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A Nº , , ISSN - 107 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… RESUMEN: En este trabajo se estudia las bibliotecas tardocoloniales, con el fi n de comprender cómo los revolucionarios –si lo eran– o el grupo más conspicuo, y el pueblo en general estaban habilitados para leer los acontecimien- tos que estaban sucediendo ante sus propios ojos, y aceptaron la revolución en Buenos Aires, sin una violencia y muerte masivas. ¿Cómo fue posible que un conocido fraile predicara en un sermón sólo unos años antes de la revolución que el Rey era la imagen viva de Dios, y que debía ser obedecido en conciencia (como lo venían haciendo sus antecesores desde 1600, y como se enseñaba en los catecismos que se vendían en las pul- perías) citando a Richelieu, y poco después defendía la revolución y llamaba al Rey “trai- dor”, citando a Montesquieu? Semejantes cambios no puede ser trazado sin el previo conocimiento de un corpus bi- bliográfi co que tuvo que ser movilizado para que los acontecimientos tuvieran una legibi- lidad tolerable, que diera sentido a la revolu- ción. Intentamos estudiar las bibliotecas, pero no suponiendo que sus dueños hubieran leído, comprendido, o –menos– acordaran con ellos y estuvieran “infl uenciados” por ellos. En cambio, asumimos que los libros son semiósforos, como ha dicho Pomián, es decir LEER LA REVOLUCION DE MAYO: BIBLIOTECAS TARDOCOLONIALES EN EL RÍO DE LA PLATA Por Jaime Peire A Nº , , ISSN - 108 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… objeto para ser investidos de un signifi cado. Esto semiósforos nos guiarán más adelante a buscar el sentido de la revolución y cómo, fue entendida y leída, una y otra vez, por la gente que la protagonizó, o simplemente la vivió. Por otro lado, como ha afi rmado Chartier, el discurso es una construcción social. Inves- tigar un número relevante de bibliotecas, cerca de cien y analizarlas, nos permite obser- var qué y cuál fue el material bibliográfi co concreto, que como un a suerte de aparato logístico, o ejército fantasmático, estaba listo para ser apropiado, sobre la base de una his- toria disponible, en expresión de Koselleck, sosteniendo sus pensamientos y acciones. Este corpus no estaba constituido sólo por los ilustrados “canonizados” sino más bien por las articulaciones a partir de una larga tradición desde los griegos, hasta que la revolución estuvo preparada para apropiárselos. Pero cómo fue esa apropiación, es otra historia. ABSTRACT: To read Mayo Revolution: late colonial libraries in the Río de la Plata This research is an study of late colonials libraries, in order to understand how the revolutionars –if they were so– or the most conspicuos group, and the people in general, were able to read the events that were hap- pening at their eyes, and accepted the revolu- tion in Buenos Aires, without massive violence and death. How was possible that a known frair preached just a few years of the revolution that the King was the living image of God, and that they must obbey him on conscius,(as the others used to do, from 1600, and the catecisms that the boys learned teached, an they were selled in the pulperías for the people), in the name of Richelieu, and a little time after, he defended the Revolution and califi ed him of “traidor”, taking Montesquieu, expresily? Such changes cannot be drawn without a previous knowledge of a bibliographic corpus that have to be moved in order to give the events a tolerable legibility, that make any sense to the Mayo’s Revolution. We intended to look after the libraries, but no suppossing that the owners of them have ridden, under- stood or agree them, and were “infl uenced” by them, but on the contrary, we take the books as semisfores, like Pomián said, or obje� s with have a signifi cate to be assume. \ is semiosfores will guide us, later to seek to un- derstand the sense of revolution, like over and over was understand and red by the people who protagonizaced it, but also who simply lived it. On the other hand, as Chartier has said, the discours is a social constru� ion. To search a relevant number of libraries, near a hundred, and analize them, allow us to see what and how was the bibliographical raw material , that, like a ghost logistical army, were avail- able for being appropiated based in a disp- ponibility history, as Koselleck state, sustaining their thoughts and a� ions. \ is corpus, was not only the “canonized” enligthenned authors, but the articulations with a large tradition, since the greeks, untill the revolution was ready to be appropiated. But how was that appropiation, is another history. PALABRAS CLAVE: Revolución de Mayo, revoluciones de independencia en América Latina, bibliotecas, Siglo de las Luces, hist oria de la le� ura. KEYWORDS: May Revolution, latin ameri- can revolution of independence, libraries, enlightenment, hist ory of reading. — I — Introducción En 1991, Roger Chartier terminaba su libro sobre los orígenes culturales de la revolución francesa ex- presando que había tratado de “bos- A Nº , , ISSN - 109 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… quejar la cuestión central que en la a� ualidad se plantea: cómo articular las descripciones de la conciencia histórica de los contemporáneos, ob- sesionados en 1789 por una certi- dumbre de inauguración y de rup- tura absoluta, con la identifi cación de determinaciones desconocidas que conducen a los hombres a hacer una historia diferente de la que ellos creen hacer. Por un lado, restituir la radi- calidad del surgimiento del aconte- cimiento, y por el otro, encontrar las discontinuidades desconocidas y pa- radójicas que se insertan en la larga historia de la monarquía”1. Esto nos pone en la pista de que todo acontecimiento un tanto con- vulsivo necesita de una analítica que se corresponda con estas cara� erís- ticas: es decir una analítica de acuer- do al giro hermenéutico2. Y para rea- lizar esta hermeneusis de una realidad pasada, un buen instrumento son las bibliotecas de la gente, en tanto y en cuanto ellas mismas son una herme- 1. Chartier, Roger: Espacio público, crítica y desacralización en el siglo XVIII, los orígenes culturales de la revolución fran- cesa, Barcelona, Gedisa, 1995, p. 233. 2. Cfr. Para una introducción Grondin, Jean: Introducción a la hermenéutica fi losófi ca, Barcelona, Herder, 1999. Her- nández Pacheco, Javier: Corrientes ac- tuales de la Filosofía. La escuela de Franc- kfort, La Filosofía Hermenéutica, Madrid, Tecnos, 1996. Para el caso de la Histo- ria, Koselleck, Reinhart, Gadamer Hans- Georg: Historia y Hermenéutica, Barce- lona, Paidós, 1997. neusis de la realidad, un intento de comprenderla y de exorcizarla; de enfrentarla: son un refl ejo del tiem- po histórico, es decir –tomando a Reinhart Koselleck– son fruto de la experiencia del pasado y de las ex- pe� ativas del futuro3. De esta manera, consideramos, siguiendo a Krystof Pomián, que los libros son semiósforos4, es decir obje- tos investidos de un signifi cado, y esto independientemente de si el que los lee los tenía en el momento del evento que se trata de comprender, o de si los comprendía o los tenía, o estaba de acuerdo con ellos. De lo que se trata es de averiguar si había una Historia disponible5 en la socie- dad para investirlos de ese signifi ca- do, de un modo social, en un mundo de la vida cultural. De que existiera la posibilidad de comprender de “leer” esa Historia disponible. De eso nos ocuparemos en el presente trabajo: de la posibilidad de explicar cómo algunos pudieron “leer” en el nuevo gobierno una revolución que marcar el comienzo de algo nuevo. Pasar al discurso a estudiar su apropiación será otro paso, que no intentaremos aquí. 3. Koselleck, Reinhart: Futuro pasado, para una semántica de los tiempos históricos, Barcelona, Paidós, 1993, pp. 13-18. 4. PomiánKrystof, “Historia cultural, his- toria de los semiósforos” en Rioux, Jean Pierre y Sirinelli, Jean François, Para una historia cultural, México, Fondo de Cul- tura Económica, 1999, p. 86. 5. Ibídem, p. 251 y ss. A Nº , , ISSN - 110 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… Procuramos comprender y expli- car la posibilidad de que la revolución fuera “leída” por muchos que –por citar un ejemplo– poco antes predi- caban desde el púlpito que el Rey era la “Imagen viva de Dios” citando a Richelieu, y después de la apoyaban diciendo que el Rey era un traidor, citando a Montesquieu6. Pero para ello, parece evidente que debieran haberse movilizado –ya antes de la revolución– diversos corpus biblio- gráfi cos que fueron desplazados por los a� ores del drama que se fue de- sarrollando, suerte de fantasmático ejército. — II — Las bibliotecas, los textos, y sus mundos de vida Empezaremos por los temas y au-tores del barroco, a diferencia de lo que he hecho en otras ocasiones, ya que al contar con una masa críti- ca importante de bibliotecas, podemos enfatizar la misión de los libros en la construcción social de los discursos. Por lo tanto no tendremos en cuen- ta tanto las personas, como los temas, y dentro de cuáles grandes temas estos están encuadrados. Trataremos 6. Cfr. Peire, Jaime: El taller de los espejos, Iglesia e imaginario, Buenos Aires, Claridad, 2000, cap. V. de obedecer a la arquite� ura de las bibliotecas en su conjunto, más que a una cronología temporal de los temas7. Pero a partir de allí me de- 7. Hemos apuntado en la búsqueda al hombre “común” mas que al intelectual conocido o famoso. Por supuesto que también integran nuestras bibliotecas hombres famosos e intelectuales reconocidos, tanto como hombres de acción. Pero a los que más atención préstamos es al hombre culto que sabía leer, pero que no necesariamente era un letrado: el