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14 Rovaletti - Reflexiones para una etica del proceso psicoterapeutico

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María Lucrecia Rovaletti 
(editora) 
Ética y psicoterapia 
Editorial Biblos 
REFLEXIONES PARA UNA ÉTICA 
DEL PROCESO PSICOTERAPÉUTICO. 
Prof. Dra. María Lucrecia Rovaletti. 
Consejo Nacional de Investigaciones 
Científicas y Técnicas. 
Universidad de Buenos Aires. 
¿Alguna vez se asomaron a un abismo? Recuerdo la falla 
de Chszery, una grieta negra perdida en los bosques...: 
con la mano dejo caer una piedra en esa fisura sin relieve. 
Nada responde. Transcurre un segundo, dos, tres, y 
después de esta eternidad se siente al fin, un trueno débil, 
más impresionante cuanto más tardío... ¡Qué abismo!... 
Este admirable texto de Un sentido de la vida de Saint Exupery, lo citaba Andrés 
Cafferata al reflexionar sobre los ecos que despierta el contacto con el corazón humano 
en el quehacer terapéutico. 
Sin embargo, una realidad más pragmática nos convoca y nos cuestiona ahora. Los 
derechos del paciente y las responsabilidades de la práctica asistencial comienzan 
actualmente a ser tema de debate en publicaciones, comités de ética, reclamos 
judiciales... Pero esto no se sigue tanto de un aumento en las faltas éticas y jurídicas de 
los psicoterapeutas, sino de una toma de conciencia de sus derechos por parte de los 
pacientes. Paulatinamente se va superando aquella tradición que coloca al profesional de 
la salud y a sus juicios por encima de cualquier cuestionamiento. 
Yungano considera como las causas más frecuentes en los juicios sobre práctica 
médica el deterioro de la relación médico-paciente, la atención médica fraccionada, la 
divulgación inapropiada de hechos y temas médicos en medios de comunicación masiva, 
la falta de discreción y prudencia de médicos y auxiliares colaboradores, el 
desconocimiento de las obligaciones y derechos del médico, los sistemas y modalidades 
de atención médica. ...¿Cuantas de estas razones podrían presentarse en el área de la 
salud mental? La oferta psico-terapéutica y sus alternativas, ha creado entre nosotros una 
demanda asistencial que no voy a analizar aquí, pero que por su incidencia plantean la 
urgencia de un código de la praxis asistencial. 
Ya el juramento hipocrático nos presentaba normas de validez universal que aún hoy 
están en vigencia, como el otorgar al paciente el mejor tratamiento posible, la 
información veraz, y respetuosa, evitar involucrarse sexualmente con los enfermos, 
buscar una justa retribución, distribución de la salud en todos los estratos sociales. 
Psicoterapia, marco y proceso 
Definamos la psicoterapia de acuerdo a su etimología: una terapia de la psique y por 
la psique, siendo su principal vehículo la palabra. 
El valor de la palabra en el proceso asistencial se presenta desde los inicios mismos 
del pensamiento griego. Homero hablaba de los beneficios terapéuticos tanto de las 
oraciones y amuletos como del lenguaje que alienta y sugestiona. 
Para Platón la palabra armoniza creencias, sentimientos e impulsos con el 
conocimiento, el pensamiento y el juicio de valores: y llamaba xathársis a este proceso 
de reorganización producido por la palabra en la mente. 
La xathársis en Aristóteles contiene no sólo un poder curativo sino también de 
purificación. Así las palabras producen cambios en la persona al liberar la emoción. Las 
palabras en el poema trágico llegan a la mente del espectador produciendo también 
consecuencias sobre los humores de su cuerpo. Aflora bien, la palabra para ser terapéutica 
tiene su momento preciso, su xairós, y también su diathésis, su acomodamiento a la 
situación. Por último entre el que pronuncia la palabra y el que la escucha surge una 
relación particular, la parásjesis. 
Paul Ricoeur (1988), se pregunta si la psicoterapia no será una especie de 
restructuración narrativa de la personalidad. "La vida es un relato en busca de narrador”, 
titula a un trabajo1. "La vida es sólo un fenómeno biológico, mientras no haya sido 
interpretada" (id.). El relato que cada uno narra de sí mismo es la novela de su vida porque 
intenta diversas tramas alrededor de ella. Y el analista que deviene el "desvío necesario 
desde la conciencia enferma a la sana2, le proporciona al paciente fragmentos de historias 
vividas, de sueños, de "escenas primitivas" o episodios conflictivos. A partir de esos 
trozos de historia, el paciente elabora un relato que le resulta más soportable y accesible. 
