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11 CAPÍTULO 1 Estudios de desarrollo cognitivo: antes y después del encuentro con los sistemas dinámicos rebeca PucHe-NavarrO, Ph.D Corporación Niñez y Conocimiento La confluencia entre la psicología del desarrollo como ciencia del desarrollo y los sistemas dinámicos no lineales (en adelante SDNL) ocurrió en diversas geografías (Europa y Norteamérica) y en el mismo periodo (más o menos veinte años atrás) (Lewis, 2000; Smith & Thelen, 1993; van Geert, 1994; Yan & Fischer, 2002). En ese encuentro, la ciencia del desarrollo recupera el sentido de lo dinámico y se abre la posibilidad de abordar el desarrollo como un sistema complejo. La propuesta, a partir de allí, es contemplar el desarrollo como un espacio de interacción entre componentes de donde surge la novedad y el cambio. Como sistema complejo su orden es subyacente, no siempre visible a primera vista. Explorar el desarrollo como sistema complejo requiere otra mirada que se ocupe de su dinámica y de las relaciones entre sus componentes. Esa concurrencia es el punto de partida de este capítulo, y para ello se utilizan algunos estudios específicos realizados por el grupo de Cognición y Desarrollo (en adelante C&DR) del Centro de Investigaciones en Psicología, Cognición y Cultura. Tampoco es una coincidencia que dicho centro haya surgido preci- samente hace veinte años, y por esos caminos inciertos de la construcción en ciencia se preparan allí las bases para fundamentar lo que será la relación entre la psicología del desarrollo y los SDNL. Rastreos del concepto de desarrollo Para una ciencia del desarrollo, los itinerarios y trayectos de los procesos que conducen a pensamientos nuevos constituyen un espacio ideal. En esa línea 12 Capítulo 1. Estudios de desarrollo cognitivo: antes y después del encuentro con los sistemas dinámicos de ideas, no es de extrañar la atención que puede tener establecer trayectorias y microtrayectorias del desarrollo. En ese contexto, es necesario resaltar el concepto de evolución como proceso. Es Piaget (1967) quien hace esa distinción para resaltar la concepción evolucionista de la evolución. Aunque pareciera evidente, esta concepción solo surge hasta el siglo XIX, con Lamarck y Darwin1, pues la evolución como proceso de transfor- mación empieza a pensarse a partir de esos autores. Antes de ellos, el concepto de evolución era no evolutivo. En el caso de la scala naturae, los seres vivos se ordenan en una férrea cadena progresiva y lineal que va de lo más simple a lo más complejo, y en la que prima la relación por etapas. Darwin, en contraste, entiende la evolución como proceso, donde prima una mirada sobre aquello que produce el cambio, sobre las condiciones de producción de los distintos momentos del cambio. Él personifica una evolución evolucionista y, al entender la evolución como proceso, privilegia los mecanismos de cambio. Las etapas fijas en la evolución terminan dando lugar a la comprensión de mecanismos y procesos de selección (Malone, Cerri & Staddon, 2011). Esa concepción evolucionista de la evolución y del desarrollo es un componente clave para pensar una ciencia del desarrollo. Esa idea estaba presente desde los inicios, con los llamados padres de la psicología del desarrollo (Werner, Piaget, Baldwin, Wallon, entre otros). Una ciencia del desarrollo es un proyecto fun- dado en los mecanismos del cambio y la aparición de la novedad, y ese era el horizonte conceptual de esa psicología del desarrollo, tal como Piaget (1967; 1970) y Baldwin (1890/2010) lo habían pensado. Esa plataforma contrasta con la psicología del desarrollo tradicional que resulta un tanto estática, más de un autor así lo señala (Kagan, 2008; Yan & Fischer, 2002). En la tradición, la cuestión del desarrollo era establecer etapas pensadas de manera consecutiva a partir de una sucesión fija. Esa visión etapista tiene la dificultad de conducir a un modelo externo y final que no recupera los procesos de cambio (Puche-Navarro & Martí, 2011). Las etapas tienen una relación férrea con la edad, lo que a su vez tiene repercusiones sobre la manera de concebir el desarrollo. No en vano el propio concepto de desarrollo había tenido en su momento fuertes críticas (Goswami, 2001). 1. La evolución como desarrollo evolutivo aparece tardíamente en la historia de las ideas. Un ejemplo no evolutivo que la historia de la biología ofrece es la visión preformista que aparece siglos después. Como su nombre lo indica, el preformismo considera que el inicio contiene (espermatozoide), en escala mínima, el producto final, que es el ser vivo que apa- recerá después (Piaget, 1967). Hay estados, momentos, etapas en el desarrollo y este está congelado allí. Ese desarrollo y esa evolución no se ocupa de los procesos de transformación. 13El desarrollo cognitivo se reorganiza Se trata, pues, de concentrarse en los procesos de transformación del conoci- miento, lo que implica romper con una etapa final a la luz de la cual se estudia cada momento del desarrollo. Igualmente, conlleva romper con esa visión que toma la edad como criterio de aparición de capacidades. Una sucesión fixista de etapas y momentos agota las posibilidades de entender el desarrollo como el proceso de acceso a lo nuevo. En suma, una ciencia del desarrollo se debe dis- tanciar de propuestas de una psicología del desarrollo tradicional que responden a lo que sería una concepción no evolucionista del desarrollo. La noción de sistema será otro pilar en esta conceptualización de una ciencia del desarrollo. Estaba ya presente en Darwin en su concepción de evolución evolucionista, pues concebía la evolución como un sistema (Gruber, 1984), como una totalidad con una lógica interna y con su propia coherencia (Meyer, 1967). Esta idea de sistema transita por las ciencias humanas desde hace mu- chas décadas, y tiene en Bertalanffy (1963) un aporte específico con su teoría general de sistemas. Él introdujo la propuesta de sistemas abiertos de los que vale enfatizar algunas características como la equifinalidad (las modificaciones del sistema son independientes de las condiciones iniciales), las retroalimentaciones que resaltan la bidireccionalidad de las interacciones, y la tendencia al cambio o morfogénesis, pues juegan un papel esencial en la manera como funciona el sistema (Weckowicz, 2000). Esta noción de sistema coincide y reencuentra el proyecto de los sistemas diná- micos. La ciencia del desarrollo