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252 CAPÍTULO 11 El sistema nervioso: Cerebro, nervios craneales, sistema nervioso autónomo y los sentidos… EL SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO El sistema nervioso autónomo es una subdivisión del sistema nervioso periférico eferente. Funciona automá- ticamente sin esfuerzo consciente. Regula las funciones de los órganos internos controlando las glándulas, los músculos lisos y el músculo cardiaco. Ayuda a mantener la homeostasis mediante el control del ritmo cardiaco, la presión arterial, la respiración y la temperatura corporal. Este sistema nos ayuda a hacer frente a situaciones de emergencia, a las emociones y las actividades físicas. Los receptores presentes en los órganos envían impul- sos sensoriales al cerebro y a la médula espinal. Los impulsos motores viajan a lo largo de las fi bras nerviosas periféricas que conducen a los ganglios ubicados fuera del sistema nervioso central dentro de los nervios cra- neales y espinales. Estos ganglios son parte del sistema nervioso autónomo. El sistema nervioso autónomo se divide en dos par- tes. La división simpática (Figura 11-5), que prepara el cuerpo para situaciones de estrés que requieren gasto energético, como el aumento del ritmo cardiaco y la tasa respiratoria, para poder huir de una situación de peligro. Las fi bras del sistema se derivan de las regiones torá- cica y lumbar de la médula espinal. Sus axones salen de la médula a través de las raíces ventrales de los nervios espinales, pero luego dejan el nervio espinal y entran en los miembros de una cadena de ganglios paravertebrales que se extiende longitudinal y lateralmente a la columna vertebral. Otra neurona que deja el ganglio paraverte- bral, la fi bra postganglionar, se dirige al órgano efector. La división simpática utiliza la acetilcolina en las sinap- sis preganglionares como un neurotransmisor, pero usa la norepinefrina (o noradrenalina) en las sinapsis de las fi bras postganglionares. La división parasimpática opera en condiciones nor- males que carecen de estrés. También funciona en la res- tauración del cuerpo a un estado de descanso después de una experiencia estresante, contrarrestando los efectos de la división simpática. Las fi bras preganglionares de la división parasimpática surgen del tronco encefálico y la región sacra de la médula espinal (Figura 11-6). Condu- cen hacia el exterior en los nervios craneales y sacrales de los ganglios situados cerca de las vísceras. Las fi bras postganglionares son cortas y se dirigen a los músculos o las glándulas dentro de las vísceras para producir sus efectos. Las fi bras preganglionares y postganglionares de la división parasimpática utilizan acetilcolina como neu- rotransmisor en las sinapsis. La mayoría de los órganos que reciben las neuronas motoras autónomas son inervados por las divisiones simpática y parasimpática. Sin embargo, hay algunas excepciones: los vasos sanguíneos y las glándulas sudo- ríparas están inervadas únicamente por neuronas sim- páticas, y los músculos lisos asociadas con la lente del ojo son controlados exclusivamente por neuronas para- simpáticas. Los lóbulos de los hemisferios cerebrales toman su nombre de los huesos del cráneo que se encuentran por encima de ellos. El lóbulo frontal constituye la por- ción anterior de cada hemisferio. Controla las funciones muscu lares voluntarias, los estados de ánimo, la agresión, la recepción de olor y la motivación. El lóbulo parietal se localiza detrás del lóbulo frontal y se separa de éste mediante el surco central. Es el centro de control para evaluar la información sensorial proveniente del tacto, el dolor, el equilibrio, el sabor y la temperatura. El lóbulo temporal se localiza por debajo de los lóbulos frontal y parietal y está separado de ellos por la fi sura lateral. Eva- lúa los estímulos de audición y los estímulos olfatorios, y además participa en los procesos de memoria. También funciona como un importante centro de pensamien- tos abstractos y de toma de decisiones. El lóbulo occipi- tal constituye la parte posterior de cada hemisferio, sus límites no son distintos de los otros lóbulos. Funciona en la recepción e interpretación de la información visual (Figuras 11-1 y 11-3). Un quinto lóbulo, la ínsula, está incrustado profundamente en el surco lateral. El surco central separa los lóbulos frontal y parietal. El surco late- ral separa el cerebro en los lóbulos frontales, parietales y temporales. CEREBELO: ESTRUCTURA Y FUNCIONES El cerebelo es la segunda estructura más grande del encéfalo. Presenta una forma similar a una mariposa. Se encuentra por debajo de los lóbulos occipitales del cere- bro y detrás del puente y el bulbo raquídeo del tronco encefálico (Figura 11-3). Se compone de dos hemisferios parcialmente separados conectados por una estructura centralizada estrecha llamada vermis. El cerebelo se compone principalmente de la materia blanca con una fi na capa de materia gris en su superfi cie, llamada la cor- teza cerebral. Funciona como un centro de refl ejo en la coordinación de movimientos complejos de los múscu- los esqueléticos, el mantenimiento de la postura corporal adecuada y del equilibrio. Si está dañado, puede haber una disminución en el tono muscular, temblores, pérdida de equilibrio y difi cultad en los movimientos del músculo esquelético. Practica un juego interactivo relacionando las distintas partes del cerebro en tu CD-ROM de StudyWARE™. 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