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Ficha N 18 - Trastornos mentales y Psicofarmaco

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Neurofisiología II 
Ficha de cátedra Nº 18 
Trastornos mentales y Psicofarmacología 
 Jesica Custodio y Viviana Mandich 
 
Índice 
1. Concepto de trastorno mental 2 
2. Esquizofrenia 3 
2.1 Características generales 3 
2.2 Neurobiología de la esquizofrenia 4 
3 Trastornos Depresivos 8 
3.1 Características generales 8 
3.2 Neurobiología de la depresión 8 
4 Trastornos de Ansiedad 10 
4.1 Características generales 10 
4.2 Neurobiología de la ansiedad 12 
5 Psicofarmacología 14 
5.1 Conceptos generales 14 
5.2 Sistemas Moduladores 15 
5.3 Fármacos con efecto antipsicótico 16 
5.4 Fármacos con efecto antidepresivo 18 
5.5 Fármacos con efecto ansiolítico 21 
6 Conclusiones 24 
7 Bibliografía 25 
 
 
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En las próximas líneas se desarrollarán principios y nociones generales de ciertos 
trastornos mentales tales como la esquizofrenia, los trastornos depresivos y los trastornos 
de ansiedad, abordando sus bases neurobiológicas y los principales psicofármacos que se 
utilizan en su terapéutica. 
Ha de tenerse en cuenta que, al tratarse de un texto introductorio, el objetivo es presentar 
una primera aproximación al tema que facilite abordar luego bibliografía que desarrolle 
estos conceptos con mayor especificidad. 
 
1. Concepto de trastorno mental 
 
La Organización Mundial de la Salud (OMS) caracteriza a los trastornos mentales, en 
forma general, como una combinación de alteraciones del pensamiento, la percepción, las 
emociones, la conducta y las relaciones con los demás. 
Sin embargo, resulta compleja la delimitación del concepto “enfermedad mental”. Entre 
los factores que dan cuenta de esta complejidad se destacan: 1- Los problemas derivados 
de la propia entidad del enfermar psiquiátrico que se sitúan en la encrucijada entre los 
factores biológicos, psicológicos y socio-culturales, con una amplitud y diversidad muy 
difícil de abarcar conceptualmente. 2- El componente de subjetividad que lleva implícita 
la enfermedad mental, factor que dificulta la aproximación objetiva al saber científico. 3- 
La gran carga de representación social que llevan asociados los trastornos mentales en las 
diferentes culturas. 4- Los gestores de recursos sanitarios adaptan sus políticas a las 
necesidades que consideran más prioritarias, lo cual dependerá en gran parte de la visión 
que tengan sobre los trastornos psíquicos requeridos de atención, perspectiva que no 
siempre coincide con la de los psiquiatras. 
Algunos autores consideran a los términos “trastorno mental” y “enfermedad mental” 
como controvertidos, refiriendo que el concepto “enfermedad” suele reservarse para 
aquellos procesos patológicos en los que la pérdida de salud tiene una causa orgánica 
conocida. En cambio, el término “trastorno” es más amplio y se usa cuando hay una 
alteración genérica de la salud, sea o no consecuencia directa de una causa orgánica. 
Dado que la nosotaxia psiquiátrica moderna utiliza el término “trastorno” para la mayoría 
de las entidades que estudian, los diagnósticos psiquiátricos no siempre son diagnósticos 
de enfermedad. 
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Por otro lado, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM) en 
sus sucesivas ediciones, postula un concepto de trastorno psiquiátrico un tanto vago e 
impreciso, al incorporar a la noción de enfermedad múltiples conductas y estados 
psicológicos. Para el DSM 5, se trataría de un síndrome caracterizado por una alteración 
clínicamente significativa del estado cognitivo, la regulación emocional o el 
comportamiento de un individuo, que refleja una disfunción de los procesos psicológicos, 
biológicos o del desarrollo que subyacen en su función mental. Habitualmente, los 
trastornos mentales van asociados a un estrés significativo o una discapacidad, ya sea 
social, laboral o de otras actividades importantes. 
En la actualidad, la psicopatología evolucionista, en un intento por superar a los modelos 
categoriales, plantea una nueva forma de conceptualizar a los trastornos mentales como 
conductas adaptativas en su origen, pero desajustadas en el individuo que las padece. 
Mientras que, por su parte, tanto el DSM como la CIE (Clasificación Internacional de 
Enfermedades) al hacer referencia a los trastornos mentales como entidades discretas, 
establecen límites entre normalidad y anormalidad. 
En lo sucesivo, se desarrollarán características generales y aspectos de la neurobiología 
de los siguientes trastornos mentales: Esquizofrenia, Trastornos Depresivos y Trastornos 
de Ansiedad. 
 
2. Esquizofrenia 
 
2.1. Características generales 
 
El término esquizofrenia significa “separación de las funciones psíquicas”. Se acuñó a 
principios del siglo XX para describir lo que se suponía era el síntoma fundamental del 
trastorno: la ruptura de la integración entre emoción, pensamiento y acción. Se trata de la 
enfermedad más frecuentemente relacionada al concepto de locura. Normalmente, se 
inicia en la adolescencia o al inicio de la edad adulta. 
Se trata de un trastorno mental grave que afecta a más de 21 millones de personas en todo 
el mundo y se asocia a una discapacidad considerable, pudiendo afectar al desempeño 
educativo y laboral. Es más frecuente en hombres (12 millones) que en mujeres (9 
millones) y estos suelen desarrollarla a edades más tempranas. Asimismo, la OMS la 
ubica entre la 8º/ 9º causa de discapacidad en el mundo, generando un altísimo costo a los 
sistemas de salud. 
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Presenta gran heterogeneidad respecto a las características clínicas, severidad y curso, lo 
cual dificulta la exploración de la neurobiología subyacente. La información actual indica 
que factores genéticos, ambientales e influencias del neurodesarrollo, contribuirían a su 
desarrollo. 
Se puede identificar en este trastorno la presencia de los siguientes síntomas: 
• Síntomas Positivos (presencia de conducta anómala) Delirios. Desorganización 
conceptual. Comportamiento alucinatorio. Excitación. Grandiosidad. 
Desconfianza. Hostilidad. 
• Síntomas Negativos (ausencia de conducta normal) Embotamiento afectivo. 
Retraimiento emocional. Contacto pobre. Retraimiento social. Pasividad. Apatía. 
Dificultad en el pensamiento abstracto. Falta de espontaneidad y fluidez en la 
conversación. Pensamiento estereotipado. 
• Síntomas Cognitivos: Disminución en la velocidad de procesamiento de la 
información, déficit en la memoria de trabajo, déficit atencional. 
• Síntomas Afectivos: Ansiedad, depresión, ideación suicida. 
• Dificultades Sociales: No comprenden chistes ni metáforas, tienden a comprender 
literalmente. Alteraciones en la prosodia. Alteraciones en la cognición social 
(entendida como el conjunto de procesos que permite saber que piensan, creen y 
sienten las otras personas). Alteración en la utilización y percepción de las 
emociones. 
 