recupera la idea de concebir el desarrollo como un sistema al considerar que todos sus componentes están interrelacionados, tienen una misma matriz y responden a principios comunes. La naturaleza com- pleja del desarrollo como sistema está ligada a concebir la novedad y el cambio como resultado de la interacción incesante entre sus múltiples componentes, los cuales tienen distintas procedencias y destinos variados. Es en este punto que la propuesta de pensar el desarrollo desde de los sistemas complejos resulta pertinente. Pertinencia de los sistemas dinámicos y complejos Son muchas las evidencias y los argumentos según los cuales los fenómenos de los que se ocupa una ciencia del desarrollo son sistemas complejos (van Geert & Steenbeck, 2005; Kagan 2008). Aquí se toma el término complejo siguiendo la advertencia de García (2000), según la cual “lo que se define en muchos de los casos es el ‘adjetivo complejo’. Más precisamente se identifican fenómenos, situaciones, comportamientos y procesos a los que se puede calificar de com- plejos, en un sentido que es necesario especificar en cada caso” (p. 67). En ese 14 Capítulo 1. Estudios de desarrollo cognitivo: antes y después del encuentro con los sistemas dinámicos orden de ideas, complejo es el mundo de las relaciones inextricables del afecto; complejas son las relaciones humanas marcadas por acciones cruzadas por las interacciones y retroacciones; complejo es el acceso al conocimiento que está lejos de ser esquemático, que no siempre es predecible y que puedeser azaroso. Desde los sistemas dinámicos, los sistemas complejos y el caos están relaciona- dos. Veamos: el caos es un sistema fluctuante, caracterizado por procesos que se comportan de una manera que parece azarosa, sin una lógica visible, aun cuando la realidad es que ellos están determinados por leyes bastante precisas (Lorenz, 1993). Por su parte, Munné (2014), basado en Prigogine, anota que caos y orden son una pareja unida, cuando se trata del caos activo. En lo que respecta a los sistemas complejos, ellos configuran un espacio com- puesto por un gran número de elementos interactuando y con grandes inter- dependencias. Esa interacción tiene la característica de ser no lineal, y es esa no linealidad la que marca un comportamiento entendido como caótico entre interacciones, lo que a su turno es fundamental para definirse como sistemas complejos (Campos, 2005). Esa no linealidad de los sistemas caóticos implica que los resultados no son proporcionales a las causas, la secuencialidad entre los distintos momentos por los que transcurre un proceso no siguen una secuencia fija, en la cual una fase previa siempre será condición de la posterior, y en la que el punto de partida no necesariamente tiene conexiones claras con el punto final. ¿Y cuáles son las exigencias de un abordaje de procesos complejos? Al tratarse de un funcionamiento que opera en espacios dinámicos, prevalecen las inte- racciones entre múltiples componentes. Allí no aplican las relaciones simples causa-efecto. Con mucha agudeza, Smith y Thelen (2003) plantean que en un sistema dinámico ningún elemento ni ninguna relación tiene una prioridad causal. Estas autoras proponen el ejemplo de lo que se ha llamado el error A-pero no-B, que es la relación entre el objeto visible y el escondido en la experiencia piagetiana del objeto permanente. Según ellas, ese “aparente error del niño que busca el objeto en la localización B cuando está en el lugar A es un producto emergente de múltiples factores que interactúan entre sí” (p. 245). El niño no simplemente sigue la relación lineal entre las ubicaciones y los desplazamientos del objeto, sino que reinan en su mente muchos otros elementos. Para las autoras, esta información de la ubicación espacial es procesada en la mente del niño al mismo tiempo que muchos otros elementos, donde esa relación causal no parece privilegiada. Sus planteamientos refuerzan la idea de que en el desarrollo nunca se debe buscar una única causa, no se contempla la idea de un único factor. La cuestión, entonces, es proceder con metodologías que lo permitan. 15El desarrollo cognitivo se reorganiza Prigogine (1997) cuestiona también el marco de las leyes causa-efecto como única posibilidad de explicación. No cuestiona el paradigma en sí, sino el conce- birlo como la única relación para explicar todos los fenómenos. Ciertamente hay fenómenos que escapan a ese marco. El desarrollo cognitivo, mejor que ningún otro caso, al entenderse como un campo de fuerzas donde interactúan entre sí muchos componentes, revela otra dinámica. En ese espacio de interacción prevalecen relaciones no lineales donde la linealidad de precursores no aplica. En ese sentido, el desarrollo cognitivo resulta adecuado para ilustrar la riqueza de una dinámica de relaciones que sobrepasan la relación causa-efecto, y en el que tampoco tiene vigencia la sucesión creciente como única manera de concebir los fenómenos. Se ha mencionado aquí que el escenario del desarrollo y del microdesarrollo concierne a procesos entendidos como sistemas, en los que múltiples factores interactúan, y ello va de la mano de una no linealidad en su devenir. En ese espacio de interacción, los procesos involucrados en el desarrollo y el micro- desarrollo no se desenvuelven en etapas fijas. Justamente, lo que se produce es una dinámica de movilizaciones que está muy lejos de seguir un orden lineal. La evolución de algunas capacidades no da cuenta de una sucesión de momentos que siguen siempre la lógica de una relación esquemática donde lo uno lleva invariablemente a lo otro. Los estudios sobre el aprendizaje del caminar (Adolph, Robinson, Young & Gill- Alvarez, 2008; Adolph, Berger & Leo, 2011) constituyen un buen ejemplo del desarrollo de algunos procesos. En general, en este aprendizaje del caminar se identifican tres momentos: gatear, caminar con apoyos y, finalmente, caminar autónomamente. No obstante, estos estudios muestran que esos tres momentos no constituyen etapas en el sentido tradicional. Para Adolph, Berger & Leo (2011), son tres sistemas definidos por parámetros diferentes. Cada uno de esos sistemas funciona con base en diferentes aprendizajes que no se transfieren linealmente los unos a los otros. Cada sistema moviliza, según estos autores, distintos grupos de músculos, tanto para el equilibro como para la movilización, pero también requiere de información proveniente de las diversas modalidades perceptivas. Las calibraciones de cada sistema son autónomas y sin relación entre ellas. De manera que en el desarrollo ciertos momentos pueden tomar formas drásticamente diferenciadas entre sí. Cada uno de esos momentos funciona como un sistema con sus propias exigencias independientes entre sí. No se puede pensar ese desarrollo a la manera tradicional en la que la etapa siguiente contiene a la previa, o la anterior es condición de la posterior. En síntesis, la denominación de etapas parece no ajustarse a esta forma de pensar el desarrollo. 