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Fernández, V. H. FISIOLOGÍA DE SISTEMAS CAPÍTULO XXIII ESTRUCTURA Y FUNCIÓN RENAL ESQUEMA DEL CAPÍTULO ✓ Introducción ✓ El APARATO URINARIO ✓ LA NEFRONA • Histología de la nefrona y el túbulo colector ✓ GENERALIDADES DE FISIOLOGÍA RENAL ✓ FILTRACIÓN GLOMERULAR • Membrana de filtración • Determinantes de la composición del ultrafiltrado • El mesangio • Presión neta de filtración • Tasa de filtración glomerular ✓ AUTORREGULACIÓN RENAL • Relación entre el flujo sanguíneo renal y la tasa de filtración glomerular • Acción del sistema nervioso simpático • Otras sustancias de acción local renal • Consumo renal de oxígeno • Fracción de filtración • Carga filtrada ✓ CLEARANCE O ACLARAMIENTO RENAL ✓ APLICACIONES CLÍNICO-FISIOLÓGICAS ✓ Bibliografía OBJETIVOS DEL CAPÍTULO 1. Describir la importancia del sistema renal en la homeostasis del organismo. 2. Enumerar los principales procesos renales, localizándolos en los diferentes segmentos de la nefrona. 3. Conocer las características diferenciales de la vascularización renal y la importancia funcional de las arteriolas aferente y eferente. 4. Describir las diferencias funcionales entre los capilares glomerulares y los capilares peritubulares. 5. Describir la importancia funcional de los vasos rectos. 6. Definir flujo sanguíneo renal, flujo plasmático renal, tasa de filtración glomerular y fracción de filtración proporcionando los valores fisiológicos de estos parámetros. Fernández, V. H. 7. Comparar el flujo sanguíneo y el consumo de oxígeno en los riñones con los del músculo esquelético y miocardio. 8. Describir las capas que forman la barrera de filtración glomerular. 9. Explicar cómo puede afectar la estructura de la barrera a la capacidad de filtración identificando los daños en la barrera de filtración responsable de la hematuria y la proteinuria. 10. Dividir los elementos de la sangre y el plasma en función de su capacidad para atravesar la barrera de filtración glomerular, explicando qué mecanismo determina dicha capacidad. 11. Definir coeficiente de filtración del capilar glomerular y explicar cómo participa en determinar la tasa de filtración glomerular. 12. Describir las propiedades de la membrana que contribuyen al coeficiente de filtración. 13. Identificar las fuerzas a favor y en contra de la filtración. A partir de las presiones hidrostáticas y oncótica en el capilar glomerular y la cápsula de Bowman, calcular la fuerza de filtración neta. 14. Predecir los cambios en la filtración glomerular provocados por los aumentos o disminuciones en cualquiera de esas presiones. Predecir el cambio de flujo sanguíneo renal y tasa de filtración glomerular causados por la obstrucción del tracto urinario y la hipoalbuminemia. 15. Predecir el cambio de flujo sanguíneo renal y tasa de filtración glomerular causados por: a) un aumento en la actividad del simpático, b) un aumento de la síntesis de angiotensina II, c) el aumento de la liberación de péptido natriurético auricular, d) el aumento en la formación de prostaglandinas, e) el aumento en la producción de óxido nítrico, y f) la realización de un ejercicio intenso y prolongado. 16. Identificar dos mecanismos que alteran selectivamente la distribución del flujo sanguíneo entre la corteza y la médula renal. 17. Predecir las consecuencias del bloqueo de la síntesis de prostaglandinas y de la formación de óxido nítrico en esta redistribución. 18. Explicar la autorregulación del flujo sanguíneo renal y del ultrafiltrado glomerular como resultado de los mecanismos miogénico y de retroalimentación tubuloglomerular. 19. Explicar el concepto de aclaramiento y conocer su formulación matemática. 20. Utilizando la ecuación del aclaramiento y el compuesto adecuado para cada caso, estimar la tasa de filtración glomerular, el flujo sanguíneo renal y el flujo plasmático renal. 21. Distinguir entre el uso del aclaramiento de inulina y el de creatinina para medir la tasa de filtración glomerular. 22. Describir las consecuencias de la disminución de la tasa de filtración glomerular sobre las concentraciones plasmáticas de urea y creatinina. Fernández, V. H. 650 ESTRUCTURA Y FUNCIÓN RENAL Introducción En la vida del ser humano el metabolismo produce inevitablemente sustancias de desecho que, además de ser innecesarios para el cuerpo, resultan tóxicos si se permite que se acumulen. Por ello, el sistema urinario es el principal medio de excreción de deshechos metabólicos de la sangre y el resto del aparato urinario sirve para el transporte, el almacenamiento y la eliminación de la orina. Sin embargo, la tarea de estos órganos va más allá de la excreción de deshechos, también es indispensable en la regulación de la volemia, PAM y la composición de la sangre, procesos que se relacionan intrínsecamente con el sistema endócrino (eritropoyetina), el sistema circulatorio (SRAA) y sistema respiratorio (pH arterial). Anatómicamente, el sistema urinario se relaciona directamente con el aparato reproductor dado que los dos sistemas se desarrollan juntos en el embrión y, en el varón, la uretra sigue sirviendo como pasaje para la orina y el semen. Por tanto, los aparatos urinario y reproductor suelen recibir el nombre de aparato urogenital y los urólogos tratan tanto trastornos urinarios como los reproductivos. El APARATO URINARIO El aparato urinario está constituido por dos riñones, dos uréteres, la vejiga y la uretra. Después de que los riñones filtran el plasma, devuelven la mayor parte del agua y los solutos a la corriente sanguínea. El agua y los solutos remanentes constituyen la orina, que transcurre por los uréteres y se almacena en la vejiga urinaria hasta que se excreta a través de la uretra. La nefrología (del griego “nephro”, riñón; y “logo”, estudio) es el estudio de la anatomía, la fisiología y las enfermedades de los riñones. Los riñones son órganos pares, de color rojizo y con forma de poroto (alubia, frijol o judía), situados en los flancos derecho e izquierdo, entre el peritoneo y la pared posterior del abdomen, por lo cual se consideran órganos retroperitoneales. Se localizan entre la última vértebra torácica y la tercera vértebra lumbar (T12 a L3), donde están protegidos en forma parcial por la undécima y duodécima costilla. Si estas costillas se fracturan, pueden punzar el riñón y causar una lesión significativa, incluso peligrosa para la vida. El riñón derecho se encuentra en una situación algo inferior con respecto al izquierdo porque el hígado ocupa un espacio considerable en el lado derecho, por encima del riñón. Fernández, V. H. 651 El riñón de un adulto promedio mide unos 11 a 12 cm de longitud, entre 5 y 7 cm de ancho y 3 a 4 cm de espesor y pesa entre 135 y 150 g. El borde medial cóncavo de cada riñón se orienta hacia la columna vertebral. Cerca del centro de este borde cóncavo se encuentra el hilio renal, a través del cual emerge el uréter junto con los vasos sanguíneos, los vasos linfáticos y los nervios. Cada riñón está cubierto por tres capas de tejido, una más profunda o cápsula renal, es una lámina lisa y transparente de tejido conectivo denso irregular, que se continúa con la capa externa del uréter; sirve como barrera contra los traumatismos y ayuda a mantener la forma del órgano. La capa intermedia o cápsula adiposa, es una masa de tejido adiposo que rodea la cápsula renal. También protege al riñón de los traumatismos y lo sostiene dentro de la cavidad abdominal. La capa superficial o fascia renal es otra capa delgada de tejido conectivo denso irregular que fija el riñón a las estructuras que lo rodean y a la pared abdominal. Un corte frontal del riñón muestra dos regiones distintas: un área superficial, de color rojo claro, llamada corteza renal y una región profunda, de color pardo rojizo, denominada médula renal.La médula renal está compuesta por unas 8 a 18 pirámides renales de forma cónica, cuya base de cada pirámide se dirige hacia la corteza renal y su vértice o papila renal, se orienta hacia el hilio. La corteza renal es el área de textura lisa que se extiende desde la cápsula hasta las bases de las pirámides renales y hacia los espacios entre ellas. Se divide en una zona cortical externa y una zona yuxtamedular interna. Estas porciones de la corteza renal que se extienden entre las pirámides renales se denominan columnas renales. Un lóbulo renal consta de una pirámide renal, la región suprayacente de la corteza y la mitad de cada columna renal adyacente. La corteza y las pirámides renales de la médula constituyen el parénquima renal, dentro del cual se encuentran las unidades funcionales del riñón, alrededor de 1 millón de estructuras microscópicas llamadas nefronas. Fernández, V. H. 652 El filtrado que se forma en las nefronas drena en conductos papilares grandes, que se extienden a través de las papilas renales de las pirámides. Los conductos papilares desembocan en estructuras en forma de copa llamadas cálices menores y mayores. Cada riñón tiene entre 8 y 18 cálices menores y 2 o 3 cálices mayores. Un cáliz menor recibe orina de los conductos papilares de una papila renal y la envía a un cáliz mayor. Una vez que ingresa el filtrado en los cálices se convierte en orina porque no experimenta más reabsorción, ya que el epitelio simple de la nefrona y los conductos se convierte en el epitelio de transición de los cálices. A partir de los cálices mayores, la orina drena en una cavidad más grande denominada pelvis renal y luego, a través del uréter hacia la vejiga. El hilio desemboca en una cavidad dentro del riñón que se denomina seno renal y que contiene parte de la pelvis, los cálices y ramas de los vasos sanguíneos y los nervios renales. El tejido adiposo ayuda a estabilizar la posición de estas