Logo Studenta

Arregui_Peronismo_y_socialismo_211-268

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

La Argentina vive horas críticas. Esta situación puede resumirse
así: 1º) El Ejército, instaurado en partido político, se ha demos-
trado incompetente para resolver el problema nacional. 2º) Las
clases sociales asisten a tensiones ideológicas críticas. 3º) Una
desafiante conciencia nacional se enfrenta a una reacción colo-
nialista no menos cerrada de las clases sociales y grupos econó-
micos dependientes del imperialismo. 4º) El desacomodamiento
social lanza a los obreros a la lucha y divide a la clase media con
la incorporación de vastos sectores populares a la liberación
nacional. 6º) La gravedad de la situación desata desde arriba
intentos de conciliación con el peronismo, que bajo el nombre de
Gran Acuerdo Nacional, pretende amortiguar la resistencia del
pueblo patentizada a través de huelgas y operaciones ilegales, o
como los llama Perón "formaciones especiales".
La finalidad de esta política apaciguadora, detrás de la cual ma-
niobran gigantescos intereses internacionales, es asimilar al pe-
ronismo a la legalidad colonialista, a fin de legitimar la entrega
consumada desde 1955. Este programa, última carta de la con-
fabulación neocolonialista, replantea la cuestión del peronismo
como mayoría nacional.
Ideología y Peronismo
Se ha argüido -y con razón- que el peronismo es un movimiento
policlasista. En esta particularidad se ha visto su naturaleza bur-
guesa. Tal tesis es una simplificación. Se olvida, en esta crítica,
cara a los grupos de izquierda, el contenido revolucionario o-
puesto a los elementos conservadores, que definen al peronis-
mo. El no tener en cuenta esta oposición viva, se acaba en la
conclusión falsa de que el peronismo carece de ideología.
¿Qué es una ideología? En un sentido lato, ideología son los
intereses de una clase o grupo social, presentados como los in-
tereses de toda la sociedad. Esta ideología, tiende a tomar forma
de partido político con un programa determinado. El movimiento
Nacional Peronista tiene una ideología que sus contradicciones
de clase no anulan, aunque si traban en sus objetivos revolu-
cionarios. Es una ideología, pese a todo, que rebalsa los progra-
mas de los partidos tradicionales. Pero las contradicciones del
peronismo, sus diversos y contrapuestos intereses de clase, fa-
cilitan la crítica.
Es necesario, entonces, resumir el pensamiento de Perón, la
evolución de este pensamiento en el exilio y analizar su inciden-
cia en las tendencias internas del peronismo. En sus orígenes
históricos, el peronismo surge como una ideología. Esa ideolo-
gía, o programa político, condicionado por el estado del país y la
política mundial a raíz de la II Guerra, etc., fue extraordinaria-
mente avanzado para la época. Atacado de "fascista" por la
izquierda, de "nazi", "estatizante" y "socializarte" a un tiempo por
la oligarquía y los partidos coloniales demoliberales, ya en esta
ensalada opositora, debemos advertir que el peronismo fue algo
nuevo y revolucionario.
Es indispensable, por eso, desbrozar lo contingente de lo princi-
pal. En lo accesorio, el peronismo muestra, en efecto, compo-
nentes ideológicos poco homogéneos. Al definirse como un mo-
vimiento antioligárquico y antiimperialista, al mismo tiempo exhi-
be contrastes que tornan compleja su ideología de acuerdo a los
esquemas clásicos. En efecto, minúsculos pero activos grupos
nacionalistas de derecha, aparecen en los comienzos en plano
destacado, e intentan, sobre dogmas fascistas tomados de Eu-
ropa, imponer una ideología católica extrema. Junto a estos gru-
pos intelectuales, sin base de masas, los adversarios liberales y
de izquierda, omiten otras fuerzas que integraron el peronismo.
En primer término, el radicalismo -en oposición al alvearismo que
dominaba al partido después de 1930- se divide y vuelca grue-
sos aportes populares a la nueva corriente, introduce elementos
difusos, pero nacionales que venían del yrigoyenismo y, parte del
socialismo sindical, canalizado en el Partido Laborista, se suma
al partido naciente. La Iglesia, en sus círculos teocráticos de tipo
franquista el ala liberal no menos conservadora de la Iglesia apo-
yó a la Unión Democráticatambién se infiltra, en un acuerdo con
los nacionalistas de derecha de origen católico, en el movimien-
to nacional naciente. UNTREF VIRTUAL | 1
Peronismo y
Socialismo 
Hernandez Arregui
Capítulo V
La Actual Situación Argentina
alber
Resaltado
alber
Resaltado
alber
Resaltado
alber
Resaltado
La imagen del nuevo partido no era nítida. Y Perón debió mane-
jarse entre estas corrientes encontradas, entre estas antítesis
irreconciliables. Pero si bien los enemigos se enredan en los de-
talles, y los desfiguraron con agresiva conciencia de clase en la
acusación de "totalitarismo", disparada simultáneamente por la
oligarquía y la mayoría de la clase media, sobre todo de Buenos
Aires, esta oposición estentórea tenía por razón de ser el pavor
de tales clases ante la base real del movimiento, las masas pro-
letarias, que con Perón jugaron y seguirían jugando desde el 17
de octubre de 1945, un papel decisivo en el proceso histórico
nacional.
El peronismo asoma bajo esta constelación ideológica múltiple y
antagónica de sus partes constituyentes. Dentro del movimiento,
equipos de origen no obrero, componen los elencos políticos diri-
gentes predominantes. Pero fue la clase obrera, poco esclareci-
da aún, dada la explotación inicua y la exclusión política de la
que había sido objeto durante décadas por la oligarquía, la que
condicionó en la práctica, un programa nacional muy unitario,
pese a sus divergencias intestinas, que Perón, con genio políti-
co, logró consolidar en un frente anticolonialista.
Este programa nacional no fue socialista. Pero lo que se intenta
negar, son los brotes socializantes muy avanzados para la época
que, mucho más que las contradicciones, se desarrollaron du-
rante el régimen de Perón, condicionados por el peso político del
proletariado nacional: "Nosotros -escribía Perón en 1950- come-
timos aquí las primeras herejías contra la verdad capitalista. Hoy
como un homenaje a todos los compañeros que debieron sopor-
tar los ataques doctrinarios (y también los no doctrinarios) pro-
clamo la victoria de nuestras herejías sobre la vieja verdad capi-
talista que se bate en retirada perseguida por los pueblos que
ella explotó durante siglos".
Fueron estos gérmenes socializadores los que arremolinaron la
aguerrida y ciega -como en toda lucha de clases- coalición de
fuerzas que derribó al régimen. Tales componentes ideológicos
del peronismo rueden reseñarse en el proyecto nacional pro-
puesto y no como meras divisas partidarias -de justicia social,
independencia económica y soberanía política. El término "justi-
cia social" no fue una simple metáfora política, sino una defini-
ción programática próxima al socialismo, y al mismo tiempo, una
distinción revolucionaria, en relación con los partidos en la Ar-
gentina llamados "socialistas", pero que eran su negación pro-
británica colonizada y carentes de gravitación sobre las masas
nativas.
Todo tránsito del colonialismo a la liberación nacional tremola
banderas políticas definidas. Es decir, la independencia econó-
mica que es la conciencia de la oposición al imperialismo. A su
vez, esta conciencia antiimperialista, sólo puede desembocar en
la soberanía política con la adhesión de la clase obrera. La unifi-
cación de la clase trabajadora, es en el orden histórico, un tramo
anticipador de la conciencia socialista de las masas aunque
estas aún no piensen en el socialismo. El proletariado, cuales-
quiera sea su desarrollo ideológico, es socialista en potencia o en
acto, es decir, anticapitalista: "Quien espera una revolución social
pura en su 'vida la verá. Es una revolución de palabra que no
comprende la realidad de la revolución. La revolución rusa de
1905 fue democrática burguesa y en la serie de combates que la
constituyeron participaron todas las clases sociales, grupos y
elementos descontentos de la población. Socavó las bases del
zarismo y facilitó el camino hacia lademocracia, y por eso, fue
dirigida por los obreros con conciencia de clase" (LENIN).
La independencia económica, a su vez, es un programa nacional
que incluye una ideología, y el peronismo prohijó la consigna co-
mo síntesis de la resistencia patriótica a la penetración extran-
jera, sin la cual, el socialismo es una palabra hueca. Una política
defensista no puede materializarse sin un plan de nacionalizacio-
nes de ramas enteras de la producción y los servicios públicos.
El peronismo cumplió este programa, sin el cual, en los siguien-
tes momentos del desarrollo histórico, es imposible la socializa-
ción de la economía. Nacionalización de la economía es estati-
zación del Estado- Nación sobre la política interior y exterior y los
bancos; planificación económica con criterio nacional, obras de
base destinadas a vitalizar la promoción de zonas geográficas
inexploradas, preservación de la salud pública; participación le
los sindicatos en la política nacional ; educación técnica de la
juventud trabajadora; distribución del ahorro popular a través de UNTREF VIRTUAL | 2
Peronismo y
Socialismo 
Hernandez Arregui
alber
Resaltado
alber
Resaltado
alber
Resaltado
alber
Resaltado
créditos de fomento a la mediana y pequeña industria; planes
tecnológicos a largo plazo; política energética, etc., bases de la
independencia económica y, como consecuencia de todas estas
medidas coordinadas, un mercado interno estable, que con el
crecimiento de la producción industrial, posibilita la sustitución de
productos importados por nacionales elaborados en el país. To-
das estas providencias enunciadas aquí de modo asaz breve,
colocaron los cimientos, por primera vez en la Argentina, de una
economía autónoma, cuya progresividad estaba asegurada por
el II Plan Quinquenal, totalmente financiado con recursos propios
al caer Perón.
Esta política de Perón fue una etapa por la que han debido atra-
vesar sin excepción todos los países socialistas. Las clases con-
servadoras se sentían amenazadas -y no se equivocaban- res-
pecto a la dirección del período de transición que les tocaba vivir.