En este sentido, podemos decir que la dimensión narrativa es constitutiva de la 
comprensión de sí. Ahora bien, la vida no es un texto aislado sino que se comprende 
dentro de un contexto que la alimenta y la ilumina. Texto y contexto. Más aún "el 
momento narrativo no puede funcionar sólo, fuera de aquello que llamo el elemento 
proyectivo"3 es decir dentro del "horizonte de la espera" para hablar en términos de 
Gadamer. (Ricoeur, 1988) * 
 "La vida: un relato en busca de un narrador" en P. Ricoeur. linca v Patinen. Iluenox Aires. Cinae. 19X4. cap. 
II. 
 RICOEUR, P.: Pliiloxopltie rlc la volante. Tome l: Ix raían tai re ct t’involoniaire. Parts. Aubier, 1963. p. 
361 
Aquí Ricoeur muestra nuevamente su tesis que una hermenéutica represiva no basta, y que es necesario apelar 
a una hermenéutica progresiva. 
El elemento narrativo, en mi opinión juega dos roles en el análisis: en la 
constitución de la enfermedad por una parte, en la conducta de la cura por 
otra (Ricoeur. IVM, 14). 
Si la psicoterapia es un tratamiento de los disturbios, conflictos o disfuncionalidades 
por medios lingüísticos, podríamos analizarla también desde la perspectiva de Austin, 
considerando al discurso terapéutico como un "acto del habla"4. Al provocar algo en el 
interlocutor, un acto del habla por su fuerza perlocucionaria permite precisamente 
estructurar una relación terapéutica. 
En la comunicación intersubjetiva, no se trata de emisores-receptores, como si fuera 
un simple comercio verbal. El otro en tanto que participa de la misma condición humana, 
no me es extraño, es un alter (Callieri-Frighi). Con el otro defino la situación, es decir 
estipulo el significado del encuentro. Nos ponemos de acuerdo en los límites del acuerdo, 
es decir en el mareo. 
Pues bien ¿cuál es el marco ("frame") en que se desarrolla esta relación terapéutica? 
Llamamos "marco" (Goffman) al sistema de premisas necesarias que da sentido al flujo 
de los acontecimientos estableciendo con ello unos modos de participación. Sin embargo 
el trabajo sobre los marcos más que introducir "restricciones sobre lo que puede ser 
significativo... abre posibilidades de variación" (Goffman. 238). Es por eso que hablamos 
de "proceso terapéutico" como modo de acentuar esta dinámica intersubjetiva y 
temporal5. 
De modo similar, una perspectiva distinta se plantea ahora si el diagnóstico se 
entiende como una "categoría arreglada" (categorie amenagée) entre el terapeuta y 
paciente, como lo postula Izabel Baszunguer para las enfermedades crónicas. Una 
dialéctica entre negociación y cooperación permite que las diversas definiciones de la 
situación acaben generalmente por armonizarse. 
Esto permite al terapeuta afrontar la incertidumbre de las caídas, de las 
"resistencias"... y al paciente lo reintroduce en los problemas centrales del conflicto que 
fueron excluidos por esa definición "clínica" que constituye la nosografía clásica. Se 
busca una negociación "entre los márgenes", como diría Goffman, es decir sobre las 
fronteras de la categoría clínica. Y aunque los pacientes no intervienen en el saber 
profesional "puro", se mueven en estas zonas de incertidumbre como actores de una 
sucesión de interacciones. Es verdad que el diagnóstico del profano viola un 
4 En los actos del habla, ejecutamos (perform) un "acto locucionario" al proferir una oración con sentido y 
referencia; hacemos algo al decirlo (in saying) constituyendo un acto "¡locucionario"; finalmente 
provocamos algo (hy saying) en el interlocutor, por eso lo denominamos un acto "perlocucionario". 
* La existenciaes co-exisiencia. Esta co-presencia expresa la apertura al mundo humanos común, donde el 
otro no es una "casa a manipular" sino una presencia como centro de significaciones. Por eso para 
Binswanger. Strauss von Bayer. las alteraciones mentales no son sino modos deficientes, carenciados y 
trastocados del encuentra. Es por ello que la psicoterapia como teoría y como praxis se refiere a la 
interpersonalidad, pero a diferencia de otros encuentros, éste está marcado por la finalidad de la acción 
terapéutica. (Dórr Zegerx. 1972) 
punto de vista que para el profesional no es negociable. Pero aquí no se procura obtener 
un nuevo dignóstico, sino que se intenta más bien modificar las relaciones entre lo que 
está en el centro de la “categoría clínica" y lo que está en la periferia. Es que “el 
ordenamiento de un modo u otro crea lo que sin exagerar, podemos denominar realidades 
diferentes" (Paul Wastzlawick, 62). 
