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psicología Las terapias cognitivas han tenido un desarrollo impactante en las t'dti- mas cuatro décadas. Su crecimiento, manifestado en las llamadas '\res olas", ha sido tan significativo que han tenliinado por convertirse en la frnma de tratamiento psicológico más investigada y aplicada en el nm11- do desarrollado. Como sefütla en el prólogo el Doctor Cory New111a11: "la terapia cognitiva se practiea con un lenguaje universal compuesto por esperanza, búsqueda de la objetividad, respeto por los pacientes y por su contexto social y crecimiento personal". Las teorías y los tratamientos cognitivos se han desarrollado en el marco del respeto por la investigacióil empírica de sus resultados y procesos. Enfati'l,all la resolución de problemas y la transmisión de habilidades al paciellte para que éste aprenda a ayudarse a si mismo, con el fin de alca11- 1ar un alivio duradero del sufrimiento humano. En este texto se analiz~111 los tratamientos cognitivos así como su 1-elación con otros temas centrales en la psicoterapia contemporánea, tales como los objeüvos y aplicaciones de los tratamientos psicológicos, la integra- ción de recursos terapéuticos, el reconocimiento de los Etctores comunes de cambio y la reflexión sobre las cttestiones éticas generadas por los nue- vos contextos de aplicación de los tratamientos psicológicos. ISBN 978-950-23-1597-3 J:mudeba www.eudeba.com.ar 9 789502 315973 .IEl-~iiiWI_ EDUARDO KEEGAN EsCRITOS DE PSICOTER/\I 'IA C:OJNiTIVA con creces la eficacia genérica de la psicoterap;a, nuestra ép )G1 se ha pregunrndo si existe una psicoterapia que sea superior a la: otras, al ~enos para determinada paroiogía o cierta población. "La psicoterapia contemporánea" provee, entonces, 1 n marco de referencia para la lectura de les textos clínicos que in te sTém este 1 vo1un1en. Nadie puede poner en duda que nuestra época es test .go de un debate importante acerca de los alcances, beneficios y riesg )S del uso de medicamentos para el tratamiento de la patología men al. La re- ciente discusión acerca del uso de amidepresivos en el tr< tamiento de nii'íos y adolescentes es un;i muestra de la intensidad de · ~ polémi- ca, de alcance mundial. Cuándo v por qué combinar tra amientos farmacológicos y psicológicos es una pregunta central de la clínica contemporánea. El obietivo del segundo artículo, "Mee icación y PsiCÓterania" orioinalmente Dublicado en la revista de di ;u\gación r ' e ~ lncon.ciente Argentino, es presentar la cuestión desde una p :rspectiva no ideolónica sino clf11ica e de.investigación. El texto trat i de echar "' ' luz acerca de los datos y procedimientos empíricos sobre cuya base podemos fijar posici'ón en este debate. El tercer artículo, "Autonomía y psicoterapia", trata sobre uno de los pilares de lo que habitualmente consideramos salud nenral en una persona adulta: la autonomía, entendida como la ca11acidad de valerse por sí mismo y de relacionar.se eficazmente con otos. La psi- coterapia suele plantear una paradoja: aceptar la ayuda d : otro para poder valerse por sí mismo. Esrn paradoja no resulta tal si a conside- ramos desde una perspectiva dialéctica. El último artículo de esrn sección,"] usto y necesario. :Il consen- timiento inforrnado en psicoterapia", presenta el debate t tico-clrni- co acerca de qué, cuánto v cómo debe informarse a las pe :sonas que inician un tratamiento psicológico. Originariamente fut publicado en la revista científica Perspectivas Bioétícas, en un númen ·consagra- do al tema del consentimiento informado en psicoterapi 1. El lector interesado hallará que la posición ética defendida en nue tro ensayo estaba muy alejada de las posiciones de los otros profesic nales de la salud mental de la Argentina que escribieron en ese nún ero, lo que muestra que el debate está lejos de estar zanjado en nuest :o pafs. 20.: 2. LAS APLlCAClONES DE LA PSJCOTEí-~APJA _Definir qué es la psicoterapia no, es una tarea sencilla. De hec.hn, hav casi tantas definiciones de ell"a ~orno formas ele pracricarla. 1 Sin embargo, hay consenso·en que la ps1coternpia, rnl como la conricemos hoy, es una práctica originad<i a fines del siglo XIX por un grupo de médicos, en su mayoria neurólogos o neurnpmólogos. que huscaban algún tratamiento para cienas enfermedades que consiclcrahan propi<ts de su campo. Estas alteraciones desafiaban ciertus aspecros básicos de sus paradigmas y parecían relativamente intratables pcira las henamien- tas físicas o químicas de la medicina convencional de la época. Sin embargo, basta ir levemente más allá de este consenso para encontrar que parte Je los descubrimientos de esos rnédicos·se remon- taban a las experiencias desarrollachs por personajes vistosos, com- pletamente ajenos al mundo de .la medicina o la ciencia, pero que mostraban llamativos efectos que: podían ser laxamentc considerados terapéuticos. El paradigma de estos personajes fue Fran: Amon l. Algun8s 1nvesrignciune.s recientes hnn i<lemifírndu 400 modelos distintos de psicoterapia. EscR1Tos DE PsJC.·ciTERAPIA Co:JNITIVA Mesmer, quien probablemente haya sido el primer gran ch trlatán de la Modernidad, ya que su discurso apelaba a varias ideas clave del discurso moderno. En primer lugar, Mesmer defendía vigo1 osamente la cientificidad de su teoría del magnetismo animal, al misr 10 tiempo que hacía todo lo posible para impedir que íuese sometida a un aná- lisis crítico por expertos independientes. 