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Fernández, V. H. FISIOLOGÍA DE SISTEMAS CAPÍTULO IX FISIOLOGÍA DEL ERITROCITO ESQUEMA DEL CAPÍTULO ✓ Introducción ✓ EL ERITROCITO. LA CELULA TRANSPORTADORA DE OXIGENO • Estructura del eritrocito ✓ HEMATOPOYESIS Y ERITROPOYESIS • Órganos hematopoyéticos ✓ MICROENTORNO DE LAS CÉLULAS MADRE HEMATOPOYÉTICAS • Sistema hematopoyético de los eritrocitos • Observación del extendido de sangre normal y sus alteraciones • Alteraciones en el color en los eritrocitos • Presencia de inclusiones en los eritrocitos • Alteraciones de la forma (poiquilocitosis) • El concepto de “Eritrón” • Regulación de la eritropoyesis • Estructura de la hemoglobina • Función de la hemoglobina • Síntesis de la hemoglobina • Trastornos de la hemoglobina • Metabolismo del eritrocito ✓ APLICACIONES CLÍNICO-FISIOLÓGICAS • “¡Mi hijo se tiñó con anilina!” • Eritrocateresis • Hiperbilirrubinemia e ictericia ✓ FACTORES NUTRICIONALES ESENCIALES PARA LA ERITROPOYESIS • Metabolismo del hierro • Trastornos por almacenamiento del hierro • Metabolismo del ácido fólico (Vitamina B9) • Metabolismo de la vitamina B12 ✓ ANEMIAS • Consecuencias clínicas de las anemias ✓ APLICACIONES CLÍNICO-FISIOLÓGICAS ✓ “¡no tengo ganas de nada!” ✓ POLIGLOBULIA, POLICITEMIA Y ERITROCITOSIS ✓ Bibliografía Fernández, V. H. OBJETIVOS DEL CAPÍTULO 1. Conocer las principales características y funciones de los hematíes. 2. Describir las consecuencias funcionales de la falta de núcleo, ribosomas y mitocondria para la síntesis de proteínas, y el metabolismo energético del eritrocito. 3. Describir las principales vías metabólicas del eritrocito adulto a fin de identificar los trastornos que pueden aparecer por un déficit de las mismas (eritroenzimopatías). 4. Describir la eritropoyesis y explicar los mecanismos de regulación hormonal e intraeritroblástica de la misma. 5. Conocer los factores fisiológicos que modifican la concentración de los eritrocitos en sangre. 6. Relacionar la tasa de síntesis de eritrocitos con la vida media normal del eritrocito y con el porcentaje de reticulocitos inmaduros en la sangre. 7. Explicar el balance normal entre síntesis y destrucción de eritrocitos, y cómo sus alteraciones conducen a la anemia o policitemia. 8. Describir la estructura y metabolismo de la hemoglobina, destacando los mecanismos de producción de las hemoglobinopatías. 9. Conocer las causas que pueden generar incrementos de los niveles de bilirrubina. 10. Describir el metabolismo del hierro: balance, absorción, transporte y depósitos, a fin de comprender las posibles causas de la anemia ferropénica. 11. Describir el metabolismo de la vitamina B12 y del ácido fólico (B9) a fin de comprender las posibles causas de la anemia macrocítica. Fernández, V. H. 212 FISIOLOGÍA DEL ERITROCITO Introducción La mayoría de las células del cuerpo humano consumen glucosa y deben oxidarlo mediante el O2. Este gas ingresa al cuerpo mediante la inhalación del aire por los pulmones y pasan a la sangre, tejido que transportará este O2 hacia los tejidos. Para algunos sistemas biológicos simples, el O2 viaja disuelto en el agua del sistema circulatorio simple, pero esto no es efectivo para los sistemas complejos como el ser humano cuyo requerimiento metabólico es muy elevado en comparación con los sistemas más simples. En este sentido, aparecen las metaloproteínas especializadas en captar el O2 en los capilares pulmonares donde hay mayor presión parcial de este gas y lo libera a los tejidos donde existe muy baja presión parcial de O2 por su constante utilización. Para ello, los eritrocitos transportan el O2 unido a la Hb, un pigmento respiratorio que contiene hierro y es muy eficiente en su función. Sin embargo, sin la protección del eritrocito, esta metaloproteína se perdería por los riñones. EL ERITROCITO. LA CELULA TRANSPORTADORA DE OXIGENO Los eritrocitos (glóbulos rojos) son las células más abundantes en la sangre, con alrededor de 5 millones por mm3 de sangre. Entre las células del cuerpo, los eritrocitos son células ultra especializadas, porque no contienen núcleo, mitocondrias u otras organelas, como los ribosomas, que son necesarios para fabricar proteínas. Los eritrocitos tienen forma de discos bicóncavo de unos 7 µm de diámetro y un poco menos de 2 µm de grosor. Tiene forma bicóncava, porque están abombados por ambos lados y presentan depresión central debido a la ausencia de núcleo. Posee un VCM de 90 fL, HCM de 30 pg y una superficie de aproximadamente 135 µm2. La forma bicóncava, propia del estado de reposo, coexiste con un número variable (12-18%) de formas unicóncavas o estomatocíticas, sólo apreciables mediante el microscopio electrónico de barrido, ya que cuando se practica una extensión de sangre convencional, los eritrocitos quedan aplastados sobre la superficie del portaobjetos. El eritrocito es capaz de atravesar capilares de 2,8 µm (10 veces más pequeño que su propio diámetro) como sucede, por ejemplo, en la pulpa del bazo (filtro esplénico). Esta propiedad física es tan importante que si no fuera por ella la supervivencia de los eritrocitos en la circulación sería imposible. De hecho, cualquier trastorno capaz de disminuir la deformabilidad suele comprometer en mayor o menor grado esta supervivencia y ser causa de hemolisis. Este exceso de membrana, además le permite formar una esfera de aproximadamente 150 fL cuando se hincha. El eritrocito se tiñe de color rojizo con el colorante de Giemsa, observándose el área central (de aproximadamente un tercio) relativamente pálida en comparación con la periferia, que refleja su forma bicóncava. Fernández, V. H. 213 La vida media de los eritrocitos es de 120 días. En una persona sana, cerca del 1% de los eritrocitos se elimina de la circulación cada día debido a la senescencia (envejecimiento); sin embargo, la médula ósea produce continuamente nuevos eritrocitos (eritropoyesis) para reemplazar a los eliminados. La mayoría de los eritrocitos envejecidos (cerca del 90%) sufre fagocitosis por los macrófagos del bazo, la médula ósea y el hígado (sistema monocito- fagocitario o SMF). Cerca del 10% de los eritrocitos envejecidos se desintegra por vía intravascular y libera cantidades insignificantes de hemoglobina hacia la sangre. Estructura del eritrocito La membrana del eritrocito, también denominada “fantasma” o “estroma”, está constituida por la bicapa de lípidos (compuesta principalmente de fosfolípidos y colesterol no esterificado, que proporciona una barrera de permeabilidad entre el citosol del eritrocito y el LEC), proteínas transmembrana o integrales intercaladas en la bicapa lipídica y un esqueleto de la membrana para proporcionar integridad estructural al eritrocito. La membrana contiene cerca del 52% de peso en proteínas, 40% en lípidos y 8% en hidratos de carbono. La mayoría de los hidratos de carbono se encuentra en las glucoproteínas y una pequeña porción en los glucolípidos. Los lípidos se encuentran completamente en la membrana comprenden 50 a 60% de la masa de la membrana del eritrocito. Los principales lípidos de membrana son los fosfolípidos y el colesterol, en cantidades casi iguales. También se encuentran presentes pequeñas cantidades de glucolípidos, principalmente globósidos. La mayoría de los fosfolípidos son fosfoglicéridos: ✓ Fosfatidilcolina: 28% ✓ Fosfatidiletanolamina: 27% ✓ Esfingomielina: 26% ✓ Fosfatidilserina: 13% ✓ Fosfatidilinositol: 6% En el eritrocito, el colesterol se encuentra en su forma libre (no esterificada) y es casi completamente hidrofóbico. Su principal papel radicar en el control de la fluidez de la membrana, incluso bajo condiciones que podrían llevar a la cristalización de los fosfolípidos y a la rigidezde la membrana. Por su parte, las proteínas de membrana se caracterizan por su afinidad de tinción con colorantes específicos de proteínas (azul de Coomassie) o de carbohidratos con ácido periódico de Schiff (PAS). Empleando electroforesis con gel de poliacrilamida-dodecil sulfato de sodio se identifican siete bandas mayores cuando se tiñen, mientras que con tinción de PAS sólo se observan cuatro bandas mayores. Originalmente, las siete bandas mayores de proteínas se identificaban por números del 1 al 7. Con el empleo de electroforesis de mayor resolución, las bandas identificadas recibieron una designación decimal; sin embargo, muchas de estas proteínas son identificadas por nombres específicos asignados por su estructura química. Dentro de las proteínas teñidas con azul de Coomassie se encuentran la espectrina, la anquirina, el antiport aniónico “Banda 3” (intercambiador de Cl-/HCO3 -) la proteína predominante de la membrana, la proteínacinasa, el transportador de glucosa (Glut-1), la actina (banda 5) y la gliceraldehído-3-fosfato deshidrogenasa (banda 6). Las tres proteínas teñidas con PAS se denominan Glucoforinas (A, B y C). De las proteínas que se tiñen con Coomassie, sólo las bandas 3, 4.5 (Glut1) y 7 (Tropomiosina eritrocitaria) constituyen proteínas integrales. Todas las proteínas que se tiñen con PAS son Fernández, V. H. 214 integrales. La membrana incluye, además, diferentes transportadores catiónicos, transportador de urea, acuaporinas y bombas de Na+/K+-ATPasa. Junto a las Glucoforinas y la banda 3, existen otras proteínas integrales que intervienen en la determinación antigénica de grupos Rh, Duffy y Kell. Algunas de ellas no han sido aún bien caracterizadas, pero es probable que intervengan también en el intercambio de iones a través de la membrana eritrocitaria. Las proteínas que residen en la superficie interna de la membrana celular, se organizan en una red bidimensional de patrón hexagonal que forma una lámina sobre la superficie interna