ejemplo típico son los comerciantes, pero hay otros, como pulperos, marineros, un clarinete y hasta un tonelero. Y hemos realizado la hermenéutica de sus bibliotecas, por ahora, a la luz de las grandes bibliotecas de letrados y famosos, pero tratando de respetar, sin embargo, su lógica interna. En este momento nos hallamos en la búsqueda –ardua– de bibliotecas en capas más bajas. Sin embargo, en la casi totalidad de las bibliotecas que hemos encontrado el dueño es califi cado de Don. En sólo una de las consultadas esto no es así. Es el caso de Antonio Araujo, quien apareció muerto en una panadería, y se declaró que tenía confl ictos con su amo por “esclavizarle”. AGN, Sucesiones, 3867, a nombre de Juana Almirón. Tenía solo tres volúmenes de libros referidos exclusivamente a la espiritualidad, a los que se califi ca de “librillos”. Para una bibliografía completa de lo publicado sobre Bibliotecas, cfr. Parada, Alejandro: “El mundo del libro y de la lectura durante la época de Rivadavia. Una A Nº , , ISSN - 111 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… jaré guiar por la lógica interna de las bibliotecas, que a veces nos hace en- trar una sana vorágine, como una propedéutica saludable. El primer ítem macro que salta a la vista por su importancia en la can- tidad de volúmenes pero sobretodo por su lugar estratégico dentro de cada biblioteca como un todo, in- terpretado dentro del conjunto de las bibliotecas, es lo que podríamos denominar el “barroco”. En primer lugar las Empresas políticas de Saave- dra Fajardo, titulado también, Idea de un príncipe político crist iano repre- sentada en cien empresas. También había un libro similar de Rivadene- yra8, que fi guraba en un número sig- aproximación a través de los avisos de La Gaceta Mercantil (1823-1828)” en Cuadernos de Bibliotecología, Nº 17, Buenos Aires, 1998. Para un Ilustrado típico de la “república de las letras” del momento, cfr. Martini, Mónica: Francisco Antonio Cabello y Mesa, un publicista ilustrado de dos mundos (1786-1824), Buenos Aires, 1998. 8. Virtudes del príncipe cristiano. Menos frecuente que las Empresas, sin embargo. También fi guraban en esa línea el de Fernández de Navarrete, Conservación de monarquías y del mismo autor, Discursos políticos. Menos frecuente, era la Instrucción de Príncipes de Cabrera, que fi gura en la biblioteca de Martín de Zavaleta, una de las más completas de su tiempo. (1776) AGN Sucesiones 6370. También en esta línea, Corona virtuosa de un príncipe, de Nierem- nifi cativo de bibliotecas. La idea era el libro que debía ser el espejo don- de el príncipe podía mirarse, a la vez que un pequeño tratado teórico prác- tico de política, para que el mismo príncipe fuera un espejo para su pue- blo, en el caso de Saavedra tomando como ejemplo a Fernando el Cató- lico. Podríamos sintetizarlo no del to- do arbitrariamente en tres aspe� os que se repiten. 1) El príncipe debe ser virtuoso, y para ello cultivar las virtudes. La principal de ellas es la Prudencia, que es la virtud por ex- celencia de los que gobiernan. Parte importante de ella, es que el prínci- pe debe aprender a fi ngir, especial- mente en lo tocante a la información. 2) Debe utilizar la razón de estado de una manera cristiana. Todo el es- fuerzo de Saavedra y de los “espejos del príncipe” –no sin tropiezos– es- tá en que este aplique la razón de estado de una forma cristiana. 3) Debe buscar consolidar la Monarquía –con toda la carga imperial que tenía esta palabra– antes que seguir expan- diéndola peligrosamente. “No son las Monarquías diferentes de los vi- berg, cuyo también barroco Diferen- cia entre lo temporal y lo eterno, es casi omnipresente. Del Padre Mendo, El Príncipe perfecto y ministros avisados, y otros que en general se encuadran en la literatura de Espejo de príncipes, como el Speculum principum de Pedro Belluga. A Nº , , ISSN - 112 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… vientes y los vegetales. Nacen, viven y mueren como ellos sin edad fi rme de consistencia. Y así son naturales sus caídas. En su naciendo, decre- cen”9: Saavedra Fajardo era bastante escéptico con respe� o a las formas de gobierno10. Los tratados de prín- cipe cristianos, buscaban reivindicar de alguna manera una razón de es- tado cristiana acuñada en los arcanos del estado de Tácito11 –a quien Saave- 9. Citado por Pagden, Anthony: Señores de todo el mundo. Ideologías del imperio en España, Inglaterra y Francia (en los siglos XVI, XVII y XVIII), Barcelona, Península, 1997, p.137. El tema de la razón de Estado en el enfrentamiento del “yo cristiano y el cuerpo místico del soberano, que devendrá en el llamado Estado moderno, Paul Kléber Monod, Monarquía y religión en Europa, 1589-1715,Madrid, Alianza 2001, p.120-121 y 131-132 como ejemplos. 10. Tulio Halperin Donghi denomina a esta actitud “empirismo” de los barrocos. Véase Halperín Donghi, Tulio: Tradición política española e ideología revolucionaria de mayo, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, p. 44 y ss. 11. El pensamiento de Tácito es especialmente visible en la copia de sus Emblemas, que pretenden ilustrar pedagógicamente por medio de la metáfora, cada una de las “Empresas”. También Solórzano tenía una Emblemata centum, regio politica que alguna vez fi guraba en las bibliotecas que hemos consultado. Bastante común eran los Emblemas de Alciato –muy relevante en su tiempo– por dra Fajardo cita 688 veces– aunque no sin tropiezos: “Pues en el pensamiento político español la política de Dios entra en conta� o íntimo con una prá� ica política que no podría someterse a trabas ético-religiosas sin compro- meter las posibilidades de éxito de los ideales que defi ende”12. Al lado de Saavedra Fajardo, y de Rivadeneyra, estaba con mucha fre- cuencia Juan Solórzano y Pereira, en dos obras. La Recopilación de las Le- yes de Indias, y la Política indiana13. ejemplo en la Biblioteca deMartín de Zavaleta, AGN, Sucesiones, 6370. En todo caso, es de remarcar que la emblemática estaba muy presente en las bibliotecas. Acerca de la Emblemática cfr. De la Flor, Fernando: Barroco. Representación del mundo e ideología en el mundo hispánico, Madrid, 2002, y también Hermosa Andújar, Antonio: “De la educación del príncipe a la educación del ciudadano” en Angel Prior Olmos, (Ed.), Estado, Hombre y gusto estético en la crisis de la ilustración, Biblioteca Valenciana, 2003, p.127-166. 12. Ibidem, p. 49. 13. Junto a esto hay que tener en cuenta también –pues aparece en las bibliotecas a veces– la República literaria de Saavedra Fajardo, que da un marco –junto con las obras que citaremos de Bossuet– a una fuerte presencia de la cultura barroca, al fi nal del período colonial. Por ejemplo en la biblioteca de Agustín Casimiro de Aguirre, de 1790. A Nº , , ISSN - 113 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… Quizás no pasara desapercibido para el le� or de Solórzano, el que este autor, americano, reclamara para los criollos un lugar preferencial en los puestos del funcionariado, insistien- do en que así estaba legislado. Claro que en un contexto, como bien se- ñalara Halperín, donde el mismo decía: “mejor es tener un rey tirano, que no tener ninguno”14, donde la fi delidad al Rey estaba vinculada por medio de un lazo sagrado, como gus- taban de reconocer los españoles de continuo, Solórzano incluido. Pero seguramente lo que no pa- saría desapercibido a los le� ores de éste de todas las bibliotecas, es su defensa del absolutismo15 en un as- pe� o en que Solórzano rompe con la tradición de Vitoria y Suárez, pa- ra alinearse con los demás teóricos 14. Ibidem, p. 53. Es una sentencia de Tácito. Otros autores romanos impor- tantes que fi guran con frecuencia son, Virgilio, Tito Livio –autores importantes para la Historia de los Imperios– Quinto Curcio, en la biblioteca de Martín de Zavaleta Ib, Ovidio en la misma, Salustio. 15. Utilizo aquí la palabra absolutismo adrede, aunque no es término de moda para autores como François Guerra y la Escuela de Florencia, refi riéndome más al registro del discurso que de las prácticas. De hecho el sujeto de imputación del mando político para Solórzano es el “príncipe absoluto”. Juan de Solórzano y Pereyra, Política indiana, TIII, Biblioteca de Autores Españo- les, Vol. 254, 17-18. europeos: “El rey es ahora creador de la ley en un sentido mas fuerte y literal del que daba al termino la es- colástica de la centuria anterior; el cará� er humano y profano de esta concepción del orden jurídico con- trasta mas de lo que parece a prime- ra vista con el de las construcciones de la escolástica española”16. Sin em- bargo, es preciso señalar aquí, que ese énfasis en la fi gura del Rey sacra- lizada, como legislador, no es nuevo, sino que viene de la mano de la sacralización romana del princeps de fi nes de la republica, consagrada por el Digesto, obra muy presente en las bibliotecas porteñas, junto con todo ello Corpus juris civilis de Justiniano: “Quod placet princeps habet legem vigorem”. Lo que quiere al príncipe tiene vigor de ley17. 16. Ibidem, p. 57. 