Se trata entonces de una serie de negociaciones que permiten una "construcción 
evolutiva" de la enfermedad, donde son tenidos en cuenta no sólo la "construcción 
profesional" de la misma sino también la totalidad de las interacciones entre el terapeuta 
y el paciente. El paciente es un quien, un proyecto vital, es un faciendum y no un factum6. 
Braulio Montalvo al definir la terapia dice que es "un acuerdo interpersonal para 
abolir las reglas habituales que estructuran la realidad, con el fin de remodelar ésta" (o.c., 
333). Sugiere de este modo que todos los integrantes de ese contexto social que se 
denomina terapia intervienen en la puntuación del flujo interacción al, y en consecuencia 
cada uno de ellos plasma la experiencia de los demás. 
Esto implica un cambio epistemológico de vital importancia porque aporta a la 
metodología un principio de incertidumbre análogo al de Heisenberg, en el cual el 
observador -aquí el terapeuta- participa de la observación y a su vez es influido por ello 
al mismo tiempo que observa. El terapeuta deviene ahora co-constructor de realidades 
alternativas y el proceso del cambio se genera favoreciendo opciones que no requieran 
así la presencia de un comportamiento sintomático. 
Derechos y responsabilidades 
Quisiera brevemente plantear primero el tipo de relación jurídica que se establece 
entre el terapeuta y el paciente (T-P). No se trata de un contrato de "locación de 
servicios", porque ello implicaría una dependencia del terapeuta con el paciente que lo 
contrata sino de un "contrato de asistencia médica y/o psicológica". Tampoco implica 
una "locación de obra", porque ello supondría la obligación de curación más que de 
atención asistencial. 
La relación T-P-constituye más bien una "relación consensuar aunque no siempre 
elegida libremente, y una "relación bilateral" que establece responsabilidades entre 
terapeuta y paciente. 
Se dice que alguien es responsable cuando está obligado a responder por alguna 
persona o cosa. La responsabilidad, a nivel jurídico constituye la obligación de dar 
satisfacción y reparación por los daños voluntarios e involuntarios de las propias 
acciones, ya sea a nivel penal como a nivel civil. La obligación por otra parte es un 
vínculo de derecho o Una situación en virtud de la cual una persona se encuentra con el 
deber jurídico de cumplir con una prestación. 6 
6
 FIGUEROA CAVE, O.C. 
El hombre no es un ser acabado que entra en relación, sino que el encuentro es el medio de "humanización" 
del hombre y el mundo 
La responsabilidad del terapeuta constituye un caso particular de la "responsabilidad 
profesional". La responsabilidad no sólo alcanza a sus propios actos sino también al uso 
que de ellos se haga. El profesional debe por esto evitar en los peritajes, informes, etc. 
que se deformen los datos aportados por el paciente; debe ser prudente en las 
indicaciones y/o recomendaciones teniendo en cuenta que los actos profesionales pueden 
modificar sustancialmente la vida de los demás. 
En este contexto indiquemos algunas premisas que pueden conducirnos a la 
constitución de una ética del proceso asistencial: 
 
I) Toda persona tiene derecho a recibir un tratamiento, como traducción primaria 
del derecho a la salud. La salud es un derecho y no un privilegio, es un derecho y no un 
acto de pura beneficencia. Hablamos del "derecho a la salud" y no a la curación. 
Definimos la salud como un estado de equilibrio7 entre el medio interno y externo, que 
puede incluir ciertos grado de anormalidad e incluso cierto porcentaje de enfermedad no 
percibida. El mejor estado de salud corresponderá entonces al mayor estado de equilibrio 
entre los recursos existentes y los riesgos que afectan a la salud de cada individuo y de 
la población. 
Sin embargo no sólo se trata del derecho a ser tratado por todos los medios posibles, 
sino también ser rehabilitado hasta lograr su inserción social y laboral. 
Pero también es un derecho fundamental el que aquellos enfermos que no 
mejoran a pesar de los tratamientos llevados a cabo y que por las 
características de su enfermedad (violencia, des-inhibición sexual, apatía 
extrema, etc) o por las condiciones socio-económicas de la familia de origen 
no pueden ser mantenidos en sus hogares, tengan la posibilidad de 
permanecer en instituciones que lo acojan (Dórr, J990, JS5). 