estructuras en el seno renal. Por su parte, los riñones poseen abundante vascularización y, aunque dichos órganos constituyen menos del 0,5% de la masa corporal total, reciben entre el 20 y el 25% del GC en reposo, a través de las arterias renales derecha e izquierda. En los adultos, el flujo sanguíneo renal (FSR), que es el flujo de sangre que atraviesa ambos riñones, es de alrededor de 1200 a 1250 mL por minuto. Dentro del riñón, la arteria renal se divide en arterias segmentarias que irrigan diferentes segmentos (áreas) del riñón. Cada arteria segmentaria da origen a diversas ramas que ingresan en el parénquima y atraviesan las columnas entre las pirámides renales como arterias interlobulares. En las bases de las pirámides renales, las arterias interlobulares adoptan una trayectoria tortuosa entre la médula renal y la corteza, donde se denominan arterias arcuatas (arqueadas). Las Fernández, V. H. 653 divisiones de las arterias arqueadas originan una serie de arterias interlobulillares, que reciben este nombre porque transcurren entre los lobulillos renales. Las arterias interlobulillares ingresan en la corteza renal y emiten las ramas conocidas como arteriolas aferentes. Cada nefrona recibe una arteriola aferente, que se divide en una red capilar profusa en forma de ovillo denominada glomérulo. Los capilares glomerulares luego se reúnen para formar la arteriola eferente, que transporta sangre fuera del glomérulo. Los capilares glomerulares son únicos entre los capilares del cuerpo porque están situados entre dos arteriolas, en lugar de interponerse entre una arteriola y una vénula. Como son redes capilares y también desempeñan una función importante en la formación de orina, los glomérulos se consideran parte, tanto del aparato cardiovascular como del aparato urinario. Las arteriolas eferentes se ramifican para formar los capilares peritubulares que rodean las porciones tubulares de la nefrona en la corteza renal. A partir de algunas arteriolas eferentes surgen capilares largos llamados vasos rectos que irrigan las porciones tubulares de las nefronas en la médula renal. Luego, los capilares peritubulares se reúnen para formar las vénulas peritubulares y más tarde las venas interlobulillares, que también reciben sangre de los vasos rectos. A continuación, la sangre drena a través de las venas arcuatas en las venas interlobulares que transcurren entre las pirámides renales. La sangre abandona el riñón a través de una única vena renal que sale por el hilio y desemboca en la vena cava inferior. Muchos nervios renales se originan en el ganglio renal y pasan a través del plexo renal hacia los riñones, junto con las arterias. Los nervios renales pertenecen a la división simpática del SNA y en su mayor parte son nervios vasomotores que regulan el flujo sanguíneo a través del riñón, lo que provoca vasoconstricción de las arteriolas renales. LA NEFRONA La nefrona es la unidad funcional de los riñones y consta de un corpúsculo renal, donde se filtra el plasma sanguíneo, y un túbulo renal, hacia el que pasa el líquido filtrado. Los dos componentes del corpúsculo renal son el glomérulo (red capilar) y la cápsula glomerular (de Bowman), que es una bolsa epitelial en forma de copa de pared doble, que rodea los capilares glomerulares. El plasma sanguíneo se filtra en la cápsula glomerular y luego el líquido filtrado ingresa en el túbulo renal, que tiene tres sectores principales que son el túbulo contorneado proximal (TCP) que se encuentra conectado a la cápsula glomerular, el asa de Henle y el túbulo contorneado distal (TCD). El corpúsculo renal y ambos túbulos contorneados se encuentran dentro de la corteza renal, mientras que el asa de Henle se extiende hacia la médula renal, gira en forma de U y luego regresa a la corteza renal. Los túbulos contorneados distales de diversas nefronas desembocan en un solo túbulo colector. Los túbulos colectores luego se unen y convergen en varios cientos de conductos papilares grandes, que drenan a su vez en los cálices menores. Los conductos colectores y los papilares se extienden desde la corteza a través de la médula hacia la pelvis renal, de manera que un riñón tiene alrededor de un millón de nefronas, pero un número mucho menor de conductos colectores y aún menor de conductos papilares. Fernández, V. H. 654 En una nefrona, el asa de Henle conecta los TCP y TCD. La primera porción del asa de Henle penetra en la médula renal, donde recibe el nombre de asa descendente, luego gira en forma de U y regresa a la corteza renal como el asa ascendente. Aproximadamente, el 85% de las nefronas son nefronas corticales y sus corpúsculos renales se encuentran en la región externa de la corteza renal. Éstas poseen asas de Henle cortas, que se localizan principalmente en la corteza y atraviesan sólo la región externa de la médula. Las asas de Henle cortas reciben su irrigación de los capilares peritubulares que emergen de las arteriolas eferentes. El otro 15% de las nefronas son yuxtamedular. Sus corpúsculos renales se encuentran en la profundidad de la corteza, cerca de la médula, y tienen un asa de Henle larga que se extiende hasta la región más profunda de la médula. Las asas de Henle largas reciben su irrigación de los capilares peritubulares y de los vasos rectos que emergen de las arteriolas eferentes. Asimismo, la rama ascendente del asa de Henle de las nefronas yuxtamedulares consta de un asa ascendente delgada (AADH), seguida por un asa ascendente gruesa (AAGH). La luz de la rama ascendente delgada es igual que en otras áreas del túbulo renal, sólo que el epitelio es más fino. Las nefronas con asas de Henle largas permiten a los riñones excretar orina muy diluida o muy concentrada Fernández, V. H. 655 Histología de la nefrona y el túbulo colectorCada parte de la nefrona tiene características histológicas distintivas que reflejan sus funciones específicas. La pared de la cápsula glomerular, el túbulo renal y los conductos está compuesta por una capa simple de células epiteliales. La cápsula glomerular de Bowman está constituida por una capa visceral y otra parietal. La capa visceral está compuesta por células epiteliales pavimentosas simples modificadas, llamadas podocitos (del griego, “podo”, pie y “kyto”, célula). Las numerosas proyecciones en forma de pie de estas células, denominadas pedicelos, rodean la capa simple de células endoteliales de los capilares glomerulares y forman la pared interna de la cápsula. La capa parietal de la cápsula glomerular está formada por epitelio pavimentoso simple y constituye la pared externa de la cápsula. El líquido filtrado a través de los capilares glomerulares entra en el espacio de Bowman que se encuentra entre las dos capas de la cápsula glomerular y se considera la luz de la vía urinaria. En el TCP hay células epiteliales cúbicas simples con un borde en cepillo prominente formado por microvellosidades en su superficie apical. Estas microvellosidades aumentan la superficie para la absorción y la secreción. El ADDH y la primera parte del AADH están compuestas por epitelio pavimentoso simple, mientras que el AAGH está compuesta por epitelio cúbico simple. En cada nefrona, la porción final del AAGH contacta con la arteriola aferente que nutre ese corpúsculo renal. Como las células cilíndricas del túbulo en esta región están muy juntas, se las conoce como mácula (mancha) densa. A lo largo de la mácula densa, las paredes de la arteriola aferente (y a menudo de la arteriola eferente) contienen células yuxtaglomerulares que, junto con la mácula densa, constituyen el aparato yuxtaglomerular (AYG), que ayuda a regular la presión arterial dentro de los riñones. El TCD comienza a una corta distancia, después de atravesar la mácula densa. En la última porción del TCD y dentro de los túbulos colectores, se presentan dos tipos celulares diferentes. La mayoría son células principales, que tienen receptores tanto para ADH como para la aldosterona, las dos hormonas responsables de la regulación de sus funciones. El segundo tipo de célula, que se presenta en menor número, corresponde a las células intercaladas, que participan en la homeostasis del pH sanguíneo. Los túbulos colectores drenan en conductos papilares grandes, revestidos por epitelio cilíndrico simple. Fernández, V. H. 656 El número de nefronas permanece constante desde el nacimiento y cualquier aumento en el tamaño del riñón se debe en forma exclusiva al crecimiento de las nefronas. Si éstas resultan dañadas o experimentan enfermedades, no se forman nuevas. Por ello, los signos de la disfunción renal no suelen evidenciarse hasta que la función disminuye a menos del 25% de lo normal porque las nefronas remanentes capaces de funcionar se adaptan para manejar una carga mayor que lo habitual. Por ejemplo, la extirpación quirúrgica de un riñón estimula la hipertrofia del otro riñón, que será capaz de filtrar sangre a una velocidad que alcanza hasta el 80% de la que muestran los dos riñones sanos. GENERALIDADES DE FISIOLOGÍA RENAL Los riñones realizan el trabajo principal de la actividad del aparato urinario. Las otras regiones son, sobre todo, vías de paso y órganos de almacenamiento. Las funciones de los riñones son las siguientes: ✓ Regulación de la composición iónica de la sangre: los riñones ayudan a regular los niveles plasmáticos de diversos iones, en especial Na+, K+, Ca2+, Cl– y HPO4 2–. ✓ Regulación del pH sanguíneo: los riñones excretan una cantidad variable de iones H+ hacia la orina y conservan los iones bicarbonato HCO3 –, que son importantes para amortiguar los H+ de la sangre. Estas dos funciones contribuyen a mantener el pH sanguíneo. ✓ Regulación de la volemia: los riñones regulan la volemia a través de la conservación o la