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1 IV. PALESTINA EN TIEMPOS DE JESÚS Para entender mejor la vida y el mensaje de Jesús es preciso conocer el contexto histórico que le tocó vivir, ante el cual se pronunció con sus palabras y con sus obras. Jesús realizó su ministerio en una sociedad concreta ubicada en una parte del planeta y estructurada de una forma singular: Palestina. A continuación trataremos de diseñar, al menos sintéticamente, la geografía y los aspectos más sobresalientes y significativos del contorno económico, social, político, ideológico y cultural en donde el Señor se encarnó y entro en nuestra historia. 1. Ambientación geográfica1 Con el nombre de Palestina se designa a una región situada al este del Mediterráneo, que fue el territorio de Israel y que tuvo su centro cultural y religioso en Jerusalén desde los tiempos del Rey David. Abarca una franja relativamente estrecha. De Norte a Sur la podemos dividir en tres secciones: • Galilea, al Norte. • Samaria, al Centro. • Judea, al Sur De Poniente a Oriente se divide en: • Región Costera: llana útil para la agricultura y que además vive del comercio marítimo. Ahí están los puertos de Gaza, Tolemaida y Cesarea del mar. • Región Montañosa: es una larga cadena montañosa desde Bersebá hasta más allá de sus fronteras, en el Líbano. • Depresión Jordánica: es el hundimiento de la tierra que comienza a los pies del monte Hermón y sigue bajando hacia el sur, hasta terminar en el Mar Muerto. Tiene un hundimiento de 396 metros bajo el nivel del mar. • Tierras de la Transjordania: al otro lado del río Jordán, hacia el Oriente. Es una zona esteparia apta para el cultivo del ganado menor. 2. Situación económica Como podemos notarlo en su geografía, Palestina tenía varios sectores productivos: agricultura, ganadería y artesanía, así como las funciones públicas del estado; además, en Galilea se practicaba la pesca. 1 Cfr. Pbro. Bernardo Becerra Gómez, Introducción a los Evangelios, material para el Seminario Diocesano de Tepic y el Instituto Teológico de formación laical, p. 8. 2 Existía una minoría que llevaba una vida ostentosa: la corte del soberano, la aristocracia sacerdotal de Jerusalén, los grandes comerciantes, los jefes de los recaudadores de impuestos y los propietarios de grandes fincas. A la clase media pertenecían los artesanos, los sacerdotes de las aldeas y los pequeños terratenientes. Los obreros, los jornaleros, quienes no encuentran trabajo y, desde luego, los esclavos, son los más desamparados2. Por su parte, era precisamente el Templo de Jerusalén el centro comercial y financiero más importante, pues afluían a él entradas inmensas: tasas personales, ofrendas de los peregrinos y donaciones, aunque no eran menores los gastos de construcción y mantenimiento3. Gran parte del dinero iba a parar a Roma en forma de impuestos, pues los había casi para todas las cosas: por cada miembro de familia, tierras, ganados, árboles frutales, agua, carne y por todos los caminos. Estos eran recogidos por los agentes del fisco, es decir, los publicanos; mas a tales impuestos imperiales hay que añadir los religiosos que marcaba la ley de Moisés en favor del Templo, para la manutención de los levitas y para los pobres. En fin, este tipo de cargas pesadas contribuía al aumento de la pobreza, pues, como hoy, existía el inmensamente rico y también el miserable; la mayoría pertenecía al segundo grupo4. 3. Situación política Palestina venía padeciendo, desde hacía siglos, una situación de opresión, de dependencia de los grandes imperios vecinos: Babilonia (hasta el 538), Persia (hasta el 331), Macedonia (hasta el 323) y sus sucesores (Tolomeos de Egipto hasta el 197 y los Seléucidos de Siria hasta el 166). Por fin, a partir del año 64 a.C., cayó bajo la influencia del imperio romano, de manera que cuando nace Jesús, Palestina es una pequeña parte de la provincia romana de Siria, gobernada por un rey pagano: Herodes, a quien Roma sostiene en el trono. A pesar del dominio imperial, Roma había tenido una consideración especial con Judea. Reconociendo sus convicciones religiosas y su espíritu nacionalista, había dejado sobrevivir el culto en el Templo y la autoridad judía, tanto del sumo sacerdote como del sanedrín5, aunque en realidad era el procurador romano quien la controlaba y determinaba 2 Cfr. Etienne Charpentier, Para leer el Nuevo Testamento, pág. 31, Ed. Verbo Divino, España, 1990. 