran la oligarquía económica y política. Parafraseando a Tomás Moro, podría decirse que en la Argentina las vacas se comen a los hombres. En un espacio que no alcan- UNTREF VIRTUAL | 9 Peronismo y Socialismo Hernandez Arregui alber Resaltado za los 2.000 km2 habitan 9 millones de personas. Deformación geográfica, económica y política originada en la concentración de los latifundios en Buenos Aires y el litoral verde. Mientras EE.UU., tiene un índice con relación al producto bruto anual, de 4.000 dólares "per capita", y países como Canadá y Australia 2.000 dólares, la Argentina, país excepcionalmente dotado, tiene sólo 800 dólares "per cápita". Pero del total de la renta nacional corresponde al 50 % de la población activa de 10 millones de habitantes, sólo el 37 %. El 5 % de la población, perteneciente a la clase activa, recibe el 25 % repartido entre 6 millones de habi- tantes. El 38 % de la renta nacional queda en posesión de me- nos de 100 mil personas, o sea, el 0,4 % de la población. Esto significa bajísimo poder adquisitivo en la mayoría consumidora, y por tanto, un débil mercado interno, sin posibilidades de expan- sión por la distribución anormal de la riqueza explotada, es decir, por la existencia de una clase terrateniente inútil dependiente del comercio de exportación. Por esta causa, de paso, debe apun- tarse que la reforma agraria en la Argentina no ofrece grandes dificultades dado el exiguo número de latifundistas y las exten- siones de las estancias, a diferencia de países donde existe un gran número de campesinos grandes y pequeños. El campesino medio, en la Argentina, es el chacarero y la primera etapa de su incorporación al socialismo debe ser la cooperativa agrícola, sis- tema dentro del cual, la propiedad individual convive con la produc- ción y distribución social de los productos del campo en el período transitorio de la marcha hacia la colectivización de la tierra. Junto a esta deformación colonialista, los monopolios, los ban- cos en su mayoría extranjeros, y el sector comercial importador dependiente del exterior, obtienen ganancias descomunales, y como derivado, no tienen interés en la transformación del país en el orden agrario, industrial, comercial y financiero. A esta escueta descripción de la Argentina, debe agregarse la imagen social que acompaña a tal situación material. De acuer- do a las estadísticas globales, que dan una idea incorrecta de la realidad, la Argentina sería un país bien alimentado, con un pro- medio de 3.100 calorías y 85 gramos de proteínas por habitante. Pero estas cifras, de una manera deliberada, no discriminan la situación de las provincias. En contraste con el aceptable índice de nutrición de Buenos Aires y el litoral agrícola, existen amplios perímetros de desnutrición. Los índices que dan para todo el país 58 niños muertos por mil son inconsistentes. Estas cifras no denuncian que en el interior la mortalidad supera el 65 por mil, y en Jujuy, por ejemplo, llega al 130 por mil. Es esta la cara oculta y lóbrega de la absorción del país por Buenos Aires. Los índices, aquí reseñados respecto a la Argentina, son aún mayores en los países hermanos: Bolivia 98 por mil; 90 en Guatemala; 102 en Paraguay, etc. Las cifras más favorables, como era de prever, corresponden a Buenos Aires y son similares a las de EE.UU. El 40 % de la población argentina vive en Buenos Aires, mientras el interior permanece prácticamente abandonado a la miseria, las enfermedades y el hambre. La población rural apenas supera el 20% del total. Este desequilibrio demográfico, aparte que torna risible la llamada "explosión demográfica", refleja la política anti- nacional seguida en la Argentina por gobiernos que representan, a pesar del desarrollo industrial, los intereses de la oligarquía ter- ritorial y los grandes monopolios internacionales, interesados en relegar al país en el atraso estructural y en la categoría interna- cional de semicolonia agroexportadora. El Cambio De Estructuras En la Argentina, ministros, funcionarios oficiales, economistas, "desarrollistas", la misma Iglesia, e incluso peronistas y dirigen- tes sindicales, hablan de "cambios de estructuras". Esto hace ne- cesario alguna aclaración. El concepto de "estructura", usado hoy en diversas ciencias, hace referencia a una totalidad dada cuyas partes están íntimamente relacionadas entre sí. Una sinfo- nía, por ejemplo, dispone y relaciona los sonidos dándoles una estructura o forma orgánica. Una catedral, es una estructura integrada por partes, cuya totalidad arquitectónica, cumple una función religiosa. Una zona semiárida entre montanas, es una estructura, en la que el suelo, el clima y sus habitantes, están relacionados entre sí de una manera distinta a una zona fértil. Un plan de riego cambia la estructura de una región. Y en el orden