17. Cfr. para este tema, Kleber Monod, Paul: El poder de los Reyes. Monarquía y religión en Europa, 1589-1715, Madrid, Alianza, 2001, que tiene un enfoque diferente al de Chartier en cuanto a la desacralización del Rey. Para él, después de una etapa donde la Monarquía era el refl ejo de Dios y el espejo de la identidad humana, y el Rey el mediador entre Dios y los hombres. Pero esa mediación entró en declive a fi nes de siglo XVI. “Había tenido lugar (hacia 1715) un marcado declive de la efi cacia de las explicacio- nes políticas que se basaban en la asunción de lo sagrado o de la gracia divina. Lo que las sustituyó no fue el secularismo, sino una obediencia A Nº , , ISSN - 114 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… Pero este rompimiento dentro de una relativa continuidad, como des- usadamente enfatiza Halperín, es el fruto en primer lugar de las tenden- cias políticas que se estaban dando basada en principios religiosos (la cursiva es nuestra) a una autoridad humana unitaria, abstracta, en combinación con un sentido profundizado de responsabilidad individual moral –en pocas palabras soberanía más autodisciplina”. Es un cambio, un hábitus –según el autor– desde la religión como “cemento social”, hacia una sociedad donde el yo se redefi nía según las ideologías estatales que estaban surgiendo. Kleber Monod, Paul: op. cit, pp.14- 15. Por motivos que se verán en este estudio, no pensamos que este proceso haya afectado al Río de la Plata colonial directamente, pero lo que las bibliotecas marcan con claridad –al contrario de algunas fuentes– es que estamos ante un proceso de resquebrajamiento de lo que fue el cerramiento de la semántica política y su fundamento religioso en la época de la contrarreforma, y al mismo tiempo de apertura y producción de nuevos signifi cados en la semántica política, al calor del contexto histórico. Cfr. para el proceso de “ cerramiento semántico” Emilio Burucúa, José: “La variedad de lenguas, culturas y multitudes como instrumento paradojal de la unidad humana en los confl ictos religiosos del siglo XVI”, en María Inés Carzolio y Darío Barriera, Política, cultura, Religión. Del Antiguo Régimen a la formación de los Estados Nacionales, Rosario, 2005, p. 80. en Europa, que estaban registrando –en segundo lugar– una vuelta a las concepciones políticas helenísticas y romanas, que después fueron toma- das por los teóricos españoles. “La transformación de la condi- ción de los emperadores romanos que se produjo desde Augusto a Cons- tantino el Grande supuso la trans- formación efe� iva del princeps ro- mano en monarca teocrático hele- nístico, a pesar de la gran disparidad de orígenes históricos de la corte ro- mana y de la monarquía macedonia. En el siglo VII, san Isidoro de Sevi- lla identifi có esta noción de lo que representaba ejercer imperium con la monarquía, que tomó prestada del griego. “Las monarquías –escribió– son aquellas en que el principado pertenece a una sola persona, como fue el caso de Alejandro entre los griegos y de Julio Cesar entre los ro- manos”. A partir de entonces –y de ello se derivarían importantes con- secuencias (…) el termino monarquía se empleó a menudo como sinónimo de imperio para designar un ámbito compuesto por un determinado nú- mero de Estados distintos en los que no se cuestionaba la voluntad legis- lativa de un único gobernante y en los que el príncipe no solo era legibus solutus, sino cuyas leyes eran expre- sión de la voluntad de éste”18. 18. Pagden, Anthony, op.cit, p. 28, cita 18. A Nº , , ISSN - 115 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… Si bien el tratado de la monarquía del Dante, que recogía estas ideas era probablemente inexistente en las bi- bliotecas porteñas, no lo era San Isidoro de Sevilla19. Y desde luego, el verdadero autor que hizo la solda- dura entre estas ideas desde la roma- nidad hasta la modernidad, aun en contra del recelo y del temor de la tardoescolástica española, que fue la peor enemiga de la idea de Imperio, de un Campanella, de un Gattinara, de un Sepúlveda y otros: San Agustín. Es curioso comprobar que los padres de la Iglesia, incluso griegos, fi guran más que la escolástica “du- ra”20. Solo cuatro bibliotecas tenían la Suma teológica de Santo Tomas, y sólo una su Regimini principum21. Existían algunos tratado de teología tomista en algunas bibliotecas tam- bién. Pero San Agustín era común. Y si contamos a los demás padres de la Iglesia, de Filón de Alejandría, he- breo, y otros neoplatónicos paganos, 19. Que fi guraba en bibliotecas como la de Azamor, pero en otras no tan cons- picuas y conocidas como la de Bruno Reynal.20. Es curioso en cambio, encontrar libros de la preescolástica, como los de Pedro Lombardo y Bernardo de Claraval. 21. El título original era De regno ad Regem Citry, se refi ere a Chipre, (circa 1267) pero es más conocida como De regimine principum. la ventaja de la fi losofía neoplatóni- ca –y quizás su soldadura con la “Fi- losofía” de Newton, (sobre el cual circulaba un libro de Voltaire). Tam- bién estudios sobre su sistema en relación a la política y aún contra él considerándolo atrasado22.Tal como se encuentra en un grupo de biblio- tecas, parece evidente que no sólo se conocía a Newton, sino que se de- batía la proyección de sus ideas23. Tal como se esfuerza en recalcar Pagden, la fi losofía política que se había impuesto era agustiniana, lo cual no sólo quiere decir neoplató- nica, sino también paulina. Es bas- tante corriente observar en las biblio- tecas las Epístolas de San Pablo: es más: son casi las únicas que se repi- ten. ¿Y cuál es el rasgo más sobresa- liente de la proyección política de la do� rina de San Pablo? La obedien- cia a la ley y a la autoridad que ha sido colocada “allí” por Dios. San Pablo es en esto, terminante. 22. Cfr. por ejemplo, la biblioteca de Francisco Ortega (1790) en Guiller- mo Furlong, Bibliotecas argentinas durante la dominación española, Buenos Aires, 1944, p. 122, se mencionan 2 tomos. 23. Cfr. acerca de este tema, el trabajo de Borello, Ricardo: La infl uencia de las ideas newtonianas en el Río de la Plata, Quilmes, 2003, inédito. Es interesan- te observar que Aristóteles casi no fi gura en las bibliotecas, mientras es bastante más normal encontrar a Platón. A Nº , , ISSN - 116 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… Esta fi losofía política neoplató- nica pone por origen de la autoridad el divino, no el humano, como lo hacían Vitoria y Suárez (que prá� i- camente no existía en las bibliotecas: de la tardoescolástica éstas toman sobre todo a Domingo de Soto y lo que se refi era a la polémica sobre la conquista). Si la autoridad del Mo- narca es divina, la obediencia debe ser en conciencia. Aquí la política agustiniana se cierra con las tenden- cias jansenizantes que aparecen en los libros de moral mayoritariamente probabilioristas (rigoristas), Concina, especialmente o Gonet, , entre otros, en contra de los “jesuíticos”, de me- nor presencia, pero cuyo represen- tante más veces nombrado es Larra- ga, único autor sobre moral, junto con el esporádico Busembaum y No- ceti, que parece contestar la podero- sa artillería pesada jansenizante Pero un personaje como el Clarinete del Regimiento de Burgos, Laynes, tenía –por ejemplo– un Larraga. La polé- mica entre jesuitas y jansenizantes no parece haber terminado, incluso en el derecho canónico, donde pri- man Van Spen y otros de la misma tendencia, aunque no con un mo- nopolio absoluto24. 24. Cfr. Zanatta, Loris y Roberto Di Stefano: Historia de la Iglesia en Argentina, Buenos Aires, Grijalbo- Mondadori, 2000. Un buen ejemplo de la espacio amplio de escape al estricto propabibliorismo, es el Este tema, que podría parecer trivial, por el contrario, era suma- mente importante. No en vano des- pués de la expulsión de los Jesuitas se ordenó hacer un juramento en todas las Universidades del Imperio, de no sostener las do� rinas “laxas” jesuíticas, especialmente sobre el ti- ranicidio: porque la moral así tacha- da incluía como un opción moral posible el tiranicidio, que había sido condenado por el Concilio de Cons- tanza. Pero el problema era que el anatema de Constanza prohibía ase- sinar al tirano por cualquier medio. Obviamente la interpretación de la Monarquía era interesada. Ningún moralista probabilista hubiera soste- nido eso seriamente, en el mundo hispánico. La teología escolástica sos- tenía el derecho a la resistencia al tirano injusto y en ocasiones a ma- tarlo, pero no de cualquier manera, como rezaba el anatema del Conci- lio25. ejemplifi cado por Daisy Rípodas Ardanaz, cuando el obispo Azamor y Ramírez, al quejarse de un problema de jurisdicción expresa que este arrebato ha sido “sin opinión verdaderamente probable”. Rípodas Ardanaz, Daisy: El obispo de Azamor y Ramírez. Tradición cristiana y modernidad, Buenos Aires, 1982. La cursiva es de la autora. 25. Cfr. para estos temas Peire, Jaime: La Visita-Reforma a los religiosos de indias de 1769, Tesis doctoral inédita, Pamplona, 1986. A Nº , , ISSN - 117 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… La imposición de la moral rigo- rista implica el intento de establecer una obligación de obedecer al rey, en conciencia. Esto estaba en todos los catones y catecismos que eran los libros mas frecuentes encontrados. Además se vendían en las pulperías. Así por ejemplo, nos encontramos con una Cartilla (Catecismo) de 1796 (¡solo 15 años antes de la revolución de mayo!) que ante la pregunta de si se debe obedecer a los ministros pues- tos por el Rey, responde: “Si Padre, debemos obedecer no solo a los bue- nos y moderados, si(no) también a los fastidiosos molestos e injustos.” Lejos se esta aquí de la do� rina de la resistencia al tirano escolástica. Menos aún del tiranicidio, que los borbones se habían esforzado en des- terrar “¿Cuál es la primera obligación de un crist iano? Respuest a: “después de amar, temer, y servir a Dios y obedecer sus Santas Leyes, tener a nuest ro Rey entero respeto, amor, fi delidad, y obediencia; porque es- te es un precepto de Dios26, y un orden que ha est ablecido para el gobierno del Mundo, y el que no lo executa así resist e al mismo Dios, como lo enseña el Apóst ol San Pa- blo. (La negrita es del texto)27. 26. La negrita es del original. 