de la membrana. Esta red se ubica paralela a la membrana y se compone principalmente de proteínas del citoesqueleto, como las moléculas de espectrina α y β que forman un heterodímero antiparalelo unido por enlaces múltiples laterales. A continuación, los dímeros se unen cabeza con cabeza para producir tetrámeros largos y flexibles que conforman la interacción horizontal (asociación espectrina-espectrina). Los filamentos de espectrina están anclados a la bicapa lipídica por dos grandes complejos de proteínas. El primero es el complejo de proteínas de banda 4.1 que contiene proteína 4.1R, actina, tropomiosina, tropomodulina, aductina y dematina. Este complejo interactúa con la Glucoforina C y otras proteínas transmembrana. El segundo complejo es el complejo de proteínas de anquirina que contiene anquirina y la proteína de banda 4.2. Este complejo interactúa con la banda 3 y otras proteínas de la membrana integral (interacciones verticales). El glucocálix del eritrocito está compuesto por cadenas de carbohidratos que recubren la superficie celular y es diferente en cada membrana celular, incluso para cada individuo, por lo que es un tipo de sello o huella de la célula. Los carbohidratos se encuentran alrededor del 60% unidos a las Glucoforinas y contienen, además, un alto nivel de ácido siálico proporcionando casi el 60% de la carga negativa de los eritrocitos. Debido a las cargas del ácido siálico, las células se repelen entre sí, impidiendo la formación de agregaciones cuando circulan a través de los estrechos capilares de los tejidos. Asimismo, el ácido siálico confiere una serie de propiedades específicas que en muchos casos les permiten actuar como receptores para distintas moléculas, son responsables de la antigenicidad de determinados anticuerpos de grupos sanguíneos específicos, intervienen en Fernández, V. H. 215 interacciones célula a célula y contribuyen a disminuir la viscosidad de la sangre al evitar el fenómeno de rouleaux. HEMATOPOYESIS Y ERITROPOYESIS La hematopoyesis es el mecanismo fisiológico responsable de la formación continuada de los distintos tipos de elementos formes sanguíneos, que los mantiene dentro de los límites de la normalidad en la sangre periférica. Implica tanto la especificación de linajes de células sanguíneas individuales como la proliferación celular para mantener cantidades adecuadas de células circulantes durante toda la vida. Esto es posible gracias a las propiedades únicas de las células madre hematopoyéticas (CMH). A largo plazo, las CMH de la médula ósea son capaces de autorrenovarse, proliferar y diferenciarse en las progenitoras de linajes sanguíneos individuales que, a su vez, sufren varios procesos de división y diferenciación a fin de producir poblaciones de células sanguíneas maduras. Este proceso puede representarse como una jerarquía de células, en la cual las CMH dan origen a poblaciones de células precursoras, que a su vez generan células cada vez más especializadas en producir un solo tipo de célula sanguínea madura. Órganos hematopoyéticos La hematopoyesis debe llevarse a cabo en un ambiente especial y estrechamente controlado. Durante la etapa embrionaria y fetal, el sistema hematopoyético se desarrolla en diferentes localizaciones anatómicas. Al comienzo, es un fenómeno extraembrionario, para acabar asentándose dentro del embrión, primero en el hígado y en el bazo y, después, definitivamente, en la médula ósea. Alrededor de la tercera semana de gestación, se desarrolla la hematopoyesis extraembrionaria. Las células madre hematopoyéticas se forman a partir de las células mesenquimales del saco vitelino. En este período, la hematopoyesis se caracteriza por quedar restringida a la serie eritroide. A partir de la sexta semana y hasta el nacimiento, se desarrolla la hematopoyesis hepática, y, a pesar de que la eritropoyesis continúa predominando, pueden detectarse elementos de las líneas granulocítica y megacariocítica, a medida que su actividad hematopoyética disminuye Fernández, V. H. 216 gradualmente en los dos últimos meses de la vida intrauterina, y en el momento del nacimiento sólo quedan algunos islotes hematopoyéticos. Por su parte, la hematopoyesis esplénica se desarrolla en el mismo período que la hepática, aunque su contribución es menor, aunque ambos órganos son importantes para el desarrollo de la linfopoyesis. A partir de la onceava semana de la gestación, se establece la hematopoyesis medular como órgano definitivo. Durante los dos primeros años de vida, la médula ósea activa (médula roja) se localiza en todos los huesos, pero gradualmente, a partir de los 5- 6 años, comienza a ser reemplazado por tejido medular inactivo principalmente por tejido graso (médula amarilla). Este proceso se inicia en las diáfisis de los huesos largos y, en los adultos jóvenes, la médula roja se localiza principalmente en las epífisis de los huesos largos, el esternón, las costillas, el cráneo, las vértebras y la pelvis. Este fenómeno de centralización se conoce como ley de Newman. En situaciones de gran necesidad hematopoyética (p, ej., anemias hemolíticas o síndromes mieloproliferativos), se produce una expansión de la médula roja hacia la médula grasa, incluso el hígado como el bazo suelen recuperar esta función hematopoyética, por lo que se habla de hematopoyesis extramedular. MICROENTORNO DE LAS CÉLULAS MADRE HEMATOPOYÉTICAS El microentorno especializado o nicho de células madre es un sitio anatómico al que llegan señales reguladoras que permiten a las células madre crecer y proliferar, expandirse si es necesario y generar números variables de células hijas en su descendencia. Este nicho también debe regular el número de células madre producidas dado que su descontrol generaría aumentos exacerbados y serios problemas de salud. El microambientemedular engloba un conjunto de sustancias químicas, hormonales y diversos tipos celulares (células endoteliales, Linfocitos T, macrófagos, células reticulares y adipocitos), entre otros varios factores menos conocidos. Cada tipo celular se desarrolla en un ambiente específico de la médula, denominado nicho, que está formado por elementos del microambiente que, además de intervenir en el proceso de diferenciación celular, ofrecen a la célula soporte físico y punto de adhesión. La médula ósea puede considerarse como un tejido blando contenido en un envoltorio óseo que libera las células hematopoyéticas más maduras a la circulación bajo ciertas condiciones, aunque la mayoría de estas células completan su maduración en el árbol vascular o en los tejidos. La médula ósea es un tejido conectivo especializado y contiene células, una matriz extracelular y vasos sanguíneos que conforman un compartimiento vascular compuesto principalmente por un sistema de sinusoides y separado de un compartimiento hematopoyético que forma columnas o cuñas irregulares entre los vasos. En la médula roja, el compartimiento hematopoyético está Fernández, V. H. 217 ocupado casi en su totalidad por células hematopoyéticas incluidas en un escaso tejido conectivo reticular, denominado estroma de la médula ósea. En la porción central de la médula, alrededor de los grandes vasos se observa gran cantidad de grasa, dado que la hematopoyesis es más activa en la periferia. En la médula ósea amarilla, la grasa ocupa casi todo el compartimiento hematopoyético, donde sólo se distinguen algunos megacariocitos. El compartimiento vascular conforma un esqueleto estructural en la médula. En un hueso largo típico, la médula está irrigada por un único vaso grande, la arteria nutricia, que recorre el hueso compacto en la mitad de la diáfisis. En la parte central de la médula, la arteria nutricia se divide en dos ramas, las arterias longitudinales centrales, cada una de las cuales se dirige a su lado de la diáfisis. Desde las arterias centrales de recorrido longitudinal, se emiten ramas radiales que transcurren hacia la periferia de la médula, donde forman capilares que se vacían en los sinusoides, vasos grandes de paredes delgadas que se anastomosan en gran medida entre sí en la periferia de la médula ósea y envían prolongaciones hacia el centro. Aquí se vacían en una vena longitudinal central, que sigue el sistema arterial hacia el exterior de la médula ósea. En las metáfisis de los huesos largos, numerosas pequeñas arterias ingresan en la médula ósea, donde se anastomosan con los vasos centrales, mientras que venas pequeñas abandonan el tejido medular. También las epífisis son irrigadas por varios vasos. El intercambio de células entre la médula ósea y la circulación sólo tiene lugar a través de la pared de los sinusoides, que puede estar compuesta por hasta tres capas: el endotelio, una capa de sustancia similar a la membrana basal y una capa de células reticulares adventicias; sólo el endotelio aparece siempre. Fernández, V. H. 218 En condiciones normales, casi la mitad de la superficie externa de la pared del sinusoide está recubierta por células reticulares adventicias. Sus delgadas prolongaciones citoplasmáticas pueden extenderse hasta la profundidad del compartimiento hematopoyético, donde forman una red anastomosada, provista de finas fibras reticulares producidas por las células reticulares. Cuando son abundantes, las células reticulares adventicias pueden transformarse en células adiposas típicas que, a su vez, transforman la médula roja en amarilla. El pasaje transendotelial de células maduras desde el compartimiento hematopoyético a la luz del sinusoide tiene lugar directamente a través de la célula endotelial, donde en los sitios más aplanados se forma un poro de migración transitorio. Estos poros son relativamente pequeños respecto del tamaño de las células migrantes