de la Economía Política, un sistema productivo tiene una estruc- tura determinada con relaciones económicas, sociales, jurídicas, propias. Si se modifican estas relaciones cambia el sistema, es UNTREF VIRTUAL | 10 Peronismo y Socialismo Hernandez Arregui decir, surge otra estructura. Dicho de otro modo, la estructura de una sociedad, en última instancia, está configurada por las rela- ciones económicas que le son inherentes. La sociedad capitalis- ta tiene una estructura. Del mismo modo que la sociedad socia- lista una distinta. Y la sociedad colonial otra estructura, dentro de la cual, la relación anormal entre los intereses extranjeros y los nacionales, es su característica principal. Cuando nuestros burdos economistas y políticos repetidores de fórmulas, hablan de "cambios de estructuras", se refieren, cuan- do más, de una manera premeditadamente ambigua, a obras pú- blicas que pueden ser necesarias a una región, sin modificar la estructura total del sistema económico colonial. Y, por tanto, tales "expertos", no se proponen en absoluto abolir la antinomia "do- minio extranjero - dependencia colonial". Así, en la Argentina, se habla de "cambio de estructuras", pero no se dice que este cam- bio, debe transformar la estructura de la propiedad territorial, del sistema bancario, la nacionalización de ramas enteras de la economía, la socialización de la producción, etc. Para la clase obrera, "cambio de estructuras", significa algo en- teramente distinto, o sea, revolución de los sectores básicosde la economía, así, con relación a la propiedad de la tierra, sustitu- ción de la estancia por comunas agrícolas, diversificación de los cultivos, organismos técnicos de tipo agrario al servicio de los trabajadores rurales, mecanización intensiva del campo, etc. Las transformaciones de los sectores básicos de la economía, impli- can a su vez, cambios estructurales en otras esferas de la socie- dad total, verbigracia, de la Universidad y del sistema educativo en su conjunto, y en síntesis, la transformación del país colonial en situación de dependencia al capital extranjero mediante la industrialización en gran escala del todo con criterios básica- mente nacionales y la construcción del Estado Socialista. Pero la palabra "socialismo", en la Argentina, está siendo usada de un modo asaz dudoso. Para ciertas tendencias moderadas, socia- lismo y justicia social son la misma cosa. También sectores cató- licos "progresistas" hablan de un "socialismo cristiano". Pero la mundana Iglesia y el socialismo no son compatibles. He aquí la realidad en el año 1972: IGLESIAS INVIERTEN FONDOS EN LAS INDUSTRIAS DE GUERRA NUEVA YORK, 7.Un escándalo de proporciones estalló en el mundo eclesiástico norteamericano al trascender un informe del Consejo Nacional de Iglesias, según el cual diez de las ramas protestantes más influyentes tienen invertidos un total de dos- cientos millones de dólares en sociedades que el año último pro- dujeron material bélico, desde cañones hasta misiles, por diez mil millones de dólares. La noticia sobre el informe, que sa publicara el viernes, la propor- cionó el "New York Times", en primera página y suscitó estupor porque algunas de dichas iglesias -metodista, presbiteriana, bau- tista, episcopal- entre otras, asumieron posiciones vanguardistas en el movimiento antibelicista y en las críticas al militarismo de Estados Unidos. Asegura el informe que miembros destacados del mismo Conse- jo Nacional de Iglesias figuran entre los accionistas de la indus- tria bélica. Es conocida la amplitud de medios económicos de que disponen las iglesias norteamericanas y también que, según un precepto de la moral puritana que prendió el nacimiento y desarrollo de Estados Unidos, enriquecerse no es contrario a la ley divina. La crítica de los autores del informe, que se titula "Las inversio- nes eclesiásticas, la guerra tecnológica y el complejo militar- in- dustrial", no se dirige a la tradicional y aceptada coincidencia de los intereses de los administradores laicos de las iglesias con los de las grandes corporaciones (a veces dichas funciones se com- binan en la misma persona) sino a las circunstancias contradic- torias en que se emplea la riqueza económica y moral de la igle- sia y de las otras instituciones religiosas. Propugnando el ejercicio de más responsabilidad en la política de inversiones por parte de los sectores religiosos y laicos de las iglesias (política que no es condenada en si misma) el informe UNTREF VIRTUAL | 11 Peronismo y Socialismo Hernandez Arregui exhorta a tener en cuenta "las preocupaciones éticas y morales" y a "considerar seriamente la cuestión de apoyar a firmas que producen para la guerra". Entre las veintinueve grandes compañías que acumulan capital de origen eclesiástico para sus rubros bélicos se cita a la