27. Lázaro de Ribera, Breve Cartilla Real para que los niños de la Provincia del Paraguay se instruyan en las primeras Aquí es donde –me parece– se puede entender el marco de circula- ción y apropiación del discurso ilus- trado, que ya desde mucho antes estaba penetrando en el Río de la Plata. Pero para ello, las bibliotecas nos señalan un autor clave, que será la llave para esa recepción: Bossuet, el obispo francés, que aprobó las de aclaraciones del clero galicano, en 1682. Sus obras, muy presentes en las bibliotecas no sólo de letrados, pero también de los comerciantes, son los libros “intele� uales” más pre- sentes, después de los españoles28. Alguno de ellos son casi infaltables en las bibliotecas letradas. Su visión fuertemente providencialista y teleo- lógica y su pannacionalismo, enten- dido en el sentido antiguo, étnico, de la palabra, enmarcaron la evolu- ción ética y política en donde va a hacer impa� o la ilustración, a partir de la década del sesenta del siglo XVIII. Bossuet parece ser con estas cara� erísticas un eje fundamental en la construcción de sentido, en cuan- obligaciones de un buen vasallo, dispuesta por su Gobernador Intenden- te, Asunción 1796, AGN, Bn, 286. 28. El clarinete del Regimiento de Burgos, Apolinar Laynes, tenía los 4 tomos de las Variaciones de la Iglesia Protestante, 5 tomos de una obra no identifi cada de Bossuet, y su Del conocimiento de Dios y de sí mismo, junto con “Colonias Inglesas”, Cicerón y Virgilio, en una biblioteca de unos 240 volúmenes. A Nº , , ISSN - 118 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… to agrupa varios fa� ores fundamen- tales, que, combinándose, dan su sentido y lugar a las bibliotecas. Este autor parece ser el que pone la base para la soldadura entre la lec- tura griega del cristianismo, junto con la idea de que está en la mente de Dios que los objetivos eclesiásticos sean desplegados por las naciones históricas, para llegar a su objetivo. Sobre esta idea, podría articularse sin difi cultad, las nuevas corrientes ilus- tradas. Los cuerpos bibliográfi cos estudiados, manifi estan estas solda- duras con mucha claridad. No se trata solamente de Bossuet,sino de toda la literatura barroca que las bi- bliotecas contienen. Huelga decir que no estoy afi rmando que esto lo demuest re. Simplemente lo hace po- sible. En primer lugar está su religio- sidad “nacionalista”, que expresa de- cididamente que la “misión” de la Iglesia solo puede ser llevada a cabo en el seno de una monarquía fuerte, es decir, que la labor convergente de monarquía e Iglesia es un imperati- vo prá� ico evidente y que los cho- ques entre los dos han sido y son inevitables. Habría que tratar de lle- var una coexistencia lo más pacífi ca posible. En segundo lugar su visión uni- versalista, parecía darle al proceso histórico una coherencia tal que per- mitía una interpretación de la reali- dad histórica, aún cuando después “Progreso” pueda suplantar a Provi- dencia o en su caso sintetizarla, pero la cantidad de veces que aparece su Política sagrada sacada de las Sagradas Escrituras29, y su Discours sur l’hist oire universelle depuis le commencement du monde jusqu’á la empire de Char- lemagne, junto con las Declaraciones del clero Galicano y el tema de clero francés en general30 que estas le� uras venían fomentadas desde arriba, en el marco de regular las relaciones entre sacerdocio e imperio de la mis- ma manera que en el caso francés31. Otra obra que estaba muy presente en las bibliotecas porteñas era Va- riaciones de la Iglesia protest ante. De esta manera, cobran nuevo sentido las infl uencias griegas y ro- manas, todo ha sido preparado para que las Monarquías –teniendo como paradigma la monarquía Hebrea, titulo de un libro muy frecuente– ad- quirieran sentido, y esa obediencia en conciencia, fuera un sacrifi cio con un sentido mesiánico. La Koinos no- 29. Politique tirée des propres paroles de l’Éscriture sainte, á Monsieur le Dauphin. 30. Me refi ero a la Defensa de la declaración de la Asamblea del clero de Francia de 1682 acerca de la potestad eclesiástica, que aparecen con distintas variantes en el título, traducida al español. 31. En esta línea era muy común el libro de Gaspar de Villarroel, Gobierno eclesiástico pacifi co y unión de los dos cuchillos pontifi cio y regio. A Nº , , ISSN - 119 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… mos acuñada por los estoicos32, con la misión de difundirse a todo el “mundo” propia de la visión romana a partir de la lex Rhodia, pero trans- formada en ética cristiana, a partir de San Agustín, tiene un sujeto cole� ivo claro: La monarquía católica33. Pero al mismo tiempo Bossuet, que pretendía una interpretación literal de las Sagradas escrituras, im- pone una ortodoxia que el tiempo iba a resultar fuertemente anacróni- ca cuando surge poderosa la critica bíblica, encabezada por el Diccionai- re Hist orique et Critique de Pierre Bayle34, que fi guraba en algunas bi- 32. Aunque no es común, si puede verse en algunas bibliotecas a Marco Aurelio, en 39 tomos. 33. En la misma línea, el único libro suelto del Viejo testamento que se encuentra, es el Libro de los Reyes, en la biblioteca de Pedro Altolaguirre, y también, en varias, Costumbres de los israelitas, y en esta línea uno omnipre- sente en el período: Monarquía hebrea, ya en la década del 50. Cfr. Torre Revello, José: “Bibliotecas en el Buenos Aires Antiguo desde 1729 hasta la inauguración de la biblioteca pública en 1812, Biblioteca del Capitán de Navío Felicio de Fonseca, (1758)” en Revista de Historia de América, Nro.56, Buenos Aires, 1965, p. 92. 34. Al Río de la Plata, Bayle llegó, “de manera clandestina, para sumarse a la vasta biblioteca del Dr. Juan Baltasar Maziel y a la colección del no menos erudito Azamor y Ramírez. La bliotecas, protegido por su titulo a veces traducido y sin mencionar el autor. Para Koselleck, la critica se torna con Bayle, universal y devas- tadora. Pero quizás un difusor más común era Agustín Calmet, que, aunque moderado, utilizaba la nue- va “crítica”35. La expresión “critique” prolongada labor docente cumplida por el primero al frente del Real Colegio de San Carlos así como su reeconocida pertenencia a la “secta ecléctica” y su admisión entusiasta de “los principios de Cartesio ó de Gassendo ó de Newton” permiten conjeturar que los alumnos de Maziel (Saavedra, Castelli, Belgrano, Moreno, Rivadavia y Dorrego, entre otros, (nada menos), pudieron adoptar como guía para algunos pasajes de sus estudios los artículos más famosos del Dictionnaire. Pero sólo es una conjetura”. Diccionario Histórico y crítico [Primera antología], Introducción de Fernando Bahr, p. LXLIII. Buenos Aires, 2003. 35. Calmet, Agustín: Commentaire littéral et critique sur touts les livres de l’Ancien et de Nouveau Testament, y también Dictionnaire critique chronologique géographique et litteral de la Bible, que tenía por ejemplo Solá en once tomos. Si a esto le sumamos algunos Histoire critique des practiques supersticeuses qui ont séduit les peuples et embarrasé les savants, de Le Brun (que tenía Maziel, por ejemplo) y otros que junto con crítica literaria incluían crítica religiosa, como Entretiens sur divers sujets d’histoire, de litterature, de religion et de critique, De la Croze, parecería que la “Ciencia A Nº , , ISSN - 120 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… de las Sagradas Escrituras” estaba penetrando. Calmet aparece en la biblioteca de Francisco Soloaga., en 1771, de 234 volúmenes, y eso que probablemente era apenas un ayudante de tendero según declara. Tenía también libros en latín, un diccionario de italiano, y nada menos que a Van Spen. Además completa- ban su biblioteca el Inca Garcilaso, San Juan de la Cruz y las Sentencias de Pedro Lombardo. AGN, Sucesio- nes 8412. También en 1770, Pero mucho más avanzada, era la lista de libros que el librero José de Silva y Aguiar le vendía a Joseph de Ayala en el mismo año, biblioteca que contaba con 1071 volúmenes, que valía 4.420 pesos, que incluía un Reinfestuel, las Obras completas de Gassendi en latín, Pedro Lombardo, en latín,, los 17 tomos de Feijóo, y también su crítico, Sotomanes, (lo que indica ya el conocimiento de una polémica en torno a Feijóo, que se verifi cará instalada más tarde, cuando sea ya común poseer los dos) Pluche, Espectáculo de la naturaleza en 15 tomos de comedias –condenadas por algunos oradores de púlpito– Orlando el Furioso, 1 tomo de física eléctrica, 1 tomo sobre el comercio de Holanda, obviamente el Telémaco, 7 tomos sobre el Estado político de la Europa, En 1776- Abel Feu, tenía una biblioteca de 21 volúmenes, casi todos libros de medicina, y un diccionario de francés, en castellano, latín, francés. AGN, Sucesiones, 5871. Una de las bibliotecas más importantes de esa década fue la de Martín de Zavaleta, de 1082 volúmenes, con un valor de 3171 y “criticism” (y también critiscks) “ganó carta de naturaleza en el de- curso del siglo XVII, entendiéndose con ella el arte de un enjuiciamiento al objeto referido especialmente a los textos antiguos, pero también a las obras de arte y de literatura, así como al pueblo y a los hombres, pero a partir de su uso como método fi lo- lógico en las Sagradas Escrituras, en lo que Schleiermacher más tarde ex- pesos, y la Política indiana, un diccionario de Vasco , nada menos que la Divina comedia, las Confesio- nes, y las Meditaciones, en 4 tomos, de San Agustín, (signifi cativamente, junto a las Epístolas de San Pablo, y el Apocalipsis de San Juan, el Reifens- tuel de rigor, 11 tomos de Calmet, el Tratado de la Amortización de Campomanes, un curso de Química.2 tomos de Gracian, 16 tomos del Espectáculo de la naturaleza de Pluche, el Teatro Crítico de Feijóó completo, y el Telémaco obvio, 10 tomos de Heinecio en latín, la Vida de Carlos XII de Voltaire, en dos tomos “usados” Olavide en tres tomos de El hombre feliz, las Variaciones de Bossuet, Cervantes, 1 tomo de comedias, la colección de Escritosde la Holanda, Góngora, destacándose el interés por la política, Empresas políticas de Fajardo, dos tomos de la Política de Bobadilla, y Sor Juana Inés de la Cruz.. AGN, Sucesiones, 8821. Son ejemplos de bibliotecas no necesaria- mente de gente importante, que muestran la posibilidad de una apreciación crítica de los sucesos que iban transcurriendo. A Nº , , ISSN - 121 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… tenderá con el nombre de hermenéu- tica”36. Sin duda esto fue un caballo de Troya de la crítica ilustrada, tam- bién en el Río de la Plata. Esto desencadenó para Koselleck un proceso dialé� ico de crítica y crisis que, al generar una fi losofía de la historia, permitió que la crítica se apoderase del centro de la esfera pú- blica naciente, exigiendo la libertad para ejercer la misma crítica en nom- bre de esa fi losofía de la historia, don- de la razón critica era fundamental, a partir de lo cual “solo en el seno de la libertad absoluta es posible desen- cadenar el proceso critico que hace posible la conquista de la verdad”37. Ahora bien, ha sido Chartier, quien ha retomado –a partir de Jürgen 36. Ibidem, pp.192- 193. 