y desaparecen en cuanto pasa la célula sanguínea. Las células del compartimiento hematopoyético sólo pasan a la sangre cuando han alcanzado cierto grado de diferenciación. Además de las fibras reticulares, la matriz extracelular se compone de proteoglucanos y de glucoproteínas multiadhesivas, entre ellas, fibronectina y laminina, que se creen contribuyen a mantener determinados microambientes celulares del estroma. Las células hematopoyéticas no se localizan en la médula en forma aleatoria. Así, los megacariocitos se encuentran siempre adosados a la pared del sinusoide por sobre una abertura por la cual largas prolongaciones de citoplasma del megacariocito se extienden hasta la luz. Las plaquetas pueden formarse por desprendimiento de fragmentos de citoplasma de las prolongaciones, que vuelven a fraccionarse o pasan megacariocitos enteros a la luz, luego a la circulación y liberan plaquetas al torrente circulatorio. Fernández, V. H. 219 Al igual que las plaquetas, los eritrocitos son inmóviles y se forman cerca de los sinusoides. En las regiones eritropoyéticas, las células adoptan una disposición característica denominada islotes eritroblásticos, compuestos por eritroblastos alrededor de un macrófago que los rodea en parte. La función principal de los macrófagos es fagocitar los núcleos eliminados y los eritroblastos defectuosos. Así, el macrófago central posee fagosomas que contienen eritrocitos. Los macrófagos no sólo se encuentran en los islotes eritroblásticos, sino en muchos otros sitios del estroma. A diferencia de los trombocitos y los eritrocitos, los granulocitos en forma característica se producen en cúmulos ubicados a cierta distancia de la pared del sinusoide. Recién cuando las células alcanzan el estadio de mielocito adquieren movilidad propia y están capacitados para desplazarse hasta el sinusoide y pasar a la sangre. Sistema hematopoyético de los eritrocitos La eritropoyesis es el proceso por el cual se forman los eritrocitos y se inicia hacia el día 15 a 18 de la vida embrionaria en el saco vitelino (fase mesoblástica), formándose eritrocitos nucleados. A partir del día 35 y hasta el 42, aproximadamente, la eritropoyesis tiene lugar en el hígado y el bazo (fase hepatoesplénica), y se inicia la formación de eritrocitos anucleados con un contenido completo de hemoglobina fetal (HbF). Después del nacimiento y durante toda la vida adulta, la eritropoyesis se aloja de forma definitiva, aunque no irreversible, en la cavidad medular de los huesos (fase mieloide), especialmente en el esqueleto axial, vértebras, cráneo y extremos proximales (epífisis) de los huesos largos. A partir de los 6 meses de edad, los eritrocitos son los propios de un individuo adulto normal, y su contenido mayoritario es HbA1 con una pequeña fracción residual de HbF (< 1%) y HbA2 (2,5 a 3,5%). La eritropoyesis mieloide se desarrolla en dos compartimentos funcionales y secuenciales en el proceso de diferenciación, constituidos por células progenitoras y células precursoras, respectivamente. Las células progenitoras derivan directamente de la llamada célula madre hematopoyéticas (CMH) y por el grado de inmadurez, no pueden ser identificadas morfológicamente al microscopio óptico como pertenecientes a la serie eritroide. La cantidad de estas células se mantiene constante a lo largo de toda la vida gracias a un mecanismo de autorreplicación y, periódicamente, algunas de ellas inician un proceso de diferenciación por el cual adquieren un compromiso madurativo hacia la línea eritroblástica. A partir de este momento, se las conoce como progenitores comprometidos, ya que se transforman indefectiblemente en precursores eritroides (eritroblastos) y, finalmente, en eritrocitos maduros. En el proceso de la eritropoyesis, la primera célula progenitora comprometida hacia la serie mieloide, se conoce las células progenitoras mieloides comunes (CMP), antesllamadas unidades formadoras de colonias granulocito/eritrocito/macrófago/megacariocito (CFU- GEMM) y se diferencian en progenitores específicos restringidos en cuanto a linaje a células progenitoras de megacariocitos/eritrocitos (MEP) que dan origen a células progenitoras monopotenciales predestinadas a convertirse en megacariocitos (MKP o CFU-Meg) o en eritrocitos (ErP o CFU-E) que producen el linaje eritrocítico. Las MEP se diferencian primero a BFU-E (unidad formadora de agregados) y más tarde a CFU-E (unidad formadora de colonias). Las BFU-E producen agregados de colonias de gran tamaño y cada una es capaz de formar una colonia con más de 1.000 células eritroides, cuya proliferación parece estar controlada por factores de crecimiento derivados de otras células sanguíneas normales, en especial de linfocitos y macrófagos. Fernández, V. H. 220 Las CFU-E pueden producir colonias individuales de hasta 100 células y, por tanto, su tamaño es mucho menor que las BFU-E. Las CFU-E son sensibles a la eritropoyetina (Epo), y esta sensibilidad aumenta con la diferenciación hacia eritroblastos. Finalmente, el progenitor CFU-E se transforma en el primer precursor o célula identificable morfológicamente como de línea eritroide, conocida como proeritroblasto de 12 µm a 20 µm de diámetro mediante un proceso secuencial en el que intervienen tres etapas madurativas. a) La etapa temprana se inicia con el proeritroblasto y termina con el eritroblasto basófilo. Ambas células se caracterizan por su gran tamaño (300 a 800 fL) y la cromatina nuclear poco densa (predominio de eucromatina). En el proeritroblasto es característica la intensa basofilia del citoplasma y la presencia de uno o dos nucléolos. El eritroblasto basófilo carece de nucléolos, y el color del citoplasma es algo más oscuro que el del proeritroblasto. En ningún caso el citoplasma de estas células contiene gránulos u organelas reconocibles mediante el microscopio óptico. b) La etapa intermedia contiene eritroblastos de menor tamaño, núcleo con cromatina más densa (predominio de heterocromatina) y algo de hemoglobina en el citoplasma, lo que le confiere un color peculiar mezcla de rojo y azul (eritroblastos policromáticos). c) La etapa tardía presenta células cuyos núcleos celulares disminuyen aún más de tamaño y se hacen picnótico (cromatina muy condensada). En el citoplasma predomina el color rosado sobre el azul, debido a la intensa cantidad de Hb y se los denomina eritroblastos ortocromáticos. Luego el núcleo picnótico es expulsado por extrusión de la célula, dando origen a un reticulocito inmaduro (tipo I), que permanece aún en la médula ósea durante dos o tres días. Este reticulocito se caracteriza por su gran tamaño (150 a 180 fL) y elevado contenido en ARN dando una tonalidad azulada y suele contener escaso punteado basófilo. En el momento de expulsar el núcleo, el reticulocito tipo I contiene dos tercios de su contenido final de Hb, por lo que la síntesis de ésta continúa durante dos o tres días hasta completarse. Luego se produce una reducción del Fernández, V. H. 221 contenido de ARN, mitocondrias y del volumen celular, que se aproxima al del eritrocito maduro circulante. En este momento, el reticulocito atraviesa la pared sinusoidal de los capilares de la médula ósea y penetra en la circulación, manteniendo vestigios de ARN durante unas 24 horas más en circulación hasta que finalmente, se transforman en eritrocitos maduros con ausencia total de ARN. Cuando, por alguna razón, existe una eritropoyesis acelerada, un número variable de reticulocitos tipo I (que depende del grado de anemia o hematocrito) abandonan precozmente la médula ósea, dando lugar a la característica policromasia o aparición en la sangre de eritrocitos de gran tamaño y citoplasma ligeramente azul. En la coloración con Giemsa suele verse de aspecto azulado por lo cual se los llama “policromatófilos”, pero para definir el tipo de reticulocitos se debe realizar la coloración vital (ver capítulo anterior). En su conjunto, la eritropoyesis comprende cuatro divisiones mitóticas sucesivas, que producen entre 14 y 16 eritrocitos por cada proeritroblasto, pero debido a que el 5-10% de los eritroblastos mueren antes de completar su proceso madurativo en la eritropoyesis ineficaz fisiológica, esta cifra siempre es algo inferior. La maduración del núcleo (síntesis de ADN) y la del citoplasma (síntesis de Hb) se realizan siempre de forma sincrónica, pero en varios trastornos como en las anemias carenciales y otros trastornos madurativos, los eritroblastos desaparecen en la propia médula ósea antes de llegar a madurar (eritropoyesis ineficaz patológica) y aparece la anemia. Por su parte, la médula ósea tiene una capacidad eritropoyética muy elevada, pudiendo generar entre 200 y 250 mil millones de eritrocitos cada día, cantidad suficiente para cubrir las necesidades respiratorias y metabólicas de un organismo adulto normal. Observación del extendido de sangre normal y sus alteraciones El estudio e interpretación del frote de sangre periférica como parte del hemograma representa la extensión morfológica del estado de los elementos celulares de la sangre. Constituye un examen rutinario que cuando es debidamente interpretado por el observador tiene Fernández, V. H. 222 una enorme utilidad diagnóstica para el médico y puede considerarse el paso más importante en la identificación del mecanismo responsable de una anemia. En el individuo sano, los hematíes varían relativamente poco en su tamaño y en su forma como se observa la figura de la derecha. En las extensiones bien realizadas, secas y teñidas, la gran mayoría de las células tienen contornos redondeados y suaves y sus diámetros se encuentran dentro del relativamente estrecho intervalo de 7 a 8 µm. Como indicación a grandes rasgos, en