Ameri- can Telephone and Telegraph, la Standard Oil Co. de New Jers- ey, la United Aircraft, la Litton Industries Inc. y también IBM, Ge- neral Electric, Westinghouse, General Motors, R.C.A., práctica- mente casi todos los gigantes de la industria norteamericana. Según el presidente de la Comisión de notables del Consejo Nacional de Iglesias, Frank P. White, que firma el informe, las diez iglesias citadas poseen paquetes accionarios por un total de 1.500 millones de dólares, mientras que las organizaciones en- cargadas de la administración de las tres religiones más impor- tantes de Estados Unidos (protestante, católica y hebraica) invir- tieron en acciones industriales 22.000 millones de dólares. "Estas iglesias expresa el informe no solamente se pusieron a la par de cualquier otro accionista pasando por alto todo reparo éti- co y moral, sino que se han hecho cómplices de actos irrespon- sables, inmorales y socialmente peligrosos de las sociedades en las que están representadas, han dado una importante contribu- ción económica al complejo militar industrial y a la guerra en el sudeste asiático contribuyendo a la fabricación de las armas de destrucción en masa". Para la clase obrera, socialismo significa el cambio de todo el ré- gimen capitalista de producción por otro en que el sistema pro- ductivo y sus relaciones económicas deben ser objeto de una transmutación profunda con la participación directa de los traba- jadores. Esto quiere decir que, con la revolución de los sectores básicos de la economía, de las estructuras sociales, culturales, jurídicas, del país, debe producirse un cambio radical en las rela- ciones de fuerzas de las clases sociales, y por tanto, en la natu- raleza misma del poder político. El sistema socialista, es pues, modificación completa de las ba- ses sociales y del hombre mismo. La apropiación de la riqueza por la clase oligárquica y capitalista en el socialismo pasa a las clases productoras. Y el Estado, como instrumento del dominio de una clase sobre el resto de la población, cambia su estructura en tanto poder organizado de los trabajadores como clase revo- lucionaria. Con el traspaso del poder político y la tecnología, los bienes materiales de la sociedad, crean y ordenan, a su vez, un nuevo sistema de distribución de la riqueza social, ya que el cam- bio estructural de un sector abarca todas las estructuras sociales. La diferencia entre el capitalismo dependiente y el socialismo, entre la sociedad vieja y la nueva, es por eso y sobre todo, la transferencia del poder político. En 1971, Perón se expresó claramente en esta cuestión: "Nuestra Revolución Justicialista partió de un gobierno legal y constitucional elegido por una gran mayoría y pretendió alcanzar sus objetivos por la vía legal dentro de la Constitución de 1949, en modificación de la legislación preexistente realizada por la vía constitucional. Se trataba en consecuencia de promover y acele- rar una evolución que llevaba progresivamente a la República a un cambio fundamental de estructuras, hacia un régimen nuevo y un nuevo sistema, en la que el Estado, la política, y las condi- ciones socioeconómicas se orientarán hacia un socialismo nacio- nal tan pronto como se consiguiera liberarse de las influencias y penetración imperialistas, sin lo cual no había soluciones posibles." Los Organismos Internacionales Un plan de transformación de la economía exige, de entrada, la ruptura de la dependencia con los organismos financieros inter- nacionales y privados extranjeros. Y en consecuencia, un retorno a la política de nacionalizaciones de la época de Perón.. Esta soberanía política encontrará su apoyatura, en medio de la crisis mundial del imperialismo, en los países socialistas. Una nación es soberana cuando es libre para negociar con cualquier país. Las llamadas "fronteras ideológicas" no son más que empaliza- das puestas por las naciones opresoras. En tal sentido, por "fron- tera ideológica", debe entenderse la seguridad militar de EE.UU. La erradicación de las fronteras ideológicas, importa libertad para planificar la economía, las comunicaciones, las industrias ma- UNTREF VIRTUAL | 12 Peronismo y Socialismo Hernandez Arregui dres, el mercado interno, la producción agropecuaria, pesquera, maderera, naval, química, etc. y la dirección de las importacio- nes eximidas de las restricciones impuestas por los monopolios internacionales que son los que marcan esas "fronteras ideoló- gicas" al resolver con cuáles naciones y con cuáles no, la Argen- tina debe comerciar. Con la socialización, cada zona del país se integrará en la tota- lidad de la nación, previa la descentralización productiva y la creación de centros urbanos que contrapesen la macrocefalia industrialy demográfica de Buenos Aires. Sobre estas premisas, puede afirmarse que la doctrina