2.2. Neurobiología de la esquizofrenia 
 
Desde el surgimiento de la esquizofrenia como entidad nosológica se han postulado una 
serie de alteraciones a distintos niveles del sistema nervioso central (modificaciones 
bioquímicas, fisiológicas, anatómicas) con el fin de comprender y hallar un tratamiento 
eficaz para aquellos que la padecen. 
 
Alteraciones anatómicas: 
Se ha documentado a través de estudios post mortem y estudios con neuroimagenes: 
-Disminución del volumen craneal (lo cual implica disminución del volumen cerebral, de 
la sustancia gris en general y específicamente disminución del volumen de los lóbulos 
frontales y temporales). 
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-Dilatación ventricular (ventrículos laterales y 3º ventrículo). 
-Ensanchamiento de surcos y cisuras (frontotemporal y temporoparietal). 
-Disminución del metabolismo en el prefrontal. 
-Patología en el sistema límbico (reducción del tejido y citoarquitectura alterada). 
-Patología talámica (reducción del volumen, pérdida celular). 
-Ausencia de asimetría estructural normal en algunas regiones corticales. 
 
Alteracioneshistológicas: 
Se ha reportado una disposición anormal de poblaciones celulares que llevarían a 
establecer un patrón de conexiones sinápticas atípico entre la corteza prefrontal y el 
sistema límbico. Se halló evidencia de células piramidales desorganizadas, carentes de 
organización uniforme, dando lugar a una falta de polaridad celular y a conexiones 
sinápticas anormales. Estas alteraciones han sido postuladas como uno de los 
condicionantes de la sintomatología esquizofrénica. 
Las alteraciones neuroanatómicas y citoarquitectónicas presentes en el cerebro de los 
esquizofrénicos serían muy anteriores a la aparición de síntomas, ya que estarían 
presentes desde los inicios de la vida, pudiendo reflejar problemas genéticos y de 
desarrollo. 
 
Alteraciones neuroquímicas: Hipótesis dopaminérgica e hipofrontalidad 
Uno de los hallazgos de mayor trascendencia, da cuenta de la presencia de niveles 
anormalmente aumentados de dopamina en pacientes con esta patología. 
Las evidencias más contundentes a favor de esta desregulación surgen de estudios sobre 
la psicosis debida al consumo de anfetaminas, el efecto de los antipsicóticos y los efectos 
de los fármacos antiparkinsonianos. 
Las anfetaminas estimulan la liberación de catecolaminas pero su consumo crónico 
provoca la aparición de cuadros psicóticos muy parecidos a la esquizofrenia. Además, 
dichos cuadros responden positivamente a los mismos tratamientos utilizados para la 
esquizofrenia. 
En la enfermedad de Parkinson, se evidencia una disminución dopaminérgica en la vía 
que une a la sustancia negra con el neoestriado. Estos pacientes son tratados con 
precursores de dopamina para compensar este déficit neuroquímico. Sin embargo, una 
dosis mayor a la necesaria podría inducir psicosis. En este sentido, la relación entre 
Parkinson y esquizofrenia es bidireccional. 
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Los tratamientos antipsicóticos, al reducir la transmisión dopaminérgica, a menudo 
causan sintomatología extrapiramidal similar a la del Parkinson. A su vez, los fármacos 
antipsicóticos típicos, como la clorpromazina, actúan antagonizando los receptores 
postsinápticos D2 de dopamina. Sin embargo, estos fármacos son más efectivos para 
tratar la sintomatología positiva que la negativa. 
A su vez, una de las vías importantes en el córtex prefrontal es la vía aferente 
dopaminérgica que proyecta desde el área tegmental ventral. Su alteración interfiere en 
el rendimiento de tareas cognitivas en animales de laboratorio, y esto lleva a pensar que 
una alteración de esta vía dopaminérgica estaría implicada en algunos de los síntomas de 
la esquizofrenia. 
Sin embargo, dado a que un porcentaje de pacientes con esquizofrenia no responden a los 
psicofármacos dopaminérgicos, comenzaron a plantearse otras hipótesis como, por 
ejemplo, la hipofrontalidad. Al realizar pruebas (que en sujetos sanos llevarían a activar 
esta área), los sujetos esquizofrénicos muestran una falta de activación de la corteza 
prefrontal, concretamente de la región dorsolateral. 
Se ha propuesto que una lesión en el área prefrontal dorsolateral sería la responsable de 
la hipofunción de la vía dopaminérgica mesocortical, que daría cuenta del deterioro y 
alteración del funcionamiento cognitivo en la esquizofrenia. Esta lesión afectaría la 
regulación cortical de tipo inhibitorio sobre la vía dopaminérgica mesolímbica 
convirtiéndola en hiperfuncional, explicando los síntomas positivos de la enfermedad. 
Esta hipótesis se sustenta a partir de la hipofrontalidad detectada a través de estudios con 
tomagrafias por emisión de positrones y el aumento del flujo sanguíneo observado en la 
región frontal, tras la administración de agonistas dopaminérgicos. 
Otro enfoque de la teoría dopaminérgica propone que la hipofunción de la dopamina en 
la corteza prefrontal es la responsable de algunos de los síntomas prodrómicos antes de 
la primera fase aguda, y de los síntomas deficitarios de la esquizofrenia. El estrés, que 
forma parte de los aspectos clínicos de la recaída, sería el responsable de esta disminución 
funcional de la dopamina. De hecho, el estrés aumenta la respuesta dopaminérgica, y 
podría tener un efecto neurotóxico sobre los sistemas de catecolaminas de la corteza 
prefrontal. 
A su vez, la hipofrontalidad es un indicador de la disfunción severa de los lóbulos 
frontales, que justamente correlaciona con sintomatología negativa y con el déficit 
cognitivo que es permanente (presente incluso antes y entre los episodios psicóticos 
siendo a menudo una de las características más limitante de esta patología). 
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 Más allá del rol de la dopamina, se han hallado otras modificaciones bioquímicas como: 
disminución de los metabolitos de la dopamina en el líquido cefalorraquídeo, aumento de 
receptores dopaminergicos D2 del cuerpo estriado, disminución de la expresión del 
ARNm D2 y D4 en regiones corticales específicas, disminución del glutamato cortical, 
aumento de los receptores corticales de glutamato, disminución de los sitios de captación 
de glutamato en la corteza del cíngulo, disminución del ARNm para la síntesis de GABA 
en la corteza prefrontal y aumento de los sitios de unión GABA a en la corteza cingulada. 
 