2 El discurso de la Moderni- dad precluye la apelación a lo sobrenatural; a partir de es1 o, el adje- tivo científico es condición indispensable para que una prá( tica o una teoría logren credibilidad. En segundo lugar, había dado e on un he- cho escasameme conocido, al menos en Occideme, s1endr innegable que su práctica generaba efectos. En tercer lugar, Mesmer: e rodeó de una clientela aristocrática y adinerada, logrando amasar u1 ra fortuna. Fue, sin duda, uno de los grandes pioneros del marketing d: los ser~i cios profesionales. Como vernos, muchos fenómenos que 1 ueron mo- neda corriente durante gran parte del siglo XX han tenidc su antece- dente cl¡¡.ro en el siglo XVlll, en el apogeo de la Modem :iad. El mérito de Mesmer fue haber llamado la atenciór sobre esos efectos, sobre esos fenómenos psíquicos. Ahora bien, cor io muchos de los. discursos paracientíficos que se hicieron popuiare! en los dos siglos posteriores, muchos consideraban ingenuamente q ie la teoría resultaba probada por la aparición de los efecros, sin rene en cuenta que esto es sólo un primer paso en el camino a demostrar l 1 conexión entre cierta causa A y cierto efecto B. En la psicoterapia contemporánea esto ha daJo luga ·a la inves- tigación sobre los llamados ingredientes específicos del trata :rúen.to. En otras palabras. supongamos que al inicio de cada sesión diéramos a nuestros pacientes un sándwich de monadela. Luego de al :rún tiempo de tratamiento, todos ellos mejoran. ¿Nos da eso derech i a publicar un artículo anunciando el descubrimiento de las propü ::Jades tera- péutícas del sándwich de mortadela? Más aun, ¿cuál es el ngrediente activo: el pan, la mortadela o la combinación de ambc ;? También 2. Cuando esto finalmente ocurrió, la teoría de Mesmer cayó en profundu descrédito en Francia, a punto tal que fue necesario que Charco apelara a SLI gran prestigio científico para que en Francia pudiera volverse a estudiar el fenómeno hipnótico sin ser acusado de charlatanería. 2. LAS APLJCACIONES DE LA PSICOTERAPIA existe la posibilidad de que ni el pan ni la mortadela cumplan fun- ción terapéutica alguna y debamos buscar la explicación de los efec- tos en otras variables, por ejemplo, en el efecto placebo o en la rela- ción que se establece entre terapeuta y paciente. Un ejemplo históri- co de esto lo hallarnos en el momento en que Freud de.ia de presionar la frente de sus pacientes para precipitar la aparición de cierta imagen 0 asociación. Freud descubre que la mera insistenciaes suficiente para lograr el mismo propósito, esto es, determina que la presión en la frente n~ era un mgrediente esrecífico de su tratamiento. ·Este breve rodeo se debe a que desde hace cientos de años el horn- bre ha recurrido a toda suerte de prácticas mágicas, chamánicas o espiri- tuales que efectivam~nte generan efectos en muchos casos. La diferencia entre la psicoterapia científica y las demás prácticas es que la primera .. intenta explicar los efectos logrados apelando a disefi.ar teorías y técnicas aue cumnian con ciertas condiciones básicas del conocimiento científi-, r- ,., co. Deben ser comunicables, poder ser replicadas y someterse al veredic- to de la investigación ~mpírica adecuadamente diseñada y controlada. Las hinótesis no deben ser simplemente plausibles, deben mostrar solidez en la ~omrastación empírica, sean ~no plausibles.) Esta enorme diversidad de prácticas que reclaman resultados tera- péuticos hace evidente la necesidad de progresar en la investigación empírica del campo. En el terreno institucional, el recientemente con- formado \!Vorld Counci1 far Psychotherapy, con sede en Viena, ha sostenido intensos debates en tomo de qué prácticas pueden ser legítimamente incluidas dentro de la institución, prevaleciendo un criterio inClusivo.4 Creemos que gran parte de la diversidad -y la confusión- resul- tantes derivan del hecho de que la psicoterapia, por usar la palabra .l. La teoría freudiana del suicidio, que es muy plausible, nos lleva a suponer que el nesgo de suicidio disminuye en los momentos en los que el hombre puede dar nen da suelta a sus impuloos homicidas (por e.1emplo, durante la guerra). Esto llevó a que algunos mvesrigadores indagaran sobre la tasa de suicidio durante los períodos de guerra, a fin de encontrar una confirmación indirecta de la hipótesis de Freud. Encontrnron que la rasa de suicidio efectivamente descen- día, pero que también lo hacía en los países no beligerantes. La hipótesis no resultaba confirmada pese a ser muy plausible. 4. Alfred Pritz, presidente del World Council for Psychotherapy. Comunicación personal. EscRITos DE Ps1c·(1TERAl'IA Ccx•NITIVA más genérica, tiene varios objetivos distintos. Nuestra intención en el presente artículo es examinar esos objetivos, clasificarlos geni rica- mente, y considerar las especificidades del trabajo en pos de cad tuno de ellos.· Los objetivos de la psicoterapia Podría decirse que el objetivo genérico de la psicotera1 •ia es promover y restablecer el bienestar anímico de la persona. Est< defi- nición suena simple porque en definitiva esconde la compleja cues- tión de definir qué es el bienestar anímico de una persona. Má áun, si hemos de seguir la filosofía de la Organización Mundial de la )alud -definir al ser humano como una entidad biopsicosocial y a la salud como algo más que la mera ausencia de enfermedad- entone< s nos encontramos con una cuestión filosófica tremendamente corn )leja. En este artículo trataremos de mantenernos en un determinado nivel ele análisis, que no será el del fundamento, porque no pretenc emos hacer filosofía. Más bien trataremos ele esclarecer algunas cucs1 iones ele la práctica de la psicoterapia vinculadas con estas cuestiones más profundas. Presentaremos tres viñetas clfnicas que nos orientarán en la cuestión. 