eliminación de agua en la orina. El aumento de la volemia incrementa la presión arterial y un descenso de ésta disminuye la presión arterial. ✓ Regulación de la presión arterial: los riñones también intervienen en la regulación de la presión arterial, mediante la secreción de la enzima renina, que activa el sistema renina-angiotensina-aldosterona. ✓ Mantenimiento de la osmolaridad de la sangre: mediante la regulación de la pérdida de agua y, por otro sistema, de la pérdida de solutos en la orina, los riñones mantienen la osmolaridad sanguínea relativamente constante alrededor de 300 mOsm/L. ✓ Producción de hormonas: los riñones producen dos hormonas, una es el calcitriol, la forma activa de la vitamina D que ayuda a regular la homeostasis del calcio, y la eritropoyetina que estimula la producción de eritrocitos. ✓ Regulación de la glucemia: al igual que el hígado, los riñones pueden utilizar el aminoácido glutamina para la gluconeogénesis y luego liberar glucosa hacia la sangre para mantener una glucemia normal. ✓ Excreción de desechos y sustancias extrañas: mediante la formación de la orina, los riñones contribuyen a la excreción de desechos, sustancias que no cumplen una función útil en el cuerpo. Algunos de los desechos excretados con la orina son el producto de reacciones metabólicas, como el amoníaco y la urea, que se forman luego de la desaminación de los aminoácidos, la bilirrubina (directa) procedente del catabolismo de la hemoglobina, la creatinina de la degradación de la creatina fosfato en las fibras musculares y el ácido úrico del catabolismo de los ácidos nucleicos. Otros residuos que se excretan con la orina son sustancias extrañas incorporadas con los alimentos, como fármacos y toxinas ambientales. La concentración normal de urea en la sangre se considera hasta 50 mg/dl, por lo cual, un valor elevado se denomina azoemia y puede indicar insuficiencia renal. Este fenómeno puede progresar a uremia, un síndrome caracterizado por diarrea, vómito, disnea y arritmia cardiaca, debido a la toxicidad de los desechos nitrogenados. En pocos días pueden presentarse convulsiones, coma y muerte. El tratamiento para la insuficiencia renal puede incluir hemodiálisis o trasplante renal. Fernández, V. H. 657 Para producir orina, las nefronas y los túbulos colectores desarrollan tres procesos básicos: filtración glomerular, reabsorción tubular y secreción tubular: 1. Filtración glomerular. Es el primer paso en la producción de orina. El agua y la mayor parte de los solutos del plasma atraviesan la pared de los capilares glomerulares, donde se filtran e ingresan en la cápsula de Bowman y luego, en el túbulo renal. 2. Reabsorción tubular. A medida que el líquido filtrado fluye a lo largo de los túbulos renales y los túbulos colectores, las células tubulares reabsorben cerca del 99% del agua filtrada y diversos solutos útiles. El agua y los solutos regresan a la sangre mientras ésta fluye a través de los capilares peritubulares y los vasos rectos. El término reabsorción se refiere al regreso de las sustancias a la corriente sanguínea. En cambio, absorción significa la entrada de sustancias nuevas en el cuerpo, como ocurre en el tubo digestivo. 3. Secreción tubular. A medida que el líquido filtrado fluye a lo largo de los túbulos renales y los túbulos colectores, las células tubulares secretan otras sustancias, como desechos, fármacos y compuestos iónicos presentes en concentraciones excesivas, hacia el líquido filtrado. Se advierte que la secreción tubular elimina sustancias de la sangre. 4. Excreción renal. Los solutos y el líquido que drenan hacia los cálices mayores y menores de la pelvis renal constituyen la orina y se excretan. La tasa de excreción urinaria de cualquier soluto es igual a la tasa de filtración glomerular de esa sustancia, más la tasa de secreción, menos la tasa de reabsorción. Tasa de excreción= tasa de filtración + tasa de secreción – tasa de reabsorción Mediante la filtración, la reabsorción y la secreción, las nefronas ayudan a mantener la homeostasis del volumen y la composición de la sangre. FILTRACIÓN GLOMERULAR El líquido que ingresa en el espacio capsular se llama filtrado glomerular. La fracción del plasma que atraviesa las arteriolas aferentes de los riñones y se transforma en filtrado glomerular es la fracción de filtración. A pesar de que la fracción de filtración típica normal oscila entre 0,16 y 0,2 (16 a 20%), el valor varía en forma considerable, tanto en condiciones de salud como de enfermedad. Fernández, V. H. 658 En promedio, el volumen diario de filtrado glomerular en los adultos es de 150 L en las mujeres y de 180 L en los hombres. Más del 99% del filtrado glomerular retorna a la corriente sanguínea por reabsorción tubular, de modo que sólo 1 a 2 L se excretan como orina. Membrana de filtración Los capilares glomerulares y los podocitos, que rodean por completo los capilares, forman en conjunto una barrera permeable denominada membrana de filtración. Esta configuración “en sándwich” permite la filtración de agua y solutos pequeños, pero impide que se filtren la mayor parte de las proteínas del plasma, las células sanguíneas y las plaquetas. Las sustancias que se filtran de la sangre atraviesan tres barreras: la célula endotelial glomerular, la lámina basal y una hendidura de filtración formada por un podocito. Las células endoteliales glomerulares son bastante permeables porque tienen grandes fenestraciones (poros) que miden entre 0,07 y 0,1 μm de diámetro (70 a 100 nm), lo cual les permite a casi todos los solutos del plasma salir de los capilares glomerulares, pero impide la filtración de las células sanguíneas (eritrocitos, leucocitos y plaquetas). Entre los capilares glomerulares y la hendidura entre las arteriolas aferente y eferente hay células mesangiales que ayudan a regular la filtración glomerular. Las células endoteliales de los capilares glomerulares poseen una gran cantidad de conductos acuosos de acuaporina 1 (AQP-1) que permiten el desplazamiento rápido del agua a través del epitelio. Los productos de secreción de las células endoteliales, como el ON o las prostaglandinas (PGE2), desempeñan un papel importante en la patogénesis de varias glomerulopatías trombóticas. La lámina basal o membrana basal glomerular (MBG) es una capa de material acelular que se encuentra entre el endotelio y los podocitos y está compuesta por fibras pequeñas de colágeno tipo IV, proteoglucanos como la agrina y el perlecano; y una matriz de glucoproteínas Fernández, V. H. 659 multiadhesivas; las cargas negativas en la matriz impiden la filtración de proteínas plasmáticas más grandes con carga negativa. Miles de procesos en forma de pie llamados pedicelos (diminutivo de pie) se extienden desde cada podocito y envuelven los capilares glomerulares. Los pedicelos se interdigitan con los pedicelos de los podocitos vecinos. Los espacios alargados entre los pedicelos interdigitados, denominados ranuras de filtración, miden cerca de 0,004 µm (40 nm) de ancho y están cubiertos por el diafragma de la ranura de filtración ultradelgado que cierra la ranura de filtración un poco por encima de la MBG. El diafragma de la ranura de filtración presenta una compleja estructura proteica que tiene una configuración laminar del tipo cremallera con una densidad central. Una proteína transmembrana llamada nefrina, es un componente estructural y funcional clave del diafragma de la ranura. Las moléculas de nefrina que emergen desde los pedicelos opuestos interactúan en el centro de la ranura (interacciones homófilas) y forman una densidad central con poros en ambos lados. Esta lámina proteica intercelular también contiene otras moléculas de adhesión, como Neph-1, Neph-2, cadherina P, FAT1 y FAT2. El diafragma de la ranura de filtración está firmemente anclado a numerosos filamentos de actina dentro de los pedicelos de los podocitos. La membrana de la hendidura, se extiende a lo largo de cada hendidura de filtración y permite el pasaje de moléculas con diámetro menor de 0,006 a 0,007 μm (6 a 7 nm), como agua, glucosa, vitaminas, aminoácidos, proteínas plasmáticas muy pequeñas, amoníaco, urea e iones. Menos del 1% de la albúmina atraviesa la membrana de la hendidura, ya que tiene un diámetro de 0,007 μm (7 nm) y es demasiado grande para pasar. Correlato entre la fisiología y la clínica. El síndrome nefrótico se produce por diversas alteraciones, y se caracteriza por una permeabilidad aumentada de los capilares glomerulares a las proteínas y por la pérdida de la estructura normal de los podocitos, incluyendo el borramiento (adelgazamiento) de los pedicelos. La permeabilidad aumentada a las proteínas condiciona un aumento de la excreción urinaria de éstas (proteinuria). Por ello, la aparición de proteínas en la orina puede indicar una enfermedad renal. A menudo, en los individuos con este síndrome se desarrolla hipoalbuminemia como resultado de la proteinuria. Además, se observa habitualmente un edema generalizado en los individuos con síndrome nefrótico. La causa de la proteinuria y de la enfermedad renal puede ser una mutación en los numerosos genes que codifican las proteínas del diafragma de la hendidura incluyendo nefrina, NEPH-1 y podocina, entre otros. Fernández, V. H. 660 Determinantes de la composición del ultrafiltrado La barrera de filtración glomerular determina la composición del ultrafiltrado del plasma. Se limita la filtración de moléculas basándose en el tamaño y la carga eléctrica. En general, las moléculas neutras con un radio inferior a 0,002 µm (2 nm) se filtran libremente, las moléculas mayores de 0,004 µm (4 nm) no se filtran, y moléculas entre estos rangos se filtran en grados variables. Por ejemplo, la albúmina sérica, una