Esquizofrenia como enfermedad del neurodesarrollo: 
La teoría del neurodesarrollo deficiente en la esquizofrenia asevera que el paciente 
adquiere la enfermedad por una lesión. La misma “atacaría” a un cerebro inmaduro en 
proceso de desarrollo, impidiendo así su crecimiento normal y produciendo un severo 
daño que se expresa en una etapa más tardía de la vida. Esta teoría se apoya en las 
alteraciones histológicas, anatómicas y funcionales que caracterizan a esta patología. 
Se ha puesto el acento en que habría una alteración en la formación normal de las sinapsis 
y la migración neuronal durante el desarrollo del cerebro, así como en sus conexiones en 
el período prenatal y en los primeros años de la infancia. Durante el desarrollo existe un 
sistema de “selección neuronal” mediante el mecanismo de apoptosis (muerte neuronal 
programada) que permite la eliminación de ciertas neuronas, permaneciendo aquellas 
conexiones sinápticas más eficientes (poda sináptica). Esto es importante en la etapa de 
la adolescencia postulándose que en este trastorno habría una poda más crítica o una 
apoptosis inapropiada quedando conexiones aberrantes (defectuosas) que no procesan de 
modo adecuado la información. Resumidamente, se postulan dos caminos para la 
alteración del neurodesarrollo: 1- Alteración cerebral en la adolescencia (poda sináptica) 
2- Alteración cerebral estática y temprana (pre o perinatal) con larga latencia antes de la 
aparición de los síntomas clínicos. 
 
Modelo psicobiológico integrador: 
Según este modelo, para la expresión del fenotipo esquizofrenia es necesario una 
combinación de susceptibilidad genética y de factores de riesgo (por ejemplo, 
antecedentes familiares, complicaciones obstétricas, deficiencias nutricionales durante el 
primer trimestre de embarazo, estrés intenso de la madre durante el embarazo, infección 
viral en vida intrauterina). 
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En la actualidad, se ha evidenciado en la mayoría de los individuos con esquizofrenia la 
presencia de un exceso de eventos perjudiciales durante el periodo prenatal y/o perinatal, 
la presencia de ciertos signos conductuales y neurocognitivos durante la infancia y la 
adolescencia, y rasgos de personalidad esquizotípica. Estos datos sugieren una alteración 
patogénica en el neurodesarrollo de estos individuos. Es decir, algunas personas heredan 
la posibilidad de desarrollar esquizofrenia, pudiendo activarse a partir de la experiencia. 
 
3. Trastornos Depresivos 
 
3.1. Características generales 
 
Los trastornos depresivos hacen referencia a un grupo de afecciones que presentan una 
serie de síntomas a nivel afectivo (tristeza, anhedonia, ánimo decaído), cognitivo 
(pensamientos negativosde sí, del mundo y del futuro, desesperanza, ideas de muerte o 
suicidas), físico (alteraciones del apetito, alteraciones del sueño, fatiga, falta de enegía) 
y conductual (reducción de actividades, agitación o retardo psicomotor). 
Estos síntomas generan mucho malestar y además gran interferencia en las distintas áreas 
de la vida de la persona. Por la tanto, el objetivo principal de los tratamientos reside en 
lograr la remisión total de los síntomas y el mantenimiento de esa remisión para que los 
pacientes puedan recuperar su funcionalidad. 
 
3.2. Neurobiología de la depresión 
 
Con el fin de evitar interpretaciones reduccionistas, resulta importante tener presente que 
los trastornos depresivos responden a diferentes niveles de disfuncionalidad 
neurobiológica tales como alteraciones moleculares, desregulación 
neuroendocrinológica, manifestaciones afectivas, cognitivas y conductuales. 
 
Nivel neuroanatómico: 
Tanto las descripciones de pacientes con lesiones cerebrales en áreas específicas como 
también las nuevas técnicas de neuroimagen han aportado gran información sobre este 
aspecto. La heterogeneidad de la sintomatología en el trastorno depresivo mayor (TDM) 
da cuenta de la participación de distintas áreas cerebrales. 
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A pesar de que en los últimos años se han localizado múltiples áreas implicadas en la 
fisiopatología de la depresión, todavía es escaso el conocimiento sobre cómo funcionan 
y cómo se interrelacionan formando diferentes circuitos. 
Diversas investigaciones dan cuenta de algunos de los cambios anatómicos y funcionales 
más frecuentes en estos trastornos. 
Entre los cambios anatómicos, se ha observado una reducción en el volúmen cortical y 
subcortical de ciertas estructuras como por ejemplo, el hipocampo (no siendo este cambio 
exclusivo de la depresión), la corteza cingulada anterior (más específicamente la corteza 
subgenual) y la corteza pre-frontal orbital. 
A su vez, también se han reportado cambios a nivel funcional. En líneas generales, 
muchos estudios muestran un aumento de actividad en estructuras implicadas en el 
procesamiento emocional como por ejemplo la amígdala, la corteza prefrontal orbital y 
la corteza subgenual junto con una actividad disminuida en áreas implicadas en la 
regulación emocional como, por ejemplo, la corteza prefrontal dorsomedial. A su vez, la 
alteración en el funcionamiento de la corteza prefrontal dorsolateral afectaría por ejemplo 
la planificación y la toma de decisiones. 
 
Nivel bioquímico 
Desde un enfoque molecular, la hipótesis monoaminérgica ha sido el marco conceptual 
predominante en relación con el TDM. Esta teoría plantea que la sintomatología se 
originaría por una baja disponibilidad de monoaminas en el espacio sináptico. Es decir, 
este trastorno respondería a un un déficit de monoaminas en ciertos sitios cerebrales. 
Entre las monoaminas principalmente implicadas se encuentran la noradrenalina (NA), la 
dopamina (DA) y la serotonina (5-HT). 
Los primeros estudios acerca de las bases moleculares de la depresión se remontan al uso 
de la reserpina. Se trata de un fármaco antihipertensivo que disminuye las monoaminas a 
nivel cerebral (NA, DA y 5-HT). La aparición de la depresión como efecto no deseado 
frente al consumo de este fármaco, llevó a pensar que estos neurotransmisores debían 
estar implicados en los procesos afectivos siendo uno de los pilares de la teoría 
monoamiérgica. Esto implicó un gran desarrollo en el avance de los tratamientos 
farmacológicos para la depresión. 
También se ha propuesto una segunda teoría que estipula que en la depresión habría un 
funcionamiento alterado de los receptores de las monoaminas que respondería a una 
disminución de estos neurotransmisores. 
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Sin embargo, los estudios actuales dan cuenta de que el TDM no puede ser explicado sólo 
a partir de una alteración en la actividad de los sistemas de neurotransmisión. 
 