del Movi- miento Nacional Peronista, no ha perdido vigencia. Pero la "jus- ticia social" hoy se llama socialismo. Esta superación del progra- ma originario del peronismo es su continuación histórica no su negación. Prensar al peronismo dentro de sus esquemas inicia- les, en su época revolucionarios, es la detención de su porvenir histórico. Y en este retraso ideológico, contra el pensamiento de Perón, se obstinan grupos contemporizadores dentro del pero- nismo mismo. Perón ha señalado en numerosos documentos desvirtuados, ignorados y hasta interceptados por esos mismos grupos, la necesidad de adecuar la doctrina a las cambiantes condiciones históricas. Estos cenáculos se han encargado de obstruir la difusión actualizada del pensamiento de Perón. Tales pandillas, políticas y sindicales, serán derrotadas por las masas peronistas. La oposición interna contra tales grupos debe ser lle- vada a sus extremos. Hemos dicho que la contradicción principal del peronismo, en su actual estadio histórico, y en la etapa revo- lucionaria que vive el país y sus clases sociales, incluido el ejer- cito, es la potencia revolucionaria de sus masas trabajadoras y la inadecuada conducción de dirigentes sindicales y políticos que marchan, aunque estén a la cabeza nominal del peronismo, a la retaguardia del pensamiento revolucionario de Perón. Estos diri- gentes metamorfosean las tácticas frente al sistema, y con ma- nejos trapaceros, convierten tales tácticas, aisladas de la estra- tegia, en posiciones contrarrevolucionarias, en acuerdos con el régimen. El peronismo es un partido obrero que no descarta la participación de otras clases, pero las subordina a la lucha del proletariado argentino, la clase más revolucionaria. Y la más nacional. Esta realidad, ha desatado una tirantez interna que se expresa en la desconfianza de las masas hacia los dirigentes. Existe pues, un antagonismo real entre una conducción local va- cilante y los reclamos de las masas. La conducción cegetista no controla ya los focos críticos del interior del país. Tal el caso de Córdoba. Esta deserción de Buenos Aires no sólo ha precipitado la rebelión de los trabajadores del interior, sino la aparición de las organizaciones armadas populares, o como las llama Perón "for- maciones especiales". A estas cuestiones se refiere Perón, en una carta que me enviase desde Madrid con fecha 5 de noviem- bre de 1970 y que conserva actualidad. Entresaco los párrafos principales "Por la información que poseo, nuestra juventud toma parte acti- va en los acontecimientos nacionales que nos toca vivir y ello me alienta extraordinariamente porque, como ya he dicho antes, cuando una juventud sabe morir por sus ideales, ha aprendido todo lo que debe saber una juventud. Nuestros enemigos han hecho mucho más que nosotros por este objetivo. Sus errores y su contumacia reaccionaria, han convencido más a las nuevas generaciones que todo cuanto nosotros hicimos antes por per- suadirlas. El aumento del Peronismo actual no es porque noso- tros hayamos sido demasiado buenos, sino porque los que nos sucedieron han sido tan malos, que han terminado por hacernos óptimos a nosotros. Sigo muy de cerca lo que allí está sucediendo y, malgrado el pe- simismo de algunos, pienso que se acerca la decisión. Antes el problema era la situación argentina, ahora no hay más problema que la dictadura militar, contra la que parecen colocarse todas las fuerzas nacionales del campo político y social y, "muchos perros, hacen al final la muerte del ciervo". Aún, dentro de las Fuerzas Armadas, existen síntomas inequívocos de disociación entre gru- pos que no comparten la idea de seguir gravitando en apoyo de un sector que los hechos demuestran que son inapoyables. Todo esto parece acercarse a un final que, colocados en esta situación no puede ser sino el triunfo del Pueblo y de la Nación. La suerte parece ya echada, sólo falta el tiempo indispensable para que cristalice en acción lo que todavía es sólo posibilidad. UNTREF VIRTUAL | 13 Peronismo y Socialismo Hernandez Arregui alber Resaltado Ya es un progreso porque hasta hace poco tiempo, esa posibili- dad era demasiado aleatoria como para afirmar conclusiones. Hoy las cosas parecen haber cambiado más alentadoramente: un Pueblo en lucha revolucionaria abierta, factores externos alenta- dores como el de Chile, fuerzas enemigas en disociación y, suma- do a todo, ello que esta situación parece no dar para más. No tengo duda que los enemigos harán todo lo posible para neu- tralizar esta situación, pero tampoco la tengo que les será suma- mente difícil hacerlo. Quedará sin embargo luego "el rabo por desollar": lo que se debe hacer cuando se alcance la decisión que esperamos y eso es lo que me preocupa porque, en este campo, nada se puede improvisar. Por eso pienso que es indispensable que