37. Ibidem, p. 202. Para Koselleck esto terminara en la revolución francesa. Koselleck cita al propio Kant, después de hacer la búsqueda etimológica de la palabra y encontrarla en Platón como capacidad para juzgar, muy apropiadamente: “Nuestra época es la verdadera época de la critica, a la que todo tiene que someterse. La religión mediante su carácter sagrado y la legislación mediante su majestad quieren hurtarse a la misma de consuno. Pero de inmediato provocan justifi cadas sospechas contra si propias y no pueden reivindicar ese inequívoco respeto que la razón sólo concede a aquellas cosas que han podido resistir airosamente su libre y público examen. Koselleck, Reinhart: op. cit., cita 47, p. 222. Habermas– a Koselleck, el tema de la esfera pública y de la crítica, para tomar algo de los dos, pero también para criticar a ambos en su uso del término “burgués”, aplicado a la es- fera pública38. Precisamente para Chartier –y esto es fundamental para nuestra hermenéutica de las bibliotecas– la denominación “burguesa” no es “ni denominación social ni califi cación ideológica, esa categoría cara� eriza- ría, independientemente de los in- dividuos, una modalidad especifi ca de la relación critica con el Estado absolutista que supone un espacio de debates sustraído de la esfera del poder y constituido por un “público” que no es ni la corte ni el pueblo”39. Ahora bien, parece evidente que una comunidad como la porteña, que entre 1806 y 1810 sufrió tres golpes de gobierno, la deposición de Sobremonte, el motín de Alzaga y la revolución de mayo, con amplias 38. Para ver el tema de los espacios públicos en América, resulta indispensable la consulta de Guerra, François-Xavier y Annick, Lampé- rière: Los espacios públicos en Iberoamérica, ambigüedades y problemas, siglos XVIII-XIX, México, F.C.E, 1998, especialmente las, p. 5- 21, p. 109-139. 39. Chartier, Roger: op.cit, cita 2, p. 233. Véase también Schaub, Jean Fréderic: “El pasado republicano del espacio público” en Guerra, François-Xavier: Los espacios…, op.cit., pp. 27-53. A Nº , , ISSN - 122 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… repercusiones “populares” en los tres, hasta dejar dividida la ciudad en par- tidos e incluso las provincias interio- res40, debería contar con un mínimo 40. En la consulta que Cisneros hace a Mariano Moreno y Julian Leyva, sobre que se debía hacer con el expediente de Alzaga el primero era claramente partidarios de Alzaga, estos dejan en claro que el asunto tenia una importancia clave, aunque hay que medir la parcialidad de ambos personajes. Para ellos las consecuencias de proseguir la causa tendría las “resultas fatales de proseguir una causa ruidosa en que se halla envuelta una multitud crecida de principales vecinos, y aun de cuerpos beneméritos por su represen- tación y por su origen. Acaso no se podría inventar un medio mas adecuado de mantener viva la discordia, y de encender el fuego inextinguible de la rivalidad, del odio y de la venganza, no solo entre las clases de esta capital sino de sus provincias, cuando no se hiciese trascendental a las partes más remotas”. Esto revela una capacidad de crítica y de evaluación de la situación, no solo de Buenos Aires, sino de las provincias sus provincias, por encima del argumento mismo que se exhibe. Incluso en el Dicta- men, los asesores deslizan con habilidad una velada amenaza al Virrey, de posición debilitada, cuando dicen que no se deben imponer las penas, “mucho más si no se apoya en una fuerza capaz de reprimir las quejas de los malcontentos”. Mayo Documental, T IX, Buenos Aires, 1962, pp. 318-319 de aquella capacidad critica, en for- ma dire� amente proporcional a la “popularidad” que pretendía, o al menos contar con una capacidad de movilización y una sociabilidad, acor- de a los acontecimientos, no sólo de mayo de 1810, sino también los in- mediatamente posteriores, cuando hubo que afrontar las consecuencias de las decisiones tomadas41. En suma, la revolución debía legitimarse, y para ello hacia falta una élite capaz de ejercer una critica del sistema co- lonial. Pero esa crítica debía estar en poder de los “revolucionarios” antes del movimiento de mayo42. Y preci- samente ésa es la imagen que deja la 41. En este sentido se orientaron las investigaciones de González Bernardo, Pilar: Civilidad y política en los orígenes de la nación Argentina. Las socibilidades en Buenos Aires, 1829- 1862, Buenos Aires, F.C.E, 2000, y más recientemente, “La «sociabilidad» y la Historia Política”, en Jaime Peire, (Comp): Actores, representaciones e imaginarios. Nuevas perspectivas en la Historia política de América Latina: Homenaje a François Xavier Guerra, en prensa, 2007. 42. Cfr. González Bernaldo, Pilar: “Producción de una nueva legitimi- dad: ejercicio y sociedades patrióticas en Buenos Aires entre 1810 y 1813” en Weimberg, Federico; Goldman, Noemí; Guerrra, François-Xavier y Pilar González Bernardo: Imagen y recepción de la revolución francesa en l a Argentina, Buenos Aires, 1989, p.27 y ss. A Nº , , ISSN - 123 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… le� ura atenta y comparación de las bibliotecas: la posibilidad de ejercer esa crítica. Aquí es preciso enfatizar que una le� ura atenta al conjunto de las bibliotecas muestra claramente –como se verá– que las condiciones materiales de esa capacidad potencial estaban presentes desde antes de la revolución y que ésta no sólo in- volucraba a los autores más avanza- dos, sino a un corpus bibliográfi co –o mejor a varios– que le daban sen- tido. Es posible que algún le� or poco avezado objetara a esta posibilidad de ejercer la crítica, la conocida pro- hibición de libros que pesaba sobre los le� ores, y sobre la que tanto se apoyó la crítica posterior. Sin embar- go, a esto hay que responder que los libros entraban igualmente, y eran escondidos bajo otros títulos con pequeñas –o quizás también grandes alteraciones, u omisiones– o se alte- raba el autor, o se ponía sólo el nom- bre del tradu� or, u otros pequeños prestidigitaciones que mantenían alejadas a las requisas de los inquisi- dores. Daisy Rípodas Ardanaz ha reconstruido de manera realmente exhaustiva, el circuito completo des- de Cádiz hasta el Río de la Plata, de cómo el sistema de prohibición era burlado, estudiando cómo fueron solicitados los libros prohibidos –que hemos visto en la Biblioteca de Fran- cisco Ortega– y cómo fueron escon- didos en un cajón 79 tomos bajo otro nombre y enviados a Buenos Aires a nombre de Domingo Belgrano Pérez, a mayor abundamiento43. De manera que más que detener- se en esta objeción, es necesario ad- vertir que loslibros que aquí citamos son los identifi cados e identifi cables. Es muy probable que los libros pro- hibidos u otros que son de nuestro interés fueran mucho más numero- sos. Y por lo tanto, que la posibilidad de ejercer una crítica global al siste- ma colonial, fuera más contundente de lo que aquí presentamos. Sin con- tar con que los autores del index es- taban lejos de poder controlar toda la producción impresa, y por lo tan- to muy probablemente existían obras cuya existencia desconocían, y que –sin embargo– no eran “convenien- tes” para el tipo de le� or que pre- tendían confi gurar las autoridades. Y sin entrar –en defi nitiva, el corazón del problema– en las apropiaciones de cada le� or, de los libros permiti- dos y no permitidos, y la refracción de estas apropiaciones44. 43. Rípodaz Ardanaz, Daisy: “Introduc- ción de libros prohibidos en el Río de la Plata. (1788)” en Revista de Historia del Derecho, Nro.23, Buenos Aires, 2000, pp. 503-511. Agradezco a esta autora su inestimable y generosa ayuda para la elaboración de este trabajo. 