Nivel neuroendócrino: 
Varios estudios han demostrado que en el TDM hay una desregulación en la respuesta de 
estrés con alteraciones significativas en el funcionamiento del eje endócrino Hipotálamo-
Hipofiso-Adrenal (HHA). Estos pacientes presentan una hiperactividad de este eje, lo 
cual implica un aumento del factor liberador de corticotrofina (CRF), de 
adenocorticotrofina (ACTH) e hipercortisolemia. 
La actividad del eje HHA está controlada por determinados circuitos cerebrales, que 
incluyen al hipocampo (que ejerce una influencia inhibitoria sobre la síntesis del CRF en 
el núcleo paraventricular del hipotálamo) y a la amígdala. El cortisol, mediante su efecto 
sobre el hipocampo y el hipotálamo, activa un mecanismo de retroalimentación negativa 
que detiene el funcionamiento del eje. Se ha demostrado que concentraciones elevadas de 
cortisol sostenidas en el tiempo pueden dañar las neuronas del hipocampo. Esto conlleva 
a una reducción de la retroalimentación negativa sobre el eje HHA que mantiene elevada 
la actividad del cortisol, causando a su vez, mayor daño hipocampal. Este deterioro a 
nivel del hipocampo contribuye a las alteraciones cognitivas de la depresión. 
Actualmente, sigue siendo tema de debate si la alteración del eje HHA sería una causa 
primaria o secundaria de la depresión. 
 
4. Trastornos de Ansiedad 
 
4.1. Características generales 
 
Ansiedad normal vs. ansiedad patológica: 
La ansiedad es una emoción compleja dado que implica una serie de cambios a nivel 
subjetivo-cognitivo, fisiológico-somático y motor-conductual que prepara al individuo 
para actuar ante una situación amenazadora. 
La respuesta a nivel subjetivo-cognitivo hace referencia a la experiencia interna, es decir 
la percepción y evaluación subjetiva de los estímulos. La respuesta fisiológico-somática 
involucra la activación del sistema nervioso autónomo. Y por último, la respuesta motora-
conductual implica escape y evitación. 
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En este sentido, la ansiedad es una respuesta adaptativa al tratarse de un sistema de 
alarma, un mecanismo de defensa que prepara y protege al organismo frente a amenazas 
o riesgos potenciales. Esta respuesta adaptativa incrementa el estado de alerta, favorece 
la capacidad de reacción a los estímulos y a su vez, mejora la habilidad para responder a 
ellos. Este tipo de ansiedad, de intensidad moderada, presenta relación con el estímulo 
que la genera y motiva conductas de afrontamiento efectivas. 
Sin embargo, puede convertirse en ansiedad patológica, alterando el funcionamiento 
normal, cuando se genera ante estímulos inadecuados o inexistentes, cuando resulta 
despropocionada ante una determinada situación (intensidad) y/o cuando se prolonga 
demasiado (persistencia en el tiempo). 
Por lo tanto, si bien la ansiedad genera una serie de manifestaciones físicas y psíquicas 
que promueven estrategias defensivas útiles frente a una amenaza en particular, puede 
superar la capacidad adaptativa de la persona dando lugar a trastornos de ansiedad (TA). 
En estos casos, la ansiedad genera malestar significativo con síntomas que afectan en el 
plano físico, psicológico y social. 
Los TA se encuentran entre las patologías mentales más prevalentes, siendo a su vez 
mayor en mujeres que en hombres. 
Su etiología es multifactorial debido a que interactúan factores biológicos, psicológicos 
y sociales, entre otros. A su vez, la presencia de factores de riesgo y factores protectores 
median la expresión de estos trastornos. 
En la Tabla 1 se muestran los trastornos mentales que en el DSM 5 ha reunido bajo el 
concepto de TA. 
 
Tabla 1. Trastornos de Ansiedad según DSM 5 
Trastorno de Ansiedad por Separación 
Mutismo Selectivo 
Fobia Específica 
Trastorno de ansiedad social (fobia social) 
Trastorno de pánico 
Agorafobia 
Trastorno de ansiedad generalizada 
Trastorno de ansiedad inducido por sustancias/medicamentos 
Trastorno de ansiedad debido a otra afección médica 
Otro trastornode ansiedad especificado 
Otro trastorno de ansiedad no especificado 
 
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Más allá de las diferentes características y las particularidades en la presentación clínica 
propia de cada trastorno, entre los síntomas nucleares comunes al espectro de los TA se 
encuentran el miedo y la preocupación excesiva. 
Estos pacientes presentan patrones cognitivos distorsionados (que justifican las 
alteraciones a nivel conductual y a nivel emocional) caracterizados por una 
sobrevaloración amenazante de los estímulos y una infravaloración de sus recursos para 
afrontarlos. 
Algunas manifestaciones clínicas habituales son las alteraciones del sueño, las 
dificultades de concentración, la fatiga, la sensación de inquietud, la irritabilidad, la 
sensación de “ahogo”, entre otras. 
 
4.2. Neurobiología de la Ansiedad 
 
Nivel neuroanatómico: 
Tanto las técnicas de investigación cerebral como la experimentación con animales (por 
ejemplo, estimulación o destrucción de ciertas áreas y administración de sustancias 
ansiogénicas o ansiolíticas) han permitido identificar regiones del cerebro involucradas 
en la ansiedad. Los estudios realizados han demostrado que no existe una única región 
sino por el contrario, numerosos centros nerviosos que participan tanto en la producción 
como en la modulación de la ansiedad. 
Entre las regiones cerebrales implicadas se pueden mencionar diversas porciones de la 
corteza cerebral, el septo lateral, la amígdala, el hipocampo, algunas áreas del hipotálamo, 
la sustancia gris periacueductal, el núcleo del rafé dorsal y el locus coeruleus. 
Algunos estudios en animales han demostrado que la estimulación eléctrica de la 
amígdala, del locus coeruleus o de la sustancia gris periacueductal producen signos de 
ansiedad o verdaderas crisis de pánico. De modo contrario, la lesión de ciertas áreas de la 
amígdala produce una disminución de la ansiedad. 
Estudios funcionales en seres humanos (resonancia magnética funcional o tomografía por 
emisión de positrones), han sugerido que la amígdala y diversas porciones de la corteza 
límbica se activan cuando se los somete a situaciones ansiógenas, como por ejemplo a 
estímulos fóbicos. En la sustancia gris periacueductal se desencadena la conducta de 
escape o inmovilidad. 
El hipotálamo lateral está implicado en la activación a nivel simpático. Su estimulación 
genera por ejemplo incremento en la frecuencia cardíaca, presión arterial, piloerección y 
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miosis, entre otras. A su vez, el núcleo paraventricular participa en la activación 
endocrina. 
El cíngulo, el parahipocampo y la corteza prefrontal también participan en la ansiedad. A 
la corteza cerebral llega información de los órganos sensitivos periféricos y de estructuras 
como el hipotálamo y la amígdala. 
Luego de experimentada la situación o estímulo ansiógeno, una serie de estructuras 
participa en su inhibición tales como el hipocampo, la corteza prefrontal y el septum. 
En los TA, desde un punto de vista anatómico, el miedo está intimamente relacionado 
con la hiperactivación de la amígdala y la preocupación con el funcionamiento alterado 
de los circuitos cortico-estriado-talámico-corticales (“circuitos de la preocupación”). 
 