proteína aniónica con un radio molecular efectivo de 0,0035 µm (3,5 nm), se filtra muy poco. Debido a que la albúmina filtrada se reabsorbe ávidamente en el TCP, casi no existe albúmina en la orina. Por su parte, los cambios eléctricos afectan a la filtración de macromoléculas por el glomérulo. Por ejemplo, los dextranos son una familia de polisacáridos exógenos con varios pesos moleculares. Pueden ser eléctricamente neutros o tener carga negativa (polianiones) o carga positiva (policationes). A medida que aumenta el tamaño (p. ej., el radio molecular efectivo) de una molécula de dextrano, la relación de su filtración va disminuyendo. Para un radio molecular concreto, las moléculas catiónicas se filtran más rápidamente que las moléculas aniónicas. La reducida relación de filtración para las moléculas aniónicas se explica por la presencia de glucoproteínas cargadas negativamente en la superficie de todos los componentes de la barrera de filtración glomerular. Estas glucoproteínas cargadas repelen las moléculas de carga similar. Como la mayoría de las proteínas del plasma están cargadas negativamente, la carga negativa de la barrera de filtración restringe la filtración de las proteínas que tienen un radio molecular grande. El mesangio En el corpúsculo renal, la MBG es compartida entre varios capilares para crear un espacio que contiene un grupo adicional de células denominadas células mesangiales, que están encerradas por la MBG. Estas células y su matriz extracelular conforman el mesangio. Las células mesangiales no están confinadas por completo en el corpúsculo renal; algunas se localizan fuera del corpúsculo a lo largo del polo vascular, donde reciben el nombre de células lacis y forman parte del AYG. Las células mesangiales eliminan residuos atrapados y proteínas agrupadas de la MBG y del diafragma de la ranura de filtración,con lo que mantienen el filtro glomerular libre de desechos. También incorporan por endocitosis y procesan una gran variedad de proteínas plasmáticas, incluso complejos inmunitarios. Sin embargo, la función primaria de las células mesangiales es mantener la estructura y la función de la barrera glomerular. Las células mesangiales producen los componentes de la matriz mesangial extracelular que proporciona sostén a los podocitos en las regiones donde la membrana basal epitelial falta o es incompleta. La matriz mesangial difiere sustancialmente de la MBG en su composición y permite que moléculas más grandes pasen de la luz de los capilares al mesangio. Fernández, V. H. 661 También sintetizan y secretan una variedad de moléculas como IL- 1, PGE2 y PDGF, que desempeñan un papel central en la respuesta a la lesión glomerular. Las células mesangiales presentan propiedades contráctiles y actuarían en la regulación de la distensión glomerular en respuesta al incremento de la presión arterial. Desde el punto de vista embriológico, las células mesangiales y yuxtaglomerulares derivan de precursores de las células musculares lisas del mesénquima metanéfrico. Durante el desarrollo, estas células se caracterizan por expresar receptores del factor de crecimiento derivado de plaquetas (PDGFR). Su migración hacia los glomérulos en desarrollo es guiada por efectos quimiotácticos del factor de crecimiento β derivado de plaquetas (PDGFβ) que se expresa en los podocitos en desarrollo. Si bien las células mesangiales son claramente fagocíticas, son singulares en el sentido de que no derivan de las células precursoras usuales del sistema fagocítico mononuclear, es decir, los monocitos circulantes. Correlato entre la fisiología y la clínica. El colágeno tipo IV es el blanco de las enfermedades autoinmunitarias como el síndrome de Goodpasture. Esta se caracteriza por ser una glomerulonefritis inducida por anticuerpo anti-MBG en la cual se produce un depósito lineal de IgG en la MBG, además de la membrana basal alveolar de los pulmones. El rasgo clínico de este síndrome es una glomerulonefritis (inflamación de los glomérulos) rápidamente progresiva y una hemorragia pulmonar debida a la destrucción de la barrera hematogaseosa. En respuesta al depósito de IgG en el glomérulo, se activa el sistema del complemento y los leucocitos circulantes elaboran una gran variedad de proteasas que conducen a la destrucción de la MBG y el depósito de fibrina. La fibrina, a su vez, estimula la proliferación de las células parietales que revisten la cápsula de Bowman y atraen monocitos desde la circulación. El producto de estas reacciones con frecuencia se observa dentro del glomérulo como una semiluna, una característica microscópica distintiva de la glomerulonefritis. Es muy probable que la formación de anticuerpos anti-MBG sea desencadenada por virus, cánceres, agentes farmacológicos y compuestos químicos encontrados en pinturas, solventes y colorantes diversos. Sin embrago, es un proceso que suele acompañar al lupus eritematoso sistémico (LES) una enfermedad autoinmune, o bien, incluso ser la expresión de esta última. Las personas con síndrome de Goodpasture se presentan con signos y síntomas tanto respiratorios como urinarios. Las manifestaciones clínicas comprenden disnea (sensación de falta de aire), tos y expectoración sanguinolenta, así como hematuria (sangre en la orina), proteinuria (proteínas en la orina) y otros signos y síntomas de la insuficiencia renal progresiva. Fernández, V. H. 662 El objetivo terapéutico principal en el tratamiento del síndrome de Goodpasture es eliminar los anticuerpos patógenos circulantes de la sangre, mediante la plasmaféresis, en la cual se extrae el plasma sanguíneo de la circulación y se reemplaza con líquido, proteínas o plasma de donante. Además, el tratamiento con fármacos inmunosupresivos y corticoesteroides es beneficioso para impedir que el sistema inmunitario produzca los autoanticuerpos patógenos. Presión neta de filtración El principio de filtración, que es el uso de presión para obligar a los líquidos y los solutos a que atraviesen una membrana, es el mismo en los capilares glomerulares que en el resto de los capilares del cuerpo explicado mediante la ley de Starling de la filtración. Sin embargo, el volumen de líquido filtrado por el corpúsculo renal es mucho mayor que en otros capilares, debido a tres razones: 1. Los capilares glomerulares tienen una gran superficie para la filtración porque son largos y extensos. Las células mesangiales regulan la proporción de esta superficie disponible para la filtración. Cuando las células mesangiales están relajadas, la superficie es máxima y la filtración glomerular es muy alta. La contracción de dichas células reduce la superficie disponible y, por ende, la filtración glomerular. 2. La membrana de filtración es delgada y porosa. A pesar de tener varias capas, su espesor es sólo de 0,1 μm. Los capilares glomerulares también son 50 veces más permeables que los capilares de la mayor parte de los tejidos, principalmente, debido a sus grandes fenestraciones. 3. La presión en el capilar glomerular es alta. Como el diámetro de la arteriola eferente es menor que el de la arteriola aferente, la resistencia al flujo sanguíneo fuera del glomérulo es elevada. Como resultado, la presión sanguínea en los capilares glomerulares es bastante más alta que en los capilares de cualquier otro sitio del cuerpo. La filtración glomerular depende de tres presiones principales. Una de ellas promueve la filtración, y las dos restantes se oponen a ella. 1. La presión hidrostática de la sangre glomerular (Phg) es la presión sanguínea en los capilares glomerulares. Su valor suele aproximarse a 60 mm Hg. Promueve la filtración, al forzar la salida del agua y los solutos del plasma, a través de la membrana de filtración. 2. La presión hidrostática capsular (PhB) es la presión hidrostática ejercida contra la membrana de filtración por el líquido que ya está en el espacio capsular y el túbulo renal. Esta presión se opone a la filtración y representa una “presión retrógrada” de alrededor de 15 mmHg. 3. La presión osmótica coloidal de la sangre (cg), secundaria a la presencia de proteínas como la albúmina, las globulinas y el fibrinógeno en el plasma, también se opone a la filtración. La presión osmótica coloidal de la sangre promedio en los capilares glomerulares es de 28 a 30 mm Hg. 4. La presión osmótica coloidal de la luz tubular (espacio de Bowman) (B), se considera prácticamente cero dado que se filtra menos del 1% como se vio previamente. 5. Coeficiente de relación entre la fuerza de Starling y la TFG (Kf). La presión neta de filtración (Pnf), es decir, la presión total que promueve la filtración, se determina de la siguiente manera: Pnf = Kf x (Phg + B – PhB – cg) Fernández, V. H. 663 Si se sustituyen por los valores recién expresados, la Pnf normal puede calcularse de esta forma: Pnf = 60 mmHg – 15 mmHg – 30 mmHg = 15 mmHg En consecuencia, una presión de sólo 15 mmHg hace que se filtre una cantidad normal de plasma (menos las proteínas plasmáticas) del glomérulo hacia el espacio capsular. Por ello, es que la presión oncótica en la cápsula de Bowman se considera despreciable. Tasa de filtración glomerular La cantidad de filtrado glomerular que se forma en todos los corpúsculos renales de ambos riñones por minuto es la tasa de filtración glomerular (TFG). En los adultos, la TFG promedio es de 125 mL/min, en los hombres, y de 105 mL/min, en las mujeres. La homeostasis de los líquidos corporales requiere que los riñones mantengan una TFG relativamente constante. Si es muy alta, pueden pasar sustancias necesarias con tanta rapidez a través de los túbulos renales que algunas no se reabsorben y se pierden con la orina. Sies muy bajo, casi todo el filtrado puede reabsorberse, y ciertos productos de desecho pueden no excretarse adecuadamente. La TFG se relaciona directamente con las presiones que determinan la presión de filtración neta; cualquier cambio en la presión de filtración neta afecta la TFG. Por ejemplo, una pérdida importante de sangre reduce la PAM y la Phg. La filtración cesa si la Phg desciende hasta 45 mmHg, ya que las presiones opuestas llegan a sumar 45 mmHg. Resulta sorprendente que cuando la PAM se eleva por encima de lo normal, la Pnf y la TFG aumentan muy poco. La TFG casi no se modifica, cuando la PAM se mantiene entre 80 y 180 mmHg. Por su parte, el flujo de sangre a través de los riñones (FSR) tiene diversas funciones importantes, incluyendo las siguientes: 1. Determina indirectamente la TFR. 2. Modifica la relación de reabsorción de agua y solutos por el túbulo proximal. 