La oposición al peronismo no sólo se fundó en la reacción de la
clase ganadera y grupos importadores y exportadores privados
desplazados de la conducción económica por el Estado, y que
encontraron activo auxilio en el exterior, sino y ante todo, por el
poder obrero y su intervención creciente en la política argentina.
El peronismo, por su estructura multiclasista, en la que grupos e
individuos pertenecientes al conservadorismo, a la burguesía in-
cipiente, y sobre todo a la clase media profesional de la que
surgieron los planteles burocráticos del Estado, no fue un partido
político coherente. Los funcionarios públicos miraban con recelo
a los dirigentes de la C.G.T. No pocos ministros eran en su inti-
midad antiobreros. La Universidad, aunque se democratizó con
el acceso de los sectores de la población de menos ingresos, ca-
reció de ímpetu revolucionario, ya que la Iglesia contrarrestó la
democratización de la enseñanza. A su vez, los sindicatos -no
debe olvidarse que fue Perón quien aceleró su organización ma-
siva- carecían de antecedentes revolucionarios. El proletariado
nacional, empero, como clase, fue unificado por Perón. El saldo
trágico, después de Perón, fue una conciencia de clase rudimen-
taria, que se encontró asediada por la persecución más atroz, y
por tanto, obligada a la lucha espontánea, sin conducción par-
tidaria. Pero ya durante los gobiernos de Perón, fue esa poten-
cia, aún inorgánica del proletariado argentino en su inicial y gran-
diosa experiencia histórica, la que determinó la resistencia disi-
mulada del propio Ejército. La clase media peronista, también
carcomió, desde adentro del partido y de la función pública al
movimiento con su pasividad y hasta complicidad vergonzantes.
El hecho innegable es que Perón, al final, se encontró solo, con
enemigos en sus propias filas, y la confusa composición social
del movimiento, mostró su endeblez frente a la violencia empe-
dernida de la oligarquía, de un sector del Ejército y de una clase
media idiota y virulenta en sus prejuicios sociales hacia los
obreros. Ni la clase obrera, reciénen su faz gremial, tenía con-
ciencia revolucionaria, ni los militares y equipos de gobierno con-
cordaban con la C.G.T., en una tácita oposición antiproletaria
ante el temor de un ordenamiento más profundo de la economía
social y una mayor gravitación política de los trabajadores.
Tampoco era invulnerable la posición del gobierno en el plano
internacional. Los países iberoamericanos, por aquellos días, es-
taban conducidos por civiles o militares adictos a EE.UU. Estos
poderes externos e internos se concertaron contra Perón y pa-
ralizaron el proceso liberador.
La Epoca Posterior A Peron
Después de Perón, las clases sociales en la Argentina, han
entrado en un turbulento período de cambios políticos y menta-
les, en tanto las clases ganadera e industrial, acorazadas en el
poder militar, gobiernan desde 1955, a ritmo paralelo con la des-
trucción del vallado defensivo de la economía nacional y la sub-
secuente bancarrota del país con su dependencia del exterior. La
clase trabajadora sufrió, en primer término, las consecuencias de
este odio de la oligarquía y de la burguesía industrial, a pesar
que este último sector había recibido la protección del régimen
peronista. En la actualidad, todas las clases sociales han entra-
do en crisis. Este proceso inédito de liberación nacional, -y no
podía ser de otro modo- no fue orgánico. Pero después de Pe-
rón, las masas respondieron con huelgas, el sabotaje y la resis-
tencia, con explosiones esporádicas de violencia y', la toma de
UNTREF VIRTUAL | 3
Peronismo y
Socialismo 
Hernandez Arregui
alber
Resaltado
alber
Resaltado
fábricas que culminaron en la represióncontra los obreros del
Plan Conintes durante la presidencia proyanqui, consentida por
el Ejército, del "desarrollista" Arturo Frondizi.
Desde entonces, en ningún momento, el proletariado ha cedido
en la acción revolucionaria, cada vez más conciente de las cau-
sas de la caída de Perón, o sea, de la propia clase obrera. Este
avance ideológico de los trabajadores, es en el orden histórico,
el suceso más destacable de la Argentina actual, y para las cla-
ses reaccionarias, el más peligroso que ha dejado como heren-
cia histórica el peronismo. Ningún plan represivo, ningún intento
de dividir al movimiento de masas han tenido éxito. Todos los
gobiernos, civiles o militares, se han desplomado bajo la comba-
tividad del proletariado. Esta resistencia nacional tiene una sola
causa: la penetración imperialista. Los dirigentes sindicales, ven-
didos o condescendientes, no han logrado interrumpir esta res-
puesta revolucionaria de la clase obrera. Las maniobras de de-
sintegración de los trabajadores y su asimilación por el sistema
han fracasado. Las llamadas políticas "dialoguistas", "participa-
cionistas", de "no alineamiento", etc., sólo han servido para acre-
cer la crítica a los dirigentes y la aparición de corrientes revolu-
cionarias, resistidas por los viejos cuadros, y nacidas al calor de
las capas generacionales intermedias y jóvenes de la clase obre-
ra y la pequeño burguesía.
Socialismo y Peronismo
El peronismo -no hay que ocultar los hechos- está en crisis. Pero
es una crisis interna revolucionaria. Mientras los cuadros tradi-
cionales se mantienen inmóviles ante las tres banderas caídas,
los nuevos las hacen flamear y hablan abierta y conscientemente
de socialismo nacional. En medio del bandolerismo de dirigentes
sin prestigio, esta corriente avanza. El concepto socialismo na-
cional, exige un breve comentario. De un lado, hablar de socia-
lismo nacional, es una contradicción en los términos, pues el
sustantivo "peronismo" implica el atributo de "nacional". Decir
"socialismo nacional" es decir "peronismo socialista", pues el
peronismo es nacional, y por ello mismo, un fenómeno específi-
camente argentino, la forma de la conciencia de clase del prole-
tariado en un gradomás alto de su desarrollo histórico hacia el
socialismo. Empero, puede aceptarse el concepto "socialismo
nacional" como una diferenciación frente al socialismo cipayo. En
tal sentido, el peronismo obrero se nutre de sus propias luchas
como clase nacional, de sus tradiciones colectivas, de su propia
historia y de su afirmación revolucionaria en la Argentina. La
gravidez del movimiento obrero peronista es tal que todas las
clases están circunstanciadas, en pro o en contra, por su presión.
El efecto más considerable de su presencia revolucionaria está
en sus derivaciones sobre la clase media en sus diversos es-
tratos. Aunque ya hemos tratado en capítulos anteriores esta
cuestión, diremos algo más.
La clase media no es uniforme. En épocas de calma muestra
cierta homogeneidad moral, y sobre todo un indefinido disgusto
frente al proletariado. Depositaria de la cultura visible de la so-
ciedad, a través de sus capas profesionales, funcionarios, es-
critores, periodistas, profesores y maestros, etc., es la interme-
diaria del sistema educativo y administrativo de la clase dirigen-
te. Sus miembros forman la democracia del Estado, la masa de
educadores, desde la ensenanza primaria a la superior, etc.,
Pero el imperialismo, al mermar su nivel social, la desmembra en
su aparente solidaridad de clase. La recolonización del país, con
posterioridad a Perón, la ha deteriorado. Sus perspectivas de
progreso, su tranquilo conformismo se ha tornado inestable. El
descenso económico hace que, sobre todo sus capas intelec-
tuales, perciban la significación del colonialismo. Este cambio de
la clase media, le resta fuerza a los poderes antinacionales, que
siempre, de algún modo, la han utilizado. De la clase media -y el
fenómeno muestra analogías en Uruguay, Chile, Colombia, Gua-
temala, etc- surgen grupos revolucionarios que se acercan a los
trabajadores. Esta ideologización en la Argentina de la clase
media, puede confirmarse en la yuxtaposición, en la prédica y la
acción de los grupos clandestinos o no, de dos figuras en una so-
la: Juan Domingo Perón y Ernesto Guevara. Las clases altas -y
los organismos de seguridad- asisten con inquietud a este acer-
camiento de la clase media al proletariado. Desde el apartamien-
to de Perón de la Argentina, es innegable la unidad de la clase
obrera por encima de los capitanejos sindicales, y la fracturación,
muy riesgosa para el sistema, de la clase media. Del antiimpe- UNTREF VIRTUAL | 4
Peronismo y
Socialismo 
Hernandez Arregui
rialismo teórico la clase media ha pasado a tomar conciencia real
de la Argentina y la América latina. Esta disposición mental hacia
Iberoamérica, un tanto vagorosa todavía, pero existente, la con-
duce a la comprensión de que la lucha es común a todos estos
pueblos. No ha alcanzado todavía una visualización completa
del problema, pero este no es un caso argentino sino de todos
los países hermanos. Una profusa literatura inunda el país con
referencia a la América latina, y aunque no superan esos estu-
dios, la oposición abstracta al imperialismo, ni aún se ligan a una
común conciencia iberoamericana, ésta temática empieza a
tomar cuerpo político. El mito de una Argentina diferente al resto
del continente se amengua. La unificación del hemisferio sur,
todos lo perciben ahora, tiene fundamentos históricos, culturales,
lingüísticos que retornan al pensamiento de grandes americanos
del siglo pasado y el actual. La oposición al imperialismo em-
pieza a concebirse como la reconstrucción de Iberoamérica. Uno
de los grandes méritos de Juan Domingo Perón es haber reac-
tualizado la cuestión. Esta idea, asociada a la existencia acu-
sadora del Tercer Mundo, pareció prematura cuando la perfiló y
no halló el eco debido. El proyecto iberoamericano Perón lo es-
bozó en múltiples ocasiones, pero sobre todo, en el' intento de