Nivel bioquímico: 
A nivel molecular tampoco parece existir un único sistema de neurotransmisión 
encargado de producir o modular la ansiedad. Tanto en la generación como en la extinción 
de la ansiedad participan diversos neurotransmisores como A (Adrenalina), 5-HT 
(Serotonina), NA (noradrenalina), DA (Dopamina), GABA (ácido gamma-amino-
butírico) y glutamato. 
En líneas generales, se sugiere que la ansiedad estaría modulada por la acción del sistema 
GABAérgico (que disminuiría globalmente la ansiedad), y el sistema glutamatérgico (que 
tendría acciones ansiogénicas). A su vez, el resto de los sistemas de neurotransmisión 
presentarían sus acciones ansiolíticas o ansiogénicas modulando la actividad de las 
distintas regiones del cerebro implicadas en la ansiedad. 
El desarrollo de fármacos con efecto ansiolítico ha sugerido que en los TA habría una 
alteración a nivel GABAérgico y serotoninérgico. 
El GABA es el neurotransmisor de acción inhibitoria más importante en el SNC ya que 
aproximadamente el 30% de las sinapsis son GABAérgicas. Se trata del principal 
neurotransmisor con efecto inhibitorio en el cerebro, reduciendo la actividad de muchas 
neuronas. Por su parte, el sistema serotoninérgico tiene una estrecha interacción con la 
adrenalina y la dopamina. Los núcleos del rafé usan como neurotransmisor la serotonina, 
mientras que el locus coeruleus estimula, por medio de la noradrenalina, al sistema 
límbico. 
 
Nivel neuroedócrino: 
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Debido a la conexión entre la amígdala y el hipotálamo, en la ansiedad se produce una 
respuesta a nivel endócrino. Se activa el eje HHA y, por lo tanto, se incrementan los 
niveles de cortisol. Frente a una amenaza real de corta duración el aumento de cortisol 
aumenta la supervivencia. Sin embargo, la activación crónica y persistente de esta 
respuesta ante el miedo, puede llevar a largo plazo a comorbilidades médicas. 
De igual modo, en virtud de la conexión entre la amígdala y el locus coeruleus, la 
activación a nivel simpático da lugar a la respuesta lucha/huida que resulta adaptativa. No 
obstante, cuando la respuesta autonómica es repetitiva, es decir es crónica e inapropiada 
como sucede en los TA, puede facilitar la aparición de sintomatología. 
 
5. Psicofarmacología 
 
5.1. Conceptos generales 
 
Desde una perspectiva histórica, el término psicofarmacología surge en 1956 como 
resultado del encuentro entre las ciencias del comportamiento y la farmacología 
experimental. Sidman fue quien designó con este nombre al ámbito del conocimiento 
científico interesado por el estudio de las interacciones entre las drogas y la conducta. En 
segundo lugar, el descubrimiento accidental de la LSD-25, la introducción de la 
reserpina en la medicina occidental, y la demostración de la utilidad clínica de 
fenotiacinas, antidepresivos tricíclicos e IMAOs, fueron también catalizadores del 
establecimiento de la psicofarmacología como disciplina científica. De este modo, ya 
desde sus inicios, la psicofarmacología se constituyó como un campo del saber 
con un carácter tanto básico como aplicado. 
Los psicofármacos son aquellas drogas que están primariamente destinadas a producir 
efectos sobre el comportamiento con fines médicos o adictivos. Esta definición excluye 
a los fármacos destinados a otros fines pero que presentan efectos adversos psiquiátricos. 
Los psicofármacos actúan en determinados lugares del organismo (SNC) y resulta 
importante destacar que no generan una función nueva, sino que modulan funciones 
preexistentes. De allí la importancia de los sistemas moduladores difusos. 
Por otro lado, ha de considerarse que las drogas actúan en distintos niveles. Su efecto a 
nivel molecular es denominado mecanismo de acción, y generalmente no coincide con el 
efecto terapéutico o cambio conductual buscado. Por ejemplo, el efecto a nivel molecular 
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de un antidepresivo es inhibir la recaptación de serotonina mientras el efecto terapéutico 
es aliviar la depresión. 
Por otro lado, los psicofármacos actúan facilitando o inhibiendo la síntesis, liberación, 
unión del neurotransmisor al receptor o mecanismos de terminación de la sinapsis. Es 
decir, actúan alterando una o más etapas de la sinapsis. 
Aquellas drogas que facilitan la sinapsis se denominan agonistas (como por ejemplo los 
antidepresivos). 
En cambio, aquellas drogas que inhiben la sinapsis se denominan antagonistas (por 
ejemplo, la reserpina, la atropina, el curare). 
 
5.2. Sistemas Moduladores 
 
Las neuronas se comunican a través de la sinapsis. Sin embargo, el SNC también cuenta 
con otros sistemas de comunicación que se caracterizanpor actuar en un tiempo y espacio 
prolongado, con conexiones dispersas, difusas, que suministran información con un 
patrón de axones extendido, con el fin de realizar funciones reguladoras. 
A estos sistemas se los denomina Sistemas Moduladores Difusos, y justamente la acción 
de los psicofármacos los afecta dado que se estima que regulan, entre otras cosas 
funciones, el nivel de alerta y el estado de ánimo. 
Estos sistemas modulan un conjunto de neuronas post-sinápticas en corteza, tálamo y 
médula, ya sea aumentando o disminuyendo el volumen y actividad de las funciones 
cerebrales específicas. Los sistemas moduladores (SM) son cuatro: 
-SM de Serotonina (5HT) que se origina en los Núcleos del Rafe. 
-SM de Dopamina (DA) que se origina en la Sustancia Nigra y el Área Tegmental Ventral. 
-SM de Acetilcolina (ACH) que se originan en el Complejo Prosencéfalico Basal, en los 
Núcleos Septales Mediales, el Núcleo Basal de Meynert y el Complejo 
Pontomesencefálotegmental 
-SM de Noradrenalina (NA) que se origina en el Locus Coeruleus. 
 
Los SM presentan ciertos principios en común: 1) Cada centro posee una pequeña serie 
de neuronas, 2) Las neuronas se originan en el tronco, 3) Cada neurona puede influir en 
100.000 post-sinapsis diseminadas extensamente en el SNC, 4) Parecen liberar el 
neurotransmisor al espacio extracelular y difunden hacia numerosas neuronas y 5) 
16 
 
Activan Receptores Metabotrópicos. En la siguiente Tabla (2), se resumen los SM, sus 
sitios de origen-destino y sus funciones. 
 