Pues bien por parte del terapeuta, el derecho a la salud implica la responsabilidad 
de: 
a) proporcionar tratamiento particularmente en casos de urgencias, sin 
discriminación de razas, credo, color, origen y sexo (Pacto de San José de Costa Rica). 
Esto no niega el derecho y la obligación del terapeuta a trabajar sólo con aquellos 
pacientes para los cuales se reconozca capacitado, pero siempre que no entrañe una 
discriminación. Los Standars for Providers of Clinical Psychological Services afirma 
que el psicólogo tiene el derecho y la responsabilidad de no prestar servicios cuando las 
diferencias con su paciente o el tipo de vínculo con ellos puedan menoscabar la relación 
terapéutica. Sería la situación de relaciones de subordinación (maestro-alumno, 
7 Platón. Diúlopax. Obras Completas. Madrid. Gredos, 1990. En su diálogo "Cannides" (157 a. p. 333) pone en 
boca de Sócrates el tema del equilibrio. "El alma se trata con ciertos ensalmos y estos ensalmos son los buenos 
discursos y de tales buenos discursos nace en ella la sensatez (sofroxyne). Y una vez que ha nacido y 
permanece, se puede proporcionar salud a la cabeza y a todo el cuerpo". La sofrosyne o equilibrio es pues la 
condicón de posibilidad de la salud del todo y por tanto también del cuerpo. 
supervisor-supervisado, jefe-asistente), de amistad y compañerismo, de relaciones 
afectivas íntimas... 
b) fomentar y favorecer aquellas medidas que permitan el acceso al recurso de salud 
a rodos aquellos que lo necesitan. Por eso Henry Ey dirá que al equilibrio psíquico 'Ton 
peut appeler comme on voudra. iríais qui est toujours le libre arbitre’ (du choix de la 
direction de lautonomie de la personne)". 
Si la psicopalología es un estrechamiento de las posibilidades, un angostamiento de 
la libertad (Henri Ey), el derecho a la asistencia psicoterapéutica deriva de los derechos 
fundamentales humanos, es decir el derecho a una vida digna y libre. Ya en 1954. 
Heidegger decía en "Wissenschaft un Besinnung"8 que el Dasein (Existencia) es lo 
inludible de la Psiquiatría. Y como existir es elegirse, proyectarse, 
Se trata de ver lo "ineludible" para la psiquiatría en la recepción de los 
menoscabos de la libertad, [es decir] en el "poder-vivenciar" y "poder 
comportarse " (Blankenburg, 184) 
Desde esta perspectiva la internación hospitalaria no entra en coalición con la 
libertad del individuo sino que es una consecuencia del derecho al tratamiento, que 
supone a su vez el derecho en ciertos casos a rechazarlo. 
Por parte del paciente, el derecho a escoger un tratamiento incluye el derecho a 
escoger el terapeuta. Sin embargo, de hecho esta elección se velimitada por una parte 
por su capacidad económica: y por otra por la posible mediación que ejercen las obras 
sociales o instituciones intermedias. 
II) El paciente tiene derecho a que el tratamiento le sea ofrecido por un agente 
competente. 
Esto implica por un lado la obligación de una formación continua en el terapeuta. La 
competencia puede provenir según los países, ya sea de los centros académicos, ya sea 
de licencias expedidas por el Estado ya por colegios profesionales. 
Por parte de las instituciones académicas se requiere entonces que éstas ofrezcan a 
los futuros psicoterapias un amplio espectro de doctrinas y técnicas, que los habilite, para 
elegir responsablemente una orientación terapéutica acorde a la idiosincracia de cada uno 
y al contexto en que se desarrolla su praxis. Cada uno debe reconocer los límites de su 
competencia y la de sus técnicas asistenciales. Esto permitirá al profesional la atención 
sólo de aquellos casos para los cuales está capacitado y la derivación de aquellos otros 
con similar solvencia. La falta de una relación formal con otros profesionales no lo 
absuelve de la responsabilidad de obtener para los pacientes el mejor servicio profesional 
ni lo exceptúa de aplicar previsión, diligencia y prudencia para obtener la ayuda 
complementaria o alternativa que ellos requieran. 
Las nuevas orientaciones en el área de salud mental, han permitido ampliar el 
espectro de servicios y con ello se han insertado otros agentes de salud, como asistentes 
sociales y educacionales, por eso dejo como un interrogante qué amplitud tiene el 
término de "tratamiento psicoterapéutico" y con ello qué profesionales estarían 
entrenados para estas tareas. 