se comience a estu- diar y planificar la acción futura. En la revolución nada puede im- provisarse, es preciso tenerlo todo previsto, planificado y forma- dos los equipos de ejecución. Sólo así podrán satisfacerse sin pérdida de tiempo las inquietudes lógicas que sucederán a las frustraciones a que nos han llevado sucesivamente los intentos reaccionarios armados por el imperialismo y sus agentes nati- vos. Tomar el Gobierno para una nueva frustración, aunque sea momentánea, sería lo peor que nos podría pasar. La tarea de los hombres de pensamiento en estos momentos ha de estar especialmente encaminada hacia la posibilidad de al- canzar una unidad de propósito, desarrollar al máximo la solidari- dad indispensable entre los grupos afines que luchan por la libe- ración y formar los órganos necesarios, capaces de llegar a una concepción apropiada en lo ideológico y doctrinario, como para alcanzar una unidad de acción absoluta. Yo sé la importancia que tiene este aspecto de la revolución porque lo realizamos desde el Consejo Nacional de posguerra en 1944 y 1945, mien- tras tanto yo me ocupaba personalmente de la preparación humana, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión. Fuera de esto que corresponde a la organización de superficie, en el momento actual, corresponde impulsar a los grupos de ac- tivistas que se han hecho cargo de la lucha activa que, deberá ser llevada desde la periferia al centro con una sola consigna: gran actividad. Esos grupos no tienen porque ser dirigidos cen- tralizadamente, sino que dentro de la misión general y los obje- tivos conocidos deben gozar de la más amplia iniciativa a fin de poder aprovechar las circunstancias y características propias de los lugares en que actúan. Con la acción de conjunto, de las or- ganizaciones de superficie y los grupos de activistas deberemos crear el clima que necesitan los grupos militares que colaboran y que estarán destinados a producir la decisión. No sé si teorizo demasiado pero es como estoy percibiendo desde aquí la acción racional en que la subversión debe progresar. Imperialismo y Legalidad El gobierno militar de Alejandro Lanusse ha propuesto la política del Gran Acuerdo Nacional. Nadie se engaña sobre esta política. Es la última carta para impedir la insurrección luego de dos déca- das de crímenes y proscripciones. Perón debe maniobrar, como gran político, con extrema flexibilidad táctica y una sola estrategia: la liberación nacional. Muchos, de buena o mala fe, confunden las tácticas, que siempre en política son plurales, con la estrategia que es una sola. O sea, mezclan los medios con los fines. No faltan críticos que hablan de la política "pendular" de Perón. Es decir, de la política contradictoria de Perón. No hay tal contra- dicción. Una cosa son los medios, las tácticas, y otros los fines, la estrategia. Aclaremos un poco más: las llamadas contradic- ciones de Perón, un político de genio y un patriota, son el reflejo consiente en la mente de Perón, de las contradicciones reales del peronismo en particular y del país en general. No todos los que barajan los naipes saben jugar. Y Perón no sólo sabejugar sino que remata magistralmente las partidas. La "salida" electoral es deseada, dentro del propio partido, por sus capas centristas, e impugnadas por los grupos revolucionarios. Perón se ve obli- gado a moverse en una diagonal de fuerzas compleja. Más Perón no aprobará una salida electoral si el Ejército no crea las condiciones para una política de rescate nacional. De lo contra- rio, un presidente peronista -el propio Juan Domingo Perón- sería un títere del grupo más reaccionario del Ejército, y su destino, no muy diferente a los presidentes "constitucionales" Frondizi o Illia, UNTREF VIRTUAL | 14 Peronismo y Socialismo Hernandez Arregui que llegaron al poder, y a poco fueron expulsados, con el con- sentimiento, en ambos casos, del Ejército. Perón sabe que la li- beración nacional está próxima y que el Ejército está dividido. Mientras el Ejército asiste a un estado deliberativo de sus man- dos, a conspiraciones, levantamientos y mutaciones en la menta- lidad de los militares, que incluso, en algunos sectores, ahora aceptan la política nacionalizadora de Perón, la negociación no implica pacto, sino guerra de desgaste, y no del peronismo, sino del gobierno. Las Tensiones Internas El debate ideológico dentro del peronismo, es inevitable. De un lado, los que se han estancado en 1946. Del otro, los que en los bárbaros sucesos posteriores a 1955, ven la necesidad de impe- dir un nuevo fracaso y la de conducir al país por la senda del socialismo. A los que niegan al peronismo una ideología, o bien, la capacidad para acomodarla al presente, habría que preguntar- les dónde estaban cuando decenas de peronistas eran fusilados, cuando millares eran