16 Capítulo 1. Estudios de desarrollo cognitivo: antes y después del encuentro con los sistemas dinámicos En ese orden de ideas, Fischer y Bidell (2006) prefieren concebir el desarrollo, no en función de etapas en las que la una sigue a la otra, sino que plantean la necesidad de pensarlo de otra manera. Su propuesta es comprenderlo en términos de una red. Con esta figura se trata de esquivar la simplicidad de esas relaciones secuenciales fijas y esas relaciones causa-efecto. Los hilos o filamentos en una web no están fijos ni determinados en un orden, sino que son productos (joint-products) de la actividad construida en la web y de los contextos que la soportan, en los cuales están construidos (Fischer & Bidell, 2006). En ese nuevo escenario de pensar el desarrollo y el microdesarrollo como siste- mas, se ha mencionado la importancia de capturar sus dinámicas y la necesidad de establecer y reconocer las trayectorias en esos procesos. Ahora es el momento de volver sobre ese planteamiento. En la recuperación de esa naturaleza dinámica de ese sistema que está en proceso de construirse, los estudios muestran que se trata de fuerzas convergentes o divergentes, estables e inestables del sistema. Es ahí donde las trayectorias ponen al descubierto la naturaleza dinámica de los procesos estudiados. Ellas jugarán un papel importante al dar cuenta de los itinerarios del desarrollo y del microdesarrollo. Las trayectorias permiten visualizar ese movimiento, esas transformaciones y los procesos de cambio. Se ajustan a esa idea del desarrollo como sistema en el que hay fuerzas que se combinan, y es a partir de ellas que se puede hacer seguimiento. Se trata, entonces, de seguir el itinerario de las fuerzas que se combinan, los procesos de transición y de reorganización. La idea es confirmar si esos cambios ocurren de manera abrupta o suave, y el tipo de racionalidad, si es lineal o no lineal, si se trata de procesos estables o inestables. Las trayectorias dejan cualquier rezago mecanicista para integrarse a una comprensión evolutiva del desarrollo. En ese paisaje de movilizaciones y de trayectorias, la métrica, como un lente externo desde el cual se examina al sujeto, muestra limitaciones, pues funcio- na a partir de parámetros inmodificables (Smith & Thelen, 2003). La métrica no puede ser estática. Si se trata de abordar y explorar el desarrollo como un sistema que está siempre en movimiento, se hace necesario trabajar con una métrica que refleje los procesosque están en constante evolución. Lo adecuado parece ser capturar la manera en que las movilizaciones de esos procesos fluyen en el contexto en el que el niño funciona. La idea es ser fiel a la métrica propia del sujeto y, a partir de sus itinerarios, capturar su devenir en el nivel micro y macro del desarrollo, como un conjunto de momentos de regresiones y progre- sos. Esa métrica de los itinerarios pone de presente periodos de estabilidad e inestabilidad, de acercamiento y alejamiento, lo que evidencia la complejidad de la novedad y del cambio. 17El desarrollo cognitivo se reorganiza De cómo se llega a los SDNL Tal vez, a esta altura, resulta pertinente precisar cómo el grupo de C&DR llega a los SDNL. Para ello es necesario mencionar que el paisaje de los estudios en psicología del desarrollo, tiempo atrás se presentaba bastante desigual y fragmentado tanto en lo conceptual como en lo metodológico. Los alcances de muchas propuestas resultaban débiles o incompletas en el momento de res- ponder sobre cuestiones centrales (Howe & Lewis, 2005; Lewis, 2000; Valsiner, 2004). Conceptos como el de estadio y formulaciones del desarrollo en etapas presentaban insuficiencias; igual ocurría con la cuestión de la discontinuidad o la continuidad en el proceso del cambio (Courage & Howe, 2002; Goswami, 2001). En ese contexto, no era convincente esa proliferación de pequeñas teorías (Courage & Howe, 2002; Fischer & Bidell, 2006). Es así que la alternativa de una conceptualización desde los SDNL aparece como una opción prometedora (Smith & Thelen, 1993; 2003; van Geert & Stenbeek, 2005). ¿Cuál es el itinerario del grupo C&DR? La agenda de trabajo venía desenvol- viéndose, durante varios quinquenios, sobre la plataforma pospiagetiana del desarrollo. Varios textos dan cuenta de ese recorrido y de esa búsqueda (Puche- Navarro, 2000; Puche-Navarro, Colinvaux & Dibar, 2001). Desde sus inicios, el grupo se interesa por tratar de entender la actividad mental del niño, la manera como descubre el mundo, crea relaciones y construye el conocimiento, siempre “desde el punto de vista del niño”. Todo ello en espacios como el humor visual, la construcción del razonamiento científico y otros temas que no estaban per- meados por la escolaridad. ¿Qué marca la diferencia entre los estudios del desarrollo (sean los estudios del humor visual o del razonamiento científico) antes y después de los SDNL? Desde una postura pospiagetiana, el desarrollo nunca fue considerado como un proceso simple al que se le pueden aplicar esquemas de estímulo-respuesta. Los estudios tratan de hechos que hacían inclinarse más hacia la concepción del desarrollo en espiral, tal como Piaget (1970) lo plantea. Para él, el cambio conceptual, o simplemente el paso de un conocimiento a otro, supone en mu- chos casos rupturas y no procesos graduales de acumulación de información. Entender la naturaleza del cambio cognitivo sigue siendo una pregunta que requiere más investigación y conceptualización. La adopción del punto de vista del niño juega un papel esencial porque compromete la dinámica del sistema con algo específico del sujeto. Este tipo de planteamientos resulta compatible con las propuestas de los SDNL. Sobre esta base se comienza a profundizar en la idea de considerar el desarrollo y los procesos de cambio como un sistema complejo. Conceptos como el de autorregulación, autoorganización y no lineali- 18 Capítulo 1. Estudios