44. Chartier, Roger: El orden de los libros. Lectores, autores, bibliotecas en Europa entre los siglos XVI-XVIII, Barcelona, Paidós, 1994. Del mismo autor, A Nº , , ISSN - 124 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… En primer lugar, antes de entrar en la Ilustración misma es importan- te observar en casi todas las biblio- tecas una gran abundancia de volú- menes de libros de viajes en otros idiomas45. A veces estos viajeros, ade- más de observar a los nativos, se de- dicaban a criticar o alabar los sistemas coloniales. Esto es muy posible que haya tenido consecuencias al ser pro- ye� ado con naturalidad, sobre la propia realidad colonial. Se puede percibir el interés acerca de las colo- Sociedad y escritura en la edad moderna, México, 1995, y Cultura escrita, literatura e historia, conversa- ciones con Roger Chartier, México, Fondo de Cultura Económica, 1999. Cfr. también Dosse, François: Le marche des idée. Histoire des intellec- tuels, París, La Decouverte, 2003, que de una manera u otro enfatiza la posición de los historiadores que explican que quien “consume” un objeto cultural, produce, otro. Es decir que la recepción de un objeto cultural, genera un proceso de poiesis cultural. Véase asimismo Poirrier, Philippe: Les enjuix de l’histoire culturelle, París, Éditiones du Seuil, 2004, especialmente p. 75 y ss. 45. Es muy común encontrar libros no sólo de viajes, por supuesto, en francés. También en inglés, aunque en menor medida, en latín y en portugués. A veces entre los libros en latín, se deslizaban libros no ortodoxos pero importantes, como los de Baldo y Bartolo de Sasoff erra- to, importantes teóricos de la Imperio. nias inglesas46 y francesas –por cu- riosidad o por crítica, pero proba- 46. Por ejemplo, entre los identifi cables, en la biblioteca de Pedro Altolaguirre, “Establecimiento de las colonias inglesas”, probablemente traducido por el que hizo el inventario con cambios. También, “Tratado sobre las colonias”, que también tenía Escalada, o “Teatro sobre la política de la Metrópoli”, en inglés, en la biblioteca de Vieytes, y “Fragmentos sobre las colonias” en francés, que tenía Ortega. Pero también está la otra lectura: el que ve en el extranjero alguien que irremediablemente hará perder la religión y buenas costum- bres. Así el comerciante Serra y Vall dice en su libro de máximas en verso: “Desde que esta ciudad (Buenos Aires) / se ha dado entrada a extranjeros / se han perdido las costumbres / la religión y el sosiego. José Serra y Vall, Colección de Versos (Buenos Aires, 1807-1810), Buenos Aires, 2000, p. 201. La ventaja de las máximas de Serra y Vall, que citamos a continuación, es ver la apropiación que éste hace del tema, a veces aún sin haber leído el original. En efecto, como destaca Daisy Rípodas Ardanaz en el Estudio preliminar, a la edición de la Colección de Versos, éstos eran fruto de un manuscrito llamado Colección de máximas y sentencias sacadas de varios autores en Buenos Aires por Don José Serra y Vall en los años 1807 y 1808, donde se seleccio- naban textos leídos. Era un procedi- miento conocido en la época. A partir de esos textos, en muchos casos, Serra y Vall compuso los versos. Ver la Introducción de la autora, Ib. p. 20. A Nº , , ISSN - 125 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… blemente de alto impa� o– y también españolas, en forma critica, como los libros de Jorge Juan y Antonio Ulloa, Cook47, Byron, Bougainville, u otros, que eran bastante comunes. Esta crí- tica general a la colonización se podrá articular luego con otros libros que se referían a ella, dire� a o indire� a- mente, como los de Campomanes, Montesquieu, Adam Smith, Ward, Muñoz pero sobre todo Raynal48. 47. De cuyos viajes, por ejemplo, Feliciano Pueyrredón, tenía 7 tomos así como Vieytes tenía 4, así como La india británica analizada, en inglés. Moxó y Franjolí tenía 1 tomo con láminas, y otros 14 sin especifi car. 48. Dejo para las notas a Feijóo y Fenelón, por estar omnipresentes. El Teatro crítico era muy común. Lo hemos visto en manos de un pulpero, ya en 1764, y de otro en 1776, y otro en 1790, y también otro pulpero en 1812, el pulpero Joaquín Manuel Fernández, poseía una biblioteca de 120 volúmenes, 17 tomos del mismo autor, además de 4 tomos de Cervantes y nada menos que 15 de Quevedo, 4 tomos de Virgilio y 4 de las Aventuras de Gil Blas, un boom, en las bibliotecas del período. AGN, Sucesiones, 5689. Cfr, AGN, IX 15- 3-9, AGN, IX- 15-4-11, Existían también bastantes ejemplares de Sotomanes, que había escrito un libro en contra de Feijóo. Otro autor ilustrado del que no hablo, porque lo hace Halperín más que sufi ciente- mente en la obra citada, es el Obispo San Alberto, en sus Cartas pastorales, un clásico muy frecuente en las Además es claro que en los sec- tores “ilustrados” se estaba pasando desde la le� ura intensiva a la le� ura extensiva por medio de las comedias49 y novelas, que son muy frecuentes en las bibliotecas, como las aventuras de Gil Blas, \ eodore et Adéle (en francés y en castellano), Amores de Teágenes y Caricléa, Pablo y Virginia, Las mil y una noches, Roderico Ran- dom y otros. La imaginación podía vagar a gusto sin la represión de sus afe� os, como indica Michel de Cer- teau para Cervantes, cuyo Quijote estaba muy presente también. Tam- bién se encuentran con cierta fre- cuencia “Obras” de poetas, especial- mente castellanos50. Uno de los temas más importan- te donde se registra la ilustración es en el del comercio y sus ramas. Las Lecciones de comercio de Genovesi, difusor de Quesnay, que estaba en las bibliotecas de muchos comercian- tes, pero el mismo Quesnay, lo tenía Francisco Argerich, padre del más conocido Cosme -ya en algún mo- mento entre la década del setenta y bibliotecas. 49. El récord que hemos encontrado, es en la biblioteca de Antonio Herrera y Cavallero, 89 comedias, en una biblioteca de 6 pesos y 6 reales! 50. Cfr. Francisco Aguilar Piñal, La España del absolutismo ilustrado, Madrid, 2005, fundamental para identifi car muchos libros de Poesía, y otros, españoles fundamentalmente. A Nº , , ISSN - 126 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… la década del ochenta, cuando se co- mienza a percibir una recepción cla- ra de lo que hoy llamamos ilustración, que podemos observar en bibliotecas más famosas, como la del Obispo Azamor, Maciel y Rospigliosi51, que contaban con obras de Montesquieu, Rousseau e incluso de Voltaire. Pero en otros sentidos más sutiles, biblio- tecas quizás más desconocidas y me- nos surtidas, las de los comerciantes, y algunos funcionarios52. Pero un 51. La biblioteca del Obispo Azamor en Rípodas Ardanaz, Daisy: La biblioteca porteña del obispo Azamor, Buenos Aires, la de Juan Baltasar Macielen Probst, Juan: Juan Baltasar Maciel, el Maestro de la generación de Mayo, Buenos Aires, 1946. La de Rospigliosi en Sucesiones, 8136. Este último tenía a Wolfi us (Wolff ), bastante poco común –pero no inexistente– en las bibliotecas del período. 52. Para mostrar un caleidoscopio que puede ser ilustrativo podemos observar la biblioteca de Vicente de Azcuénaga, que sobre una fortuna de 309.107, 7 reales 3/8, en 1787 tenía una biblioteca de 57 volúmenes, que valía 45 pesos, en cuyo contenido sólo sobresalen 3 volúmenes titulados “Sobre el comercio”. Cfr. AGN Sucesiones, 3470. Poco antes, en 1783, un comerciante quizás más pequeño, Vicente Quincy, moría con una biblioteca de 56 volúmenes entre los que son destacables los Cuentos persas de Montesquieu, con, con el Tratado de la Opinión de Saint Aubin, el Viaje de Descartes, 7 volúmenes de novelas de Aventuras y uno de pacífi co comerciante como Serra y Vall, ya había copiado minuciosa- mente de Bernardin Saint Pierre, “el principal de los medios de subsisten- cia para un pueblo es la agricultura”, cambiando y adaptando el modelo, Tragedias cómicas. AGN, Sucesiones, 7773. Cfr. también las bibliotecas de la misma década de Manuel José Borda, AGN Sucesiones, 4306, de 1785, con 13 volúmenes de Feijóo, una biblioteca de 93 volúmenes que valía 136$ 3r, una suma bastante considerable para una fortuna de pequeño comerciante de sólo 2753$ 2 y ½ r. Una fortuna mucho mayor tenía otro comerciante, Joaquín de Arana, en 1788, de 18.135$, cuya biblioteca valía 75$6r., constaba de 25 volúmenes (casi todos con “algún uso”) con sólo una excepción a los libros religiosos: Economía de la vida humana. Cfr. AGN Sucesiones, 3740. Para ver el caso de un letrado, cfr. Martín Altolaguirre, Juez fi scal de las reales Cajas de Buenos Aires, que poseyendo en 1782 una fortuna de 112.143$ tenía una bibloteca de 19 volúmenes, que valía unos 25 pesos, donde sólo sobresalían 6 tomos de Quevedo, 2 tomos de Bossuet, el Telémaco y Sotomanes. AGN, Sucesiones, 3864. La biblioteca de un médico como Francisco Argerich, en 1787 con 88 volúmenes que valían 131, pesos, sobre una fortuna total de 11.064., contaba –además de libros de medicina– con 3 tomos de Quesnai, y un diccionario de francés. AGN, Sucesiones, 3867, a nombre de Josefa Altolaguirre. A Nº , , ISSN - 127 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… que lo circunscribía a Francia53. A los siete tomos del Di� ionnaire de commerce54, hay que agregar el fre- cuente –no sólo entre comercian- tes– Comercio de toda la Europa55, 53. Lo destaca Daisy Rípodas Ardanaz en su prólogo a la edición del primer tomo de versos de José Serra y Vall, Colección de Versos, p. 24. En la década del noventa, comienzan a detectarse libros “nuevos” en bibliotecas menos extraordinarias que las de la anterior década. Un ejemplo es la de Agustín Casimiro de Aguirre, muerto en 1790, que había invertido 271 pesos, (sobre una fortuna de 275.701,48$) que constaba de 190 volúmenes, con casi todas las obras de Saavedra Fajardo, pero también Feijóo, el Proyecto económico de Ward, Bielefeld, varios diccionarios de francés, con varias novelas –que indican fantasía y lectura extensiva–, y 67 volúmenes libros de viajes, y varios libros en portugués.. AGN, Sucesiones, 3866. por el contrario, Manuel de Basavilbaso, muerto en 1804, todavía tenía una biblioteca, de una pobreza franciscana –de cuya orden era terciario– pero que siendo de una vieja generación, contaba sin embargo, con Las aventuras de Telémaco, y 18 tomos de Feijóo, en una biblioteca de sólo 21.5 pesos,.La biblioteca de Manuel Basavilbaso AGN, IX-23-6-2. 54. De Jacobo Savary de Brulons. 