encarcelados, cuando millones eran pro- scriptos de la vida nacional, no por falta de una ideología, sino porque representaban, en las calles, en las fábricas, en las cár- celes, una ideología nacional de liberación. Las masas eran y son anticolonialistas mientras los opositores al peronismo eran y son proimperialistas en tanto militantes o sim- patizantes de partidos integrados al sistema. El socialismo nacio- nal ha nacido del peronismo revolucionario. Pues el peronismo es nacional y revolucionario. Mientras las masas siguen peronis- tas, ningún partido ha crecido. La atomización opositora de dere- cha, centro o izquierda, ha sido la norma. Y no pocos elementos de izquierda, que ahora "ven" al país, se han incorporado o se acercan al peronismo. El peronismo no debe rechazarlos. Son las cepas reaccionarias del movimiento las que tiemblan ante esa infiltración "marxista" como la llaman. No hay tal infiltración. Lo que preocupa a estos sepultureros del porvenir, es que hoy, aquél 17 de octubre de 1945, se ha transformado en un movi- miento nacional de izquierda. Todo grupo que se acerca al pero- nismo se identifica con las masas argentinas, y por tanto, se nacionaliza. Y esto es lo que interesa, la radicalización ideológi- ca del peronismo y la nacionalización de las izquierdas no liga- das a partidos internacionales. En estado de transición, las con- tradicciones del peronismo, como se ha expresado, anuncian su superación y conciliación en una síntesis más alta. El peronismo es el partido político de los trabajadores. Lo prueba esta brega cada vez más abierta que se libra en sus filas. Lo atestigua, ade- más ésa juventud universitaria o no, que combate junto al prole- tariado nacional. Esto obliga, dentro del peronismo, a la discusión del programa y a la organización férrea del partido, al elevamien- to del nivel de sus dirigentes, y sobre todo, a la formación de hom- bres nuevos destinados al reemplazo de los dirigentes caducos. No otro sentido tiene la prédica de Perón respecto a la juventud. El peronismo ofrece un amplio campo de acción. La exclusión de los burócratas sindicales, es a un tiempo, la modificación de la acción política de los sindicatos. El sindicato, cuando la clase obrera es revolucionaria, se transforma a su vez en un centro ac- tivo, se proyecta a la acción directa en las fábricas, galvaniza en los obreros la conciencia política de su poder, es decir, los afirma en la convicción de que la empresa es el trabajo y no el capital. y Dor esa madurez de la conciencia de clase, los trabajadores ascienden al pensamiento socialista ligado a la defensa del país, de la patria saqueada por el imperialismo. Al profundizarse el sentimiento anticolonialista, el sindicato de masas encara al régi- men, atrae a los mejores representantes de otras clases socia- les, y en tanto escuela de democracia obrera, del mero refor- mismo y el gremialismo puro, pasa a la actividad revolucionaria que polariza a todos los sectores del pueblo. En su faz actual el Movimiento Nacional Peronista, debe librar una batalla decisiva contra los capituladores gremiales y políti- cos, contra los "neoperonistas" y los sindicatos amarillos, ya que los sindicatos y la política del partido son una misma cosa. Al combatir al reformismo y su versión "democrática" colonial el sin- dicalismo, bajo la influencia teórica de planteles extrasindicales, se torna revolucionario, crea sus propios líderes, activistas y pro- pagandistas, junto a los dirigentes de la vieja guardia que han sabido avanzar y conservan la fe del pasado, la veteranía heroi- ca de la resistencia, y en la cabeza el porvenir de la Argentina. El peronismo no es el pastel de la "conciliación nacional". Es la UNTREF VIRTUAL | 15 Peronismo y Socialismo Hernandez Arregui alber Resaltado revolución. La patria contra la colonia. El poder de los trabaja- dores contra la dependencia económica y cultural. Es esta con- ciencia de clase la que le da su potencia al peronismo. Hasta las organizaciones clandestinas no peronistas giran alrededor del peronismo, de sus masas obreras, no pueden salir de su radio, de la gravitación nucleadora de su masa política. A su vez, los obreros tienden a la lucha directa. La conciencia socialista no se alcanza de golpe. Sobre todo, en países como la Argentina donde el término ha sido desacredita- do por las izquierdas chillonas y extranjerizantes. Junto al escla- recimiento de las cuestiones teóricas, el partido renovado, tiene que mostrar un doble rostro legal e ilegal. La acción debe desple- garse en dos frentes, pero consciente de que la actividad ilegal es la que realmente corroe al sistema. También desde la legali- dad puede realizarse la prédica anticolonialista. En este nivel, admitido a regañadientes por los gobiernos de fuerza, el partido se convierte en