5 Viñeta 1 José es un joven de 19 años que llega a la consulta luego :le ser derivado por su médico clínico, quien no ha logrado darle un diag- nóstico. Lo mismo le ha ocurrido con otros dos médicos que lo' ieron anteriormente. Quiere encontrar una exp1 icación a sus síntc :nas y 5. Los nombres de los pacientes han sido modificados para proteger su identi- dad. El presente material está reservado a los fines ele la enseñanrn ' de la comunicación científica y no puede ser urilizado parn otro fin ni divul¡ odo en otro contexto que el de estas actividades. 24 2. LA~; Af'l .IUICIUNES 1 lE LA l'SIC:ClTERAl'lt, espera que yo hag<1 que k cure o al menos lo al ív1e. Tiene palpitaciones, sensación de ahogo, sudoración marcada (especial- mente en las palmas ele las manos), remhlores, mareos, chuchos ele frío y de calor, no duerme bien despierta sobresaltado luego ele haber dormido un par de horas), estcí tenso todo el tiempo v hay momentos en los que apare.ce un intenso miedo a morir. Todo esto comenzó h::ice un par de meses. Nunca le hahí::i pasado anteriormente. Viñeta 2 Gladys enma mujer de casi 70 años que consulta rorque re- ci~ntementc se ha enterado de que su hennana menor, a .lª que quiere muchísimo. tiene un ccí.ncer probablemente termina l. Se la ve muy preocupada, triste y tensa. Dice que no duerme muv bien: Está sumamente irritada con un médico psiquiatra con el que tuvo sólo yna entrevista y con el que decidió n·c; atenderse. Me comenta que mientras ella le conraba su triste historia a ese médico, éste la interrumpía para preguntarle su clomipilio y demás datos personales p<ira completar una ficha. Espera qué la consulta la ayude a sobre- ' llevar la situación. También quiere algún con5e¡o proíesional sobre qué puede hacer para que su hermana se sienta mejor; por ejemplo, si pudiese ser útil que fuese a un grupo de autoayuda para familiares de pacienres con cáncer. Viñeta 3 Pedro ha concluido una ter'.ipi:i breve en la é1ue se ha to a un trastorno psíquico con inrensa sintomat:ología. Hace van;i:, semai1as que está lihre de ,;íntornas. Luego ele algunas sesiones Je se.guimiento ponemos punto fin:il a ese tratamiento. Sin emhargo, Pedro dice que hay algunas cosas que le gustaría conversar en psico- terapia, que tienen que ver con l<i forma en que él se relaciona con b gente. No cree tener problemas allí, sólo que amhiciona tener rela- ciones más profundas v plenas de sentido. También quiere discutir su proyecto profesional y cómo habní ele relacionarse éste con su pro- yecto de v·ida. 25 EscRITOS DE PsIC'OTERAPlA COGNITIVA Las tres personas me han consultado como psicoterapeuta. He visto a las tres en mí consultorio. Sin embargo, la naturaleza de los pedidos y la del trabajo que habría de llevar a cabo son sustancial- mente diferentes. En la viñeta 1,] osé espera que lo libere de unas ~rie de síntomas "misteriosos" que lo tienen a maltraer desde hace dos meses. En la viñeta 2, Gladys espera que yo encuentre alguna mm .era de paliar o al menos acompañar su sufrimiento; también espera qL e le haga algunas sugerencias desde mi conocimiento profesional S< bre cómo ayudar a su hermana, que parece estar muy dec; ída anímicamente. En la viñeta 3, Pedro, contento con los result; dos alcanzados, me pregunta si yo podré ayudarlo a avanzar en un ten ::no donde él siente que no ha alcanzado una plenitud. Ninguno de ellos está vinculado con el llamado mundo ps . La única que ha hecho anteriormente alguna consulta a un psicólo¡ o es Gladys, pero se ocupa de aclarar que esta vez el motivo y sus expe ::ta- tivas son muy disnntos. Sin embargo, los tres recurren a un psicól Jgo- psicoterapeuta en busca de una solución a sus dificultades. Estas tres viñetas nos permiten ejemplificar los diferentes obie1 ivos que puede tener la labor psicoterapéutica. A fin de establecer una pr me- ra -y un tanto rudimentaria- distinción. hablaremos de la psicore1 1pia como tratamiento de los trastornos mentales. como recurso para el m me- jo de las crisis virales y como herramienta para el desarrollo person 11. La psicoterapia como tratamiento de los trastornos mentales La creencia en el poder curauvo de la palabrn se remonta 1 los orígenes de la civilización. Sin embargo, el reconocimiento cie1 .tífi- co de este hecho y su aplicación -la psicoterapia- son recient :s, y han enfrentado no pocas resistencias. El discurso positivista del siglo XIX no podía menos que des- confiar de la palabra corno agente terapéutico, en la medida er que este hecho parecía sospechosamente cercano a la supercher J., la magia o la credulidad religiosa.Los neurólogos del siglo XIX ir ten- taron explicar los curiosos fenómenos de la hipnosis y los sínt1 >mas 26 2. LAS APLICACIONES DE LA PSICOTERAPIA histéricos apelando a hipótesis que -al menos superficialmente- respetaran los principios generales del paradigma positivista. Los somatistas como John Braid y Martín Charcot sostenían que la hip- nosis era eficaz debido a que producía alteraciones en la fisiología del sistema nervioso del hipnotizado. Buscaban una causa natural, sin achacar el fenómeno a la malevolencia, a la simulación o a la intervención de fuerzas sobrenaturales. La investigación contemporánea se ha hecho planteos simila- res: conocemos el ejemplo de la investigación que analizó las con- diciones de la neurotrasmisión en un·grupo de pacientes con tras- ton~o obsesivo-compulsivo que habían sido tratados con psicofármacos y en otro que había recibid'o tratarr:iiento de exposi- ción