3 Cfr. Francesco Duci, Jesús el Cristo, ed. Paulinas, España, 1983, págs. 53-54. 4 Cfr. Leonardi G., Situazione socio-política ai tempi di Gesú, págs. 166-169, en “Parole di Vita”, 1975, en Fracesco Duci, Op. Cit., pág. 54. 5 El Sanedrín era la máxima autoridad política y religiosa de Israel en tiempos de Jesús. Fue constituido bajo Juan Hircano (134-104 a.C.) hijo de Simón Macabeo, que en el año 129 a.C. obtuvo la independencia de la nación judía y amplió considerablemente sus territorios con nuevas conquistas. El sumo sacerdote era su presidente y los otros 70 miembros estaban tomados entre los ancianos (que era la nobleza laical), la aristocracia sacerdotal y algunos escribas y fariseos. Su función era religiosa y política. Era la corte suprema para los delitos contra la ley, y al mismo tiempo era una academia teológica que fijaba la doctrina, establecía el calendario litúrgico y controlaba la vida religiosa. Desde el punto de vista político, el Sanedrín votaba las leyes, disponía 3 sus nombramientos, particularmente el del sumo sacerdote. Además, entre otras cosas, dispensó a los judíos del culto que en todo el imperio se debía rendir a la imagen del emperador6. Esta dependencia de un imperio situado en el exterior (Europa), se hace patente en el interior por la presencia de las fuerzas de ocupación y por toda una clase de recaudadores de impuestos imperiales. En la cima de la jerarquía se encuentra el sumo sacerdote nombrado por el emperador romano; es la autoridad suprema de Palestina y la diáspora. Era el gran intérprete de la ley, el juez supremo, el jefe del Sanedrín y el representante del pueblo ante los romanos. Un papel importante lo desempeñan los saduceos, quienes se convertían en cómplices de los romanos con el fin de no perder sus grandes capitales, aprovechándose del Templo y de los grandes inmuebles de Jerusalén. Lógicamente, esta dependencia política desencadenaba también cierta dependencia cultural, aunque en ocasiones estuviera en total desacuerdo con la cultura propia de la nación. 4. Situación social Palestina era una sociedad saturada de discriminaciones: hombres y mujeres, adultos y niños, judíos y samaritanos, practicantes y pecadores, circuncisos y paganos, entre otras. En general, la población se componía de dos grupos: judíos y paganos, pero hay que considerar también la influencia de los judíos de la diáspora, es decir, los que vivían fuera del estado. También eran marcadas las diferencias ocasionadas por la religión, la opción política y los bienes económicos. A grandes rasgos, la división de clases era la siguiente: a) Los ricos Soberanos de la corte: llevaban un estilo de vida suntuoso y sofisticado. Se distinguían por las grandes construcciones que tenían, las fiestas que hacían y las celebraciones de los juegos anuales al estilo romano. Grandes latifundistas, comerciantes, hombres de alta política y negocio, cobradores de impuestos: casi todos ellos tienen sus propiedades en el campo, pero viven en las ciudades. En su vida social juegan un papel importante los banquetes, por cuantos representan un aparato de poder y prestigio social. Aristocracia sacerdotal: viven en medio de lujos y habitan la zona residencial de Jerusalén. b) Sectores medios Lo constituyen los pequeños propietarios independientes, los pequeños comerciantes, un sector de los artesanos que trabajan como obreros independientes. También los llamadosde una policía propia y regulaba las relaciones con el ocupante. Para la condena de muerte, tenía que obtener la aprobación de Roma. 6 Cfr. Francesco Duci, Op. Cit., pág. 57. 