55. El título es Historia y descripción general de los intereses de todas las naciones de Europa en las cuatro partes del mundo. Entre otros, lo tenían Gallego y Valcárcel, Vieytes, Matheu traducido por Marcoleta, y por su- puesto, un comerciante como Do- mingo Matheu, y otros muchos co- merciantes e intele� uales, tenían los 16 volúmenes del diccionario de Agri- cultura56. Un libro que tenía Santiago de Liniers, era El comercio y el gobierno57, nos pone en la pista de un tema crucial en el Río de la Plata, si agre- gamos a ese libro –no encontrado en otra biblioteca– los viajeros y la crí- tica y búsqueda de legitimación co- lonial francesa y británica. En efe� o, para algunos franceses e ingleses, su e Izquierdo y José María Riera. Otro ejemplo interesante es el “Comercio de Holanda”, que tenía Antonio Joseph de Ayala, como el “Estado político de Europa”, del mismo dueño, que estaba también en otras bibliotecas. Ponemos comillas a los libros cuyos títulos son dudosos o inciertos para nosotros. 56. La biblioteca de Domingo Matheu, en Sucesiones, 6788. Es notable la profusión de “diccionarios” que había: de América, de la historia hebraica, de comercio, de agricultura, de autoridades, geográfi co-histórico, geográfi co, histórico, fi losófi co, apostólico, universal, político- literario, de la fabula, de la lengua mexicana, etc. También son muy importantes por su cantidad y variedad los “Compendios”. Se trata de libros “instrumentales”, pensados para trabajar con otros libros. 57. Le commerce et le gouvernement, de Condillac. A Nº , , ISSN - 128 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… colonización no había sido con áni- mo sanguinario y de conquista sino que se había limitado a instalarse en las tierras “vacías” entre los indígenas y cultivaban las tierras en vez de arre- batárselas a los indios. Luego expor- taban su fruto a la Metrópoli. Este argumento comenzó siendo el primigenio, pero en el siglo XVIII hasta el mismo Campomanes sugería adoptar este modelo y abandonar el de “espíritu de conquista”. La agri- cultura y el comercio eran lo que hacían rica a una Metrópoli y no el oro y los metales. Pero no solamen- te autores tan avanzados como Adam Smith defendían este punto de vista. El mismo Campomanes lo hacía, y contaba con muchos le� ores en las bibliotecas porteñas ya desde la dé- cada del setenta, tanto su Discurso sobre la educación popular de los ar- tesanos y su fomento, como su Refl exio- nes sobre el comercio español en Indias58 u otros libros suyos “reformistas”. 58. Aún cuando ya lo habían dicho bastante antes Memorialistas como Martín González de Celórrigo: “Que el mucho dinero no sustenta los Estados, ni está en él la riqueza de ellos”, González de Celórrigo insiste que la riqueza de los estados está en la agricultura –a la que califi cada de noble– y el comercio. Martín González de Celórrigo, Memorial de la política necesaria y útil restauración a la república de España, Madrid, 1991, ps. 70-86. En las Refl exiones, aunque res- pondiendo algunas afi rmaciones de teóricos británicos, reconocía que lo fundamental de las colonias, eran la agricultura y el comercio, y que ese era el modelo a seguir, abandonando el espíritu de conquista. Era preciso –por lo tanto– modernizar el comer- cio, como lo recomendaba el mas famoso arbitrista, Campillo, y el Pro- ye� o económico de Ward, y apuntan- do en una misma dirección: la co- mercialización de los frutos de la tierra y las manufa� uras enriquecen a una nación, y no los metales pre- ciosos59. Estas refl exiones corrían como de la mano con los ataques a los im- perios coloniales que aparecían en Europa, el más importante de los cuales era el de Raynal60 que fi gura unas ocho veces en las bibliotecas consultadas61. Este libro era como 59. Pagden, Anthony: Señores…, op.cit, cap. 4-6. 60. Para comprender la importancia de este Autor es preciso subrayar que en siete bibliotecas por lo menos estaba el libro Refl exiones imparciales sobre la humanidad de los españoles en las indias, contra los pretendidos fi lósofos y políticos. Para ilustrar las historias de MM. Raynal y Robertson, de Nuix, queera un intento de impugnación de estos autores. 61. Pongo “unas” ocho veces porque es posible que esté mas pero bajo otro nombre, probablemente para eludir a la Inquisición. Hay algunos que lo A Nº , , ISSN - 129 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… un manual-enciclopedia de las colo- nias de las “dos Indias”. Además ha- bía colaborado en él, el propio Di- derot, condenando con fi rmeza la esclavitud como crimen de lesa hu- manidad. El libro, como en realidad toda la Ilustración para Koselleck, se basaba en una fi losofía de la historia que desembocaba en la revolución, retomando a Rousseau. Raynal62 describía dos mundos, uno el viejo y el nuevo, el de la opre- sión, y el de la revolución: “los crí- menes de los reyes y las desgracias de los pueblos harán universal esta fatal catástrofe, que debe separar un mun- do del otro. La ruina está preparada bajo el fundamento de nuestros im- perios tambaleantes; los materiales de sus ruinas se amasan y se juntan de los restos de nuestras leyes, del choque y la fermentación de nuestras tienen directamente en francés pero otros en castellano con el nombre de Establecimientos ultramarinos., o en francés Les deux indes, o “Historia política”, de “Malo” de Luque, el traductor. Se hace difícil cuantifi car por este motivo, por cuanto se está seguro que está bajo otros nombres. Por ese motivo he preferido –en general– no dar números exactos. El título exacto en la traducción de Eduardo Malo de Luque es Historia política de los establecimientos ultramarinos de las naciones europeas. 62. Histoire philosophique et politique des établissement et du commerce des Européens dans les deux Indes. opiniones, del abatimiento de nues- tros derechos que hacían nuestro coraje… del odio irreconciliable en- tre los hombres cobardes que poseen todas las riquezas y de los hombres robustos, virtuosos, que no tienen nada que perder mas que su vida”63. Hasta un comerciante presuntamen- te reaccionario como Serra y Vall se alineaba en contra de la opresión: “No seas nunca opresor Si tú pretendes ser libre, Porque aquel que oprime a otro Viene a hallar quien a él lo oprime. Est o nos lo est án most rando Varias hist orias del mundo”64. Si junto con esto, agregamos a Puff endorf a veces camufl ado por el título o con el nombre de su traduc- tor francés Bruzen de la Martiniére, Grocio, en sus ediciones latinas y francesa, varios Hobbes65, bastantes 63. Citado por Koselleck, Reinhart: “Crí- tica y crisis”, nota 4, p. 327. 64. Serra y Vall, José: Colección de Versos. Segunda parte, Buenos Aires, 1807- 1816, Buenos Aires, 2004 p.121. 65. Es preciso tener en cuenta que aquí la palabra “Ilustración” se toma muy ampliamente. Es muy discutible, en realidad, si Hobbes y Grocio son verdaderamente “ilustrados”. Podría tomárselos como tales considerando que existieron muchas clases de “Ilustraciones” Para Pagden, por ejemplo, la Ilustración es en verdad un estoicismo que pugna precisamen- te por superar las versiones epicúreas A Nº , , ISSN - 130 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… manuales de derecho público en fran- cés en manos de varios oidores, y otros profesionales del derecho, al lado de los libros de derecho romano, algún Bodin, e incluso el Código Napoleónico, (dos veces), compren- deremos que no solo estaban circu- lando “libros peligrosos”, (aunque algunos viejos) sino que el iusnatu- ralismo mismo había penetrado, con su visión del pa� o político, y su teo- ría del estado “natural”, más allá de cómo se lo juzgase, su “pa� o” y su estado posterior al pa� o de sociedad integrada y civilizada66. Y aunque algunos autores de estos aprobasen la monarquía absoluta, el hecho de aceptar las teorías pa� istas implica- ba la aceptación de una “representa- ción” por más simbólica que esta se presentara. Esto no hacia sino robustecer, si la información era asimilada, las ideas que estaban penetrando capilarmen- precisamente de estos autores y otros. Pero en realidad, el vocablo novatores, o nuevos fi lósofos, es aplicado en el Río de la Plata a todos sin distinción. Cfr. Pagden, Anthony: La Ilustración y sus enemigos. Dos ensayos sobre los orígenes de la modernidad. Barcelona, Península, 2001. 66. Para ver una comparación de Rousseau y Hobbes como iusnatura- listas Cfr.. Fernandez Santillan, José F: Hobbes y Rousseau, entre la autocracia y la democracia, Presenta- ción de Norberto Bobbio, México, Fondo de Cultura económica, 1996. te de Rousseau67, ya en la década del ochenta en por lo menos tres biblio- tecas, Voltaire, Obras, a veces en Fran- cés, El siglo de Luis XIV, bastantes “Carlos XII” y especialmente Mon- tesquieu, cuyo “Espíritu de las leyes” –muchas veces en francés– era bas- tante familiar al le� or porteño, tam- bién desde la década del ochenta del siglo XVIII, y en bibliotecas menos profesionales, las Cartas Persas, eran también bastante conocidas. De esta manera, cuando Antonio Escalada, Canciller de la Audiencia, un partidario de Alzaga, denunciaba en 1809 a “Su Majestad” la Junta Suprema de Sevilla, el casamiento de la hija de Liniers, (el Virrey, francés de nacimiento pero al servicio de la corona Española) con un francés en 67. Una vez más José Serra y Vall, que condena a todos los “novadores”, incluyendo Rousseau, sin embargo a veces o toma de ejemplo, lo que demuestra una apropiación interesan- te: “El crimen nunca formó / una sociedad durable / pero la virtud amable / la forma según Rozó. ( Sic, se refi ere a Rousseau) Serra y Vall, p. 134. Hay aquí un refl ejo fugaz del paso de la antigua virtud estoica a una pretensión de la virtud cívica. Cfr. Jaime Peire, De la dominación suave y dulce a la Soberanía del pueblo. Chile, Universidad católica de Chile, en prensa 2007, donde se trata del paso de la razón política y de la virtud cdesde una perspectiva cristiana que pretendía sacralizar el pode a otra más laica. A Nº , , ISSN - 131 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… plena guerra contra Francia, para que se pusiera remedio “a fi n de que no se desplome el armonioso edifi cio de la monarquía, faltándole los estribos como son las leyes”, no solo estaba acusando a Liniers con palabras de Alfonso el Sabio, autor frecuente también en las bibliotecas y desde luego presente en la suya, sino que estaba en realidad lanzando una ad- vertencia que se puede ver ejecutada con su voto en el cabildo abierto del 22 de mayo a favor del cese del virrey, el voto más completo y articulado de todo ese día, porque conocía bien a muchos de estos autores, más al- gunos otros que no hemos reseñado aquí, por no ser comunes el encon- trarlos68. Más no era el único que pensaba de esta manera. José Serra y Vall, un comerciante, pensaba algo parecido, en sus máximas: Un Est ado est á perdido, O a su ruina muy cercano Cuando uno viola sus leyes Y no vemos cast igarlo69. 