fundar una organización sindical opuesta a EE.UU. Proyecto que
Perón procuró cristalizar con la organización de ATLAS (Asocia-
ción de Trabajadores Latinoamericanos). A la incomprensión de
los países limítrofes, se asoció la inmediata respuesta de los
EE.UU. Ecos de la repercusión de este proyecto se encuentran
en una obra publicada en 1955. Por decreto ley 479 del P.E. fir-
mado por el Gral. Eduardo Lonardi el 7 de octubre de 1955, se
creó la Comisión Nacional de Investigaciones, y con él se inició
el proceso más execrable del siglo XX en la Argentina. Por otro
decreto ley N° 14.988 del 16 de agosto de 1956, se autorizó la
edición oficial de tales investigaciones, con las firmas de Pedro
E. Aramburu e Isaac Rojas, Laureano Landaburu, Carlos Adro-
gué, Teodoro Hartung, Julio J. Krause y Eugenio Blanco. El títu-
lo de la publicación, establecido por el mismo decreto, fue: "Libro
Negro de la II Tiranía", dentro del consabido paralelo entre Don
Juan Manuel de Rosas y el Gral. Juan Domingo Perón. El traba-
jo en millones de ejemplares, fue distribuido en el país y en el ex-
tranjero, en su mayor parte con carácter gratuito, para que "la
ciudadanía pueda defenderse -se dice en el mismo- de los peli-
gros del totalitarismo antidemocrático". Jamás se ha vomitado en
la Argentina una diatriba semejante. Ninguno de los cargos infa-
mantes contra el régimen de Perón fueron probados. Pero el libro
es hoy, una fuente histórica invalorable respecto a las clases
sociales y fuerzas internacionales que dieron origen a la Revolu-
ción Libertadora. Casi inhallable hoy, el "Libro Negro de la II
Tiranía" debería ser reeditado y comentado críticamente por una
Comisión del Movimiento Nacional Peronista. En lo que hace a
ATLAS, en el mencionado trabajo oficial, se historia el nacimien-
to del organismo obrero en 1952, que se reunió en Méjico con la
presencia de 14 países iberoamericanos y 131 delegados. Pos-
teriormente, en 1955, adhirió Brasil. Agregan los autores del libro,
en una descarada defensa del "sindicalismo libre" que, como
hemos visto asume la política de EE.UU. en materia obrera: "El
nacimiento y expansión de ATLAS era temido por los organismos
sindicales libres (léase EE.UU.: J.J.H.A.) ya que bajo la aparien-
cia de loables enunciados proponíase la difusión del peronismo
en este continente". Es obvio, que ATLAS fue un intento defensi-
vo frente a EE.UU. ATLAS, que recién iniciaba una política de
unidad latinoamericana, ya en 1955 tenía 18 millones de afilia-
dos, y según el informe oficial que menciona estas cifras, sus
adherentes "fueron servidores pagos del régimen peronista man-
comunados para desquiciar y destruir los movimientos demo-
cráticos de los países de América". Luego de la remanida tesis
de la expansión imperialista de la Argentina de Perón, agrega el
interventor de Atlas: "no conforme con estafar a la masa obrera
argentina en sus más caras y legítimas aspiraciones y respon-
diendo a esa intención imperialista que constituye la esencia de
toda corriente totalitaria, puso las miradas y sus garras sobre las
masas obreras de Latinoamérica". Al final del capítulo se diviniza
a EE.UU., pues Atlas, según el informe "Realizaba una sistemáti-
ca campana de intrigas en el campo sindical del continente. Re-
currían a maniobras de todo tipo para impedir que la ORIT se ex-
pandiera y comprendiese a todas las organizaciones obreras de
Iberoamérica, haciendo creer a los trabajadores poco informados
que dicha central estaba al servicio y era inspirada por el Depar-
tamento de EE.UU. de América, con lo que servían también los
planes comunistas, a quienes también decían combatir (¡!) (...)
tratando de desunir a los pueblos y gobiernos que no se avenían
a la degradante tutela del imperialismo peronista". Bastan estas UNTREF VIRTUAL | 5
Peronismo y
Socialismo 
Hernandez Arregui
pocas citas para saber a quien servía la Revolución Libertadora
en el campo sindical. A EE.UU. y al "sindicalismo libre", financia-
do por los monopolios norteamericanos que actúan tras la Con-
federación Internacional de Organizaciones Libres (AFLCIO) con
personajes viles como Serafín Romualdi y George Meany.
Conviene reparar en la insistencia con que en el pensamiento dePerón reaparece la tesis de la unidad de Iberoamérica. A raíz de
los acontecimientos de mayo de 1969, en la Argentina, Perón
volvió sobre el gran tema:
"En Córdoba, Rosario, Tucumán, etc., con unos años de diferen-
cia, ha ocurrido lo mismo que en las grandes ciudades france-
sas. Para los tontos y para los hipócritas se trata en ambos casos
de "agitadores profesionales" manejados desde el exterior. Para
los que saben la verdad, es el comienzo de la verdadera Revolu-
ción, que hoy, sostenida por la juventud y los trabajadores, co-
mienza a demostrar que si la revolución es un instinto en los
países subdesarrollados del Tercer Mundo, lo es también en los
pueblos de las naciones superdesarrolladas. No se hace contra
un gobierno determinado sino contra el futuro incierto que en la
práctica arroja la sociedad industrial contemporánea. Estamos
asistiendo a una profunda y acelerada evolución de las raíces
espirituales, iniciada en una nación desarrollada, por entenderse
que se pretende compensar con la variedad y cantidad de bienes
de consumo el contenido real de la vida."
Perón, contra los que niegan al peronismo una ideología, no sólo
analiza la realidad nacional, sino que la valora y explica como
una crisis mundial del imperialismo. Pero tampoco aquí se
detiene su pensamiento:
"Los pueblos del continente latinoamericano están de pie: defien-
den su independencia y su libertad. Algunos países traicionan la
causa sagrada para los pueblos: su soberanía."
Los enemigos del peronismo -y aún dentro del propio movimien-
to- eluden estas tesis. Y entre los más revolucionarios, la visión
de Perón sobre la unidad de Iberoamérica:
"Frente a la superpoblación y la superindustrialización -dice Pe-
rón- que pueden llevar al mundo a la lucha por la comida y por
las materias primas, podemos imaginar que el futuro será de los
que, tengan mayores reservas de ambas cosas. Las mayores
reservas de comida y materias primas están indiscutiblemente en
la América Ibérica, pero la Historia prueba que cuando los fuertes
han necesitado de ellas, las han tomado donde existieron por las
buenas o por las malas, lo que nos hizo decir hace más de veinte
anos "que el año dos mil encontrará a los latinoamericanos uni-
dos o dominados". Consecuente con ello, durante nuestro primer
gobierno, en 1948 (dos anos antes que Europa lo hiciera) pro-
movimos la integración latinoamericana con un tratado multilate-
ral de complementación económica que firmaron Argentina, Chi-
le, Paraguay, Bolivia, Venezuela, Colombia, y que quedó abierto
a que le hicieran los demás países de nuestro continente: La
finalidad de esta iniciativa era crear un Mercado Común Suda-
mericano, poner .fin a las divisiones artificiales creadas en nue-
stros países, mejorar el nivel de vida de nuestros pueblos, dar a
nuestro continente latinoamericano el puesto que le corresponde
frente al dinamismo de los grandes y el despertar de los conti-
nentes echando las bases de los futuros Estados Unidos de
Sudamérica. Desgraciadamente la acción del imperialismo con la
colaboración del cipayismo vernáculo, destruyeron cuanto noso-
tros habíamos construido en ese sentido, pero la Historia dirá un
día quiénes han traicionado a la América trigueña." 
..................................................
"...la sinarquía internacional -continúa Perón-coaligada con el ci-
payismo vernáculo al servicio del colonialismo nos aplastaron.
Ello parece probar que la liberación no puede ser un hecho insu-
lar o aislado, es preciso pensar entonces que el proceso de libe-
ración ha de ser precedido por una integración del Tercer Mundo,
que por una acción conjunta represente una garantía para la libe-
ración permanente que necesitamos".
Esta unidad de Iberoamérica, Perón la había entrevisto y ensaya-
do durante su gobierno: 
"Si subsistiesen los débiles y pequeños países en un futuro no
lejano podríamos ser territorio de conquista como han sido miles
UNTREF VIRTUAL | 6
Peronismo y
Socialismo 
Hernandez Arregui
y miles de territorios desde los fenicios hasta nuestros días. No
sería una historia nueva la que se escribiría en nuestras latitu-
des; sería la historia que ha campeado en todos los tiempos so-
bre todos los lugares de la tierra, de manera que ni siquiera lla-
maría nuestra atención. Es esa circunstancia la que ha inducido
a nuestro gobierno a mirar de frente la posibilidad de una unión
real y efectiva de nuestros países, para encarar una vida en co-
mún y para planear también una defensa futura común."
En estas reflexiones de Perón no sólo está contenida la unión
económica y política de Iberoamérica sino su organización militar
como gran potencia mundial. Y no por cierto al servicio de EE.UU.
Esto le callan no sólo las derechas, sino la izquierda tradicional
argentina, que mientras deforma el pensamiento nacional e ibe-
roamericano de Perón, eleve odas grises a la "coexistencia pací-
fica y a la paloma d la paz. Como el caso del historiador oficial del
F. Comunista, Leonardo Paso, un hombre tan pequeña que com-
pra trajes para niños. El propio Perón -un patriota de dimensión
americana- ha rememorado que ya en 1946, había propiciado
sobre bases estratégicas y políticas, la necesidad de unificar al
hemisferio sur del continente. Olvidan también sus críticos, en
particular los comunistas, que Perón no fue anticomunista, sino
enemigo de la política internacional de la Unión Soviética que se
oponía, y aún se opone o no apoya, nuestras luchas anticolonia-
listas. La tesis de Perón no sólo es nacional e iberoamericana.