Tabla 2. Sistemas moduladores, proyecciones y funciones 
 
5.3. Fármacos con efecto antipsicótico 
 
El primer gran avance en el estudio de la bioquímica de la esquizofrenia fue el 
descubrimiento accidental del primer fármaco antiesquizofrénico, la clorpromazina, a 
principios de los años 50. La clorpromazina, fue creada por laboratorios farmacéuticos 
franceses como antihistamínico. Posteriormente, un cirujano francés se dio cuenta de que 
la administración de clorpromazina, previa a las operaciones con el fin de contrarrestar la 
hinchazón, tenía un efecto calmante en algunos pacientes. Propuso entonces que podría 
tener un efecto calmante en pacientes psicóticos de difícil manejo terapéutico. Si bien se 
demostró que esto era incorrecto, los ensayos clínicos a los que dio lugar llevaron al 
descubrimiento de que la clorpromazina calmaba a los esquizofrénicos nerviosos y 
activaba a los esquizofrénicos embotados. 
Poco después de documentarse por primera vez la acción antiesquizofrénica de la 
clorpromazina, un psiquiatra estadounidense se interesó por informes que indicaban que 
17 
 
la raíz de la serpentaria se había utilizado durante mucho tiempo en la India para el 
tratamiento de las enfermedades mentales. A partir de ello, administró reserpina (el 
ingrediente activo de la serpentaria) a sus pacientes esquizofrénicos y confirmó su acción 
antiesquizofrénica. La reserpina se dejó de emplear para el tratamiento de la esquizofrenia 
debido a que produce descensos peligrosos de la presión arterial en la dosis requerida para 
esta patología. 
Si bien la estructura química de la clorpromazina y la reserpina es diferente, sus efectos 
antiesquizofrénicos son parecidos en dos aspectos importantes. En primer lugar, los 
efectos antiesquizofrénicos de ambos fármacos se manifiestan después de que el paciente 
haya sido medicado durante dos o tres semanas. En segundo lugar, el efecto 
antiesquizofrénico de la medicación normalmente se relaciona con efectos motores 
parecidos a los síntomas de la enfermedad de Parkinson: temblores durante el descanso, 
rigidez muscular y una disminución general de los movimientos voluntarios. 
En 1963, Carlsson y Lindqvist comprobaron los efectos de la clorpromazina. Llegaron a 
la conclusión, de que tanto la clorpromazina, como la reserpina antagonizaban la 
trasmisión en las sinapsis dopaminérgicas, pero lo hacían de diferentes modos. La 
reserpina disminuía la dopamina y otras monoaminas en el cerebro, al romper sus 
vesículas sinápticas. La clorpromazina disminuye la dopamina al unirse a los receptores 
dopaminérgicos, siendo un transmisor falso en las sinapsis dopaminérgicas, es decir, que 
se une a los receptores dopaminérgicos sin activarlos y, al hacer esto, impide que la 
dopamina los active. 
Otros estudios hallaron que la clorpromazina y otros fármacos antiesquizofrénicos 
eficaces tenían una gran afinidad por los receptores dopaminérgicos, mientras que los 
fármacos antiesquizofrénicos ineficaces tenían una baja afinidad. No obstante, había 
varias excepciones importantes, siendo una de ellas el haloperidol. Si bien el haloperidol 
era uno de los fármacos antiesquizofrénicos más potentes en su momento, tenía una baja 
afinidad relativa hacia los receptores dopaminérgicos. 
La solución al enigma del haloperidol llegó con el descubrimiento de que la dopamina se 
une a más de un subtipo de receptor. En la actualidad, se han identificado cinco tipos. 
Se advirtió que la clorpromazina y otros fármacos antiesquizofrénicos de la misma 
categoría química se unían de forma efectiva con los receptores D1 y D2, mientras que el 
haloperidol y otros fármacos antiesquizofrénicos de su categoría química, se unían de 
forma efectiva a los receptores D2, pero no a los receptores D1. 
18 
 
Años más tarde, se advirtió que el grado en que los fármacos antiesquizofrénicos se unen 
a los receptores D2 guarda una alta correlación con su efectividad para suprimir los 
síntomas esquizofrénicos. Por ejemplo, hallaron que el espiroperidol que tenía la mayor 
afinidad hacia los receptores D2, mostraba los efectos antiesquizofrénicos más potentes. 
 
Antipsicóticos Atípicos: 
La creación de fármacos neurolépticos atípicos (fármacos que no bloquean los receptores 
D2) ha puesto en tela de juicio la idea de que los receptores D2 son los únicos receptores 
que intervienen en la esquizofrenia. Así, por ejemplo, la clozapina es efectiva en el 
tratamiento de la esquizofrenia. Sin embargo, a diferencia de los neurolépticos 
convencionales, no tiene una gran afinidad por los receptores D2 y tampoco produce 
efectos secundarios de tipo parkinsoniano. 
La efectividad de la clozapina y de otros neurolépticos atípicos sugiere, por lo tanto, que 
los receptores D2 no son los únicos receptores que intervienen en la esquizofrenia. La 
clozapina, por ejemplo, tiene una gran afinidad por los receptores D1, D4 y receptores 
serotoninérgicos. 
Parece ser que el bloqueo de los receptores dopaminérgicos provoca un cambio 
compensatorio lento en el encéfalo, que constituye el factor clave del efecto terapéutico. 
Existe una teoría que sostiene que el cambio lento crítico es el bloqueo de la 
despolarización de las células dopaminérgicas. Inicialmente, los neurolépticos 
incrementan el disparo de las neuronas dopaminérgicas, pero al final, alrededor del 
momento en que se manifiestan los efectos terapéuticos, se produce un decremento 
general en su disparo. Este descenso es el bloqueo de la despolarización de las células 
dopaminérgicas. 
Los neurolépticos son más efectivos para el tratamiento de los síntomas esquizofrénicos 
positivos (incoherencia, alucinación y delirio) que se suponen están provocados por un 
aumento de la actividad neural en comparación con los síntomas esquizofrénicos 
negativos (embotamiento afectivo y pobreza expresiva) que estarían provocados por un 
decremento de la actividad neural. 
 
5. 4. Fármacos con efecto antidepresivo 
 
19 
 
Si bien en la actualidad existe una importante variedad de antidepresivos, la gran mayoría 
de estos fármacos tienen como común denominador regular los sistemas de 
neurotransmisión monoaminérgico. 
Más allá del mecanismo, gran parte de los antidepresivos ejercen su acción incrementando 
la disponibilidad de monoaminas en la hendidura sináptica, principalmente NA, DA y 5-
HT, ya sea inhibiendo la recaptaciónllevada a cabo por los transportadores de esas 
monoaminas o inhibiendo la acción de las enzimas extra e intracelulares que las degradan. 
Los efectos secundarios de estos fármacos suelen presentarse en los días siguientes de 
iniciar su consumo debido al aumento de los neurotransmisores implicados. Por el 
contrario, el efecto clínico de mejoría en los síntomas depresivos suele tardar entre dos y 
cuatro semanas. Esto se debe a que este incremento de la disponibilidad de los 
neurotransmisores (cambio agudo) produciría de modo diferido cambios adaptativos en 
el número y sensibilidad de los receptores, generando la acción antidepresiva. Es decir, 
el aumento de la disponibilidad del neurotransmisor produce un cambio en la actividad 
de los receptores. 
 