de desarrollo cognitivo: antes y después del encuentro con los sistemas dinámicos dad, encontraban prolongaciones e ideas con las que se venía trabajando. Otros conceptos requerían de una reorganización, como el de la emergencia del cambio. El encuentro con los SDNL se produce en el momento en que la naturaleza variable del funcionamiento cognitivo se encuentra en datos tan extensos como tozudos. El panorama de muchos de los estudios realizados por el grupo arroja una irregularidad en las trayectorias y microtrayectorias que dan cuenta de los procesos por medio de los cuales el sujeto accede al cambio y se acerca al co- nocimiento. Esa irregularidad en las trayectorias se encuentra por igual en los estudios del humor visual (Puche-Navarro, 2004; Ordoñez & Marín, 2014) y en los estudios llamados del pensamiento científico (Puche-Navarro, 2002), y lleva a la búsqueda de conceptualizaciones y metodologías nuevas. Los SDNL ofrecían una conceptualización compatible, por lo demás, con la herencia pia- getiana. Los SDNL significaron una posibilidad en la búsqueda de soluciones a problemas que entregaban los hechos, producto de la investigación. Este asunto que se conoció como la variabilidad desde los inicios de la primera década del siglo XXI, atrajo el interés de muchos investigadores. El panorama en ese momento mostraba, con alguna insistencia, trayectorias del desarrollo marcadas por fluctuaciones. Estos procesos del microdesarrollo se revelaban como “altamente no lineales, heterogéneos y dependientes de un amplio rango de factores” (Rose & Fischer, 2009, p. 417). Según Yan y Fischer (2002), se trataba de “actividades cognitivas de estabilidad transitoria, con cambios menos extremos, con fluctuaciones lentas/graduales y construcciones –a corto plazo–, hacia un nivel más alto” (p. 152). En palabras de Thelen y Bates (2003), “los patrones de cambio requieren que los sistemas pierdan estabilidad y que los elementos internos y externos irrumpan en la coherencia de manera que los componentes se reorganicen en estados más estables” (p. 381). En síntesis, el conjunto de datos arrojados por estas investigaciones se presentaba como itinerarios no lineales, fluctuantes, discontinuos. Se retoma allí la presencia de procesos dinámicos a los que hay que atender. El papel que metodológica pero también conceptualmente jugaron las trayectorias, se explica en la medida en que ellas hacen visible la actividad cognitiva del sujeto y son el escenario desde el cual se exploran las condiciones de transformación de la actividad mental del sujeto. En este capítulo, como en los otros de este libro, las trayectorias tienen ese sentido; responden a la necesidad de explicar la naturaleza compleja de los fenómenos de una ciencia del desarrollo, pues son el escenario privilegiado para hacer seguimiento a los procesos de cambio. Pero no hay desarrollos conceptuales que no estén ligados con cambios metodológicos. Como se sabe, uno de los intereses centrales de las posiciones pospiagetianas ha sido la necesidad de capturar la dimensión temporal del fun- 19El desarrollo cognitivo se reorganiza cionamiento cognitivo. Ese interés hizo desarrollar, dentro de la propia práctica investigativa del grupo, una versión propia de la metodología microgenética (Puche-Navarro & Ossa, 2006; Puche-Navarro, Ossa & Guevara, 2006). El re- sultado fue una metodología microgenética, heredada de la tradición piagetiana y combinada con la construcción de situaciones de resolución de problemas. Los estudios se concentraron, entonces, en “hacer hablar la mente del niño”, identi- ficar operaciones mentales sustantivas, tales como la inferencia, la clasificación, la planificación y la formulación de hipótesis (Puche-Navarro, 2000). Al mismo tiempo, se evidenciaron los despliegues de la actividad mental en espacios como el humor visual y otros que no fuesen permeados desde la escolaridad. Todo ello dentro de una apropiación inspirada en la Escuela de Ginebra. Ahora bien, como se ha mencionado en párrafos anteriores, el paisaje de los estudios del desarrollo mostraba que paralelamente a este itinerario del grupo, otros investigadores “encontraban” esa misma vía propuesta por los SDNL (Fis- cher & Bidell, 2006; Smith & Thelen, 2003; van Geert, 1998). Los SDNL se erigían como alternativa tanto desde lo conceptual como desde lo metodológico. En nuestro itinerario, en las investigaciones previas (antes de 2005) se trabajó el humor visual pensado como escenarios que planteaban un acertijo a los niñospequeños. La metodología microgenética utilizada arrojaba un conjunto de trayectorias con “ires y venires” en los funcionamientos inferenciales requeridos para resolver el acertijo. En ese momento se tenían descripciones muy precisas de la actividad del infante y de los niños, pero difícilmente esas descripciones encajaban en las conceptualizaciones pospiagetianas. Lo que los SDNL ofrecían era la posibilidad de pasar de ese escenario descriptivo a otro nivel con mayor capacidad explicativa. La necesidad de identificar patrones en esa irregularidad, y por esa vía restablecer un orden que pudiera dar cuenta cabal de la actividad cognitiva, era la propuesta que parecía ofrecer los SDNL. En honor a la verdad, tanto la búsqueda de soluciones previas al encuentro con los SDNL como el propio encuentro con los SDNL no fueron fluidos ni lineales. Aunque no se trata aquí de hacer una exposición detallada de esos itinerarios, el nuestro también estuvo marcado por esos ires y venires. Dos ejemplos pueden ser ilustrativos: el primero, anterior a los SDNL. Nuestra búsqueda nos llevó a intentar una conceptualización desde los modelos mentales2 que, entendidos en sensu lato, permitían distanciarse del talante normativo de algunas concep- tualizaciones y abrían paso a entender la variabilidad hallada en los sujetos como ese encuentro entre el pensamiento intuitivo y el pensamiento científico formalizado. Con el paso de los años, esa posibilidad se agotó, pues era poco lo que añadía a explicaciones previas. El segundo ejemplo, ya en el propio campo 2. Para una mayor información sobre este trabajo, ver Puche-Navarro y Colinvaux, 2001. 