Es internacional, a través de una ilación dialéctica, es decir lógi-
ca que falta, justamente, a los "dialécticos" de la izquierda anti-
nacional:
...la hegemonía no se conquista. Por eso nuestra lucha no es en
el orden de la política internacional, por la hegemonía de nadie,
cómo lo hemos dicho muchas veces, sino simple y llanamente la
obtención de lo que conviene al país en primer término, en se-
gundo término, lo que conviene a la gran región que encuadra al
país y en tercer término al resto del mundo, que ya está más
lejano y menos al alcance de nuestras previsiones y de nuestras
concepciones. Por eso, bien claramente entendido, como lo he
hecho en toda circunstancia, para nosotros, primero la República
Argentina, luego el continente y después el mundo (...) Vivimos
solamente en una relativa seguridad, pensando señores, en la
idea fundamental de llegara una unión en esta parte del conti-
nente".
Pero el realismo de Perón no lo lleva a la fantasía de la inmedia-
ta unión de Iberoamérica: 
"La Argentina sola no tiene unidad económica; Brasil tampoco
tiene unidad económica; Chile solo tampoco tiene unidad econó-
mica, pero estos tres países unidos conforman quizá, en el mo-
mento actual, la unidad económica más extraordinaria del mundo
entero, sobre todo para el futuro, porque toda esa inmensa
disponibilidad constituye su reserva. Estos países son reservas
del mundo (...) Esto es lo que nos ordena imprescriptiblemente la
necesidad de unión de Chile, Brasil y Argentina."
Y agrega Perón, con lógica consecuencia, que esta unión atraerá
a otros países del continente. El Presidente Perón, no sólo dio
una ideología antiimperialista al movimiento. Le dio una estrate-
gia iberoamericana de implicancias internaciones, no sólo en la
doctrina, sino en los hechos. Hechos que determinaron su derro-
camiento. Enfrentó y obligó a retroceder a Inglaterra y EE.UU. y
a las clases sociales que le servían de soporte colonial. Concretó
tratados comerciales, de singular proyección política, con la
URSS y demás países socialistas, muy favorable para la Argen-
tina. Perón lanzó una idea más irritante aún, en especial para
EE.UU.: la unidad de Iberoamérica. Pero esta tesis debe ser pre-
sentada como patrimonio de todos sus pueblos, e impedir que se
convierta en un pretexto de la propaganda del imperialismo deci-
dido a mantener la cuestión disociadora sobre qué país, A, B o
C, está destinado al "liderazgo" de la América Ibérica. Esta pro-
paganda tiende a crear rivalidades entre los pueblosy el temor a
hegemonías parciales, alimentando de este modo, prevenciones
entre los países hermanos. Hablar de "liderazgos" de tal o cual
país iberoamericano, es servir a la política divisionista de las
potencias imperiales y excitar la carrera armamentista entre
pueblos que buscan, por imperativo histórico, la unión económi-
ca, política y militar.
UNTREF VIRTUAL | 7
Peronismo y
Socialismo 
Hernandez Arregui
Las contradicciones del peronismo
Sería sectario alegar que el peronismo careció de contradiccio-
nes. No sólo las tuvo. Las tiene. Más, no es menos cierto, que las
tensiones internas del peronismo reflejan la pugna por una cada
vez más revolucionaria posición frente a la cuestión colonial.
La primera contradicción del peronismo como partido es su divi-
sión en una rama política y otra sindical. Ya se ha señalado es-
te hecho. La segunda contradicción dentro del sindicalismo, la
oposición, cada vez más enconada, entre dirigentes reformistas
y revolucionarios. La división del peronismo en una rama política
y otra sindical debe explicarse, no sólo por razones tácticas, sino
por las clases sociales que componen el partido. Es el residuo
que aún resta de sus orígenes históricos. En menos palabras,
para la Argentina de hoy, la conducción local no es revoluciona-
ria, y la sindical, mantiene aún el aparato burocrático en sus ma-
nos y la conciliación en la manga. Sin embargo, esta conducción
sindical y política, es bloqueada por la actividad crítica, y en sí
misma incontrolable, de las masas mismas, por la creciente y re-
novadora aparición de cuadros jóvenes y al mismo tiempo de
izquierda. Estas corrientes obreras y juveniles ya no creen en la
declamada lealtad a Perón de los políticos y burócratas del parti-
do, pues saben que el peor diablo es el que reza. En estas cir-
cunstancias, y bajo el sacudimiento de estas contradicciones vi-
vas, la idea del socialismo se propaga con energía revolucionar-
ia dentro del movimiento. Esta evolución ideológica, anuncia una
purga dentro de los cuadros políticos y sindicales. Pero antes de
hablar del peronismo como socialismo revolucionario, debemos
rozar el problema crucial, o sea, si es posible el socialismo en la
Argentina y por extensión en Iberoamérica.
Las Condiciones Para El Socialismo
Las bases para un sistema socialista en la Argentina e Iberoa-
mérica son reales, geográficas, históricas y culturales, y sobre
todo, tales condiciones, están dadas por la existencia de millo-
nes de explotados, a lo que se asocia una conciencia antiimpe-
rialista indetenible. Los pueblos iberoamericanos poseen, al mar-
gen de diferencias secundarias, semejanzas que no ofrece nin-
guna región del mundo. El iberoamericanismo es una realidad
que el imperialismo anglosajón no ha logrado disolver. Y en nues-
tros días, florece la voluntad histórica de unificación. La riqueza
fabulosa de estos países yace inexplorada por la interferencia ex-
tranjera dispuesta a recluirnos en el atraso. Tenemos todos los
climas y riquezas naturales. Miramos a todos los mares. Dispo-
nemos, en fin, de los basamentos de una gran nación. Su pobla-
ción pronto alcanzará los 400 millones de habitantes. Y el núme-
ro es potencia política.
La realización del socialismo es más o menos dificultosa según
las disponibilidades materiales y humanas en que la experiencia
se realiza. Las potencialidades de una región exuberante no son
las mismas que las de una misérrima. La Argentina es el cuarto
país del continente. Tiene extensas costas marítimas. Su econo-
mía, en relación con su geografía, ofrece ventajas excepciona-
les, clima templado, cálido y frío; grandes ríos y planes de riego
fáciles por tanto; dilatadas zonas cultivables; minería; tierras ap-
tas para todos los sembrados; una inagotable riqueza pesquera
; petróleo ; bosques que cubren el 21 % de su territorio, fauna te-
rrestre muy variada; hierro, toda clase de minerales básicos para
la industria pesada; carbón, etc., y una siderurgia que recibió,
durante los gobiernos de Perón, un fuerte impulso. La Argentina,
pese a la desarticulación colonialista de sus áreas productivas,
ejecutada por Inglaterra durante el siglo XIX a través de los fe-
rrocarriles, es un país que ofrece todos los requisitos para una
economía socialista planificada. A esto debe agregarse, como
factor concluyente, una clase obrera altamente capacitada. Ya en
tiempos de Perón, la Argentina asistía a una complementación
planificada de su riqueza. El país estaba en plena transformación
con planes a corto y largo plazo dirigidos por el Estado. Esta
política, desde 1955 en adelante, fue atascada primero y desvia-
da después, por la coalición internacional. A pesar de ello, tal ex-
periencia no puede excluirse de 1a historia argentina, y es el
antecedente que recuperado el país, dará a la Argentina su con-
figuración de nación, tanto como los recursos para la integración
de la parte sur del continente asociada a las revoluciones antiim-
perialistas en los países limítrofes.
UNTREF VIRTUAL | 8
Peronismo y
Socialismo 
Hernandez Arregui
alber
Resaltado
alber
Resaltado
alber
Resaltado
alber
Resaltado
La transformación de la Argentina en país socialista es sincróni-
ca a las de Uruguay, Chile, Bolivia, Paraguay y Perú, ya que sólo
la complementación de esta gran plataforma del sur tornará in-
vulnerable a toda la región. El cambio socialista de la economía
implica la remodelación de la Argentina, con la intercomunica-
ción de regiones hoy aisladas entre si. Tales comunicaciones, en
lugar de orientarse hacia ultramar exclusivamente, como hasta
ahora, a través del sistema del embudo que desemboca en Bue-
nos Aires, y de ahí a Europa, deberán hacerlo hacia los países
hermanos a los fines de estructurar el mercado de consumo
regional y el intercambio mutuo, también planificado de la rique-
za, en beneficio de los países asociados. Este acercamiento tec-
nológico y político con Chile, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Perú y
Brasil, etc., importa la independencia económica de todos, y la
única emancipación posible frente a las grandes potencias, con
la creación de un mercado propio, complementado y libre de la
división internacional del trabajo diagramada por el imperialismo.
El comercio exterior, con la autarquía frente a las metrópolis,
equilibrará y fortalecerá las exportaciones conjuntas mediante
tratados de comercio con todos los países del mundo. Esta em-
presa sólo es factible con el rescate de nuestra independencia
económica, los acuerdos con los países hermanos, y con el po-
der internacional de la Confederación Iberoamericana.
El Movimiento Nacional Peronista, en su faz socialista, parte del
axioma que es funesta toda esperanza en el aporte "progresista"
de capitales imperialistas al desarrollo de los países dependien-
tes. Sólo una revolución nacional puede consumar, mediante la
planificación estatal y la nacionalización de la economía en todas
sus ramas, el rescate del país del vasallaje. La lucha frontal anti-
imperialista debe plantearse en escala iberoamericana, aunque
en sus diversas fases, se de a través de revoluciones propias en
sus países más adelantados, Argentina, Brasil, Méjico, etc. Es
necesario apoyar, mientras tanto, todos los intentos aislados de
liberación -como en los casos de Cuba, Perú o Chile- los cuales
deben ser juzgados como importantes etapas históricas, pero al
mismo tiempo, debe considerárseles insuficientes, pues la libe-
ración de cada uno de estos pueblos solo podrá consolidarse
con la liberación conjunta de toda Iberoamérica.
Ahora bien, la riqueza en sí misma del hemisferio no basta, e
impone tratar el problema sin idealizaciones. En la Argentina, por
ejemplo, hay que destruir muchas idolatrías. Entre estas, una de
las más nocivas, ya que tiende al aislamiento de la Argentina del
resto de Iberoamérica, es la que sostiene que este país no per-
tenece al mundo colonial. Esto es falso.Su abundancia de bienes
no significa ausencia de miseria, altos índices de desnutrición,
mortalidad infantil y analfabetismo absoluto o relativo.