4 sacerdotes del común. No tienen los privilegios de las clases altas, pero tampoco viven las penurias de las clases desposeídas. c) La clase baja: los pobres A este grupo corresponde la mayoría de la población judía. Aquí se ubica el proletariado urbano –ligado en su mayoría a la construcción–, los pequeños comerciantes y artesanos de aldeas que tenían una economía de subsistencia y los limosneros; muchos de estos últimos hacían del pedir limosna casi una profesión, sobre todo en los alrededores del Templo. d) La situación de la mujer La mujer no participa de la vida pública. Legal y prácticamente, primero estaba sujeta a su padre y luego a su marido. Se le priva de muchos derechos y casi siempre se le equiparaba a un menor de edad. Se le carga con los trabajos más duros de la casa, además de desempeñar otros trabajos como cuidar rebaños y algunos relacionados con la tierra7. 5. Grupos políticos, sociales y religiosos Aunque dos son las congregaciones que resaltan en Palestina (fariseos y saduceos), existían varios grupos sociales entrelazados a los grupos religiosos y políticos, pues es difícil distinguirlos con tanta claridad ya que se interfieren en sus funciones y estatutos. Una descripción sintética sería la siguiente: § Los fariseos eran tenidos por el pueblo como maestros, guías y representantes. Aunque a esta corriente pertenecían algunos sacerdotes, en su mayoría eran laicos. Se distinguían por una estrictísima observancia de la ley, así como por el respeto de las tradiciones orales de los grandes rabinos del pasado. Su ciencia se centra en tres puntos principales: a) la pureza legal, b) la observancia del sábado, c) el cobro de los diezmos sagrados. Creen en la resurrección, en el juicio final, en los ángeles y en la liberación que traerá el mesías8. Desprecian al pueblo pequeño que no es capaz de observar todas las minuciosidades de la ley, por eso se consideran “los separados” (eso significa fariseo). § Los saduceos, en su mayoría ricos, eran el partido al que pertenecían las familias sacerdotales más importantes. Representan el partido conservador en materia religiosa. Apegándose sólo al Pentateuco, rechazaban las ideas religiosas que se habían formado posteriormente, como la resurrección de la carne, la inmortalidad del alma y la esperanza mesiánica. Estaban abiertos a colaborar con la autoridad política, procurando mantener relaciones de pacífica convivencia. Religiosamente hablando, su influencia no rebasaba los límites del Templo9. § Los sacerdotes (unos 7,200, divididos en 24 clases) hacen el servicio del Templo (sacrificios, ofrendas, limpieza y conservación de la parte más sagrada) por turnos de 7 Cfr. Bernardo Becerra, Op. Cit., pp. 10-11. 8 Cfr. Maximino Arias Reyero, Jesús el Cristo, pág. 85, Ed. Paulinas, España, 1982. 9 Cfr. Francesco Duci, Op. Cit., pág. 60. 5 una semana; pero todos deben estar presentes en las tres fiestas de peregrinación anual: pascua, Pentecostés y tabernáculos. Muy cercanos al pueblo pobre, comparten su vida, sus oficios y su pobreza; trabajan como albañiles, comerciantes, carniceros...; algunos más instruidos son escribas; otros son fariseos10. § Los levitas eran una especie de bajo clero que había perdido todo poder. Ejercen su función de empleados en el Templo una semana cada año como encargados de la preparación de los sacrificios, percepción de los diezmos, custodia, canto y portería, entre otras actividades11. § Los escribas, o doctores de la Ley, son los especialistas de la ley, los abogados; tienen gran influencia como intérpretes oficiales de las Escrituras. Trabajaban generalmente en un oficio manual para ganarse el sustento. Algunos son sacerdotes, pero la mayoría son laicos y fariseos. Son éstos quienes rodearon la ley de una verdadera “valla” de prescripciones que hoy nos parecen un yugo insoportable. § Los ancianos del pueblo son los jefes de la aristocracia laica; una élite de antigua nobleza o elevada condición social por ser muy rica. Tenían gran importancia en la comunidad, ya que sus decisiones eran determinantes. § Los esenios constituían una corriente espiritualista que florecía sobre todo en el desierto, donde se organizaban en verdadero monaquisto. Aunque no constituyen un partido oficial, ciertamente eran uno de los grupos más importantes. Practicaban la comunidad de bienes, la obediencia al superior y el celibato12; el otras palabras, trataban de vivir la nueva ciudad, el nuevo