una extensión seca el tamaño de un eritrocito normal parece ser el mismo que el del núcleo de un linfocito pequeño (figura). Alteraciones en el color en los eritrocitos Cuando se observan eritrocitos con diferentes tonalidades del color, se dice que existe anisocromía. La coexistencia de dos poblaciones de hematíes, con coloraciones distintas se produce, por ejemplo, en el inicio del tratamiento de las anemias carenciales, y en los enfermos con anemia hipocrómica que son trasfundidos. Se dice que un eritrocito es hipocrómico cuando presenta palidez y aumento de la claridad central. Se produce, por ejemplo, en las anemias ferropénicas. Asimismo, suele hablarse de hipercromía cuando los hematíes se presentan intensamente coloreados. Sin embargo, este fenómeno es producto de un artefacto (artificial) ya que se debe a la pérdida del halo central de los eritrocitos y por ello, suele verse en la esferocitosis hereditaria y en los macrocitos. La policromatofilia se refiere a la existencia de reticulocitos que, mediante la coloración de Giemsa (o May Grunwald-Giemsa) dan una tonalidad violácea respecto a los eritrocitos maduros. También los policromatófilos presentan un tamaño mayor a los eritrocitos normales. Presencia de inclusiones en los eritrocitos Por otra parte, los hematíes solo contienen Hb, por lo que su interior es homogéneo; sin embargo, en algunas ocasiones se pueden encontrar elementos extraños en su interior. Los reticulocitos son eritrocitos inmaduros que presentan inclusiones granulo-filamentosas o retículo-filamentosas procedentes, fundamentalmente, de restos ribosómicos agregados. Consiste en una trama granulosa visible mediante la coloración con azul brillante de cresilo (con Giemsa se ven como policromatófilos). Los cuerpos de Heinz son precipitados de Hb que dan lugar a una serie de pequeñas granulaciones que se sitúan en la periferia de los hematíes y que se tiñen de color púrpura con Giemsa. Se producen en enfermedades congénitasque producen inestabilidad de la Hb, que hace que esta se desnaturalice y precipite en presencia de algunos medicamentos. Fernández, V. H. 223 Los cuerpos de Howell-Jolly son pequeños residuos nucleares (figura de la derecha). Consiste en un grumo visible en el interior de los hematíes y que se tiñe, de un color que oscila entre el rojo oscuro y el negro, con los colorantes habituales. Aparece en sujetos esplenectomizados y en los que padecen anemias hemolíticas. Los cuerpos de Pappenheimer o gránulos sideróticos, son cúmulos de hemosiderina unida a proteínas. Consisten en gránulos basófilos, con las tinciones habituales que, además, se tiñen también de azul con el colorante de Perl. Se producen en los enfermos esplenectomizados y en la anemia sideroblástica. Los punteados basófilos pueden ser agregados ribosómicos originados por una degeneración vacuolar del citoplasma o precipitados de cadenas globínicas libres (figura de la derecha). Consiste en puntos basófilos, con las tinciones habituales, de tamaño variable y dispersos por toda la superficie del hematíe. Se produce en las intoxicaciones por plomo (saturnismo), en las talasemias y en las leucemias. Los anillos de Cabot están formados por restos de la membrana nuclear o de microtúbulos. Consisten en una especie de hilos basófilos, con las tinciones habituales, que adoptan una forma de anillo o de ocho y que pueden ocupar toda la periferia celular. Pueden presentarse en cualquier tipo de anemia. Las inclusiones parasitarias se producen por presencia de parásitos dentro de los hematíes, como ocurre con las distintas formas evolutivas del parásito plasmodium (paludismo). Alteraciones de la forma (poiquilocitosis) Es normal que exista en la sangre circulante un bajo porcentaje de eritrocitos con diferentes formas (menos del 10%). Sin embargo, en algunas afecciones suelen encontrarse diferentes formas en mayor porcentaje por lo cual se denomina en ese caso “poiquilocitosis” (del griego “poiquilos”, variado). Esta morfología variable puede ser debida a numerosas causas como la fragmentación de los eritrocitos, daño inmunológico o anormalidades congénitas, pero no son específicos de ninguna patología en particular. Los esferocitos son eritrocitos de forma esférica cuyo diámetro es menor que lo normal y que aparecen “hipercrómicos” por su forma (recuérdese que es un artefacto como puede verse en la figura de la derecha). Característicamente se encuentran en la esferocitosis hereditaria pero pueden verse en recién nacidos con enfermedad hemolítica por incompatibilidad ABO y en adultos con anemias hemolíticas autoinmunes. Fernández, V. H. 224 Los eliptocitos u ovalocitos, en pocas cantidades puede ser un hallazgo normal. Estas células de forma ovalada, cuando se encuentran en grandes números sugiere el diagnóstico de eliptocitosis hereditaria. En pacientes con deficiencia severa de hierro se pueden encontrar células alargadas que semejan eliptocitos. Los estomatocitos son células que adoptan una configuración de boca de pez, se ven en personas con grupos Rh “nulo” (solo hay pocos casos en el mundo) que usualmente tienen un grado moderado de anemia hemolítica compensada, también se ven en pacientes con enfermedad hepática crónica y en ciertas personas con un defecto de la membrana del eritrocito. Los dianocitos (células en forma de diana o tiro al blanco como se observa en la figura de la derecha) representan eritrocitos con una alteración del metabolismo de su membrana y se ven en pacientes con hemoglobinopatías y talasemias, en las enfermedades hepáticas crónica (por ejemplo, en el alcohólico crónico) y en el hiperesplenismo. Los drepanocitos son células en forma de hoz, ya sea en forma espontánea o inducida son muy característicos de la anemia por presencia de HbS o anemia de células falciformes. Raramente pueden observarse en otras hemoglobinopatías. Los esquisocitos o esquistocitos, son células fragmentadas y se encuentran en anemias con una sobrevida corta de los eritrocitos sobre todo por una destrucción acelerada. Cuando se les encuentra en grandes cantidades pueden asociarse con púrpura trombocitopénica trombótica (PTT), coagulación intravascular diseminada (CID), toxinas, síndrome urémico hemolítico (SUH), uremia, carcinomatosis, próstesis intravasculares, quemaduras y otras condiciones. Las células spur o acantocitos son células con proyecciones en su superficie (membrana) en forma de puntas irregulares. Se observan en pacientes con enfermedades hepáticas y se forman por depósitos de colesterol en la membrana. No deben confundirse con crenocitos, éstos últimos aparecen por defectos técnicos al preparar las láminas o recoger la muestra. También se encuentran en la abetalipoproteinemia. Los dacriocitos son células en forma de lágrimas o gota, cuyo mecanismo de alteración se desconoce. Se ven en anemias megaloblásticas, carcinoma metastásico a la médula, mielofibrosis y en otros trastornos que afectan a la médula ósea, en general graves. El concepto de “Eritrón” El “Eritrón” se define como la totalidad de elementos eritroides en todos los estadios madurativos de desarrollo y constituye un ejemplo de división dinámica. Como se explicó anteriormente, la CMP se diferencia en una parte a células precursoras eritroides formadoras de colonias (BFU-E) y éstas a unidades formadoras de colonias eritroides (CFU-E), por medio de divisiones que van de 7 a 14 días, y después por medio de tres a cuatro divisiones se suceden los proeritroblastos, eritroblastos y reticulocitos que en el torrente circulatorio se diferencian en eritrocitos maduros. Para que este proceso ocurra a la velocidad adecuada (cada segundo se renueva alrededor de 2 a 3 millones de eritrocitos) es necesario el estímulo de la Epo y de algunas citocinas y hormonas, así como el aporte de factores nutricionales (hierro, vitaminas B6 y B12, B9 o ácido fólico, etc.). Fernández, V. H. 225 Se considera en conjunto un órgano mucho más grande que el hígado y, como cualquier órgano, es susceptible de sufrir atrofia o hipertrofia. La atrofia, o más propiamente la disminución del tamaño del eritrón circulante, recibe, el nombre “anemia”. Su hipertrofia, o aumento de tamaño, se denomina “policitemia”. Sin embargo, es importante no confundir policitemia, que es el aumento de todas las células sanguíneas, con “poliglobulia” o “eritrocitosis”, referida al aumento de los glóbulos rojos únicamente. Por ello, los aumentos de cada una de las series sanguíneas se referencian con: eritrocitosis para el aumento de los eritrocitos, leucocitosis para el aumento de los leucocitos y trombocitosis para el aumento de las plaquetas. En el individuo adulto, las células que constituyen el eritrón fijo, se ubican en la médula ósea mientras que el eritrón móvil es aquel que se encuentra en circulación sanguínea. Cuando la médula ósea se estimula para producir eritrocitos en una magnitud superior a la normal, la hipertrofia del eritrón fijo ocurre a expensas de la grasa que es nuevamente suplantada por médula roja que se encuentra en aquellas áreas citadas del esqueleto que contienen normalmente células eritropoyéticas. Cuando la necesidad de hipertrofia es mayor que la que puede ser satisfecha mediante el reemplazo de la grasa, o cuando los sitios usuales están ocupados por otros elementos, como células tumorales o tejido fibroso, la médula se expande hacia los huesos de las extremidades. Como ya se observó, en ciertas condiciones la médula falla totalmente y el eritrón fijo se reubica en sitios extramedulares, como el bazo o el hígado. Regulación de la eritropoyesis En el proceso de la eritropoyesis intervienen diferentes factores entre los que destacan la interleucina 3 (IL-3), trombopoyetina (TPO), factor estimulante de colonias granulocíticas-monocíticas (GM-CSF), factor de crecimiento de la célula madre (stem cell factor, SCF) y Epo. Las citocinas son sustancias liberadas por las células de su microambiente que actúan a corta distancia como mediadores celulares (paracrino), con excepción de la Epo y la Tpo, que se comportan como hormonas clásicas. En general, las citocinas son glicoproteínas ácidas de bajo peso molecular (alrededor de 20 kDa) y algunas conservaron su nombre original como factores estimulantes de colonias (colony stimulating factor o CSF). Así, por ejemplo, al factor que promueve la multiplicación y diferenciación de las células progenitoras de granulocitos neutrófilos (G) y monocitos- macrófagos (M), que poseen una célula progenitora común a ambos, se lo conoce con las siglas GM-CSF (granulocyte macrophage colony-stimulating factor). Otros son el G-CSF (granulocyte colony-stimulating factor), que actúa sobre las células progenitoras de granulocitos neutrófilos; el M-CSF (macrophage colony stimulating factor), también llamado CSF-1, que promueve la multiplicación y diferenciación de las células progenitoras de los monocitos-macrófagos; el SCF (stem cell factor), que con la acción sinérgica de otras citocinas (IL-1 e IL-6) promueve la multiplicación de las células madres hematopoyéticas (HSC) y células progenitoras muy primitivas; también estimula la multiplicación de las células progenitoras y la diferenciación de las células cebadas. Otras citocinas formadas preferentemente por linfocitos, o que actúan tanto en las células progenitoras linfoides como mieloides, han sido denominadas interleuquinas (IL), agregando un número para cada una (IL-1, a la IL-18). Estos factores de crecimiento son responsables de la multiplicación y diferenciación de las células progenitoras, y aun de las acciones fisiológicas de las células maduras de la sangre. Fernández, V. H. 226 Además, el mantenimiento de la vida de las células progenitoras en cultivo depende de la presencia de los factores de crecimiento para cada una de ellas. Las acciones de los factores de crecimiento se ejercen a través de receptores específicos que se encuentran en la superficie de las células blanco hematopoyéticas. Existen dos tipos generales o familias de receptores: 1) Receptores para la hormona de crecimiento y la prolactina. 2) Receptores de tirosinacinasa, que constan de estructuras similares a las de las inmunoglobulinas, en los cuales tienen acción el SCF, el M-CSF. Estos receptores, muy extendidos en diferentes tejidos, desempeñan papeles en la regulación del crecimiento, diferenciación, sobrevida y función de las células hematopoyéticas. La Epo es una citocina glucoproteica, secretada principalmente por fibrocitos tipo I, células especializadas del intersticio del parénquima renal que rodean los túbulos renales y produce 90- 95% de la Epo total circulante y, en menor cantidad, por otras células como el hepatocito y células no parenquimatosas como los macrófagos de médula ósea. Se sintetizada de novo en respuesta a la hipoxia, ya que no existen reservas detectables de la hormona y, en estas condiciones, la síntesis de Epo puede llegar a aumentar hasta 1.000 veces, lo que se traduce en un gran aumento de su concentración en plasma. El hígado produce una pequeña cantidad que no es suficiente para suplir el déficit de Epo endógena que se produce cuando cesa la producción en el caso de insuficiencia renal. La Epo es un factor de crecimiento eritropoyético, con unos niveles normales que oscilan entre 5 y 30 mU/ml y su síntesis depende de la presión parcial de oxígeno (pO2) de los tejidos y, en especial, de la que existe en las células intersticiales que rodean el túbulo renal. Esta pO2 varía, a su vez, en función de diversos factores, como el flujo sanguíneo, la concentración de Hb y su afinidad o grado de saturación por el oxígeno (Sat%). Por ello, cuando disminuye la masa eritrocitaria o el O2 intracelular, se produce un aumento de la síntesis de Epo. El mecanismo por el cual la hipoxia induce la síntesis de Epo se relaciona con un fenómeno de inducción genética por parte del O2 sobre la síntesis de la hormona, de manera que ésta es tanto mayor cuanto mayor es la intensidad de la hipoxia. Además de la hipoxia, la expresión del gen de la Epo puede estar modulada por otros factores entre los que destacan ciertos metales de transición, como el cobalto (Co), níquel (Ni) y manganeso (Mn), o sustancias diversas, como el CO, ON, H2O2 o citocinas relacionadas con los procesos inflamatorios (TNFα e IL-1, principalmente). Hormonas como la triyodotironina (T3) y el cortisol estimulan su síntesis. La testosterona y esteroides androgénicos relacionados, demostraron poseer acciones eritropoyéticas y se postula que su mecanismo de acción se relaciona con un incremento de la producción renal de Epo o con una acción directa sobre los progenitores eritroides, o ambos. En caso de hipoxia, se sensibiliza una flavoproteína hemínica (citocromo b) intracelular que a través de un mecanismo relativamente complejo, estabiliza otra proteína de 120 kDa, decisiva para la inducción del gen Epo, conocida con el nombre de factor 1 inducible por la hipoxia (hypoxia-inducible factor-1 o (HIF-1). El HIF-1, sólo estable en condiciones de hipoxia, induce la transcripción del ARNm necesario para la síntesis de Epo. Una vez sintetizada, la Epo actúa directamente sobre los progenitores de la línea eritroide (BFU- E y CFU-E), controlando su proliferación, diferenciación y supervivencia. Para ello, junto con su acción mitogénica, disminuye la apoptosis celular y se activa la diferenciación de las CFU- E a proeritroblastos. Junto a ello, aumenta también la expresión de receptores de la transferrina (RTf) en los eritroblastos y favorece su maduración final a eritrocitos. En definitiva, la Epo contribuye de forma decisiva al mantenimiento de la eritropoyesis normal y a su expansión en caso de necesidad, como sucede en la anemia. Fernández, V. H. 227 La Epo se une a receptores celulares específicos (REpo) situados en la membrana de las células eritroides inmaduras. El progenitor eritroide con mayor número de REpo es una célula intermedia entre la BFU-E y el proeritroblasto, y cuando la Epo actúa sobre ella se producen tres señales simultáneas: la transcripción de los genes de globina, la síntesis de RTf y la síntesis de proteínas de membrana. La unión de la Epo a su receptor va seguida de una rápida internalización, degradación de la hormona e inicio de los efectos conocidos de la Epo sobre la eritropoyesis: transformación de CFU-E a proeritroblasto, activación de la capacidad mitótica de todos los precursores eritroides, inicio y mantenimiento de la maduración de los precursores eritroides mediante estímulo constante de la hemoglobinogénesis, y protección de progenitores y precursores eritroides frente a la apoptosis. La unión de la Epo al receptor de membrana presente en los progenitores eritroides activaría una tirosinacinasa que, a su vez, induciría la fosforilación de diversas proteínas, incluido el propio receptor, y la puesta en marcha de diversos sistemas metabólicos entre los que podrían implicarse la Ras/MAP cinasa, la fosfatidilinositol-3-cinasa y los factores de transcripción STAT. Estructura de la hemoglobina La Hb consta de un tetrámero de cadenas polipeptídicas de globina: un par de cadenas similares a α de 141 aminoácidos de longitud y un par de cadenas similares a β de 146 aminoácidos. La principal hemoglobina del adulto, HbA, tiene la estructura α2β2. La hemoglobina fetal HbF (α2γ2) predomina durante la mayor parte del embarazo, y la HbA2 (α2δ2) es una hemoglobina menor del adulto. Cada cadena de globina envuelve entre sus pliegues un solo anillo hemo, que consiste en un anillo de protoporfirina IX que forma un complejo con un único átomo de hierro en estado ferroso (Fe2+).Cada fracción hemo puede unir una única molécula de oxígeno, de modo que cada molécula de Hb puede transportar hasta cuatro moléculas de O2. Las secuencias de aminoácidos de las diferentes globinas son muy semejantes entre sí. Cada una tiene una estructura secundaria muy helicoidal. Sus estructuras terciarias globulares motivan que las superficies externas tengan abundantes aminoácidos polares (hidrófilos) que facilitan la solubilidad y que el interior esté revestido de grupos no polares, que forman una “bolsa” hidrófoba en la que se inserta el hemo. La estructura tetramérica cuaternaria de la hemoglobina contiene dos dímeros αβ. Múltiples interacciones estrechas (es decir, contactos α1β1) mantienen juntas las cadenas α y β. El tetrámero completo se conserva unido por interfases (es decir, contactos α1β2) entre la cadena similar a α de un dímero y la cadena distinta de α, del otro dímero. El tetrámero de hemoglobina es muy soluble, pero las cadenas individuales de globina son insolubles. La globina sola (“sin pareja”) se precipita y forma inclusiones (cuerpos de Heinz) que dañan a la membrana eritrocitaria. La síntesis normal de cadenas de globina está equilibrada, de forma tal que cada nueva cadena α o diferente a α sintetizada, encontrará una pareja a la que unirse para formar la hemoglobina. Las propiedades principales que se alteran en las hemoglobinopatías son la solubilidad y la unión reversible del oxígeno. Ambas dependen sobre todo de los aminoácidos hidrófilos de la superficie, de los aminoácidos hidrófobos que revisten la bolsa de hemo, de una histidina clave en la hélice F y de los aminoácidos que forman las superficies de contacto α1β1 y α1β2. Las mutaciones en estas regiones estratégicas tienden a ser las que modifican la afinidad o solubilidad del oxígeno. Fernández, V. H. 