20 Capítulo 1. Estudios de desarrollo cognitivo: antes y después del encuentro con los sistemas dinámicos de los SDNL, fue la utilización de las wavelets como una técnica desde la cual se pueden hallar los patrones en la variabilidad3. En el caso de este estudio, la sofisticación de la herramienta metodológica utilizada lo hacía difícil de com- partir y de replicar, por lo que no parecía útil seguir por esa vía. Como ya se señaló, las herramientas metodológicas juegan un papel importante en las búsquedas conceptuales. Para ilustrar este aspecto en ese itinerario del grupo, se presenta un estudio que utiliza metodologías lineales que permiten explicar algunas de sus limitaciones. Se trata de un trabajo previo a la utilización de los SDNL. Los objetos visuales humorísticos son el escenario en el que se estudia la com- prensión del humor visual, ellos son cuidadosamente seleccionados para tal efecto (Puche-Navarro 2002; Puche-Navarro, Combariza & Ossa, 20012). Metodológicamente, la tarea consiste en presentarle al niño4 distintos objetos visuales que involucran funcionamientos inferenciales diferenciados. La elección de una entre varias opciones revela una preferencia que supone comprensión. Las opciones son: una de tipo hiperbólico, relacionado con inferencias inductivas; una segunda opción del humor de tipo mentalista, relacionada con inferencias deductivas; y otra opción construida sobre analogías de sustitución que requieren de inferencias transductivas (Puche-Navarro & Martí, 2011). Un tratamiento metodológico típico de naturaleza lineal es el K-medios, que forma parte del abanico de procedimientos incluidos en el Statistical Package for the Social Sciences (SPSS). El K-medios toma el conjunto de todas las elecciones del niño y con base en las frecuencias, se obtiene el promedio del conjunto de elecciones de los sujetos de acuerdo con la distancia que los separa del promedio. La comparación del promedio de cada niño con el promedio general arroja varios conglomerados que clasifican en grupos diferenciados las elecciones de los niños (en este caso, un total de 2376). El resultado que arroja esta técnica permite confirmar que los sujetos discriminan entre los tres tipos de objetos visuales. Esos conglomerados dan perfiles que corresponden a tendencias respecto de los tres tipos de objetos visuales planteados: hiperbólico, mentalista y de sustitución. Para crear los conglomerados, se agruparon dos de las respuestas dadas por los niños en la misma sesión de aplicación de la tarea y se contaron las frecuencias de elección de cada alternativa (hiperbólicas, mentalistas, de sustitución y con- gruentes). Es por ello que en las Figura 1 en el eje Y aparecen seis posibilidades de elección donde se muestra la frecuencia de elecciones y no una secuencia. 3. Para una mayor información sobre este trabajo, ver Puche-Navarro, Combariza y Ossa, 2012. 4. Se habla de manera indistinta de niño que supone también a la niña, para resolver asuntos de género. 21El desarrollo cognitivo se reorganiza A partir de las frecuencias de elección se determinó la organización de cuatro conglomerados. La Figura 1 arroja el que hemos llamado perfil hiperbólico, en el cual los trazados rojos representan las elecciones del objeto visual hiperbólico, con frecuencias de elección que alcanzan el 52,69 %, mientras que las frecuencias de elección de la opción mentalista apenas alcanza la mitad de ese valor (25,45 %). De ahí que se considere que este es un perfil hiperbólico. En la Figura 2 se presenta el perfil mentalista. Figura 1 Perfil hiperbólico determinado por el mayor número de elecciones sobre ese mismo objeto visual Fuente: Elaboración propia. La Figura 2 revela un perfil con el 63 % de elecciones sobre la opción mentalista, triplicando el número de otras alternativas de elección, como la hiperbólica, que solo llegan al 16,67 %. En síntesis, los dos perfiles con mayor número de elecciones fueron el hiperbólico y el mentalista. Al mirar estos resultados desde una concepción clásica del desarrollo, la pregunta giraría en torno a la estratificación y a los momentos de aparición de los distintos funcionamientos inferenciales. Nótese que aquí la métrica funciona como un lente exterior desde el cual se mira al sujeto. Desde ese lente se determina el orden de sucesión para saber si la comprensión de una clase de humor visual hiperbólica precede a la aparición de un humor visual mentalista, y si ella a su turno precede a la comprensión de un humor visual de tipo sustitución. La 22 Capítulo 1. Estudios de desarrollo cognitivo: antes y después del encuentro con los sistemas dinámicos cuestión es que los datos no se acomodan a esta métrica. Ciertamente, el sujeto diferencia entre los tres objetos, pero el orden de aparición entre ellos es muy borroso, por no decir nulo. En otras palabras, con esta técnica no se obtiene información sobre el paso de un tipo de funcionamiento inferencial al otro, no se accede a la métrica del sujeto, cuestión que desde el punto de vista de una ciencia del desarrollo resulta central. Figura 2 Perfil mentalista determinado por el mayor número de elecciones sobre ese mismo objeto visual Fuente: Elaboración propia. Esta cuestión del paso de un tipo de funcionamiento inferencial a otro, arroja muchas luces si se ve como un proceso de interacción de fuerzas. El objeto visual humorístico de tipo mentalista supone una complejidad mayor que el mismo objeto de tipo hiperbólico. Explicar una simultaneidad de comprensiones de distinta naturaleza inferencial, exige tratar esos procesos como un sistema dinámico complejo que por su naturaleza fluye y está siempre en movimiento. No caben allí las explicaciones esquemáticas en las que el desarrollo pasa de lo simple a lo complejo. Irregularidad, complejidad y autorregulación en los procesos del desarrollo y el microdesarrollo Piaget siempre consideró como fundacional estudiar “la naturaleza de los procesos de reorganización a través de los cuales se desarrolla el conocimiento 23El desarrollo cognitivo se reorganiza (…) [esta cuestión] resulta clave para explicar en qué consiste la creación del nuevo conocimiento” (García, 2000, p. 127). Situados en ese horizonte, la tarea es identificar las condiciones y los procesos que llevan a la transformacióny al acceso a lo nuevo, en términos de las condiciones de producción de un nuevo conocimiento y de mecanismos de cambio. ¿Cuál es el papel de las trayectorias y qué procuran ellas en el estudio del desarrollo como un sistema dinámico? Volvamos al estudio de la situación de comprensión de objetos visuales humorísticos descrita antes. La utilización de herramientas que proceden de los SDNL enfatizan el sentido de lo dinámico con la captura de itinerarios que