Enla Argentina actual existen un millón y medio de desocupa-
dos. Sobran alimentos, pero gran parte de la población, en parti-
cular en las provincias, está subalimentada. Fuera del área, rela-
tivamente próspera de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe y Cór-
doba, el resto del país no difiere de las regiones rezagadas del
continente. Aún en la zona más rica, la subalimentación incluye
importantes sectores de la población sin asistencia médica y
social adecuadas. El infraconsumo, y no la abundancia, define a
la Argentina, con provincias como Catamarca, La Rioja, San Juan,
Santiago del Estero, Corrientes, Jujuy y Salta, Chaco, San Luis,
Corrientes, la Patagonia, Tucumán, etc. Los hábitos alimentarios
de estas provincias por el bajo nivel social de capas enteras de la
población son deficientes y directamente relacionados con los
salarios, la desocupación plena o el desempleo relativo.
Después de 1955, este cuadro de deterioro general ha alcanzado
puntos críticos. Millares de jóvenes, en alta proporción provincia-
nos, son rechazados por incapacidad física para cumplir con el
servicio militar. La Argentina tiene 3 millones de km2. con exce-
lentes y variadas condiciones climáticas. Las tierras fértiles repre-
sentan más de 200 millones de hectáreas. El país, sin embargo,
está escasamente habitado, siendo la causa principal, el régimen
de la tierra que frena el crecimiento demográfico de la población,
la cual, apenas alcanza a 25 millones de habitantes, cuando que
bajamente estimada, debería superar los 100 millones. Dilatadas
extensiones son destinadas a la ganadería y estas tierras ubérri-
mas, aptas para todos los cultivos, están en manos de un puña-
do de familias que integran la oligarquía económica y política.
Parafraseando a Tomás Moro, podría decirse que en la Argentina
las vacas se comen a los hombres. En un espacio que no alcan-
UNTREF VIRTUAL | 9
Peronismo y
Socialismo 
Hernandez Arregui
alber
Resaltado
za los 2.000 km2 habitan 9 millones de personas. Deformación
geográfica, económica y política originada en la concentración
de los latifundios en Buenos Aires y el litoral verde. Mientras
EE.UU., tiene un índice con relación al producto bruto anual, de
4.000 dólares "per capita", y países como Canadá y Australia
2.000 dólares, la Argentina, país excepcionalmente dotado, tiene
sólo 800 dólares "per cápita". Pero del total de la renta nacional
corresponde al 50 % de la población activa de 10 millones de
habitantes, sólo el 37 %. El 5 % de la población, perteneciente a
la clase activa, recibe el 25 % repartido entre 6 millones de habi-
tantes. El 38 % de la renta nacional queda en posesión de me-
nos de 100 mil personas, o sea, el 0,4 % de la población. Esto
significa bajísimo poder adquisitivo en la mayoría consumidora,
y por tanto, un débil mercado interno, sin posibilidades de expan-
sión por la distribución anormal de la riqueza explotada, es decir,
por la existencia de una clase terrateniente inútil dependiente del
comercio de exportación. Por esta causa, de paso, debe apun-
tarse que la reforma agraria en la Argentina no ofrece grandes
dificultades dado el exiguo número de latifundistas y las exten-
siones de las estancias, a diferencia de países donde existe un
gran número de campesinos grandes y pequeños. El campesino
medio, en la Argentina, es el chacarero y la primera etapa de su
incorporación al socialismo debe ser la cooperativa agrícola, sis-
tema dentro del cual, la propiedad individual convive con la produc-
ción y distribución social de los productos del campo en el período
transitorio de la marcha hacia la colectivización de la tierra.
Junto a esta deformación colonialista, los monopolios, los ban-
cos en su mayoría extranjeros, y el sector comercial importador
dependiente del exterior, obtienen ganancias descomunales, y
como derivado, no tienen interés en la transformación del país en
el orden agrario, industrial, comercial y financiero.
A esta escueta descripción de la Argentina, debe agregarse la
imagen social que acompaña a tal situación material. De acuer-
do a las estadísticas globales, que dan una idea incorrecta de la
realidad, la Argentina sería un país bien alimentado, con un pro-
medio de 3.100 calorías y 85 gramos de proteínas por habitante.
Pero estas cifras, de una manera deliberada, no discriminan la
situación de las provincias. En contraste con el aceptable índice
de nutrición de Buenos Aires y el litoral agrícola, existen amplios
perímetros de desnutrición. Los índices que dan para todo el país
58 niños muertos por mil son inconsistentes. Estas cifras no
denuncian que en el interior la mortalidad supera el 65 por mil, y
en Jujuy, por ejemplo, llega al 130 por mil. Es esta la cara oculta
y lóbrega de la absorción del país por Buenos Aires. Los índices,
aquí reseñados respecto a la Argentina, son aún mayores en los
países hermanos: Bolivia 98 por mil; 90 en Guatemala; 102 en
Paraguay, etc. Las cifras más favorables, como era de prever,
corresponden a Buenos Aires y son similares a las de EE.UU. El
40 % de la población argentina vive en Buenos Aires, mientras el
interior permanece prácticamente abandonado a la miseria, las
enfermedades y el hambre. La población rural apenas supera el
20% del total. Este desequilibrio demográfico, aparte que torna
risible la llamada "explosión demográfica", refleja la política anti-
nacional seguida en la Argentina por gobiernos que representan,
a pesar del desarrollo industrial, los intereses de la oligarquía ter-
ritorial y los grandes monopolios internacionales, interesados en
relegar al país en el atraso estructural y en la categoría interna-
cional de semicolonia agroexportadora.
El Cambio De Estructuras
En la Argentina, ministros, funcionarios oficiales, economistas,
"desarrollistas", la misma Iglesia, e incluso peronistas y dirigen-
tes sindicales, hablan de "cambios de estructuras". Esto hace ne-
cesario alguna aclaración. El concepto de "estructura", usado
hoy en diversas ciencias, hace referencia a una totalidad dada
cuyas partes están íntimamente relacionadas entre sí. Una sinfo-
nía, por ejemplo, dispone y relaciona los sonidos dándoles una
estructura o forma orgánica. Una catedral, es una estructura
integrada por partes, cuya totalidad arquitectónica, cumple una
función religiosa. Una zona semiárida entre montanas, es una
estructura, en la que el suelo, el clima y sus habitantes, están
relacionados entre sí de una manera distinta a una zona fértil. Un
plan de riego cambia la estructura de una región. Y en el orden
de la Economía Política, un sistema productivo tiene una estruc-
tura determinada con relaciones económicas, sociales, jurídicas,
propias. Si se modifican estas relaciones cambia el sistema, es UNTREF VIRTUAL | 10
Peronismo y
Socialismo 
Hernandez Arregui
decir, surge otra estructura. Dicho de otro modo, la estructura de
una sociedad, en última instancia, está configurada por las rela-
ciones económicas que le son inherentes. La sociedad capitalis-
ta tiene una estructura. Del mismo modo que la sociedad socia-
lista una distinta. Y la sociedad colonial otra estructura, dentro de
la cual, la relación anormal entre los intereses extranjeros y los
nacionales, es su característica principal.
Cuando nuestros burdos economistas y políticos repetidores de
fórmulas, hablan de "cambios de estructuras", se refieren, cuan-
do más, de una manera premeditadamente ambigua, a obras pú-
blicas que pueden ser necesarias a una región, sin modificar la
estructura total del sistema económico colonial. Y, por tanto, tales
"expertos", no se proponen en absoluto abolir la antinomia "do-
minio extranjero - dependencia colonial". Así, en la Argentina, se
habla de "cambio de estructuras", pero no se dice que este cam-
bio, debe transformar la estructura de la propiedad territorial, del
sistema bancario, la nacionalización de ramas enteras de la
economía, la socialización de la producción, etc.
Para la clase obrera, "cambio de estructuras", significa algo en-
teramente distinto, o sea, revolución de los sectores básicosde
la economía, así, con relación a la propiedad de la tierra, sustitu-
ción de la estancia por comunas agrícolas, diversificación de los
cultivos, organismos técnicos de tipo agrario al servicio de los
trabajadores rurales, mecanización intensiva del campo, etc. Las
transformaciones de los sectores básicos de la economía, impli-
can a su vez, cambios estructurales en otras esferas de la socie-
dad total, verbigracia, de la Universidad y del sistema educativo
en su conjunto, y en síntesis, la transformación del país colonial
en situación de dependencia al capital extranjero mediante la
industrialización en gran escala del todo con criterios básica-
mente nacionales y la construcción del Estado Socialista. Pero la
palabra "socialismo", en la Argentina, está siendo usada de un
modo asaz dudoso. Para ciertas tendencias moderadas, socia-
lismo y justicia social son la misma cosa. También sectores cató-
licos "progresistas" hablan de un "socialismo cristiano". Pero la
mundana Iglesia y el socialismo no son compatibles. He aquí la
realidad en el año 1972:
IGLESIAS INVIERTEN FONDOS EN LAS INDUSTRIAS DE
GUERRA
NUEVA YORK, 7.Un escándalo de proporciones estalló en el
mundo eclesiástico norteamericano al trascender un informe del
Consejo Nacional de Iglesias, según el cual diez de las ramas
protestantes más influyentes tienen invertidos un total de dos-
cientos millones de dólares en sociedades que el año último pro-
dujeron material bélico, desde cañones hasta misiles, por diez
mil millones de dólares. 
La noticia sobre el informe, que sa publicara el viernes, la propor-
cionó el "New York Times", en primera página y suscitó estupor
porque algunas de dichas iglesias -metodista, presbiteriana, bau-
tista, episcopal- entre otras, asumieron posiciones vanguardistas
en el movimiento antibelicista y en las críticas al militarismo de
Estados Unidos.