Templo, el nuevo sacrificio, esperando la manifestación del Mesías y esperando el futuro a través de una vida separada y santa. Eran pacifistas que se desinteresaban de lo que sucedía en el mundo. § Los zelotas (celosos). Configuraban un movimiento socio-revolucionario con bases religiosas profundas. Representaban el ala extrema de la oposición frente a la dominación romana. Eran patriotas ardientes, nacionalistas fogosos. Usaban todos los medios, sin excluir el asesinato, para liberarse del opresor extranjero y para castigar a sus compatriotas sospechosos de colaboracionistas. El ideal de Reino de Dios lo imaginaban como un poder terreno en el que la independencia definitiva era representada con caracteres teocráticos. § Los herodianos. Partidarios de la dinastía de los Herodes. Se encontraba sobre todo en Galilea, donde el poder se mantuvo largo tiempo en manos de Antipas, uno de los hijos de Herodes el Grande. § Los samaritanos. El nombre designa a los habitantes de la región de Samaría. Son el único grupo considerado como hereje o cismático. Se trata de una población mixta, medio judía y medio pagana que se remonta al año 722 a.C. cuando se terminó el reino del Norte, Israel. Asiria trajo población de sus territorios y los estableció en la región de Samaría. Así fue como se mezclaron la sangre judía con la sangre pagana, Asiria. 10 Cfr. Instituto Internacional de Teología a Distancia, Nuevo Testamento Introducción, pág. 17, Madrid, 1993. 11 Cfr. Etienne Charpentier, Op. Cit., pág. 32. 12 Cfr. Fracesco Duci, Op. Cit., pág. 60. 6 Cuando los judíos regresaron del exilio de Babilonia, capitaneados por Esdras y Nehemías, éstos no reconocieron a los samaritanos como judíos de raza pura. Esta separación hizo que se consideraran como los únicos representantes y herederos auténticos del judaísmo bíblico; por eso edificaron su propio templo en el Monte Garizín, junto a la ciudad de Siquem, y conservaron fielmente las tradiciones y costumbres religiosas. Sólo admiten el Pentateuco hebreo, que es el único que reconocen como Escritura Santa, y no reconocen el Templo de Jerusalén. V. JESÚS Y SU AMBIENTE 1. Jesús y su ambiente Social a. Una sociedad estructurada sobre el factor religioso Jesús no asumió un papel de reformador social ni de revolucionario político. El anuncio del Reino de Dios está en el centro de sus intereses. Ante la realidad del Reino todo queda relativizado. En la sociedad de Palestina, los elementos determinantes eran de naturaleza religiosa, y Jesús actuó en sentido liberador sobre todo a nivel religioso. Lo podemos observar en: • Su modo de considerar la Ley • Primado del Dios del amor y la misericordia frente a la observancia legal • Nuevo rostro de Dios Padre que ama a buenos y malos • Primacía del verdadero amor fraterno • Igualdad de todos b. Jesús y la Ley No quiere abolir la Ley, sino llevarla a su plenitud. Denuncia un cierto modo de observarla, que se limita a la pura ejecución externa, descuidando la raíz de la observancia, que está en el corazón. Lo primero que exige es la conversión del corazón para acoger la supremacía del Reino. Rechazaba la concepción fundamental de los fariseos, segúnla cual la salvación viene de la Ley. Jesús presenta como insignificantes las prescripciones referentes a la pureza ritual y a la corrección ceremonial: • Anula la distinción entre alimentos puros e impuros. • Su toma de postura en relación con el descanso sabático: valorado por todos los grupos y corrientes religiosas y distintivo de Israel en el mundo. • En la purificación del templo no defiende la institución como lugar de la presencia de Dios. c. Jesús y los pecadores Se pone a la mesa con los pecadores. No se sitúa de parte de la Ley, sino del hombre, por más pecador que sea. El Padre hace fiesta por un pecador que se arrepienta y viva… Praxis constante de Jesús fue sentarse a la mesa con los pecadores, con lo que se ganó la reprobación de los que veían conculcada con ello la ley de la pureza. Jesús justifica su 7 actuación apelando nada menos que al objetivo mismo de su misión: “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores” (Mc 2, 17). En