marcan los desempeños de un sujeto a lo largo de un periodo determinado. Es el caso de la técnica de mín. y máx. (van Dijk & van Geert, 2002) que identifica los puntajes de la trayectoria en un ancho de banda que resalta los mínimos y los máximos entre todas las puntuaciones (Figuras 3 y 4). Esa trayectoria o microtrayectoria responde fielmente a los desempeños del sujeto. Figura 3 Desempeños de Isabella mediante mín. y máx. ante cuatro objetos visuales que involucran diferentes tipos de inferencias a lo largo de 248 observaciones Fuente: Elaboración propia. La Figura 3 presenta los desempeños de Isabella, una niña de 4 años y 3 meses de edad. En este caso, la coordenada X ilustra el periodo de las 62 sesiones de observación cada quince días, y cada una con cuatro intentos que corresponden a 248 observaciones. La coordenada Y ubica los puntajes que corresponden a la elección de los objetos visuales. Los puntos morados indican los máximos y los amarillos, los mínimos; la zona delimitada entre ambos constituye un ancho de banda en el que se ubican los puntajes reales del sujeto. En la coordenada Y está situado, en escala de 1 a 5, el puntaje que se marca a los objetos visuales. El puntaje 1 es objeto visual neutral más los tres tipos de objetos visuales según 24 Capítulo 1. Estudios de desarrollo cognitivo: antes y después del encuentro con los sistemas dinámicos las inferencias comprometidas; puntaje 2, objeto visual hiperbólico (inferencias inductivas); puntaje 3, objeto visual mentalista (inferencias deductivas); y puntaje 4, objeto visual sustitución (inferencias transductivas). La Figura 3 muestra los valores mínimos y máximos obtenidos por Isabella en sus preferencias de elección, las cuales trazan una trayectoria oscilante de desempeños. Las elecciones fluctúan entre la opción hiperbólica (puntaje 2) y la opción de sustitución (puntaje 4), con muy pocas elecciones sobre la op- ción neutra (puntaje 1). Nótese que solo hay nueve elecciones en total de la opción neutra. El hecho de que las elecciones estén gravitando entre estos dos objetos implica que las inferencias involucradas son inductivas y transductivas, respectivamente. De manera complementaria, se registran algunas elecciones sobre objetos visuales mentalistas que requieren inferencias de tipo relacional (puntaje 3). A lo largo de las 248 observaciones, la trayectoria de Isabella permite estable- cer que la variación entre los diferentes tipos de objeto visual no revela una relación unicausal. No se puede determinar que la preferencia por un tipo de objeto conduzca a identificar la preferencia particular por otro tipo de objeto visual. Esas microtrayectorias traducen de forma mucho más cercana su modo de comprender el objeto propuesto. El ritmo, la métrica, los ires y venires, una vez registrados se exaltan en el ancho de banda. Se puede decir que esta téc- nica resulta más fiel al sujeto y que son las propias acciones del sujeto las que definen el perfil del ancho de banda. Dicho de otra manera, el ancho de banda depende y surge de los itinerarios del sujeto y no están dados por medidas a las que el sujeto debe responder. Pero veamos otro caso. Figura 4 Desempeños de Sofía mediante mín. y máx. ante cuatro objetos visuales que involucran diferentes tipos de inferencias a lo largo de 108 observaciones Fuente: Elaboración propia. 25El desarrollo cognitivo se reorganiza En la Figura 4 vuelve a sobresalir una gran irregularidad y una trayectoria fluc- tuante en la secuencia de elecciones. Desde la cuarta observación, Sofía elige el objeto humorístico de sustitución (puntaje 4), mostrando funcionamientos inferenciales transductivos. No obstante, luego de esa elección pasa a elecciones de puntaje 2 con inferencias inductivas. Esas diferentes elecciones evidencian que los funcionamientos inferenciales no siguen un patrón identificable a simple vista. No hay secuencias en las que se pasa de elecciones que involucren fun- cionamientos inferenciales más simples a otros más complejos, con crecimiento lineal creciente y con un nivel de dificultad específico. A partir de estas elecciones, queda claro que los itinerarios de los funciona- mientos inferenciales se caracterizan por su irregularidad. En esa irregularidad, los funcionamientos inferenciales inductivos (hiperbólico) no preceden nece- sariamente a los funcionamientos inferenciales relacionales (del objeto visual mentalista), ambos parecen coexistir en el mismo periodo de comprensión de un objeto visual. En el paso de un tipo de funcionamiento inferencial a otro hay ciertamente interrelaciones entre ellos, pero claramente no son relaciones secuenciales como las que se acostumbran a pensar en el desarrollo. Lo que se encuentra son algunos indicadores de evoluciones particulares e ideográficas, cuyo común denominador es esa variabilidad. La evidencia parece señalar que se trata de funcionamientos que emergen de manera paralela, en el que uno no es condición del otro, y sin seguir un desarrollo cronológico, las inferencias relacionales (objetos visuales mentalistas) pueden ser anteriores a las inductivas. Esa temprana aparición de funcionamientos inferenciales apoyados en dimensiones intencionales supone un saber, un sen- tir y un desear lo que el otro sabe, siente y desea. La atribución de creencias, sentimientos y deseos al otro requiere sabernos y pensarnos igual al otro. Estos procesos inferenciales que funcionan a manera de bucle, como bien lo describe Perinat (2012), suponen alta complejidad. No obstante, repetimos, ellos pueden aparecer antes de los funcionamientos inferenciales inductivos, o funcionar simultáneamente con ellos. La cuestión es que los funcionamientos inductivos no son condición de los funcionamientos inferenciales relacionales. Esa es la razón por la cual una conceptualización del desarrollo, en términos de sistema complejo, parece ser tan adecuada. A pesar de la diferencia en los perfiles, el caso de Sofía (Figura 4) coincide con el de Isabella (Figura 3), ambas presentan fluctuaciones en las trayectorias, los dos casos coinciden en un funcionamiento irregular y variable. Las trayectorias permiten responder a la lógica de búsqueda de cada sujeto; no puede trabajarse desde una métrica exterior a ellos, ya que todo muestra, como lo plantean Smith y Thelen (2003), que la métrica la pro- vee el niño, y nosotros añadimos que al psicólogo le corresponde entenderla. 