y prevención de la respuesta. El hallazgo fue que las condicio- nes resultantes eran muy similares en 'ambos grupos. En otras p;;ila- bras, podía aducirse con fundamento que los mismos cambios en la neurotrasmisión habían sido alcanzados tanto por medios químicos como por medios psicológicos. En suma, sahemos que la palabra puede ser eficaz, y hemos logra- do perfeccionar algunos métodos para ~irigir esa eficacia en' cierta dirección. Eso no significa quf tengamo's una idea clara de cómo es que se producen los cambios. Sin embargo, es enormemente nnpor- tante a los fines prácticos -de aplicación- el saber producirlos en forma regular y predecible. En este sentido, estamos en una posición similar ;i la de la medicina, que sabe tratar muchísimas enfermedades a pesar de ignorar su etiología o el mecanismo por el cual se producen los cambios deseados. El mérito de los neurólogos del siglo XIX es el de haber inten- tado transformar a la psicoterapia en una intervención basada en una teoría científica, destinada a producir ciertos cambios previsi- bles y deseables en relación con determinada conceptualización de la enfermedad mental. Esto implicar aceptar algunos puntos de par- tida básicos; fundamentalmente, aceptar que existe algo que llama- mos trastorno mental, que es un estado distinto del de la salud o de la normalidad, que produce sufrimiento, que no es voluntario sino padecido, que debe ser cambiado para beneficio del paciente y de su comunidad. 27 EsCRITOS DE PsrcnTEl\API/\ CnCNITJ\/r,_ El psicoanálisis, la primera gran forrn;1 de psicoterapia, sur :ió sin duda como una metodología para la curación de ciertos tras ornos que hoy llamaríamos mentales, aunque en los orígenes Sigrnund Freud vacilaba entre asign::irles un cstaturn ncuroltígico o psicológi1 o. De hecho, los síntomas que muestra en l;:i viñeta 1 fueron ai ;lados por Freud, su descubridor, en 1895. En la viñeta l, José dice que nunca antes se ha sentido as y que no quiere que esto continl'1e pas;cmJo. Espera que yo sepa qu : es lo que le pasa y que, en virtud de ese conocimiento, pueda ; plicar alguna técnica psicológica para lograr que no le suceda irn s. Los síntomas son claros y, por ende, friciimente idennficables. Espera que yo dé un nombre a lo que le ocurre -esrn es, qu: haga el diagnóstico que no pudieron hacer los médicos que consulr1 antes ·Je verme- y que lo trate en consecuencia. No es facil definir o d1stinguir lo nornrnl )'lo patológico. parti- cularmente en el terreno de la salud mental, en el que están er juego valores culturales., de género, y de clase social. Durante el sigo XX, hemos aprendido a ser muy cuidadosos en rotular como patc lógico aquello que es simplemente diferente, en virtud de la div( rsidad cultural o de género. El paradigma en el que se sustenta la psicoterapia cont :mpo- ránea anglosajona supone que los trastornos mentales existé 11, que pueden ser tratados e identificados esencialmerne -pero ne nece- sariamente-{' a partir del 1mdestm que generan en el su1cto e ue los padece. La psicolngía clínica v la psiquimría anglosajonas larten de la premisa de que lo:; trastornos mentales son esencial nentc distintos enrre si y no meras manifestaciones de una enfer nedad única. Esto tiene por consecuencia la búsqueda de tratam 1entos específicos. El ps1cmmálisis, en los inicios, mostró una inclinación' milar. Sin emh:irgo, con d paso del tiempo y parriculannente lueg J de la 6. Lns personas que sufren rr:1strnTHJS dt~ per.'-ionc1!ic_h1d pueden padecer u 1¡1 sene de dífículrndes sm nec1~smimnenre atríh11irla.s a ril.t:'.Lln tiro Je d1f1culrnd ¡ crsunal.. c:nn frec11encw Í<·l.'\ lllt,l!"ítn, b:-, dcscunncen {) hs ;1tnh11ven ;1 iu.i; urn>.'-. Ést1 es uno Je lo.', puntt1S qul' hace tan c~1nrJictl\'<t h cn11ceptu;·d1z;lciun de estu.-. tra tnrn.o~. 28 2. LAS Al'LIC/\CIONES DE LA PSICOTERAPIA muerte de Freud, el psicoanálisis se fue convirtiendo en un proceso de autoinda¡:ación de objetivos muy ambiciosos, orientado a cambios muy profundos. De hecho, la enorme difusión que alcanzó el psicoanálisis a escala mLmdi:il se debió más'~ los grupos de inrelec· wales que a íos institutos de formación de psicoanalistas. Un ejemplo característico de esto fue el papel del grupo de Bloornsbury. integra" do por la crem:i de la intelectualidad británica en las primeras déca" das del siglo XX. 7 Esta concepción del psicoanálisis halla su máxima expresión en el aforismo "la cura vendrá por ml.adidura". La cura, de acuerdo con el aforismo, es un objetivo que no ha sido abandonado, es importante subrayarlo, pero que ya no sería nuestro blanco primor, . dial ni central, se trata de algo que advendrá como correlato de otro;; ob.ietivos más trascendentes. Sin embargo, y corno lo revelan las vifietas que hemos menciona" do, las personas que nos consultan frecuenteme¡;i.te nos plante:in dificul- tades que no pueden ser consideradas trastornos mentales, sino más bien problemas o situaciones propias de la vida, o de la condición humana. Nos interesa sefialar que gran parre¡de los desacuerdos sobre lu,. objetivos, los métodos y la eficacia de la psicoterapia se originan en ignorar la diferencia esencial entre un proceso orientado a resrnblecer ·ciertas condiciones "salud:ibles" y otro dirigido a lograr un crecimiento personal, una percepción nueva de la realidad y de nuestro lugar en elb. El primer objetivo también podría ser alcanzado, en muchos casos, mediante la .mgesta reg~rlar de cieno psicofarmaco. Sin embargo, no existe psicofarrnaco que pueda permitirnos alcanzar el segundo objeti" vo. Por otra parte, se puede lograr un crecimiento persohal por medios totalmente a1enos a la psicmerap1a, tales corno la meditación en sole- dad. el culro relig'iúso, una vida cultural mtensa, etc. Durante la primera mitad del siglo el psicoanálisis tuvo gran éxito en instafar la idea de que los trastornos mentales pueden tener 7. Entre sus integn-1ntes se cncunrrah:-u1 V1rg1ni;1 Woolf. C~nrrington, Lyrrnn Srrachev, Jame.,\' i\lix Srrnchey. Jnmes Srrnchev, comu se sabe, fue el res- ponsahle de L1 Srand~rd Edirirm de .l:is ohrns de Freud. Sus notao. :·l l:i <1hr:1 de Freud esr:~n incluidas en l:.i cdicuin c:i<relLrnci de las ohras que hic1er;1 l:i editorial Amorrorru. 