En nuestro contexto latinoamericano debemos preguntarnos también cuales son los 
modelos (psico) terapéuticos acordes con la realidad social y si no será necesario 
replantear nuevas estrategias que trasciendan los marcos de lo meramente psicológico. 
En este sentido el cuestionamiento a la "teoría sustancialista" de la enfermedad mental 
por parte de Hochman9 y toda la antipsiquialría, la crítica al "modelo médico 
hegemónico" por parte de Menéndez.l0... ha suscitado toda una nueva perspectiva ya se 
la llame "psiquiatría de los conjuntos", "psiquiatría y/o psicología comunitaria"... 
La experiencia nos muestra que los trastornos devienen "enfermedad" cuando- un 
sujeto le asigna el significado de "síntoma". Y en esta asignación van implicados los 
sistemas culturales y de representaciones sociales e institucionales de la sociedad. Es el 
saber cultural, el modo de vida y la capacidad de enfrentarse con enfermedades 
amenazantes lo que permite "reificar" a los síntomas en virtud de factores psicosociales. 
En los "márgenes" de "la construcción profesional de la enfermedad", hay otra 
"construcción personal y social" de la misma que no puede ser dejada de lado. 
III) El paciente tiene derecho a un arreglo financiero razonable, sobre la base de tres 
premisas: el derecho a la salud, el derecho a los honorarios por parte del terapeuta y la 
realidad social del contexto. 
En este sentido, el terapeuta debe proporcionar información sobre costos y pagos y 
la posible duración del tratamiento en el momento del contrato. Muy a menudo una pobre 
correlación se encuentra entre los altos costos y los resultados terapéuticos generando 
una crisis de confianza en ciertas técnicas y en los profesionales que la encaran. 
Si sumamos a este hecho el impacto de las crisis socio-económica, este sector de la 
salud se constituye en una área crítica, fundamentalmente en todas las sociedades donde 
se ha difundido un modelo individualista, biologista o psicologista, fundamentalmente 
curativo y con énfasis en prácticas de "tecnología de punta", que deposita los factores 
etiológicos en el individuo aislado o a lo más en el ambiente "natural" donde los 
individuos y -en ciertos casos los conjuntos sociales- son considerados como "pacientes", 
pero no como agentes de promoción de salud. 
IV) El paciente tiene derecho a que su tratamiento tenga un término. No es lícito 
condenar al paciente a un tratamiento prolongado innecesario o a procedimientos 
diagnósticos similares. Por ello la necesidad de fijar fechas tentativas para la terminación 
y la necesidad de revisarlas periódicamente, si hay que plantear un cambio. 
^ Hochman poslula "acentuar el concepto de relación y dejar de lado una tipología sustancial isla que localiza la 
enfermedad como una invariante en el interior del individuo enfermo" (p 23). 
^ Metiendo/, denomina "modelo médico hegemónico" a aquel cuyas características dominantes son su biologismo. 
su a-hisioricidud. su asocialidad. individualismo, pailicipucionismo subordinado, etiología lineal, acentuación 
del plano curativo en desmedro de las políticas preventivas. 
La "angustia de separación" propia de la terminación del tratamiento, es un 
fenómeno que se presenta muy a menudo tanto en el paciente "como en el terapeuta. 
Elaborar el fin de la terapia permite superar este momento pero también dejar abierta la 
posibilidad de recurrir a una consulta en casos de urgencia o de iniciar una nueva etapa 
terapéutica. 
Se dice que hay terapias que fomentan la dependencia emocional por parte del 
paciente y la dependencia económica por parte del terapeuta. La respuesta que "la 
extensión del tratamiento se traduce en saldo positivo al paciente", constituye más bien 
una "racionalización" en el sentido de "defensa" y como tal debe ser tratada. Por eso la 
seducción más grande de un terapeuta al paciente, no es precisamente la sexual, sino más 
bien la manipulación por parte del terapeuta de las necesidades del paciente, ya sean 
conscientes o inconscientes, a fin de mantenerlo bajo terapia. "Suele haber una 
conspiración por ambas partes para no hacerle caso al calendario. (M. Berger)11. 
El punto nodal reside aquí en qué se entienda por salud mental, pero 
fundamentalmente en considerar si el equilibrio psíquico es un término permanente 
obtenido por el hombre o una meta constantemente aspirada y conquistada con dificultad. 