228 Función de la hemoglobina Para mantener el transporte de oxígeno, la Hb se tiene que unir de forma eficaz al O2, a la pO2 del alvéolo, retenerlo y liberarlo a los tejidos a la pO2 de los lechos capilares tisulares. La captación y liberación de O2 en un espectro relativamente estrecho de presiones de ese gas depende de una propiedad inherente de la disposición tetramérica de las subunidades de hemo y de globina en el seno de la molécula de Hb, que se denomina cooperatividad o interacción hemo-hemo. A presiones de O2 bajas, el tetrámero de Hb está por completo desoxigenado y el oxígeno empieza a unirse con lentitud a medida que aumenta la pO2. Sin embargo, apenas se une al tetrámero un poco del O2, tiene lugar un rápido enderezamiento de la pendiente de la curva. Por consiguiente, las moléculas de Hb que han unido parte del oxígeno aumentan su afinidad por el mismo, incrementando su capacidad de combinarse con más O2. La unión de la primera molécula de O2 a la desoxihemoglobina desvía el hierro del hemo hacia el plano del anillo hemo desde una posición alrededor de 0,04 nm más allá del mismo. Este movimiento se transmite a la histidina proximal (F8) y a los residuos fijos a ella lo que, a su vez, causa la rotura de puentes salinos entre los residuos carboxilo terminal de las cuatro subunidades. Como resultado, un par de subunidades / rota 15 grados respecto del otro, lo que compacta el tetrámero. Grandes cambios de las estructuras secundaria, terciaria y cuaternaria acompañan a la transición de alta afinidad inducida por el O2 de la Hb desde el estado T (tenso) de baja afinidad hacia el estado R (relajado) de alta afinidad. Estos cambios aumentan de manera importante la afinidad de los hemos no oxigenados restantes por el O2, puesto que los eventos de unión subsiguientes requieren la rotura de menos puentes salinos. Por ello, la curva de equilibrio del oxígeno en forma de S (sigmoide), a lo largo de la cual se pueden producir grandes cargas y descargas de ese gas en un espectro estrecho de presiones, tiene más utilidad fisiológica que la curva hiperbólica de alta afinidad de los monómeros individuales. La afinidad por el O2 es modulada por diversos factores como el efecto de Bohr, que es la capacidad de la Hb para descargar más oxígeno a los tejidos a un pH bajo. Se debe a la acción estabilizadora de los H+ sobre la desoxihemoglobina, la cual fija H+ con más facilidad con la oxihemoglobina porque ésta es más débil. Por consiguiente, la Hb tiene menos afinidad por el O2 a un pH bajo. La principal molécula pequeña que modifica la afinidad por el O2 es el 2,3- bisfosfoglicerato (2,3-BPG) que reduce la afinidad por el O2 cuando se une a la Hb. La HbA tiene una alta afinidad por el 2,3-BPG que se ubica en un bolsillo entre las cadenas de la Hb, lo cual favorece a la estructura T y libera el O2 a una baja tensión de este gas en los tejidos. La Fernández, V. H. 229 hemoglobina se fija también en forma reversible al ON (óxido nítrico) pero su significado fisiológico se desconoce. El transporte correcto de oxígeno depende de la estructura tetramérica de las proteínas, la disposición ordenada de los aminoácidos con carga y la interacción con protones o 2,3-BPG. La cantidad P50, una medida de la concentración de O2, es la pO2 que satura 50% de una Hb dada. Dependiendo del organismo, la P50 puede variar de manera significativa, pero en todos los casos excederá la pO2 de los tejidos periféricos. Por ejemplo, los valores de P50 para HbA y HbF son de 26 y 20 mmHg, respectivamente. En la placenta, tal diferencia permite que la HbF extraiga O2 de la HbA en la sangre de la madre. Sin embargo, la HbF es sub-óptima posparto porque su alta afinidad por el O2 limita la cantidad de O2 suministrado a los tejidos. Además de transportar O2 desde los pulmones hacia los tejidos periféricos, la Hb transporta CO2, y protones, desde los tejidos periféricos hacia los pulmones, la Hb une al CO2 al nitrógeno del amino terminal de las cadenas polipeptídicas de la fracción apoproteica. O II CO2 + Hb-NH3+ 2H+ + Hb-N-C-O- H Los carbamatos cambian la carga en terminales amino desde positiva hacia negativa, lo que favorece la formación de puentes salinos entre las cadenas y . Estos carbamatos de Hb explican alrededor de 15% del CO2 en la sangre venosa. Gran parte del CO2 restante se transporta como HCO3 -, que se forma en los eritrocitos mediante la hidratación de CO2 hacia H2CO3, un proceso catalizado por la anhidrasa carbónica (AC). Luego, dentro del eritrocito, el H2CO3 se disocia hacia HCO3 - y un H+. AC CO2 + H2O H2CO3 HCO3- + H+ Reacción espontánea La desoxihemoglobina une un H+ por cada dos moléculas de O2 liberadas, lo que contribuye de manera significativa a la capacidad amortiguadora de la sangre. El pH un poco más bajo de los tejidos periféricos, auxiliado por la carbamación, estabiliza el estado T y, así, aumenta el aporte de O2 hacia los tejidos. En los pulmones, el proceso se revierte. A medida que el O2 se une a la desoxihemoglobina, se liberan protones y se combinan con HCO3 - para formar H2CO3, y la deshidratación del H2CO3, catalizada por la AC, forma CO2, que se exhala en la espiración. De este modo, la unión de O2 impulsa la exhalación de CO2. Este proceso opuesto al efecto Bohr en los tejidos, es el efecto Haldane de los pulmones. Fernández, V. H. 230 Síntesis de la hemoglobina La síntesis de la Hb se realiza a través de dos vías metabólicas diferentes, pero estrechamente relacionadas en lo que se refiere a regulación metabólica: la síntesis del grupo hemo y la síntesis de la globina. El grupo hemo es sintetizado en los eritroblastos a partir de la glicina y la succinil coenzima A (succinil-CoA) y consta de cuatro etapas fundamentales,dos de ellas dentro de las mitocondrias y dos citoplasmáticas. En la primera etapa, intramitocondrial y reguladora de toda la vía, la glicina y la succinil-CoA se condensan para formar ácido -aminolevulínico (ALA) en una reacción catalizada por la - ALA-sintetasa que requiere un cofactor llamado piridoxalfosfato (vitamina B6). En la segunda etapa, citoplasmática, el -ALA es transportado al citosol, y dos moléculas del mismo se unen para formar porfobilinógeno (PBG) en una reacción catalizada por la enzima -ALA-deshidrasa. La tercera etapa se desarrolla en presencia de dos enzimas que actúan de forma coordinada (porfobilinógeno desaminasa y uroporfirina III-sintetasa) y consiste en la condensación de cuatro moléculas de PBG para dar lugar al compuesto hidroximetilbilano (HMB). Bajo la acción de la enzima uroporfirina III-sintetasa (URO III-sintetasa) el HMB se transforma en uroporfirinógeno III (URO III) que, a través de una serie de reacciones de descarboxilación catalizadas por el uroporfirinógeno descarboxilasa (URO descarboxilasa), se transforma en coproporfirinógeno III (COPRO III). Finalmente, en la cuarta etapa, el COPRO III es transportado al interior de la mitocondria y, mediante un conjunto de reacciones catalizadas por la coproporfirinógeno oxidasa (COPRO oxidasa), se transforma en protoporfirina IX que, finalmente, y mediante reacción enzimática catalizada por la ferroquelatasa o hemosintetasa, se une al hierro (reducido) para constituir el grupo hemo. En el control de esta vía de síntesis interviene fundamentalmente la - ALA sintetasa, enzima clave cuya actividad (y Fernández, V. H. 231 probablemente también síntesis) resulta inhibida por el propio hemo por retro-inhibición. Debido a ello las sustancias capaces de bloquear la síntesis del grupo hemo tienen como consecuencia un aumento de la actividad -ALA sintetasa, facilitando el acumulo de porfirinas por exceso de síntesis (porfirias). En la síntesis de la globina, las cadenas y de la globina están codificadas por loci genéticos independientes, cuya expresión está regulada de forma coordinada para asegurar una producción equivalente de ambos polipéptidos. Los seis tipos de cadenas de globinas que existen , , , , y , varían según los organismos, y se expresan en distintas etapas del desarrollo, por lo que es necesario un mínimo de seis genes estructuralmente diferentes. En el hombre, estas cadenas globínicas se dividen en dos grupos, lo que refleja la organización de los distintos genes: cadenas de tipo ( y ) y cadenas de tipo (, , y ). La síntesis de estas cadenas globínicas está regulada por dos familias de genes organizados en agrupaciones (clusters) que se localizan en diferentes cromosomas: la agrupación de genes que codifica para las cadenas (cluster -globina) se halla en el cromosoma 16 y, la agrupación de genes que codifica para las cadenas (cluster -globina), en el cromosoma 11. Los diferentes genes que constituyen cada una de estas agrupaciones, están situados a lo largo del cromosoma correspondiente, en el orden en el cual son expresados durante el desarrollo. Durante la vida embrionaria, fetal y adulta se producen diferentes hemoglobinas. Los eritrocitos aparecen unas seis semanas después de la concepción y contienen las hemoglobinas embrionarias: Hb Portland (ζ2γ2), Hb Gower I (ζ2ε2) y Hb Gower II (α2ε2). Entre las semanas 10 y 11 predomina la hemoglobina fetal (HbF) (α2γ2). El cambio a la síntesis casi exclusiva de hemoglobina de adulto (HbA) (α2β2) se produce a las 38 semanas. Por lo tanto, el feto y el recién nacido necesitan globina α, pero no globina β para una gestación normal. Durante la vida posnatal se produce una pequeña cantidad de HbF. Unos cuantos clones de eritrocitos llamados células F son descendencia de un pequeño conjunto de precursores eritroides inmaduros (BFU-E) que conservan la capacidad para producir HbF. Las tensiones intensas a las que es sometida la serie eritroide, como las anemias hemolíticas