Lucas, la justificación está acompañada por las tres grandes parábolas de la misericordia divina y por una afirmación paradójica destinada a descomponer por completo el mundo del perfeccionismo fariseo: “Dios hace más fiesta por un pecador arrepentido que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de penitencia” (Lc 15, 7.10). ¿Qué alcance tiene esta posición? El anuncio de que a los pecadores (marginados incluso socialmente) esté abierta no la cólera, sino la benevolencia de Dios, debió aparecer como una subversión completa del orden legal. Detrás de esta solidaridad de Jesús con ellos, se manifiesta el verdadero rostro de Dios, el verdadero querer y obrar de Dios. Así reivindica la primacía absoluta para el Dios de la gracia, no para la ley. Así desvanece la jactancia de sus observancias (ver la parábola del fariseo y del publicano en Lc 18, 9 - 14). d. Jesús y las clases marginadas Jesús no se retiró al desierto huyendo del mundo. Permaneció en los pueblos y ciudades participando de cerca de la vida cotidiana. Encontró enfermos de todo tipo y los inserta de nuevo en la comunidad. Deja a los samaritanos en buen lugar. Defiende a las mujeres. Los niños encuentran lugar a su lado. Se siente enviado a las ovejas descarriadas de Israel, pero acepta también a paganos. Enfermos, leprosos, samaritanos, mujeres y niños, recuperan con Jesús su dignidad personal y social y la alegría del corazón. Jesús no es reformador social, pero penetra el corazón de todas las discriminaciones con una acción decidida, consciente de haber venido a traer no la paz, sino la espada, a pedir decisiones radicales que inciden en las relaciones del hombre con Dios y con sus hermanos. Con seguridad total se coloca del lado de los débiles y, sobre todo, de los pobres, mostrando que en su actitud es Dios mismo quien da a conocer sus predilecciones. e. ¿Reformador social? Jesús penetra en el corazón de las discriminaciones y se coloca del lado de los débiles, y sobre todo de los pobres. Muestra que en su actitud es Dios mismo quien da a conocer sus predilecciones. Sus tomas de posición más enérgicas se encuentran en el campo religioso, pero no significa que se haya desinteresado por los demás campos. 2. Jesús y su ambiente Político a. Jesús y los Saduceos No se encuentra en los evangelios una explícita polémica antisaducea. Quizá porque cuando fueron escritos la clase dominante había sido privada de todo su poder. El verdadero careo serio entre Jesús y la aristocracia fue durante la pasión. Doctrinalmente, difieren en el tema de la resurrección. b. Jesús y los Fariseos 8 Cuando se escriben los Evangelios, el judaísmo está expulsando a los cristianos de las sinagogas. Del judaísmo sólo queda el fariseísmo, por ello la polémica de los Evangelios se dirige contra ellos. Pero en otros aspectos él está de acuerdo con ellos: frecuente huésped a su mesa; le advierten que Herodes Antipas trama su muerte; coincide con ellos en estar en contraste con la clase dirigente de Jerusalén que se han alejado del pueblo. c. Jesús y los Esenios Jesús no obliga a los suyos a vivir en el desierto, sino que los envía a predicar al mundo; exige amor universal, incluso a los enemigos; el Reino es para todos. d. Jesús y los Zelotas No hay ninguna relación con ellos. No muestra ninguna ambición política ni alguna estrategia de revolución armada. El pensamiento de Jesús es totalmente distinto. Si para los romanos que lo condenaron Jesús hubiera sido jefe de un grupo zelota, no habría sido perdonado su grupo después de la ejecución de su líder. Jesús considera como tentación que hay que superar el mesianismo político que Satanás le propone. No se puede excluir, sin embargo, que Jesús tenga alguna semejanza con los zelotas: predicación del reino inminente; denuncia de los que, desde el poder, ejercen la tiranía para saciar la propia codicia; solidaridad con los pobres y oprimidos. Ni se puede negar que ciertas palabras y acciones parezcan asemejarse a ellos: He venido a traer la espada; la entrada triunfal en Jerusalén; la purificación del templo, etc. Pero el contexto de pensamiento y de acción de Jesús es radicalmente distinto.