aglutinante de otras fuerzas opuestas al colonia- lismo, aunque estas fuerzas, no sean del todo consecuentes con la revolución. AI lado de esta oposición legal, la prensa ilegal, los activistas revolucionarios, deben moverse en todos los campos, lográndose así la conciliación de la lucha partidaria coordinada en sus dos polos. Frente a las "negociaciones tácticas" con los gobiernos antiobreros, la "intransigencia práctica" ante el impe- rialismo y esos mismos gobiernos civiles o militares que los re- presentan. Esta política impone un cambio revolucionario en los cuadros. No debe olvidarse que, dentro del movimiento, "los pa- cificadores", los "legalistas", los "constitucionalistas", son tan enemigos de la revolución como el régimen que se vale de ellos para engañar a los obreros y aislar al partido de otras fuerzas po- pulares que día a día, momento a momento, se pliegan en el pen- samiento y en la acción, a la lucha de las masas. Empero, la lucha legal no debe descartarse, pues permite un contacto mucho más amplio con las bases, y al mismo tiempo prepara o facilita, por diversos medios, la lucha ilegal. Ambas esferas de la lucha deben estar intercomunicadas. La lucha legal y su eficacia, depende de los dirigentes. De ahí que la renovación interna debe tender a la liquidación de la conducción cegetista vendida. Esta lucha legal es también parte de la lucha revolucionaria general al combatir a una minoría de obreros aburguesados ajenos a las masas. Mientras el peronismo no concluya esta depuración interna, no será más queun partido reformista de base obrera destinado a la desintegración histórica. La conjunción de la actividad legal e ilegal, necesita millares de activistas -o predicadores como los llama Perón- que actuando en el plano local, sepan utilizar ese terreno sin perder de vista el principio que no hay otra solución que la revolución' socialista. Acción legal e ilegal, son esferas in- terpenetradas. Los dirigentes sindicales, dueños del aparato ce- getista -sin que esto signifique romper la unidad del movimiento obrero- deben ser objeto de una crítica permanente. El gremia- lismo amarillo desenmascarado. Y en definitiva, el sindicalismo "oficialista" aniquilado. Este sindicalismo, aunque se llame pero- nista, es el único aceptado por los militares conservadores, los partidos coloniales, y por tanto, por el imperialismo. Tales dirigen- tes y partidos tienen prensa. El peronismo revolucionario no tiene prensa. Si la política sindical, es decir, del partido, queda en el plano "legalista", los gremios se aburguesan, se hacen "demo- cráticos". Esa "democracia" es la negación de la democracia. Los dirigentes conciliadores suelen justificar su "dialoguismo", su "participacionismo" con el argumento baboso del "realismo" polí- tico. Este realismo político es mero oportunismo. Y la cuestión decide en sus términos reales el sentido que debe dársele a la unidad del movimiento obrero. Las masas unidas en una central única de trabajadores son un instrumento formidable contra la clase dirigente y el imperialismo. La unión del movimiento obrero es, pues, la base de la Revolución Nacional. Pero hay que de- nunciar inexorablemente, el oportunismo, el aburguesamiento de sus dirigentes al servicio directo o indirecto del imperialismo, que desde hace anos, realiza en la Argentina, y en todos los países hermanos una vasta operación de intoxicación ideológica bajo el manto de las escuelas sindicales, planes de vivienda obrera a los grandes gremios, becas al extranjero para un mentida capaci- tación sindical y que son formas encubiertas del soborno y embo- tamiento de la capacidad combativa de los dirigentes sindicales. La lucha por reivindicaciones inmediatas no basta si a ello no se asocia la conciencia revolucionaria. El proletariado argentino de- be elevarse por encima de sí mismo y representar los intereses de la nación entera, tomar conciencia de su papel conductor so- bre las demás clases, que también, en casos particulares resis- ten al coloniaje, pero con la limitada visión de la pequeño bur- UNTREF VIRTUAL | 16 Peronismo y Socialismo Hernandez Arregui alber Resaltado guesía. La importancia de la clase trabajadora exige que el pe- ronismo, partido del proletariado nacional, encabece y realice los postulados de una política propia. Cuando la prensa colonial en la Argentina hace la apología del "apoliticismo" de los sindicatos, propicia el entubamiento de los mismos en los partidos "democráticos" y al mismo tiempo, les abre a los dirigentes gremiales los despachos oficiales, la clase obrera debe saber que tales sindicalistas son enemigos de la revolución, que ya no son obreros. Al no poder dividir a los tra- bajadores se les ofrece el idilio democrático, el olvido de la antin- omia peronismo-antiperonismo. No hay tal cosa. Esta antinomia