pronunciadas, el Fernández, V. H. 232 trasplante de médula ósea o la quimioterapia contra el cáncer provocan el reclutamiento de más BFU-E potentes. Por eso, en algunos pacientes con drepanocitosis o talasemia la concentración de HbF tiende a aumentar. Trastornos de la hemoglobina Las hemoglobinopatías constituyen un conjunto de alteraciones en la secuencia de aminoácidos de las cadenas polipeptídicas de la Hb, que se producen por un defecto en el gen que dirige la síntesis de estas cadenas polipeptídicas. Varias hemoglobinopatías carecen de efecto nocivo, pero la HbS produce anemia de células falciformes, un trastorno potencialmente letal. En la HbS, las cadenas α son normales, pero las cadenas β son anormales, con un residuo de valina en la posición 6 en lugar del ácido glutámico, lo cual genera polimerización de la HbS y consiguiente precipitados largos y fibrosos que distorsionan al eritrocito y le hacen adquirir forma de hoz. Puesto que la polimerización hace disminuya la Hb, la presión osmótica que ejerce esta molécula disminuye y la célula falciforme se deshidrata. Por esta misma razón la célula falciforme puede de absorber una cantidad mayor de agua sin lisarse y su fragilidad osmótica es menor que la de las células normales. Sin embargo, la fragilidad mecánica de las células falciformes es mayor, toda vez que la polimerización de la Hb deforma la membrana y la vuelve rígida. La membrana también presenta modificación química, lo que facilita el depósito de IgG y complemento sobre su superficie. La deformación en hoz de los eritrocitos sólo ocurre cuando la hemoglobina está desoxigenada y genera dos tipos de problemas: 1. Las células falciformes se hemolizan en mayor cantidad llevando a la anemia hemolítica. La hemólisis es tanto intravascular como extravascular. La hemólisis intravascular se debe a lisis celular que deriva de la activación del complemento. También ocurre por efecto de la fragmentación de las células rígidas que resulta del estrés mecánico que sufren al pasar a través de capilares estrechos. La hemólisis extravascular se presenta por la fagocitosis excesiva de las células falciformes recubiertas con IgG, por la acción de los macrófagos dentro de los sinusoides esplénicos. 2. Las células falciformes también obstruyen la microcirculación capilar. Las razones para este fenómeno incluyen el incremento de la rigidez de la célula, la tendencia menor de ésta a adherirse al endotelio y un incremento general de la viscosidad de la sangre. La oclusión produce hipoxia por estasis y dolor isquémico intenso (crisis oclusiva vascular). La hipoxia desencadena la deformación falciforme en más células y pone en marcha un círculo vicioso. Diferente es el caso de las talasemias cuya situación es la disminución de la síntesis o la ausencia de una de las dos cadenas polipeptídicas de la Hb. Cuando una de las cadenas se encuentra en concentración más baja, el polipéptido afectado sigue conservando una secuencia normal de aminoácidos. Esta condición se debe a defectos en la porción reguladora de los genes de la globina. La disminución o la ausencia de los polipéptidos α y β se denominan talasemias α y β, respectivamente. La disminución de la síntesis de las cadenas polipeptídicas produce una disminución general de la cantidad de Hb que se sintetiza, lo que desencadena una anemia, además de un desequilibrio entre la cantidad de cadenas α y β. En la talasemia α, por ejemplo, al no existir cadenas α se unen cuatro cadenas β para constituir una Hbβ4, que se denomina HbH. Estos agregados se precipitan en el citoplasma provocando daño en la membrana. Fernández, V. H. 233 Los macrófagos esplénicos eliminan con más frecuencia a los eritrocitos que transportan estos agregados,lo que desencadena anemia hemolítica. Metabolismo del eritrocito Los hematíes maduros no tienen núcleo, mitocondrias ni retículo endoplásmico; sin embargo, sí poseen enzimas citoplasmáticas que son capaces de metabolizar la glucosa y formar pequeñas cantidades de adenosina trifosfato (ATP) y la forma reducida de la nicotínamida- dinucleótido fosfato (NADPH). La glucosa es prácticamente el único combustible utilizado por los hematíes. Ingresa rápidamente por difusión facilitada, para convertirse en glucosa- 6-fosfato (G6P). Ésta puede seguir dos vías. El 80-90% se convierte en lactato mediante la vía glucolítica. A partir de una reacción colateral (“desviación” o vía de Rapoport-Luebering) se obtiene el 2,3-BPG. El 10% de la glucosa es sometida a oxidación por medio de un cortocircuito de la hexosamonofosfato. Esta vía mantiene el glutatión en forma reducida para proteger a la Hb y la membrana del eritrocito de la oxidación por radicales libres (peróxidos y superóxidos) y por oxidantes exógenos (fármacos y toxinas). El NADPH sirve a los hematíes porque: ✓ Mantiene la flexibilidad de la membrana celular. ✓ Mantiene el transporte de iones a través de la membrana mediante la regeneración del ATP que proporciona la energía necesaria para que la membrana del hematíe mantenga útil la bomba de Na+/K+, evitando así que el Na+ y el H2O ingresen y provoquen hemolisis. ✓ Mantiene el hierro de la Hb en forma ferrosa (Fe2+), en lugar de férrica (Fe3+) que provoca la formación de metahemoglobina que no transporta oxígeno. ✓ Evita la oxidación de las proteínas de los hematíes. El eritrocito maduro es incapaz de sintetizar lípidos o proteínas y obtener energía a través del ciclo de Krebs y la fosforilación oxidativa. Su única fuente energética es la glucólisis anaerobia, cuyo rendimiento neto es de 2 ATP por cada molécula de glucosa oxidada. Esta fuente energética es suficiente para que desarrolle funciones que permiten su supervivencia en circulación. El eritrocito presenta cuatro vías metabólicas: 1. Glucólisis anaerobia (vía de Embden-Meyerhof) 2. Metabolismo óxido-reductor (vía de pentosas fosfato y síntesis de glutatión), 3. Metabolismo nucleotídico Fernández, V. H. 234 4. sistema diaforásico. En la glucólisis anaerobia, la glucosa que difunde hacia el interior de los eritrocitos es oxidada a piruvato mediante: a) Transformación de glucosa en Gliceraldehido-3-P y Dihidroxiacetona-P con consumo de 2 ATP. b) Oxidación de ambos compuestos a piruvato y lactato con formación de 2 ATP por cada molécula de Gliceraldehido-3-P (total 4 ATP por cada glucosa); el piruvato se transforma en lactato por la acción de la LDH (lactato deshidrogenasa) eritrocitaria. La glucólisis anaerobia posee tres enzimas que al catalizar reacciones irreversibles constituyen etapas limitantes: Hexoquinasa que transforma glucosa en Glucosa-6-P, fosfofructocinasa que transforma Fructosa-6-P en Fructosa-1,6-diP y piruvatocinasa que transforma el Fosfoenolpiruvato (PEP) en piruvato. Debido a que la vía de Embden-Meyerhof es la única fuente de energía del eritrocito, el déficit de una de estas enzimas es suficiente para bloquear su funcionamiento y ser causa de anemia hemolítica produciendo un aumento en los niveles de LDH plasmático. Una derivación importante de la glucólisis anaerobia es el ciclo de Rapoport-Luebering, que transforma 1,3-bifosfoglicerato (1,3-BPG) en 2,3-BPG. El 2,3-BPG mediante fosforilación se transforma en 3-fosfoglicerato y con ello cierra el ciclo. Ambas reacciones son catalizadas por una misma enzima, con doble función: mutasa y fosfatasa. Aunque la importancia de este ciclo deriva de la función reguladora del 2,3-BPG sobre la función hemoglobínica, es probable que este metabolito constituya un reservorio energético frente a situaciones, como una disminución de pH intraeritrocitario que disminuye la actividad glucolítica. Otra reacción importante de la glucólisis anaerobia es catalizada por la enzima gliceraldehido- 3-P-DH, ya que mantiene el NADH en estado reducido, imprescindible para mantener al hierro de la Hb en estado reducido, a través de la reacción catalizada por NADH diaforasa o citocromo b5-reductasa. El metabolismo óxido-reductor es una vía alternativa a la glucólisis anaerobia (ciclo de la hexosa monofosfato o vía de las pentosas) que, en condiciones normales deriva entre 5-10% del catabolismo de la glucosa. Esta vía funciona sin el consumo de O2, de forma que su actividad puede aumentar 20-30 veces si se produce un brusco aumento de la oxidación intracelular. El principal factor limitante es el cociente NADP+/NADPH y la enzima Glucosa-6-PDH (G6PDH), que precisa del cofactor NADP+, pero que a la vez es intensamente inhibida por NADPH (reducido). En el desarrollo de su función, el eritrocito suele hallarse sometido a agresiones oxidantes y el NADPH es por sí mismo insuficiente para amortiguarlas. La célula dispone de un compuesto, el glutatión, que en estado reducido (GSH) realiza esta función. El glutatión es un tripéptido sintetizado por dos enzimas que precisan consumo de ATP. Bajo forma reducida y mediante una reacción catalizada por la enzima glutatión peroxidasa, elimina el exceso de peróxido. El nivel de GSH generalmente elevado, se mantiene gracias a NADPH (de la vía de las pentosas) y a la actividad de la enzima glutatión reductasa. El poder reductor del eritrocito reside en su capacidad de regenerar NADPH, necesario a su vez, para mantener el nivel de GSH. El déficit congénito de G6PDH implica una gran disminución del poder reductor eritrocitario. Fernández, V. H. 235 Dado que el glutatión no difunde a través de membranas eritrocitarias, su concentración se mantiene gracias a un sistema en el que interviene la -glutamil-cisteína-sintetasa y glutatión sintetasa. En el metabolismo nucleotídico otras enzimas que contribuyen al mantenimiento del ATP, y que actúan sobre la llamada “mezcla de nucleótidos adenílicos” constituida principalmente por ATP y en menor