26 Capítulo 1. Estudios de desarrollo cognitivo: antes y después del encuentro con los sistemas dinámicos La cuestión es, entonces, que los componentes en un espacio de interacción, según sus condiciones, dan lugar a diferentes trayectorias. Ellas permitirían visua- lizar la forma en que cambian los valores de los componentes en su interacción. Seguir ese decurso de cambios haría posible identificar aquello que permanece y aquello que se transforma, según Valsiner (2004), la tensión entre lo que cambia y lo que permanece en los procesos de desarrollo. Las trayectorias encontradas en los funcionamientos inferenciales arrojan evidencia de lo desigual, abierto y, sobre todo, no lineal de un sistema. A manera de recapitulación La pregunta inicial sobre qué cambia antes y después del encuentro de una ciencia del desarrollo y los SDNL puede responderse a partir de los distintos temas desarrollados. El panorama de los estudios que realizaba el grupo de C&DR antes de los SDNL, tenía que ver con funcionamientos caracterizados por trayectorias irregulares. En el casode los funcionamientos inferenciales, no parecían obedecer a un orden de aparición claro, más bien se trataba de aparición simultánea. Frente a la comprensión de objetos visuales se encontraban al mismo tiempo perfiles hiperbólicos y mentalistas e incluso transductivos. Luego, con el estudio de metodologías propias a los SDNL, se aclara un poco más ese panorama. Se confirma la coexistencia de funcionamientos inferenciales y aparece un apoyo empírico a la hipótesis de que no necesariamente se evoluciona de lo simple a lo complejo, sino en un espacio de fuerzas en el que múltiples factores cohabitan. La cuestión del cambio conceptual y del acceso al nuevo conocimiento, en que coinciden una genuina ciencia del desarrollo y los SDNL, muestra en estos estudios un camino certero. La comprensión de un objeto visual humorístico que involucra funcionamientos inferenciales sofisticados da cuenta de procesos de reorganización complejos. Lejos de ser procesos graduales de acumulación de información, apuntan a un escenario de transformaciones del cambio. ¿Qué es lo que hace, frente a un objeto visual humorístico, que los componentes del sistema se reorganicen de manera que sea posible su comprensión? En lo que hemos visto, los niños utilizan diversos funcionamientos inferenciales, ¿cómo lo hacen? No parece que sea de manera lineal ni única, en el que un tipo de funcionamiento lleve a otro, como en una relación secuencial relativamente esquemática. Parecería, según los desempeños, que los niños descubren las diferentes relaciones que propone el objeto, para lo que requieren distintos tipos de inferencia. Su orden no va de lo simple a lo complejo, por ejemplo. La temprana aparición de funcionamientos inferenciales en bucle, apoyados en 27El desarrollo cognitivo se reorganiza dimensiones intencionales, sin duda más complejos, muestra claramente que el acceso al conocimiento puede tomar fuerza con determinantes que van más allá de lo estrictamente contemplado. Es en ese momento que se concreta la idea de que el camino al conocimiento toma vías inciertas (Gómez-Buendía & Jaramillo, 1998). Se abre así la idea de pensar el desarrollo y el microdesarrollo como sistemas en los que intervienen múltiples componentes; ese campo de fuerzas puede tomar bifurcaciones imprevistas. Esos tipos de inferencia, al ser utilizados por los niños, se interrelacionan para lograr momentos de reorganización propios a cada cual, hasta hacerse estables. En algunos estudios hemos logrado establecer patrones en esos momentos de reorganización (como lo veremos en el siguiente capítulo). Sin duda ese es uno de los caminos ciertos que hay que continuar. De alguna manera, los SDNL devuelven a la psicología su vocación genuina y el interés por los mecanismos de cambio, y con ellos se está más cerca de entender la naturaleza del cambio cognitivo. En síntesis, el trabajo para una ciencia del desarrollo, después del encuentro con los SDNL, enfatiza tanto en lo literal como en lo más profundo de su sentido, una concepción del desarrollo evolucionista. El desarrollo concebido como un sistema complejo, con su lógica interna, se concentra en los procesos y las con- diciones que producen el cambio sobre esas condiciones de producción. Aquel desarrollo, como una sucesión de etapas estáticas, ha quedado atrás y se abre paso la necesidad de dar cuenta de las múltiples movilizaciones y reorganizacio- nes, en las que se producen avances y retrocesos en el acceso al conocimiento. Nada en los estudios revisados apoya la idea de que los procesos de comprensión que marcan el desarrollo y el microdesarrollo se desenvuelven en un proceso lineal creciente y acumulativo. La irregularidad de las trayectorias no es otra cosa que la evidencia de que los procesos de comprensión y de cambio no ne- cesariamente pueden pensarse como una relación de sucesión fija entre etapas. Esos procesos de comprensión y de acceso a pensamientos nuevos remiten a la discontinuidad en el microdesarrollo. No siempre podemos pensar que en el desarrollo el punto de partida está conectado constantemente con el punto de llegada. De lo que se trata es, entonces, de abandonar la idea de un micro- desarrollo lineal y fijo y entenderlo dentro del conjunto de variaciones de un sistema que parece retroalimentarse en sus interacciones. Las nuevas metodologías, con su dimensión temporal, responden mejor a la captura del funcionamiento cognitivo. Metodologías que tomen en cuenta la métrica del sujeto. Tanto el método microgenético como las series de tiempo responden mejor a ese punto de vista del sujeto. Ellas dependen de los sujetos, 28 Capítulo 1. Estudios de desarrollo cognitivo: antes y después del encuentro con los sistemas dinámicos no se trata de herramientas que impongan una métrica, sino que recuperan los itinerarios propios a los sujetos con lo que hemos llamado sus ires y venires. El ancho de banda, por ejemplo en el caso de la técnica de mín. y máx. depende y surge de los itinerarios del sujeto y no están dados por medidas a las que el sujeto debe responder. En este punto, la reconciliación, por llamarla así, entre una mirada pospiagetiana (o muy piagetiana) y los SDNL resulta una epifanía. Los SDNL, para ser fieles a sus planteamientos, bifurcaron el rumbo de los estudios del desarrollo cognitivo. El camino que se abrió no era precisamente previsible ni estaba dentro de una secuencia fija y homogénea. Sin embargo, y hay que decirlo, no necesariamente era el camino más fácil. Lo que sí es seguro es que luce amplio, fértil y tal vez más completo. Referencias – Adolph, K., Robinson, S., Young, J., & Gill-Alvarez, F. (2008). What Is the Shape of Developmental Change? Psychological Review, 115(3), 527-543. doi: 10.1037/0033-295X.115.3.527 – Adolph, K. E., Berger, S. E., & Leo, A. J. (2011). Developmental continuity? Crawling, cruising and walking. Developmental Science, 14(2), 306-318. – Baldwin, J. M. (1890/2010). Handbook of psychology. MI: Nabu Press. – Campos, D. (2005). Caos y complejidad. 