se llama colonia o nación. Y en tanto oposición histórica no pue- de resolverse por medios pacíficos mientras el Ejército persista en su actual política. Es el colonialismo el que ha creado esta antinomia. Hablan ahora, desde los despachos' ministeriales, de "paz en la libertad", de "democracia estable y eficiente", cuando han desatado la guerra interior, hundido al país, oprimido al pueblo. La "democracia que proponen no tiene otra finalidad que neutralizar la revolución. Esta ola revolucionaria penetra en las grandes ciudades, en las zonas rurales y en las provincias, aún las más atrasadas, frente a la insensibilidad del Ejército. Por eso el Ejército se enfrenta a una disyuntiva. O se une al pueblo -que es la Historia- o la Historia lo desbordará. Pues la función del Ejército no es matar compatriotas sino defender la patria, consol- idar la nación. La Crisis Argentina: Su Significado La Argentina no puede interpretarse aislada de la crisis del impe- rialismo. La historia está hecha de conexiones causales y los dis- tintos países no son más que partes de una evolución más gran- de que incluye tanto la historia de un pueblo como la Historia Uni- versal, en la cual, aquéllas historias están insertas también en conexión causal. Esta crisis tiene su epicentro en EE.UU. En tal sentido la Argentina es un caso en la crisis del colonialismo. El colonialismo no morirá sin combatir. El poder de los monopolios, como ya lo ha hecho en Brasil, se volcará sobre la última región del planeta que le resta: Iberoamérica. A esta crisis del colonial- ismo se asocia el avance de los países socialistas y las insurrec- ciones del Tercer Mundo, también orientadas hacia formaciones históricas socialistas. La correlación de fuerzas entre el capitalis- mo y el socialismo, favorece cada vez más a éste, y un nuevo orden económico mundial se gesta a la vista de todos. Las leyes que determinan el paso del capitalismo al socialismo son gene- rales, pero las formas en que tal tránsito se cumplirá son parti- culares, vale decir, tienen las características de cada país. A pesar de que la victoria del socialismo es evidente, el camino es arduo. La construcción del socialismo no responde a un pa- trón fijo. Cada país le da el color de su propia naturaleza geográ- fica y cultural, y sobre todo, está condicionado por el desigual de- sarrollo histórico de los pueblos. Antes de constituir el orden so- cialista mundial hay que fundar los Estados socialistas naciona- les. A la unidad internacional se arribará por el imperio de la téc- nica, factor este decisivo en la próxima conformación del mundo, pero el internacionalismo, como sentimiento de las masas, no cuenta en las guerras de liberación. Antes de la unificación so- cialista de todas las naciones, los países coloniales concentrarán sus esfuerzos en la liberación de las respectivas patrias. En un mundo futuro, económica y técnicamente integrado, se esfuma- rán no pocas fronteras políticas, pero no las diferencias cultura- les que distinguen a los pueblos y nutren su voluntad de ser y persistir. Poner en primer término lo internacional sobre lo nacio- nal, es un espejismo de la izquierda. Una manera de amar a la Humanidad, que es un conjunto de patrias y no ver la patria sin- gular. La liberación no puede conquistarse desde afuera, por la magia de las grandes potencias socialistas -Rusia o China- sino desde adentro. El internacionalismo proletario que figura en las cartillas escolares de la izquierda, en la práctica, ha pactado con el nacionalismo burgués -el caso de Argelia- cada vez que el dominio de las metrópolis sobre las colonias ha vacilado. Esto ha generado el hecho más inesperado y explosivo del siglo XX: La emancipación de los trabajadores de las grandes metrópolis, .será el efecto, no la causa, de la emancipación previa de los tra- bajadores oprimidos de las colonias. No hay internacionalismo o- brero. Hay nacionalismos coloniales de signo socialista. Sólo con el quebrantamiento del imperialismo los obreros de las naciones capitalistas se restituirán a la revolución mundial. El cementerio UNTREF VIRTUAL | 17 Peronismo y Socialismo Hernandez Arregui alber Resaltado alber Resaltado del imperialismo está en las colonias. El colonialismo es el fruto más revolucionario del imperialismo, el umbral de la descompo- sición del capital monopólico y de la reconstrucción de la econo- mía internacional. El imperialismo da las armas al colonizado. Las masas coloniales, al expulsar al imperialismo liquidan a las oligarquías nativas, y en este doble hecho, se suprimen a sí mis- mas como masas explotadas. La constitución de Estados nacio- nales libres es el nudo central de la Historia actual, del colonia- lismo. Sólo los chatos simplificadores pueden negar el
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