68. Mayo documental, (cita 31), p. 137. 69. p. 94. El problema de la ley, está vinculado al de la Justicia, y éstos a todo el sistema político. Sin justicia no hay Estado: “Por la grande corrupción / que se observa en la justicia / se perderá Buenos Aires / si no se enmienda con prisa. No se trata –sólo– de una “pérdida” exterior, sino también de la pérdida moral, Serra y Vall, José: Colección de Versos, tomo 1, p. 176. Es preciso enfatizar que de lo que estamos tratando de hablar es de la construcción social de los discursos. De manera que la brevísima reseña de las bibliotecas que aquí hemos diseñado, omite temas realmente importantes –como el derecho me- dieval español, el interés por la His- toria en general y por la Americana70 en particular, los griegos, los roma- nos, los libros piadosos, que no todos eran iguales, el gran interés por la química y la física experimentales, en bibliotecas de hombres totalmen- te ajenos, la astronomía,álgebra, ma- temáticas, náutica y marina71 y mu- 70. Casi no hay biblioteca que no contenga alguna obra de esta índole, la más común, la obra de Solís y Rivadeneyra, Historia de la conquista de México, población y progresos de la América septentrional, conocida por el nombre de Nueva España. 71. Los ejemplos pueden multiplicarse. Tomaré la biblioteca aplastantemente jurídica de Martín de Zavaleta, en 1776, que contenía los seis tomos de la Física experimental de Nollet, autor que también tenían muchos otros, por ejemplo Ortega y Maziel. Pero además, a guisa de ejemplo, la biblioteca de María Josefa de Castro, contaba en 1795 el “Sistema sobre la causa física” Buenos ejemplos son también las bibliotecas de Rodríguez, Liniers, Vieytes, Matheu, entre muchos otros. . Si contamos los libros de ciencias experimentales en general, incluyendo por ejemplo la química, los volúmenes sobrepasan los dos guarismos, muchos de ellos, en A Nº , , ISSN - 132 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… chos otros, en muchos personajes cuya profesión nada tenía que ver con estos temas, que estaban en al- gunos casos omnipresentes. Pero he preferido seguir la pista de temas y argumentos que precisamente po- drían ser articulados por un buen numero de personas, dado que mu- francés. Es éste un tema que requiere una profundización seria, en el caso rioplatense. Hasta qué punto se ha abandonado la razón poética por la razón científi ca –por ejemplo a través del uso del uso o abuso de la metáfora– o hasta qué punto se inten- tó una sustitución, por el paradigma “científi co” o, como sostiene Starobinsky, un modelo rizomático haya intentado unirlos en una misma episteme, en el seno mismo del barroco. “En todo caso, esta relación fundante (de la razón poética fusionada con la científi ca) no es la misma en toda la totalidad imperial. Empezamos a sospechar que en los virreinatos americanos las élites criollas interiorizaron los modelos científi cos y les dieron luego su cober- tura simbólica. De la Flor, Fernando: Barroco. Representación del mundo e ideología en el mundo hispánico, Madrid, 2002, p. 233, nota 4. En el caso del Río de la Plata, las bibliote- cas indican más bien una lectura masiva de la mathesis universalis, que de obras inclinadas a la razón poética, como los dos tomos Mundus simbólicus de Picinelli que aparece en la biblioteca de Martín de Zavaleta. En todo caso, no creo que hubiera confl ictos por “un lenguaje fragmen- tado, sino más bien un eclecticismo, como en el caso confeso de Maziel. chos autores opinaban de modo si- milar, articulándose en la prá� ica unos con otros, con distintas refrac- ciones y apropiaciones. Por ejemplo, para la década del noventa, parece evidente a través de las le� uras, que en muchas biblio- tecas fi guraban de una u otra mane- ra estas palabras de Quesnay autor que ya habíamos registrado en la dé- cada anterior: “No sólo las colonias, sino las mismas provincias de la me- trópoli están sujetas a las leyes del comercio y transporte, donde las le- yes del comercio marítimo no están supeditadas a las leyes de la política, donde los intereses de la tierra culti- vada (glebe) del Estado están subor- dinados a los intereses de los nego- ciantes, donde el comercio de pro- du� os agrícolas, la propiedad de la tierra y aun el propio Estado están subordinados a los intereses de los negociantes, donde el comercio de produ� os agrícolas, la propiedad de la tierra y aun el propio Estado, están considerados como accesorios de la metrópoli, y la metrópoli como for- mada por comerciantes”72. Este ar- 72. “Todos saben que las obras más útiles, más necesarias y que más interesan a la felicidad pública, su construcción consiste en los muelles con que se unían los puertos para el abrigo de las embarcaciones contra los huracanes y las olas embravecidas: éstos así los aseguran y promueven las riquezas públicas y el poder del Estado.(…) Ya llegó el momento dichoso en que van A Nº , , ISSN - 133 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… gumento, el de la “Republica mer- cantil” era suscrito entre otros por todos los arbitristas franceses –Mon- tesquieu especialmente por su admi- ración al régimen ingles– e ingleses, y en parte por los españoles como Ustáriz, Muñoz, Campomanes73, a destronizarse las preocupaciones; la mano de nuestro Supremo Jefe las hará caer a todas, y nos preservará de las ruinas que nos amenazan; ella nos plantará el árbol de nuestras felicidades, y nos hará coger sazonados frutos; nuestro comercio no sufrirá los retardos que originaría su decadencia, y la fábrica del muelle los hará prosperar: veamos dónde ha de hacerse.(…) a mí sólo me anima el deseo de acierto y el ser útil a los demás: no tengo espíritu de partido, y de interés personal, y por esto juzgo conveniente que se oiga a los que pueden dar voto en la materia; entonces lucharán las opiniones en caso de que sean diversas, y se podrá resolver el negocio con toda la seguridad de que es susceptible. (…) El interés propio, y respectivo de cada uno es el móvil de todo: si no se admite la idea nada se ha perdido; si se ejecuta, no puede resultar sino la ventaja de cada interesado y la de la Monarquía en general”. Cerviño, Pedro: Sobre la creación de un muelle, Buenos Aires, circa 1801. BN 193. 73. Quizás Campomanes buscara este cambio de mentalidad en sus Refl exiones sobre el comercio español a Indias de 1762 Hemos encontrado este autor en bibliotecas de pulperos. Ustáriz lo poseía un pulpero, Pablo Ruiz de Gaona, en 1813, que tenía una biblioteca de 96 volúmenes, Ward, Campillo, Foronda y otros. En este sentido es muy signifi cativo observar la posesión del Reglamento del libre comercio, en abundantes bibliotecas. Serra y Vall decía signi- fi cativamente: La opinión de utilidad Y libertad de comercio aumenta la población en cualquier imperio o reino74 Para Pagden, las consecuencias estaban a la vista: las relaciones entre colonias y metrópoli debían cambiar. La cultura colonial debía cambiar, y especialmente la naturaleza de la de- pendencia de las colonias debía cam- biar, o se perdería todo. Estos eran los planes del Conde de Aranda y de Turgot, de constituir estados autó- nomos75. En el caso de España esto valuada en 43 pesos, lo que es proporcionalmente más de lo que la mayoría de ellos invertían en sus bibliotecas. 74. Serra y Vall, “Colección de versos”, nota55, p. 196. 75. Pagden, Anthony: op. cit., p 234. La puesta en circulación de estas ideas sobre las colonias (y el juego de sus lenguajes) cambiaba pues su estatuto, cambiando al mismo tiempo el lugar desde donde los americanos se pensaban a sí mismos, dentro del conjunto de la monarquía. Guerra lo ha subrayado ya: “Esta nueva visión implicaba igualmente que América no dependía del Rey, sino de una metrópoli, la España peninsular… Que este vocabulario no fuera A Nº , , ISSN - 134 [P, . -] Leer la Revolución de Mayo… era cambiar diametralmente la posi- ción estratégica, y cambiar dominio por comercio. El mismo Montes- quieu, decía, por ejemplo, en Espí- ritu de las leyes, que “Las Indias y España son dos poderes sujetos al empleado en los documentos ofi ciales, en los que seguían utilizán- dose las viejas apelaciones de reinos y provincias, no era óbice para que el término colonias –u otros equivalentes como establecimientos– se utilizasen con frecuencia creciente, primero en los documentos internos de la alta administración en Madrid y en la correspondencia privada de los funcionarios reales, y en los últimos lustros del siglo XVII, en la prensa y en los libros.” Guerra menciona a los Proyectistas como Ward y Campillo, (que aparecen 10 veces en las bibliotecas consultadas). Guerra, François-Xavier: “Las mutaciones de la identidad en la América hispánica”
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