29 EsCR!TOS DE PSICCTERAPiA COON!TfVh una génesis psicológica y que pueden ser tratados exitosam :nte me- diante un instrumento que reposa esencialmente en e1 uso d: lapa1a- bra. Los críticos del psicoanálisis nunca escasearon, sin emb trgo. En- tre ellos se destacó Hans Eysenck, quien en su célebre ar ícülo de 19528 cuestionó la eficacia del psicoanálisis a partir de los r, :sultados obtenidos por una investigación empírica realizada en el 1 i\audsley Hospital y el Instituto de Psiquiatría del University College London. De allí.en más, el movimiento de investigación en psicot< rapia no cesó de crecer en Gran Bretaña y Estados Unidos. En la década del 80, factores de diversa índole aumer taron las presiones para demostrar la eficaciade la psicoterapia .cor to medio de restablecer la salud mental. Si bien se ha logrado probar que hay tratamientos psi :ológicos eficaces para un gran número de trastornos mentales, la psi :oterapia aún carga con el estigma de ser un procedimiento caro, pro ongado Y de res~ltados dudosos. Esto se debe en parte al hecho de qt e existen tratamientos que efectivamente son prolongados, caros y e e resulta- dos· dudosos. No obstante, con frecuencia el error resultad: suponer que la psicoterapia es el mismo procedimiento cuando apur ta a curar un trastorno mental que cuando aspira a ser una herrami :nra. para alcanzar el desarrollo personal. La pregunta por la eficacia, por ejemplo, es casi ridícu .a cuando se la aplica al logro del crecimiento personal. Lo mismo pu :de decir- se de la pregunta por la duración del tratamiento; Podemo; decirle a un paciente que atraviesa un episodio depresivo mayor q Je conta- mos con tratamientos psicológicos con una duración de ah ededor de 20 sesiones que tienen una gran eficacia. Sin embargo, S< ría difícil creer én la oferta de un tratamiento que nos convierta er personas maduras, reflexivas y profundas en 20 semanas. Si quiero aplicar psicoterapia a un trastorno que suele responder bien al tratamiento farmacológico, entonces tengo la obl gación de evaluar si hay fundamento empírico para pensar que ésta hal: :á de ser al menos tan eficaz como el psicofármaco o bien tener otros )eneficios 8. Probablemente, el artículo psicológico más citado de la histori' 30 2. LAS APLICACIONES DE LA PSIC.'OTEHAPIA . .que el tratamiento químico no pueda garantizar. En cambio, no sabe- mos si tiene el mismo sentido plantearse si la psicoterapia es un medio tan eficaz como la orientación religiosa o la reflexión filosófica para alcanzar el desarrollo personal pleno. Es muy probable que la elección dependa de los valores de la persona que elige el camino, y que esos valores df"tenninen en forma casi absoluta la eficacia de esa empresa. · Sabemos, porque hay investigaciones que así lo han mostrado, que la terapia cognitiva tiene una eficacia similar en pacientes muy religiosos y en pacientes con un estilo de vida completamente secular o.sin intereses religiosos. Ahora bien, si esos mismos pacientes recu- rriesen a los mismos terapeutas para lograr alguna meta de su desarro- llo personal, es probable que los resultados fuesen mucho menos uni- formes, mostrando mucha mayor correlación con el grado de acuerdo axiológico entre paciente y terapeuta. Más aun, ¡cuán líéito es utilizar el tértnino paciente cuando ha- blamos de desarrollo personal? La utilización de la palabra tratamien- to es igualmente inadecuada, ya que da un tinte médico a un proceso que en re;:ilidad no es correctivo ni bfológico, sino espiritual. ~ La psicoterapia como forma de promover el desarrollo personal Corr:o se advierte, existe una marcada diferencia entre utilizar la psicoterapia para tratar un trastorno mental y utilizarla para promo- ver el desarrollo personal. Esra diferencia fue advertida, hace ya va- rias décadas, por los propulsores de la psicología fenomenológica, la psicología existencial, el Daseinanalyse, la psicoterapia centrada en el cliente y la psicología humanística. La psicología fenomenológica emerge en las primeras décadas del siglo XX como crítica a la psico- logía de la Modernidad, tanto intelectualista como empirista (más específicamente, introspeccionista o conductista). En el campo tera- péutico, los fenomenólogos, entre ellos el brillante Maurice Merleau- Ponty, hicieron una lúcida crítica de <J.lgunos aspectos del psicoaná- 1 isis. La psicología existencial es contemporánea a la fenomer .. ológica y acompaña el desarrollo del pensamiento 31 EscR1Tos 11E Ps1coTERAPIA Ccx;1'11T1VA e.xistenci·1lista. Su exponenre rnás relevante fue }ean Paul: )artre. El Daseinanalyse \análisis del ser-ahí, del sujeto evectado al mundo) fue propulsado por un discípulo de Freud, Ludwig Binswa1 tger, ins- pirndo en la filosofía de Martin Heidegger. La psicoterapi 1 centra- da en el diente fue un desarrollo de Carl Rogers, quien f1 1e el pri- mero en ahogar por ::ihandonar el uso de la palahra pacii nte, que remitía a un modelo