3. Participa de la concentración y la dilución de la orina. 4. Aporta O2, nutrientes y hormonas a las células de la nefrona, y recoge, CO2, líquidos y solutos reabsorbidos a la circulación general. 5. Aporta sustratos para su excreción en la orina. Según la ley de Ohm, el FSR es igual a la diferencia de presión entre la arteria renal y la vena renal, dividida por la resistencia vascular renal: FSR = (presión en arteria renal - presión en vena renal) / resistencia vascular renal Las arteriolas aferentes, eferentes e interlobulares renales son los mayores vasos de resistencia en los riñones y, por ello, determinan la resistencia vascular renal. Como la mayoría de órganos, los riñones regulan su flujo sanguíneo ajustando la resistencia vascular como respuesta a los cambios en la PAM. Estos ajustes son tan precisos que el flujo sanguíneo permanece relativamente constante, aunque cambie la PAM entre 80 y 180 mmHg. La TFR se regula también en el mismo intervalo de la PAM. A su vez, conociendo el FSR, podemos obtener el flujo plasmático renal (FPR) que es, en definitiva, de donde se filtrarán las sustancias: FPR = FSR (1 – Hematocrito) Fernández, V. H. 664 AUTORREGULACIÓN RENAL Relación entre el flujo sanguíneo renal y la tasa de filtración glomerular Los mecanismos que regulan la TFG actúan de dos maneras principales: 1) a través del ajuste del flujo sanguíneo dentro y fuera del glomérulo y 2) mediante la alteración de la superficie disponible de los capilares glomerulares para la filtración. La TFG aumenta, cuando el flujo sanguíneo hacia los capilares glomerulares se incrementa. El control coordinado del diámetro, tanto de la arteriola aferente como de la eferente, regula el flujo sanguíneo glomerular. La constricción de la arteriola aferente disminuye el flujo sanguíneo hacia el glomérulo y la dilatación de dicha arteriola lo aumenta. Tres mecanismos controlan la TFG: la autorregulación renal, la regulación neural y la regulación hormonal. 1. Autorregulación renal de la tasa de filtración glomerular. Los riñones propiamente dichos ayudan a mantener un flujo sanguíneo renal y una TFG constantes, a pesar de los cambios cotidianos normales de la tensión arterial, como los que se producen durante el ejercicio. Esta capacidad se denomina autorregulación renal y comprende dos mecanismos: el mecanismo miogénico y la retroalimentación tubuloglomerular. Juntos, pueden mantener la TFG casi constante dentro de un amplio intervalo de presiones arteriales sistémicas. El mecanismo miogénico se produce cuando el estiramiento estimula la contracción de las fibras musculares lisas en las paredes de las arteriolas aferentes. Cuando aumenta la PAM, la TFG también lo hace porque el flujo sanguíneo renal (FSR) aumenta. Sin embargo, la presión arterial elevada distiende las paredes de las arteriolas aferentes. En respuesta, se contraen las fibras musculares lisas de la pared de la arteriola aferente, con disminución consiguiente del diámetro de la luz arteriolar. Como consecuencia, se reduce el FSR y la TFG desciende a su nivel previo. A la inversa, cuando la tensión arterial disminuye, las células musculares lisas están menos estiradas, por lo que se relajan. Las arteriolas aferentes se dilatan, el FSR aumenta y la TFG se eleva. El mecanismo miogénico normaliza el FSR y la TFG, pocos segundos después de un cambio en la PAM. Por su parte, la retroalimentación tubuloglomerular recibe este nombre porque la mácula densa envía señales al glomérulo que permiten una retroalimentación. Cuando la TFG es superior a la normal, como consecuencia de una elevación de la PAM, el líquido filtrado fluye con mayor rapidez a lo largo de los túbulos renales. El resultado es que el TCP y el asa de Henle tienen menos tiempo para reabsorber Na+, Cl– y agua. Se cree que las células de la mácula densa detectan el mayor aporte de Na+, Cl– y agua e inhiben la liberación de ON en las células del AYG. Como el ON produce vasodilatación, las arteriolas aferentes se contraen, cuando el nivel de ON disminuye. Asimismo, cuando la TFR aumenta y se produce un incremento de NaCl en el fluido tubular de la mácula densa, más NaCl entra en las células de la mácula densa. Se produce un aumento en la formación y liberación de ATP (sobre receptores P2X) y adenosina Fernández, V. H. 665 (a través de receptores A1) en las células de la mácula densa, que causan vasoconstricción de la arteriola aferente. La vasoconstricción de la arteriola aferente hace que la TFR vuelva a los niveles de normalidad y fluye menos sangre hacia los capilares glomerulares. Cuando la PAM cae y la TFG es menor que lo normal, se invierte la secuencia mencionada de eventos, pero en menor grado. La retroalimentación tubuloglomerular opera con mayor lentitud que el mecanismo miogénico. 2. Regulación neural de la tasa de filtración glomerular. Al igual que la mayoría de los vasos sanguíneos del cuerpo, los de los riñones reciben fibras de la división simpática del SNA que liberan NA y dopamina (DA). Estas catecolaminas producen vasoconstricción a través de la activación de los receptores α1-adrenérgicos, que abundan sobre todo en las fibras musculares lisas de las arteriolas aferentes. En reposo, la estimulación simpática es relativamente baja, las arteriolas aferente y eferente están dilatadas y prevalece la autorregulación renal de la TFG. Con la estimulación simpática moderada, tanto la arteriola aferente como la eferente se contraen en el mismo nivel. El flujo sanguíneo que ingresa y egresa del glomérulo disminuye en igual proporción, lo que reduce la TFG en forma escasa. Sin embargo, cuando la estimulación simpática es más intensa, como ocurre durante el ejercicio o en una hemorragia, predomina la vasoconstricción de la arteriola aferente. Como resultado, el flujo sanguíneo hacia los capilares glomerulares desciende en gran medida y la TFG se reduce. Este descenso del flujo sanguíneo renal tiene dos consecuencias: 1) disminuye la producción de orina, lo que ayuda a conservar el volumen sanguíneo, y 2) permite un mayor flujo sanguíneo hacia otros tejidos del cuerpo. La deshidratación o un fuerte estímulo emocional, como el miedo o el dolor, activan los nervios simpáticos y reducen TFR y el FSR. La renalasa, una hormona que metaboliza las catecolaminas producidas por el riñón, facilita la degradación de las catecolaminas. 3. Regulación hormonal de la tasa de filtración glomerular. Dos hormonas contribuyen a la regulación de la TFG. La Ang II la reduce, mientras que el PNA la aumenta. La Ang II constriñe tanto la arteriola aferente como a la eferente y reduce el flujo sanguíneo renal, lo que a su vez desciende la TFG. Sin embargo, la arteriola eferente es más sensible a la Ang II que la arteriola aferente. Por ello, con bajas concentraciones de Ang II, predomina la vasoconstricción de la arteriola eferente y la TFG aumenta, mientras el FSR se reduce. Pero, con altas concentracionesde Ang II se produce una vasoconstricción tanto de la arteriola aferente como de la arteriola eferente, y la TFG y el FSR se reducen. Por su parte, las células de las aurículas secretan PNA por la distensión, como sucede cuando aumenta el volumen sanguíneo. Mediante la relajación de las células mesangiales glomerulares, el PNA aumenta la superficie disponible para la filtración. La TFG se eleva, a medida que se incrementa la superficie de filtración. El parénquima renal también produce un péptido natriurético similar a este, llamado urodilatina, con acciones similares. Fernández, V. H. 666 Acción del sistema nervioso simpático El objetivo principal del SNS es mantener una PAM adecuada que permita una perfusión apropiada del cerebro, el corazón y los pulmones, aun a expensas de la disminución del FSR. Las arteriolas aferentes y eferentes están inervadas por el simpático. El tono simpático es bajo cuando el volumen circulante efectivo es adecuado. La NA y la adrenalina circulante producen vasoconstricción por efecto sobre receptores α1, localizados en mayor proporción en la arteriola aferente (y menos en la eferente), lo que determina una disminución del FSR y la TFG. En una estimulación simpática moderada, la TFG no se reduce tanto como el FSR, lo que permite un aumento leve de la FF, pero con una estimulación simpática importante, la disminución de la TFG es paralela a la del FSR. Es importante recordar que la vasoconstricción renal mediada por el simpático es parte de los mecanismos de compensación para el control de la PAM y no un mecanismo de regulación de la TFG o del FSR. Otras sustancias de acción local renal Las endotelinas (ET) son potentes vasoconstrictores locales y sistémicos que se sintetizan y liberan del endotelio en respuesta a sustancias como la Ang II y mediadores inflamatorios, que se acoplan a vías que estimulan la PKC y aumentos de la concentración de calcio intracelular. En el nivel renal las ET promueven la vasoconstricción de las arteriolas aferentes y la