Todo intento de hacer al sujeto totalmente consciente de sí mismo, está 
destinado al fracaso, como lo muestra la evidencia de lo que pasa en los 
analizados y aún en los analistas : siguen con lapsus, continúan soñando, 
teniendo a veces síntomas, etc. Si bien es cierto que el psicoanálisis les ha 
permitido llegar a una meta en el reconocimiento de muchas verdades, 
fundamentalmente lo que ha hecho es el ahondar el sentido de una carencia 
radical, que marca como a un sello a todo sujeto humano en relación con el 
prójimo y con su hablar (Cajferata, 50). 
Por eso, Paul Ricoeur insistirá, 
To be come an ego is different fom becoming conscious, that is lucid, present 
to one self and attentive to reality. Rather, becoming an ego concerns tlie 
alternative qf being dependent or autononius. The relations of dependence 
are master-slave relations: dependence of the ego on thc id; dependence of 
the ego on the world; dependence of the ego on the super ego. 
V) El paciente tiene derecho a recibir el tratamiento más apto, debe para ello 
recibir una información previa que le permita aceptarlo con un consentimiento 
informado. 
1 1 Cfr en ROSENBAUM. M. (comp.), p. 112. 
12 RICOEUR. P.: "Psychiatry and moral valúes", p. 982. en S. Arietti (ed.). American Handhonk of 
Psychiatry, New York. Bassic Books. 1974. vo!. I. pp. 976-990. 
Ser paciente no significa pasividad. Si "toda aproximación psicoterapéutica es 
fundamentalmente búsqueda de una intersubjetivjdad" (Giudicelli, 68), es básica la 
cualidad empática con que el terapeuta piense y experimente el mundo del paciente: no 
como un algo a manejar- nehmen-bei-etwas, como dice Binswanger-, sino como una 
auténtica presencia portadora de significaciones. 
Ahora bien, tres son las condiciones necesarias para un consentimiento informado: 
a) conocimiento del tratamiento,donde la prudencia y la sensatez deberán evaluar el 
nivel de información que pueda ofrecerse al paciente. La asimetría y distancia 
instrumental entre terapeuta y paciente obligan al primero a presentar sólo la información 
necesaria para la aceptación del tratamiento. 
b) competencia del paciente para ofrecer consentimiento. Aquí se plantean una serie 
de dificultades en caso de minoridad, oligofrenias, psicosis, demencias... En estas 
situaciones, la decisión del consentimiento corresponderá a los padres, representantes 
legales o curador judicial. . 
c) disposición voluntaria que puede verse disminuida si el paciente permanece en 
ese momento en instituciones de reclusión: hospicios y clínicas psiquiátricas, cárceles, 
reclutamiento militar... 
VI) El paciente tiene derecho a que se lleve un registro preciso del proceso 
terapéutico. El código civil argentino por ejemplo, considera la historia clínica como uno 
de los principales instrumentos legales. Pero esto comporta la necesidad de un sistema 
que proteja la confidencialidad de los datos de la misma. Aquí surge entonces la pregunta 
qué elementos y cómo deben ser incluidos en los registros institucionales. ¿Cómo 
registrar por ejemplo el caso del aborto voluntario en países que este hecho constituye un 
delito?, tal vez la frase "pérdida de embarazo" cumpla la misma función y evita 
consecuencias legales. 
La confidencialidad -dada la manipulación a que son sometidos los expedientes- 
presenta dificultades a nivel de instituciones, obras sociales, seguros... Y este problema 
se agudiza tanto más cuando los datos se registran en sistemas de informática. 
Por otra parte, para ciertos países y en ciertos ámbitos el tratamiento psicotera- 
péutico constituye un estigma para el ascenso en la vida profesional, o en la vida política. 
Recuérdese la renuncia a la precandidatura por la vice-presidencia en los EE. UU. Esta 
actitud ha llevado a este tipo de pacientes a enmascararse en seudónimos o a desechar los 
beneficios del seguro social. 
VII) El paciente tiene derecho a la reserva y confidencialidad y el incumplimiento 
de este derecho por parte del terapeuta entraña una sanción jurídica. La confidencialidad 
es la ética que protege la relación terapéutica. El respeto a la persona humana es el punto 
de partida de esta relación, e implica la lealtad recíproca de la información, una 
indagación que no menoscabe ni mortifique al paciente y un plan terapéutico acorde. 
La confidencialidad puede ser levantada cuando medie causa justa: peligro de orden 
social, real amenaza por la vida de otro o por la propia, maltrato de niños e indefensos. 
En los casos de peritaje o de requerimiento por alguna autoridad competente, la 
información debe circunscribirse exactamente a los puntos requeridos en la demanda y 
protegiendo en lo posible la intimidad del paciente. 