proporción por ADP y AMP. Entre ellos se destacan la adenilatocinasa (AK), la ATPasa, la adenosindiaminasa (ADA) y la pirimidina-5-nucleotidasa. Las enzimas AK y ATPasa contribuyen a reciclar el ADP a partir de ATP generado en la glucólisis. La ADA transforma adenosina en inosina y contribuye a su eliminación o reciclaje. AK y ADA utilizan también adenosina, lo que explica que tanto el déficit de AK como un exceso de ADA tengan una expresividad clínica similar, derivada del insuficiente reciclaje de AMP y la disminución de la concentración de ATP. La pirimidina-5-nucleotidasa interviene en la degradación del ARN, y su déficit produce acumulación intraeritrocitaria de nucleótidos, que interfiere en la degradación normal del ARN y en la actividad de las enzimas clave de la glucólisis, disminuyendo la producción de ATP. El sistema de diaforasas mantiene la función respiratoria de la Hb, dado que se requiere que el hierro hemínico se halle en estado reducido. A ello contribuye la enzima diaforasa o metahemoglobina reductasa (citocromo b5 reductasa). El eritrocito normal posee dos sistemas diaforásicos, el principal y el secundario. En el principal interviene la citocromo-b5-reductasa, que utiliza el NADH y el secundario permanece inactivo. La citocromo-b5-reductasa está presente en gran número de células del organismo y cataliza la transferencia de electrones desde el NADH al citocromo b5, que los cede directamente al hierro hemínico, manteniendo su estado reducido. La diaforasa que usa NADPH como sustrato, carece de aceptor fisiológico de electrones, por lo que permanece inactiva en condiciones normales; pero ciertos colorantes como el azul de metileno son aceptores no fisiológicos de electrones, de tal forma que en caso de déficit del sistema diaforásico principal, pueden emplearse como tratamientopara disminuir el exceso de metahemoglobina. APLICACIONES CLÍNICO-FISIOLÓGICAS “¡Mi hijo se tiñó con anilina!” Motivo de consulta: Juan de 10 años de edad, es traído por su madre a la consulta por malestar abdominal y coloración azulada de piel y labios. Padecimiento actual: el paciente es un escolar que presentó cólico abdominal y cianosis periférica ocasional desde hace un año. Antecedentes médicos: un año antes del ingreso hospitalario tuvo contacto diario con anilinas (tintura para zapatos). Tres meses antes de su ingreso presentó cianosis en labios y uñas de forma persistente. Examen físico: peso corporal de 45 kg, frecuencia cardiaca de 75 por minuto, cianosis periférica y dolor abdominal generalizado a la palpación profunda. Hospitalización: se internaliza en el servicio de pediatría. Se descartó abdomen agudo y posibilidad de cardiopatía o neumopatía, por lo que se sospechó metahemoglobinemia. Estudios de laboratorio: hemoglobina de 14 g/dL; metahemoglobina mayor de 15%. Diagnóstico: metahemoglobina por intoxicación con anilina. Tratamiento: Se decidió tratamiento con azul de metileno a 1 mg/kg en solución glucosada a 5%, 50 mL a pasar en 20 minutos, con control posterior de metahemoglobina de 8%. Fernández, V. H. 236 Después de dos horas se administró una segunda dosis, con la cual los niveles de metahemoglobina descendieron a 6% y desapareció la sintomatología. Puntos de reflexión 1. ¿Cómo se explica que la anilina cause metahemoglobinemia? 2. ¿Cuándo comienza a aparecer la cianosis? 3. ¿Cómo funciona el azul de metileno en este caso? Correlato entre la fisiología y la clínica La cianosis se define como una coloración azul oscura o purpúrica de la piel y las mucosas. Esta coloración aparece cuando existen por lo menos 5 g de Hb reducida (no saturada) por cada 100 mL de sangre o cuando se tiene la presencia de un pigmento anormal, como metahemoglobina. La metahemoglobina se forma de la oxidación del hierro de la Hb, con cambio de estado ferroso a férrico y desvió de la curva de la oxihemoglobina a la izquierda. Normalmente 2 a 3% de la Hb es oxidada diariamente a metahemoglobina. La formación de metahemoglobinemia en forma adquirida se produce por drogas oxidantes o toxinas (Anilina, Rifampicina, Tetraciclina, entre muchos otros) y en la forma congénita por hemoglobinas anormales como la HbM (sustitución de histidina por tirosina), que se hereda en forma autosómica dominante, o por deficiencia en reductasas de forma autosómica recesiva. Los recién nacidos y lactantes menores son más sensibles que los adultos a agentes que producen metahemoglobinemia, debido a que la metahemoglobina fetal es más fácil de oxidar que la HbA, y el recién nacido tiene niveles más bajos de actividad de NADH metahemoglobina reductasa, catalasa y glutatión-peroxidasa; también porque el pH gástrico elevado, causado por secreción ácida (debido a proliferación bacteriana) incrementa la conversión de nitratos de la dieta a nitritos, el producto tóxico. El factor más importante para definir la cianosis es la determinación de la cantidad de Hb reducida en la circulación. La curva de disociación de la oxihemoglobina es la mejor herramienta para demostrar la relación directa entre la presión parcial de oxígeno y el porcentaje de Hb saturada. Eritrocateresis El eritrocito maduro se halla desprovisto de mecanismos de síntesis, por lo que desde que se constituye como tal a partir del reticulocito, inicia un proceso de envejecimiento progresivo que culmina, aproximadamente, a los 120 días de su salida de la médula ósea, con su eliminación de la circulación por los macrófagos que se ubican en el recubrimiento de los sinusoides hepáticos, médula ósea y bazo, que fagocitan a los eritrocitos viejos. Este proceso se conoce como “eritrocateresis” (del griego “kathairesis”, destrucción) que es una forma de hemolisis fisiológica, aunque prefiere usarse la palabra “hemólisis” para procesos de destrucción anormales. Los mecanismos que intervienen en el envejecimiento fisiológico eritrocitario no son del todo bien conocidos, aunque parecen tener múltiples factores. En su conjunto, contribuyen a que el eritrocito pierda la capacidad de deformación, atraviese con dificultad la microcirculación y sea finalmente eliminado por el SMF. Este proceso se desarrolla diariamente en 1/120 parte de la masa eritrocitaria, la cual es restituida por la eritropoyesis normal, manteniendo así la homeostasis hemoglobínica del organismo. Fernández, V. H. 237 Más del 90% de los eritrocitos envejecidos sufre fagocitosis por los macrófagos del bazo, la médula ósea y el hígado, mientras que el resto de los eritrocitos envejecidos se desintegra por vía intravascular y libera cantidades insignificantes de Hb hacia la sangre que son fijados por la haptoglobina y la hemopexina. El bazo es una estructura ovoide, que mide alrededor de 12 cm de longitud (el tamaño de un puño cerrado) y es la mayor masa de tejido linfático en el cuerpo. Está ubicado en el hipocondrio izquierdo, entre el estómago y el diafragma. La superficie superior del bazo es lisa y convexa, y complementa la porción cóncava del diafragma. Tiene un hilio a través del cual ingresan la arteria esplénica, la vena esplénica y los vasos linfáticos eferentes. También se encuentra envuelto por una cápsula de tejido conectivo denso que, a su vez, está rodeada por la membrana serosa denominada peritoneo visceral. A partir de la cápsula, se extienden trabéculas hacia el interior del bazo. La cápsula, las trabéculas, las fibras reticulares y los fibroblastos constituyen el estroma del bazo, mientras que el parénquima está formado por dos tipos diferentes de tejidos: pulpa blanca y pulpa roja. La pulpa blanca es tejido linfático constituido en su mayor parte por linfocitos y macrófagos, dispuestos alrededor de ramas de la arteria esplénica denominadas arterias centrales. La pulpa roja está compuesta por sinusoides venosos cargados de sangre y cordones de tejido esplénico que se denominan cordones esplénicos de Billroth, estructuras formadas por eritrocitos, macrófagos, linfocitos, células plasmáticas y granulocitos. Las venas se encuentran estrechamente asociadas con la pulpa roja. En la pulpa roja, se llevan a cabo tres procesos relacionados con las células de la sangre: 1) eliminación de células sanguíneas y plaquetas rotas, deterioradas o defectuosas por los macrófagos, 2) almacenamiento de hasta una tercera parte de las plaquetas del cuerpo, y 3) producción de células sanguíneas (hematopoyesis) durante la vida fetal. Las ramas de la arteria esplénica se introducen en la pulpa blanca desde los cordones. La arteria central emite ramas hacia la pulpa blanca y hacia los sinusoides de su periferia denominados sinusoides marginales. La arteria central continúa hacia la pulpa roja, donde se ramifica en varias arteriolas bastante rectas llamadas arteriolas peniciladas, que terminan por convertirse en capilares arteriales. Algunos capilares arteriales están rodeados por acumulaciones de macrófagos y, por lo tanto, se denominan capilares envainados, que terminan directamente en la malla reticular de los cordones esplénicos en lugar de conectarse con los sinusoides del bazo revestidos de endotelio. La sangre que entra en la pulpa roja, se filtra a través de los cordones y queda expuesta a sus macrófagos antes de retornar a la circulación, colándose a través de las paredes de los sinusoides del bazo. Este tipo de circulación se denomina circulación abierta y es la única vía por la cual la sangre retorna a la circulación venosa y expone a la sangre en forma más eficiente a los macrófagos de la pulpa roja. La sangre recogida en los sinusoides drena en las tributarias de las venas trabeculares, que después convergen en venas más grandes y, finalmente, abandonan el bazo a través de la vena esplénica
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