médico y a la idea que el consultantE necesa- riamente padecí<i una enfermedad,)' cambiarlo por el de e íente. Se enfotizaba, así, que quien consulta a un psicoterapeuta rn lo hace necesariamente motivado por una dolencia mental. Ro~ ors tam- bién acu.1ó el concepto de counseling (orientación psicológ ca) para definir intervenciones de naturaleza psicoterapéutica en l< s que no se tratab;, Je reparar una afección de la salud mental, sino en acorn- paúar y orientar a alguna persona que atravesaba por una i lstancia difícil. Marital counscling (oriemación de parejas) es tod: vía una expresión muy frecuente en la psicología americana, que designa las sesiones de orientación que pueden ayudar a una lareja a reencauzar su reíación, sin presuponer que sus dificultades se origi- nan en o representan una enfermedad mental. La ps cología humanística, por último, es una corriente ele pensamiento e ·iginada en los Estados Unidos en la década de los 60, cuvo repre: entante más conocido es Abrahall1 Maslow. El pensamiento hum: nista se diferenc:ó del psicoanálisis y la rerapia comportamenral e 11 el he- cho ele quitar énfasis a la ide;:i, de curar, resaltando, en ca obio, la idea de crecimiento espiritual del consultante. Todas estas corrientes coincidieron en sefialar que ha¡ una di- mensión espiritual en la psicoterapia que resulta del encuentro entre dos seres humanus que buscan generar una nueva s'gnificac c'ín para una serie de hechos que preocupan a uno de ellos. El otro cw nta con algún tipo de experiencia -no sólo con saber académico- que le permite guiar al consultante en un camino de descubrimic nto. En este sentido, ha sido frecuente la comparación de la fun¡ iém del psicotcrapeura con la del gurú o dd maest1·0 zen. Esrns cuestiones fuerun centrales en ia década de los 6(, que se caracrer'.zó por una intensa b1'1sqt1eda esp1ri nrnl que a pe leí a' liversos instrumentos. Basta recordar las experuncntaciones con drn¡ as en la 32 2. LAS APLICACIONES l)E LA PSJCClTERAPIA cultura hippie originada en Calífomia,.o en el libro Las enseñanzas de · Don Juan, un best-seller de la época. La misma búsqueda llevó a los jóvenes de Occidente a interesarse por la meditación oriental. Otros emprendieron psicoanálisis de una década de duración a razón de cuatro o cinco sesiones semmrnles. Por esa misma época J acques La can sorprendia a su público comparando al psicoanalista con un maestro zen. Otros experimentaron con la cornbinación de drogas y de psicoa- nálisis, dando lugar al llamado narcoar.álisis. Durante ese período se desarrollaron muchísimas formas nuevas de psicoterapia, aigunas bas- tante cu'riosas, corno la terapia del grito primordial. Es indudable que el auge de la psicoterapia vivido en los años 60 se debe en gran parte a este fenómeno. Como legado de este proceso, podemos encontrar el desarrollo. de una serie de técnicas· orientadas a poner al consultante en situaciones que representaran una nueva experiencia, posibilitandc, el 'des<:•.rrollc de una nueva significación. Entre estas técnicas enu.mtrarnos el uso de almohado- nes, jueg<J de roles, relajación sistemática, etc., que son de uso fre- cuente en distintos modelos conternp?ráneos de psicoterapia. Se las ' . suele llamar genéricamente técnicas ex/>erienciales. La investigación ha mostrado que el grado de entrenamiento en terapias bien definidas )'el conocimiento científico del tera- . peuta sO'.l más importantes que la mera experiencia cuando se aplica la psicoterapia al tratamiento de los trastornos mentales. El buen entrenamiento supone el conocer la teoría y dominar la téc- nica necesaria para aprovechar al máximo las posibilidades de un determinado tratamiento. Lasdimensiones personales del terapeuta, tales corno su capacidad de empatía, ~u inteligencia, su intuición, ·son muy importantes pero no cruciales. l_o más importante es que no sean un obstáculo. En el terreno del desarrollo persona;., las cosas son mucho más complejas. En primer lugar, las dimensiones personales del terapeuta son mucho más importantes que su entrenamiento técnico. La expe- riencia, .::n su más amplia acepción, es crucial. La naturaleza de la experiencia puede ser múltiple: como psicoterapeuta, como pacien- te en psicoterapia, corno miembro de una comunidad religiosa, como padre, como deportista, etc. La lista sería larga y su rdevancia se mide 33 Ec;omos DE Ps1coTERAPL". Co:;N1T1vA en función clel tipo ele intereses y área en la que el consultante bus< a crecer como persona. Por otr~ parte, la psicoterapia no puede reclamar la exclusiv i- dad en ef te campo. La seculamación de la cultura en el siglo XX h i .o que b psicoterapia comen::ira a ocupar parte del terreno que trae i- r.ionalmente estaba reservado a la vicla religiosa. Los hombres corn 1- a la fe siempre habían siclo los referentes casi excluyentes ~n mar.eria de prc)b\emáticas existenciales. Los maestros y profesores cu: ri- esas. iunciones de cuando en cuando, convirtiéndose :n mcnrores. Esm es así v seguramente seguirá siendo así. ¿Quié pas3 cuando un psicoterapeuta es convocado a esta ft n- ción? En principio, cabe decir que muchas de las injustas críticas e ue recibió el psicoanálisis se deben a que mucha gente considera que un Ltrapcuta estafa o engai1a a su paciente si discute cuestiones que m- een ~' la existencia y no a la eníermedad. Algunos consideran que i ste e' un mo::lelo médico de la psicoterapia, pero esto es un error. Ew ni es cierto en el campo de la medicina. De hecho, no hay a :to rnC·dico genuino que no mvolucre alguna relación intersubjetiva un establece que el