Cuando se trata de menores de edad y la manifestación de ciertos datos a los padres 
o responsables puede favorecerlos, el terapeuta puede y hasta debe suspender la reserva. 
Sin embargo esto requiere previamente agotar todos los medios para que el paciente tome 
parte activa en la decisión. Podría ser por ejemplo el caso de una adolescente embarazada. 
No deben presentarse datos que permitan individualizar al o a los pacientes en el caso 
de publicaciones, ateneos o supervisiones técnicas, cintas magnetofónicas o video-
cassetes. 
El paciente puede renunciar a la confidencialidad dando previamente su 
consentimiento por escrito, y valorando previamente que elementos entrarán en el 
acuerdo, de modo que no dañe a sus intereses o a su persona. 
A nivel de terapia de pareja y conyugal, el terapeuta debe definir los límites de lo que 
cada miembro desea comunicar. Los miembros de la pareja, los padres y los hijos 
necesitan definir sus espacios propios, sus jerarquías11 y precisamente la terapia se orienta 
a este proceso de individuación de la persona dentro del sistema ya sea conyugal ya sea 
familiar. 
Pero subyacente a esta norma terapéutica hay una intimidad que no puede ser 
confundido con "resistencia" para hablar en términos psicoanalíticos. El fenómeno de la 
intimidad, o si se lo quiere llamar pudor, no se reduce a la tendencia a disimular o a 
ocultar lo que se vive como prohibido, avergonzante... porque también se puede tener 
"vergüenza" por así decirlo de las buenas acciones y de los logros personales. Es más 
bien la exteriorización la que se experimenta como negativa. La intimidad deviene tal 
precisamente en el momento que, por su naturaleza o por su destinación algo que debería 
quedar en lo interior corre el peligro de ser exteriorizado. Cada uno estima de modo 
diferente qué constituya ese interior y ese exterior, según su condición femenina o 
masculina, el contexto sociocultural e histórico... Pero también esta intimidad depende 
del tipo de marco que se ha ido definiendo en el proceso terapéutico. 
VIII) A los deberes del terapeuta corresponden otros tantos del paciente. Laín En- 
tralgo los sintetiza como lealtad, confianza, y distancia, (o.c., p. 437); nosotros añadimos 
la confidencialidad. 
a) La lealtad para declarar todo lo concerniente al problema a tratar aun cuando no 
haya sido interrogado expresamente. En este sentido, el concepto de "asociación libre de 
ideas" -en cuanto implica expresar todo tipo de ocurrencias sin rechazar ninguna, sin 
ninguna actitud selectiva frente a las mismas-, puede servirnos aquí… 
13 Toda organización posee un orden de status o jerarquía, por lo cual sus miembros son distribuidos de acuerdo al 
orden de influencia, de modo de interactuar según relaciones de superioridad, inferioridad e igualdad. La 
jerarquía supone una aceptación del limite generacional. Cfr en M.L KOVALIÍTTI. LA FAMILIA COMO SISTEMA: 
ALIANZAS Y CONDICIONES.. Buenos Aires. Trieh. IbK.V 
A nivel psicoterapéutico esta premisa se aplica de un modo restringido. Precisamente 
el retacear consciente o inconscientemente la información constituye una parte del 
conflicto, es la resistencia para hablar en términos psicoanalíticos. El objeto de la cura 
psicoanalítica será vencer las resistencias, será pasar de las certezas del yo al saber de sí 
mismo, aunque siempre sea un saber inacabado. Sin embargo, más allá de las defensas, 
hay muchas veces un ser de "mala fe", esa conducta de huida del ser que somos, dirá 
Sartre14. 
b) La confianza en el terapeuta, se traduce en un trabajo participativo; se evitará así 
convertir en "veleidad" el paso de un terapeuta a otro (Laín 437), o acceder a la demanda 
(Lacan). Por esto, la capacidad de tolerar la frustración y la ansiedad constituye un criterio 
de analizabilidad. 
c) Distancia para evitar una transferencia "viciosa". Para comprender el proceso de 
transferencia, hay que remitirse a las fluctuaciones entre los sentimientos de amor y odio 
que determinaron las relaciones objetales en la primera infancia. La transferencia es 
esencialmente un desplazamiento sobre las persona del analista, de emociones amistosas, 
hostiles y ambivalentes que provienen de la infancia. 
La transferencia aparece tanto en la situación analítica como fuera de ella, ya que la 
capacidad de transferencia existe en toda relación humana. Lo que hizo Freud es 
transformar la transferencia en un instrumento teórico de primera magnitud en el proceso 
terapéutico; ella es el principal móvil analítico, es también factor de resistencia y es el 
mejor instrumento para el recuerdo. 