constricción de las células mesangiales. Por su parte, las ET promueven la liberación de prostaglandinas (PG) vasodilatadoras como mecanismo regulador de su acción, aunque desempeñan un papel más importante en la fisiopatología de numerosas afecciones renales, como la toxicidad renal por fármacos, ciertos estados de esclerosis glomerular (como en el daño renal por HTA) y en la hipertensión arterial generada por el parénquima renal enfermo. La vasopresina (ADH) es un vasoconstrictor importante y puede disminuir el FSR y la IFG. Asimismo, puede promover la constricción mesangial, la activación de la fosfolipasa A2 y la síntesis de PG vasodilatadoras, todas estas acciones se llevan a cabo por medio de receptores V1. Las prostaglandinas (PG) se sintetizan localmente en el parénquima renal ante situaciones patológicas, como la hemorragia o la disminución del volumen circulante efectivo de cualquier etiología. Las PGI2, PGE2 actúan localmente sin cambiar el filtrado glomerular, pero tratan de contrarrestar los efectos del SNS y de la Ang II, así se previene el daño de la vasoconstricción y la isquemia renal. Justamente uno de los estímulos para la producción de PG son la activación simpática y la presencia de Ang II. El efecto vasodilatador de las PG también se evidencia por la vasoconstricción que puede desencadenarse ante la inhibición de la síntesis de PG por antiinflamatorios no esteroides (AINEs). La dopamina (DA) es sintetizada en células epiteliales del TCP y tiene efectos diuréticos, natriuréticos (inhibe a reabsorción de Na+ a lo largo de toda la nefrona), fosfatúricos y vasodilatadora. La dopamina aumenta el FSR e inhibe la liberación de renina. Posee receptores específicos de alta afinidad (que requieren concentraciones bajas para desarrollar su efecto) llamados D1, por medio de los que posee acción vasodilatadora, de incremento del FSR y de la TFG, pero a dosis farmacológicas elevadas posee acción sobre los receptores α1-adrenérgicos (acción de baja afinidad que requiere concentraciones elevadas), para ejercer efectos constrictores, con aumento de las resistencias vasculares renales y de la presión arterial. Fernández, V. H. 667 Actualmente se considera que la acetilcolina ejerce su efecto vasodilatador mediante el estímulo de la síntesis y la liberación de ON, mediante su unión a receptores M1 del endotelio vascular renal. La bradicinina es otro potente vasodilatador renal, tanto en el nivel de la arteriola aferente como de la eferente, sin afectar el Kf en grado significativo. Promueve la síntesis y la liberación de PG vasodilatadoras. Los glucocorticoides incrementan el FSR y la TFG, probablemente a través del ON y las PG, efecto evidente a dosis farmacológicas. Las proteínas ingeridas en exceso pueden aumentar el FSR y la TFG. Los cambios hemodinámicos inducidos por la ingesta hiperproteica1 permiten al riñón excretar mayor cantidad de productos de desecho nitrogenados derivados de proteínas. Sin embargo, a la larga esto puede tener consecuencias adversas. El aumento de la presión y flujo glomerulares inducido por la carga proteica ocasiona cambios fisiopatológicos, los cuales mantenidos en el tiempo causan daño glomerular progresivo y esclerosis, particularmente en riñones con daño pre-existente. Consumo renal de oxígeno La corteza renal tiene como principal función la filtración de grandes volúmenes de sangre a través de los glomérulos; por ello, existe un alto flujo sanguíneo en la corteza renal, pero se extrae poco O2 de la sangre. El flujo sanguíneo cortical asciende a casi 5 ml/g de tejido renal/min (en comparación con 0,5 ml/g/min en el cerebro) y la diferencia del oxígeno de sangre arteriovenosa en todo el riñón es de sólo 14 ml/L de sangre, en comparación con 62 ml/L para el cerebro y 114 ml/L para el corazón. La pO2 de la corteza renal es de aproximadamente 50 mmHg. Por su parte, la conservación del gradiente osmótico en la médula renal requiere un flujo sanguíneo relativamente bajo, siendo de casi 2,5 ml/g/min en la porción externa de la médula y de 0,6 ml/g/min en la porción interna de la médula. Sin embargo, se realiza un trabajo metabólico importante, principalmente para reabsorber Na+ en el AAGH, de manera que se extraen cantidades relativamente grandes de O2 de la sangre en la médula renal. La pO2 de la médula es de unos 15 mmHg, por lo cual la médula es más vulnerable a la hipoxia si se reduce el flujo sanguíneo. El ON y las prostaglandinas, entre otros, en esta región funcionan de una manera paracrina para preservar el equilibrio entre el flujo sanguíneo bajo y las necesidades metabólicas. Fracción de filtración La fracción del volumen de plasma renal que se filtra se llama fracción de filtración (FF) y es igual a la filtración glomerular dividido por la velocidad de flujo de plasma renal: FF = TFG/FPR = 125 ml/min/625 ml/min = 0,2 = 20% 1 Una dieta hiperproteica es aquella en la cual se exceden las recomendaciones establecidas para los requerimientos diarios de proteínas. Actualmente, se acepta que el consumo de 0,8 g/kg/día de proteínas es suficiente para cubrir los requerimientos nutricionales del adulto normal. En las edades pediátricas dichos requerimientos son de 2 g/kg/día hasta los 3 meses, 1,4 g/kg/día entre 3 y 6 meses, 1,2 g/kg/día entre 6 y 12 meses y 1 g/kg/día en mayores de 1 año. En niños escolares (7-10 años de edad), los requerimientos proteicos disminuyen a 0,76 a 0,77 g/kg/día, muy cercanos a los recomendados en los adultos. Fernández, V. H. 668 Así, el 20% de plasma que fluye a través de los riñones se filtra y entra en la cápsula de Bowman. El 80 al 85% restante continúa a través de los capilares glomerulares hacia la arteriola eferente y los capilares peritubulares. Finalmente, retorna a la circulación sistémica por lavena renal. Carga filtrada La cantidad de un soluto dado que se filtra por unidad de tiempo se conoce como carga filtrada (CF). Cuando las moléculas de un soluto son lo suficientemente pequeñas para moverse a través de la membrana glomerular sin restricción, como lo hacen la mayoría de solutos, se dice que ese soluto es libremente filtrable. Cuando se filtra una sustancia así, su concentración en la filtración glomerular es prácticamente idéntica a su concentración plasmática. Por consiguiente, la CF suele expresarse en moles/min, o equivalente, igual al producto de la TFG y la concentración de solutos en el plasma (que viene dada por P): Cf = TFG x concentración de plasma de la sustancia X = TFG x Px Por ejemplo, dado que la TFG normal es 125 ml/min y la concentración plasmática de glucosa normal es 100 mg/dl (1 mg/ml), la CF de glucosa en condiciones normales es: CF = 125 ml/min x 1 mg/ml = 125 mg/min Cabe destacar que la carga filtrada aumenta si la concentración plasmática del soluto o la TFG aumentan. CLEARANCE O ACLARAMIENTO RENAL El concepto de aclaramiento renal se basa en el principio de Fick (equilibrio de las masas o conservación de las masas). La arteria renal es la única vía de entrada al riñón, mientras que la vena renal y el uréter constituyen las dos vías de salida. La siguiente ecuación define la relación del equilibrio de masas: Pax × FPRa = (Pvx × FPRv) + (Ux × V) Pax y Pvx son la concentración de la sustancia X en el plasma de la arteria renal y la vena renal, respectivamente, FPRa y FPRv son el ritmo del flujo plasmático renal en la arteria y la vena, respectivamente, Ux es la concentración de la sustancia X en la orina, V es el ritmo del flujo urinario. La relación permite cuantificar la cantidad de sustancia X excretada en la orina frente a la cantidad que vuelve a la circulación sistémica en el flujo sanguíneo venoso. Por ello, para cualquier sustancia que ni se sintetiza ni se metaboliza, la cantidad que entra al riñón es igual a la cantidad que sale del riñón en la orina más la cantidad que sale del riñón por la sangre venosa renal. Fernández, V. H. 669 El principio del aclaramiento renal llama la atención sobre la función excretora del riñón; sólo considera el ritmo al cual una sustancia se excreta en la orina, pero no el ritmo de retorno hacia la circulación sistémica por la vena renal. Por ello, en términos de equilibrio de masas, el ritmo de excreción de orina de la sustancia X (Ux × V) es proporcional a la concentración plasmática de la sustancia X (Pax): Pax Ux × V Para igualar el ritmo de excreción urinaria de la sustancia X a su concentración en el plasma arterial, es necesario determinar el ritmo al cual se elimina del plasma por los riñones. El ritmo de eliminación es el aclaramiento (Cx). Pax × Cx = Ux × V Si se asume que la concentración de la sustancia X en el plasma de la arteria renal es idéntica a la concentración de una muestra de plasma de cualquier vaso sanguíneo periférico, se obtiene la siguiente relación: Cx = (Ux × V) / Pax El aclaramiento se expresa como volumen/tiempo y representa el volumen de plasma que ha sido eliminado de una sustancia y que se excreta en la orina por unidad de tiempo. Este último punto se ilustra mejor considerando el siguiente ejemplo. Si una sustancia aparece en la orina con una concentración de 100 mg/ml y el ritmo de flujo urinario es de 1 ml/min, el ritmo de excreción de esta sustancia se calcula como se expresa a continuación: Ritmo de excreción = Ux × V = 100 mg/ml × 1 ml/min = 100 mg/min Si esta sustancia presenta una concentración en plasma de 1 mg/ml, su aclaramiento será: Cx = (Ux × V)/Pax = 100 mg/min/1 mg/ml = 100 ml/min En otras palabras, 100 ml de plasma se “limpiarán” completamente de la sustancia X cada minuto. La definición de aclaramiento como el volumen de plasma del que se elimina toda la sustancia y que se excreta en la orina es algo confusa, ya que no es un volumen real de plasma sino más bien un volumen teórico (para la mayoría de las sustancias del plasma aclaradas por los riñones, sólo una pequeña proporción es removida y excretada en un único paso a través del riñón). El concepto de aclaramiento es importante, ya que puede utilizarse para medir la TFG y FPR y determinar si una sustancia es reabsorbida o segregada a lo largo de la nefrona. Es importante comprender que la TFG es igual a la suma de las relaciones de filtración de todas las neuronas funcionantes. Por ello, es un indicador de la función renal. Una disminución de la TFG generalmente significa que la enfermedad renal está progresando, mientras que el incremento, en general, sugiere recuperación. Así, conocer la TFG de un paciente es esencial para evaluar la gravedad y la evolución de su enfermedad renal. La sustancia ideal para medir la TFG es la inulina, un polímero de la fructosa con un peso molecular de alrededor de 5000 Da. Las razones por las cuales la inulina (IN) es ideal para la medición de la TFG son las siguientes: 1. La IN es filtrada libremente por los glomérulos. 