médico cura a veces, alivia con cre- cuencia y consuela siempre. De lo contrario, el fenómeno del plac ~bo sería inexplicable. Para emprender este tipo de tarea, el terapeuta deberá estar Si· gu- ro de que su paciente solícita incursionar en este campo. Esa solic tud debe ser explícita, no puede ser leída en supuestas demandas cifr: .das o en un revelado únicamente al terapeuta: esta posición 10s- tub una ética sospechosamente cómoda. En :a vifieta 3, Pedro supere trabaiar sobre una temática qi e es distinta cie la que lo trnjo a la consulta El pianteo podría haber sido a su padre, a algún mentor, a algún guía .::spiritual. Pedro 11 Le 'lo form1.tla, según sus palabras, porque está satisfecho con los result idos con sus síntomas. La conversación con él es fluida) hay 1ma empatía genuina. Debernos establecer un nuevo contrate que estabkzc;i los nuevos objetivos y las nuevas obligaci::mes para an Lbos. La fijaci(m de plazos en estos terrenos es mucho más indefinida, pero siempre conviene estimar LLn tiempo de trabajo, al cabo del ct al se evaluará el resultado alcanzado. 34 2. LAS APLICACIONES DE LA PSICXlTERAl'l/1 La neutralidad,deltergp,euta,es~tr.emei,1d;i,mt:.nt,e.,impor1ai;iLe,.t;i.1.,,~""-""'"''"""'"'"''"""·'w"'*'w· este terreno pero, paradójicamente, uno nunca está tan valorativa y éticamente como cuando debe ayudar a unzi pcrsorn1 a lograr un crecimiento personal. El enorme interés por la autoindagación, que vivió su apogeo en los ai1os 60, declinó lentamente hast::i ser reemplazado por otro espíritu de época. Esto se ve reflejado en la experiencia clínica cotidiana, dCln~ de cada vez es más frecuente recibir pacientes que demandan el rrarc1- rniente> de algún trastorno o de algún síntoma -la inmensa mayoría- y cada vez más infrecuente encontrar a alguna persona que se proponga como meta el crecimiento personal. Esto n·o signifi~a forzosamente que haya decaído el interés en el tema: es probable que las búsquedas se orienten a otros lugares que no son la 'ccmsulta psicoterapéutiq .. La psicoterapia y el manejo de las crisis vitales Al usar esta expresión, dejamos en cl~ro que hablamos de crisis vitales, esto es, esperables en tanto parte idseparable de la condición humana. No nos referimos a la intervención en crisis, que es un tipo distinto de traba JO, referido a un uso distinto del concepto de crisis. Gladys, la persona a la que se refiere la viileta 2, consult<i por un hecho doloroso pero habitual en la experiencia humana: b muerte de un ser querido. Siente que, en cierto modo, se ha vulnerado la ley de b vida por la cual ella debería morir primero, ya que es mayor que su hermana. Le señalo que esta ley se cumple para la especie, no para el individuo. Por otra parte, ninguna de las dos ha muerto todavía y aún no sabemos qué pasará. Esta intervención, bastante trivial por cierto, parece aliviarla un poco y ofrecerle una nueva perspectiva del asunto. Cuenta, con bastante bronca, lo sucedido con el médico psiquia- tra que consultó anteriormente: dice que se sintió tratada come> un número, fríamente. Es evidente que el rnéclico estaba ocup<h1dose de un regist;o importante -los datos del paciente- pero perdiéndose in esencial, el pedido del paciente. Gladys mi está enferma: no sínto· mas depresivos ni de ansiedad. Está preocupada, pero lo raw scrí;1 no lo estuviera. ¿Cuál podría ser la naturaleza de la intervención 1 35 ESCRITOS DE PsK:OTERAPIA Ccx~N!Trv.,; En principio, podernos decir que si bien Gladys no está E nferrna, si está en una situación de cierto riesgo psíqHico, esto e;, se ha incrementado su vulnerabitidiul. Una. de las principales fUnc ones de la psicoterapia en las crisis vitales es disminuir la vulnerabi: idad del paciente al trastorno men~al. En otras palabras, la psicoterap .a puede ser un instrumento importante en prevención primaria. En ;egundo término, Gladys pide cierta orientación sobre los grupos de ai toayuda para pacientes y para farnili;;ires de pacientes oncológicos. Pl edo dar- le bastante información sobre ellos: dónde encontrarlos, c .1ál es su utilidad y sus limitaciones. También puedo alentarla o desal ~ntarla a ~tilizarlos, según mi juicio profesional. En tercer lugar, pued· i ayudar- la a imaginarse el peor escenario posible y el mejor escenaric posible. Una vez que se ha im-aginado ambos, puedo pedirle que se imagine cuál es el más probable. En ese momento, debo ver si Glady es ecuá- nime: podría ser que su desaliento la llevé: a una visión muy lesimista o bien que se refugiase en un optimismo infundado. Luego revisamos con cierto detenimiento la rebción presente con su hermana. Allí acordarnos que si ella efectivamente ~stá en el tramo final de su vida, entonces Gladys debe aprovechar e e tiempo todo lo p0sible. En otras palabras, debe poner el énfasis en e presente y no en el futuro, ya que, en última instancia, ninguno dé nosotros sabe a ciencia cierta qué es lo que va a pasar. Gladys decide ir al grupo de auroayuda y se siente bas ,ante me- jor. Hace algún tiempo· había pensado que no festejaría su cumple~ fios: mi comentario fue que si no festejaba su cumpleafios e ;tando en vida su hermana tampoco encontraría motivos para festej . .rlo si ella moría. Decidió entonces festejarlo. A la sesión siguiente, e e un total de cinco, me dice que la fiesta había sido muy linda y {Ue hacía tiempo que no disfrutaba tanto tiempo de un momento e< •mpartido con su familia y con su hermana. Al cabo de estas pocas entrevistas Gladys se sentía más e Jnfortada. Decidimos suspender las entrevistas hasta que ella considera ;e que fue- ran necesarias. Su