Inhibidores de la monoamino-oxidasa (IMAO): 
Se trata del primer grupo de fármacos con acción antidepresiva. El primer IMAO fue la 
iproniazida, inicialmente desarrollada para el tratamiento de la tuberculosis, a partir de lo 
cual se pudo observar que presentaba propiedades antidepresivas. 
El mecanismo de acción de estos fármacos consiste en inhibir a la enzima MAO 
(monoamino-oxidasa), y al impedir que esta enzima pueda ejercer su acción, aumenta la 
concentración disponible de aminas. 
Existen 2 subtipos de MAO (A y B). La NA, la A y la 5-HT son sustratos de la MAO A, 
y sólo la DA es sustrato de ambos tipos. 
La aparición de otras drogas hizo disminuir el uso de estos fármacos ya que a pesar de su 
eficacia como antidepresivos, presentan efectos adversos e interacciones farmacológicas 
que resultan peligrosas sin un seguimiento adecuado. 
 
Antidepresivos tricíclicos (ATC): 
La imipramina fue el primer antidepresivo de este grupo. Se acción antidepresiva se 
descubrió cuando se investigaba esta droga para el tratamiento de la psicosis. 
El mecanimos de acción de este grupo de fármacos consiste en inhibir la recaptación de 
5-HT, NA y en menor medida de DA. Pero como también tienen efectos bloqueantes 
20 
 
sobre receptores H1 histaminérgicos, α1 adrenérgicos y colinérgico-muscarínicos, 
provocan varios efectos secundarios frecuentemente poco tolerables y dependencia. Por 
este motivo, se suele hablar de este grupo de fármacos como “inespecíficos o no 
selectivos”. A pesar de sus efectos colaterales, su acción antidepresiva es muy eficaz. 
Entre ellos se pueden mencionar la imipramina, la clomipramina y la amitriptilina. 
 
Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS): 
Hacia los años 80 surge la fluoxetina, el primer ISRS que aparece en el mercado para el 
tratamiento del TDM. 
El mecanismo de acción de este grupo de antidepresivos consiste en la inhibición del 
transportador de 5-HT que es quien reintroduce a estas moléculas de la hendidura 
sináptica a la neurona pre-sináptica para ser reciclada. De este modo, los 
neurotransmisores pueden actuar libremente sobre los receptores post-sinápticos y sobre 
los autorreceptores 5-HT1A. 
Este grupo de drogas, a diferencia de los antidepresivos tricíclicos, actúa selectivamente 
y con precisión sobre el bloqueo de recaptación de 5-HT. 
Entre los ISRS más habituales se pueden citar la fluoxetina, la sertralina, la paroxetina, 
la fluvoxamina, el citalopram y el escitalopram. Si bien tienen un efecto clínico común 
difieren en sus efectos secundarios. 
 
Inhibidores de recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN): 
Este grupo de fármacos son habitualmente denominados antidepresivos duales ya que 
además de la acción de bloqueo del transportador de 5-HT, bloquean también el 
transportador de NA. 
Los IRSN no sólo aumentan las concentraciones sináptica de 5-HT y NA sino además las 
concentraciones de DA en la corteza pre-frontal (a dosis altas). Esto se debe a que en esta 
área la DA es recaptada por el transportador de NA. Entre los IRSN más habituales se 
pueden citar la venlafaxina, la desvenlafaxina, la duloxetina y el milnacipram. 
 
Inhibidores de la recaptación de noradrenalina y dopamina (IRND): 
La acción de este tipo de antidepresivos consite en la inhibición del transportador de NA 
y DA, incrementando las concentraciones sinápticas de ambos neurotransmisores. Su 
acción sobre la DA hace que este tipo de fármacos tenga propiedades antidepresivas 
activantes/estimulantes. El bupropión corresponde a este grupo de drogas. 
21 
 
Inhibidores selectivos de recaptación de noradrenalina (ISRN): 
Estos fármacos bloquean el transportador de NA, provocando mayor disponibilidad 
sináptica de este neurotransmisor, y además de DA a nivel de la corteza prefrontal. 
Actualmente, su uso como antidepresivos sigue siendo controversial. 
A este grupo corresponden la reboxetina y la atomoxetina (usada en el trastorno por 
déficit de atención con hiperactividad). 
 
Antidepresivos con otros mecanismos de acción: 
Además de los fármacos mencionados, existen otras drogas con acción antidepresiva que 
involucran otras mecanismos de acción. Por ejemplo, los antidepresivos bloqueantes de 
receptores pre-sinápticos (mirtazapina), los antagonistas 5-HT2 y bloqueantes de la 
recaptación de 5-HT (trazodona) y los potenciadores de recaptación de 5-HT (tianeptina). 
 
5. 5. Fármacos con efecto ansiolítico 
 
En la actualidad, existen distintos grupos de fármacos que han demostrado ser eficaces 
en el tratamiento de la ansiedad. A continuación, se describirán sólo los de uso más 
frecuente. 
 
Benzodiazepinas: 
Las benzodiazepinas (BZD) son las drogas con acción ansiolítica más utilizadas. Estos 
fármacos ejercen una acción selectiva a nivel de algunas estructuras límbicas como la 
amígdala, el hipocampo, el septum así como también en los circuitos cortico-estriado-
talámico-corticales de la corteza pre-frontal. Su acción sobre las neuronas sobreactivadas 
de amígdala y de los circuitos cortico-estriado-talámico-corticales, reducirían 
consecuentemente el miedo y la preocupación (efecto ansiolítico) característica en los 
TA. 
En relación con su mecanismo de acción, las BZD modulan la acción GABAérgica, 
aumentandola la afinidad con la que el GABA se une a su receptor. 
En este sentido, es importante aclarar que existen 3 tipos principales de receptores para 
GABA (GABAA, GABAB y GABAC) y numerosos subtitpos. Las BDZ actúan sobre 
algunos subtipos de los receptores GABAA (otros subtipos son insensibles a ellas) 
mediando la neurotransimisión inhibitoria. Los receptores GABAA están formados por 
varias subunidades que forman un canal iónico (ligando dependiente-cloro) y tienen sitios 
22 
 