Asegura el informe que miembros destacados del mismo Conse-
jo Nacional de Iglesias figuran entre los accionistas de la indus-
tria bélica.
Es conocida la amplitud de medios económicos de que disponen
las iglesias norteamericanas y también que, según un precepto
de la moral puritana que prendió el nacimiento y desarrollo de
Estados Unidos, enriquecerse no es contrario a la ley divina.
La crítica de los autores del informe, que se titula "Las inversio-
nes eclesiásticas, la guerra tecnológica y el complejo militar- in-
dustrial", no se dirige a la tradicional y aceptada coincidencia de
los intereses de los administradores laicos de las iglesias con los
de las grandes corporaciones (a veces dichas funciones se com-
binan en la misma persona) sino a las circunstancias contradic-
torias en que se emplea la riqueza económica y moral de la igle-
sia y de las otras instituciones religiosas.
Propugnando el ejercicio de más responsabilidad en la política
de inversiones por parte de los sectores religiosos y laicos de las
iglesias (política que no es condenada en si misma) el informe
UNTREF VIRTUAL | 11
Peronismo y
Socialismo 
Hernandez Arregui
exhorta a tener en cuenta "las preocupaciones éticas y morales"
y a "considerar seriamente la cuestión de apoyar a firmas que
producen para la guerra".
Entre las veintinueve grandes compañías que acumulan capital
de origen eclesiástico para sus rubros bélicos se cita a la Ameri-
can Telephone and Telegraph, la Standard Oil Co. de New Jers-
ey, la United Aircraft, la Litton Industries Inc. y también IBM, Ge-
neral Electric, Westinghouse, General Motors, R.C.A., práctica-
mente casi todos los gigantes de la industria norteamericana.
Según el presidente de la Comisión de notables del Consejo
Nacional de Iglesias, Frank P. White, que firma el informe, las diez
iglesias citadas poseen paquetes accionarios por un total de
1.500 millones de dólares, mientras que las organizaciones en-
cargadas de la administración de las tres religiones más impor-
tantes de Estados Unidos (protestante, católica y hebraica) invir-
tieron en acciones industriales 22.000 millones de dólares.
"Estas iglesias expresa el informe no solamente se pusieron a la
par de cualquier otro accionista pasando por alto todo reparo éti-
co y moral, sino que se han hecho cómplices de actos irrespon-
sables, inmorales y socialmente peligrosos de las sociedades en
las que están representadas, han dado una importante contribu-
ción económica al complejo militar industrial y a la guerra en el
sudeste asiático contribuyendo a la fabricación de las armas de
destrucción en masa".
Para la clase obrera, socialismo significa el cambio de todo el ré-
gimen capitalista de producción por otro en que el sistema pro-
ductivo y sus relaciones económicas deben ser objeto de una
transmutación profunda con la participación directa de los traba-
jadores. Esto quiere decir que, con la revolución de los sectores
básicos de la economía, de las estructuras sociales, culturales,
jurídicas, del país, debe producirse un cambio radical en las rela-
ciones de fuerzas de las clases sociales, y por tanto, en la natu-
raleza misma del poder político.
El sistema socialista, es pues, modificación completa de las ba-
ses sociales y del hombre mismo. La apropiación de la riqueza
por la clase oligárquica y capitalista en el socialismo pasa a las
clases productoras. Y el Estado, como instrumento del dominio
de una clase sobre el resto de la población, cambia su estructura
en tanto poder organizado de los trabajadores como clase revo-
lucionaria. Con el traspaso del poder político y la tecnología, los
bienes materiales de la sociedad, crean y ordenan, a su vez, un
nuevo sistema de distribución de la riqueza social, ya que el cam-
bio estructural de un sector abarca todas las estructuras sociales.
La diferencia entre el capitalismo dependiente y el socialismo,
entre la sociedad vieja y la nueva, es por eso y sobre todo, la
transferencia del poder político. En 1971, Perón se expresó
claramente en esta cuestión:
"Nuestra Revolución Justicialista partió de un gobierno legal y
constitucional elegido por una gran mayoría y pretendió alcanzar
sus objetivos por la vía legal dentro de la Constitución de 1949,
en modificación de la legislación preexistente realizada por la vía
constitucional. Se trataba en consecuencia de promover y acele-
rar una evolución que llevaba progresivamente a la República a
un cambio fundamental de estructuras, hacia un régimen nuevo
y un nuevo sistema, en la que el Estado, la política, y las condi-
ciones socioeconómicas se orientarán hacia un socialismo nacio-
nal tan pronto como se consiguiera liberarse de las influencias y
penetración imperialistas, sin lo cual no había soluciones posibles."
Los Organismos Internacionales
Un plan de transformación de la economía exige, de entrada, la
ruptura de la dependencia con los organismos financieros inter-
nacionales y privados extranjeros. Y en consecuencia, un retorno
a la política de nacionalizaciones de la época de Perón.. Esta
soberanía política encontrará su apoyatura, en medio de la crisis
mundial del imperialismo, en los países socialistas. Una nación
es soberana cuando es libre para negociar con cualquier país.
Las llamadas "fronteras ideológicas" no son más que empaliza-
das puestas por las naciones opresoras. En tal sentido, por "fron-
tera ideológica", debe entenderse la seguridad militar de EE.UU.
La erradicación de las fronteras ideológicas, importa libertad para
planificar la economía, las comunicaciones, las industrias ma- UNTREF VIRTUAL | 12
Peronismo y
Socialismo 
Hernandez Arregui
dres, el mercado interno, la producción agropecuaria, pesquera,
maderera, naval, química, etc. y la dirección de las importacio-
nes eximidas de las restricciones impuestas por los monopolios
internacionales que son los que marcan esas "fronteras ideoló-
gicas" al resolver con cuáles naciones y con cuáles no, la Argen-
tina debe comerciar.
Con la socialización, cada zona del país se integrará en la tota-
lidad de la nación, previa la descentralización productiva y la
creación de centros urbanos que contrapesen la macrocefalia
industrialy demográfica de Buenos Aires.
Sobre estas premisas, puede afirmarse que la doctrina del Movi-
miento Nacional Peronista, no ha perdido vigencia. Pero la "jus-
ticia social" hoy se llama socialismo. Esta superación del progra-
ma originario del peronismo es su continuación histórica no su
negación. Prensar al peronismo dentro de sus esquemas inicia-
les, en su época revolucionarios, es la detención de su porvenir
histórico. Y en este retraso ideológico, contra el pensamiento de
Perón, se obstinan grupos contemporizadores dentro del pero-
nismo mismo. Perón ha señalado en numerosos documentos
desvirtuados, ignorados y hasta interceptados por esos mismos
grupos, la necesidad de adecuar la doctrina a las cambiantes
condiciones históricas. Estos cenáculos se han encargado de
obstruir la difusión actualizada del pensamiento de Perón. Tales
pandillas, políticas y sindicales, serán derrotadas por las masas
peronistas. La oposición interna contra tales grupos debe ser lle-
vada a sus extremos. Hemos dicho que la contradicción principal
del peronismo, en su actual estadio histórico, y en la etapa revo-
lucionaria que vive el país y sus clases sociales, incluido el ejer-
cito, es la potencia revolucionaria de sus masas trabajadoras y
la inadecuada conducción de dirigentes sindicales y políticos que
marchan, aunque estén a la cabeza nominal del peronismo, a la
retaguardia del pensamiento revolucionario de Perón. Estos diri-
gentes metamorfosean las tácticas frente al sistema, y con ma-
nejos trapaceros, convierten tales tácticas, aisladas de la estra-
tegia, en posiciones contrarrevolucionarias, en acuerdos con el
régimen. El peronismo es un partido obrero que no descarta la
participación de otras clases, pero las subordina a la lucha del
proletariado argentino, la clase más revolucionaria. Y la más
nacional. Esta realidad, ha desatado una tirantez interna que se
expresa en la desconfianza de las masas hacia los dirigentes.
Existe pues, un antagonismo real entre una conducción local va-
cilante y los reclamos de las masas. La conducción cegetista no
controla ya los focos críticos del interior del país. Tal el caso de
Córdoba. Esta deserción de Buenos Aires no sólo ha precipitado
la rebelión de los trabajadores del interior, sino la aparición de las
organizaciones armadas populares, o como las llama Perón "for-
maciones especiales". A estas cuestiones se refiere Perón, en
una carta que me enviase desde Madrid con fecha 5 de noviem-
bre de 1970 y que conserva actualidad. Entresaco los párrafos
principales
"Por la información que poseo, nuestra juventud toma parte acti-
va en los acontecimientos nacionales que nos toca vivir y ello
me alienta extraordinariamente porque, como ya he dicho antes,
cuando una juventud sabe morir por sus ideales, ha aprendido
todo lo que debe saber una juventud. Nuestros enemigos han
hecho mucho más que nosotros por este objetivo. Sus errores y
su contumacia reaccionaria, han convencido más a las nuevas
generaciones que todo cuanto nosotros hicimos antes por per-
suadirlas. El aumento del Peronismo actual no es porque noso-
tros hayamos sido demasiado buenos, sino porque los que nos
sucedieron han sido tan malos, que han terminado por hacernos
óptimos a nosotros.
Sigo muy de cerca lo que allí está sucediendo y, malgrado el pe-
simismo de algunos, pienso que se acerca la decisión. Antes el
problema era la situación argentina, ahora no hay más problema
que la dictadura militar, contra la que parecen colocarse todas las
fuerzas nacionales del campo político y social y, "muchos perros,
hacen al final la muerte del ciervo". Aún, dentro de las Fuerzas
Armadas, existen síntomas inequívocos de disociación entre gru-
pos que no comparten la idea de seguir gravitando en apoyo de
un sector que los hechos demuestran que son inapoyables. Todo
esto parece acercarse a un final que, colocados en esta situación
no puede ser sino el triunfo del Pueblo y de la Nación.