Es necesario entonces ajustarse a la regla de la abstinencia. A través del encuadre el 
paciente adquiere la convicción de que se encuentra en un lugar donde sus tendencias 
expresadas a través de la transferencia no serán satisfechas mediante una actividad o 
actuación contra-transferencial, sino a través de una actividad esencialmente analítica que 
tiende a la búsqueda de la verdad. 
Bion destaca la atmósfera de privación, aislamiento y soledad entre paciente y 
terapeuta.Es verdad que hay que evitar el dolor innecesario, pero no el inevitable que 
surge de todo análisis. Willy Baranguer insiste que "el proceso psicoanalítico es 
14 Para Sartre, la angustia está inscripta en la condición humana. La angustia es una toma de conciencia de la 
libertad. Es el sentimiento tic nosotros mismos, de nuestra libertad y de la nada que soy. .Sartre busca proteger 
la libertad de las posibles amenazas que pesan sobre ella y plantea las "conductas de huida". La angustia reside 
en el "huir para ignorar que soy angustia", pero no puedo ignorar que huyo. La "mala fe" es un intento de angustia. 
En la mentira, el engañador sabe la verdad y la oculta a los demás. En la mala fe. uno se miente sí mismo, el 
engañador se ha unificado con el engañado. 
Pero no es que yo tenga mala fe. sino que soy de mala fe: se trata de una estructura psíquica estable. El acto 
primero de la mala fe. pone de relieve que ella misma es una "amenaza inmediata" y permanente de todo proyecto 
humano. Cfr L'étre el le néant, París. Gallimard. 1943. 
inseparable de la necesidad de tolerar los concomitantes dolores de crecimiento mental" 
También tendríamos que mencionar aquí la incompatibilidad con otros tratamientos 
psicológicos simultáneos, de lo contrario se corre el peligro de invertir la terapia de grupo 
por la de "grupo de terapeutas". 
d) La confidencialidad en el material elaborado en sesión, no sólo rige para el 
terapeuta sino también para el paciente, y es indicio de un yo fuerte. 
Constituye una regla de oro que los elementos de la sesión deben permanecer en el 
marco de la misma. De allí que sea aconsejable que cada consulta tenga un "cierre" que 
contenga las ansiedades movilizadas en ella, de modo que las mismas no tengan 
necesidad de ser volcadas en un espacio extraño y extrínseco a la propia psicoterapia. 
A nivel grupal la reserva rige entre cada miembro del grupo y con el grupo como 
totalidad. Aquí rige también la distancia entre cada uno, ya que los miembros de un 
grupo terapéutico no puede identificarse con la amistad. 
Para terminar, sigamos a Ferenczi quien al final de su vida se preguntaba, por qué 
el paciente debe entregarse ciegamente al analista; sobre todo cuando es posible que 
alguien que no está bien analizado -y quién no lo está- no sane al paciente sino que lo 
use para dar libre curso a sus propias necesidades neuróticas y psicóticas16. 
Respondamos con Paul Ricoeur, 
Se entra realmente en la dimensión ética cuando la afirmación de mi propia 
libertad se agrega a la voluntad de la libertad del otro, es decir yo deseo que 
tu libertad exista. 
La libertad no se deja objetivar ni manipular; es aquello a lo cual se orienta toda 
psico-terapéutica, por lo tanto no podemos escapar de ella. Hay en nosotros terapeutas, 
una compleja y contradictoria relación con la problemática de la libertad, tema que 
muchas veces queremos eludir. Porque, 
No estamos maduros para abordarla desde el punto de vista metodológico y 
tampoco la podemos eliminar, si no queremos con ello sacrificar una parte 
esencial de nuestro quehacer psiquiátrico, degradando nuestra condición a 
la de meros "modificadores del vivenciar y del comportamiento, sea por 
medio de la psicofarmacología o de las técnicas psico- sociológicas" 
(Blankenburg, J85f 
 
Bibliografía 
AA. VV.: Ética en medicina, Buenos Aires, Fundación Roemmers, 1980. 
15 Cfr en "Psicoanálisis", en G. VIDAL et al.. Enciclopedia de Psiquiatría, Buenos Aires, El Ateneo, 1979. 
16 FERENCZI, S.: Journal clinique janvie.r - octobre 1932, París. Payot, 1985. 
 
 
 
	Ética y psicoterapia
	REFLEXIONES PARA UNA ÉTICA DEL PROCESO PSICOTERAPÉUTICO.

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