2. La IN no se absorbe o se secreta por los riñones. 3. La IN no se sintetiza, se destruye o se almacena en los riñones. 4. la IN no es tóxica. 5. La concentración de IN en el plasma y la orina puede determinarse mediante un simple análisis. Fernández, V. H. 670 Los valores normales para el aclaramiento de IN o la TFG (corregida según un área de superficie corporal de 1,73 m2) son de 110 ± 15 ml/min para una mujer adulta joven (alrededor del 10% menor que en el hombre) y de 125 ± 15 ml/min para un hombre adulto jóvenes. En los recién nacidos, aun con la corrección de acuerdo con el área de superficie corporal, la TFG es baja, de alrededor de 20 ml/min por 1,73 m2 de área de superficie corporal. Los valores del adulto (corregidos por el área de superficie corporal) se alcanzan hacia finales del primer año de vida. Después de los 55 años, la TFG declina, y típicamente se reduce de un 30% a un 40% a los 80 años. Si la TFG es de 125 ml/min de plasma, entonces el volumen de plasma filtrado por día es de 180 l (125 ml/min × 1440 min/día). En un hombre adulto joven de 70 kg, el volumen de plasma es sólo de unos 3 l, por lo que los riñones filtran este plasma unas 60 veces por día. La filtración glomerular contiene constituyentes esenciales (sales, agua y metabolitos), la mayoría de los cuales son reabsorbidos por los túbulos renales. Una limitante de la prueba de IN es que se debe, en la práctica, infundir por vía intravenosa una dosis de carga (bolo) de inulina, seguida de una infusión continua para mantener constante la concentración en plasma arterial. Después que es equilibrada la inulina con los líquidos corporales, se obtiene una muestra de orina en un periodo de 24 horas y se consigue una muestra de plasma en el momento intermedio durante la recolección para valorar las concentraciones plasmáticas y urinarias de inulina y calcular el aclaramiento. Es importante aclarar que no toda la creatinina (u otras sustancias utilizadas para medir la TFG) que entra en el riñón en la arteria renal se filtra en el glomérulo. Por otra parte, no todo el plasma que penetra en el riñón se filtra. Aunque casi todo el plasma que entra al riñón por la arteria renal pasa a través del glomérulo, aproximadamente el 10% no lo hace. Por ello, la creatinina sérica (0,8 a 1,4 mg/dl), que es el producto del metabolismo de la creatina del músculo esquelético principalmente, puede utilizarse para la determinación clínica de la TFG. Pero, si bien la creatinina se filtra libremente desde el glomérulo al espacio de Bowman y no se reabsorbe, se secreta hasta un 10% en el TCP, aunque no es metabolizada por las células de la nefrona: Cantidad filtrada = cantidad excretada TFG × PCr = UCr × V PCres la concentración de creatinina en plasma, UCr es la concentración de creatinina en orina (0,9 a 1,5 g/24 h), y V es el flujo de orina: TFG CCr = (UCr × V) / PCr De aquí es que el aclaramiento de creatinina proporciona el modo de determinar la TFG clínicamente, siendo la técnica más apropiada y aceptada para medir la TFG es la depuración de creatinina en orina de 24 horas, que tiene la ventaja de ser confiable, fácil de reproducir, no tiene limitaciones técnicas y, sobre todo, es económica. Sin embargo, diferentes estudios han evidenciado que el aclaramiento de creatinina se corresponde con la TFG cuando la función renal es normal pues en la insuficiencia renal, al aumentar la creatininemia se incrementa su secreción tubular que, al sumarse a la creatinina filtrada, puede sobre valorar la TFG (el CCr TFG). La filtración glomerular decae con los años y en los adultos de más de 60 años se espera 50% (60 ml/minuto) del parámetro de referencia. Ante un trasplante renal de riñón único, tanto en el receptor como en el donante vivo se espera un nivel similar, que sería el límite entre suficiencia e insuficiencia. Fernández, V. H. 671 La elevación en sangre de la creatinina es un indicador de insuficiencia renal crónica: una elevación menor representa un decremento importante de la filtración glomerular, sobre todo en las etapas intermedias, es decir, la elevación de 2 a 4 mg/dl de creatinina sérica manifiesta una pérdida de más de 8 ml/min de filtración glomerular, lo cual es de mal pronóstico y, además, no se recupera una vez instalada la insuficiencia renal crónica sino que va en constante descenso, de ahí que se habla de la reciprocidad de la creatinina, que se extrapola con el tiempo (meses). Correlato entre la fisiología y la clínica. La Enfermedad Renal Crónica (ERC) representa, al igual que otras enfermedades crónicas, un importante problema de salud pública, tanto por su elevada incidencia y prevalencia, como por su importante morbimortalidad y coste socioeconómico. Se define como la disminución de la función renal manifestada por un filtrado glomerular (TFG) inferior a 60 ml/min (para un adulto con una superficie corporal de 1,73 m2) o como la presencia de daño renal persistente durante al menos 3 meses (National Kidney Foundation). La ERC a menudo evoluciona lentamente hacia una enfermedad renal terminal de forma que, con el paso del tiempo, el paciente precisa tratamiento sustitutivo renal (diálisis o trasplante). Según la depuración de creatinina, se clasifica en estadios del 1 al 5, siendo 15 a 29 ml/min el estadio 4 (FG gravemente disminuida) y menor a 15 ml/min corresponde al estadio final donde se debe considerar terapia de reemplazo renal. Se entiende por daño renal a las alteraciones patológicas o presencia de marcadores de daño renal (proteinuria o albuminuria, alteraciones en el sedimento urinario y/o en las pruebas de imagen). Aunque ya exista deterioro, el riñón puede compensar inicialmente con éxito variaciones bruscas en la ingesta de sólidos y líquidos sin que la homeostasis corporal se vea amenazada. Los mecanismos adaptativos o compensadores incluyen: ✓ Aumento de la filtración glomerular por parte de las nefronas intactas. Esto se consigue mediante la hipertrofia glomerular compensadora de las nefronas sanas con aumento de la superficie de filtración y el incremento del flujo y de las presiones hidrostáticas en la barrera de filtración. De esta forma, la retención en sangre de productos nitrogenados como la urea o la creatinina sólo se observa cuando el FG disminuye hasta el 50% aproximadamente. ✓ Aumento de la síntesis de amoníaco (NH3) a nivel tubular en las nefronas intactas. Con ello se intenta mantener una adecuada eliminación de procedentes de los ácidos no volátiles mediante su unión al NH3, con formación de ion amonio (NH4 +) y al mismo tiempo generar bicarbonato. De este modo se evita inicialmente la aparición de acidosis, propia de la ERC en fases avanzadas. ✓ Disminución de la reabsorción tubular de agua y sodio y aumento de la secreción de potasio. Estos cambios están en parte condicionados por la diuresis osmótica que genera la hiperfiltración de urea y otros solutos que arrastran agua e iones a nivel tubular. Sin embargo, paradójicamente, estos mecanismos de compensación iniciales determinan en el tiempo una progresión del daño glomerular. Así, la hipertrofia y la hipertensión glomerular de las nefronas sanas inducen en ellas un daño endotelial análogo al que produce Fernández, V. H. 672 la HTA a nivel sistémico, que conlleva la liberación local de mediadores inflamatorios y fibrogénicos que conducen finalmente a la esclerosis glomerular y al deterioro progresivo de su función. En la mayoría de los países desarrollados, la diabetes mellitus (nefropatía diabética) es la principal causa de ERC seguida por la hipertensión arterial (HTA). Ambas constituyen factores de riesgo de primer orden para el desarrollo de arteriosclerosis y, consecuentemente, para la producción de alteraciones de la microcirculación renal y la aparición de isquemia que daña las nefronas. Otras causas incluyen las glomerulonefritis y la poliquistosis renal (quistes que crecen y comprimen progresivamente el parénquima renal sano). Por su parte, dada la imposibilidad de obtener la orina en muchos casos como en los niños o los adultos con insuficiencia renal, se han planteado varias fórmulas basadas en la creatininemia asociada a variables antropométricas y demográficas. Una de ellas es la ecuación de Cokcroft- Gault la cual requiere solo del valor de la concentración de creatinina sérica, el peso, la edad y el sexo del paciente. Al no necesitar colección programada de orina de 24 h, la fórmula es más práctica, económica, rápida, sencilla, exacta y efectiva, razones que justifican su empleo, aunque utilidad principal es adecuar dosis de fármacos nefrotóxicos o que se eliminan por el parénquima renal: CCr = [(140 – edad) × peso] ÷ (72 × creatinina) (corregida × 0,85 en mujeres) Otra de las fórmulas utilizadas es la ecuación de Walser-Drew: TFG = 7,57 × (1/Creatinina) × 11,3 – 0,103 × edad + 0,096 × peso – 6,66 (para hombres) y; TFG = 6,05 × (1/Creatinina) × 11,3 – 0,08 × edad + 0,08 × peso – 4,81 (para las mujeres) Algunos estudios han demostrado que estas ecuaciones proporcionan con mayor fidelidad la magnitud del filtrado glomerular, siendo en forma secuencial, la de Walser-Drew un eficaz marcador para valorar la progresión de la Insuficiencia Renal Crónica. La creatinina no es la única sustancia que se puede utilizar para la determinación de la TFG clínicamente. Cualquier sustancia que reúna los criterios antes mencionados puede servir como un marcador adecuado para medir la TFG. La cistatina C fue descrita por primera vez en 1961 en líquido cefalorraquídeo y denominada proteína γ-traza. Es una proteína no glucosilada con un peso molecular de 13,3 kDa, constituida por una sola cadena de 120 aminoácidos con dos puentes disulfuro. Es el producto de un gen de mantenimiento, localizado en el cromosoma 20, lo cual explica su síntesis de forma constante en todas las células nucleadas del organismo y su amplia distribución tisular. Pertenece a la familia 2 de la superfamilia de inhibidores de cisteína-proteasas constituida por 11 miembros, de los cuales la cistatina C es el inhibidor endógeno de cisteína proteasa más importante. En plasma se encuentra en una concentración de 0,57 a 1,79 mg/L. La cistatina C desempeña una función protectora mediante la inhibición de las catepsinas (B, H, L y S) que intervienen en el metabolismo intracelular de proteínas, catabolismo del colágeno y degradación de la matriz celular. Además, se le ha atribuido un papel defensivo en infecciones bacterianas y víricas. Debido a su pequeño tamaño y a que su punto isoeléctrico de 9,3 le confiereuna carga positiva a pH fisiológico, la cistatina C se filtra libremente por el glomérulo y se reabsorbe en el túbulo proximal donde es catabolizada completamente por las células tubulares por lo que no retorna hacia el torrente sanguíneo. Por consiguiente, en ausencia de daño tubular, su concentración en orina es muy baja, de 0,03 a 0,3 mg/L. Fernández, V. H. 673 Debido a sus características fisiológicas y a que su concentración sérica no se afecta significativamente por cambios en la masa muscular, edad, sexo y dieta, la cistatina C se ha propuesto como marcador de FG desde 1985. Además, diversos estudios, sugieren su superioridad frente a la creatinina en la estimación de la TFG mediante ecuaciones que utilizan solo la cistatina C plasmática. Actualmente no existe un acuerdo sobre qué ecuación basada en la medida de cistatina C es la más adecuada para la estimación de la TFG, debido en parte a la falta de estandarización del método de medida de la cistatina C y a la heterogeneidad de los estudios realizados. Además, no existe evidencia científica suficiente que justifique la sustitución de la creatinina y sus ecuaciones de estimación de la TFG por la cistatina C en la evaluación de la función renal. APLICACIONES CLÍNICO-FISIOLÓGICAS Motivo de consulta: Mirta L, de 60 años de edad, consulta a la sala de atención primaria por fatiga generalizada. Padecimiento actual: La paciente acude a la consulta por presentar astenia lo cual le impide realizar sus tareas diarias intensificándose en los últimos tres días. Además, debe realizarse el control de su glucemia porque padece de diabetes mellitus desde hace 10 años, aunque lleva muy bien su control mediante dieta e hipoglucemiantes. Antecedentes médicos: la paciente no ha padecido enfermedades graves y siempre ha presentado buena salud. Antecedentes familiares: madre fallecida a los 70 años por un ACV siendo diabética. Padre fallecido en un accidente y no recuerda que haya tenido alguna enfermedad de importancia. Exploración física: la paciente se presenta con buen semblante y sin particularidades. PA de 137/92 mmHg. FC: 90 lpm. FR de 16/min, T° de 36,7°C. Estudios complementarios: Laboratorio: Glucemia: 130 mg/dl. Htc: 35%. Diagnóstico: síndrome anémico. DBT. HTA Tratamiento: sulfato ferroso y dieta hiposódica con un control dentro de seis meses. En la siguiente consulta, la paciente indica que la fatiga empeoró en el transcurso de los seis meses siguientes y sufrió una fractura ósea tras una caída que, al parecer, fue trivial. Presentó Glucemia: 140 mg/dl, Htc: 28%, PA: 135/95 mmHg, Urea: 90 mg/dl, Creatinina sérica: 2,8 mg/dl. Se solicita un CCr. La densitometría ósea indica osteoporosis. Puntos de reflexión 1. ¿Hacia qué se orienta el médico con los nuevos datos del caso? 2. ¿Cuál sería el valor del CCr? 3. ¿Qué cambios explican los resultados de sus estudios? 4. ¿Cuál sería el pronóstico del caso de la paciente? FUNCIÓN RENAL Y EJERCICIO El ser humano cuando realiza una actividad física debe adaptar su organismo a esta nueva situación; todos los sistemas participan en esta adaptación: el cardiopulmonar, el musculoesquelético y el renal. El riñón es el órgano encargado de mantener la homeostasis del organismo y para ello debe regular y estabilizar las pérdidas de agua y electrolitos que se producen durante la actividad física. Fernández, V. H. 674 Parece haber un acuerdo casi unánime en el hecho de que, durante la práctica de un ejercicio físico, el riñón sufre una disminución de su flujo sanguíneo y que este acontecimiento es el responsable de las alteraciones que se producen, tanto en el mecanismo de depuración renal como en la cantidad y composición de la orina. Básicamente, la respuesta hemodinámica renal durante el ejercicio está causada por la combinación de dos mecanismos: un aumento de la actividad del sistema nervioso simpático que va a producir una constricción de las arteriolas aferente y eferente del glomérulo y una elevación del nivel de catecolaminas (A y NA) en sangre; otros mecanismos como la autorregulación local del flujo sanguíneo, parecen tener menor influencia en los cambios de distribución de la volemia que se producen en un sujeto sano sometido a estrés físico. Algunos autores relacionan los cambios en la función renal debidos al ejercicio, más con la intensidad de este que con su duración. En este sentido, el centro vasomotor recibe información del SNC y de los receptores periféricos, transmitiendo impulsos nerviosos a través de las fibras simpáticas y parasimpáticas hacia el sistema cardiovascular. La estimulación del SNS actúa sobre la mayor parte de los vasos sanguíneos, produciendo constricción en las arterias de las vísceras abdominales, riñones y piel, así como en la totalidad de las venas; sobre el corazón su acción se traduce en taquicardia y aumento de la contractilidad. Visto lo anterior, podemos deducir que el análisis de las catecolaminas fraccionadas en plasma, nos va a dar una idea del nivel de estimulación nerviosa que se produce durante una actividad física, así como de la importancia de la vasoconstricción sobre las arteriolas renales y sus consecuencias hemodinámicas. La necesidad de mantener una TFG dentro de unos límites incluso en situaciones de un gran descenso del FSR (ejercicio intenso, deshidratación, condiciones ambientales adversas, etc.), explica el posible efecto estimulador que sobre la mácula densa tiene la disminución del FSR; la mácula densa así estimulada produciría una vasoconstricción en la arteriola eferente afectándose con menor intensidad la aferente. En personas bien entrenadas y acostumbradas al calor, el aumento de la reabsorción tubular de agua que tiene lugar durante el ejercicio, podría ocasionar una hipervolemia compensadora en el período de recuperación, como consecuencia directa de la disminución del volumen plasmático y el aumento de la osmolaridad del plasma que acontece durante el esfuerzo físico. Algunos autores consideran que el aumento de volumen sanguíneo derivado de un esfuerzo físico puntual, produce una rápida expansión del volumen plasmático, seguido unas semanas después de un aumento del volumen eritrocitario y que el entrenamiento deportivo induce la expansión sanguínea, lo que contribuye a mejorar la capacidad física aeróbica. Existe una gran coincidencia en que la aparición de proteinurias y hematurias después del ejercicio es algo frecuente y de poca significación clínica. La proteinuria se debe a la N-acetil- beta-D-glucosaminidasa (NAG), que se encuentra en las células del túbulo proximal como un enzima hidrolítico localizado fundamentalmente en la fracción lisosomal, con un peso molecular entre 130.000 y 140.000 daltons (no se filtra a causa de su elevado tamaño molecular y por lo tanto su aparición en orina puede traducir la existencia de una lesión tubular proximal o más exactamente de una pérdida de la integridad lisosomal) y la β2-microglobulina (B2M) es una proteína circulante con un peso molecular de 11.800 daltons y es un componente del antígeno de histocompatibilidad HLA y se encuentran en la superficie de la mayor parte de las células nucleadas; sin embargo, pasa a través del filtro glomerular, es reabsorbida en un 99,9% y degradada en el túbulo proximal. Concentraciones elevadas de B2M en orina suelen ser el resultado de una disfunción tubular proximal y este hecho está aceptado como un buen índice de proteinuria de origen tubular. Fernández, V. H. 675 La presencia en orina de NAG (enzimuria) y/o concentraciones elevadas de B2M (proteinuria) después de un ejercicio de una cierta intensidad, puede traducir la existencia de una lesión tubular proximal; aunque en el caso de la proteinuria podemos decir que es una contingencia que está muy relacionada con la intensidad del trabajo realizado y las condiciones ambientales
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