de reconocimiento específicos no sólo para el GABA sino también para otras sustancias 
agonistas como las BZD, los barbitúricos y el alcohol (siendo todas ellas drogas 
depresoras del SNC). Si esos sitios de reconocimiento de los receptores son ocupados por 
agonistas, se incrementa la actividad GABAérgica. Contrariamente, cuando son ocupados 
por antagonistas la actividad GABAérgica disminuye. 
Al actuar sólo, el GABA produce la apertura de canales de cloro. Mientras que la 
combinación GABA+BZD aumenta la frecuencia de apertura de canales inhibitorios de 
cloro (Cl-), con un consecuente aumento del flujo de iones Cl- hacia el interior de la 
neurona (no incrementándose ni el cloro que pasa por los canales ni tampoco la duración 
de la apertura del canal). Esto provoca una hiperpolarización neuronal que produce un 
efecto inhibitorio y se traduciría en más inhibición y por lo tanto, en una mayor acción 
ansiolítica. En este sentido, las BZD actúan entonces como agonista GABAérgico ya que 
la combinación GABA+BZD aumenta la frecuencia de apertura de canales de cloro a un 
nivel que no es posible sólo con el GABA. Al unirse al receptor de GABAA en un lugar 
diferente al que se unen las moléculas GABA, las BZD facilitan y potencian la acción 
hiperpolarizante e inhibidora de este neurotransmisor. 
De este modo, aumentando la acción inhibitoria de las BZD en losreceptores GABAA 
post-sinápticos de la amígdala, se modularían su actividad excesiva en la respuesta de 
miedo disminuyéndolo. A su vez, modularían también la excesiva actividad de los 
circuitos asociados a la preocupación al reforzar la acción de las interneuronas 
inhibitorias. 
Algunos estudios sugieren que como los receptores GABAA son sensibles no sólo al 
GABA sino también a las BZD podría existir alguna sustancia que actúe como una “BZD 
endógena” en el cerebro que aún no haya sido identificada. 
Estos fármacos suelen ser el tratamiento de primera elección en etapas agudas y a corto 
plazo mostrando una eficacia bien establecida. Sin embargo, utilizarlos de modo 
prolongado no está recomendado debido a su potencial adictivo que da lugar a un gran 
riesgo de tolerancia y dependencia física/psicológica. Además, la interrupción brusca de 
los tratamientos con estos fármacos suele producir síndrome de abstinencia. 
Entre las BZD más frecuentemente indicadas se encuentran el diazepam, el clonazepam, 
el lorazepam y el alprazolam. Entre los efectos adversos se pueden citar vértigo, ataxia, 
temblores, disartria, somnolencia, sedación, dificultades para mantener la atención, 
cefalea, disminución de la actividad sexual, taquicardia, sequedad de boca, fatiga, 
amnesia anterógrada, etre otros. 
23 
 
 
Antidepresivos con acciones ansiolíticas: 
El hecho de que muchos circuitos y neurotransmisores ligados a los TA también estén 
implicados en el TDM da cuenta de que algunos antidepresivos también sean eficaces 
como ansiolíticos. Por este motivo, ciertos antidepresivos suelen ser fármacos de primera 
elección en los TA. 
1) Antidepresivos tricíclicos (ATC): La imipramina, desimipramina y 
clorimipramina son los principales antidepresivos tricíclicos utilizados en el 
tratamiento de los TA. Estos fármacos inhiben la recaptación de 5-HT, de NA o 
de ambas (según el fármaco) haciendo que las monoaminas permanezcan más 
tiempo disponibles en el espacio sináptico lo cual explicaría su acción 
antidepresiva. Sin embargo, su acción ansiolítica probablemente esté relacionada 
con acciones sobre los receptores GABAérgicos. 
2) Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS): Estos fármacos 
(por ejemplo la fluoxetina) presentan acciones antidepresivas y ansiolíticas 
posiblemente por el aumento de la acción de la 5-HT, ya que actúan 
selectivamente sobre la recaptación de este neurotransmisor. Estos fármacos 
tienen alta especificidad contra la ansiedad y escasos efectos adversos. No crean 
dependencia. 
3) Inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN): la 
venlafaxina ha demostrado ser eficaz para los síntomas de ansiedad. En ocasiones, 
se recomienda su uso cuando el tratamiento inicial con ISRS no ha sido efectivo. 
 
Agonistas de la Serotonina: 
Se trata de fármacos que actúan como agonista selectivo sobre un subtipo de receptor 
serotoninérgico (5-HT1A). Exiten 3 tipos de receptores serotoninérgicos 5-HT1, 5-HT2 y 
5-HT3. No mostraron ser eficaces en el tratamiento de los TA, excepto la buspirona (que 
presenta acción antidepresiva y ansiolítica). Esta droga mostró ser tan eficaz como las 
BDZ en su efecto ansiolítico, pero con la ventaja de producir menos efectos adversos. Por 
ejemplo, no produce ataxia, relajación muscular, sedación ni síndrome de abstinencia. 
 
Otros fármacos con acción ansiolítica: 
También se utilizan y han mostrado eficacia en el tratamiento de TA antipsicóticos, β-
bloqueantes, antihistamínicos y estabilizadores del ánimo. 
24 
 
 
Tabla 3. Síntesis de efectos y mecanismo de diversas drogas 
Fármacos 
Sistema 
Modulador 
Efecto en la sinapsis 
Mecanismo 
de Acción 
IMAO 
 
Tricíclicos 
 
IRSS 
5HT/ NA 
 
5HT/ NA 
 
5HT 
Favorece la sinapsis 
 
Favorece la sinapsis 
 
Favorece la sinapsis 
(agonista) 
Inhibición de la degradación. 
 
Inhibición la recaptación. 
 
Inhibición selectiva de la 
recaptación de 5HT. 
Anfetaminas 
Cocaína 
(potente estimulador 
de SNC) 
DA/NA Favorece la sinapsis 
Agonista de la síntesis 
del NT. 
Bloquea la recaptación de NA-
DA y estimula la liberación de 
DA. 
(Vía mesocorticolímbico: 
refuerzo) 
LSD 
(Dietilamina de Ácido 
Lisérgico. 
Alucinógeno) 
5HT Desinhibe circuitos 
nerviosos responsables 
del sueño 
Suprime la actividad de 
neuronas 5HT (La 5HT no 
inhibe los mecanismos del 
sueño y surgen las 
alucinaciones) 
Clorpromazina DA Antagonista DA Bloquea receptores DA 
Ansiolíticos 
Alcohol - Barbitúricos 
GABA/ DA Depresores Abre canales de Cl- 
Tabaco ACH Estimula receptores 
ACH (Nicotínicos) 
 
 
 
6. Conclusiones 
 
Si bien en los últimos años se ha avanzado considerablemente en el estudio de los distintos 
trastornos mentales, resulta necesario que se continúe explorando sus particularidades y 
características propias respecto a la neurobiología, con el propósito de que estos 
conocimientos lleven consecuentemente a lograr mejorías en términos del tratamiento. 
A lo largo de la historia, en el campo de la farmacología, muchas drogas fueron creadas 
con un propósito y al ser administradas permitieron observar mejorías o retrocesos en 
ciertos síntomas o patologías psiquiátricas, permitiendo luego explorar su mecanismo de 
acción (evidenciando un recorrido contrario al esperable). 
Por otro lado, es importante remarcar que la etiqueta otorgada a un fármaco (por ejemplo, 
un “antipsicótico”) no se corresponde necesariamente con el diagnóstico del paciente ya 
25 
 
que su indicación responde al mecanismo de acción o a la casuística. Tal como se 
mencionó, por ejemplo, los trastornos de ansiedad podrían tener como indicación 
farmacológica un ansiolítico, un antidepresivo o un estabilizador del estado de ánimo. 
Esto da cuenta de que es mucho todavía lo que resta por investigar. 
 
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Otros materiales