La suerte parece ya echada, sólo falta el tiempo indispensable
para que cristalice en acción lo que todavía es sólo posibilidad. UNTREF VIRTUAL | 13
Peronismo y
Socialismo 
Hernandez Arregui
alber
Resaltado
Ya es un progreso porque hasta hace poco tiempo, esa posibili-
dad era demasiado aleatoria como para afirmar conclusiones.
Hoy las cosas parecen haber cambiado más alentadoramente: un
Pueblo en lucha revolucionaria abierta, factores externos alenta-
dores como el de Chile, fuerzas enemigas en disociación y, suma-
do a todo, ello que esta situación parece no dar para más. No
tengo duda que los enemigos harán todo lo posible para neu-
tralizar esta situación, pero tampoco la tengo que les será suma-
mente difícil hacerlo.
Quedará sin embargo luego "el rabo por desollar": lo que se debe
hacer cuando se alcance la decisión que esperamos y eso es lo que
me preocupa porque, en este campo, nada se puede improvisar.
Por eso pienso que es indispensable que se comience a estu-
diar y planificar la acción futura. En la revolución nada puede im-
provisarse, es preciso tenerlo todo previsto, planificado y forma-
dos los equipos de ejecución. Sólo así podrán satisfacerse sin
pérdida de tiempo las inquietudes lógicas que sucederán a las
frustraciones a que nos han llevado sucesivamente los intentos
reaccionarios armados por el imperialismo y sus agentes nati-
vos. Tomar el Gobierno para una nueva frustración, aunque sea
momentánea, sería lo peor que nos podría pasar.
La tarea de los hombres de pensamiento en estos momentos ha
de estar especialmente encaminada hacia la posibilidad de al-
canzar una unidad de propósito, desarrollar al máximo la solidari-
dad indispensable entre los grupos afines que luchan por la libe-
ración y formar los órganos necesarios, capaces de llegar a una
concepción apropiada en lo ideológico y doctrinario, como para
alcanzar una unidad de acción absoluta. Yo sé la importancia
que tiene este aspecto de la revolución porque lo realizamos
desde el Consejo Nacional de posguerra en 1944 y 1945, mien-
tras tanto yo me ocupaba personalmente de la preparación
humana, desde la Secretaría de Trabajo y Previsión.
Fuera de esto que corresponde a la organización de superficie,
en el momento actual, corresponde impulsar a los grupos de ac-
tivistas que se han hecho cargo de la lucha activa que, deberá
ser llevada desde la periferia al centro con una sola consigna:
gran actividad. Esos grupos no tienen porque ser dirigidos cen-
tralizadamente, sino que dentro de la misión general y los obje-
tivos conocidos deben gozar de la más amplia iniciativa a fin de
poder aprovechar las circunstancias y características propias de
los lugares en que actúan. Con la acción de conjunto, de las or-
ganizaciones de superficie y los grupos de activistas deberemos
crear el clima que necesitan los grupos militares que colaboran y
que estarán destinados a producir la decisión. No sé si teorizo
demasiado pero es como estoy percibiendo desde aquí la acción
racional en que la subversión debe progresar.
Imperialismo y Legalidad
El gobierno militar de Alejandro Lanusse ha propuesto la política
del Gran Acuerdo Nacional. Nadie se engaña sobre esta política.
Es la última carta para impedir la insurrección luego de dos déca-
das de crímenes y proscripciones. Perón debe maniobrar, como
gran político, con extrema flexibilidad táctica y una sola estrategia:
la liberación nacional. Muchos, de buena o mala fe, confunden las
tácticas, que siempre en política son plurales, con la estrategia
que es una sola. O sea, mezclan los medios con los fines.
No faltan críticos que hablan de la política "pendular" de Perón.
Es decir, de la política contradictoria de Perón. No hay tal contra-
dicción. Una cosa son los medios, las tácticas, y otros los fines,
la estrategia. Aclaremos un poco más: las llamadas contradic-
ciones de Perón, un político de genio y un patriota, son el reflejo
consiente en la mente de Perón, de las contradicciones reales
del peronismo en particular y del país en general. No todos los
que barajan los naipes saben jugar. Y Perón no sólo sabejugar
sino que remata magistralmente las partidas. La "salida" electoral
es deseada, dentro del propio partido, por sus capas centristas,
e impugnadas por los grupos revolucionarios. Perón se ve obli-
gado a moverse en una diagonal de fuerzas compleja. Más
Perón no aprobará una salida electoral si el Ejército no crea las
condiciones para una política de rescate nacional. De lo contra-
rio, un presidente peronista -el propio Juan Domingo Perón- sería
un títere del grupo más reaccionario del Ejército, y su destino, no
muy diferente a los presidentes "constitucionales" Frondizi o Illia, UNTREF VIRTUAL | 14
Peronismo y
Socialismo 
Hernandez Arregui
que llegaron al poder, y a poco fueron expulsados, con el con-
sentimiento, en ambos casos, del Ejército. Perón sabe que la li-
beración nacional está próxima y que el Ejército está dividido.
Mientras el Ejército asiste a un estado deliberativo de sus man-
dos, a conspiraciones, levantamientos y mutaciones en la menta-
lidad de los militares, que incluso, en algunos sectores, ahora
aceptan la política nacionalizadora de Perón, la negociación no
implica pacto, sino guerra de desgaste, y no del peronismo, sino
del gobierno.
Las Tensiones Internas
El debate ideológico dentro del peronismo, es inevitable. De un
lado, los que se han estancado en 1946. Del otro, los que en los
bárbaros sucesos posteriores a 1955, ven la necesidad de impe-
dir un nuevo fracaso y la de conducir al país por la senda del
socialismo. A los que niegan al peronismo una ideología, o bien,
la capacidad para acomodarla al presente, habría que preguntar-
les dónde estaban cuando decenas de peronistas eran fusilados,
cuando millares eran encarcelados, cuando millones eran pro-
scriptos de la vida nacional, no por falta de una ideología, sino
porque representaban, en las calles, en las fábricas, en las cár-
celes, una ideología nacional de liberación.
Las masas eran y son anticolonialistas mientras los opositores al
peronismo eran y son proimperialistas en tanto militantes o sim-
patizantes de partidos integrados al sistema. El socialismo nacio-
nal ha nacido del peronismo revolucionario. Pues el peronismo
es nacional y revolucionario. Mientras las masas siguen peronis-
tas, ningún partido ha crecido. La atomización opositora de dere-
cha, centro o izquierda, ha sido la norma. Y no pocos elementos
de izquierda, que ahora "ven" al país, se han incorporado o se
acercan al peronismo. El peronismo no debe rechazarlos. Son
las cepas reaccionarias del movimiento las que tiemblan ante
esa infiltración "marxista" como la llaman. No hay tal infiltración.
Lo que preocupa a estos sepultureros del porvenir, es que hoy,
aquél 17 de octubre de 1945, se ha transformado en un movi-
miento nacional de izquierda. Todo grupo que se acerca al pero-
nismo se identifica con las masas argentinas, y por tanto, se
nacionaliza. Y esto es lo que interesa, la radicalización ideológi-
ca del peronismo y la nacionalización de las izquierdas no liga-
das a partidos internacionales. En estado de transición, las con-
tradicciones del peronismo, como se ha expresado, anuncian su
superación y conciliación en una síntesis más alta. El peronismo
es el partido político de los trabajadores. Lo prueba esta brega
cada vez más abierta que se libra en sus filas. Lo atestigua, ade-
más ésa juventud universitaria o no, que combate junto al prole-
tariado nacional. Esto obliga, dentro del peronismo, a la discusión
del programa y a la organización férrea del partido, al elevamien-
to del nivel de sus dirigentes, y sobre todo, a la formación de hom-
bres nuevos destinados al reemplazo de los dirigentes caducos.
No otro sentido tiene la prédica de Perón respecto a la juventud.
El peronismo ofrece un amplio campo de acción. La exclusión de
los burócratas sindicales, es a un tiempo, la modificación de la
acción política de los sindicatos. El sindicato, cuando la clase
obrera es revolucionaria, se transforma a su vez en un centro ac-
tivo, se proyecta a la acción directa en las fábricas, galvaniza en
los obreros la conciencia política de su poder, es decir, los afirma
en la convicción de que la empresa es el trabajo y no el capital.
y Dor esa madurez de la conciencia de clase, los trabajadores
ascienden al pensamiento socialista ligado a la defensa del país,
de la patria saqueada por el imperialismo. Al profundizarse el
sentimiento anticolonialista, el sindicato de masas encara al régi-
men, atrae a los mejores representantes de otras clases socia-
les, y en tanto escuela de democracia obrera, del mero refor-
mismo y el gremialismo puro, pasa a la actividad revolucionaria
que polariza a todos los sectores del pueblo.
En su faz actual el Movimiento Nacional Peronista, debe librar
una batalla decisiva contra los capituladores gremiales y políti-
cos, contra los "neoperonistas" y los sindicatos amarillos, ya que
los sindicatos y la política del partido son una misma cosa. Al
combatir al reformismo y su versión "democrática" colonial el sin-
dicalismo, bajo la influencia teórica de planteles extrasindicales,
se torna revolucionario, crea sus propios líderes, activistas y pro-
pagandistas, junto a los dirigentes de la vieja guardia que han
sabido avanzar y conservan la fe del pasado, la veteranía heroi-
ca de la resistencia, y en la cabeza el porvenir de la Argentina.
El peronismo no es el pastel de la "conciliación nacional". Es la UNTREF VIRTUAL | 15
Peronismo y
Socialismo 
Hernandez Arregui
alber
Resaltado
revolución. La patria contra la colonia. El poder de los trabaja-
dores contra la dependencia económica y cultural. Es esta con-
ciencia de clase la que le da su potencia al peronismo. Hasta las
organizaciones clandestinas no peronistas giran alrededor del
peronismo, de sus masas obreras, no pueden salir de su radio,
de la gravitación nucleadora de su masa política. A su vez, los
obreros tienden a la lucha directa.