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Porque ella, a través de la insatisfacción de los resultados analizados con modelos teóricos y metodológicos tradicionales, logra modificar su pensamiento y, a la par, estimar la complejidad y la belleza que ofrece la exploración del desarrollo de la mente humana. El razonamiento está al servicio del conocimiento, de la comprensión de fenómenos y problemas para los que no es fácil encontrar una explicación inmediata, perceptible o facilitada por la experiencia misma. No obstante, el razonamiento también puede acomodarse al estándar y a la regularidad de los problemas, otorgando la misma explicación para un sinnúmero de temas diversos. Es posible entonces que un investigador tome los casos negativos como datos nulos y los omita sin mayor detenimiento, los elimine de las bases de datos y, con ello, pierda la oportunidad que esos datos le ofrecen para pensar. Como resulta obvio, este no es el caso del grupo de Cognición y Desarrollo liderado por Rebeca Puche; realmente es todo lo contrario. Tal y como nos expresa la autora “La agenda de trabajo venía desenvolviéndose durante varios quinquenios, sobre la plataforma postpiagetiana del desarrollo”. Sin embargo, más adelante nos narra los cambios en la plataforma comprensiva del desarrollo. Para estar acorde con el propósito del grupo, el cual busca conocer la actividad mental del niño, la forma en que descubre y se relaciona con el mundo, se vieron enfrentados a la insuficiencia de los modelos teóricos tradicionales, a la fragmentación y a las limitaciones explicativas. Para ser consecuentes con su propósito, el Grupo buscó nuevas formas de razonar, de pensar concienzudamente aquellos datos que no se acoplaban pasivamente a las teorías postpiagetianas. ¿Hacia dónde viró el Grupo? Hacia una forma novedosa y emergente de explicar el mundo, excepcionalmente aquellos problemas que se resistían a la tradición explicativa de su campo de conocimiento. Aunque las fechas no son precisas, los finales de la década de 1980 están cargados de resultados y explicaciones insatisfactorias para un gran grupo de investigadores y pensadores 33El desarrollo cognitivo se reorganiza de diferentes campos del conocimiento humano. En aquellos momentos, la reflexión sobre la complejidad, el caos y la imperante necesidad de modelar realidades incomprensibles nace, como casi siempre sucede, en la física y en las matemáticas. Algunos de sus teóricos como Michael Feigenbaum, Robert Devaney, Heinz Pagels, Benoît Mandelbrot, entre muchos otros que bien merecerían ser citados, indagaron sobre las posibilidades que ofrecían formas alternas, no tradicionales e inmensamente amplias como los sistemas dinámicos. Muchas otras ciencias se interesaron en la novedad que representaban tales sistemas pues, de esta manera, sus datos reciclados por su irregularidad y por no acoplarse a los métodos ya existentes serían objeto de nuevas revisiones. Ahora bien, ¿qué sucedió con el grupo de Cognición y Desarrollo? Rebeca narra cómo su razonamiento y el análisis de diversas teorías le indicaba la necesidad de cambiar. Estudiando el cambio, obligatoriamente, una concienciaflexible cedería a la invitación de revisar nuevamente los datos y los resultados, en apariencia inconsistentes. Se requería entonces otra forma de pensar la realidad del desarrollo. El Grupo emprende pues el estudio de los sistemas dinámicos, los sistemas complejos y el caos, así como sus relaciones. Se reafirma en la omisión deliberada de explicaciones causales, de la constricción del desarrollo a etapas condicionales y, paralelamente, se abre a la creación de metodologías que permiten buscar modelos acordes con eso que los niños muestran y que no- sotros no vemos. “Los del grupo del Valle” –así solíamos decirles– hablaban distinto. Términos como funcionamientos, trayectorias, itinerarios, reorganización o emergencia estaban presentes en sus trabajos. Y, aunque en nuestro grupo leíamos su pro- ducción, realmente sentíamos que no podíamos comprender a cabalidad los cambios conceptuales y metodológicos que el Grupo de Cognición y Desarrollo estaba ya consolidando en los modos de investigar el desarrollo y, por supuesto, de concebirlo. Afortunadamente para algunos de nosotros, tuvimos después la oportunidad de conocer sus trabajos, aunque no tan cerca como hubiésemos querido. Creemos, sin embargo, que al fin pudimos acercarnos a entender a qué se referían con aquellas palabras que condensaban conceptos difíciles, en gran parte por su novedad, esto es: Sistemas Dinámicos No Lineales. Al plantear los Sistemas Dinámicos No Lineales, también aparecían o, más precisamente, se hacían evidentes otros autores: Valsiner, Goswami, Kagan, Munné, etc. (todos ellos citados en este primer capítulo). Sus trabajos giraban en torno a la naturaleza no lineal de los fenómenos, entre ellos, los psicológicos. Como los dice Rebeca Puche: “sobre esta base se comienza a profundizar en la idea de considerar el desarrollo y los procesos de cambio como un sistema complejo”. Con la tranquilidad que ofrece una perspectiva de trabajo más prometedora y con 34 Capítulo 1. Estudios de desarrollo cognitivo: antes y después del encuentro con los sistemas dinámicos la seguridad que brinda un equipo altamente cohesionado es posible tolerar el temor y la incertidumbre que acompaña la búsqueda de explicaciones alternas satisfactorias. En síntesis, lo que emprendió el grupo de Cognición y Desarrollo fue novedad y cambio. Afortunadamente el tiempo permitió la maduración de los contenidos acumu- lados por el grupo de Cognición y Desarrollo, algunos de los cuales se cristalizan en este libro. Invito entonces a todos los lectores a que comprendan lo que sucedió con la conceptualización del desarrollo, y cómo a través del cambio se hizo posible la configuración de una nueva mirada de la cognición infantil.