gratitud fue explícita. La realidad era, obv :imente, la · misma, pero la per~epción que de ella tenía Gladys había c2 nbiado. Éste es un ejemplo bastante típico de la intervencié 1 en crisis vitales. Un trabajo normalmente de corta duración, . ¡ue puede 36 2. LAS Al'LIC:/\CIONES DEL/\ i'SlC :OTERA!'f,\ · producir efectos importantes, especialmente profiLícticos. Podría argumentarse que cualquierapodría haber dicho esto, lo que es cier- tamente probable. Pero las personas de nuestra cultura y época dan un valor especial a nuestra palabra como psicoterapeurns, d<'índonos la posibilidad de ayudarlos a rever su forma de percibir los hechos. Las crisis vitales son momentos en los que las creencias de todo ser humano están particularmente expuestas a revisión. Las situacio- nes límites, decía Adolfo Carpio confrontan al ser humano con la inevitabi\idad de la reflexión filosófica. Si logramos incidir a es¡: nivel quizás colaboremos con el crecimiento personal. Si logramos disminuir el riesgo de un futuro trastorno mental. entonces habre- mos cumplido un importante servicio paré1 el paciente y para su comunidad. Si la crisis derivara en un trastorno mental que requi- riese tratamiento, entonces deberemrn; evaluar la situación y hacer la indicación clínica que corresponda. •' Estas intervenciones psicoterapéu,ticas pueden obs~decer a dis- tintos marcos teóricos -la del ejemplo ,es genéricamente cognitiva- pero comparten la brevedad, el enfoqle en la resobción de proble- mas, la preocupación por la preservación dei consulranre. Pueden ser formalizadas o manual izadas, ya que las crisis vitales que atraviesa el hombre s:m bastante características. De todos modos, el éxito depen- derá en gran parte de no confundir formalización con estm~darización a ultranza: el modo en que el consu!tante atraviesa la crisis es singular. La relación terapéutica no gira en torno Jel e.1e salud-enfermedad; más bien es una cuestión de malcsrnr-b1enestar, dor:de :10 hay un ideal ob¡r.:tivo, prefijado o universal. El bienestar de un;:i r1ersona depende no sólo de la ausencia de enfermedad sino de su relación con sus ideales y su sistema de va lores. Conclusión Tenernos la sensaci(m de que muchas de las disputas en tomo del papel de la investigación y 18 formalización de los uatamientos psico- lógicos podrían ahorrarse si se aclarase a qué tipo de de la psicoterapizi nos referimos. Creemos firrnemente que 12 EsCRITOS DE PS!OOTERA.PIA COGNITIVA como tigación, especialmente la empírica, estando sujeta a las mü masco diciones que rigen para otras prácticas clú1icas científica;. Esto particularmente importante en lo referido a demostrar eh :acia, efi. ciencia y utilidad clínica. Es importante que el tratamien1 o sea for- malizado y manualizado convenientemente, con una buera dosis d replicabilidad y confiabilidad. Estos criterios no pueden aplicarse del mismo modo ll terren del crecimiento personal, donde los objetivos son, de por sí, much más variables y difusos. Las discusiones en cuanto a la dur: ción del psicoterapia también se vinculan, en parte, con esta ct estión. L mayoría de los tratamientos cognitivos o interpersonales iara diver~ sos trasi:omos mentales tienen una duración inferior a l 1s 20 o 25 sesiones, lo que convencionalmente se ha considerado t atamicnt breves. La reflexión tendiente al crecimiento personal es c 1si ínvaria- blemen te de largo plazo o al menos de plazo indefinido. E! manejo de las crisis vitales es, por oposición, ne rmalment muy breve (menos de diez sesiones). Esto se debe, en part ;, a la natu raleza misma de las crisis, que son períodos corros en os que hay cambios profundos. Estas diferencias son importantes a los fines de ubic3: en su justo punto a aquellos que lanzan una crítica masiva y g .obalment descalificadora a la psicoterapia en general. Donald Klei1 l, uno de lo pioneros de la moderna psicofarmacología y ex presi :lente de 1 American Psychiatric Association. ha sostenido reiterac amente que cualquier persona madura y sensata puede hacer psicoten pia sin nece- sidad de entrenamiento. M iemras que esto puede argume ltarse para el terreno del crecimiento personal y aun hasta cierto punte para el cam- po de las crisis vitales, creemos que es decididamente fal: o para lo que se refiere al tratamiento de la enfermedad mental. La psier 1terapia tiene allí mucho que ofrecer, y puede demostrarlo en el terren l empírico la investigación y la clínica. Sería riesgoso ignorar el ¿ ;::safío. Por tanto, a los psicoterapeutas nos corresponde recoger el gu in te y trar con hechos la validez de nuestros alegatos. 38 2. LAS APLIC/1CIUNES 1 lió Lt, PSICOTERAl'I/\ Referencias biliográficas Barlow, D. H. y Hoffmann, S. G. (1997): "Efficacy and dissemination ofpsychological Treatments", en Cbrk, D. y Fairburn, C., Science andPractice of Cognitive Bchaviour Therajiy, pp. 95-] 17, Oxford, Oxbrd University Press. Bercherie, P. ( 1988): Génesio. de los conceptos freudianos, Buenos Aires, Paidcís. Carpio, A. ( 19 71): Principios de filosofía, Buenos Aires, T~kné. Garfield, S. L. Y Bergin, A. E. ( 1994 ): "lnt;oduction and historicat overview", Handboolrn.f Psychothera¡iy and Behavior Change, pp. 3-18, New York, \Xliley. Merleau-Ponty, M. (1985) Fenomenología de la. j)ercepción, Madrid, Planeta-Agostini. ·· Rachrnan, S. (1997): "EvoluLion of cognitive-bchaviour therapy)), en Ciark, D. y Fairburn, C., o/J .cít.r'p¡'i. 3-26. Ellenherger, H. (1970 ): The discovcry o/thc Unconscious A I-I istor)' of Dynamic Psychiatry, New York, Basic Books. )9
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