La conciencia socialista no se alcanza de golpe. Sobre todo, en
países como la Argentina donde el término ha sido desacredita-
do por las izquierdas chillonas y extranjerizantes. Junto al escla-
recimiento de las cuestiones teóricas, el partido renovado, tiene
que mostrar un doble rostro legal e ilegal. La acción debe desple-
garse en dos frentes, pero consciente de que la actividad ilegal
es la que realmente corroe al sistema. También desde la legali-
dad puede realizarse la prédica anticolonialista. En este nivel,
admitido a regañadientes por los gobiernos de fuerza, el partido
se convierte en aglutinante de otras fuerzas opuestas al colonia-
lismo, aunque estas fuerzas, no sean del todo consecuentes con
la revolución. AI lado de esta oposición legal, la prensa ilegal, los
activistas revolucionarios, deben moverse en todos los campos,
lográndose así la conciliación de la lucha partidaria coordinada
en sus dos polos. Frente a las "negociaciones tácticas" con los
gobiernos antiobreros, la "intransigencia práctica" ante el impe-
rialismo y esos mismos gobiernos civiles o militares que los re-
presentan. Esta política impone un cambio revolucionario en los
cuadros. No debe olvidarse que, dentro del movimiento, "los pa-
cificadores", los "legalistas", los "constitucionalistas", son tan
enemigos de la revolución como el régimen que se vale de ellos
para engañar a los obreros y aislar al partido de otras fuerzas po-
pulares que día a día, momento a momento, se pliegan en el pen-
samiento y en la acción, a la lucha de las masas. Empero, la lucha
legal no debe descartarse, pues permite un contacto mucho más
amplio con las bases, y al mismo tiempo prepara o facilita, por
diversos medios, la lucha ilegal. Ambas esferas de la lucha deben
estar intercomunicadas. La lucha legal y su eficacia, depende de
los dirigentes. De ahí que la renovación interna debe tender a la
liquidación de la conducción cegetista vendida. Esta lucha legal
es también parte de la lucha revolucionaria general al combatir a
una minoría de obreros aburguesados ajenos a las masas.
Mientras el peronismo no concluya esta depuración interna, no
será más queun partido reformista de base obrera destinado a
la desintegración histórica. La conjunción de la actividad legal e
ilegal, necesita millares de activistas -o predicadores como los
llama Perón- que actuando en el plano local, sepan utilizar ese
terreno sin perder de vista el principio que no hay otra solución
que la revolución' socialista. Acción legal e ilegal, son esferas in-
terpenetradas. Los dirigentes sindicales, dueños del aparato ce-
getista -sin que esto signifique romper la unidad del movimiento
obrero- deben ser objeto de una crítica permanente. El gremia-
lismo amarillo desenmascarado. Y en definitiva, el sindicalismo
"oficialista" aniquilado. Este sindicalismo, aunque se llame pero-
nista, es el único aceptado por los militares conservadores, los
partidos coloniales, y por tanto, por el imperialismo. Tales dirigen-
tes y partidos tienen prensa. El peronismo revolucionario no tiene
prensa. Si la política sindical, es decir, del partido, queda en el
plano "legalista", los gremios se aburguesan, se hacen "demo-
cráticos". Esa "democracia" es la negación de la democracia. Los
dirigentes conciliadores suelen justificar su "dialoguismo", su
"participacionismo" con el argumento baboso del "realismo" polí-
tico. Este realismo político es mero oportunismo. Y la cuestión
decide en sus términos reales el sentido que debe dársele a la
unidad del movimiento obrero. Las masas unidas en una central
única de trabajadores son un instrumento formidable contra la
clase dirigente y el imperialismo. La unión del movimiento obrero
es, pues, la base de la Revolución Nacional. Pero hay que de-
nunciar inexorablemente, el oportunismo, el aburguesamiento de
sus dirigentes al servicio directo o indirecto del imperialismo, que
desde hace anos, realiza en la Argentina, y en todos los países
hermanos una vasta operación de intoxicación ideológica bajo el
manto de las escuelas sindicales, planes de vivienda obrera a los
grandes gremios, becas al extranjero para un mentida capaci-
tación sindical y que son formas encubiertas del soborno y embo-
tamiento de la capacidad combativa de los dirigentes sindicales.
La lucha por reivindicaciones inmediatas no basta si a ello no se
asocia la conciencia revolucionaria. El proletariado argentino de-
be elevarse por encima de sí mismo y representar los intereses
de la nación entera, tomar conciencia de su papel conductor so-
bre las demás clases, que también, en casos particulares resis-
ten al coloniaje, pero con la limitada visión de la pequeño bur- UNTREF VIRTUAL | 16
Peronismo y
Socialismo 
Hernandez Arregui
alber
Resaltado
guesía. La importancia de la clase trabajadora exige que el pe-
ronismo, partido del proletariado nacional, encabece y realice los
postulados de una política propia.
Cuando la prensa colonial en la Argentina hace la apología del
"apoliticismo" de los sindicatos, propicia el entubamiento de los
mismos en los partidos "democráticos" y al mismo tiempo, les
abre a los dirigentes gremiales los despachos oficiales, la clase
obrera debe saber que tales sindicalistas son enemigos de la
revolución, que ya no son obreros. Al no poder dividir a los tra-
bajadores se les ofrece el idilio democrático, el olvido de la antin-
omia peronismo-antiperonismo. No hay tal cosa. Esta antinomia
se llama colonia o nación. Y en tanto oposición histórica no pue-
de resolverse por medios pacíficos mientras el Ejército persista
en su actual política. Es el colonialismo el que ha creado esta
antinomia. Hablan ahora, desde los despachos' ministeriales, de
"paz en la libertad", de "democracia estable y eficiente", cuando
han desatado la guerra interior, hundido al país, oprimido al
pueblo. La "democracia que proponen no tiene otra finalidad que
neutralizar la revolución. Esta ola revolucionaria penetra en las
grandes ciudades, en las zonas rurales y en las provincias, aún
las más atrasadas, frente a la insensibilidad del Ejército. Por eso
el Ejército se enfrenta a una disyuntiva. O se une al pueblo -que
es la Historia- o la Historia lo desbordará. Pues la función del
Ejército no es matar compatriotas sino defender la patria, consol-
idar la nación.
La Crisis Argentina: Su Significado
La Argentina no puede interpretarse aislada de la crisis del impe-
rialismo. La historia está hecha de conexiones causales y los dis-
tintos países no son más que partes de una evolución más gran-
de que incluye tanto la historia de un pueblo como la Historia Uni-
versal, en la cual, aquéllas historias están insertas también en
conexión causal. Esta crisis tiene su epicentro en EE.UU. En tal
sentido la Argentina es un caso en la crisis del colonialismo. El
colonialismo no morirá sin combatir. El poder de los monopolios,
como ya lo ha hecho en Brasil, se volcará sobre la última región
del planeta que le resta: Iberoamérica. A esta crisis del colonial-
ismo se asocia el avance de los países socialistas y las insurrec-
ciones del Tercer Mundo, también orientadas hacia formaciones
históricas socialistas. La correlación de fuerzas entre el capitalis-
mo y el socialismo, favorece cada vez más a éste, y un nuevo
orden económico mundial se gesta a la vista de todos. Las leyes
que determinan el paso del capitalismo al socialismo son gene-
rales, pero las formas en que tal tránsito se cumplirá son parti-
culares, vale decir, tienen las características de cada país.
A pesar de que la victoria del socialismo es evidente, el camino
es arduo. La construcción del socialismo no responde a un pa-
trón fijo. Cada país le da el color de su propia naturaleza geográ-
fica y cultural, y sobre todo, está condicionado por el desigual de-
sarrollo histórico de los pueblos. Antes de constituir el orden so-
cialista mundial hay que fundar los Estados socialistas naciona-
les. A la unidad internacional se arribará por el imperio de la téc-
nica, factor este decisivo en la próxima conformación del mundo,
pero el internacionalismo, como sentimiento de las masas, no
cuenta en las guerras de liberación. Antes de la unificación so-
cialista de todas las naciones, los países coloniales concentrarán
sus esfuerzos en la liberación de las respectivas patrias. En un
mundo futuro, económica y técnicamente integrado, se esfuma-
rán no pocas fronteras políticas, pero no las diferencias cultura-
les que distinguen a los pueblos y nutren su voluntad de ser y
persistir. Poner en primer término lo internacional sobre lo nacio-
nal, es un espejismo de la izquierda. Una manera de amar a la
Humanidad, que es un conjunto de patrias y no ver la patria sin-
gular. La liberación no puede conquistarse desde afuera, por la
magia de las grandes potencias socialistas -Rusia o China- sino
desde adentro. El internacionalismo proletario que figura en las
cartillas escolares de la izquierda, en la práctica, ha pactado con
el nacionalismo burgués -el caso de Argelia- cada vez que el
dominio de las metrópolis sobre las colonias ha vacilado. Esto ha
generado el hecho más inesperado y explosivo del siglo XX: La
emancipación de los trabajadores de las grandes metrópolis,
.será el efecto, no la causa, de la emancipación previa de los tra-
bajadores oprimidos de las colonias. No hay internacionalismo o-
brero. Hay nacionalismos coloniales de signo socialista. Sólo con
el quebrantamiento del imperialismo los obreros de las naciones
capitalistas se restituirán a la revolución mundial. El cementerio UNTREF VIRTUAL | 17
Peronismo y
Socialismo 
Hernandez Arregui
alber
Resaltado
alber
Resaltado
del imperialismo está en las colonias. El colonialismo es el fruto
más revolucionario del imperialismo, el umbral de la descompo-
sición del capital monopólico y de la reconstrucción de la econo-
mía internacional. El imperialismo da las armas al colonizado.
Las masas coloniales, al expulsar al imperialismo liquidan a las
oligarquías nativas, y en este doble hecho, se suprimen a sí mis-
mas como masas explotadas. La constitución de Estados nacio-
nales libres es el nudo central de la Historia actual, del colonia-
lismo. Sólo los chatos simplificadores pueden negar el

Continuar navegando

Otros materiales